Disclaimer: Los personajes de King Of Fighters, no me pertenecen
Aclaraciones: Imaginensé que los escenarios- imágenes son como KoF Girls o como los ending de KoF XV, quizás hay un poco Ooc en los personajes.
Summary: [One-shot/Semi-AU] Dos almas solitarias, ambos son conocidos por su frialdad y su pasado turbulento, pero esta noche, la lluvia despierta algo en ellos. A pesar de sus personalidades distantes, la lluvia parece derretir las barreras que han mantenido durante tanto tiempo...
Lluvia
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La lluvia caía en Japón, formando un manto de tristeza sobre la ciudad. Leona Heidern caminaba con pasos cansados por las calles empapadas. Había estado en una misión especial, en donde hubo una toma de rehenes y que pudo haber terminado mal, por la locura de la persona que atentó contra un banco. Un suspiro escapó de sus labios mientras el recuerdo del peligro inminente la atormentaba. A pesar de su aparente calma, las emociones seguían arremolinándose en su interior. Esa misión había sido una prueba de doble riesgo, y había sentido que estaba al borde del abismo. Miró hacia el puente a lo lejos y decidió cruzarlo, buscando liberarse de sus pensamientos.
Mientras tanto, Iori Yagami caminaba por las mismas calles bajo la lluvia incesante. Las gotas de agua resbalaban por su rostro y cabello empapado. En su mente, revivía un recuerdo sombrío de un encuentro que nunca había olvidado. La imagen de Kikuri a veces llegaba a su mente, ya que no fue hace mucho que pasó a saludarla por su cumpleaños y dejarle flores, quizás nunca pudo admitir lo que sentía hasta que fue demasiado tarde para expresarlo. Miró hacia el puente y se sintió atraído por la melancolía que la lluvia traía consigo.
Entonces, mientras cruzaba el puente en direcciones opuestas, dos almas solitarias caminaban bajo la lluvia, cada una pérdida en sus pensamientos. Iori Yagami, con su mirada oscura y cabello empapado, y Leona Heidern, con su expresión enigmática, avanzaban sin un destino claro.
Sus caminos rara vez se cruzaban. Siempre se habían mantenido a distancia, como dos polos magnéticos que se repelían. Pero esa noche, algo en el aire parecía diferente.
Iori se encontró en un puente solitario, con las gotas de lluvia resbalando por su rostro. Entonces, vio a Leona del otro lado del puente, también bajo la lluvia, mirando la oscuridad del agua. Por un instante, sus miradas se cruzaron, y el tiempo pareció detenerse.
Leona sintió la necesidad de cruzar el puente. No sabía por qué, pero la melancolía en los ojos de Iori la atrajo de una manera que no podía explicar. Con pasos cuidadosos, se acercó a él. Iori, sorprendido por su presencia, no la repelió. En cambio, permitió que se acercara.
—No esperaba verte aquí — dijo Leona en voz baja.
Iori suspiró y miró la lluvia que caía.
—Tampoco esperaba verte. Después de la feroz pelea que tuvimos en el torneo.
El silencio entre ellos era incómodo, pero también significativo. Parecía que compartían una comprensión silenciosa de sus luchas y soledad. Finalmente, Iori rompió el silencio.
—Recuerdo esa pelea. Fue intensa, y nuestras palabras no fueron amables. Pero aquí estamos ahora, bajo la lluvia, sin golpes ni palabras hirientes. ¿Qué significa eso, Leona?
Leona ofreció una sonrisa leve.
—Significa que tal vez nuestras diferencias no son tan importantes como pensábamos. Tal vez, en algún lugar, sabíamos que había algo más.
Iori la observó confundido, no lo había pensado de esa manera, quizás sí respeta a Leona Heidern. No solo por las cosas que se fue enterando, de su historia y pasado, sino también lo que ha demostrado en cada torneo y ella sola se iba superando, más que ahora sabe que ella intenta controlar el disturbio de la sangre.
— Quizás no debí ser brusco con el tema de Orochi, te entiendo que sea difícil —comentó.
Leona permaneció en silencio, después de todo no son tan diferentes como ella creía. A medida que avanzaban, una extraña sensación de conexión crecía entre ellos. Una suave brisa despeinaba y movía ligeramente el cabello mojado de ambos, hicieron contacto visual un con el otro, hasta que sus miradas se desviaron de manera brusca.
Ella trataba de disimular sus mejillas coloradas, no solo por contemplar el cabello rojizo del joven, sino que también él la miraba con cierto desdén. La noche empezó a refrescar, ambos trataban de disimularlo y lo malo era que ninguno de los dos había traído algún paraguas.
— Lo fuiste, pero no importa. Debo irme, mañana tengo una misión que terminar — insinuó. La militar se gira sobre sus talones para retirarse en silencio.
—¿Dónde te hospedas? —preguntó Iori con indiferencia.
—¿Eso te importa? —respondió ella sin mirarlo.
—No estás con ninguno de tus guardaespaldas, princesa Heidern —contestó en un tono burlón.
—¿Princesa? —repitió algo confundida —No lo soy. Mis "guardaespaldas" como dices, no están conmigo.
—Entonces… ¿Está mal que quiera acompañarte? Una mujer sola e indefensa.
Ella lo analizaba en silencio, tratando de detectar si se estaba burlando de nuevo.
— Puedo cuidarme sola, Yagami — ignoró su comentario. Leona empezó a caminar sola, sintiendo esa mirada fija sobre sus hombros.
Iori la seguía, sólo por protección.
En realidad, se había enterado algo de Leona Heidern, de parte de Chizuru que, últimamente, ella venía a visitarla al templo porque sentía que su disturbio aún seguía latente, obviamente, buscaba la manera de practicar al lado del comandante en aprender a dominar esos instinto y a poder aprender a utilizar ciertas habilidades a su favor. Lo que Yagami no sabía es que Leona descubrió la hydrokinesis, la habilidad de controlar el agua, como su difunto padre, Gaidel.
— Solo trato de ser amable ¿Sabes? — habló Iori, al mirarla de reojo.
—Lo sé. Gracias por eso — dijo Leona, manteniendo un semblante frío e indiferente.
Mientras caminaban en silencio hasta quedar a la par de ella. Luego, surgió una conversación que fluyó de manera más natural, y en un momento, Iori soltó una risa leve. Leona lo miró sorprendida, y en ese momento, Iori no pudo evitar sonreír. Era una sonrisa rara, pero encantadora.
Leona lo miró durante un instante, y la melancolía en sus ojos se disipó un poco.
—Nunca te había visto sonreír antes— dijo en voz baja.
Iori se encogió de hombros.
—Supongo que hay una primera vez para todo.
La lluvia seguía cayendo sobre la ciudad de Japón mientras Leona y Iori caminaban juntos por el puente. Las conversaciones fluyeron de manera más natural, como si la lluvia hubiera lavado sus preocupaciones y tensiones pasadas. A pesar de sus personalidades frías y solitarias, la conexión que estaban formando no podía ser ignorada.
Leona miró a Iori de reojo, notando que su expresión, aunque rara, mostraba una suavidad que rara vez se veía. Era difícil creer que el hombre que alguna vez había sido su rival feroz ahora estuviera compartiendo este momento bajo la lluvia.
— Supongo que incluso los guerreros más fieros tienen momentos de calma — murmuró Leona.
Iori asintió.
— La vida es impredecible, ¿verdad? En el campo de batalla, no siempre sabemos cuándo será nuestra última pelea.
Leona recordó las misiones peligrosas en las que había participado como miembro de Ikari Warriors.
—Es cierto. La muerte puede acechar en cada esquina.
Iori y Leona compartieron historias de sus vidas pasadas y experiencias de combate. A pesar de las diferencias en sus estilos de lucha y sus alineaciones, encontraron una comprensión mutua en la carga que llevaban como luchadores. Hablaron de la soledad que a menudo los había acompañado, de las pérdidas que habían sufrido y de las luchas que habían enfrentado.
A medida que avanzaban bajo la lluvia, los temas de conversación se volvían más ligeros. Compartieron anécdotas de sus vidas personales, descubriendo intereses comunes que nunca habrían imaginado. Descubrieron que compartían un amor por la música rock, un género que Iori había apreciado desde hace tiempo, y una pasión por la cocina japonesa, que Leona había desarrollado en sus viajes.
La lluvia comenzó a disminuir lentamente, y el aire fresco después de la tormenta se sintió rejuvenecedor. La tensión inicial que había rodeado su encuentro se había disipado por completo, y la melancolía de la noche había sido reemplazada por una extraña sensación de ligereza y alegría.
Finalmente, cuando llegaron al final del puente, Iori y Leona se detuvieron. Miraron el cielo claro que comenzaba a aparecer entre las nubes dispersas. Un silencio cómodo los envolvió mientras disfrutaban del momento y la brisa fresca.
Iori miró a Leona con una sonrisa sincera, algo que rara vez se veía en su rostro.
—No esperaba que esta noche tomará un giro tan inesperado —mencionó.
Leona sonrió, su mirada más cálida y suave que en mucho tiempo.
— Ni yo. Pero tal vez, a veces, la vida nos reserva sorpresas agradables.
Iori asintió, aunque por otro lado, se mostraba algo preocupado por ella. Solo por recordar algunas cosas que había hablado con Chizuru, sobre todo, cuando se trataba de Orochi y que quizás no sea la última vez que lo enfrenten, en parte, tanto la sacerdotisa como la militar tuvieron una pesadilla con respecto a ese tema. Sin embargo, su preocupación no solo debía a que tenga que enfrentar de nuevo al enemigo, sino que intentan involucrar a Leona en "el nuevo despertar" y que la usen como títere para que ambos terminen peleando en contra.
—Gracias por esta noche, Yagami. Ha sido un cambio bienvenido en mi rutina.
Una vez más, negó ligeramente con la cabeza.
—No —contra dijo, tomando una pausa —. Orochi no es asunto tuyo
Le advirtió, como si intentara…¿Protegerla?
—¿Disculpa? —reaccionó confundida.
—Nada. Mejor olvídalo — comentó el pelirrojo al desviar la mirada. No quería perderse en esos orbes azules claros.
Quizás no es la primera vez que haya visto esa expresión confusa en su rostro, pero por alguna extraña razón le parecía linda e inocente. Se aclaró un poco la garganta, para darle la espalda y marcharse levantando su mano.
—Recuérdame cuando veas la luna — le dijo al girarse bruscamente para mirarla por última vez.
Leona sonrió de lado e hizo un saludo militar, como respuesta.
Por su mente, empezaron a caer recuerdos de aquella vez que fue él fue a visitarla al hospital en su primera participación del torneo, en parte, estaba Kyo Kusanagi que fue testigo de ver a un Iori algo…¿Interesado? o ¿Preocupado? Alguna de las dos opciones eran, ya que Kusanagi le hacía bromas porque era la primera vez que ella se presentaba y que Iori la vaya a visitar, quizás les parecía raro. Siempre se mostraba distante con todas las chicas, incluyendo hacia sus propias compañeras que estaban desaparecidas.
La noche lluviosa que los había reunido se convirtió en el punto de partida de una amistad inesperada y, tal vez, algo más. Iori Yagami y Leona Heidern habían encontrado algo más valioso: la compañía mutua en una noche lluviosa. Incluso las almas más solitarias pueden encontrar consuelo en la compañía del otro, también encontrando algo que ambos habían anhelado en silencio: un refugio y una conexión en el corazón del otro.
Esa misma noche, cuando él llegó a su departamento. Lo primero que hizo fue agarrar su cuaderno y su guitarra, en donde fue anotando algunas palabras y tarareando como si estuviera buscando el ritmo, una vez que encontró la melodía y el ritmo al que quería llegar fue el momento de usar la guitarra.
Sabes que quiero tenerte
No es un secreto que trate de ocultar
Pero no puedo tenerte…
Estamos destinados a estar separados y mis manos están atadas
A pesar de que sea corto, se sintió inspirado en aquella noche y así continuó. Porque ella le había dado algo de inspiración, incluyendo pasar el rato conversando y la compañía.
~Fin~
N/A: Al fin, pude terminar este one-shot. Regresé por poco tiempo, solo porque al fin pude terminar esta idea que tenía en mente. Quizás sea algo distinto o no. Con respecto a algún detalle del hospital, que solo lo mencioné… Está confirmado en KoF Kyo que Iori sí fue a visitar a Leona, después que ella sufrió el disturbio de la sangre y sí, aunque no parecía estaba preocupado, cómo se retoma en KoF XV.
Espero que les haya gustado este one-shot.
¡Saludos y cuidense!
Atte.J.H (c)
