Red Velvet
Capítulo 119: Importancia
…
La semana empezó ajetreada.
Agradecía, de nuevo, el vivir sobre la montaña, el vivir alejada de las zonas más pobladas, lo suficiente para que nadie tuviese las agallas ni las ganas para darle una visita y así ganarse una exclusiva, además, ya había personas con antecedentes criminales por haberse metido en su propiedad, y eso jamás se les olvidó, así que no volvieron a hacerlo, y ellos mismos se preocuparon más de la seguridad. Aunque tenía que asegurarse de que todo estuviese correcto para cuando viajase, la mansión sin estar sin sus dueños en muchos años.
Su padre, sobre todo, fue quien se preocupó más sobre eso, sobreprotegiendo a su familia, así como su madre mandando a instalar cámaras cuando ellos eran pequeños.
La nueva generación Schnee llamó la atención de todos, y no era para menos, en esa época, la compañía de su abuelo había hecho más por Atlas que cualquier otra persona, así que se entendía.
Ahora ya no era tan simbólico lo que hacían, pero ya no había mucho más que hacer, ya había crecido demasiado en pocos años, ahora solo se podía seguir trabajando para mantener la grandeza de aquella brillante ciudad en medio de un continente congelado.
Y ella, bueno, ella estaba haciendo un cambio, pero no el que se esperó de ella cuando nació.
Pero no le molestaba, de hecho, era hasta agradable pensarlo.
Obviamente, lo que si le molestaba, eran esos chupasangre.
Al menos, y gracias a Ruby, muchos paparazzi dejaron de dar vueltas o de ser tan agobiantes como solían ser. Su entrevista de aquel día dejó una marca grande, y lamentablemente no todos eran lo suficientemente inteligentes para entender esas palabras y dejar de hacer estupideces como los seres sin vida que eran, pero no todo podía ser de color de rosa.
Se enfocaba en mirar el lado bueno, en que, a pesar de tener a un gran grupo de periodistas acaparando la calle donde su compañía estaba posicionada, no eran tantos como antes, y, de hecho, recordaba bien, incluso en su pésimo estado, como estuvo ese lugar cuando se hizo público el quiebre de su compromiso, información que ella no sacó a la luz, si no la rata de su ex, para hacerse la víctima.
Manejó con cuidado, sabiendo que atropellar a alguien se vería muy mal en su prontuario, pero eso no significaba que más de alguno se lo merecía. Ruby ahora debía estar pasando por lo mismo al haber llegado al taller, y esta había sido quien aquella vez le dijo que uno se le tiró al capó del auto, y vaya que ese auto podía alcanzar altas velocidades en pocos segundos, era un monstruo, y le sorprendía que ese reportero no estuviese muerto.
Le dijo a su hermano que lo mejor era irse por separado, pero ahora que lo pensaba, ambos teniendo el mismo tipo de auto, puede que este recibiese esa avalancha tal y como ella, de todas formas, no podían ver hacia el interior para saber si era ella o no.
Ruby no tenía esa facilidad.
Pudo haber escuchado lo que le preguntaban, pero ni siquiera tenía ganas de oírlos, a pesar de notar curiosidad en sus caras más que asco o cualquier cosa semejante, aunque se imaginaba lo peor, al final, Atlas es Atlas, con sus tradiciones y su forma conservadora de ver la vida, y ella había trasgredido ambas cosas.
Y la idea siempre le sacaba una sonrisa.
Una parte de ella quería simplemente bajar la ventanilla y contestar a todas sus preguntas, solamente para dejarles en claro que hablaba en serio, para que supieran que Weiss Schnee se había desviado del camino correcto, y regocijarse en sus caras, pero sabía que no debía responder a nadie, nunca lo había hecho, y era una molestia enorme.
No iba a empezar ahora.
Por los mismo todos se rindieron de inmediato, alejándose, como siempre. Siempre teniendo una pizca de esperanzas que ella les contestase, pero cuando volvía a repetir el mismo modus operandi, ignorándolos, estos sabían que la batalla ya se podía dar por perdida.
Apenas se estacionó, volvió a pensar en Ruby, en lo que la pobre debió de haber pasado, ya que estos eran aún más insistentes con esta, sin conocerla lo suficiente, tocándole todos los puntos para generar una reacción, lo que sea, ya que estos se alimentaban de todo, de lo bueno y lo malo, y ya sabían de la impulsividad de su mujer, así que iban a pelear hasta el final.
Se habían asegurado, ella y su padre, que el taller tuviese más seguridad de la usual porque esperaban que la gran mayoría de reporteros fuese allí en vez de a su compañía, teniendo más certezas de que conseguirían algo.
Y era una buena jugada.
Ruby le dijo que iba a ser fuerte, que iba a mantener la calma, se preguntaba cuanto iba a durar eso.
No le gustaba que Ruby sufriese por esas situaciones, pero, por otro lado, si lograban sacarle una foto o grabarla, sin duda iba a verlo porque no se podía resistir, porque era sin duda egoísta cuando se trataba de Ruby e iba a consumir lo que sea que tuviese su marca, así como aquel afiche que estuvo frente a su oficina y misteriosamente desapareció de un día para otro, y esperaba que Coco se lo regalase para navidad o iba a estar muy enojada.
Simplemente le gustaba demasiado Ruby.
Subió directo a su oficina, antes de darse una ronda antes de comenzar las reuniones que tenía agendadas, y notó todo tranquilo. Su secretaria la saludó apenas pasó por el ascensor, acercándose, recordándole su horario del día, e iba a ser ajetreado, tenía dos reuniones antes de media mañana, que eran largas y molestas, y luego dos más en la tarde, al menos había hecho un tiempo para poder almorzar con tranquilidad, ahora que debía preocuparse más por su salud.
No había cosa que odiase más que hacer horas extras, así que iba a apretar el calendario lo más posible para poder irse satisfecha y en calma.
Realmente le llamaba la atención lo diferente que era el hablar con Blake afuera de la oficina en comparación a ahí, y era gracioso de que ambas tuviesen la capacidad para cambiar por completo el interruptor en cada ocasión, sin siquiera mostrar un atisbo de cómo eran afuera, y lo que más le daba risa, es que Ruby no podría hacerlo, se le escaparía en algún momento su otro lado, y se tuvo que aguantar para que no se le escapase una risa.
Incluso sucedía cuando empezaron a conocerse.
Y era adorable.
Se tomó un café, revisando unos documentos, y tuvo que empezar la tarea tediosa, no sin antes mandarle un mensaje a Ruby, preguntándole como había ido todo, esperando que no fuese tan ajetreado como se imaginaba.
Iba a ser un día ajetreado sin duda.
…
Se dejó caer en su asiento, soltando un suspiro pesado.
Estaba tentada a tomarse una aspirina, pero no quería abusar demasiado de los medicamentos como solía hacer. Simplemente cerró los ojos un momento, esperando que el dolor de cabeza cesara un poco, y luego de unos minutos, su cabeza ya parecía más enfocada.
Esas reuniones le quitaban toda la energía.
Si no se diesen tantas vueltas, podrían ser mucho más cortas, pero ya los había obligado a mantenerse en horario, ya no podía cortarles más tiempo, aunque quería hacerlo.
Lo otro que la dejó tensa, fueron las rondas que hizo por la compañía, cosa que solía hacer de vez en cuando para asegurarse que todo estuviese en su lugar, hablando con los supervisores de cada departamento, y si, había reuniones para eso, pero le gustaba atrapar a sus trabajadores desprevenidos. Siempre veía ojos preocupados cuando aparecía, estos tornándose ansiosos, sin querer ni respirar, aunque ya no era tan grave como en sus primeros años.
Todos completamente aterrados.
Ahora parecían de nuevo curiosos, y por un momento en ese ajetreado día, olvidó que su nombre debía estar en boca de todos, y por las miradas que recibió, se dio cuenta que sí, así era.
Al menos nadie dijo nada, pero sabía que estaban cuchicheando a sus espaldas.
Nada nuevo.
Se acomodó, y se agachó hacia la pequeña nevera que tenía bajo el escritorio, tomando el envase que estaba dentro, su almuerzo. Pidió una ensalada a domicilio, y su secretaria se lo dejó ahí para cuando tuviese tiempo de darse un descanso. Ruby, tiempo atrás, le había dicho que a veces la misma hambre le provocaba dolores de cabeza, y ella misma los solía solucionar con aspirinas, cuando lo más apropiado era comer.
No le extrañaba que estuviese tan delgada.
Ruby la había vuelto una persona más consciente de sí misma, lo cual su salud agradecía.
Terminó de comer y de inmediato se sintió un poco mejor.
Ya no trabajaba como antes, descuidando su salud, forzándose a hacer lo más posible en poco rato, sin darse los tiempos necesarios para descansar y recuperar energías, y ya no era así, y eso la ayudaba a sentirse mejor y así mismo el ser más productiva, sin matarse trabajando.
Y mirando alrededor, notando como iba la compañía, notaba como todo estaba en orden, lo cual siempre se agradecía.
Creyó, ilusamente, que, cuidándose y dándose tiempos de descanso, iba a bajar el rendimiento de la compañía, y no, lo que le daba a entender que el funcionar de la forma precaria en la que lo hacía no era en lo absoluto favorable, ni para su legado ni para sí misma, así que se alegraba de cambiar.
Estaba haciendo un buen trabajo, y cada semana se daba cuenta de eso.
Y si, esperaba que sus acciones corporativas no bajaran por sus deslices sentimentales, pero si no se podía evitar, le importaba bien poco. Ya se lo dijo a Yang, no iban a morirse de hambre, y aunque todo se fuese a la mierda, aun podría mantener a Ruby hasta que fuesen unas viejas.
Se quedó unos momentos atrapada en sus pensamientos, tanto así que cuando sonó su teléfono, o más bien, el teléfono de su oficina, llegó a dar un salto de la sorpresa.
Contestó, sin dudarlo, y le sorprendió el escuchar a su secretaria al otro lado de la línea.
"Tiene visita, señorita Schnee."
Le llamó la atención, porque el tono de voz en Blake sonó diferente al tono que usó durante todo el día, y por lo mismo le sorprendió. No le dio mayor importancia, y se levantó del asiento, caminando hasta la puerta, y la abrió para ver quien le pegaba una visita.
Y le sorprendió el ver unas rosas frente a ella.
Rosas rojas.
Ruby estaba frente a ella, sonriendo, sosteniendo un ramo de rosas entre sus brazos, muy similares a las que le regaló aquella vez, solo que ahora se las daba de frente.
"Hola, guapa."
No pudo evitar sonreír, ya se sentía feliz con solo ver a Ruby, mucho más si esta estaba frente a ella con un detalle así. Esperaba que Ruby no la mimase demasiado, o se iba a acostumbrar a recibir visitas sorpresa a la hora del almuerzo. Se movió, liberando a Ruby del ramo, sujetándolo, aprovechando de sentir el aroma, el cual adoraba, porque era el aroma que le recordaba a su amada, así que era perfecto, el mismo aroma que duró por un largo tiempo en su habitación.
Bueno, también le recordaban al cuerpo de su amada, pero no podía entrar en calor en ese momento, o más bien, no debía.
Notó de reojo como Blake parecía divertida, intentando no mirarlas.
Se acercó, solamente para besar a Ruby, esta besándola de vuelta, su sonrisa sin disminuir en lo más mínimo.
Sintió un poco de adrenalina al besarla, aunque estuviese en una de las partes más privadas del edificio y la única espectadora fuese su secretaria, que ni siquiera las miraba para no incomodarlas, pero era realmente agradable el simplemente besarla, el estar afuera, en el mundo real, teniendo la libertad y la confianza para demostrar frente a todos lo que sentía, lo enamorada que estaba, porque eso era lo realmente importante, y no se iba a contener por nada ni nadie
Esa iba a ser su vida de ahora en adelante, sin tener miedo, simplemente enfocándose en la felicidad.
"Sentí que tu oficina necesitaba algo de color, y aproveché de pasearme en el Red Velvet dejando que todos vieran lo que traía conmigo."
Oh.
De seguro ver a Ruby en el descapotable, con unas rosas en el asiento, debió de llamar mucho la atención. No solo sabían que Ruby tenía una pareja, que se andaba besando en fiestas nocturas con Weiss Schnee, sino que también la iba a visitar con un ramo bajo el brazo.
Vaya acto que se tiene que haber pegado.
Entró a la oficina, Ruby siguiéndola, sonriendo, divertida, y no se veía para nada como creyó que estaría. No hablaron demasiado durante el día, ella estando demasiado ocupada y teniendo poco tiempo libre, pero a pesar de que notó a Ruby ligeramente nerviosa con el suceso, ahora se veía fresca como lechuga.
Quizás sobreprotegía demasiado a Ruby, quien sabe.
No tenía ninguna vasija en la oficina, así que dejó el ramo en el baño privado, para tenerla en agua, ya mañana traería una de su casa, y probablemente, de ahora en adelante, se vería en la obligación de tener siempre rosas en su oficina, eso le ayudaría mucho, no tenía duda de eso.
Le faltaba rojo a su oficina.
"Sé que eres valiente, Ruby, e impredecible, pero estaba realmente preocupada de que la situación fuese demasiado para ti."
Ruby no vaciló cuando se acercó a esta, ni tampoco su sonrisa, esta realmente no parecía agobiada, ni siquiera como cuando intentaba no verse así, mostrando siempre la mejor cara sin importar el sufrimiento que escondiese detrás.
Pero a pesar de no sentirse agobiada, ni molesta, ni enojada, ni ansiosa, cuando acercó las manos al rostro cálido, esta no dudó en acercarse, en acomodarse entre sus manos, en recibir los mimos sin tapujo alguno. Ruby se sentía bien entre sus manos, y podía decir exactamente lo mismo.
"Estoy bien, es extraño, sí, pero no creo que me haga perder la cabeza."
"Eso es lo importante, por lo mismo te dije que no hablases con nadie del tema, así no te terminará comiendo la cabeza."
Y Ruby se puso tensa.
Esta tenía el rostro acomodado entre sus manos, con los ojos cerrados, luciendo en calma, en harmonía, hasta que ya no lo estuvo, su ceño frunciéndose, así como sus labios, y parecía estarse conteniendo para hablar.
¿Era esa la cara de Ruby cuando intentaba mentirle?
Oh no, nada de eso.
Se alejó, alejó las manos de Ruby, y esta de inmediato soltó un sollozo, buscándola con la mirada, realmente agobiada, y si, esa mueca de cachorro era sin duda su debilidad, pero debía ser fuerte, Ruby le estaba ocultando algo y no podía recompensarla de esa forma.
Así que retrocedió y se sentó en su asiento, cruzándose de piernas y brazos.
Esperando.
"¿Hay algo que quieras decirme?"
Ruby la miró, intentando manipularla con esos ojos preciosos, pero se mantuvo fuerte, tanto así que Ruby se vio en la obligación de rendirse, de soltar un suspiro pesado, dejando los hombros caer, sin poder mantener su secreto en, bueno, secreto.
"Lo siento, Weiss, sé que dije que iba a mantenerme fuera de todo eso, pero uno de mis mecánicos llegó con esto a mi oficina."
Oh, por supuesto.
Ruby era demasiado amigable.
Se quedó mirando a Ruby, mientras esta sacaba algo desde dentro de su saco, y notó que era una revista, una revista doblada como un tubo, metida a la fuerza en el bolsillo.
Entendía que Ruby pudiese haberse visto tentada por los medios, por la información, incluso por la prensa, ¿Pero por una revista? Y lo que era peor, el tenerla aun consigo.
Esa era su novia, siempre haciendo caso omiso.
Ruby sabía que no le gustaba ver esas cosas, pero notó algo de súplica en sus ojos cuando comenzó a golpear el tubo que era la revista en la palma de su mano, en cierta urgencia.
"Tienes que ver lo que dice este artículo de mí."
Ruby desdobló la revista, mostrando la imagen de la portada junto con el enunciado. Notó una foto, de ellas dos en la fiesta, fotografía que obviamente iba a salir a la luz, porque con todas las personas ahí, y con los besos extremadamente largos e intensos que se dieron, era imposible que pasaran desapercibidas, y si, esa era su idea desde un principio, pero le sorprendía de todas formas.
No iba a negarlo, ahí, entre la masa de gente bailando, con las luces del lugar, de colores, tiñendo sus figuras, y ambas ahí, abrazadas, besándose, como si el mundo se fuese a acabar, era sin duda una imagen sorprendente. No la había visto, ni creyó que la vería, porque no era necesario, sin embargo, vaya que era una buena foto, casi artística a pesar de lo borroso de los movimientos de las personas a su alrededor.
Ellas detenidas en el tiempo, y todos los demás moviéndose, era sin duda una agradable metáfora.
¡Inaudito! El nuevo romance de la cabeza de la compañía Schnee, decía el enunciado.
Si, inaudito era, incluso para sí misma hace tan solo unos meses.
Podría haber sido un enunciado mucho peor, conocía bien a esas personas. Había editoriales que la odiaban, así que estaba segura de que esa revista no era una de esas, porque vaya que fueron suaves con su portada.
Ruby abrió la revista, buscando una página en particular, la parte donde se hablaba de ellas, y apuntó a un gran enunciado en negrita, fácilmente legible desde lejos.
"La mujer de rojo que ha hecho dudar de su sexualidad a la mismísima dueña de la compañía Schnee. La nueva celebridad que ha logrado que la reconocida Weiss Schnee caiga a sus pies."
No supo que decir al respecto.
No podía ni siquiera desmentirlo, porque era verdad.
Ruby la miró, como esperando una reacción, pero no tuvo ninguna. Se había enojado cuando se topaba de frente con rumores estúpidos y elucubraciones sobre su vida, ¿Cómo no se iba a enojar? Pero tampoco reaccionaba, porque era solo una opinión, pero era irónico como últimamente todo lo que salía de ella era correcto, real.
"¿Qué quieres que diga? Normalmente no me interesa lo que digan de mí en la prensa, mucho menos los reporteros que solo buscan el enunciado más amarillista, pero esta vez tienen mucha razón."
Ruby continuó mirándola, pero poco a poco su rostro tomó color, mirando el enunciado de nuevo, asegurándose que decía lo que esta recordaba, y ante su reacción, no pudo evitar sonreír.
Imaginó cosas mucho peores, menos mal que Ruby se topó con una de las revistas más tranquilas. Ella estaba acostumbrada a leer insultos y cosas así sobre sí misma, fue así cuando era una adolescente, lo recordaba bien, cuando su padre le ponía sobre la mesa cada una de las noticias impresas que salían hablando sobre ella, para demostrarle que estaba arruinando su reputación, y si, la arruinó, y ahora también de alguna forma.
Pero esta vez era incluso más satisfactorio.
Ahora, de nuevo, se sentía dividida porque ahora quería leer los peores artículos, aunque sabía que no era lo mejor hacerlo. Pero la curiosidad de notar la sorpresa, la incredulidad y el repudio de Atlas era sin duda algo que le gustaría ver.
Ruby probablemente esperaba que ella tuviese una reacción más exasperada con el anunciado, y no supo qué hacer con la vergüenza que la atacó, y no pudo evitar soltar una risa, Ruby soltando un quejido en respuesta, demasiado dramático, claramente.
Esta estampó la revista contra el escritorio, la portada quedando expuesta, la foto de ambas, y quizás conservaría esa revista solamente para verlas a ambas. Ruby se dejó caer frente a ella, lloriqueando, acercándose a ella de rodillas, y volvió a reír al notar el dramatismo que la había atacado, incluso la abrazó por la cintura, lloriqueando. Y si, era adorable.
Aunque tener a Ruby arrodillada frente a ella sin duda que encendía más de una alarma en su cabeza.
"Lo hacen sonar como si fuese una mente maestra, y no fue así, fuiste tú la que me hiciste caer a tus pies apenas te vi."
A pesar de su lloriqueo, pudo entender cada una de sus palabras, y sus mejillas de inmediato se encendieron.
Sabía que Ruby se enamoró de ella apenas se vieron, esta se lo comentó, pero no dejaba de sorprenderle.
Eran la una para la otra, y lo supieron desde el mismo comienzo.
"Ambas caímos, eso lo tenemos claro."
Ruby dejó de llorar de inmediato, asintiendo, ya dejando de lado su drama, pero aun sosteniéndola con firmeza.
Eso era lo que importaba, que ellas lo supiesen, que ellas tuviesen claro lo fuerte que eran los sentimientos que se tenían.
Solo ellas importaban.
Capitulo siguiente: Riesgos.
N/A: Ruby es demasiado amigable, así que sus empleados la quieren y la aceptan como su jefa, por lo mismo les gusta soltar el chismesito, y Ruby lo ha de aceptar más de alguna vez para que sea el caso. Sea como sea, no ha pasado nada grave aún, veremos si la cosa sigue así.
(Como cuando quería que el cumpleaños de Ruby coincidiese para Halloween y no pasó antes mucho menos ahora, estoy triste. Pero eso, feliz Halloween, mi única y querida celebración.)
Nos leemos pronto.
