The legend of Zelda no me pertenece.
Confusión
Mientras giraba la manecilla de la puerta de madera una risilla llegó a sus oídos, automáticamente giró su cabeza ligeramente y por el rabillo del ojo se encontró a una Zelda ceñuda con las comisuras de la boca dirigidas hacia abajo, sin muestra alguna de gracia.
Tras un par de segundos, y con un ligero toque de confusión Link asintió la cabeza en forma de despedida, a lo cual recibió por respuesta un simple ademán por parte de la princesa.
Abrió la puerta principal con cuidado, evitando generar mucho ruido. Supuso que su oído quizás le jugó un mal movimiento, cerca de la princesa todo era posible. Además, no entendía por qué Zelda tenía un porte tan severo si hace segundos habían conversado con naturali…
De nuevo, unas risillas.
Ahora devolvió casi la mitad de su cuerpo para toparse con un seño aun más fruncido, y una boca en forma de puchero.
-¿Escuchaste eso? -preguntó mientras paseaba su mirada por los alrededores. Sin embargo, en esa casa solo estaban sus habitantes: Zelda y Link.
-¿Eh? ¿qué cosa?
Con desconcierto Link negó con la cabeza -nada, sólo me imagino cosas.
A mitad de su camino comenzó a escuchar nuevamente las risillas, que cada vez se hacían menos disimuladas y se convertían en casi una carcajada. Link regresó su cuerpo por tercera vez, y se encontró ahora con una sonrisa estática que no mostraba los dientes, incluso parecía que se estaba aguantando las ganas de respirar.
-¿Sucede algo? -cuestionó inseguramente.
-No, nada… adelante, has tus pendientes, no te detengo más.
-Oh, bueno… entonces… eh, me iré, ¿está bien?
-Sí, sí, anda.
Tras cerrar la puerta Link escuchó la característica risa de Zelda, ofuscado decidió seguir con su camino. A veces no comprendía a Zelda y sus cambios de humor, entendía que probablemente se encontrara muy estresada, pero esa no era razón para pasar del enojo a la tristeza y después a la felicidad con algunos segundos de diferencia. Caminando cuesta abajo reflexionó que quizás les hacían falta unas buenas vacaciones lejos de todas las responsabilidades que tenían encima de sus hombros, tanto ajetreo les iba a terminar pasando factura tarde o temprano.
Con paso decidido se dirigió a la tienda del viejo Brez "Vientos del Este" en búsqueda de algunas flechas antes de llegar a su reunión con Rotver, si iba a deshacerse de los monstruos que le han estado robando sus artefactos del laboratorio debía primero hacerse con armamento.
-¡No dejes de probar el nuevo fenómeno gastronómico de nuestra aldea: el queso de Hatelia! -le dijo la joven Ivena con una enorme sonrisa en su rostro, quizás con una sonrisa más grande de lo normal a consideración de Link.
Pasó a la tienda, y Brez le recibió con una enorme sonrisa estática que le recordó a la que Zelda le había dado momentos anteriores, Link se limitó a comprar lo que buscaba y se retiró lo más pronto que pudo, incomodo por el extraño comportamiento del señor y su hija. Nuevamente, a sus espaldas comenzó a escuchar unas risillas que se convertían en carcajadas mientras más se alejaba.
En su marcha hacia la torre de Hatelia Link se encontró con otras más sonrisas estáticas, muchos de los aldeanos le saludaban ligeramente con caras alargadas, mientras que otros simplemente volteaban sus rostros para evitar verlo o pasaban de largo para no tener que dirigirse a él. La única variante que coincidía aquí eran las molestas risillas y las expresiones de enfado. Bastante irritado sujetó su morral con más fuerza y aceleró el paso, siendo totalmente ignorante que la intensidad de las carcajadas disminuyó cuando él desapareció del ojo público.
Link decidió interrogar a Rotver sobre los sucesos que dieron lugar en la aldea mientras él estuvo de misión en las montañas, quizás todos eran víctimas del mismo padecimiento de Zelda, el estrés siempre saca a todos de sus casillas después de todo.
Con decisión abrió la puerta después de un incomodo saludo de la joven que vende quesos en la pastura de Hatelia, dándose un encontrón con el viejo Hyliano enseguida debido a que su campo visual estaba bastante limitado.
Rotver en el suelo por el empujón de Link se levantó de un salto y le miró con atención.
-¡OH! ¡LINK! ¡que bueno que llegas muchacho!, ya casi iba yo mismo a buscarte -dijo el anciano con un tono amistoso.
-Sí.. oye Rotver sabes si en la aldea…
-¡SHH! ¡Jovencito! ¡Ahorita no tenemos que detenernos con cosas intrascendentes!, ya habrá tiempo para eso después. -afirmó Rotver mientras buscaba algunos papeles en el suelo. -Por lo que veo te emociona tanto como a mí capturar a esos viles monstruos, ya sabía yo que eras un hombre de los míos, nosotros somos del tipo de gente que no puede permitir un acto tan ruin como robar artefactos de investigación, me gusta mucho tu compromiso Link, sé que puedo confiar en ti plenamente, pero ¡hombre! ¡me hubieras avisado con tiempo que íbamos a disfrazarnos!, de haber sabido me hubiera preparado.
-¿Qué?
-¿Cómo que qué?, no era necesario que me dejaras de lado, que esté viejo no significa que no pueda seguirte en tus ocurrencias
-¿A qué te refieres?
-¿Cómo que a qué me refiero?
-No entiendo de qué me hablas.
-¡De tu disfraz Link! Tampoco seas tan humilde que se nota que le echaste sus horitas para elaborarlo.
Link entonces con velocidad fue a ver su reflejo en el robot que tenía sospechosamente la misma apariencia que "Caramelito", aun cuando no se trataba de un espejo le dio suficiente contexto para comprender las extrañas risillas de los habitantes y de Zelda.
No es que Zelda estuviera siendo víctima del estrés sino que todo este tiempo se estuvo aguantando las ganas de reírse de su máscara de bokoblin.
