Hold hands, make eye contact have a fun or deep conversation


«Como el adolescente que ama los decibeles más que a sí mismo. Así, trifenia mía, aproximadamente así suelo quererte.»

—Mario Benedetti.

«Me ha encantado tu regalo, pequeña :3»

Sin importar cuántas veces viese el mismo mensaje Shaolin se seguía ruborizando igual. La capitana se había preocupado en un inicio porque pasaron tres días y Jon no había mencionado nada de su regalo ni siquiera en la única videollamada que compartieron, incluso llegó a temer que no le hubiese gustado. Se relajó un poco cuando a la mañana del cuarto día recibió múltiples mensajes de Jon disculpándose por su ausencia, le explicó que la banda mafiosa había tratado de volver a migrar y él y Dick prácticamente no habían dormido esos dos días rastreando su nuevo escondite. Los agarraron in fraganti cuando se dirigían disfrazados al aeropuerto y ambos los incapacitaron y arrestaron en plena carretera. Capturar a los miembros restantes requeriría un par de días más antes de que el joven pudiese regresar a Metrópolis y ver su regalo, y Soi Fong esperó esos días.

Hasta que el sábado Jon confirmó que había regresado a casa sano y salvo, había visto el regalo y le agradeció con toda la dulzura del mundo. Se trataba de un tipo de lámina de vidrio que podía iluminarse como una lámpara, en la que estaba grabado Confetti Falling, el nombre de la primera canción que bailaron juntos cuando se hicieron pareja. Eso junto con un peluche de oso gris con un lazo rojo en el cuello que ahora descansaba sobre la silla de su escritorio, una bolsita con galletas de chocolate en forma de corazón hechas a mano —a Soi Fong le costó sudor y lágrimas hacerlas— y la adorable carta que le había dejado.

Soi Fong seguía sintiendo cómo el color se le subía hasta la línea del pelo de sólo recordar a su novio diciéndole cientos de veces lo agradecido que estaba y lo dulce que ella podía llegar a ser.

—¿Es su novio, Soi Fong-taicho? —una voz femenina la sacó de sus pensamientos.

Soi Fong brincó de su silla y se alejó medio metro de esta. En algún momento Rangiku se había inclinado detrás de ella para husmear lo que estaba viendo en su celular. Era increíble para Soi Fong el hecho de que no se hubiese dado cuenta de que Matsumoto estaba tras ella con el calor del enorme busto de la teniente a sus espaldas y sintió vergüenza de sí misma como comandante del Omnitsukido, pero más que todo enojo.

—¡¿Me estabas espiando, Matsumoto?! —exclamó mientras que por instinto apretaba su teléfono contra su pecho. La mujer rubia no se inmutó.

—Es que llevábamos un buen rato llamándola y no parecía escucharnos así que me acerqué —luego el rostro inocente de Matsumoto fue reemplazado por una maliciosa sonrisa—. Sin embargo vi lo suficiente... Así que ¿Pequeña, Soi Fong-taicho? ¿Regalo?

—Uh, un romance —Yuyu Yayahara, quien toda la reunión había tenido la vista fija en su celular y los pies sobre la mesa se puso de pie y se inclinó interesada— ¿Estaba hablando con su novio, Soi Fong-taicho? ¿Qué es lo que se dicen? ¿Algo como "Te amo", "Me gustas" , "Te quiero fo...

—¡No seas vulgar, Yayahara-san! —Isane saltó en defensa de su compañera capitana— Y no deberías meter así la nariz en la intimidad de Soi Fong-taicho.

—Hablando de intimidad —esta vez intervino Lisa con aire indiferente, leía muy entretenida una de sus revistas pervertidas—. He escuchado rumores de que Kent-san es babyboy de Soi Fong ¿Puedes confirmar eso, Soi Fong-taicho?

Tantas preguntas y cada una peor que la otra. Soi Fong no sólo ya no sabía de qué color ponerse, sino que no sabía qué responder ¿Gritaba? ¿Le pegaba a cada una de sus compañeras Shinigami por entrometidas? ¿Se encogía sobre sí misma y se desaparecía del resto del mundo?

Nanao actuó en rescate de su superior:

—Basta todas ustedes —dijo acomodándose los lentes—. La relación de Soi Fong-taicho no es el tema principal de conversación en esta reunión. Ahora que tengo su atención les pido amablemente que se sienten todas. Incluida usted, Soi Fong-taicho.

Todas asintieron resignadas y se volvieron a sentar. Aunque ésta vez Soi Fong tenía los sentidos bien alerta y estaba lista para golpear a quien sea que intentase ponerse detrás de ella de nuevo. No volvieron a acercársele tanto, quizá porque la notaban a la defensiva, pero la capitana estaba lejos de quedarse tranquila por culpa de las expresiones con las que la miraban durante toda la reunión. Miró a Lisa y ella con expresión en blanco pero ojos burlones, cerró su puño y discretamente empezó a moverlo de abajo hacia arriba, la muchacha se sintió enrojecer hasta la línea del pelo por esa seña tan obscena y apartó la mirada enseguida, miró a Matsumoto y esta igual la veía con burla, frunciendo los labios y moviendo las manos como si estuviese besando a alguien —como si Matsumoto nunca hubiese tenido pareja—. Soi Fong puso los ojos en blanco. Que infantil era esta mujer que encima era mayor que ella misma. Luego miró a Isane y a Rukia sentadas cerca de ella. La más alta esquivó su mirada enseguida, mientras que la de cabello negro le sonrió y encogió los hombros. Al parecer también notaba a sus compañeras metiéndose con ella a espaldas de Nanao, quien seguía hablando.

Prefirió ni mirar a Yuyu Yayahara.

La reunión acabó y todas salieron una a una de su escondite, Nemuri, la nueva miembro más joven de la asociación de mujeres Shinigami, saltó de su asiento y la teniente de la primera división la llevó de la mano al laboratorio de su capitán —probablemente se había acostumbrado gracias a la desaparecida Yachiru Kusajishi y quizá también a la fallecida Nemu—, Rangiku se fue charlando hasta por los codos con Yayahara y para Soi Fong no pasaron desapercibidas las miradas burlescas que le mandaron, Lisa se adelantó para acompañar a Nanao, e Isane y Rukia se le acercaron.

—¿Podemos acompañarla, Soi Fong-taicho? —preguntó Rukia con tono amable. Soi Fong arqueó una ceja.

—¿Por qué lo harían? Sus escuadrones están lejos.

—Casi nunca hablamos fuera de las reuniones —contestó tímidamente Isane removiéndose incómoda, como si aún no se habituara al haori de capitana que por años perteneció a Unohana.

Soi Fong frunció el ceño.

—No van a hacerme preguntas sobre mi vida privada ¿O sí?

—¿Por qué lo haríamos? —contraatacó Isane para sorpresa de cualquiera, con una astucia que sólo pudo haber aprendido de su antecesora. Ambas sonrieron cuando Soi Fong apretó los labios y quedó en silencio.

Touché.

—De acuerdo —espetó Soi Fong.

Las tres capitanas caminaron en un breve silencio por los pasillos. Era algo divertido de ver la enorme diferencia de altura que existía entre Isane y sus dos compañeras mientras que Soi Fong era apenas cinco centímetros más alta que Rukia. La primera que inició la conversación fue Isane preguntándole a Rukia si se estaba acostumbrando bien a sus deberes como líder del décimo tercer escuadrón, a lo que esta sonrió de oreja a oreja y agradeció para luego decir que creía que sí estaba adaptándose bien.

—Cuando entré a esa oficina por primera vez sabiendo que ahora era mía no tienen idea de lo asustada que estaba —explicó la de ojos violetas—. La vi tan grande que pensé que jamás podría tener la presencia necesaria para adueñarme de ella y quise esconderme.

—Eso suele pasar —sonrió Isane—. Cuando ocupé el lugar de la capitana Unohana literalmente estaba temblando y obligándome a mí misma a no salir corriendo. Pero con el tiempo me he adaptado bien.

—Es una buena época para ti, Kuchiki-taicho —habló Soi Fong de un momento a otro—. Tienes la habilidad y la madurez necesaria para merecerte ese rango. Confía en mí cuando te digo que me estarás bien.

Rukia se sonrojó sorprendida, Soi Fong la había elogiado explícitamente, y sabía que dicho elogio era uno mucho más significativo de lo que parecía.

—Muchas gracias, Soi Fong-taicho —respondió sinceramente la más baja—. No entiendo cómo pudo acostumbrarse tan rápido a sus... Dos cargos.

Isane asintió y miró a Soi Fong. A veces olvidaba que de las tres ella era quien había ingresado a la capitanía a la edad más corta.

Por su parte Soi Fong sólo sonrió de lado.

En algún momento la conversación se dirigió hacia el matrimonio de Rukia con el teniente Abarai. Esta se sonrojó, pero siempre respondía con entusiasmo.

—¿Abarai-san no se ha resentido con todas tus nuevas ocupaciones? —preguntó Isane

—Por el momento no. Me aseguro de cada noche darle algo de cariño cuando nos vemos antes de dormir. Renji puede comportarse como un niño cuando quiere ser consentido —Rukia dejó escapar una risita—. Nii-san me ha dicho que se pone muy irritable en las misiones lejos del Seireitei, sospecho que porque no soporta tenerme lejos tanto tiempo.

—Se siente feo eso.

La intervención repentina de Soi Fong hizo que Rukia abriese los ojos y luego mirase a su compañera con dolor ajeno y pánico. Se reprendió a sí misma por no recordar que Soi Fong tenía una relación a distancia, una distancia mucho más marcada y duradera.

—Soi Fong-taicho, perdón. No quería sonar insensible. Yo...

La aludida, con su rostro mucho más suavizado que antes negó con la cabeza.

—Creo que hasta aquí hemos llegado. Nos vemos en la próxima reunión.

—¡Discúlpeme, Soi Fong-taicho! Siento si lo que dije...

—No te disculpes, Kuchiki-taicho. No hiciste nada.

Luego la joven Fong se alejó de ellas.

—Nos vemos, Soi Fong-taicho —dijo Isane.


Ya son tres semanas. Pensó la capitana al anochecer sentada en su cama. Ya estaba vestida con su pijama, pantalones cortos y fina blusa de tirantes escotada blanca. No era exactamente el tipo de pijama que ella hubiese escogido, pero Mei se la había regalado hace tiempo y la seda era tan agradable que era imposible no querer ponérsela, más aun después de su baño nocturno tras toda una tarde sudando por el entrenamiento y el trabajo. Incluso a ella le gustaba consentirse a veces.

La capitana miraba su celular, los últimos mensajes que había recibido eran de Mei y de Jon, ambos le pedían con cariño que siguiera cuidándose y alimentándose bien, pero lo extraño es que Jon le había escrito ese mensaje a las cinco de la tarde, como despidiéndose de antemano. Ya eran casi las ocho, y no había vuelto a hablar.

Soi Fong asumió que estaba ocupado de nuevo, y se obligó a silenciar la decepción en su pecho de no poder hablar con su novio ni siquiera en la noche. De un momento a otro una alta sombra se notó en su ventana por la que llegaba la luz de la Luna. Soi Fong, pensando que era una emboscada se puso de pie con velocidad, agarró su espada, la desenvainó y se giró a encarar a la sombra, lista para atacar.

—Calm down, Shaolin! It's me!

Esa voz grave y acento en inglés la reconocería dónde fuera. Era Jon flotando frente a una de sus ventanas, sus rasgos estaban oscurecidos producto del brillo de la luna a sus espaldas, pero su silueta y el brillo azul violáceo de sus ojos la relajaron en seguida. La capitana bajó la hoja de su espada y abandonó su postura de pelea, al mismo tiempo su rostro se puso colorado por el espectáculo que probablemente había hecho.

—Sorry Jon. I'm coming —«Lo siento, Jon. Ya voy». La joven dejó su zampakuto en el mismo lugar de donde la había tomado y fue a abrir la ventana para dejar entrar a Jon.

Pero Jon le sonreía ignorando por completo que ella había tenido el reflejo de atacarlo, le sonreía de tal forma que las mejillas se le calentaban más y al mismo tiempo el corazón le latía con más fuerza en los oídos. Precisamente esa tarde ella se estaba lamentando por el tiempo que llevaban sin poder estar juntos y de un momento a otro él aparecía, con su rostro gentil y cálida mirada.

Ni siquiera se había dado cuenta de que le había contestado en inglés aunque no estuvieran en Metrópolis.

Cuando Soi Fong abrió la ventana Jon, como siempre, entró flotando y se quitó los zapatos antes de tocar el suelo.

—You caught me off guard —dijo ella, «Me agarraste desprevenida»—. How long were you... ¡Oh!

La capitana no alcanzó a formular su pregunta —o mejor dicho la primera de tantas— cuando Jon la agarró de ambos brazos y la jaló hacia su cuerpo. Abrazó a Soi Fong con fuerza suficiente para hacer que sus pies se separasen del suelo, y el rostro del joven se hundió en su pequeño hombro. Tras un segundo sorprendida, la muchacha enredó sus brazos en el cuello de Jon y lo abrazó con similar apego, metió su nariz entre el cuello y la mandíbula de Jon. Sintió la respiración del hijo de Superman en su hombro, las inhalaciones como si tratase de quedarse con su aroma sellado, y se preguntó cómo pudo sobrevivir tanto tiempo sin esto.

—Te extrañé un montón, pequeña.

—Y yo a ti, Jonny.

Jon se cambió de ropa, y cuando salió del baño miró bien a Shaolin sentada en la cabecera de su cama con los pies sobre el colchón y las piernas encogidas, con su pijama blanca —y algo reveladora— que la hacía ver a ella misma más pálida y su cabello más oscuro, las sábanas pasteles que parecían realzar sus brillantes ojos grises, ella al verlo le mostró una pequeña sonrisa y Jon sin más se acercó también.

Quería decirte en persona Feliz Aniversario.

Jon se sentó en el lado izquierdo de la cama más cercano a los pies de esta, Soi Fong no dijo nada cuando él sin más tomó su mano que permanecía sobre el colchón y acarició el dorso con los pulgares. La piel de ella se sentía más fresca de lo normal, señal de que se acababa de duchar junto a su cabello que también se sentía húmedo. Ella lo miró y recostó su coronilla contra la cabecera de la cama.

—Pensé que no vendrías hasta un mes después —dijo la capitana.

—Como llegamos cuatro días antes de lo previsto tengo un tiempo libre todavía —explicó el muchacho.

—¿No tienes tareas?

—Las hice y entregué de antemano cuando papá me dijo que viajaríamos.

Ella sonrió suavemente: —Siempre piensas en todo.

—Soy Superman, Shaolin. Tengo que pensar en todo.

Ella dejó escapar una risita.

—Por cierto, Dick y Damian me dijeron que te saludara de su parte.

—De Dick no me sorprende pero ¿El chico que me ha declarado su odio varias veces?

—Me ha declarado su odio también un montón de veces y somos amigos desde que tengo memoria. No siempre te dejes llevar por lo que él dice... Es como tú.

—¿Quieres morir? —el rostro de Soi Fong se puso serio de repente.

Jon estalló en carcajadas a lo que la muchacha gruñó, pero no soltó su mano. No quería hacerlo.

—Can I tell you something? —«¿Puedo decirte algo?»

Jon dejó de reírse, lo cogió desprevenido que ella fuese la primera en sacarle plática en inglés.

—Of course, but why are you...

—I like to hear you speaking your languaje —«Me gusta oírte hablar tu idioma», ella se adelantó a responderle y luego le sonrió, de tal manera que Jon se sonrojó, impresionado.

—Are you drunk or something? —«¿Estás borracha o algo?», la pregunta no la hizo enfadar, de hecho la hizo ensanchar su sonrisa.

—No, the thing is I missed you so much that thesse weaks hace felt forever —«No, la cosa es que te extrañé tanto que estas semanas se sintieron eternas», al compás Shaolin apretó su mano—. Just that, tell me what happened in Poland?

Jon parpadeó varias veces al principio, pero luego se le soltó la lengua y empezó a hablar de la misión, de los movimientos que idearon Dick y Damian, de los elogios de Nightwing cuando lo vio luchando cuerpo a cuerpo y además conteniendo severamente su fuerza —ella se sonrojó cuando Jon le dijo que sí había dicho a Nightwing quién lo había entrenado tan bien, es decir ella—, luego empezó a hablar de su carrera y los temas qué más le interesaban, así como los que más se le dificultaban y los mismos maestros lo sabían, mientras hablaba de esto iba descargando más del estrés que llevaba ya un mes acumulado: Vivía solo y ya la necesidad de buscar trabajo estaba a la vuelta de la esquina aún con el apoyo de sus padres, pasaba tanto tiempo estudiando que apenas sí salía de su apartamento para otra cosa que no fuese ayudar a alguien en Metrópolis, últimamente su tensión era tal que la espalda le dolía y ya no tenía ganas ni siquiera de ver a sus padres. En resumen y como Conner diría, estaba jodido.

Tan inmerso estaba en sus quejas que habló en inglés todo el rato y no se dio cuenta, aunque eso hacía que la frustración en su voz fuese mucho más marcada. Soi Fong no respondió, pero en todo momento le estuvo dando caricias tranquilizadoras con el pulgar en la mano y apretándosela por momentos a modo de apoyo.

—Are you better? —«¿Estás mejor?» le preguntó una vez él dejó de hablar.

El héroe dejó salir la tensión en un grave suspiro, de pronto ya los músculos de su espalda no se veían tan tensos.

—I'm ok —«Estoy bien» y después le sonrió, mucho más tranquilo, más natural—. I'm here at this hour because I missed you too. Talk to you like this —«Estoy aquí a esta hora porque también te extrañé. Hablar así contigo»

Ella le devolvió la sonrisa. —Me too —«Yo también»

Jon ensanchó tiernamente su sonrisa, y con la mano que tenía libre rozó con cariño el grueso mechón largo que llevaba Soi Fong sobre el hombro, se sentía sedoso al igual que su piel, sin dejar de mirarla a los ojos. Jon sonrió más cuando la capitana se sonrojó y sintió en sus oídos como el corazón de ella se aceleraba con su toque, aunque el suyo propio estaba igual o más agitado.

Puede que no viniese al caso, pero ella solía decir a veces que le gustaba más su voz en inglés, su voz natural. Con él pasaba lo mismo, era verdad que adoraba la voz de su chica cuando hablaba japonés, sonaba más segura, más a ella, le daba la sensación de estar a salvo si estaba con ella. Pero tampoco dejaba nunca de gustarle su voz en inglés, no era tan potente, su acento estaba provisto de una calidez curiosa capaz de hacer que sus latidos se acelerarasen. Más cuando lo miraba de esa forma.

—Can I tell you something? —«¿Puedo decirte algo?». Era la segunda vez que preguntaba eso, Jon asintió.

Ella sonrió cariñosa, como muy poquitas veces lo hacía, y posó su mano libre sobre la mano de Jon entrelazada con la suya.

—I Love you.

«Te amo.»

No era japonés, un significado muchísimo más hondo. Pero esa frase le causó tal tormenta, pero una tan placentera que difícilmente podría encontrar las palabras para describirla.

—I Love you too.