CRÓNICAS DE GUERRA

Esta historia esta inspirada en un Fanfic en español que estuve leyendo, Digimon: El Poder Divino de Beo-MatT1, basandome en una idea superficial de su trama para construir la mía (la Guerra con los Demon Lords). Sin embargo, no espero que esto se convierta en un spin-off o algo de ese estilo, por lo cual no pienso hacer referencia a los "4 Ángeles Caídos" ni nada de eso, sabiendo que probablemente el autor no me de el permiso. Mas bien pensaba en todo esto como una especie de homenaje.

Espero que le den una pequeña oportunidad jejeje

I. Operación de rescate

La guerra estalló simultáneamente en varios escenarios. El enemigo concentró sus esfuerzos en distintos frentes con fuerza arrolladora y en gran número. Eran los Siete Grandes Señores Demonio y sus ejércitos, los infames Soldados de Pesadilla. Múltiples mundos se encontraban en su mira y, para afrontarlos, se necesitó de una gran alianza nunca vista. Las Bestias Sagradas, los Tres Ángeles y los Tamers de diferentes planos debieron unirse.

Para Taichi Yagami, era extraño viajar en compañía de otro ser humano que pertenecía a otra dimensión diferente a la suya, sobre todo cuando eran tan parecidos en todos los aspectos. De no ser por ese modelo de Digivice y las extrañas habilidades del muchacho que estaba al lado suyo, aunque solo escuchara rumores; habría creído lo contrario.

"No han dicho una palabra desde que nos fuimos", Agumon, el compañero Digimon de Taichi, dijo de forma indiscreta.

"¡Agumon!", Taichi exclamó. Lo último que necesitaba era incomodar a sus nuevos compañeros de misión. Sobre todo, cuando había tanto en juego, no podía permitirse fallar y mucho menos por malentendidos.

Sin embargo, contrario a lo que creía, escuchó una risa jovial, entrañable y tímida. El chico mantuvo la mirada baja mientras hablaba. "No eres el primero en tener problemas con tu compañero Digimon. Guilmon también suele avergonzarme"

"¡Oye!".

Taichi sonrió al chico y a su compañero Digimon, el dragón de color rojo y ojos amarillos. "Probablemente, solo piense en comer"

"¡Oye!", Agumon replicaría esta vez.

Era un buen momento, surgido entre la tensión constante de la guerra, que Taichi agradeció. Momento que sería arruinado a los pocos minutos.

"No entiendo el sentido de esta misión", una última voz empezó a quejarse. "Los Siete Señores Demonio no son monstruos que se caractericen por tomar prisioneros"

"No es lo que dice nuestro informante", el chico interrumpió con el ceño fruncido, mientras Taichi se preguntaba cómo podía estar tan seguro. Exudaba tal confianza que la deseaba. Normalmente, él sería el optimista.

"Te digo que es un caso perdido. No hay razones para desperdiciar más recursos en una inútil misión de rescate, e incluso intercedí ante nuestros Dioses para que entraran en sentido común, pero ninguno de ellos quiso escucharme. No tengo más remedio que obedecer los designios de los todopoderosos"

"Entonces confía en tus Dioses, Makuramon", el chico respondió. "Por algo, ellos están a cargo"

"Todo saldrá bien", Guilmon exclamó sonriente, "¿verdad, Takato?"

El Digimon con aspecto de mono bufó y siguió adelante. El general Deva transportaba a todos usando una de sus habilidades, surcando los cielos dentro de una esfera de energía que era indetectable por el enemigo.

La calma se había reestablecido, pero la tensión no había desaparecido. Si Takato estaba nervioso, ahora parecía mortificado, a pesar de su resolución. Taichi no dudó en ese instante y se acercó a quien era más joven, tocando su hombro y sonriendo con simpatía.

"Gracias por todo lo que haces", Taichi dijo. "Creo que no sabes lo valiente que eres"

"Aun no puedo creer que me hayan dejado la responsabilidad de esto", Takato murmuró con la cara pálida. "Prometo hacer lo mejor que pueda"

"Lo harás", era hora que Taichi mostrara convicción. "Yo y Agumon te ayudaremos en todo lo que podamos. Juntos, seremos invencibles"

Parecía que sus palabras surtían efecto, por lo menos el color en su rostro cambió por completo. El rojo carmín sin duda le daba un aspecto tierno, como al de un hermano menor avergonzado.

"Si, gracias... necesitaba eso", Takato murmuró, con una pequeña sonrisa nerviosa.

"¿Qué le pasa a tu amigo?", Agumon preguntó al dragón rojo Digimon.

Guilmon movió la cabeza. "Takato se preocupa mucho por las cosas y quiere que todo salga bien"

"Si nuestro informante dice la verdad, realmente deberíamos estar preocupados", Makuramon interrumpió en la conversación. "Creo que no hace falta recordar a lo que nos enfrentamos"

El Deva tenía razón. Los Tamers y los Digimon debían tomarse la amenaza muy en serio, pues en su lugar de destino no solo estaban aquellos a quienes debían rescatar, sino también la fuente de la maldad, en sí misma. En las profundidades del bosque, en un antiguo castillo edificado sobre un pozo que lleva al Área Oscura; uno de los Siete Grandes Señores Demonio espera.


Daisuke Motomiya estaba magullado en su celda, aguantando hambre y sed, procurando mantenerse despierto. La preocupación y el miedo eran sus principales motivadores, rogando por una pequeña oportunidad para poder hacer algo. Entre más tiempo pasara sentado en esa cloaca, era mayor las probabilidades de que uno de sus mejores amigos no saliera con vida.

Sin embargo, su enemigo se había asegurado de tomar las medidas necesarias. Sin su compañero Digimon a su lado, Daisuke no tenía el poder ni la fuerza para contraatacar. Peor era que su mente lo asaltaba con culpa, después de todo fue su imprudencia la responsable de que todos terminaran en esa situación. Sus anteriores victorias no hicieron más que nublar su juicio, por lo que subestimó a sus adversarios. Al final, el número y la potencia de los Soldados de Pesadilla resultaron abrumadores.

¿Qué hubiera tenido que hacer para que el resultado fuese diferente? Era algo que no dejaba de preguntarse. Mas sus cavilaciones fueron interrumpidas cuando escuchó el sonido chirriante y característico de la puerta metálica abrirse.

Los guardias arrojaron un cuerpo con brusquedad a un lado de Daisuke. Se trataba de Ken Ichijouji, su amigo. Si Daisuke estaba mal físicamente, el deterioro que mostraba Ken parecía estar a otro nivel. Los ojos de Daisuke se llenaron de lágrimas y sus labios temblaron, corrió a su mejor amigo mientras lo sostuvo en brazos.

"¡Por Dios! ¿Qué fue lo que te hicieron?", lamentó con la voz quebrada.

La escena transcurría ante la mirada fría e indiferente de los guardias, dos Devimon que permanecían inmóviles. Dos demonios que, si quisieran, podrían asesinarlos en cualquier momento. Daisuke los confrontó con una mirada fúrica, cuya única respuesta parecía ser una sonrisa burlona por parte de uno de ellos. Esos monstruos no parecían gustarle las cosas sencillas, preferían deleitarse en el dolor y el sufrimiento que infligían en sus víctimas. Daisuke estaría seguro de que primero los torturarían a placer antes de asesinarlos.

"Daisuke...".

La voz de Ken, tan derruida como podía esperarse, se alzó sobre el sepulcral silencio. Daisuke desvió la mirada de los demonios y se centró en lo que consideró más importante: su mejor amigo.

"Por favor, perdóname", suplicó.

"Todo estará bien", Ken alzó su brazo y puso su mano en la mejilla de su amigo. "No estaremos aquí demasiado tiempo"

"Si, tienes razón", Daisuke dio la única respuesta que se le ocurrió. No iba a derruir las ilusiones de Ken. Estaba bien mantener la esperanza, pero un milagro extraordinario era lo único que podría salvarlos ahora.

Un milagro que llegaría con una explosión en las cercanías. Una explosión que se sintió en todas las inmediaciones del castillo y que alertó a todos sus habitantes. En una cámara especial que servía como centro de operaciones, el caos comenzaba a sentirse entre los soldados de rango más bajo presentes, pero la fuerte autoridad que reinaba impedía que ese caos produjera desorden. El miedo que inspiraba aquel maestro oscuro era mayor al de los atacantes.

"¿Qué es lo que está pasando?", Ebemon, un Digimon cyborg alienígena que cumplía como comandante de la base, exigió un reporte.

"Señor. Nos informan que el ejército de las Bestias Sagradas atacó de repente. Un Caballero Santo está liderando el asalto", un Vademon respondió.

"¿Un ataque frontal? Deben estar desesperados. Seguramente quieren rescatar a los prisioneros", Ebemon se mofó. "¿Cómo se enteraron de que los conservamos con vida?"

Ninguno de los oficiales dio respuesta alguna, lo cual era preocupante. Si el enemigo conocía que mantenían prisioneros, significaba que había un informante dentro de sus filas. Se trataba de un hecho que no agradaría a sus amos, y mucho menos al amo que permanecía detrás suyo.

"¿Qué aspecto tiene este Caballero Santo?", la voz demoníaca lo sobresaltó, haciendo que perdiera su compostura por unos instantes.

"Lleva una capa roja y porta una lanza y un escudo, mi Señor", otro Vademon respondió cabizbajo, esperando que la descripción dada no produjera cólera en el maestro oscuro.

Pero, al contrario, se escuchó su risa profunda. "Es así, entonces. Finalmente decidió mostrarse a sí mismo. Es magnifico, puedo sentir su poderosa aura"

"¿Mi Lord?", Ebemon pidió instrucción. "¿Qué debemos hacer?"

"Esto es una distracción, ciertamente. Mientras nuestras fuerzas se encuentren concentradas en el frente, el enemigo puede enviar agentes infiltrados a la fortaleza para rescatar a los prisioneros. Ebemon, tu manejaras la situación desde aquí y mantendrás todo bajo control. No hay que recordarte lo que le sucedió al último comandante que me falló, ¿verdad?"

Ebemon se encogió con terror. "Por supuesto. Ninguno de los prisioneros escapará, mi señor"

"Bien. Yo iré a saludar a nuestro nuevo amigo", el Señor de los Demonios sonrió, expresión que no fue notada por nadie gracias a la oscuridad que proveía la capucha roja que traía puesta. "Me alegro dejar el puesto en sus capaces manos, comandante"

Dicho esto, Daemon dejó que la sombra que proyectaba se lo tragara. De esa forma, desapareciendo del interior del castillo que ya había hecho como suyo.


Momentos antes de iniciar el ataque, Takato tuvo que repasar los detalles con Taichi, Agumon y Makuramon. Después de todo, esta operación fue su idea en primer lugar. Guilmon, por otro lado, tenía claro lo que debía hacer.

"Yo y nuestros aliados distraeremos a las tropas del enemigo con un ataque frontal. Me aseguraré de atraer la atención del Señor Demonio al campo de batalla. Esto les dará la pista libre para que ustedes, muchachos, puedan infiltrarse en el interior de ese castillo tenebroso y puedan rescatar a nuestros amigos antes de que los Soldados de Pesadilla se den cuenta. Es por eso que las habilidades de Makuramon son indispensables, pues estamos seguros de que no podrán detectarlo. Taichi y Agumon, confío en ustedes para localizar a sus compañeros en la menor brevedad posible. En cuanto los tengamos, nos retiramos lo más pronto posible y, no tendrán que preocuparse, yo mismo pienso cubrirlos en la huida"

Takato esperaba poder impresionarlos, pero el ceño fruncido de Taichi, el héroe de su infancia, mino su confianza.

"Hay algo que no me gusta de este plan", Taichi dijo. "Te estas poniendo en riesgo al pensar que podrías enfrentar a un Señor Demonio solo"

"Pero..."

"¡Es lo que piensas hacer!", Taichi exclamó molesto. "No estamos aquí para sacrificarte en beneficio de los demás"

Takato se sonrojó al pensar la estima tan rápida que Taichi había desarrollado hacia él. Sin embargo, no quería preocupación. Quería que Taichi se sintiera orgulloso por lo que estaba a punto de lograr.

"Con todo el respeto, pero creo que tengo las mejores oportunidades de aguantar un uno contra uno contra cualquiera de los Señores Demonio".

Eso era parcialmente verdad, pero lo importante era que su presencia era la mejor carnada para atraer al Señor de los Demonios. De otro modo, la operación de rescate resultaría en un rotundo fracaso. ¿Y qué? Si el era el cordero de sacrificio, era una resolución que ya había aceptado desde hace tiempo.

"Aun así me gustaría luchar a tu lado", Taichi respondió con un tono más conciliador. "Pero también entiendo que yo tengo la mejor oportunidad de encontrar a Daisuke, Ken y los otros. Solo prométeme que no morirás en el intento", lo sujetó de los hombros y obligó a que mantuvieran contacto visual. "Promételo"

"Te lo prometo", Takato contestó, dominado por aquel toque.

"Otros Devas nos apoyaran. Vikaralamon y Vajiramon acompañaran al joven Matsuki y a su compañero Digimon en la batalla. Nuestros Dioses nos han ordenado que lo asistamos en todo momento", Makuramon intervino en la conversación. "Los magos y las brujas a nuestro servicio invocarán portales que traerán a nuestras tropas para apoyar el ataque. Niño Peligroso, queda a tu responsabilidad sus vidas. Minimiza las bajas tanto como puedas"

Takato asintió, tragándose las amargas emociones por el apodo que Makuramon había decidido utilizar. Taichi observó confundido, sin comprender el significado de aquella denominación. "No es algo de lo que me sienta cómodo compartir"

Taichi aceptó sin problemas.

"No te obligaremos, pero si quieres hablar de ello, puedes hablarnos", Agumon dijo con una gran sonrisa.

Y Guilmon, por su lado, frotó su cabeza con su cuerpo en un gesto de apoyo.

Llegando a su destino, vieron un campo de árboles muertos, los cuales fueron quemados y carbonizados. No había hierva y el agua se había evaporado por completo. El suelo negro irradiaba el calor de las llamas abrazadoras que azotaron la tierra, señales de una batalla pasada. Y, en el centro de todo, un lúgubre palacio de roca blanca.

"Puedo sentir una poderosa aura oscura en el interior de ese castillo", Makuramon comentó. "Al parecer, tu informante no se equivocaba. No hay dudas, ahí está un Señor de los Demonios"

Takato consintió. "Es momento de empezar"


En el momento que Takato y Guilmon salieron del campo de energía, el enemigo pudo conocer su posición al instante. Por lo cual, Tamer y Digimon debieron actuar rápido.

Los hechiceros, entre los cuales se encontraban varios Wizardmon y Sorcerimon, se materializaron en los límites del territorio. Hicieron canticos que abrieron portales en el borde de la tierra quemada y, con ellos, trajeron el grueso de la armada aliada compuesta por varios tipos de Digimon con aspecto de bestia: Boarmon, cuyo aspecto era de un gran jabalí con llamas rojas por pelaje, corrieron por miles en el nuevo campo de batalla y los Pteranomon, reptiles voladores con una armadura cibernética, surcaban los cielos.

Individualmente, no eran muy poderosos, pero su gran número resultaría una fuerza importante. Las hordas del Señor Demonio retozaban en el campo despreocupadas y en cúmulos desorganizados, fueron tomados por sorpresa por los atacantes. Algunos de ellos, siendo aplastados por la estampida de los Boarmon y asesinados al instante. Quienes alcanzaban a escapar, caían víctimas de mísiles dirigidos por calor o eran despedazados por garras y dientes de los Pteranomon.

Muchos morían, pero el enemigo pronto empezó a contraatacar con furia vengativa. Kurisarimon, Digimon que parecían insectos envueltos en una crisálida, se movieron en enjambres y se adhirieron a quienes podían con la ayuda de sus tentáculos, propinando dolorosas descargas eléctricas. Los Infermon, quienes se encontraban en menor cantidad, pero eran más poderosos, dispararon bolas de fuego desde su boca hacia los cielos, lo cual derribó a varios Pteranomon.

Takato y Guilmon, bajo la forma de un Caballero de armadura blanca y capa roja, evaluaron a sus enemigos antes de hacer el primer disparo. Entre los monstruos de la horda, Dukemon conocía que los Infermon eran los más peligrosos. El Caballero Santo debía deshacerse de ellos lo más pronto que pudiera, sino quería que la batalla acabara demasiado pronto y el cebo no fuera tentador.

Dukemon invocó su lanza sagrada Gram y disparó un haz de energía de la punta de esta. Con precisión milimétrica, Dukemon exterminó a varios Infermon de un solo golpe y otorgo ventaja a su bando mientras sacudía la tierra con una enorme explosión.

"Ahora es cuando empieza", Takato pensó.

El cielo se oscureció inmediatamente después del ataque y una gran sombra se proyectó sobre el campo de batalla. El mal emergió de las Tinieblas, extendiendo sus imponentes alas, y un rayo cayó detrás de este. Takato vio al Diablo vestir una túnica ceremonial de color rojo, la cual cubría toda su monstruosidad. Apenas dejaba entrever sus cuernos blancos y ojos grises.

"Debes ser muy valiente o muy estúpido, Caballero Real", Daemon dijo con su voz grave.

"O ambos", Dukemon respondió, levantando su arma mientras adoptaba una posición de combate.

Takato sabía de la existencia de este monstruo gracias a un programa de televisión que veía cuando era niño. Descubrir que gran parte de la historia que ocurrió en el programa sucedió en la vida real, aunque fuese en otro universo paralelo, fue emocionante, de eso no tenía duda. Los Elegidos habían sido héroes que enfrentaron los peores males y los habían vencido, destruido incluso. Sin embargo, un mal mayor sobrevivió y se ocultó, esperando su momento de regresar. Daemon era ese mal.

Un Señor Demonio tan poderoso que solo podía ser contenido, emanó un aura que Dukemon, la forma combinada de Takato y Guilmon, solo era capaz de describir como algo terrible.

"O, tal vez, fue el destino", Daemon se acercó un poco. "No me eres desconocido, Caballero. Ciertamente, has llamado mi atención"

"Perdóname si no me siento alagado", Dukemon contestó con sarcasmo. Sarcasmo que no pareció afectar al Señor Demonio, quien solo continuó acercándose.

"Puedo ver a través de los mundos. Si un hecho resulta relevante y resuena con intensidad en el tejido del espacio y el tiempo, no hay dudas de que yo me enteraré", Daemon levitó alrededor suyo, moviéndose en círculos. "El Digital Hazard estremeció al Mundo Digital del que provienes y afectó a otros mundos mas allá. Sentí todo ese poder, toda esa ira. Veo mucho potencial en ti, muchacho"

Takato tembló con los recuerdos de aquel día. "¿Qué es lo que quieres?", preguntó.

"Tu y yo podemos ayudarnos", Daemon sonrió, disfrutando de la intimidación que imponía sobre el Caballero Santo. "Podemos destruirlo, si unimos nuestras fuerzas. Solo abandona el designio que el Dios del Mundo Digital impuso sobre ti y conviértete en mi aprendiz"

"¡Tu solo traerás muerte y miseria!", Dukemon exclamó.

Daemon solo soltó una carcajada. "Ustedes los jóvenes, siempre tan tercos"

El Caballero Real arremetió en contra del Señor Demonio, embistiendo con toda su fuerza y enviando al ser maligno al suelo mientras que la risa burlesca continuaba. Dukemon cayó encima de Daemon e intentó someterlo, pero resultó imposible. Daemon se liberó del agarre y golpeó a Dukemon, enviándolo hacia un lado.

Antes de que pudiera ponerse de pie, Daemon lo tomó por la nuca y lo levantó como si de un muñeco de trapo se tratase. "Tanto poder y, aun así, tan débil", gruñó con disgusto.

Fue cuando un par de espadas cortaron la espalda del Señor Demonio, dejando una marca. Adolorido, Daemon se volteó para ver a su atacante, una presencia no deseada que deseó exterminar en el acto. Sin embargo, debilitó su agarre, lo que permitió a Dukemon liberarse y contraatacar usando su lanza sagrada, emitiendo otro haz de energía devastador que golpeó su pecho y lo arrastró por el campo de batalla varios metros. Esta vez, al Señor Demonio le costaría un poco más levantarse.

"Gracias", Dukemon dijo a su salvador.

El aludido era uno de los integrantes del grupo de los Devas, aliados de Makuramon y sirvientes de las Bestias Sagradas. Su nombre era Vajramon y su cuerpo era el de un buey, con un torso antropomorfo, vestía una armadura y sostenía sus dos espadas, las Bao Jian.

"Estoy para servir, mi Señor", Vajramon respondió.

Daemon, cuando finalmente se incorporó, observó a los dos combatientes con ira retenida. Por supuesto, las Bestias Sagradas no iban a quedarse quietas mientras perdían a uno de sus activos más valiosos durante la guerra. Analizando el panorama, se explicó el gran ejército de Digimon bestia que se reunió en las afueras de su territorio en unos instantes. A pesar de eso, el número no importaba, no dejaban de ser meros insectos para él.

El Señor Demonio levitó un par de metros sobre el nivel del suelo, extendió sus brazos y abrió las palmas de sus manos. En ellas, dos bolas de fuego incandescente se materializarían. Daemon arrojaría sobre sus adversarios las Llamas del Infierno.


El caos fue inmediato, con bajas que se produjeron de ambos bandos, pero, el cual sirvió como distracción para que Makuramon, Taichi y Agumon pasara por desapercibidos y lograran entrar a la fortaleza de su enemigo. La ausencia de Daemon en el castillo era solo otra ventaja.

Taichi, por su lado, esperaba que Takato y Guilmon se encontraran bien. Dudaba que ellos pudieran derrotar al Señor Demonio solos, sin embargo, esperaba que pudieran darle batalla y retenerlo el tiempo suficiente.

Inmersos en el campo de energía que los hacia invisibles a los ojos de los guardias, avanzaron sobre los pasillos del palacio hasta encontrar a uno de sus objetivos. "Esos son Veemon y Wormmon", Agumon exclamó. Los aludidos yacían colgados entre grilletes y tras barrotes, luciendo muy maltratados.

"¿Dónde están sus compañeros humanos?", Makuramon preguntó con el ceño fruncido.

"Debieron de haberlos separado", Taichi respondió. Para él, era lo único que tenía sentido a estas alturas. Y debían de estar vivos, de otro modo no hubieran gastado recursos del ejército de Pesadilla en montar guardia. En este caso, un Ogremon malhumorado e ignorante de la presencia del Deva y los Elegidos intrusos.

"En todo caso, podríamos usarlos en beneficio de nuestra búsqueda", Makuramon dijo sonriente.

"¿Usarlos?", Agumon cuestionó. "¡Están heridos! ¿Acaso no vez?"

Taichi también mostro molestia.

"El Señor Demonio no está, así que el mayor problema se ha ido. Por otro lado, mis Dioses me han otorgado poderes muy útiles en situaciones como esta. Mis Dioses pueden comunicarse directamente con la Digi-Entelequia, la luz que hace posible la evolución de los Digimon".

Sin embargo, Makuramon explicaba sus planes con arrogancia, sin verse afectado por las palabras de sus supuestos aliados. Invocó una esfera luminosa en la palma de una de sus manos y la arrojó sobre los Digimon que eran prisioneros. Ogremon, ajeno al complot, vio esa esfera blanca aparecer de la nada y cruzar hacia la celda que él cuidaba, por lo que intentó detenerla sin éxito alguno.

Taichi y Agumon fueron testigos de como la luz consumió a Veemon y Wormmon, combinándolos en un solo ser mas grande. Con la luz, vino una explosión que destruyó los barrotes y arrojó sus restos en direcciones que Makuramon se vio obligado a esquivar por el bien de no hacer pública su presencia. Ogremon, siendo víctima de aquella fuerza, terminó de espalda en el suelo y con quemaduras por toda su piel.

El guardia no se alcanzaría a levantar cuando un pie con garras se posó sobre su cara, ejerciendo una presión que no era capaz de superar. Paildramon, quien era la combinación de Veemon y Wormmon, surgió de la luz abrasadora con un impulso de venganza. Bastó solo un poco de aumento en su fuerza para que la cabeza de Ogremon se rompiera como la cascara de un huevo, junto con su cuerpo que se desintegró en partículas de datos.

Una vez hubiese saciado su ira y frustración, Paildramon se enfocó en su prioridad más inmediata. Era con lo que contaba Makuramon. "Hemos observado el fuerte lazo que une a los Digimon que se asocian con los humanos y sus compañeros. Ese Digimon nos llevará a donde tenemos que ir, así que lo seguiremos", el Deva explicó con una sonrisa maquiavélica.


"¿Qué es lo que está pasando?", Ebemon demandó al escuchar el sonido de la alarma y sentir la explosión desde su centro de comando.

"Tenemos un problema en la celda B, señor. Se nos informa que los prisioneros de aquel sitio han escapado", su subordinado de aspecto alienígena, un Vademon, respondió mientras revisaba números y planos mostrados por una pantalla.

"Es imposible", Ebemon bramó. "Esos Digimon mascotas no deberían tener las energías suficientes para contraatacar. ¿Acaso no saben que mataremos a esos humanos si hacen algo en nuestra contra?" Algo andaba realmente mal. Primero el ataque en el exterior del complejo y ahora esto. Para Ebemon, resultaba lógico que habían sido infiltrados.

No podía permitir que la situación escalara, su vida dependía de eso.

"Prioricen la seguridad en el complejo C y envíen un par de guardias extra a la celda A. Que todos estén alerta y busquen la posible presencia de intrusos en el complejo".

Ahora sería esperar y ver.


De no ser por su escudo sagrado Aegis y su increíblemente resistente armadura, Dukemon no hubiese ido capaz de aguantar las llamas infernales del Señor Demonio. Daemon presionaba y presionaba, aumentando la fuerza que imprimía en su técnica cada vez mas, haciendo cada vez más difícil el poder resistir. Vajramon, al no poseer las cualidades de Dukemon para manejar el combate directo, decidió esconderse detrás de Dukemon para evitar el fuego profano. Lo malo era que Dukemon era quien recibía toda la atención del Señor Demonio.

"¿Alguien tiene ideas?", Takato preguntó.

Algunos Infermon se acercaban por la espalda y disparaban sus ráfagas de energía por la boca, por lo que Vajramon debió desviar los ataques con la ayuda de sus espadas.

"Vikaralamon nos apoyará desde la distancia", el Digimon buey respondió mientras cortaba otro haz de energía por la mitad. Y, como si se tratara de una señal, un proyectil incandescente emergió desde las profundidades del bosque, elevándose y cayendo en las cercanías. Consigo, trajo una onda de choque que desestabilizo el campo de batalla y distrajo al Señor Demonio, quien, en última instancia, detuvo su ataque.

"Es ahora", Takato pensó. "¡Lanza Real!"

Daemon, viendo el haz de energía de Gram, evadió el ataque lineal moviendose a un costado. "¡No caeré en ese truco de nuevo!", bramó molesto.

"Vale la pena el intento, Daemon", Dukemon exclamó, mientras embestía al Señor Demonio usando su escudo como ariete.

Daemon fue arrastrado unos cuantos metros, pero su enorme fuerza fue capaz de detener el avance de Dukemon. "Ya lo he dicho. Eres débil, pequeño Caballero Real"

"Cierra la boca", Dukemon espetó, haciendo que su escudo se calentara, llegando al extremo que era capaz de echar humo. Esto terminó quemando las dos manos de Daemon, quién era que lo sujetaba. "¡Final Elysion!"

El color del escudo cambió a rojo vivo, emitiendo un resplandor tal que consumió al Señor de los Demonios y se extendió más allá. Otros Digimon que pertenecieron a ambos bandos corrieron de la trayectoria del ataque, quienes no lo lograron, fueron exterminados al instante. Al final, quedo un rastro de tierra humeante nada más. Dukemon salió disparado en dirección contraria debido al impulso de reacción de la técnica. El escudo cayó en otra parte.

Dukemon, adolorido, esperó al menos haberle quitado un brazo a ese monstruo. "De otro modo, no creo que pueda seguir peleando. Me duele todo mi cuerpo", Takato pensó. Esta vez, él y Guilmon se habían extralimitado.

Los Kurisarimon, Infermon y otros Ángeles Caídos que hacían parte del ejército de Daemon detuvieron sus combates, impactados por la aparente derrota de su maestro oscuro. No había señales del Señor Demonio y el humo incandescente era lo único que acompañaba al silencio sepulcral que se había impuesto. Mas pronto que tarde, el batallón de Boarmon y Pteramon rodearon a los Soldados de Pesadilla.

Incluso Takato se dejó llevar por la sensación de que había ganado. Finalmente, había destruido a uno de los siete, era razón más que suficiente para sonreir. Pero sintió su corazón paralizarse un momento cuando escucho esa penetrante risa.

"Nada mal, tal vez Yggdrasil no se equivocó en elegirte como Caballero Real", Daemon flotó sobre todos ellos, luciendo su túnica rasgada y carbonizada. Dukemon y muchos otros pudieron ver el aspecto real de la bestia que se ocultaba bajo esos ropajes ceremoniales. Daemon sangraba por la pierna izquierda y uno de sus cuernos había sido roto, por supuesto, no estaría nada feliz. "Nadie me había hecho sangrar desde las épocas del antiguo Mundo Digital, eso te lo aseguro."

Dukemon se puso de pie como pudo, pero la visión de aquel Diablo lo paralizó. Su instinto gritó que se diese la vuelta y corriera tan rápido como pudiera. No importara que tan lastimado luciera el Señor Demonio, Dukemon supo que el peligro era mayor que nunca.

"¡Vajramon, ordena la retirada!", Dukemon exclamó. "¡Ahora, antes de que sea demasiado tarde!"

"Mi señor, no hemos terminado", Vajramon replicó.

"Yo me quedaré. Me aseguraré que la misión sea un éxito, pero no pienso sacrificar sus vidas por ello"

El Deva asintió. "Haré lo que dice. Aun así, no puedo dejarlo solo. Mis Dioses nunca me lo perdonarían"

Pero, antes de que pudiesen dar la señal. "¡No escaparán!", el Señor Demonio gritó. "¡Sientan mis Llamas del Infierno!", y con ello, descendió una llamarada que solo algunos podrían comparar con una erupción solar.


Paildramon derrotó a los Digimon oscuros del castillo en su camino, algunos de ellos ni supieron que fue lo que los golpeó. Y, detrás de él, Makuramon lo siguió muy de cerca. Taichi y Agumon, ansiosos, esperaron pacientemente a llegar su destino.

Del otro lado, un escuadron compuesto por dos Devimon, un Phantomon y cinco Fangmon aguardaban. Detras de ellos, Daisuke Motomiya miraba fijamente al final del corredor. Mientras acunaba a su amigo, presintió que Paildramon se acercaba gracias a su lazo con él. Las otras explosiones que había escuchado decían que una batalla se presentaba en las afueras del castillo, sus amigos y aliados habían llegado para rescatarlos.

"El enemigo no debe superarnos", Phantomon, aquel Digimon que algunos comparaban con un shinigami, dijo a sus subordinados. "Maten a ese Digimon"

Paildramon apareció por el pasillo finalmente y disparó ráfagas de energía de sus ametralladoras. Los Fangmon fueron los primeros en confrontarlo, sin embargo, cayeron en segundos ante el ataque del dragón guerrero. Al ver esto, Phantomon decidió que se adelantaría y blandió su hoz para cortar a Paildramon. Este último se defendió con su brazo y ambos forcejearon.

"¡Paildramon!", Daisuke exclamó preocupado.

"¿Cómo te atreves a escapar de tu prisión y alzar tus armas en contra de nosotros? Por ese crimen, te mandaré directo al Infierno", Phantomon susurró de forma amenazante.

"¡Apartate de mi camino!", Paildramon gruñó desafiante.

"Deberias hacerle caso".

Y una tercera voz intervino. Phantomon sintió el peligro inmediato y saltó hacia atrás, justo a tiempo para evitar dos esferas de energía que siguieron de largo y golpearon a los Devimon, matándolos en el acto.

"¿Quién eres?", Phantomon demandó saber.

"Mi nombre es Makuramon, soy uno de los doce Devas que está al servicio de las Bestias Sagradas", el Digimon parecido a un mono apareció y camino al lado de Paildramon. "Hemos venido por esos dos. ¿Serías tan amable de moverte de nuestro camino?"

Y, con el Deva, Daisuke vio aparecer a Taichi y a Agumon con una sonrisa en su rostro. Una luz de esperanza se había encedido en su corazón.

"No lo permitiré. Aunque me destruyan, nunca podrán salir de esta fortaleza", Phantomon aumentó la fuerza en el agarre de su hoz.

"Como desees. ¡Raurava!", Makuramon encerró a Phantomon en el interior de un campo de fuerza. Con la palma de su mano abierta, Makuramon tomó el control y aplastó al Digimon fantasma cerrándola. Phantomon no tuvo oportunidad. "Muy bien, área limpia"

Paildramon se apresuró y rompió los barrotes, liberando a sus compañeros y llevándolos en sus brazos.

"Daisuke, me alegra que estes bien", Taichi se acercó a ellos. "¿Cómo se encuentra Ken?"

"Lo siento", Daisuke respondió cabizbajo. "Esto no hubiese pasado sino me hubiese descuidado"

"Esto no es solo tu culpa", Paildramon consoló a su compañero. Ken, mientras tanto, permanecía inconsciente.

"Hablaremos de esto después", Taichi comentó con una sonrisa triste. "Ahora mismo debemos salir de aquí"

"Estoy de acuerdo. El Niño Peligroso y el Dragón no podran contener al Señor de los Demonios por mucho más tiempo", Makuramon intervino. "Puedo sentir sus auras. Al principio, estaban muy igualadas, pero el Señor Demonio esta ganando cada vez más terreno"

Taichi asintió, recordando la urgencia. "Muy bien, solo me gustaría volar este lugar en pedazos mientras escapamos"


"Reporte", Ebemon demandó.

"Señor, no hemos podido detener al prisionero de la celda B. Ahora, los prisioneros de la celda A se encuentran libres. También hemos detectado a los intrusos, están con los prisioneros"

Esto era grave. Ebemon podía morir si no corregia el problema. "Denme las cordenadas, yo mismo iré a tratar con estas molestias", ahora confiaría en su fuerza, después de todo se trataba de un Digimon de nivel Ultimate. Debía de tener el poder suficiente. "Pase lo que pase, no descuiden la seguridad en el sector C"

"Señor, están muy cerca del complejo C", otro Digimon informó.

"¿Qué? Esto no puede ser".

Ebemon salió disparado. Si no se apresuraba, Daemon seguro lo mataría.


Makuramon y Paildramon llevaron a Taichi, Daisuke, Agumon y Ken por los pasillos hasta que detectaron una concentración inusual de Soldados de Pesadilla en las cercanías. Los Digimon oscuros parecían resguardar una cámara especial y por el gran número, parecía ser importante.

En ese momento, Ken despertó por unos instantes, y con una mirada cansada se dirigió a sus amigos. "Deben destruir este sitio, que no quede nada...", pero, antes de decir algo más, volvió a desmayarse.

"¿Ken?"

"Los guardias solian separarnos", Daisuke explicó con un tono de frustración en su voz. "Daemon, ese maldito monstruo, se que experimentó con él. Ken debe saber algo que nosotros no"

"¿Entonces que esperamos? Volemos este lugar en pedazos", Paildramon comentó.

"Déjenlo en nuestras manos", Taichi dijo con ira justa. "¿Verdad, Agumon?"

"Si, Taichi", Agumon respondió.

Taichi sostuvo su digivice en la palma de su mano e invocó la luz de la evolución, la cual se manifestó en el Digimon y lo transformó en un ser mucho más poderoso. WarGreymon se alzó imponente sobre la horda de los enemigos, quienes retrocedieron ante el guerrero dragón de nivel Ultimate. Sin embargo, Ebemon apareció por encima de todos y se posicionó al frente de su ejército.

"Alto ahí, seres inferiores", el cyborg exclamó. "No arruinarán meses de investigación. ¡Destructor de Planetas!"

Apuntó con su pistola y disparó un rayo de energía, con la suficiente potencia para exterminarlos a todos, o al menos eso creyó. Paildramon y Makuramon se apartaron del camino, poniendo a los humanos a salvo. WarGreymon, por su parte, enfrentó el ataque directo y lo desvió con la ayuda de su escudo que siempre portaba en su espalda.

"¡Imposible!"

"Es hora de acabar con esto", WarGreymon empezó a acumular energía en la palma de sus manos, creando una esfera de magma proveniente de la misma tierra.

"¡Alto, no sabes que lo estás haciendo!", Ebemon suplicó aterrorizado, al ver que su ataque había fallado. "Si lanzas eso aquí, destruiras todo el castillo"

"No me importa", WarGreymon respondió, permitiéndo que el poder de su técnica aumentara más y más. El Digimon Cyborg Alienígena comprendió que no importaría lo que dijera, WarGreymon no iba a detenerse.

"Por favor, por lo que más quieras...", aun así, lo siguió intentando.

"¡Terra Force!"


Las llamas impías descendieron y crearon un infierno viviente en el campo de batalla, aniquilando todo lo que se encontrara a su paso, incluso a los súbditos que no alcanzaron a escapar a tiempo de su técnica. En este punto, solo se habían salvado aquellos que podían volar. A excepción de uno solo, que aun parecía resistir. Daemon debía reconocer que el Caballero Real era un adversario que no daba el brazo a torcer.

Dukemon, en una fracción de segundo, había recuperado su escudo Sagrado para protegerse. De no haberlo hecho, su cuerpo se hubiese deshecho por el fuego. Sin embargo, el daño era demasiado para soportar. La propia inercia hacía que siguiera de pie y su mente no funcionaba en optimas condiciones. No reaccionó cuando Daemon se acercó a él, tomándose su tiempo.

"No puedes pelear más, ¿no es así?", Daemon murmuró.

El Señor de los Demonios tenía su premio en bandeja de plata. Ya había exterminado a toda oposición, así que no había nadie que pudiese interferir por lo pronto. Consideró probar los resultados de su experimento en el joven que se escondía tras la armadura quemada y agrietada. El poder que ejercía sería suyo para manejar a placer. "Es el inicio de mi venganza, incluso Lucemon se arrodillará ante mi", Daemon se relamió los labios.

Pero su alegría fue efímera. Una explosión enorme se produjo en su fortaleza y su mente se alarmó. Los avances de su proyecto iban a ser polvo y alguien tendría que morir por ello.

"¡Terra Force!"

Era tal su distracción que no pudo evitar que una bola incandescente impactara contra él, generando otra gigantesca explosión en el aire. Dukemon, inconsciente, fue arrojado por la fuerza de la explosión y el impacto residual lo obligó a separarse en sus formas constituyentes: Takato y Guilmon. Los Digimon supervivientes huyeron del lugar, en lo que respecta a los soldados de Pesadilla, la fortaleza había caído.

Fue la oportunidad para que WarGreymon, Taichi y los demás aparecieran para salvar a Takato y Guilmon. Daemon resurgiría con el pasar de los minutos, solo para descubrir que sus presas habían desaparecido.

Continuará...