Hola!

Va acercándose el final. Para mi es increíble, porque no pensaba hacer otro longfic y creo que llegará a los 50 capítulos... inesperado, la verdad.

Espero que no os esté decepcionando este fic que ha sido una especie de regreso a los orígenes para mi.

Gracias por seguir aquí.

Besos y abrazos

AJ


Regreso a la isla de las nubes

—Le hizo papilla el cerebro — Ron sonreía como si estuvieran hablando de la liga de Quidditch y no del modo en que Malfoy había reventado la cabeza a un hombre.

—Ronald —le riñó Hermione.

—¿Qué? Es lo que hizo y déjame decirte que apoyo completamente sus métodos ahora mismo.

La boca de Draco se torció en una sonrisa al escucharle.

No le miraba, estaba sentado frente al fuego, con la mirada perdida en las llamas y una copa de brandy en la mano.

—Yo también lo apoyo —Theo estaba a su lado y le dio un par de golpecitos en la rodilla —ella también lo hará, cuando se le pase el disgusto. Sabes que ese hechizo le trae recuerdos terribles y aun le cuesta lidiar con ellos.

—Si Nott, lo sé.

Pese a la brusquedad de su voz no lo dijo molesto ni de forma ofensiva. Realmente agradecía que Theodore hubiera aceptado su relación con Hermione y hubiera enterrado el hacha de guerra. Ahora se parecía más al niño que había conocido antes de que la vida les separase.

—Eso es asqueroso —Pansy miró a Ron como si le hubieran crecido dos narices.

—Se quedó igual de tonto que Lockhart en segundo año ¿Te acuerdas Harry? —rió de buen humor mientras el moreno asentía —¡Asombroso, asombroso! —continuó diciendo, imitando la voz de su antiguo profesor —¡parece cosa de magia!

—Al menos Lockhart podía hablar —dijo Harry con una risita.

—¡Harry! —reclamó Hermione.

—Malfoy ha sido benévolo con él ¿Sabes? —dijo de pronto el auror, muy serio —no se merece más que el beso del dementor y ese… ese te roba el alma, no solo la cabeza.

—Yo preferiría quedarme tonto a perder el alma —dijo Ronald.

—Los dementores ya no custiodian Azkaban y la pena del beso es muy muy muy poco utlizada desde que la ley número…

—Sí, Hermione —interrumpió Luna —pero Greyback habría sido condenado al beso.

Hermione tragó saliva.

—Algo me dice que Draco no quería que vivieras con eso en tu conciencia —susurró Pansy cerca de la castaña para que solo ella la escuchara —puede que, siendo quien es, haya encontrado cierta satisfacción en freírle los sesos después de lo que dijo de ti —siguió la mujer —pero piensa un poco, Granger.

Hermione miró por encima de su hombro hacia la espalda del rubio que continuaba mirando al fuego, solo, apartado de los demás y, con un suspiro, fue hacia él y se sentó a su lado, apoyando la cabeza en su hombro.

Él no la apartó, lo que hizo que cerrara los ojos, aliviada.

—Lo siento —susurró en voz baja —sabes que ese hechizo… es complicado para mi, algún día conseguiré superarlo pero… gracias por defenderme allí.

Sintió como el cuerpo del hombre iba relajándose poco a poco y perdiendo parte de la tensión.

—Volvería a hacerlo de nuevo, Granger —dijo él tomando un sorbo de su brandy —asúmelo. Mi moral es algo más distendida, menos rígida que la tuya, supongo. Y nadie va a amenazarte.

—Espero que no quieras desmemorizar a todo el que se meta conmigo —replicó con algo de humor.

—Tengo muchos recursos —murmuró dejando la copa en una mesa rinconera. Pasó el brazo por encima de los hombros de la mujer y la atrajo hacia sí hasta que ella se apretó contra él.

Tras ellos, Pansy observó como la cabeza del rubio se apoyaba sobre la de Hermione y sonrió, complacida.

—¿Quién lo habría imaginado? —preguntó Harry al lado de ella.

Pansy dio un respingo ya que no le había oído llegar.

—Desde luego que ninguno de los que estamos aquí podría decir que lo vio venir ¿No? —Ambos se rieron —pero me alegro por él. Puede que él no lo sepa aún, pero Granger es lo mejor que le ha pasado jamás a Draco.

—Algo me dice que él lo sabe —murmuró Harry.

—¿Y te parece bien? —la morena le miró arqueando una ceja.

Harry se encogió de hombros.

—Hermione es una mujer adulta —se rascó la nuca, algo incómodo —es más, es la persona más inteligente que conozco y aunque es casi una hermana para mí, no creo que yo tenga ningún tipo de voz en ese tipo de… elecciones ¿Sabes? —rió, sacudiendo la cabeza y se encogió de hombros—la apoyaré siempre, tanto si elige compartir su futuro con Malfoy como si no.

—Pues yo creo que vas a tener que acostumbrarte a tener a Draco en tu vida —replicó ella con alegría.

—Bueno, hay cosas peores, supongo.

Ella se quedó en silencio unos minutos, como si tratara de tomar valor para volver a hablar.

—Sé que tú y yo nunca hemos sido amigos —rió bajito —bueno decir eso sería un eufemismo, en realidad ni siquiera creo que hubiéramos hablado en Hogwarts alguna vez, amigablemente, digo.

—En Hogwarts eras…

—Lo sé, lo sé —replicó la mujer haciendo gestos con las manos y con una sonrisa de arrepentimiento en su bonito rostro —no removamos el pasado —Harry sonrió —el caso es que puedes mandarme a la mierda si quieres pero ¿Qué tal estás con eso? —señaló con la barbilla al lugar que compartían Blaise y Ginny que estaban sentados muy juntos en un sillón, hablando en voz baja con los rostros muy pegados —el rostro del moreno se ensombreció un tanto y su mirada se endureció —no es curiosidad —replicó ella a la defensiva —realmente me preocupa que ninguno parezca… no se —frunció el ceño, frustrada por no poder encontrar las palabras para expresarse mejor —darse cuenta de que tal vez deberían ser un poco más… discretos.

La sonrisa del auror regresó cuando se dio cuenta de que Pansy Parkinson realmente parecía disgustada con su amigo por tener tan poca delicadeza hacía él.

La bruja le miró con sus ojos azules límpidos y llenos de sinceridad y, toda la fealdad que había visto en ella cuando eran pequeños desapareció de nuevo, como le pasaba cada vez que la miraba desde que había vuelto a verla en Escocia.

—Estoy bien —dijo con la voz un poco más baja que de costumbre —realmente me gusta verla feliz —alzó las cejas y soltó una risita extraña —y él la hace feliz, Zabini es…

Pansy rió.

—No hace falta que busques adjetivos, todos sabemos como es Blaise —empezó a estirar los dedos con cada palabra —impetuoso, astuto, manipulador, fetichista, excesivo, ligeramente histriónico —tomó aire y lo expulsó lentamente —todo un Slytherin pero te diré algo. Blaise es leal y confiable. Además parece enamorado —dijo en un susurro —créeme si te digo que es ella quien tiene el poder en esa relación —Harry alzó una ceja, interrogante —si esa pequeña pelirroja le pide la luna, Blaise se subirá a un aparato muggle de esos que van al espacio, le echará un reducio a la luna, se la meterá en el bolsillo y se la dará —rió de nuevo —el problema es que destruirá la tierra en el proceso pero le importará un knut porque —se encogió de hombros —en fin, porque no es un Gryffindor, después de todo. Ella será su mundo porque así es Blaise.

—Bueno, creo que después de estar conmigo —dijo Harry en voz baja —necesita ser el mundo de alguien —suspiró frotándose la frente con un gesto que dejaba ver lo cansado que estaba —Merlín sabe que yo no he sabido hacerla mi mundo…

—¿Seguro? —preguntó ella, observándole con ojos sabios — ¿O no has querido? —el ceño de Harry se frunció y se apresuró a añadir —es posible que la quieras mucho, Potter pero ¿Estás seguro de que la mujer correcta no sería capaz de hacerte ser como Blaise?

—Yo no destruiría la tierra por nadie —replicó, divertido.

Los orbes azules de Pansy brillaron con regocijo.

—Bueno, por eso el sombrero seleccionador te puso en Gryffindor —tú eres de los que salvan el mundo.

Harry se quedó un momento en silencio y finalmente dijo en voz muy baja:

—El sombrero seleccionador dudó entre Gryffindor y Slytherin.

Los ojos de Pansy se abrieron con sobresalto.

—¿Hablas en serio?

Harry asintió. No tenía sentido decirle que había pensado muchas veces que tal vez, la parte del alma de Voldemort que se le pegó el día que asesinó a sus padres, era la que había hecho al Sombrero pensar en aquella casa en concreto, porque lo cierto es que tampoco estaba seguro de eso.

—Vaya —Pansy sacudió la cabeza preguntándose si aquello habría cambiado el pasado en modo alguno o si sólo habría hecho todo mucho más difícil para los implicados —creo que eres un auténtico Gryffindor.

—Sí —replicó él con una pequeña sonrisa estirando sus labios —yo también lo creo.

—¿Y bien? —Ron, que parecía haber dejado ya el tema del cerebro licuado de Greyback, estaba mirando hacia Harry —¿Cuál es el próximo paso?

—Hablar con Kingsley y con el jefe de Draco y Anthony —dijo sin dar el nombre del director de la Agencia.

—¿Y después?

—Parar a Adrian —dijo Draco desde dónde estaba frente al fuego.

….

Draco, Hermione, Harry y Anthony se marcharon al Ministerio poco después. Ron se fue al Caldero Chorreante con Ginny y Zabini ya que iban a reunirse allí con Padma, George y Angelina. Pansy, Luna y Theo se quedaron en Grinmauld Place.

—Es una tontería —estaba diciendo Theo a Pansy mientras ésta le dejaba algunos libros sobre la mesa al lado del sillón —podría irme a mi casa, es más, debería irme a mi casa.

La morena resopló.

—No te recordaba tan terco, Theo —le dijo ella —siempre era Draco el que se ponía insoportable en las convalecencias.

—Hmmmpff —se recostó cerrando los ojos —Zabini consiguió que me dejaran salir de San Mungo con la condición de quedarme con él y ahora se va a beber una cerveza de mantequilla y me deja en casa de Potter.

—El caso es que no estás solo —Pansy le puso una manta por encima —además no puedes compararte con la chica Weasley —soltó una risita —aún no puedo creer que estén juntos.

—Las cosas cambian —murmuró todavía con los ojos cerrados —también me cuesta creer que Malfoy y tú seáis parientes. O tú y Luna, para el caso.

—Ella fue lo mejor que me pasó tras la guerra —murmuró la mujer. Theo abrió los ojos al escucharla —yo estaba perdida y completamente sola. Luna me acogió en su vida, me soportó los primeros meses en los que yo no era otra cosa que una perra insufrible

—Como si aquello no fuera lo habitual, Pans.

Ella puso los ojos en blanco.

—Gracias a Luna tengo una vida que adoro, una familia y un hogar. Es mucho más de lo que tenía antes.

—Ella es… especial —murmuró Theo casi para sí mismo.

Pansy se tensó al escuchar aquel tono de voz y, poco a poco, una pequeña sonrisa se fue perfilando en sus labios.

Quizás Nott no era tan indiferente como Luna creía, tal vez no era desinterés sino incertidumbre o desconcierto. La verdad es que tanto sus compañeros de casa como ella no eran los más entendidos en todo eso de las emociones ¿Y si simplemente no era capaz de comprenderse a sí mismo? Si Luna tenía razón y Theo se había creído enamorado de Granger, no sería fácil hacer que dejara de pensar en lo que había perdido. Al fin y al cabo una serpiente no llevaba nada mal perder.

—¿Pansy? —La voz de su prima llegó desde el pasillo.

—Luna, ven, estoy aquí.

La rubia entró, con ese andar peculiar, como un hada dando pequeños saltitos.

—Hola

Theo la miró y sus ojos brillaron con algo que no era otra cosa que interés. Pansy quiso dar unas palmaditas de felicidad.

—Quédate con Theo y hazle compañía, está aburrido y yo quiero ir a darme una ducha.

Luna quiso protestar pero finalmente se sentó a su lado y se quedó allí hasta que Pansy se fue.

—Si quieres me iré —le dijo al cabo de unos minutos. Su mirada era clara y hablaba con cariño, sin ningún tipo de acritud — me he dado cuenta de que últimamente ya no te sientes cómodo cuando estamos solos —su brutal sinceridad era algo que Theo había olvidado en los últimos años —no pasa nada —sonrió, de esa forma en la que sonreía de niña al contarle que los demás compañeros la llamaban lunática —le diré a Pansy que me quedé contigo todo el rato.

Apoyó las manos en el sillón para levantarse pero antes de que pudiera hacerlo, los dedos de Theo se curvaron en su muñeca, sujetándola para impedir que se moviera.

Ella se echó de nuevo hacia atrás y le miró, perturbada con el contacto.

—Quédate —murmuró Theo sin poder evitar la tentación de pasar el pulgar por el hueso de su muñeca —no me siento incómodo —frunció el ceño y la miró —no es eso… exactamente.

Ella ladeó la cabeza, contemplándole con intensidad.

— No me mires así —dijo de nuevo mirándola de soslayo con media sonrisa — solo… sólo quédate.

Se recostó algo más tumbado, sin soltarle la mano y cerró los ojos. Luna volvió a ponerse cómoda y se limitó a permanecer en silencio a su lado.

….

Cuando Harry, Draco, Hermione y Goldstein llegaron de nuevo a la isla de Sky, lo hicieron sabiendo que había llegado el momento de enfrentar a había enviado al equipo de aurores que les había estado ayudando desde el principio a buscar a los mortífagos que habían escapado del antiguo castillo de los Nott. Gracias a Rabastan tenían localizados a casi todos y si lograban coordinarse para realizar unas detenciones rápidas y simultáneas tenían muchas posibilidades de que todo saliera a pedir de boca.

Cada vez estaban más seguros de que Adrian, habiendo fracasado en su mediocre esfuerzo de dominar un ejército para conseguir que el mundo mágico se arrodillara a sus pies, iba a comenzar a actuar a la desesperada, cometiendo actos imprudentes.

—Lo conseguirán —dijo Harry a los demás cuando llegaron a la casa de Luna —el equipo es bueno.

—Ahora nosotros tenemos que hacer nuestra parte —murmuró Hermione.

—Bueno —Harry le dio un codazo de camaradería —tampoco es algo que no hayamos hecho antes.

Ella rió bajito.

—Creo que está lejos de ser igual —murmuró Anthony —Adrian no es Voldemort.

Draco rió con frialdad.

—No sé en qué momento ha pensado siquiera que podría llegar a utilizar al ejército del Señor Tenebroso para sus propios fines —sacudió la cabeza con incredulidad —ha sido vulgar y deficiente. Posiblemente Voldemort pase a la historia como el mago oscuro más poderoso del mundo moderno y Herpo el Loco fue el más poderoso de la Antigüedad —chasqueó la lengua —la única cosa que tienen en común es el jodido palo —masculló.

—Bueno, en realidad solo con Herpo —puntualizó Hermione —no veo que tenga nada en común con Voldemort.

—¿Sus mortífagos? —intervino Harry, divertido.

—Ciertamente Adrian al menos tiene nariz —dijo la bruja.

Todos se rieron, una forma de eliminar un poco la tensión del momento.

—La isla de Sky es grande —murmuró Anthony —¿Estáis seguros de que vendrá aquí?

—No solo eso —respondió Draco —estoy seguro de que ya está por aquí.

Y lo estaba. Puede que no conociera a Adrian tanto como había pensado, pero sí le conocía lo bastante como para saber la forma en la que funcionaba su mente. Además, no hacía tanto tiempo él había pensado de manera similar. Sí, puede que Draco nunca hubiese sido un asesino ni hubiera querido dominar el mundo, pero había estado también al otro lado de la línea.

—¿Crees que realmente quiere limpiar el mundo como Herpo? —le preguntó Hermione.

—Creo que al menos quiere destruir la isla —dijo Draco con el ceño fruncido —No nos engañemos, como he dicho antes, Adrian es un mago mediocre al que los mortífagos siguieron únicamente porque Greyback y los Lestrange le dieron su apoyo. Se han utilizado mutuamente para sus propios fines pero, sin un líder, ninguno de ellos es otra cosa que la consecuencia de unas creencias en decadencia. No aceptan el cambio ni haber perdido una guerra que nunca debió empezar.

—Es un mago mediocre —estuvo de acuerdo Harry —pero con el báculo es peligroso.

—Es más —añadió Anthony —también es impredecible y eso es mucho peor. Le hará ser temerario.

—Tenemos que proteger la isla —dijo Hermione —y detenerle —miró a Draco y a Harry—vosotros sois fantásticos en los duelos —después posó sus ojos en Anthony —siendo agente supongo que tú también lo eres. Y yo soy bastante hábil con la varita y los hechizos defensivos.

Harry rió entre dientes.

—Eso es un eufemismo —sacudió la cabeza —eres posiblemente la bruja más increíble que he conocido.

Ella sonrió a su amigo con cariño, se irguió, tomó aire y aferró con fuerza su varita.

—Salgamos de esta casa —murmuró —él no vendrá hasta aquí, nos está esperando.

Draco la miró con los ojos entre cerrados.

—Sí, yo también lo creo.

Más bien lo sentía. Algo le decía que Adrian estaba fuera, esperando pacientemente a que fueran testigos de la devastación que tenía en mente.

—¿Y qué hacemos? —preguntó Anthony.

—Quitarle el báculo —dijo Harry.

—¿Cómo quieres que hagamos eso? —preguntó de nuevo el agente.

Harry se encogió de hombros y se colocó las gafas con la punta del dedo.

—Improvisemos.

—Maldita sea —exclamó Anthony —realmente esperaba que no dijeras eso.

—Nos separaremos ¿Está bien? —Hermione miró a Draco y le tomó de la mano en un gesto inconsciente, dándole un apretón. Ten cuidado.

El rubio entrelazó sus dedos durante unos segundos y asintió, tragando en grueso.

—Quiero que vuelvas entera —ella sonrió —sin un rasguño ni un rizo menos, Granger.

La sonrisa de ella era tensa pero se ensanchó.

—No me gusta que te vayas sola, Hermione —acotó Harry.

—Soy una chica grande —replicó a su amigo con un guiño —vosotros detenedle y dejadme a mi la parte fácil.

Se fue sin mirar atrás y ellos siguieron el camino contrario, oteando el horizonte, tratando de ver algún movimiento que les mostrara la posición de Adrian.

—Sé que está por aquí —susurró Draco mirando a los otros dos de soslayo —casi puedo sentirlo.

De pronto, un movimiento en lo alto de uno de los picos del Old Man llamó su atención.

—Allí está.

Draco miró hacia atrás, tratando de encontrar a Hermione en la lejanía, repentinamente asustado de que Adrian pudiera verla desde lo alto de aquel pico en el cerro y usara el báculo para atacarla.
Al fin y al cabo desconocían el alcance de aquel artefacto oscuro.

—Tenemos que subir —estaba diciendo Potter.

—Si nos ve ir a por él se escapará —replicó Anthony.

—No, no se escapará —murmuró Draco — quiere que lo veamos… que yo lo vea. Quiere tener su momento de gloria.

Vieron como elevaba el báculo y el viento llevó hasta ellos el eco de los gritos incomprensibles en la distancia.

—¡Vamos!

Harry sacó de su bolsillo una pequeña escoba, le lanzó un hechizo engorgio, se subió, pateó el suelo y se elevó, seguido por Anthony y Draco que corrieron tras él.

….

Hermione lo vio todo desde uno de los montículos y utilizó un hechizo amplificador para escuchar a Adrian.

No conocía el conjuro pero cuando le oyó pronunciarlo, una vibración sacudió la tierra bajo sus pies y, al mirar hacia la bahía, vio las ondulaciones del agua que se agitaban, encrespándose cada vez un poco más y lo supo.

Al igual que la Atlántida, Adrian quería que la isla de Sky se hundiera bajo un gran tsunami, sepultando la historia de Elin bajo las aguas, para que quedara olvidada y oculta para siempre.

Inspirando hondo, Hermione cerró los ojos y dejó que la invadiera la calma. La magia fluía mucho mejor cuando el cuerpo se relajaba y el poder fluía, libre.

Levantó la varita y comenzó a murmurar mientras las aguas se encrespaban aún más y se retiraban, alejándose de la tierra hasta dejar el fondo al descubierto.

Hermione recordó las enseñanzas del colegio muggle al que fue los primeros años de su vida, cuando le hablaron de la forma en la que Moisés separó las aguas del Nilo.

Con un cayado… una vara de madera.

Abrió los ojos repentinamente alerta y se preguntó si aquello podría haber sido un dato relevante en la investigación.

Mientras sus manos conjuraban una pared invisible con su varita, su cerebro clasificaba la información de forma sistemática.

Moisés había vivido en la época del faraón Ramses II, que gobernó entre 1279 a.C y 1213 a.C, por lo que Imhotep seguía siendo anterior, sobre el 2690 a.C por lo que ¿Era posible que el cayado que se atribuía a Moises fuera el auténtico cetro de Imhotep?

De pronto una ola tan gigante que empezó a oscurecer la costa, se elevó, amenazante y lista para arrasarlo completamente todo.

—No en mi turno —susurró abriendo los brazos y dejando que todo su poder se derramara hacia el catalizador de su varita.

Draco, que había girado la cabeza al ver la repentina oscuridad, la vio y no pudo evitar quedarse contemplándola durante unos segundos.

Ella era magnífica.

¿Cómo pudo pensar en algún momento de su vida que debido a su origen muggle era menos válida que él? ¿Quién podía creer que su sangre tuviera algo que ver con su poder?

Y tenía poder. Tanto que mirarla hacía que se le atascara el aliento en la garganta, que se le erizara el vello del cuerpo y se llenara de un orgullo que nunca habría creído posible.

Merlín, la amaba.

Siempre había pensado que un Malfoy no era capaz de sentimientos tan profundos, tan… elevados, pero allí, en ese infinitesimal segundo, se dio cuenta de que no sólo era capaz de amar, si no que la quería con una intensidad que rallaba la locura.

Hermione sacudió de nuevo la varita y el poder chisporroteó a su alrededor, agitando sus cabellos junto al viento que movía su túnica.

De la punta de su varita surgió un haz de luz azul que se extendió y creció, expandiéndose hacia delante y hacia los lados, cubriendo la costa como si, ladrillo a ladrillo, estuviera construyendo una presa en milisegundos, una pared, un muro impenetrable que frenó la inmensa ola que, alta como un enorme edificio, trató de estrellarse contra la tierra para devorarla a su paso.

El agua se encontró una muralla transparente y, por un instante, Draco creyó estar al otro lado de una enorme pecera.

—¡Aguanta! —escuchó gritar a Potter que, subido en la escoba, luchaba contra el viento para tratar de llegar a la cima en la que estaba Adrian.

Su antiguo amigo, su antiguo compañero, miraba a Granger como si fuera un insecto al que quisiera pisotear con la punta del pie pero, centrado como estaba en manejar el báculo, no le era posible atacarla a ella y la mujer, demostrando una vez más por qué se decía de ella que llegaría a ser una de las brujas más poderosas de todos los tiempos, aprovechó el momento de asueto para mantener el tsunami bajo el control de su bloqueo.

Draco continuó escalando. Necesitaba llegar más arriba antes de poder utilizar un ascendio. La sorpresa era fundamental y no quería que Adrian le escuchara llegar antes de tiempo.

Hermione sintió su cuerpo temblar bajo la fuerza del hechizo. Mantenerlo se estaba complicando por momentos y el poder hacía que le vibrara cada uno de los músculos, tensándola a cada segundo.

Sintió la primera fractura del escudo cuando una ligera salpicadura le humedeció el rostro y maldijo empujando de nuevo la magia , dejándola fluir hacia el exterior, lanzándola fuera de su cuerpo en un impulso sobrehumano.

No iba a aguantar mucho más, necesitaba que Draco llegara a Adrian ya, pero, por lo que podía ver en la distancia aun no estaba lo bastante cerca.

—Aguanta, Hermione.

A su lado apareció Ron con esa sonrisa campechana y llena de ternura que siempre la había acompañado. Levantó la varita y unió su magia a la de ella.

—Harry nos mandó su patronus… No creerías que nos lo íbamos a perder ¿No?

—Juntos somos más fuertes —aquella fue la voz de Ginny, su hermana pese a las circunstancias —si acabamos con Voldemort —dijo enarbolando su varita —podemos con este capullo.

—Así se habla, pelirroja —la risa en la voz de Blaise hizo a Hermione sonreír.

—¿No creerías que iba a perderme un final tan grandioso, verdad? —Sintió la mano de Theo en su hombro y le miró con los ojos anegados en lágrimas.

—No deberías estar aquí.

—Tengo una enfermera portátil —dijo con una risita mirando a Luna que ya estaba uniendo su magia a la de Hermione.

En unos segundos Pansy estaba también allí, todos manteniendo firmes las protecciones que dejaron de ser un muro para convertirse en una fortaleza impenetrable.