Capítulo beteado por Yani, muchísimas gracias por tu ayuda.


Disclaimer: la mayoría de los personajes mencionados son propiedad de Stephenie Meyer.

Capítulo 26

Bella

―Oré al creador para que me permitiera verte antes de cerrar los ojos para siempre, cariño. ―Los dedos de mamá se deslizaban por las hebras de mi cabello, era un toque cadencioso y relajado, incluso mis ojos peleaban por mantenerse abiertos―. Hoy que estás de nuevo solo quiero tenerte así.

Mi cabeza seguía recostada en las piernas de Renée. Me complacían los masajes que estaba dando a mi cuero cabelludo.

―Me hiciste mucha falta, mami.

Ella se inclinó dejando un beso en mi sien. Cerré los ojos un momento y disfruté su calor.

»Mamá, tú sabes que Edward estuvo… ―dejé que las palabras murieran en la punta de mi lengua. Suspiré y miré sus ojos que estaban fijos en mí―, lo sabes, ¿verdad?

―Bueno, si hablaré, diré todo. Edward se volvió loco de dolor ―susurró con su mirada perdida―. Todos lo hicimos, las Ardillas también, pero él más porque tenía que comportarse animado frente a ellos.

―Hemos hablado de ello, mamá. Para mí es doloroso saber que ustedes pensaban que yo…

―No lo digas. ―Su mano se posó en mi boca.

Retuve un poco de aire mientras asentía. No quería llevar la conversación al punto doloroso, sino que deseaba más información que saciara mi curiosidad. Así que lentamente alejé su mano y empecé a jugar con sus delgados dedos, observando su manicura color rojo.

―Quiero saber qué tanto sabes de ella, ¿cómo es?

―No, no, no. ―Mamá exhaló poniéndose de pie, se dirigió a la cocina y presionó el botón de la cafetera―. No necesitas saber nada de ella, tienes a tu familia y es lo único que debe importar.

Me senté en el sofá, mirándola.

―Claro que necesito saberlo. Estoy llena de dudas y celos, pienso que ella pudo ser más que una noche para Edward y tengo miedo.

Mamá se giró hacia mí.

No hacía falta que dijera más. Ella no estaba de acuerdo con lo que estaba diciendo, quizá no le quedaba claro mi sentir o tal vez para mamá era extraño sentirme tan vulnerable, no era propio de mí.

―Bella, no sé en qué han quedado. No voy a intervenir en sus decisiones, jamás lo he hecho, cariño. Solo te pido que si Edward y tú han decidido seguir adelante es porque no vas a mirar el pasado, es lo correcto, Isabella.

Exhalé.

―Estamos dándonos un tiempo ―confesé, ganando la atención de mamá, sus ojos azules se hicieron amplios ante la noticia―. Decidí que es lo mejor si queremos que nuestro matrimonio funcione.

―Habla con él, Bella. Explícale cómo te sientes, cariño.

―Fue lo primero que hice, mamá ―musité―. Solo que esta sensación no desaparece. ―Llevé una mano a mi pecho.

Mamá no dudó en acercarse y abrazarme fuerte, se quedó conmigo sosteniéndome en sus brazos hasta que me sentí anímicamente mejor.

.

.

―¿Por qué tenemos que ir a clases? ―se quejó Sam―. Debieron elegirnos escuela en casa, así nos quedaríamos con mamá.

Envolví mis brazos en él. Estaba sorprendida por su altura, suponía que era herencia de Edward que estuviera tan alto para su edad.

Pasé mis dedos por su pelo e intenté acomodar su indomable melena.

―Yo estaré esperándolos con la mejor comida. ―Traté de que su animó fuera el mejor, tampoco quería quitarles su vida y que cambiaran sus hábitos.

―¿Qué tanto hace Amy? ―preguntó Edward exasperado en la puerta―. Nos quedan diez minutos para llegar a la escuela.

―Yo me encargo.

Volví sobre mis pasos hacia la habitación, apenas di algunos toques y abrí la puerta: Amy estaba cobijada por completo mientras Aline parecía reconfortar en voz muy baja a su hermana.

»Amy, tu padre está esperando por ti ―mencioné al entrar.

Noté cómo su menudo cuerpo se agitó bajo las mantas y me acerqué, abrazándola.

Aline levantó la mirada, sus ojos angustiados y llenos de incertidumbre me inquietaron.

―Amy está llorando ―me dijo.

―¿Por qué? ¿Qué te sucede, Amy? ―Removí las mantas y pude apreciar su rostro bañado en lágrimas―. ¿Por qué lloras?

Un sentimiento de angustia se instaló en mi pecho.

Amy se quedó sentada, mirándome con sus ojos empañados en lágrimas.

―No quiero crecer ―susurró con voz rota―, no estoy de acuerdo.

Froté mis dedos en su espalda. No comprendía su tristeza, lo único que entendía es que necesitaba tranquilizar su mal estado.

―¿Qué ocurrió? ―pregunté a la vez que limpiaba sus lágrimas―, ¿te sientes mal?

―Acaba de ocurrir mi primer periodo y no quiero ―confesó entre sollozos y refugiándose en mis brazos.

Oh. Mis palabras desaparecieron y comprendí a la perfección su sentir.

Mi niña estaba pasando por el proceso biológico de toda mujer. Esa primera regla llamada menarquia que muchas tememos cuando somos unas crías y nuestro único objetivo es jugar sin pensar en el mañana.

―Ven aquí… ―Arrastré su liviano peso y la senté en mi regazo, la arrullé en mis brazos―. ¿Quieres que te explique cómo colocar una almohadilla en tus bragas?

―No. Tan solo quiero regresar el tiempo y que esto no ocurra, no lo quiero, mamá. No necesito sangrar, no estoy de acuerdo.

El tono de su voz era de coraje. Amy estaba molesta y se estaba resistiendo a un proceso natural.

La escuché. Principalmente dejé que sacara toda su frustración, la dejé llorar y una vez que se tranquilizó la seguí manteniendo conmigo mientras Aline nunca dejó de peinar sus cabellos.

Amy necesitaba sentirse consentida. Su cuerpo por primera vez estaba experimentado un cambio y su mente no estaba de acuerdo, mi niña necesitaba ser mimada y comprendida.

―Te quedarás en casa ―susurré―, te voy a preparar un té de manzanilla que te ayudará a relajarte, ¿tienes cólicos?

Negó con la cabeza. Sus manos seguían aferradas a mi cuerpo, negándose a alejarse.

―Chicas… ―Edward entró y frunció las cejas al vernos―, es bastante tarde ―nos recordó.

―Amy no irá a la escuela ―le dije.

―¿Por qué? ―insistió―, ¿está enferma?

―Ella… ―Miré los ojos de Edward cuando Amy me cubrió la boca, comprendía que tuviera vergüenza. No todas las niñas actuaban igual, en mi caso también me había refugiado en mamá.

Empecé a cuestionarme qué habría pasado si yo no estuviera, ¿cuál hubiese sido la reacción de mi hija? Tendría que haber hablado con Edward y estaba convencida de que él también la hubiese consentido en sus brazos.

―Bella, me están asustando. ―Edward entró y nos miraba fijamente―. ¿Qué le pasa a Amy?

Mi pequeña Ardilla había removido su mano de mis labios.

―Está bien, solo… ―encogí mis hombros― un proceso natural, ¿me entiendes?

Edward abrió los ojos muy grandes, sus mejillas adquirieron una tonalidad rosa antes de asentir. Él lo había comprendido.

También comprendió que era un tema difícil para nuestra hija, no porque fuese antes un tema tabú, sino por el hecho de que para Amy era doloroso de procesar.

Sus pensamientos seguían desorganizados. Debíamos darle tiempo para que ella misma pudiera abrirse al tema y saber con quién quería compartir la noticia.

―Yo… está bien, iré a llevar a Sam a la escuela y de ahí me iré a la oficina. Si necesitan algo de la farmacia puedo ir antes.

Se inclinó dejando un beso en la mejilla de Amy y otro beso en Aline.

»También puedo traer helado ―añadió, pasando los dedos por los cabellos de nuestra niña.

Amy levantó el rostro y le dio una leve sonrisa, aceptando en silencio ese helado que podía controlar sus emociones.

Besé ruidosamente su sien y la ayudé a acostarse en la cama, cubriendo su cuerpo nuevamente con las mantas. Aline no tardó en acurrucarse a su lado.

Seguí a Edward cuando salió de la habitación.

―¿En serio irás a comprar helado?

Se detuvo, girándose hacia mí.

―Sé que eso funciona ―comentó―, tal vez unas galletas también sean buenas para Amy.

―Se te hará tarde a ti también ―expresé―, puedo hacerme cargo.

―Tengo horario flexible, Bella. Además, es justo que consienta a mi Ardilla mayor.

―Me conmovió mucho verla tan mal. Mi niña estaba abatida, Edward, desconsolada por la llegada de su periodo.

Hizo una mueca.

―No puedo imaginar que hoy no estuvieras aquí, Bella. Junto a Amy y con nosotros.

Sonreí mientras seguíamos caminando a la entrada.

―¿Llegarás temprano? ―Me detuve en la puerta y apoyé la cadera.

Edward alargó su mano y deslizó suavemente sus dedos por mi mentón.

―Sí. Espérame aquí, nena.

Automáticamente sonreí. Lo vi salir y suspiré; era tan guapo con esa corta y ligera barba, su andar seguía siendo de un hombre encantador que lograba que mis piernas temblaran por él.

.

―¿El helado te hizo sentir bien?

Amy se movió ligeramente y se acurrucó en mí. La compresa caliente seguía estando en su vientre bajo, brindándole calor y mejorando sus primeros dolores menstruales.

Aline la seguía auxiliando en todo lo que necesitara en el transcurso de las horas.

―Lo hizo, mami. Solo abrázame, quiero que me tengas en tus brazos.

La abracé más fuerte.

―Ya pasará, mi amor, lo prometo.

―Mamá, ¿papá y tú se van a divorciar?

Estreché las cejas. Ellos no eran niños pequeños para no darse cuenta de que Edward estaba durmiendo en el sofá.

»¿Lo harán por Angela? ―continuó―. Ella nunca me gustó, tú eres mucho más hermosa. Además es culpa de mi abuela Esme, ella era quien hacía que siempre se quedaran solos, es mala.


Hola, quise hacer un poco especial este capítulo de Bella con su ardilla mayor. Les agradezco mucho su entusiasmo, nos leemos pronto.

Infinitas gracias por sus comentarios:

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