La primera noche que pasaron juntos como marido y mujer fue perfecta, un recuerdo que ambos atesoraría por el resto de su vida. Elizabeth había comprado un hermoso camisón de encaje para esa noche, y estaba sentada frente a su tocador peinándose su largo cabello cuando Darcy entró al dormitorio.
Durante varios instantes, Darcy quedó petrificado y cautivado mirando a su bella esposa y se acercó lentamente a ella. Con ternura, tomó el cepillo de su mano y empezó a peinarla, mientras con la otra mano, le acariciaba los hombros y el cabello.
"Tu cabello es tan hermoso y es incluso más sedoso de lo que imaginaba. Si supieras cuantas veces, soñé con verte así, con el cabello suelto, y poder tocarlo y acariciarlo". Los dos se miraron a través del espejo y sonrieron.
Con una sonrisa pícara, Elizabeth le preguntó: "Dime, ¿qué otras cosas has soñado?"
Besó su hombro y respondió, "He soñado con besar cada parte de tu hermoso cuerpo y estar tan cerca de ti que ni siquiera el aire quepa entre nosotros. Te amo tanto Elizabeth".
"Me gustan mucho tus sueños. Tienes mi permiso para hacerlos realidad."
Darcy la ayudó a ponerse de pie, mientras la acariciaba y besaba apasionadamente. Apresuradamente desató las cintas de su camisón hasta que finalmente cayó al suelo; para deleite de Darcy, Elizabeth quedó completamente desnuda en medio de la habitación.
La miró maravillado y murmuró: "Eres tan hermosa mi amor, tan hermosa". Posteriormente, la tomó entre sus brazos y la deposito suavemente en el medio de la cama.
Darcy la miró detenidamente, con una mezcla de deseo, amor y pasión. Esa noche, cumplió su sueño de besarla y acariciarla con abandono, y cuando por fin se unieron como pareja, fue una de las experiencias más gratificantes de sus vidas.
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La primera semana como marido y mujer fue la más feliz de la vida de Darcy. Para sorpresa y deleite de Darcy, a medida que pasaban los días, se enamoraba aún más de su bella esposa. Elizabeth era una mujer apasionada y curiosa, y su forma de hacer el amor era incluso mejor que en sus sueños.
Darcy nunca se cansaba de mirarla, ni cuando dormía ni cuando estaba despierta. Nunca se cansaba de acariciar su cabello y su cuerpo. Nunca se cansaba de escuchar su voz, escucharla reír y besarla hasta que ambos quedaban sin aliento. Cada día que pasaba, iba descubriendo pequeños detalles adicionales de Elizabeth; desde un pequeño lunar en su cadera derecha hasta la leve sonrisa que a menudo tenía mientras ella dormía, y con cada minuto que pasaba, él estaba cada vez más bajo su hechizo.
Para la alegría de Darcy, en su primera noche juntos acordaron que, a partir de ese día, siempre compartirían una cama. Todas las noches, antes de retirarse a su dormitorio compartido, Elizabeth tocaba el piano y cantaba para él.
Para Elizabeth, esos días que pasaron juntos también fueron una hermosa experiencia. En momentos de intimidad, Thomas siempre había sido muy afectuoso y considerado con ella; pero
Darcy era mucho más apasionado y constantemente le demostraba cuánto la amaba y se preocupaba por ella. Nunca había imaginado que un hombre pudiera sentir ese tipo de pasión, amor, ternura, y devoción por ella, y se sentía completamente adorada.
En todos los sentidos, Darcy era respetuoso y considerado, y tomaba en cuenta su opinión antes de tomar decisiones sobre su futuro. Después de la muerte de Thomas, ella nunca pensó que tendría la suerte de tener otra oportunidad de ser feliz con un hombre tan maravilloso como su primer marido Afortunadamente, estaba equivocada...
La primera semana de su matrimonio pasó en un abrir y cerrar de ojos y llegó la hora de regresar a Rosings. Aunque Elizabeth había sido inmensamente feliz esos días, no estaba acostumbrada a estar tantos días sin ver a Isabella, y la extrañaba muchísimo.
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Isabella se emocionó mucho cuando vio llegar a su madre a Rosings acompañada de su nuevo padre, así que los abrazó muy fuerte y le dio un beso a cada uno. Esa semana se había divertido mucho con su tío Richard, pero había echado mucho de menos a su mamá y a su nuevo papá.
Aunque los Gardiner y la le dijeron muchas veces que sus padres regresarían en unos días, la niña tenía temos que, como su primer padre, su madre y su nuevo padre nunca volvería...
"¡Mami, papá! ¡Los extrañé mucho! El tío Richard fue muy bueno conmigo y me contó muchas historias, pero me gustan más las que, papá, me cuenta. ¡Por favor, no me dejen más sola!"
"Nosotros también te extrañamos mucho y nos quedaremos contigo para siempre, mi amor", Elizabeth y Darcy le dijeron al unísono. "Te trajimos algunos libros que olvidaste en Sandstone."
El rostro de Isabella se iluminó cuando escuchó que nunca más la iban a dejar. "¿Voy a vivir en esta casa grande, o vamos a regresar a mi otra casa?"
"¿Quieres volver a Sandstone?"
"No, me gusta más esta casa. Parece el palacio de Cenicienta y mi dormitorio es muy bonito. Además, hay muchos gatitos en el granero y mi gatito favorito, Tommy, vive aquí".
"Ummmm, podemos vivir aquí si quieres, pero ¿no te gustaría ir a Londres a veces para visitar a la tía Jane, Edward, Maddy y Sophia?"
"¡Sí, quiero ir a Londres a la casa de la tía Jane!" Muy emocionada, Isabella empezó a hablar de cuánto amaba a su tía, a sus primos y a los cisnes de Hyde Park, entre otras cosas, mientras Darcy y Elizabeth escuchaban sus divagaciones con sonrisas en sus rostros.
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Unos días más tarde, la pequeña y feliz familia fue a Londres para participar en la temporada y asistir al gran baile que Lady Matlock estaba organizando en honor de su boda.
Aunque no se quedaron en casa de los Thompson, Isabella estaba muy feliz porque sus primos la visitaban a menudo, y sus padres la llevaban a ver los cisnes todos los días soleados. A pesar que Richard estaba ocupado con el negocio de la cría de caballos, decidió ir a Londres por un par de semanas para apoyar a su primo y participar en varias de las fiestas que le sugirió su madre.
Sin que él lo supiera en ese momento, esas pocas semanas que pasó en Londres fueron cruciales para su futura felicidad...
