Kakashi


"Jesús, hombre, contrólate", murmuro, deteniéndome en medio del salón demi mejor amigo Gai para mirarlo con asco.

Después de que faltara al trabajo durante los últimos tres días y norespondiera a ninguna de mis llamadas ni mensajes, entré en su apartamentocon la llave de repuesto que me había dado para asegurarme de que estababien. Una decisión de la que me arrepiento ahora que veo que sigue vivo y sólopuedo imaginar lo que ha estado haciendo estos últimos días. O no, teniendoen cuenta el olor que me quema la nariz, lo que parece salsa picante secapegada a sus mejillas y montones de cajas de pizza vacías, bolsas de patatasfritas arrugadas y unas cien botellas de cerveza tiradas por el suelo alrededorde su sillón reclinable, donde parece que no se ha movido en días.

"Gai, ¿eso que tienes en el regazo es una pila de huesos de alitas de pollo?".pregunto, temiendo moverme de donde estoy para verlo más de cerca por sipiso algo que pueda contagiarme la hepatitis o hacerme vomitar.

O, pisar vómito real.

"¿Sabías que BW3's ahora reparte alitas?". pregunta Guy entre moqueospatéticos mientras mira fijamente el televisor colgado en la pared de enfrente."Quiero decir, técnicamente no hacen entregas, pero le dije a Rakku que podíatener mi Televisor si paraba y cogía una docena de alitas calientes de caminoaquí".

Me inclino hacia la ventana que hay junto a él y abro las persianas para queentre la luz del sol, arrepintiéndome aún más de esa decisión que de la devenir aquí.

"¿Estás llorando? ¿Y quién demonios es Rakku?" pregunto, limpiándome lasmanos en la parte delantera de los vaqueros, sin querer ni pensar por qué alabrir las persianas se me han quedado las manos pegajosas.

"Rakku es el repartidor de pizzas de Domino's. Está en una banda y a su madreni siquiera le importa que una chica pase la noche en su habitación del sótano.Él tiene toda la vida resuelta, ¿y yo? Yo no tengo nada", afirma Guy,sorbiéndose los mocos de nuevo mientras apunta con el mando a distancia altelevisor y rebobina un par de minutos la película que está viendo. "Estaescena me pone siempre".

Aguantándome, camino hacia él, evitando el trozo de periódico desplegadoque cubre Dios sabe qué en el suelo, le arrebato el mando a distancia de lamano y apago el televisor.

"¡Eh! ¡Estaba viendo eso!" se queja Guy, levantando por fin la vista hacia mí."¡Es "Tal como éramos", con Barbara Streisand y Robert Redford!".

Con un suspiro, tiro el mando al sofá y lo pongo fuera de su alcance. CuandoGuy no se presentó a trabajar y no pude hablar con él, se lo comentécasualmente a Hinata y me enteré de que Anko había roto con él. En unmensaje de texto. Hace tres días. Me imaginé que estaría un poco deprimidoteniendo en cuenta que la mejor amiga de Hinata es la primera novia que hatenido que ha durado más de una noche y que se declararon su amor el día deSan Valentín, sin pasar más de unas horas separados desde entonces. NOesperaba llegar aquí y encontrarme un apartamento entero lleno de múltiplesexperimentos científicos y a Guy comiéndose su dolor mientras ve unaestúpida película de chicas.

"Mira, sé que estás molesto por lo de Anko..."

"¡NOOOOOOOOOOO!" grita, interrumpiéndome. "¡NO VUELVAS APRONUNCIAR SU NOMBRE EN MI PRESENCIA! ESTÁ MUERTA PARA MÍ!"

Suspiro y le niego con la cabeza. Saco el móvil del bolsillo trasero cuandosuena un mensaje de texto. Guy se levanta de un salto del sillón, derramahuesos de alitas de pollo por el suelo y tropieza con botellas de cerveza vacíasmientras carga contra mí, me agarra por los brazos y me zarandea.

"¿Es ella? ¿Es Anko? ¿Qué ha dicho? ¿Está arrepentida? ¿Quiere que vuelva?Dile que la quiero y que la perdono", divaga mientras se limpia la cara con lamanga de su camisa, ya sucia.

"No, era de Hinata. Tienes que ponerte las pilas, ¡ahora mismo!" Le grito. "Meenvió un mensaje para recordarme que tenemos una cita para que nosarreglen los esmóquines y no te voy a llevar allí oliendo a pizza regurgitada ycerveza rancia".

Guy es mi mejor amigo y sé que debería apoyarlo más y ser más comprensivo,pero ahora mismo no tengo tiempo para eso. Tengo cosas más importantes delas que preocuparme como intentar no pelearme con Hinata por estupidecesun mes antes de nuestra boda porque a mi maldita polla no le apetececooperar, y prefiero discutir sobre El incidente de la tapa del inodoro de 2016una y otra vez en lugar de hablar del verdadero problema. Es vergonzoso. Espatético. Me está convirtiendo en una loca y hace que me preocupe de queHinata vaya a cambiar de opinión sobre casarse con un tipo que no tieneproblemas para que se le pare, pero no puede terminar la hazaña.

¡Deja de gritarme, estoy en un lugar muy emocional en este momento!" Guygimotea, levantando el brazo y tomando una bocanada, luego jadeando enseco cuando se huele a sí mismo. "Vale, tienes razón. Probablemente mevendría bien una ducha. Y cuando termine, vamos a sentarnos y a tener unaagradable charla sobre lo que te preocupa. Según el Dr. Phil, nunca debesdescargar tu ira y tus frustraciones en otra persona".

Cojo una toalla de la pila que hay en el cesto de la ropa sucia junto a la pared,que puede o no estar limpia, y se la tiro a la cara.

"Métete ya en la maldita ducha. Te voy a esconder el mando. No puedes volvera ver la televisión diurna ni el canal Lifetime".


"Te daría un abrazo, pero sinceramente me preocupa que mi calentura te llevefinalmente al límite y te corras en los pantalones, cruzando una línea ennuestra relación que nunca podrá ser descruzada", sonríe Guy mientras semira en el espejo de cuerpo entero de la tienda de esmóquines.

"Eres un imbécil. No puedo creer que pensara que era buena idea confiar enti", me quejo mientras se arregla la corbata.

No podía aguantar ni un segundo más a Guy releyendo el mensaje que Anko leenvió el otro día, así que me derrumbé en el trayecto hasta aquí y le conté loque había estado pasando entre Hinata y yo. Era la única manera de conseguirque dejara de repetir: "Necesito un descanso. Lo siento. No eres tú, soy yo",antes de dar un volantazo y meterme en dirección contraria para acabar con mi sufrimiento. Interrumpirlo después de la vigésimo séptima vez para gritarle:"¡Mi pene está roto, me duele todo y nada volverá a estar bien!" no fue muyinteligente, pero lo hizo callar. Hasta ahora, después de que tuviera el resto delviaje en coche para inventar un montón de maneras de romperme las pelotas.Juego de palabras no intencionado... estúpidas pelotas.

"En serio, mírame", exige Guy, dándose la vuelta para mirarme con los brazos alos lados. "Soy un semental. No pasa nada por admitir lo bueno que estoy conesto. No le diré a Hinata que crees que estoy más bueno que ella".

Me inclino hacia delante, apoyo los codos en las rodillas y apoyo la cabeza enlas manos.

"Eso ni siquiera es gracioso. Hinata cree que esa es en serio la razón por la quehe tenido problemas. Ella es preciosa. Es sexy como el infierno y no hay unsegundo en mi día que no pase pensando en tener sexo con ella. Hinata no esel problema".

Guy se vuelve hacia el espejo, se revuelve el pelo y se abrocha el chaleco quelleva bajo el esmoquin.

"Claramente Hinata no es el problema. No hay un segundo en mi día que nopase pensando en tener sexo con tu futura novia. Probablemente te estásmasturbando demasiado. Tienes las pelotas tan vacías que seguro que lasoyes jadear cada vez que te quitas los pantalones", me dice.

"No me estoy haciendo demasiadas pajas", me quejo poniendo los ojos enblanco. "Estoy bastante seguro de que sé cuál es el problema, sólo que siempre parece que empezamos a pelearnos antes de que pueda hablar conella de eso".

"Una vez me masturbé tanto en una semana que me salieron callos. Fue unasemana genial. ¿Quieres ver una foto?", pregunta, cogiendo su teléfono de lasilla junto al espejo.

"¡Joder, no, no quiero ver una foto de tu polla llena de ampollas!". Le respondohorrorizado, apartando los ojos cuando camina hacia mí sosteniendo lapantalla de su teléfono frente a él.

"¡Deja de ser tan marica! ¡Es una foto de las ampollas de mi mano, malditoenfermo!"

"Um, disculpe, ¿está todo bien aquí? ¿Cómo te queda el esmoquin?" preguntaMizu, la costurera de la tienda, que aparece de repente a nuestro lado con carade preocupación.

"Estamos bien, todo va bien y no, no le voy a enseñar una foto de pollas", leinforma Guy, girando la cabeza para mirarla de arriba abajo antes de dedicarleuna sonrisa. "¿Y a ti? ¿Qué opinas de las fotos de pollas? No estoy diciendo quetenga un par de cientos en mi teléfono en este momento, pero si lo hiciera,¿cómo te sentirías al respecto?"

Con un gemido, me levanto, le arrebato el teléfono de la mano y me lo meto enel bolsillo trasero.

"Lo siento, lo acaban de dejar y se ha vuelto un poco loco", le explico a la pobremujer, que parece a punto de echarnos a los dos de aquí.

"¿Sí? Bueno, al menos mis pelotas no se están ahogando por el uso excesivo ypuedo disparar mi carga en, sobre y alrededor de lo que quiera en cualquiermomento, ¡muchas gracias!" argumenta, apartando la mirada de mí parasonreír de nuevo a Mizu.

"Oye, eres una mujer", musita, dándose golpecitos con el dedo en la barbilla.

"Gracias por notarlo", contesta.

"Eres una mujer, así que quizá puedas ayudar a mi amigo con su problema",explica.

"¿Qué demonios estás haciendo? No voy a acostarme con una desconocida unmes antes de casarme. Y no es un problema, es solo un pequeñocontratiempo", susurro irritado.

"Saca tu cabeza de la cuneta, Señor Nunca-Me corro-". Sólo le estoy pidiendosu opinión. Así que dime, Mizu, digamos que has estado saliendo con un chicodurante unos meses, estás locamente enamorada y de repente, él pierde lacapacidad de cerrar el trato durante el sexo. No para ti, sólo para él. ¿Quéopinas de eso?" le pregunta Guy mientras yo me quedo aquí deseando que sehubiera atragantado con un hueso de pollo.

Mizu se encoge de hombros, probablemente dándose cuenta de que es másfácil seguirle la corriente que salir corriendo gritando y llamar a la policía."Probablemente asumiría que me está engañando. O que ya no lo excito".

Gimo y Guy levanta la mano, esperando a que ella le choca los cinco. Se quedamirándole la mano unos segundos antes de darse la vuelta y alejarse,desapareciendo en la trastienda, probablemente para llamar a todos susconocidos y decirles que ha decidido hacerse lesbiana.

"De nada", me dice Guy, quitándose una pelusa imaginaria de los hombros.

"No recuerdo haberte dado las gracias por ser un imbécil. Ahora tengo quepreocuparme de que Mizu descargue su ira por tu estupidez encargando unmontón de trajes de sport azul empolvado en vez de los esmóquines negroscon chaleco y corbata rojos que quiere Hinata", le informo.

"Puedes darme las gracias por sondear al público y obtener una respuestaunánime sobre la disfunción de tu polla. No puedes escupir la mierda porqueestás demasiado ocupado pensando en Hinata pensando en que no está losuficientemente buena para ayudarte a cruzar la línea de meta", explica. "Asíque deja de pensar en Hinata pensando en esas cosas. Problema resuelto".

Sacudo la cabeza, me doy la vuelta y me alejo de él para enviarle un mensaje aHinata y decirle que ya casi hemos terminado y que me reuniré con ella encasa de sus padres para cenar dentro de una hora. Su madre quiere repasar lalista de invitados y, aunque me niego a admitir que nada de lo que ha dichoGuy sea cierto, quizá deba dejar de preocuparme tanto. Hinata ya sabe que ellano es el problema, se lo he dicho cientos de veces. De todas formas, estoyseguro de que no se está volviendo tan loca como yo.


Continuación...