Disclaimer: Los personajes corresponden en derecho de propiedad a sus respectivos autores, esta historia es sin fines de lucro. Sólo con el único fin de entretener a un público lector; de una fan para fans.
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Por Ladykya0
Pokeshipping week 2023
Fecha de publicación: Nov 3
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Día 3
Gestos Románticos
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A diferencia de cuándo inicio su viaje pokémon, Ash se había convertido en una persona considerablemente paciente, quién casi siempre encontraba razones para convertir una situación molesta en un "no pasa nada". Pero, últimamente Misty había estado de un humor cambiante.
Un humor que también comenzaba a alterarlo a él, porque no sabía qué hacer. Y no es porque fuera algo extraño en la pelirroja el tener un carácter fuerte, pero Ash casi podía jurar que la veía exudar irritación y frustración. El gyarados que tenía como esposa había mega evolucionado y la mayoría de las veces no sabía cómo regresarla a su forma natural, menos aun sabiendo que era en gran parte su culpa.
El entrenador inhaló y exhaló con fuerza justo antes de girar la perilla para entrar a la casa que ahora compartía con Misty. Entró cautelosamente y dejando las bolsas de plástico con las que cargaba en la barra que separaba la cocina del comedor, se acercó hasta la habitación principal, en dónde podía escuchar el sonido del aire acondicionado encendido.
— ¿Mist? — Preguntó cautelosamente mientras se asomaba.
La vio totalmente dormida, acurrucada con pikachu, quién esos días había decidido abandonarlo y seguirla a ella. Sonrió, porque a diferencia de otras veces, donde pelearía la lealtad de su mejor pokémon; esta vez lo agradecía.
Lo hacía sentir más tranquilo.
— Bien, así me dará tiempo de preparar todo — susurró mientras abría un poco una de las ventanas de la habitación, filtrando así el ambiente frío en el que la chica se había sumergido, tratando de evitar que el frescor del aire acondicionado pudiese hacerla enfermar.
La observó justo antes de salir, controlando el impulso de querer ir y acurrucarse con ella. No era el momento, así que procedió a cerrar la puerta tras él.
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El sonido de la suave brisa de verano entrando por su ventana, la hizo comenzar a despertar. Aún sentía un poco de fatiga y muchas ganas de seguir durmiendo, pero la iluminación en la habitación le decían que la tarde ya había caído y que pronto oscurecería.
Estiró sus brazos mientras se incorporaba y buscando con su mirada a su suave compañero. Se dio cuenta que la había dejado sola. Seguramente Ash había regresado desde hace mucho rato ya. Bostezó y con tranquilidad se puso de pie para poder observar el paisaje desde la ventana que aún dejaba filtrar un viento cálido.
Habían sido días extraños. Se sentía agotada y a muy duras penas había podido cumplir con su itinerario como Líder de Gimnasio, más aún teniendo La Liga Regional tan cerca de celebrarse y pisándole los talones para enviar su registro de medallas entregadas. Lo cual era difícil, porque Ash, en su afán por ayudarla, no había querido ceder en ninguna de las batallas con los entrenadores novatos. Eso, sin mencionar los días de insomnio que había sufrido en la última semana y lo poco que había disfrutado sus alimentos.
— Tengo hambre — suspiró la pelirroja con un ligero tono de fastidio que olvido cuando escuchó un quejido seguido de una maldición, proveniente de la cocina. Imposible no distinguir la voz de su esposo. Curiosa salió de la habitación, directo a buscar al hombre, a quien pronto encontró de espaldas con su mano justo bajo el chorro de agua del fregadero, quejándose por lo bajo con un pikachu que lo miraba curioso.
Ambos sin percatarse de ella.
— ¿Estás bien? — Se apresuró desde el pasillo preocupada.
— Tranquila — Respondió con una sonrisa el chico cuando la vio a su lado. — Solo me distraje y me corté un poco.
— Esta bien, no es grave — Comentó la chica después de observar la herida por un momento.
Sin percatarse del nerviosismo que su marido comenzó a sentir, le sonrió. Ash de inmediato le devolvió el gesto con alivio.
Le gustaba verla alegre.
— Ven, siéntate — El entrenador no notó cuando la chica lo había guiado hasta uno de los taburetes altos que tenían en la barra, pero un segundo después la vio sacar de un mueble cercano un pequeño botiquín. — ¿Qué hace el Campeón Pokémon cocinando a estas horas y por qué huele tan bien? — Preguntó mientras terminaba de acomodar el pequeño curita en el dedo índice de él.
De pronto, Misty se sintió observada y callando su voz cantarina levantó la vista para ver los ojos castaños del entrenador. Sintió su cálida mano sobre su rostro en una suave caricia.
— ¡Te hice la cena! — Y atrayendo su rostro hasta él, la besó.
— ¡Pi Pikachu!
— Los dos lo hicimos — rectificó Ash ante el ligero reclamó del pokémon. Misty rió esta vez divertida y satisfecha le devolvió un beso corto. — Mamá dijo que te vendría bien un poco de verdura y algo ligero al vapor — Enumeró mientras recordaba lo que Delia le había sugerido temprano en la mañana — Así que eso es lo que hice.
Podía ver una combinación de orgullo y ternura en los ojos de Ash.
— Pues Señor Maestro Pokémon, vamos a ver qué tan buen cocinero es usted. A quién le encanta comer de todo, menos comida saludable.
Misty hizo un pequeño énfasis en lo último como si de un reclamo se tratará, haciendo que su esposo fingiera indignación y se levantará de su asiento.
— Para tu información, yo cocino muy bien.
Y dándole la espalda, comenzó a buscar la porcelana para poder servir y mostrar su platillo. Misty se había acomodado en el lugar que había dejado el entrenador, emocionada.
Ash no era particularmente experto en la cocina, ella lo sabía pero aunque odiaba admitirlo, la realidad es que él tenía muy buen sazón. Sin embargo, al no ser una de sus actividades favoritas, era más común verlo comiendo que preparando comida.
Un desperdicio de talento si le preguntaban a ella.
Así que el saber que el chico se había esforzado esa noche, la hacía sentir más especial que de costumbre, sobre todo por el buen olor que la hacía querer comer ya.
— Esperemos que puedas disfrutar esta comida — Dijo el chico mientras le ofrecía a su esposa un par de cubiertos, listos para comenzar a merendar juntos.
— Yo también espero — respondió un poco nerviosa y a la expectativa de no sentir malestar.
Se llevó un bocado a la boca, después otro y otro.
Le pareció lo más rico que había comido en días.
Misty no tardó en terminarse el plato y sentir que el alma le regresaba al cuerpo por lo satisfecha que había quedado, sobre todo porque no sentía ningún tipo de molestia. Por muy exagerado que sonara, sentía que había olvidado la sensación que era haber disfrutado de una comida deliciosa y esperaba por Arceus poder conservarla esa noche.
Una vez terminado su plato la chica se acomodó en su lugar llevando sus manos hasta su regazo, con más tranquilidad de la que se le había visto en días.
— Gracias Ash — Dijo dulcemente y él solo sonrió satisfecho — De verdad estaba muy rico todo...
Tan rico que el hombre creyó que su esposa iba a llorar de felicidad. Se alarmó mucho cuándo notó que sus ojos se cristalizaban.
— ¿Qué tienes? ¿Qué pasa? — entró en pánico. Si había algo que Ash no sabía, era qué hacer cuando veía a una mujer llorar, sobre todo cuando se trataba de Misty. — ¿Te duele algo? — Se acercó rápidamente hasta ella.
— No, solo me entró mucho sentimiento, porque me sentí muy feliz — Un par de lágrimas comenzaron a resbalar por sus mejillas. Ash se enterneció cuándo escucho aquellas palabras, suspirando movió un poco la silla para poder tener espacio y poder abrazarla.
— Lo más importantes es que estés feliz — comenzó a consolar y los ojos de ella se aguaron de nuevo antes sus palabras. — Que estén felices — Enfatizó. Esta vez la líder de gimnasio ya no pudo detener sus lágrimas. — Mist, no llores... — rogó.
— ¡Ya sé! — Alzó de pronto la voz. — ¡Eso intento, Ketchum!
Ash solo la observó sin saber bien qué hacer y mientras la veía pelear consigo misma la guió hasta uno de los sofás dónde por fin pudo acomodarse a lado de ella. Misty no tardó en acurrucarse en su pecho, intentando controlar su sollozo.
— Y apenas vamos al cuarto mes... — Ash solo acariciaba suavemente la espalda de ella.
— ¡Es tú culpa! — El chico volvió a escuchar como el llanto de la pelirroja aumentó de nuevo y él se sintió un poco desesperado. — No es verdad, perdón... — susurró al final.
— Mist —, acomodándose, levantó el rostro de ella. — No tienes porqué disculparte — Comenzó a hablarle tranquilamente, como si de una niña pequeña se tratara — Es cosa de ambos, y yo voy a estar aquí contigo. — La besó y ella asintió con tranquilidad porque sabía que era verdad. — Además, no importa si eres un gyarados o te conviertes en un megagyarados o algo peor, ¡un gyarados gigamax! — Misty solo lo observó incrédula de lo que escuchaba — Por algo soy el campeón, todo va a estar bien. Sé cómo lidiar con esto.
Ash se rió con autosuficiencia y a Misty se le olvidó lo sentimental e incomoda que se había estado sintiendo las últimas semanas debido a los cambios hormonales.
— Un tonto, eso es lo que eres, Ketchum.
Lo empujo levemente intentando soltarse del abrazo de Ash, en un gesto de indignación. Él no se lo permitió y en consecuencia la abrazó con un poco más de fuerza.
Y resignándose, ambos se rieron.
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Holi.
Creo fervientemente que no hay gesto romántico más grande que tenerle paciencia a una mujer embarazada que sufre cambios hormonales y malestares. No es que quieran estar de malas, pero...jajaj.
En fin, aunque el gesto romántico principal es Ash cocinando, hay varios pequeños por ahí que también son importantes, porque creo que son cosas bases en una relación.
Espero les haya gustado el 3er día.
¡Nos leemos mañana!
