Adrien se encontraba desconcertado y un tanto perturbado por la visión de sí mismo como Chat Noir con cabello verde. Era una imagen extraña y totalmente fuera de lo común. Sin embargo, antes de que pudiera procesar lo sucedido, su atención fue captada por una figura que se acercaba a él con una sonrisa que parecía más bien perversa. Ella estaba entrando al callejón.

Era Marinette, pero no la Marinette dulce y encantadora que conocía. Esta versión alternativa, con una mirada enigmática en sus ojos y una sonrisa llena de malicia, se acercaba a él lentamente. Adrien no pudo evitar sentir una mezcla de intriga y cautela ante esta nueva faceta de su novia.

Mientras Marinette se acercaba, su sonrisa perversa se intensificaba, como si supiera algo que él no. Adrien se preguntaba qué había causado este cambio en ella, qué había desencadenado esta versión más oscura y enigmática de Marinette.

A medida que se encontraban cara a cara, Adrien intentó mantener la calma, aunque su corazón latía desbocado. "Marinette, ¿qué te ha pasado?", preguntó con una mezcla de curiosidad y preocupación. Estaba ansioso por saber qué había llevado a su novia a adoptar esta actitud tan diferente.

La sonrisa en el rostro de la chica se hizo más amplia.

"Vaya, así que tú eres mi noviecito." Ella soltó una risa.

Adrien se sintió desconcertado por la respuesta de Marinette, pero no pudo evitar sentir una extraña atracción hacia su nueva actitud desafiante.

"Marinette, esto no parece ser tú", dijo Adrien con cautela, tratando de comprender lo que estaba sucediendo. "¿Qué te ha sucedido? ¿Por qué estás actuando de esta manera?"

Ella se acercó más a él, y puso sus manos en su cintura. "Sucede, querido principito, que por suerte no soy tu princesa." Luego ella lo escaneó por un momento de pies a cabeza.

La chica emo se lamió los labios seductoramente, él no pudo evitar clavar su mirada en aquellos labios hermosos. "Ciertamente, puedes ser mi príncipe por un día."

Adrien sintió su rostro calentarse, y empezó a sentir deseos intensos de besarla. Ella no era su Marinette, seguramente era de otro universo. Eso estaba claro. Sin embargo, había algo tan Marinette en ella, incluso detrás de toda esa fachada de chica rota.

Ella se acercó más a él. Lo acorraló contra la pared de aquel callejón vacío.

Adrien se sintió atrapado entre la pared y Marinette, su corazón latiendo rápidamente en su pecho. Aunque su mente le decía que esto no era lo correcto, su cuerpo respondía de manera diferente, deseando la cercanía y la excitación que ella le ofrecía. Pero también sabía que no podía dejarse llevar por impulsos sin pensar en las consecuencias.

"M-Marinette, esto es demasiado inusual", balbuceó Adrien, tratando de mantener la compostura. "Tienes que pensar antes de acercarte así a mí, estoy saliendo con mi Marinette."

Marinette se rio suavemente, acariciando el rostro de Adrien con sus dedos. "Oh, Adrien, mi dulce principito, sé que esto es complicado, pero también sé que hay algo especial entre nosotros", susurró seductoramente. "Puedes ser fiel a tu Marinette, pero ¿Por qué no me permites enseñarte algo? Sé que tu Marinette me lo agradecerá."

Adrien se apartó suavemente de la caricia de Marinette, sintiendo una mezcla de confusión y excitación. Su mente luchaba por mantenerse enfocada en su relación con su Marinette, pero su cuerpo le pedía que se dejara llevar por la tentación que se presentaba frente a él.

"Marinette, entiende que esto es difícil para mí", respondió Adrien con voz entrecortada. "Valoro mi relación con mi Marinette y no quiero hacerle daño. No puedo permitir..." Ella lo silenció con un beso, el rubio cerró los ojos por instinto.

Los labios de la chica eran suaves, tan parecidos a los de su novia pero tan diferentes. Adrien se sintió abrumado por la sensación de los labios de Marinette contra los suyos, el roce suave pero firme de su lengua explorando su boca.

Él no pudo evitar la sensación de placer que le brindó ese contacto, Marinette y él nunca se habían besado así. La Marinette que lo estaba besando parecía querer devorarlo.

Adrien se dejó llevar por el beso, permitiendo que la intensidad del momento lo consumiera por completo. A medida que los labios de Marinette exploraban su boca con pasión, Adrien podía sentir cómo su deseo se desataba y se mezclaba con una mezcla de culpa y excitación.

Él se apartó del beso, respirando con dificultad. Nunca había tenido tanto contacto con nadie, ni siquiera con su novia. Todo era muy confuso.

Adrien se apartó suavemente de la caricia de Marinette, sintiendo una mezcla de confusión y excitación. Su mente luchaba por mantenerse enfocada en su relación con su Marinette, pero su cuerpo le pedía que se dejara llevar por la tentación que se presentaba frente a él.

Adrien se preguntaba a sí mismo por qué su cuerpo sentía como que ella sí era su novia, incluso siendo ella de otro universo. La conexión que tenía con Marinette, aunque fuera de otro mundo, era innegable. Sentía una atracción y una intimidad que no había experimentado con nadie más.

La chica tenía los labios hinchados, las pupilas dilatadas, casi cubriendo por completo el azul de sus ojos.

"Mi príncipe. Entiendo perfectamente por qué te elegí como mi juguete. Eres perfecto." Ella volvió a besarlo, Adrien se sentía algo alarmado por las palabras de la chica, pero sus besos eran tan buenos que dejó que ella hiciera lo que quisiera con él.

Ella comenzó a meter su mano bajo la camiseta del chico.

Adrien se sentía abrumado por la intensidad de la situación. Aunque estaba disfrutando de los besos y las caricias de la chica, las palabras que había pronunciado le hicieron sentir un ligero escalofrío. Su Marinette nunca diría algo así sobre él, de hecho lo instaba a valorarse incluso más allá de de por su aspecto físico.

Ella empezó a desnudarlo, en ese callejón desolado. Ella simplemente se bajo el pantalón.

A medida que la chica bajaba su pantalón, Adrien se detuvo un instante, su mente llena de conflicto. Las sensaciones que experimentaba eran intensas, pero también estaba consciente de que esto no era lo correcto, no para él ni para su relación con Marinette. Sabía que debía escuchar a su conciencia y tomar una decisión.

"Espera", dijo Adrien en un tono resuelto, deteniendo los movimientos de la chica. "Esto no está bien. Necesito que paremos."

La chica lo miró con sorpresa, evidentemente confundida por su cambio de actitud. Adrien se tomó un momento para recobrar el aliento y explicar sus sentimientos.

"No puedo seguir adelante con esto", continuó Adrien, su voz firme pero compasiva. "Tienes que entender que tengo una relación con alguien más, alguien a quien amo y respeto profundamente. No puedo traicionar esa confianza ni a mí mismo."

"Es muy tarde, debiste haber pensado en eso antes de provocarme. Ahora siéntate aquí."

Adrien se sobresaltó ante el tono de voz firme y dominante de la chica. No pudo evitarlo, había algo simplemente sexy en que ella le diera órdenes. Él colocó su chaqueta blanca en el piso, y luego se sentó en ella, algo humillado y avergonzado. Ella rodeó su cuello con sus manos, y tomó el miembro del chico en sus manos, hundiendo lentamente en su interior al chico, sentándose sobre él. Miles de emociones recorrieron al rubio. Cuando la calidez de ella lo rodeó, y además ella no tardó en volver a besarlo.

La sensación de su cálida piel contra la suya y el roce de sus labios lo hizo perderse en un torbellino de emociones y sensaciones nuevas.

La chica se movía con gracia y confianza, guiando a Adrien hacia un placer indescriptible. Cada embestida, cada roce de su piel, era una explosión de sensaciones que lo llevaba al límite de la excitación. Sus gemidos se mezclaban en el aire, creando una sinfonía de placer compartido.

A medida que el ritmo aumentaba y la intensidad de sus encuentros se volvía más fuerte, Adrien se dejó llevar por la oleada de sensaciones, permitiendo que su mente se despejara y se sumergiera en el momento presente.

El placer se intensificaba, y Adrien se encontraba en un estado de éxtasis y entrega total. La chica parecía leer sus pensamientos y deseos más profundos, respondiendo a cada uno de ellos con una pasión ardiente. Cuando finalmente llegaron al clímax, Adrien se sintió abrumado por una avalancha de emociones. El éxtasis y la satisfacción se mezclaban con la confusión, la culpa y el deseo de comprender lo que había experimentado.

"Eres un juguete tan bueno..." Murmuró ella, todavía sentada sobre él, con sus cuerpos unidos. Él respiraba con dificultad, sonrojado. ¿Qué acababa de pasar?