-¡Y una mierda! - Dijo Jenna lanzando un florero contra una de las paredes de su habitación.

Luego de los eventos del baile Leon mantuvo una actitud valiente, hasta galante incluso frente a la chica que había elegido proteger, se separaron a los pocos minutos luego de llevar a las chicas a la habitación de Angelica, Olivia se quedaría con ella pues esta noche la duquesa no estaba bien emocionalmente.

Sus aposentos serían vigilados por su sirvienta con autorización de usar los medios necesarios para proteger los secretos en sus recámaras, para su sorpresa Greg decidió quedarse junto a ella por la propia seguridad de esta. Por su lado el dueño de la recamara se escabullo, hasta los cuartos de sus hermanos mayores que estaban haciendo sus propias cosas.

Sin darles oportunidad los tomó a ambos y los arrastró hacia el Gran Booster con dirección a la finca de su familia. Ya a medio camino de viaje y tras las protestas de ambos de sus hermanos, el aventurero finalmente les contó todo lo ocurrido, los resultados fueron muy variados.

Su hermano mayor Nicks, solo maldijo una vez antes de tomar una respiración pidiendo más detalles y el contexto de todo lo ocurrido. Con el pasar de los minutos el mayor de los hermanos soltó un suspiro, comprendió la situación como siempre lo hacía siendo el más serio y correcto de los hijos Fou Bartford.

Rápidamente comprendió el plan de Leon, fue él quien se encargaría de contarles a sus padres y agilizar todo para su retirada táctica.

Jenna por otro lado…

-AHHHHH

Los gritos fueron amortiguados por su almohada mientras dejaba escapar toda su furia y frustración contra el objeto inanimado.

Al lado de ella se encontraba su fiel sirviente Miauler el cual había sido traído junto a su ama la cual no había parado de mantener esta actitud desde que el Amo Leon explico la situación, desde entonces mantuvo su distancia y simplemente se decido a seguir el plan que le habían encomendado.

Cerró los ojos por puro reflejo cuando otro jarrón salió volando justo por encima de su cabeza y se rompió en cientos de pedazos, unas gotas de agua salpicaron la camisa del sirviente el cual hacía lo posible para mantener un exterior imperturbable.

Miauler abrió el armario encontrándose con muchas ropas diferentes pertenecientes a su ama, comenzó a guardarlas en algunas de los sacos de tela que le habían dado para este propósito. Miro por un segundo la ropa interior de su ama que había arrancado en más de una ocasión en alguna de las muchas sesiones nocturnas, suspiro antes de guardarlas junto con lo demás.

-Por favor, ama Jenna, comportense.- Dijo su sirviente.- No es momento de actuar así.

La mujer de cabellos castaños sacó su rostro del cojín y le dedicó una mirada enojada a su sirviente, el cual no se dignó en devolverle la mirada pues seguía enfocado en su misión de hacer los preparativos.

-¿Lo estás defendiendo?- Preguntó ella.- ¡¿A mi estupido hermano que nos condenó a todos por un coño?!

-El amo Leon dio la cara por la duquesa ante el príncipe que estaba abusando de su autoridad.- Dijo el hombre gato al encogerse de hombros.-Estupido, si. Pero errado, no.

Jenna frunció el ceño.

-Suena como que lo elegirías sobre mi.

Miauler terminó de cerrar ambas bolsas de tela antes de dejarlas contra el suelo, cerca de la puerta.

-Si la bota te queda.

Jenna abrió los ojos sorprendida por la réplica de su amante, su leve estupor fue rápidamente reemplazada por la indignación por esta flagrante falta de respeto y no se iba a quedar de brazos cruzados.

Ella se acercó rápidamente a su sirviente y levantó la mano.

PAFFF

El sonido de la cachetada que le había dado al hombre gato resonó por toda la habitación, la cara del hombre gato se giró hacia la derecha con la mejilla enrojecida por el ataque, su mirada fue cubierta por sus cabellos y no respondió en ese momento.

La mano de la noble estaba palpitando, había usado toda su fuerza en eso y le había dolido más de lo que había esperado. Posó su mirada por su extremidad un instante antes de mirar a su amante, fue quizás en ese momento que se dio cuenta de que no había sido una buena idea.

-Solo porque eres la hermana de mi Contratista, te concedo esa. Pero ni una sola más.

La mirada de Miauler era peligrosa, sus ojos amarillos brillaban bajo la sombra de sus pelos rojizos como los de un verdadero depredador. Sus labios se curvaron en una mueca inconsciente donde mostraba sus colmillos como lo harían sus compañeros animales, estuvo a punto de emitir un bufido felino pero se contuvo.

Su ama en ese momento se dio cuenta de la diferencia de tamaño y masa que había entre ambos desde el inicio de su contratación. Miauler fue elegido por ser un gato hogareño que lo seguía a todos lados, o al menos eso es lo que había pensado ella.

Pero la verdad una de las cosas que eran necesarias para su contratación era la capacidad de defender a su contratista, y el demihumano era competente con ello, no podría contra Victoria, pero definitivamente podría contra la mayoría de los nobles que irían contra Jenna.

Pero esto no hizo más que encender su naturaleza depredadora, con tres comidas al día y un entrenamiento constante cuando no estaba cerca de su ama, poco a poco el lindo gatito estaba afilando sus colmillos y garras a la espera de revelar al mundo el león que aspiraba en espíritu.

Jenna levantó su mano para darle otra cachetada cuando el sirviente detuvo la mano de su ama.

-Creo que no te has dado cuenta de la situación, ¿verdad?- Preguntó esté trayendo más cerca a su ex ama.

-¿Q-qué quieres decir?

-¿Piensas que el príncipe es el mayor peligro para esta familia?- Dijo sin darle oportunidad de responder.- Nah, tiene demasiado honor para eso.

Miauler la miro seriamente.

-El mayor problema son los nobles de bajo rango que no dudaran en usar esta oportunidad para atacar por la espalda a toda la familia Bartford, siendo muchos de ellos personas a las que tú, particularmente, cabreaste de un modo u otro.

El rostro de Jenna demostraba su desconcierto, de momento, hasta que comenzó a poner a trabajar las pocas neuronas que tenía, palideciendo al instante al saber a qué se refería el sirviente felino.

Era verdad, más de la mitad de la baja nobleza tenía problemas con ella. Más por el hecho de haber usado el nombre y el prestigio de su hermano al querer sacar provecho por su nueva posición como Conde y, si bien ella era algo tonta, no era tan estúpida como para saber que ahora mismo, León no era quién había condenado a toda su familia.

Sino que fue ella misma quién lo hizo.

Al ver que la perra que tenía su contratista por hermana, Miauler le soltó para ver cómo ésta se tambaleaba hasta llegar al borde de la cama y sentarse, asimilando todo lo que estaba por pasar.

Y, sin embargo, el daño estaba hecho.


La noche era tranquila en su mayoría para casi todos los nobles, pues no había ni una sola nube de tormenta que empañara la prístina vista del hermoso cielo estrellado. A lo lejos se podía ver como las luces de la mansión de la familia Fou Bartford se agitaban en una especie de baile con las sombras pues se podía intuir que algo estaba pasando dentro de esos muros.

Dentro de ellas Leon se había adentrado con una preocupación creciente en su cabeza, la cual le hizo tomar la decisión que creía más racional a la fecha.

El aventurero llegó hasta una habitación poco iluminada, nada más que la luz de la luna que se filtraba entre las cortinas, allí las separó y permitió que todo el mobiliario de la misma sea visible. Siendo estas dos camas y dos armarios, y justo entre las sábanas se encontraban los dueños de la misma.

El primero en despertarse fue Collin, un niño de unos once años con los ojos y color de pelo negros. Era el menor de todos los hermanos Bartford y muy parecido a su hermano mayor.

-Hermano..?- Preguntó el niño saliendo de su estaño de ensoñamiento y frotando los ojos por la repentina iluminación.

Leon sonrió con cariño ante su hermano, y de ahí su determinación no hizo más que aumentar, decidido a proteger a su familia. El comportamiento del Príncipe se había salido de todos sus parámetros planteados con anterioridad, se había vuelto una amenaza.

Podía recordar cómo había escrito una página en su diario a cada uno de los objetivos de captura del juego original, detallando todos los detalles que recordaba. Desde el origen hasta sus gustos, al menos lo mostrado en el material audiovisual, en base a eso ha podido estar delante de ellos en cada cosa posible y mantener su distancia.

Pero todo lo que observo desde que interactúa con Greg se había ido a la basura. El pelirrojo había estado creciendo como persona mucho más allá de lo que había creído jamás.

Pero lo mismo ha ocurrido con el futuro monarca del país, aunque no de buena manera.

Pues nunca había llegado a imaginar que llegaría al punto de amenazar, directa o indirectamente, a su prometida, o, al menos, no de una forma tan artera y cínica. Mucho menos que empezaría una quema de brujas liderando a todos los miembros posibles del reino contra una casa de un Duque recién ascendido.

Puede que nadie de la comitiva del Príncipe cayera tan bajo como para atacar a su familia, gente inocente en lo que refiere a las leyes del duelo, pero no iba a arriesgarse con los nobles menores que estarían más que dispuestos a tener rehenes y derramar la sangre necesaria con tal de subir de rango o que la familia real les deba un favor ya sea futuro o inmediato.

Oh, pero él no dejaría que eso pase, antes muerto que dejar a su familia a merced de un puñado de lunáticos sedientos de poder.

-Hey, Colin.- Dijo Leon acercándose a la cama de su hermanito.- ¿Te gustaría hacer un viaje con toda la familia?

El niño terminó de frotarse los ojos, los cuales se llenaron de curiosidad.

-¿A dónde vamos?

-A mi isla.

Un repentino brillo fue ganado en los ojos del niño, el cual saltó de su cama con una energía envidiable. El niño sin necesitar palabra alguna comenzó a llenar una bolsa de tela que tenía con toda la ropa que pudiese necesitar o ante cualquier escenario posible en una isla misteriosa como la de su hermano.

-Hgnnnn.

Un pequeño gruñido de alguien despertando se oyó en la otra cama, al girar su cabeza pudo ver a su otra hermana menor pero mayor que Collin por un año. Finley abrio sus ojos amarillos los cuales se les notaban el sansancio esperado en esta hora tan inusual para cualquier actividad.

-¿Qué está pasando?- Preguntó ella.

-Leon nos va a llevar a su isla por unas vacaciones!- Dijo el hermano cargando ahora las ropas de su hermana en otra bolsa.

Los ojos de la niña de 12 años parpadearon perdiendo todo rastro de sueño y ganaron un brillo inquisitivo. Miró a su hermano mayor por lo que parecieron varios minutos, pero apenas fueron unos segundos.

Ella solo extendió sus brazos.

-Tengo sueño, cargame.- Dijo.

Leon suspiro pero puso una sonrisa.

-¿Cuál es la palabra mágica?

La niña desvió la mirada con un puchero.

-Por favor.

El aventurero tomó a su hermana menor en brazos, con su cabeza descansando en su hombro usándolo como una almohada improvisada. En esta posición podían compartir unas palabras más serias y más reales de las que desearía tener con alguien de su edad.

-¿Qué está pasando?- Preguntó la niña.

-Solo los llevo de vacaciones a un lugar diferente del usual.- Dijo Leon avanzando por el pasillo seguido de Collin con las dos bolsas de ropa.

-A un lugar más seguro, querrás decir.-Replicó la niña.

Leon rio levemente.

-Eres una chica lista.

El aventurero no pudo verla, pero sabía en este punto que ella estaba sonriendo. No pudo evitar compararla con un gato, pues ella era algo caprichosa, pero también contaba con mucho amor para los suyos a diferencia de su hermana mayor.

-Me das demasiado crédito.- Dijo esta.- Solo tuve que prestar atención a los gritos histéricos de Jenna.

El pelinegro negó con la cabeza sonriente mientras se adentraba en la sala principal, al mismo tiempo que lo hacía su padre, Balcus.

El hombre se veía cansado, más por el repentino despertar, pero también se notaba serio. Le dedico solo un asentimiento a su hijo, pues comprendió los puntos esenciales de lo que estaba pasando y no iba a arriesgarse.

El príncipe estaba más que dispuesto a ir contra un Duque, eso no era algo que pase a diario y mucho menos cuando los que estuvieran más abajo de su rango ya que ninguno de estos tendrían oportunidad alguna contra la propia realeza.

Balcus entendió eso tras la explicación de su hijo más destacado y sabía que todos en la familia, o al menos los que amaban a León con sinceridad, lo habían entendido también. Aunque por ahora solo esperaba que su hija mayor lo hubiera hecho de un modo más silencioso y menos berrinchudo.

-Sabes muy bien que no tienes que hacer esto, León - dijo su padre mientras admiraba a su hijo cargar a su hermana menor y traer consigo de la mano al pequeño Colin. Recibiendo una sonrisa sincera de su hijo, una que no había visto en meses desde que asistía a la academia.

-Lo sé, padre - dijo mientras dejaba a una somnolienta Finley en el sofá más cercano, no era hora para que los niños estuvieran despiertos - Pero esto lo provoque yo y no puedo echar marcha atrás.

Sus palabras, si bien iban cargadas de orgullo y honor, dignos de un caballero de verdad, para el pobre Balcus eran no más que las palabras de un niño que no sabía lo que había desatado ni las consecuencias que traería consigo una simple travesura.

-¿De dónde sacaste esa faceta heróica tan despreocupada? - era la pregunta que todos en la familia se hicieron tras su regreso triunfal con respecto a ese tesoro y esa tecnología tan misteriosa que había conseguido. Ya que la familia en sí nunca han sido muy heroicos que digamos.

-Para todo hay una primera vez ¿Sabes? - León agitó el cabello de Colin, quién volvió a sucumbir ante el sueño y terminó por dormir recargado sobre el hombro de su hermana. Una escena muy tierna y linda - No espero que me perdones por esto y tampoco espero que mamá lo consienta. Pero es que yo…

-Calla - La voz de la mujer resonó en el cuarto mientras León fijó su mirada en ella, la mujer se miraba aterrada, eso era obvio, pero no por el hecho de que su hijo les haya tenido que venir a sacar en medio de la noche, ni tampoco para que vayan a tener que refugiarse en su fortaleza impenetrable. Sino por otro asunto - No quiero que pienses, ni por un segundo, que esto es culpa tuya, León.

El joven, si bien dentro tenía el alma de un hombre de mediana edad, aún así se sentía como un niño ante la mirada de aquella mujer. Tanto que León no podía ni siquiera dirigirle la mirada por vergüenza.

-Tengo que tomar la responsabilidad y… - León, entonces, sintió las manos de su madre tomar su rostro, misma acción que le llevó a encarar a la que le dió su segunda vida, su segunda oportunidad.

-No importa eso hijo - dijo ella con dolor en su voz - no me importa si es el príncipe o el reino entero, simplemente no quiero que sientas que cargas con nosotros solo por el hecho de que ese hombre ha cometido una locura.

Era cierto, a este punto, y con la declaración formal del príncipe Julius, toda la nobleza inferior ya sabía del combate y, en menos de lo que esperaba, León sabía que la mayoría de los nobles irían a por su cabeza. Sin embargo…

-Lo lamento, yo…

-Gana, León - el joven pelinegro se miró sorprendido por las palabras de aquella mujer, tanto o más que el propio Balcus - demuestra que eres digno de esos títulos… y que no vas a retroceder, ni ahora ni nunca. Sin importar si es la corona misma o si todos en el mundo están en tu contra…

Es ahí cuando León sintió algo en sus ojos, eran lágrimas. Lágrimas que él había soltado al ver la sonrisa de su madre. Una sonrisa qué, por más extraña que parezca, le hacía sentirse como un niño pequeño.

-Tu siempre debes ganar… mi niño - León entonces no pudo más y abrazó a su madre entre lágrimas, sintiendo los brazos de su padre rodear a ambos. Pues él sabía que está lucha, en este punto, ya no era para nada igual que un juego Otome popular. No.

Era su nueva realidad y aquí no hay botón de reinicio, no hay punto de guardado o siquiera una nueva partida.

Aquí la gente vive y muere por sus ideales y León no estaba dispuesto a perder a otra familia, no señor.

Pudo notar como Colin se aferraba a Finley, quién también lloraba por la situación actual, pues, por más que quisieran seguir fingiendo estar dormidos, ambos niños sabía en el problema que León les había metido.

Y todo por una estupidez del corazón.

-¿Que clase de escoria soy como para poner en riesgo todo lo que amo? - es la pregunta que se haría si no tuviera los medios para saber que ganaría. Pero sabe qué, hasta ahora, poco o nada de certeza tenía sobre el futuro y no sabía si ahora mismo estaba siendo él parte de un nuevo guión escrito por alguna entidad estelar que anunciaba su resurgir como un dios del caos… o si simplemente todo era una cruel, pesada y para nada divertida broma del destino.

-promete que ganarás - le dijo su madre, insegura de su respuesta.

Sin embargo, de algo si estaba segura.

-Lo prometo - y es que su hijo siempre cumple sus promesas.

León se separó un poco de su madre y su padre les dejó de abrazar, sintiendo a los pequeños de la familia correr y abrazar su cintura en busca de consuelo. Haciendo que León cargue nuevamente a Finley y Balcus, su padre, cargue al pequeño Colin, juntos todos eran una familia y enfrentarían todo lo que venga.

Y León se aseguraría de ello.

Sin embargo, afuera de aquella habitación, recargada en el muro, Jenna se abrazaba a sí misma, impotente de no poder ir y unirse a ellos pues ella, gracias a su estupidez, había perdido aquel derecho.

-Idiotas - musitó antes de que las lágrimas broten de sus ojos.

Era su destino y nada podía hacer.

Toda la familia subió nuevamente al Grand Booster en dirección a la isla de León, pero pareciera que fue un acto con tiempo perfecto, pues desde la lejanía los miembros de la casa Bartford vieron como un grupo de personas prendieron fuego a su hogar.

León, desde el puente, no pudo hacer nada más que observar junto a su padre y hermano como todo lo que tenían ardía hasta las cenizas. El joven aventurero apretó los puños y juró que esos animales van a pagar por esto…

– Cueste lo que cueste – susurró mientras su hermano, Nicks, y su padre, Balcus, le tomaban de los hombros en señal de apoyo. No había necesidad de mirar el rostro de ambos, pues compartían el sentir al ver aquello que una vez fue su hogar arder a la distancia hasta que la isla

solo fue una mera luz en medio de la fría y amarga noche.

Esto era la guerra.

Y León la ganaría.


A la mañana siguiente…

-Angie, ¡espera un poco!- Dijo Livia.

La duquesa estaba caminando de forma apresurada desde su habitación hacia los aposentos del joven Conde, pues se había despertado temprano luego de una larga noche de desahogo emocional con su única amiga de verdad y aliada que tenían por ahora, Livia. Sin embargo, pareciera ser que este nuevo día iba a ser tan agotado como el anterior.

Lo primero que escucho al despertar fue la amarga noticia de que la casa Fou Bartford fue asaltada y quemada hasta los cimientos, aparentemente, declarando la tragedia aunque esto último era dudoso.

-No me voy a calmar hasta que sepa que Leon se encuentra bien.

La duquesa rubia espetó con ira, rabia y furia contenidas aquello, pues esto no se quedará así, apretó el paso hasta doblar la esquina donde encontraron pequeños indicios de quemaduras extrañas en las paredes, así como también tajos de algún tipo en algunas marcas del tapiz en los muros y agujeros irregulares tapizando las paredes y el suelo alrededor de los aposentos de León.

Eran señales de una batalla.

Olivia fue la primera en acercarse a inspeccionar el daño y notó algo que le heló la sangre.

-Estos son orificios de balas, perdigones de escopetas.- Dijo está, con tono preocupante, poniendo su mano sobre la superficie irregular del suelo.

Angelica levantó sus cejas, sorprendida por la repentina respuesta de Livia.

-¿Cómo sabes eso?

Olivia al verse atrapada se puso un poco nerviosa, no quería preocupar más a Angie y lo había hecho.

-Bueno… Desde que León me dio su arma no he dejado de practicar.- Ella incluso apartó un poco su chaqueta mostrando que la tenía guardada en una funda debajo de su brazo izquierdo y sostenida por un arnés que se ajustaba a su figura, ocultando el arma perfectamente. Volviendo a sorprender a la heredera Redgrave- Y.. la verdad, he aprendido mucho más de otras armas similares.

La duquesa mantuvo sus ojos abiertos y lentamente giró su cabeza hacia el pasillo para continuar avanzando con mayor premura, a medida que lo hacían se encontraron con más y más daños a la propiedad hasta el punto que a la puerta del Conde le faltaba un pedazo.

Pero quizás lo más preocupante era el hacha que estaba clavada en medio de ella, la cual tenía una carta con insultos.

Con clara duda y preocupación, la heredera Redgrave habló.

-¿Hola?- Llamó a la puerta antes de golpear un par de veces, siendo está más que suficiente para que la puerta se salga del marco y casi se caiga. Asustando a ambas rubias. Pero…

-Está abierto.- Respondió una voz masculina tras aquello, desconcertando tanto a la joven plebeya como a la duquesa.

Ambas rubias se miraron la una a la otra un momento antes de abrir con cautela la puerta, terminando por hacer qué ésta caiga de golpe al suelo antes de encontrarse con una escena particular.

Lo primero que vieron al entrar fueron los claros indicios de pelea que hubo en casi todas partes, el tapizado decorado de fina calidad estaba prácticamente destrozado, había vidrios rotos en varios lugares, algunos eran de botellas, otros de ventanas y algunos de objetos difíciles de asegurar, así como algunos balines de goma y varios casquillos para saber que alguien aquí no se tentó el corazón, algunas quemaduras en las paredes, el techo y el piso junto a múltiples manchas de sangre esparcidas por toda la habitación.

La heredera caminó entre los vidrios con cuidado también notando una muy preocupante mancha en el techo la cual aún goteaba.

-¿Qué demonios pasó aquí?- Preguntó la heredera con evidente miedo mientras que Livia apenas y podía procesar la escena, la mano en su boca era el evidente indicio de ello.

Olivia miró todo esto y avanzó hasta sobrepasar a Angelica hasta llegar a la segunda puerta del cuarto, misma que daba a lo que sería el laboratorio improvisado de León dentro de la academia, donde había estado trabajando en esa mano robótica ya hace tiempo.

La plebeya abrió ambas puertas con premura y se topó con la persona menos esperada en esta situación.

-Yo!

El primero en saludarla fue Greg con un gesto de bienvenida, quién estaba sentado en un sillón junto a Victoria, ambos tenían una especie de control en sus manos, con cables que llegaban hasta la computadora del Conde, donde estaban jugando Mario Kart, un juego que le mostró a Livia hace tiempo.

Angelica siguió a la otra rubia dentro del laboratorio encontrándose la misma escena. Sin embargo, a diferencia de su amiga, ella sí pudo notar otras cosas. La primera fue como Greg tenía sus nudillos vendados con manchas rojas y parte de la mejilla con un parche para raspones, al igual que parte de la cabeza, el ojo derecho morado y una parte de su uniforme prácticamente quemada.

La asistente de León, Victoria, estaba en condiciones similares, pues tenía el brazo derecho prácticamente vendado desde la muñeca hasta el hombro, parte de su vestido estaba rasgado, contaba con la nariz rota, esto último al ver que tenía tapones en ella y un vendaje sobre el puente, parte de su mejilla izquierda estaba inflamada y su ojo derecho estaba ligeramente morado y, al igual que Greg, sus nudillos estaban vendados y con sangre.

Ambos se veían como si hubieran salido de algún bar de mala muerte. Sin embargo, dado el escenario anterior, se veía que claramente habían defendido este lugar a capa y espada… o en su caso, pistola y disparó limpio… o bueno casi.

Por lo qué, al verlos tan frescos y como si nada, Angelica fue la primera que sólo logró decir:

-¿Qué demonios pasó aquí?

Tanto Greg como Victoria, al ver su cara de histérica, se miraron el uno a la otra y simplemente sonrieron y dijeron, al mismo tiempo:

-Una pelea -

La heredera arqueo una ceja antes de pronunciar nuevas palabras.

-¿Una pelea?- Dijo incrédula antes de mirar nuevamente hacia atrás.- Más parece una zona de guerra.

Greg fue el primero en responder a esa afirmación luego de un pequeño asentimiento de hombros al volver al videojuego que jugaba con la maid.

-Pues mentira alguna no es.- Dijo este.- Hace más o menos un par de horas después de que se fueron comenzaron a escucharse ruidos desde afuera. Tal parece que muchos querían ganar la apuesta y favor del príncipe antes de siquiera pisar el campo de duelo.

Victoria asintió.

-En un principio eran solo los de primer año, luego a medida que pasaba el tiempo se sumaron los demás años.- Dijo la hija del Conde Von Weiss.- Y como puedes ver, a medida que continuaban, aumentaba también nuestro uso de la fuerza.

El pelirrojo asintió dando veracidad a eso.

-La parte buena, es que tenemos grabada toda la pelea y los rostros de todos.- Dijo Greg con una espina vengativa, había uno o dos sujetos que tenía que patearles el trasero personalmente.- Y, aunque tengan heridas, no pueden hacer nada ya que todo fue en defensa propia.

Esta vez fue el turno de la gata en levantar las cejas sorprendida.

-¿Cómo sabes eso?

- Me he metido e iniciado un par de peleas, créeme, sé cuándo un idiota sabe que mordió más de la cuenta.

Angelica, al escuchar todo esto, se mostraba un poco más preocupada. Es decir, ni bien habían dicho aquella declaración de parte del príncipe y ya varios nobles habían movido sus fichas antes de tiempo. Pero ahora fue el turno de Olivia de hacer la pregunta que le estaba costando a la duquesa hacer.

-¿Leon está bien?- Pregunto.

La sola mención de eso, hizo que la rubia de ojos rojos tuviera un escalofrío al recordar los rumores de esta mañana. No quería admitirlo, o siquiera pensar en ello. Pero estaba verdaderamente preocupada por el joven Conde.

Y no sabía cómo expresarlo. Sin embargo….

-Si, nos llamó al amanecer.- Dijo Victoria, haciendo que los ojos de la joven duquesa se abran con esperanza.- Llevó a su familia a su isla, pero no tengo idea donde esta el, aunque puede que haya alguien que si sepa donde esta.

Un suspiro de alivio escapó de los labios de la villana de la historia cuando recibió una respuesta favorable. Mismo que fue pasado por alto por el único hombre presente, pero no por las dos féminas que se encontraban en el laboratorio.

Aún había esperanza.


El grupo ahora conformado por Angelica, Olivia, Victoria y Greg salieron de las instalaciones de la academia en dirección a una de las zonas más alejadas del centro de la capital una vez lograron resguardar toda la tecnología que había en el laboratorio de la Academia gracias a unos cuantos códigos de seguridad que se habían activado a distancia, yendo todos a un área relativamente verde pues estaba rodeada de bosques y lagos cuya agua caía por los bordes al vacío. La dama Redgrave reconoció rápidamente el camino pues este era el que conducía a la finca Von Weiss, el padre de Victoria.

No pasó mucho tiempo antes de que los estudiantes llegasen a la edificación principal y sean recibidos por el dueño de la finca, el brillo de sus lentes sobre su nariz reflejado por los rayos del sol mientras sus cabellos se agitaban ante la repentina brisa.

La dama de pelo naranja corrió hasta ser levantada en un abrazo amoroso por su padre.

-Ah, hija mía.- Dijo este en un abrazo de eso.- Que gusto volver a verte.

-Papá, nos hemos visto hace unos días.- Dijo ella mientras su padre la ponía en el suelo.

-Unos días muy largos, te puedo asegurar.- Comentó antes de notar el estado de su hija. Su expresión feliz pasó a ser una totalmente seria mientras la inspeccionaba.- ¿Qué fue lo que te pasó?

-Bueno…

El Conde miró ahora a los amigos de su hija y al estado en el que venían todos, con diferentes niveles de ojeras y al muchacho pelirrojo que tenía daños similares. Incluso aquellas como las rubias que no tenían heridas visibles se las notaba con ojeras.

-¿Qué fué lo qué pasó?- Preguntó ahora con un tono serio y autoritario.

Con suspiro, fue Angelica quien dio un paso al frente para comenzar a explicar todos los eventos que se dieron para terminar desembocando en esta situación. Con cada palabra que se pronunciaban la expresión del Conde Roderic cambió varias veces, hasta que en un determinado momento se mantuvo en una de total seriedad.

-Y eso es todo lo que ha ocurrido.

Cuando terminó de contar la historia el adulto mayor se quitó los lentes y se presionó el puente de la nariz con un sonoro gruñido.

-Eso explica algunas… no, bastantes cosas.- Dijo.

-¿Papá?- preguntó Victoria, preocupada por la reacción de su padre y el comentario que hizo.

-Ayer por la noche, Helena tomó el robot de la familia y también varias armas con el permiso de tu madrastra.- Dijo este con claro enojo y decepción.- Ahora entiendo para que.

El adulto ahora pasó ambas manos por su rostro con un fuerte suspiro desde el fondo de su garganta. Luego bajó su cabeza repentinamente casi como si se hubiera rendido, aunque levantó su cabeza nuevamente con la misma velocidad e inhalo fuertemente mientras ponía sus manos en sus caderas.

Luego le dedicó a su hija una sonrisa.

-Voy a desheredar a tu hermana y me voy a divorciar.

-¡¿QUÉ TU QUÉ?!- exclamó Victoria, incrédula por lo dicho. Creyendo que era una broma, pero evidentemente, no lo era.

El hombre extendió sus brazos.

-Esta es la gota que derramó el vaso luego de una larguísima serie de pequeñas gotas que han estado perforando mi cráneo por años.- Se pasó la mano por los cabellos.- Pero robar una máquina experimental para intentar matar a mi colega, ser partícipe, de manera indirecta, en el daño de su hermana… y no me hagas comenzar con las cosas que ha hecho tu madrastra por favor.

Su tono se denotaba cierta decepción, pero no por su hija, si no por fallarle a ella como padre, a ambas.

Soltó un suspiro suave que le resultó casi catártico.

-Hija mía, yo quiero ser feliz.

-Papa…

Ambos se miraron en este enternecedor momento que…

-Ejem.- Dijo el adulto recordando que estaba frente a otros extraños y, si bien quiere mejorar como padre, no era el momento para ello - Pero dejemos de hablar de mis problemas, creo que ya se a quien vienen a buscar. Vengan conmigo.

Con gesto de manos, comenzó a guiar al grupo de jóvenes hacia el interior de su mansión, por el camino se cruzaron con algunos sirvientes que se inclinaron ante la presencia de su señor y de sus invitados. Poco a poco fueron descendiendo hasta llegar al subsuelo de la propiedad donde la temperatura comenzó a bajar debido a la falta de luz directa.

Bajaron nuevamente unas escaleras antes de llegar a la recta final.

Un largo pasillo iluminado por algunas luces fue lo que los recibió además de varios papeles en el suelo con todo tipo de escritos con diseños de varias partes mecánicas diferentes de robots, algunos de los papeles tenían la letra expresa del Conde pero otros tenían una letra que no pudieron identificar.

Olvia miraba todo esto curiosa, por todo lados y miró a su amiga más cercana.

-¿Todos los nobles tienen algo así debajo de sus casas?- Preguntó la rubia.

Angelica la miró confundida.

-No.-Negó con su cabeza y levantó una ceja.- ¿De donde sacaste una idea así?

-Leon tiene muchas habitaciones secretas.-Dijo ella encogiéndose de hombros.

La respuesta vino de una pequeña risa del Conde.

-Digamos que el y yo somos las excepciones a la regla.- Dijo el Conde Von Weiss.- Este es un hangar secreto donde realizamos las pruebas experimentales de los robots antes de presentarlos al reino. Cualquier otro noble que tenga uno, no debe ser una buena persona.

Una gota de agua fría cayó directamente del techo, hacia la cabeza de Victoria, la cual la hizo saltar de forma adorable.

-¿Eso es agua?- Preguntó ella.

-Si, estamos justo debajo de la piscina.

-¿Desde cuándo tenemos Piscina?- Pregunto

Su pregunta no recibió respuesta inmediata ya que su padre se acercó al final del pasillo donde había una puerta extraña de metal, la cual a simple vista se notaba robusta. El conde colocó su mano en un panel de cristal que emite una luz roja en escaneo de sus huellas dactilares.

Un fuerte sonido de vapor a presión resonó de las puertas, las cuales se abrieron demostrando que tienen como mínimo unos quince centímetros de grosor.

El grupo entró a lo que solo se podría describir como un balcón con barandas, iluminado por unas luces a unos 4 metros del piso metálico, pero lo más curioso era que estas solo iluminaban la plataforma pues solo había una oscuridad absoluta.

Era como estar al borde del abismo.

Al final del balcón, también había una plataforma de un color negro, el la cual se notaban algunos complementos hidraulicos, se notaba que era una especie de asesor, pero con un destino incierto.

Pero lo más llamativo, era la mujer de cabellos blancos que estaba junto a un pizarrón y múltiples pantallas en las cuales se notaron varias marcas que solo podían percibirse como una clara negativa, una tras otra.

La maid sonrió al reconocerla.

-Jóvenes nobles, les presento a la colaboradora más antigua del amo Leon, y recientemente la mia tambien.- Dijo el Adulto mayor.- Les presento a la doctora Minerva.

La mención de su nombre hizo que la mencionada saliera de su concentración y se girase para ver al grupo de humanos que la miraba curiosa. Ella rápidamente reconoció al Conde y su hija, pero a los otros solo los conocía por comentarios de su aliado.

-Hola.-Dijo la Super Robot.- ¿Pasó algo, Victoria?

Angelica dio un paso al frente.

-Bueno, verá, doctora…

Durante los próximos minutos, la heredera comenzó a contar todo lo acontecido desde que se separaron, en un espacio de poco más de 2 días.

En algún punto de la conversación, Greg dejó de prestar atención a la explicación de la historia en la qué, en parte, había protagonizado y se puso a mirar los papeles que estaba estudiando la señorita de cabellos blancos. Entre los cuales encontró un mapa topográfico del territorio de su familia y más concretamente del territorio donde estaba la Isla Bardos actualmente, siendo estos un escaneó topográfico del fondo submarino del territorio.

Mientras tanto, Minerva terminó de escuchar la explicación de la heredera Redgrave y solo le pudo dedicar un asentimiento de comprensión antes de apretarse el puente de la nariz en un intento de organizar sus pensamientos. Había mucha información de golpe que procesar y con muchos detalles que tendrían una gran repercusión a corto, mediano y largo plazo para todos sus planes.

Entre los cuales, resaltaba la casi seguridad de que León, quién estaba ahora mismo en el simulador en su isla privada llevando nuevamente su cuerpo al límite con el manejo del Kaiser en todo su poder.

Había una razón por la cual Leon se había sometido a la operación de implantación de mejoras, y eso se debe a que Mazinkaiser posee tres modalidades de pilotaje.

La primera es la encargada de enseñar el uso de todas las funciones y capacidades, un tutorial en pocas palabras; La segunda sería la más usada en la que se permite un control casi total de sus funciones y usos; Pero la tercera modalidad es aquella que en la cual se quitan todas las restricciones de poder y da al usuario el acceso total a todo lo que el Kaiser puede ofrecer.

Pero esta modalidad no está hecha para ser pilotada por humanos.

Una persona normal moriría aplastada y se convertiría en una mancha roja al instante por el uso de las fuerzas gravitacionales en la cabina. Siendo está la única razón por la que León se hizo aquello a sí mismo, esperando Minerva que este escenario no se presentará nunca, o al menos no tan pronto como ahora.

Minerva estaba apunto de decir algo más cuando vio al pelirrojo mover varios de sus papeles importantes en su escritorio.

-Oye, ¿Podrías dejar eso?- Preguntó la dama con bata de laboratorio - Son documentos importantes.

Greg, por el contrario, no hizo caso y sacó otro mapa que estaba doblado antes de levantar ambos a contraluz.

-¿Estás haciendo algún tipo de excavación acuática?- Pregunto el pelirrojo.

Todos en la habitación se sorprendieron al ver cómo éste había descubierto lo que estaban intentando hacer con tan solo revisar aquellos mapas. Ella, un poco recelosa, contestó.

-Si, se podría decir que estoy buscando algo que lleva mucho tiempo bajo el mar.

Greg, por su lado, sonrió al entender y tomó ambos mapas y un poco de cinta antes de colocarlos contra una de las pantallas y usarlos como fuente de luz secundaria.

-Pues sea lo que sea que estés buscando, no los encontrarás con estos.- Dijo sacando otro pedazo de cinta.

Olivia vio con ojos curiosos este extraño desfile de manualidades de parte de su compañero de clase, siendo que ella fue la primera en comentar sobre el asunto.

-¿No le sirven estos mapas?- Pregunto.- Pero si se ven muy bien y bastante nuevos.

Greg sacó un pincel y comenzó a dibujar varias flechas en el mapa, luego comenzó a dibujar varias otras flechas con otro color de pincel en lo que parecen ser patrones inesperados.

-Ese es el punto.- Dijo mostrando con el primer colo colocado.-Estos mapas son muy nuevos y no tomaron en cuenta que hace tan solo unos meses, no había una isla maldita aquí antes.

Minerva se levantó de su asiento, acercándose para ver más de cerca y comenzó a comprender los trazos del noble.

-He navegado muchas veces por esta zona, incluso en los tiempos con mi abuelo.- Dijo el pelirrojo más que seguro de sus palabras.- Las corrientes han cambiado mucho desde la última vez, y eso que luego de que Leon presentará su robot fui a dar un paseo por la zona.

La mujer de cabello blanco abrió los ojos al ver la información,obteniendo ahora datos de una persona qué, por experiencia propia, ya había navegado esas aguas. Ella tomó un marcador y sin destaparlo comenzó a deslizarlo entre las flechas que indican las corrientes marinas actuales contra las que han estado hace unos años.

Si bien esto le daba una pista, aún tenía mucho trabajo por hacer. Pero estaba mucho más cerca ahora de su meta inicial.

Minerva miró a Greg con una sonrisa sincera, agradecida por este enorme y valioso pedazo de información que la ponía en el camino correcto a su objetivo.

-Te lo agradezco, eres un genio.-Dijo esta.

Greg sonrió avergonzado.

-Me estás sobreestimando. No soy un genio.

Minerva asintió levemente.

-Puede que no tengas la misma inteligencia que Leon, pero existen más de un tipo de esta.- Dijo poniendo sus brazos detrás de su espalda.- Y tu, mi amigo, puedes tener la corporal o incluso la naturalista.

La dama se alejó del grupo y se puso de espaldas al vacío del balcón.

-Puedo trabajar con eso.- Asintió para sí misma.

Greg obviamente estaba curioso.

-¿Trabajar para que?

Las luces se encendieron de repente, revelando que en realidad este era un enorme hangar subterráneo.

Un escalofrío recorrió la espalda del pelirrojo al tiempo que los pelos de su cuello se erizaron, la sensación que sintió aquella vez en la isla no era nada comparada ante la gigantesca bestia que tenía frente suyo.

los otros miembros del grupo estaban casi igual. Salvo por el Conde que tenía una sonrisa de orgullo.

-¿No dijiste que ibas a apoyar a Leon?- Preguntó retóricamente.- Entonces solo a ti puedo confiarte al "Gran Héroe", chico.

Sus piernas se sentían como gelatina, pero aun con eso pudo poner un paso al frente, casi arrastrando cada uno. Pero al final llego a la barandilla donde se sujeto para no caer al ver la orgullosa figura del robot que en su pecho portaba una placa de color rojo en forma de "V" que anunciaba su victoria ante en el mal.

-Tenemos mucho que hacer en estos 2 días que faltan para el duelo.-Dijo este.


Un suspiro de felicidad escapó de la boca de la joven mientras descansaba de su agotador viaje en avión, ahora situada en el bus que lo llevaría a la ciudad más cercana. Había tenido unos días maravillosos en unas vacaciones en el extranjero con su amiga de la universidad, pero como todo lo bueno llegaba a su fin, también lo hizo su tiempo de ocio.

Era una dama de buena apariencia, tanto sus calificaciones y aptitudes físicas eran muy buenas, de personalidad amable y activa; todo esto la hacía resaltar como una chica popular a diferencia de su hermano mayor el cual era de lo más común, salvo por su trabajo que le parecía de lo más aburrido.

En sus propias palabras, era un electricista glorificado.

Pero bueno, sus padres estaban felices con el progreso de su primogénito y ganaba el suficiente dinero para vivir bien, tomando en cuenta que la empresa le facilitaba la vivienda, tanto que le permitió darle un poco para su viático. Incluso con ese dinero podría serle más adecuado completar ese juego otome que le encargó, por todas las microtransacciones en él.

La joven dama se rasco la cabeza pensando en que tendría que trabajar mucho para devolver todo el dinero que a sus padres que había tomado prestado con una pequeña mentira blanca, diciendo que eran para conferencias, pero en realidad fue para su disfrute.

Bajo su cabeza y miró a su teléfono, lo había tenido en modo avión todo este tiempo, para que no la molestaran, se preparó mentalmente antes de activar las notificaciones nuevamente.

-Atención, pasajeros. La siguiente parada será la ciudad de Atami.- Dijo la voz del conductor del bus.- Por favor tengan cuidado ya que recientemente la ciudad ha sido objetivo de ataques no especificados.

Con aburrimiento alejó sus ojos de su teléfono, esperando encontrarse con los conocidos edificios que había visto tantas veces.

Pero lo que había visto le heló completamente la sangre.

Secciones completas de edificios habían desaparecido y otros habían sido reducidos a un montón de pedazos amorfos de concreto y retorcidas varillas de hierro. Había surcos en el suelo que recordaban a los rastros dejados de una mano, pero miles de veces más grande de lo que debería ser una de proporciones humanas.

En algunas partes del mar también se podían ver pedazos de las estructuras que ahora estaban siendo azotadas por el irregular golpe de las olas. Lo mismo para la playa en la cual estaba repleta de basura de distintos orígenes, algunos más siniestros que otros.

Un nudo se le formó en la garganta cuando vio que cerca del bus que se acercaba da vez más a la ciudad se podían ver las siluetas de pájaros que solo pudo identificarlos como Cuervos y Buitres, indicando que muchos de los residentes de la ciudad, no pasaron la noche anterior.

-¿Pero que…?

En ese momento su teléfono se volvió loco por todas las notificaciones que recibió, pasó rápidamente por los nombres de los mensajes sin ver siquiera los contenidos, encontrando los nombres de sus padres; familiares; sus amigos; conocidos y casi cada persona que tenía su número.

Su corazón comenzó a latir más rápido en su pecho al punto que sentía que este iba a salirse de su pecho, su ansiedad fue en aumento con cada segundo que pasaba a tal punto que sus uñas estaban enterradas en el acolchado de su asiento.

-Hermano.- Dijo con preocupación.

Casi no espero a que el vehículo se detuviera por completo antes de salir disparada de la estación de buses en dirección al apartamento de su hermano. Estaba a unos 15 minutos a pie de la estación, una facilidad de su empresa para los traslados de los empleados de sus hogares al Laboratorio.

Arrastró su maleta con toda la fuerza que tenía, su respiración era agitada al punto de que comenzaba a sentir rasposa su garganta pero poco le importaba, tenía que llegar lo más pronto posible, estaba tan cerca y tenía que asegurarse que su hermano estaba bien.

-Haaaaa… haaaaa…

Le pareció una eternidad, una tortura hasta que llego al edificio de los apartamentos donde vivia su hermano. Por un momento fugaz se sintió aliviada cuando vio que este se mantenía intacto a diferencia de algunos edificios del centro, pero esta sensación rápidamente desapareció cuando vio un charco de sangre.

El sonido de su maleta cayendo al piso resonó en oídos sordos.

Sus estrepitosas zancadas se escucharon por la escalera mientras subía en un estado frenético hasta el primer piso de los departamentos, en el pasillo rápidamente divisó el lugar de su hermano donde había estado hace un par de días.

PAM PAM PAM PAM PAM PAM

No perdió tiempo antes de golpear consecutivamente la puerta del departamento, su desesperación estaba siendo cada vez más evidente con esta naciendo desde su pecho.

-Se que estas ahi, abre la puerta.-Dijo gritando sin dejar de golpear la puerta.

Una se abrió, pero no fue la que esperaba.

-¡Ya deja eso! - Dijo una voz masculina.- ¡Vete a molestar a otro lado!

La dama se encontró con un adulto de cabello oscuro, bien constituido y vestido con una camiseta blanca y shorts de color verde. Pero quizás lo más destacable de este eran sus profundas ojeras y sus ojos rojos, ya sea por insomnio o por llanto.

-¿Sabes dónde está el dueño de este departamento?- Preguntó la dama.- ¿Sabes dónde está mi hermano?

La expresión de enojo inicial se redujo a una que solo pudo describirse como una de dolor y tristeza.

-Tal parece que no tienes idea.- Comentó antes de sacar de su bolsillo un cigarro y un encendedor, antes de llevárselo a su boca.

-¿Idea de qué?- Preguntó la joven.- ¿Que paso aqui?

El hombre la miró con cierto grado de pena, antes de hacerle un gesto para que la siga, en completo silencio, ella lo siguió a través de las escaleras hasta la planta baja del edificio. De ahí avanzaron un poco más de unas cuantas calles para llegar al lugar que estaban buscando.

Eran una serie de muros colocados en forma de semicírculo,en un terrero que hace tan solo unos días atrás estaba completamente vacío. Estos eran de un color claro, mientras que las letras escritas en él eran de un color oscuro.

Ella perdió completamente la fuerza en sus piernas al punto de que cayó sobre su misma viendo con ojos vacíos la estructura, en un punto fijo de esta.

-Hace unos días lo escuché que iba a ir a la ciudad para comprar algo para la visita de su hermana, pero estaba exhausto por jugar un videojuego, cayó por las escaleras.- El adulto tomó una calada de su cigarrillo antes de exhalar.- Logre llamar a tiempo a una ambulancia.

El hombre giró su cabeza viendo a lo lejos hacia los despojos de concreto que una vez había sido un hospital. Apretó su puño tratando de contener sus emociones a raya, pero estaba fallando ya que su voz comenzaba a quebrarse.

-Pero al día siguiente, la ciudad fue atacada por esas "Bestias mecánicas"- Su voz estaba ahora quebrada y sus ojos estaban vidriosos.- Todo el maldito hospital…

Ella no escuchó palabra alguna, pues estaba absorta viendo cómo en ese muro estaba escrito el hombre de la persona que buscaba.

-Hermano…

Marie abrió los ojos y se levantó agitada, había pasado mucho tiempo desde que había tenido un sueño relacionado a su pasado, pero por más que haya ocurrido hace tiempo, seguía doliendo tanto como la primera vez.

Su vista se giró hacia la ventana mientras se quitaban las finas mantas que la habían mantenido cálida la noche anterior. Fue recibida por nubes grises que ocultaban por completo el azul del cielo, como si anunciaran un funesto desenlace.

-Ya es hora.- Dijo la rubia, sabiendo que el tiempo del duelo ha llegado.