Disclaimer: Naruto no me pertenece.
Aclaraciones: Modern Times. Universo Alternativo.
Advertencias: Mención leve de sexo, pero solo mención.
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Néctar de Lavandas
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Capítulo 2
Al salir de la última clase que lo encadenaba al campus la sonrisa jovial de Naruto regresó. Vació todas las cosas de vuelta a la mochila sin preocuparle el orden o el desastre que se generaba adentro. Después de varios días en casa y reposando por fin podía respirar el aire fresco sin la sensación de congestión, pero lo más importante para el rubio era que por fin podría ver a Sakura sin que ésta le rechazara las muestras de afecto por el temor a contagiarla.
Por hoy Naruto solo tenía cuatro clases, las cuales fueron un tormento por las tareas acumuladas. Detestaba los números pero amaba los autos. No era un genio en las matemáticas como Sasuke o un psicópata quien disfrutaba de asistir a lecciones avanzadas de cálculo integral como Menma; mantenía un promedio adecuado para seguir estudiando sin el miedo de reprobar. Eso no evitaba de cualquier modo acudir a Sasuke-teme para que le enseñara un par de cosas.
Se dirigió a la cafetería de la facultad de medicina a esperar a Sakura en una de sus mesas preferidas. Como el lugar siempre se llenaba por la alta demanda, él se encargaba de guardarle un espacio y fingir estar atento a su celular mientras esperaba su turno en la barra. Le gustaba sorprender a su chica con un plato de la comida preferida que a la rosada le gustaba ingerir. Los pudines de chocolate eran sus favoritos y las fresas.
Sacrificaría un poco más de lo permitido pero quería mimarla.
―Orden 23: Uzumaki Naruto ―llamó una de las empleadas de la cafetería.
―¡Hai! ―se levantó para ir y tomar la bandeja, regresando de inmediato a su lugar, cuidando que nada sobre ésta cayera al suelo o se estropeara.
Aún faltaban unos minutos para ver a Sakura en su rato libre, más a Naruto le daba la impresión que el reloj en su muñeca marcaba al ritmo de una tortuga. Bufó, llevándose los rubios cabellos hacia atrás, pensando en qué decirle a Sakura.
No estaba enojado porque Sakura no pudo visitarle. Quería ser un novio comprensivo, además deseaba tener una conversación amena con ella en lugar de iniciar con una discusión. La extrañó por esos días, ése sería el primer encuentro que tendría con ella después de la semana de exámenes de Sakura; no quería malgastar el adorado tiempo a su lado con tonterías.
Ella tenía sus razones y él debía comprenderla, tal como venía haciéndolo desde casi siete meses. El enorme esfuerzo dedicado a conseguir un sí de parte de Sakura no se gastaría por tontas inseguridades, las cuales ni siquiera sabía por qué aparecieron como por arte de magia en su mente.
No dejaba de repetirse que la impresión de enterarse sobre la relación de Menma e Hinata posiblemente le afectó más de la cuenta, es decir, ¡era asombroso! En ambos sentidos. Hinata era una gran chica, y aunque no la conociera a profundidad no dudaba de que era la mejor opción para Menma; lástima que no opinara lo mismo del azabache para la morena.
Sin embargo el hecho de que Menma dejara acercarse a Hinata de esa manera; desde ponerle una mano en la frente sin reaccionar como un gato arisco, hasta llevarle sopa de pollo a su departamento. Era extraño pero no dejaba de repetirse que podría ser una única oportunidad de usar toda esa información para el futuro, especialmente si quería cabrear a Menma y tener un poco de poder sobre él.
Olvidándose de Menma e Hinata por un rato, así como sus próximos planes, Naruto observó la puerta, esperando encontrarse una cabellera rosada y hermosos ojos jade con luz propia. Pero solo rostros distintos y completamente desconocidos entraban y salían. Checó el celular otra vez. No tenía respuestas de Sakura desde la mañana, cuando le envió un ¡Buenos días! Esperó a que fuera una hora adecuada por respeto a las horas de sueño de la Haruno, quien frecuentemente se desvelaba por proyectos y ensayos, pero hasta ahora no recibía respuesta, ni siquiera al avisarle que la esperaba en la cafetería después de no soportar el incognito de su visita y pensar que ella podría irse a otro lado sin saber que la esperaba.
―Creo que te has perdido, ésta no es tu cafetería.
Ino Yamanaka se apareció, por un momento esperanzando a Naruto de ver al lado de la rubia la silueta de su novia, pero la de ojos celestes estaba sola, sin compañía. Eso le decepcionó. Era bastante común que Sakura e Ino fueran un dúo inseparable a pesar de sus constantes peleas y apariencia de ser enemigas naturales, pero conviviendo con ambas él descubrió que realmente eran apegadas.
―Oh, hola Ino ―saludó sin mucha energía.
Ella bufó un poco molesta por el saludo tan indiferente del muchacho, pero le ignoró. Sabía lo mucho que Sakura apantallaba a Naruto, siempre haciéndole mover el rabo como si fuera un cachorro con apego emocional. Quitó la mochila del rubio de un golpe para sentarse.
―¡Hey! ―de inmediato Naruto se quejó, no gustándole nada de que Ino se tomara demasiadas libertades―. Este lugar está especialmente reservado para la chica más hermosa del mundo ―dijo―: Sakura.
―De verdad que bebiste demasiada placenta cuando estuviste dentro de tu madre para considerar a la Frentona una belleza ―se burló Ino con la malicia pintar sus ojos―. Si antes creí que no podías ser más idiota, ahora me retracto.
―Oye, ¿qué hice para que te enojaras tanto conmigo, eh? ―Naruto se quejaba de los ataques verbales de Ino; nunca entendía por qué siempre gustaba insultarle, como si le hubiera hecho algo malo en su vida pasada.
―Nada en realidad, no te tomes personal mis comentarios. Solo estoy aburrida.
―Claro, ¿y eso me convierte en qué? ¿Tu juguete favorito?
―Ni que tuviera tan malos gustos.
―Bueno, saliste con ese tipo raro llamado Sai que no dejaba de mencionar pitos y eso, así que… ¡Auch! ―Ino le pellizcó―. ¡¿Eso por qué fue?!
―Ugh, ¿quieres cerrar la boca? ―Ino trataba de ocultar el rosa de sus mejillas por la bocota de Naruto y su manía de soltar verdades―. Ni siquiera sé por qué me senté contigo. Hubiera continuado con mi camino en lugar de sentir lástima por ti.
―¿Lástima…? ¡Yo no necesito lástima de nadie!
―Ajá.
―¡Oi!
―Sí, sí, como sea ―Ino puso bandera blanca a sus juegos con el rubio para mirarle y luego fijarse en la mesa, específicamente a la bandeja con algo de comida y unas enormes fresas―. ¿Cómo sigues? Escuché de Sasuke-kun que estabas enfermo.
―¿Sasuke te lo contó?
―No explícitamente, pero estuve ahí cuando Sakura le paso el encargo ―explicó―. ¿Es seguro estar contigo o debo apartarme? Tengo compromisos en las próximas semanas, así que por tu bien más vale que no me contagies.
―Hey, estoy curado ―contestó Naruto.
Ino no le creía.
―¡De verdad!
Después de que Naruto no dejara de repetirle a la rubia que sus defensas estaban laborando nuevamente y que ningún germen habitaba sus interiores, ésta por fin le trató como un ser humano. Ino podía ser hermosa, casi comparada con modelos profesionales, pero su actitud era tan podrida que no dejaba de cuestionarse el cómo era que la soportaba. Probablemente porque para Sakura ella era importante, y siendo su novio él debía llevarse bien con las amistades de la rubia.
―¿Le avisaste a Sakura que la esperas aquí? ―preguntó con una paleta en la boca después de aburrirse.
Naruto asintió.
―Sí, pero no me ha contestado ―miró por un rato la entrada, deseando que ella apareciera en esos momentos pero nada―. Seguramente está ocupada.
―Todos los estudiantes de medicina lo estamos ―contestó Ino con un suspiro lleno de cansancio―. Por eso no entiendo cómo es que esa Frentona puede lidiar contigo y su carrera. Pero viéndote ahora entiendo por qué lo maneja tan bien.
―¿Hah? ―Naruto no entendió lo que ella quiso decirle. ¿Otra vez le estaba insultando? Odiaba cuando las personas lo maldecían sin decirlo claramente―. ¿Qué intentas decir…?
―Olvídalo ―restó importancia Ino al asunto. Sacudió la cabeza―. Eso les concierne a ustedes, no a mí ―se puso de pie. La charla con Naruto terminó, tenía cosas más importantes que hacer; el día de escuela no acababa para ella―. Trata de no desanimarte, Naruto, tu positivismo es tu fuerte ―Ino se despidió a su manera, dejando al otro más confundido que al principio por la extraña selección de palabras de la Yamanaka en lugar de sus usuales insultos.
―Loca ―dijo entre dientes al verla desaparecer entre el mar de estudiantes que rápidamente la opacaron.
De repente la enorme cantidad de estudiantes disminuyó hasta dejar todo el lugar ocupado por unas cuantas personas, Naruto incluido. Observó que el personal limpiaba algunas mesas y él tuvo que sonreírle a la mujer mayor cuando ésta tuvo intenciones de darle una pulida a la mesa que ocupaba. Él se negó al mencionar que pronto su novia lo acompañaría.
Naruto no tenía mucha paciencia y al darse cuenta que ya había pasado casi una hora decidió tomar el celular y llamar a Sakura. La primera llamada entró pero solo obtuvo respuesta de parte de la grabadora que le anunciaba que la llamada sería cobrada a partir del tono…
En la segunda tampoco hubo suerte y Naruto revisaba el chat personal sin ver respuesta alguna. Volvió a llamar y ésta vez fue respondido.
―¡Sakura…!
―¿Qué quieres? ―respondió cortantemente la voz de la chica al otro lado de la línea.
La sonrisa alegre de Naruto se borró.
―Ah, perdón ―se disculpó de inmediato, pensando que tal vez era mal momento―. ¿Estás ocupada?
―Estoy en la Biblioteca Central ―respondió con voz baja. Naruto sospechaba que era cierto―. Sabes que no puedo hablar fuerte aquí. Ahora mismo los demás me están matando con la mirada. Así que se rápido. ¿Para qué me llamas?
―Bueno… ―rascó su nuca, repentinamente nervioso de hacerla enfadar más. Sakura era completamente honesta con sus emociones y con frecuencia se dejaba llevar por éstas―. Solo quería saber si tenías un espacio libre. Terminé mis clases temprano y pensé que podríamos vernos en tu facultad ―vio la bandeja―. Incluso compré tu postre favorito y unas fresas que, uhm, ya no están tan frescas, ¡pero siguen viéndose apetitosas! Creo que podrían gustarte…
―Ah… Gracias, Naruto, pero no creo poder ir a comer ―respondió Sakura más tranquila después de escuchar la explicación del rubio―. No te hubieras molestado. Lo siento, debí avisarte que tengo cosas que atender.
―No te preocupes, Sakura, todo bien. Comprendo.
―Puedes comerte las cosas, yo ya lo hice. Cargo unas barritas que compro mi madre la semana pasada, así que no te preocupes. Trataré de mensajearte esta noche, ¿okay?
―Uhm, okay. Ahm, suerte, bonita ―expresó con sinceridad, no dejando que la propia desilusión de quedar otro día más sin ver a Sakura le afectara hasta el tono de voz. No quería preocuparla ni que se sintiera culpable, esas cosas ocurrían estando en la universidad. No tenían el mismo tiempo libre a cuando estaban en preparatoria; la vida comenzaba a tornarse en una llena de responsabilidades―. No te saltes comidas y estudia mucho para ser la mejor, ¿neh?
―Sí, lo haré. Gracias, Naruto.
―Te quiero.
―Bye.
Sakura cortó la llamada y él se quedó en silencio a pesar del ruido en la cafetería. El buen espíritu con el que llegó ahí se evaporó en menos de un chasquido. Sacó la cuchara de la envoltura y probó el pudín. Prefería por mucho las cosas saladas como el ramen instantáneo o la carne, pero creía que algo de azúcar le ayudaría a levantarle el ánimo.
Retomaría su rutina normal hasta mañana, estudiando en las primeras horas del día y trabajando medio turno en el centro de bateo de Yahiko. Éste le había permitido tomarse un día más para recuperar energías pues le tenía unas cuantas sorpresas; aquello solo le hizo reír nerviosamente al imaginar la enorme lista de pendientes que le esperaba. Pero imaginó que ver la cara bonita de Sakura le ayudaría a no deprimirse por la expectativa de mañana ni de todos los trabajos que tenía que entregar a sus demás profesores.
Jugó por un rato con su celular uno de los tantos juegos que había descargado. Una notificación de Instagram invadió la pantalla momentáneamente sacándolo de su concentración. Él maldijo por perder la partida, pero al leer de quién se trataba sintió curiosidad. No era que tuviera mucho que hacer por ese día.
Dio clic en su cuenta para ver las novedades; no era un fan de tomarse fotos o andar de metiche en los asuntos de otros, pero le gustaba ver las publicaciones de Sakura y etiquetarla en las fotos que él guardaba en su celular. Por lo general no le ponía mucha atención a las publicaciones que no fueran del anime, deportes, las promociones de Ichiraku Ramen o autos clásicos.
Era de Hinata. Alzó una ceja, curioso. Desconocía que la joven Hyuga tuviera una cuenta, se veía como la clase de chica quien no era activa en las redes sociales. Además no recordaba haberla agregado, o quizá sí. Rascó su cabeza, era pésimo para recordar las cosas que hizo hace mucho. Probablemente lo hizo y hasta ahora se daba cuenta de ello, después de todo su chica favorita era Sakura; no andaba viendo las publicaciones de otras chicas, era cien por ciento fiel a su novia.
Solamente echaría una miradita, no era ningún delito, incluso pensó que podría encontrar algo de Menma y ella. Dudaba si su hermano estaba en Instagram por ser el típico chico cliché que odia esas cosas, pero la aplicación era muy popular entre las mujeres, quizá en medio de un descuido Hinata pudo tomar un momento penoso de su hermanito y lo publicó.
Con esas ideas Naruto dio clic, encontrándose con la más reciente publicación de la joven. No era nada grandioso, simplemente una foto de algún escritorio en la Biblioteca Central con miles de libres a su alrededor y resaltadores en tonos pasteles. Eso le hizo sonreír, sí, imaginaba que a Hinata le gustaba esa clase de colores, además de que podía visualizarla como alguien dedicada al orden y limpieza de sus notas con bonita caligrafía.
Abajo ella escribió un "Primera parte terminada, ahora solo falta el examen. Suerte a todos". Ya llevaba unos cuantos likes, reconoció username de Kiba ―uno de los amigos de la chica― publicarle abajo que él necesitaba un milagro para pasar, luego Shino ―wow, ¿Shino también tenía Instagram?― posteaba el emoji del pulgar arriba.
Y después de un rato Sakura comentó también, con un corazón: "Gracias, Hinata-chan. Suerte también para ti".
Intentó no molestarse de que Sakura si tuviera el tiempo para responderle a Hinata en sus post en Instagram pero no pudiera contestarle sus mensajes personales.
Naruto frenó sus pensamientos. No, no, no. Sakura era amiga de Hinata y esas cosas eran comunes entre ellas, estaba seguro que igualmente la morena replicaba las publicaciones de la rosada a pesar de hallarse estudiando. Eran amigas después de todo. Checó más comentarios, sorprendiéndose de notar que casi todo el círculo de personas que conocía le comentaba. ¡¿Incluso Shisui-niichan?!
―¿Qué hace ese Casanova aquí? ―murmuró al pegarse más el teléfono y notar el emoji con guiño que el primo mayor de Sasuke posteó seguido de un Fighthing, Hinata-san!
Pensó seriamente en advertirle a Menma de cuidar bien a Hinata de ese Uchiha. Sin embargo el recuerdo de cómo él le dijo un Piérdete le hizo recordar que el bastardo que tenía como hermano era no merecía su amabilidad.
―Hmm, no aparece por ningún lado. Probablemente no esté en Instagram. Hasta el teme de Sasuke tiene ―mascullaba al buscar algún username que le hiciera pensar en automático en Menma, algo así como el caballero-de-la-noche o similar. Pero nada.
Ni siquiera en la lista de las personas a quien Hinata seguía aparecía.
Para entretenerse en lo que terminaba de devorar las fresas ―gastó en ellas una buena cantidad de dinero, no iba a desperdiciarlas― viajó hasta los post pasados de Hinata a ver si tenía suerte de encontrar a un Menma descuidado. Pero no. Hinata era muy tranquila en sus publicaciones, solo posteaba cosas de la escuela, algo de su familia y amigos, pero nada de Menma. Enarcó una ceja al no entender eso; se supone que estaban saliendo, ¿no deberían demostrarlo abiertamente? No obstante recordó la manera en la que descubrió que ese par salía; si no hubiera estado ahí en el preciso momento en el que Hinata actuaba tan amorosa con su hermano continuaría pensando que eran dos extraños. Quizá estaban saliendo en secreto, o algo así.
―No son mis asuntos pero quiero saber ―decía al pasar foto por foto.
Una en particular le hizo detenerse. Era Hinata sentada en el pasto, seguramente en un parque o un jardín, quien sabe. Llevaba un vestido blanco con un jersey lila que le cubría los hombros y unas zapatillas deportivas. Lo que le llamó la atención fue la gorra negra que llevaba en la cabeza con el logo de una banda de rock que él conocía bastante bien.
Se retiró el celular, pensativo. ¿Sus ojos estaban viendo bien? Probablemente era una coincidencia; sí, los gustos musicales de Sasuke era algo underworld pero no sería el único que tuviera en sus playlist ese tipo de artistas. Probablemente Hinata los escuchaba también, aunque ella no tuviera la pinta de ser fan de esos géneros.
Pero la gorra era igualita a la de Sasuke, la que le había visto un par de ocasiones en las incursiones o cuando iban a la playa ―por supuesto, llevándolo a rastras porque el Uchiha era conocido por ser un introvertido intolerante al contacto humano―. Se abofeteó mentalmente por el rumbo de sus pensamientos de que una posible cercanía entre Hinata y Sasuke sucediera bajo la mesa. No, claro que no. Hinata era demasiado dulce, la amargura de Sasuke la podría devorar en un instante. Era la clase de chico que la haría tener constantes pesadillas.
De hecho muy pocas chicas lograban acercarse a Sasuke después de descubrir su verdadera personalidad tan apática y cortante. Quienes lograban tolerar la oscuridad en la que a veces Sasuke se desenvolvía eran Sakura, Ino y Karin; el trío en algún momento formaron parte del séquito fiel del muchacho en sus días de secundaria y preparatoria, pero después de convivir más con el azabache descubrieron que éste no era el Príncipe Azul que andaban buscando. Eso a Naruto le gustaba llamar como el Golpe de Maduración que les sirvió a las tres.
Hinata era un Chihuahua al lado de Sasuke, no duraría ni dos minutos.
―Pero está saliendo con un tipo como Menma, y a veces Menma y Sasuke se parecen ―musitó al ponerse a pensar otra vez.
Checó de nuevo la foto, revisando más detalles que le confirmaran que se estaba montando una película dentro de su cabeza. Además Sasuke nunca le prestaría algo así a Hinata, no se conocían y el Uchiha no era así de confiado. Probablemente alguno de los amigos de Hinata, quizá Shino, le prestó una gorra extrañamente similar.
Sacudió la cabeza para espantar cualquier otra idea relacionada con su mejor amigo y la novia de su hermano.
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―Naruto, que tú tengas demasiado tiempo libre no significa que yo también lo tenga.
Shikamaru no dejaba de quejarse cuando vio al rubio encestar otra vez en la canasta. Éste apareció de improvisto en su facultad, llevándoselo a las canchas de atrás para jugar un rato. Él se negó varias veces pero lidiar con el entusiasmo del Uzumaki ―quien a veces daba la impresión de tener la misma energía a desbordar que un labrador― era problemático y se dejó guiar en silencio, resignándose.
Shikamaru estaba rodeado de rubios escandalosos; en su próxima vida se encargaría de no entablar amistad con ningún rubio.
―Vamos, Shikamaru, solo un par de rondas ―decía Naruto al jugar con el balón con gran talento―. Te daré la oportunidad de igualar mi puntuación.
―Tienes demasiada fe en mí ―bufó el estudiante de Derecho―. Acabo de salir de una clase increíblemente problemática, mi cerebro no da para más. Ten compasión y dejemos esto para otro momento. O practiquemos mejor un pasatiempo menos exigente: cómo admirar el cielo.
―Shikamaru, no seas así ―Naruto se quejó en cuanto vio al Nara echarse a la cancha, usando su mochila como almohada para colocar la cabeza y mirar hacia el crepúsculo que ya adornaba los cielos.
Bufó.
―Eres tan aburrido ―le dijo, acompañándole también y abrazando el balón al pecho.
―Y tú un rubio problemático ―contestó Shikamaru con los ojos cerrados―. Soy un tipo normal con una pequeña cantidad de energía, no me culpes por no seguirte el ritmo.
―Eso te pasa por andar siempre fumando ―señaló Naruto el mal hábito de su amigo.
―Buen punto ―concordó a pesar de que eso no le ayudaría mucho a dejarlo―. Aun así tienes demasiada energía. Estoy seguro que en tu vida pasada fuiste un perro o algo similar.
―¿Gracias?
Los dos se quedaron callados poco tiempo porque Naruto no soportaba tanto silencio. Necesitaba hablar y sacarse todas las ideas de la cabeza relacionadas no solo con Sakura y su desapego hacia él, sino también lo que vio en las fotos de Hinata. Intentó despejarse escuchando música a todo volumen, incluso yendo a la tienda de manga cerca del campus, pero nada.
―¿Y bien? ¿Qué te preocupa?
―¿Uh? ―se sintió atrapado por la aguda percepción del chico con coleta.
―De algo quieres hablar conmigo. No suelo encabezar tu lista de amistades para que me pidas venir a jugar contigo, ese usualmente es Sasuke.
―Vamos, Shikamaru, también eres uno de mis mejores amigos.
―Sí, pero Sasuke ocupa un lugar especial en tu corazón.
―¡¿Y por qué lo dices así?! ¡Lo haces sonar raro!
Shikamaru soltó una risa por lo divertido que era a Naruto tomarle del pelo.
―Anda, dime. Sé que mueres por contármelo. Nunca te guardas las cosas.
Naruto dejó ir al balón y se giró de costado para ver mejor el perfil de Shikamaru. A veces envidiaba la tranquilidad del tipo; tenía la apariencia de un flojo sin remedio pero era un genio con la misma capacidad que Sasuke, por algo estaba estudiando leyes.
―Uhm, me enteré de algo.
―¿Ah sí? ―preguntó Shikamaru con los parpados cerrados, disfrutando de la brisa colarse en su cara―. ¿Y fue así de sorprendente para dejarte así?
―Eh, algo… ―recordó a Menma e Hinata. Sí, primero iniciaría con ellos. Seguramente eso ayudaría a que Shikamaru le confirmara que estaba pensando demasiado las cosas―. Ehm, ¿cómo lo digo…? ―rascó su cabello buscando las palabras―. Menma y Hinata están saliendo.
―Vaya ―Shikamaru abrió los ojos ante la confesión―, eso sí es una sorpresa.
―¡¿Verdad que sí?!
Si hasta Shikamaru se sorprendía, su reacción no fue del todo incorrecta.
―Bueno, es sorprendente pero no imposible ―siguió Shikamaru después de escuchar los ruidos de sorpresa de Naruto como si volviera a revivir el momento―. Ya había notado la manera en la que él la veía.
―¿Eh? ―preguntó confundido, observando a Shikamaru como si hubiera dicho algo inverosímil―. ¿Quién a quién?
―Menma a Hinata.
―¿Lo notaste?
Shikamaru soltó un bostezo. Tenía talento para apreciar cosas que otros ignoraban, pero le gustaría aplicar ese detalle en otros asuntos que no fueran las relaciones personales de sus amigos o conocidos.
―Sí, en un par de ocasiones ―miró al Uzumaki―. Pero tal como tú nunca imaginé que terminarían juntos. Pensé que Menma solo tenía una especie de atracción hacia Hinata ―confesó sus pensamientos.
―¿Así de obvio fue Menma? ―preguntó un tanto sorprendido de que su hermano gemelo fuera leído por Shikamaru con tanta facilidad; a él le costaba hallarle el modo de comprenderlo, solo conocía las señales de cuando él quería ahorcarlo, siendo aquel el momento de huir.
―Actuaba de la misma manera que varios chicos que andaba detrás de Hinata.
―¿Chicos…? ―no sabía que la Hyuga fuera popular, es decir, era linda, hasta tierna, pero no su tipo.
―Es algo popular, aunque ella lo ignora ―el Nara rio un poco―. Eso, sin duda, alivia a Kiba y a Shino, no quiero imaginar con lo que tendrían que lidiar por proteger a su amiga de tanta confesión o invitaciones a citas. Pero debo admitirlo, no esperaba que Menma fuera a actuar en serio. Ya sabes, su historial no le hace ver como un chico que quiera una relación de ese tipo. Con citas, mensajes y esas cosas cursis.
―Sí, en eso tienes razón ―concordó con Shikamaru.
Ver a Menma apoyarse en el hombro de Hinata, arrullado por él confirmaba que quizá la relación con la dueña de orbes aperlados iba un poco en serio.
No fuera que le disgustara, hasta creía a que su madre le daría mucha felicidad conocer a una novia oficial de Menma. Después de todo Kushina Uzumaki ya había tenido en su hogar a Sakura y la conocía, incluso le había dado palmadas en su espalda, orgullosa de que su hijo mayor hubiera conseguido a una hermosa chica.
―Pero dudo de que descubrir la relación de tu hermano e Hinata sea todo. ¿Qué más traes en esa cabeza hueca?
Naruto prefirió no añadir más, guardándose sus bizarras sospechas para otro momento. Probablemente si le contaba a Shikamaru éste diría que le estaba dando demasiadas vueltas al asunto, o que debería volver escritor como su padrino Jiraiya.
―¿Cómo que cabeza hueca? ―Naruto se dio un golpecito en su sien―. Déjame recordarte que logré entrar a la universidad, y no a cualquiera, sino a la de Tokio. Deberías darme más méritos y no tratarme como un idiota, Shikamaru.
―Hai, hai. Acepte mis disculpas, oh Grandísimo Genio del Siglo…
―Oi, tampoco tienes que ser así. ¡Sé cuando alguien usa el sarcasmo! ¡Viví con Menma toda una vida y Sasuke-teme es mi amigo! Prácticamente eso me convierte en un experto…
―Ajá, bien por ti ―Shikamaru se enderezó, tallándose los ojos por la ligera siesta que comenzaba arrullarlo―. Creo que esto ha sido todo por hoy. Asegúrate de sacar cita en tu próxima sesión, soy un hombre ocupado con compromisos.
―¿Compromisos? ―Naruto se levantó al igual que Shikamaru, pero éste ya había comenzado a caminar lejos de él―. Tú no tienes compromisos salvo dormir y andar en la vagancia. Hey, ¡no huyas! ¡Aun no termino contigo!
―Mi reloj dice otra cosa ―se despidió Shikamaru al alzar la mano y no hacer caso a los llamados de Naruto desde la distancia.
―¡Shikamaru! ¡Oi, Cabeza de Piña...!
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Llegó a casa cuando la oscuridad tomó su turno, dejando al crepúsculo atrás. Metió la llave y de inmediato se sacó el calzado para arrastrarse hacia el pasillo y dejarse caer en el sofá. No era nuevo ni elegante pero era cómodo y en esos momentos era suficiente para darle un mini descanso.
―Tadaima…
―Oh, bienvenido, Naruto-kun.
Él se levantó como bólido al escuchar esa vocecilla llamarle. Voleando a todos lados en búsqueda de la presencia de la chica, halló a Hinata parada debajo del arco que dividía la cocina de la salita, usando un delantal.
―¿H-Hinata? ―tartamudeó al no esperar la visita de la chica al departamento.
Ella lo notó y de inmediato puso una mueca de pena.
―Lo siento, no quise asustarte ni incomodarte ―se disculpó.
―Ah, no, está bien… Uh, es solo que… ―rio, llevándose una mano al pecho―. Eres demasiado silenciosa, si no hablas estoy seguro que no me hubiera dado cuenta que estabas ahí.
Hinata sonrió tímidamente.
―Perdón por eso ―se excusó―. En casa hay mucho silencio y buscamos no importunar a nadie, supongo que me he acostumbrado tanto a ello. Menma-kun no deja de mencionar que tengo pies de fantasma ―soltó una risilla que ocultó detrás de su mano, un gesto elegante que iba acorde a la apariencia de Hinata―. Lamento asustarte, Naruto-kun, no era mi intención.
―No hay problema ―amplió la sonrisa y pudo sentir que no era forzada―. Uh… ―luego observó a todos lados a su hermano.
Hinata lo notó.
―Menma-kun está tomando una ducha.
―Ya ―respondió al hallar lógica en la respuesta de la chica―. Entiendo. Ehm, entonces me retiro a mi cuarto, no quiero molestarlos.
―No molestas ―aclaró Hinata.
―Bueno, Menma no piensa lo mismo. Digo, lo entiendo, a mí también me gusta pasar tiempo a solas con Sakura, imagino que contigo ha de ser lo mismo.
―C-Creo que sí ―notó que las mejillas de ella se sonrojaron, no supo si por lo que él dijo o por la mención de Menma. Quién sabe―. Ahm, vine solo a dejar algo de comida preparada para los dos.
―¿Eh? ¿A mí también? ―se señaló sin esperarse eso.
―Uhm ―respondió Hinata con normalidad, como si no existiera nada malo en ello―. Ah, perdón, ¿debí preguntarte primero?
―No, no ―negó, hasta usó las manos para dar mayor énfasis―. No es eso, es solo que… Ah, ¿Menma está de acuerdo con eso?
Hinata soltó otra risita.
―Haces sonar como si Menma-kun me limitara a hacer cosas, Naruto-kun.
―No quise decir eso ―era bastante común que no se diera a explicar bien y que muchos lo malentendieran―. Me refiero a que, bueno, ¿no le molesta que tú también me prepares comida? Digo, has venido por él…
―No me molesta dejarte algo para ti también ―respondió Hinata sin hallar ningún problema en sus acciones―. Procuro siempre comprar de más ―otra sonrisa dulce de parte de ella que a Naruto le hizo sonrojarse levemente―. Además la comida sabe mejor cuando la compartes.
―Sí, c-creo que sí. Uhm, gracias, Hinata. Por tomarte las molestias.
―Uhm, no es nada, Naruto-kun.
La Hyuga marcó el final de la conversación cuando regresó a sus tareas en la cocina. Eso Naruto lo interpretó como la señal para marcharse, pero sus pies no querían moverse. Tuvo que obligarse a ir a su cuarto como había dicho al principio, pasando por el corredor que conducía a éste.
La puerta del baño se abrió y Menma salió. Las miradas de los dos se conectaron y en automático el ceño del menor se frunció en cuanto lo vio.
―¿No ibas a pasar el día con el Gorila Rosado? ―preguntó.
Naruto hizo un mohín con la boca.
―Te he dicho que no llames a Sakura así.
Menma chasqueó la lengua sin importarle que el Uzumaki mayor le regañara, pasando cerca de él con dirección a la cocina, secándose todavía el cabello.
―Oye, Menma…
―¿Qué? ―por el tono de voz que su gemelo usaba Naruto supo que no le agradaba que estuviera ahí, pero ni modo, ambos vivían ahí y se tenían que soportar. Había sido la condición para que se independizaran de sus padres.
―Ahm… ―otra vez se rascó la nuca, Menma reconoció ese gesto de incomodidad, era el mismo que su padre hacía cuando su madre lo ponía nervioso―. ¿Hinata vendrá seguido al departamento…?
―¿Tienes un problema con ello? ―contraatacó con otra pregunta antes de que Naruto siquiera terminara.
Él negó.
―No, claro que no. Hinata es bienvenida. Es solo que… Uhm ―recordó la regla que ambos impusieron sobre no llevar a mujeres al departamento, y en caso de necesitar pasar la noche con alguna, lo harían en un motel, no ahí. Ninguno de los dos se sentiría cómodo de escuchar los asuntos privados del otro; las paredes eran demasiado delgadas―. Ya sabes, sueles enojarte cuando Sakura viene y…
―Eso es porque la última vez que vino los escuché teniendo sexo hasta las tres de la mañana.
Naruto se sonrojó violentamente por la acusación tan directa. Boqueó en un intento por defenderse pero solo salieron balbuceos incomprensibles. Menma ni siquiera se inmutó.
―Sí, estuve ahí. Creo que los dos quedaron demasiado borrachos como para cerciorarse de que yo seguía en mi cuarto ―otra mirada fulminante hacia Naruto para hacerle saber que aún seguía furioso por eso―. Gracias por el trauma.
―¡O-Oi!
Sus llamados no lograron alcanzar a Menma pues éste decidió ignorarlo después de lanzar aquella bomba que lo dejó mudo. Prefirió aguantarse la vergüenza y entrar al baño, llevándose un poco de agua helada a sus calientes mejillas y bajar el bochorno. Oh mierda. Si Sakura llegaba a enterarse que Menma los escuchó ésta seguramente iba a matarlo.
―Espero que no abra la boca por nada del mundo ―se secó la cara con la toalla, viéndose el espejo. El aroma a shampoo aún seguía presente en el baño así como el vapor aglomerarse en el techo. Ese Menma y sus duchas calientes, ¡a ese paso se quemaría la piel! ¿Quién se creía? ¿Un Targaryen?―. Nah, es Menma, no creo que lo haga ―pero la duda lo invadió; si era para hundirlo y verle en desgracia sería capaz de hacerlo―. Debo asegurarme de no hacerlo enojar…
Al momento de colgar la toalla Naruto se dio cuenta que la bolsa del bote para la basura necesitaba ser cambiada. Bufó. Era su turno, por eso Menma no la había limpiado; con tal de obligarle a hacer la parte de sus quehaceres, Menma estaba dispuesto a luchar contra su manía de orden e higiene. Ese hermano suyo sí que era rencoroso.
Sacó la bolsa, cerrándola con el cierra fácil cuando descubrió algo que le hizo detenerse abruptamente. No gustaba andar indagando en la basura, pero esta vez se quedó quieto observando los tres empaques vacíos de condones.
―Ellos ―dijo lentamente la idea que llegaba a su cabeza, tratando de que miles de escenas no aptas para menores se reprodujeran en su mente―. ¿Ellos lo hicieron aquí? ―las mejillas de Naruto volvieron a colorearse―. ¡¿En el departamento?! Y no una… ¡¿Tres veces?! ―eso último lo terminó gritando.
No fue de extrañar que desde afuera Menma le ordenara callarse.
