La noticia del embarazo de Shuri no solo significó el fin de una guerra que hubiese causado muchas muertes, pero también la posibilidad de que ambos reinos pudiesen llegar a un pacto de paz. Pero eso no ocurriría de la noche a la mañana, pues la tensión entre Talokanil y los Wakandianos era bastante palpable, sobretodo, en aquella mujer que (Sin tener esa intención) había provocado ese enfrentamiento. Los meses transcurrieron, y el vientre de la joven crecía, siendo monitoreado constantemente por los mejores médicos de Wakanda. Y para evitar cualquier tipo de inconveniente, había acordado encontrarse con Namor fuera de los límites de su país. Cada encuentro entre los futuros padres estaba lleno de mimos, regalos tanto para Shuri como para su hijo, ¿Acaso dije hijo? Me equivoqué, pues hacía poco se enteraron que tendrían 2 bebes, gemelos para ser más específicos; el género decidieron dejarlo como una sorpresa hasta la hora del parto

Días antes de la posible fecha de dar a luz, Shuri tomó una decisión que sorprendería a todos, tendría a sus bebes en Talokan. Deseaba saber si sus bebes tendrían las mismas capacidades que Namor. Así que un día, cuando el Sol ya había salido, se dirigió hasta las orillas del mar, llevando consigo algunas maletas que contenían todo lo que podría necesitar para el momento -¿Estas segura de que no quieres que te acompañe, Shuri?-

-Nakia, mejor que nadie sabes que eso no sería una buena idea, además, mi sobrino te necesita y no tenemos la certeza de cuando nacerían. Podrían ser mañana, en 2 días, o incluso en una semana-

-Lo sé-

De entre las aguas, surgió la figura del moreno, quién sonrió de lado a lado apenas miro a la futura madre de sus hijos. Fue recibido con un pequeño beso en los labios y un leve movimiento que provenía de su vientre. Pero la alegría se esfumó cuando diviso a Nakia, mostrándose serio ante su presencia. Shuri logró calmarlo acariciando su mejilla, llamando así su atención -¿Estas lista, princesa?-

-Tengo todo preparado- respondió con una sonrisa mientras señalaba las maletas, era una suerte que las hubiera fabricado para ser a prueba de agua. Sus hombres la ayudaron, tomando cada una de las maletas (No sin antes dirigirle una severa mirada a Nakia) –Ya es hora de retirarme-

-Estaremos esperando su regreso, princesa-. Se despidió de la joven haciendo su clásico saludo, Namor coloco la mascarilla en su rostro y ambos entraron al mar. El contacto con el agua parecía tener una especie de conexión con los bebes, pues estos comenzaron a moverse mientras el cuerpo de su madre descendía hasta que llegaron a Talokan. Fue recibida entre vitoreo y algunos regalos dados a Shuri, finalmente llegaron hasta su casa; el lugar ya estaba arreglado para la llegada de sus bebés, incluso Namor había mandado a hacer un par de cestas para que estas funcionaran como cunas

-Vamos, princesa, usted y nuestros pequeños deben descansar-

-Estoy bien, Namor, aunque no te negaré algo de comer. Se supone que la frase es "Comer por 2", pero tus genes hicieron que deba hacerlo por 3-

-Sera un placer, esperen aquí- susurró mientras la ayudaba a sentarse en una silla, besó su vientre antes de salir. Aunque todo fuera oscuro, iluminado por una que otra lámpara, a Shuri le encantaba ese aire de tranquilidad y silencio, solamente roto por el sonido de las gotas de agua que caían del techo y chocaban contra las rocas. El embarazo le drenaba sus energías, sumado a la comodidad de la silla, cayó dormida en pocos minutos; despertándose cuando olió los alimentos acercándose -¿No preferirías dormir un poco antes de comer, princesa?-

-Tengo más hambre que sueño-. Para evitar que se levantara de la silla, el moreno le acercó una mesa, y sobre esta colocó la bandeja con sus alimentos –Me gustan las cunas que hiciste para nuestros bebés-

-Deberías ver toda la ropa que las mujeres han hecho, y las apuestas sobre el género han aumentado- respondió con una sonrisa, mientras se llevaba a la boca un poco de pescado

-Aun no me has dicho que te gustaría que fueran. Y ni se te ocurra decir la típica frase "Mientras venga sano, el género no importa". En el fondo desearías que fueran niños o niñas-

-Correré el riesgo de que me llames machista, princesa, pero me encantarían si tuviéramos un par de príncipes-

-Bueno, creo que mi apuesta correrá por el hecho de que serán niñas. Y lo lamento, querido, pero los instintos de una madre jamás fallan, y ahora lo sé-

-Si llegamos a tener niñas, serán igual de hermosas e inteligentes que su madre-. Aquel comentario provocó un leve sonrojo en la joven, vaya que aún le causaba reacción esas palabras cursis

-Tampoco descartemos que pueden ser tan fuertes como tú, imagina que alguno de los bebes saque tus alas, jamás podría frenar sus travesuras-

Los días que Shuri se hospedo en las profundidades, jamás las pasó sola, siempre era visitada por alguno de los habitantes; y Namor rara vez se apartaba de su lado. Tanta fue la tranquilidad que la joven llego a pensar que su tiempo de embarazo podría ser más largo debido a los genes de Namor, pero fue en una noche que todo eso cambio…

-¿Qué sucede?- pregunto Namor al sentir como Shuri se sentaba en la cama por tercera vez esa noche, acariciando varias veces su vientre

-L-Los bebés… Se mueven mucho-

-Tal vez intentan acomodarse-

-Tienes razón-. Respiro un par de veces, y nuevamente se recostó; sonrió al sentir como el padre la abrazaba por la espalda, acariciando su abultado estómago, aquello la hacía sentirse relajada. Y sabía que sus bebes también les gustaba esa sensación. Logro conciliar el sueño de nuevo, pero no pasó mucho tiempo cuando volvió a sentir un dolor agudo –N-Namor… C-Creo que ya es hora-

-¿Estas segura?-

La sensación de humedad recorrió las sabanas -¿E-Eso responde tu pregunta?-

Rápidamente, pero con el mayor cuidado posible, la tomó en sus brazos, dirigiéndose hacia otra zona de la cueva. Se trataba de una especie de sanatorio, había un par de personas, algunas dormidas; pero al verlo entrar, se despertaron inmediatamente. Con Shuri en sus brazos, sabían de qué se trataba la emergencia. Llenaron una tina con agua tibia, y despojaron a la joven de sus prendas inferiores antes de introducirla en el líquido -¿Cómo te sientes, princesa?-

-P-Podría darte una patada en la entrepierna y no sería ni la décima parte de lo que estoy sintiendo-

Con cada contracción que se aproximaba, Shuri apretaba la mano de Namor en un intento de apaciguar los calambres que la recorrían. Cada cierto tiempo era revisada para saber si ya estaba preparada, pero eso no ocurrió hasta un par de horas después –Muy bien, princesa, ya ha dilatado lo suficiente. Necesito que comienza a empujar-

-M-Madre... Hermano… D-Denme fuerzas- pensó antes de tomar una gran bocanada de aire, inicio a pujar, Namor solo podía darle su apoyo permitiéndole que entre cada empuje apretara su mano con todas sus fuerzas mientras besaba su frente. Los minutos pasaron, el dolor que ella sentía era como si sus caderas se estuvieran rompiendo en 2, pero no se rendía, sabía que todo ese sufrimiento traería una recompensa invaluable. Y lo escuchó. Un leve burbujeo, seguido del sonido de las aguas moverse antes de finalmente escuchar un agudo llanto; soltó un suspiro de alivio, levantando la cabeza lo suficiente para presenciar a su bebe, quien se retorcía en los brazos de la curandera

-Es una niña, majestad-

-N-Niña- susurro con una sonrisa, había heredado la gran parte de sus rasgos, como su color de piel y cabellos, pero sus ojos eran peculiares, de un tono dorado, muy similar al de la pantera. La tranquilidad duro poco, pues de nuevo el dolor la invadió

-Aún falta otro bebe, majestad-

-N-No puedo…-

-Solo un esfuerzo más, Shuri, pronto terminara-

Tal vez era el cansancio, o pronto perdería la conciencia, pero la joven juraría haber tenido enfrente a su madre y su hermano. Ambos le sonreían mientras acariciaban la cabeza de su primogénita, a pesar de que no escucho su voz, pudo leer los labios de la reina fallecida. "Puedes hacerlo". Respiro profundamente, apretó tanto la mano de Namor que juraría romper sus dedos, podía sentir como algo salía de su cuerpo, el final ya estaba cerca. De nuevo escucho un burbujeo, y otro llanto, ya no tenía fuerzas para mirar hacia la partera –Es otra niña. Son gemelas, majestad-

Pero no hubo respuesta por parte de la ahora mama, se había quedado dormida por el cansancio. Con cuidado, limpiaron y vistieron a las bebes, les pusieron un mameluco traído por Shuri, y las arroparon con cobijas tejidas por las mujeres de Talokan. Los recostaron en sus cestas, y a Shuri en la cama de su rey; pasada casi una hora, comenzó a moverse, tallando un poco sus ojos con su mano -¿N-Namor?-

-Princesa…- susurro mientras besaba su frente, provocando una sonrisa en la joven –Tuvimos gemelas, son tan hermosas como tú-

-¿D-Donde están?-

-Espera aquí-. Dirigiéndose hacia el otro lado de la habitación, cargo en sus brazos a sus hijas; regreso a la cama y se sentó a un lado, mostrándoselas. Para Shuri todo desapareció, su atención solo se centró en esas pequeñas que habían estado dentro de su cuerpo por casi 9 meses. Aquellas bebes que antes pateaban su vientre, ahora podía mirarlas, tomarlas en sus brazos, darles todo el amor que sentía estando embarazada, incluso más. Namor se las entrego cuidadosamente, ambas se removieron un poco ante el movimiento, abriendo los ojos poco a poco. Los ámbares la miraron fijamente, le dirigieron una sonrisa, ellas sabían perfectamente quien era la mujer que ahora las cargaba –No hemos pensado en un nombre para ellas-

-Yo sí. Pensé que una podría llevar un nombre originario de mi mundo, y la otra bebe, del tuyo-

-Es una magnífica idea, princesa-

Primero miró a la bebe que tenía en su brazo derecho –Ella tendrá tu origen, será Dayami-. Después miro a la pequeña de su brazo izquierdo –Y ella será Nayah-

-Nayah y Dayami… Me gustan-

Y como si estuvieran conectadas, ambas bebes comenzaron a llorar, clamando por la primera comida. Con ayuda de Namor, Shuri logro descubrir su pecho y las acerco, dejando que ellas hicieran el resto. ¿Dolió? Un poco, pero la sensación era indescriptible, como se si estuviera formando un lazo indestructible entre ellas y su madre. Una vez que terminaron de comer, cada uno de encargo de sacarle el aire –Son tan lindas… ¿Crees que tengan tu habilidad de respirar en el agua sin la mascarilla?-

-La partera dijo que, al nacer, tenían la piel azul. Y al secarlas con la toalla, su piel se tornó del mismo color que la tuya-

-Lo contrario a los Talokanil. Solo esperemos a ver si también pueden respirar bajo el agua-

-Lo sé. Shuri…-

-¿Debes presentarlas a tu pueblo, cierto?-. Namor asintió, con una leve sonrisa -¿Es necesario que bajen hasta la ciudad? Podría ser peligroso para ellas-

-Lo sé, por eso ellos irán al arrecife, así podrás estar con nosotros en ese momento-

-¿En verdad quieres que esté contigo?-

-Por supuesto, eres la madre de mis hijas, debes estar en un momento tan especial-. Aquella respuesta sacó una sonrisa en la joven, los regalos para sus niñas y la consideración de Namor le hizo ver que las heridas causadas por la guerra poco a poco estaban siendo curadas. En cierto modo, lo dicho por Riri era verdad, una alianza parecido al matrimonio era capaz de resolver los conflictos entre 2 reinos. Prueba de ello eran sus pequeñas

Con ayuda del moreno, se vistió con uno de los vestidos hechos en ese mundo, lo adorno con algunas de las joyas aun guardadas por Namor, incluyendo la pulsera de su madre. Cada uno salió con una bebe en brazos, al llegar al arrecife, todos ya estaban ahí en su espera. Las niñas estaban cubiertas hasta el rostro, por lo que la duda sobre como lucirían estaba carcomiendo a los presentes. Para el evento, Shuri llevaba una mascarilla en el rostro, pero se lograba apreciar la sonrisa de orgullo de por fin mostrar a sus pequeñas. Finalmente, Namor descubrió a las pequeñas, y ambos las alzaron en alto, permitiéndoles verlas. Así como en el parto, las gemelas demostraron cambiar de color en el agua, tornándose de color celeste, todo lo contrario a lo que a ellos les sucedía. Pero eso no impidió ser amadas por los Talokanil, quienes aplaudieron y gritaron por la emoción de finalmente conocer a sus princesas –Pueblo de Talokan, les presento a mis hijas, Nayah y Dayami. Princesas de Wakanda y princesas de Talokan- anuncio Shuri, provocando aún más vitoreo

La fiesta se celebró en grande, la situación lo ameritaba. Transcurrieron algunas semanas, era el momento para Shuri de presentarlas a su pueblo; y aunque al principio se mostraba reacio a la idea, Namor la acompañaría, tal y como ella lo hizo. Al salir de las aguas, Nakia las esperaba –P-Princesa- murmuró sorprendida al ver como las bebes, al salir, cambiaban su tono de piel del mismo color que su madre

-¿Ya están todos reunidos, Nakia?-

-Sí, princesa. Namor-. Lo saludó del modo Wakandiano, a lo que el rey atino a hacer un leve asentimiento. Tomo en sus brazos a Shuri, dirigiéndose hacia el palacio; a pesar de que ahora el trono le pertenecía a M'Baku, siempre seria bien recibida. El acto se llevó a cabo del mismo modo que en el reino acuático, y la reacción ante las pequeñas fue igual que en los Talokanil

-¿Puedo preguntar el motivo porque no tomo el trono, princesa?- pregunto Namor, mirando junto a Shuri como las gemelas dormían apaciblemente

-El trono jamás fue para mí, sé que está en buenas manos. Ahora solo quiero estar con nuestras hijas, pero eso no implicara dejar a mi pueblo-

-El trono de Wakanda no fue tuyo, ¿Aceptarías el de Talokan?-. Aquella pregunta fue demasiado extraña para Shuri, quien miro hacia el rey. En sus manos reposaba un hermoso anillo plateado, el cuerpo tenia tallado varias imágenes (Seguramente símbolos de la antigua cultura maya), lo adornaba un ópalo azul. La joven sintió como la respiración se cortaba ante la acción -¿Aceptarías compartir nuestras vidas y convertirte en mi reina?-

-Namor… Si, si quiero- respondió con una sonrisa, mientras extendía su mano, permitiendo que el anillo se amoldara perfectamente en su dedo anular

La ceremonia se llevó a cabo en las orillas del mar, una clara representación de la unión entre los gobernantes de ambos mundos, incluso Riri fue una de las invitadas. No perdió la oportunidad de echarle en cara a Shuri que sus palabras tenían razón. Talokanil y Wakandianos fueron testigos de sus votos, y posterior beso que sellaba su unión. Y aunque Shuri eligió el reino acuático como su hogar, de vez en cuando, ella y sus niñas salían a la superficie para visitar su anterior casa. Su mayor deseo era que las pequeñas crecieran con lo mejor de ambos mundos, convirtiéndolas así (Sin saberlo) en futuras prospectos para los Vengadores