Disclaimer: Shingeki no Kyojin pertenece a Hajime Isayama.
Los defensores de Paradis
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Mitras, 28 de agosto
La capital de Paradis-Eldia amanecía con una gran multitud de soldados reunidos en la periferia del palacio real, ahí se había instalado una plataforma desde donde la reina daría un mensaje tanto para el pueblo como para el ejercito. La bandera de la estrella de nueve picos ondeaba en lo alto, mientras los pocos parlamentarios que aún se sostenían, también se habían reunido junto al Canciller para apoyar a la monarca. Los soldados enfilados perfectamente, estrenaban su uniforme mejorado, que consistía en pantalones y chaqueta blindada de color verde, botas y guantes negros, así como las correas y demás aditamentos; el escudo de Paradis se mostraba en el área superior derecha de la chaqueta así como en la espalda, lo que ahora diferenciaba a los regimientos era el brazalete con su respectivo emblema en el brazo izquierdo.
Unos minutos pasadas las 9:00 de la mañana, la Guardia Real rodeo la plataforma y la reina salió. Ymir subió al estrado con rebosante seguridad, vestía una larga falda recta de color verde al igual que la gabardina militar, atravesaba su torso la rojiza banda real, complementaba con botas altas marrones, y el cabello recogido en un moño. Su parecido con Historia de joven era impresionante, tanto, que Armin y Jean creyeron ver en ella a su antigua compañera.
La joven monarca se acercó al atril y con la vista pidió la confirmación del técnico de radio, éste dio el visto bueno, entonces la reina con la voz fuerte y más clara posible, pronunció:
―Estimados compatriotas, me dirijo a ustedes en una situación critica, estamos nuevamente bajo la cobarde e injusta mira de Marley, y por tanto, de una agresión a la que el mundo nos ha condenado a resolver solos. Sin embargo... ―la reina aumento el tono de voz ―eso no mermará nuestros ánimos, al contrario fortalecerá nuestro espíritu, porque cada uno de nosotros se unirá a la lucha. ―La población que escuchaba atenta la radio, se mostró confundida, la reina rápidamente retomó su discurso ―Así es, nuestro valiente ejercito irá a la batalla, a frenar al enemigo, pero ellos no irán solos, nuestras bendiciones los protegerán, les darán fuerza y sabiduría. Porque estoy segura que cada uno de nosotros tenemos a algún familiar, amigo o conocido en la milicia, incluida su servidora ―Ymir bajo un poco su voz en esta última oración, y no pasó desapercibido para nadie que la monarca demostró su preocupación
―Eso significa... ―Mikasa, que escuchaba atenta la transmisión, no pudo evitar pensar en lo que aquello significaba ―que el príncipe participará en la guerra
Y junto a ella, todo Paradis se enteró que el príncipe heredero se expondría ante tal peligro. "¡Pero es un titán!" "¡Si muere ¿quien será el heredero?!" "¿La reina realmente lo aprecia?" "¡Esta loco!" "¿Realmente hará algo de provecho?" se fueron cuestionando de pueblo en pueblo, y en las ciudades.
―¡Y por eso mismo yo también voy a luchar! ―su expresión sacudió los pensamientos de los oyentes ―desde mi puesto, voy a guiar y proteger al pueblo, tal y como lo juré en mi coronación. ¡Si Marley desea destruir a todos los eldianos, yo no lo aceptaré! ¡No caeré ante ellos! ¡Así que ustedes tampoco se rindan!
La sorpresa inundaba los rostros de los ciudadanos, ¿realmente la reina les estaba pidiendo no rendirse ante otra injusta y devastadora invasión?.
―¡Nosotros no somos demonios! ¡Nosotros no tenemos que cargar con el peso de las acciones de nuestros antepasados ni tenemos porque pagar sus consecuencias! ¡Porque nosotros somos libres! ¡Porque nacimos en este mundo! ¡Y nadie nos va quitar esos privilegios! ¡Vamos a defender nuestras vidas y las de los que amamos!
Esas palabras hicieron eco en el corazón de las personas, unas comenzaron a llorar, otras a orar y algunas más a ovacionar.
―Por eso, les pido, que mantengan la compostura, el valor y la esperanza de que la calma vendrá después de esta amarga tormenta. Todos y cada uno de nosotros, desde nuestra posición, luche a su manera, luche por lo que mas ama en la vida y por su libertad. Que en estos días difíciles no haga acto de presencia la rapiña, el caos, el abuso, la corrupción y la estafa. Al contrario, sean equitativos, solidarios, ordenados, justos y sobre todo unidos. El Parlamento ha dejado atrás sus diferencias, los nobles y empresarios trabajan juntos, la prensa y las organizaciones civiles han pactado, el ejercito y el gobierno están más vinculados que nunca. Ahora, les pido que también ustedes, dejen atrás sus diferencias ideológicas, religiosas, políticas, sentimentales y económicas, y se unan a esta causa, en este momento, Paradis somos todos
"Ahora soy de Paradis" pensó Grice, justo en la Guerra de Paradis fue mentalizado de que la isla era un peligro que debía ser eliminado.
―¡Que Marley vea que juntos, somos una muralla aún más impenetrable que Rose y Sina! ¡Ahora somos la nueva María, todos unidos por el mismo objetivo!
"¿La nueva María?" se cuestionó con burla Inocencio desde su celda "Irónico que ahora uses las palabras de Lummer".
―Ahora y siempre, seremos eldianos, y nadie, absolutamente nadie, tiene el derecho de arrebatarnos la vida. ¡Solo queremos vivir en paz! ¡Pero quien ose venir a atacar, será recibido como se merece! ¡Viva Eldia libre!
―¡Viva! ―el furor se apoderó de los presentes y de todos los demás habitantes en la isla. Las palabras de la reina lograron transmitir valor y paciencia, pero sobre todo orgullo, Eldia no había caído antes y no lo haría ahora, una llama de fe brotó en los corazones de todos los isleños
―Ahora la ceremonia de designación de puestos ―dijo Ymir con solemnidad mientras una asistente se acercaba con las medallas dispuestas en un cojín carmín ―primero, solicito la presencia de los capitanes Maurice Pikale y Rita Iglehaut, así como a la subcomandante Ingrid Bernhart ―los mencionados pasaron al frente, postrándose ante la reina con una rodilla en el suelo y la mano derecha a la altura del pecho ―a ustedes tres, gracias por su ardua labor. Y teniendo la capacidad y sagacidad necesaria para el puesto, los nombró, con el grado de Teniente del Ejercito de las Murallas, por tener el mando de la última barrera defensiva de Paradis
―Es un honor Majestad ―contestaron con entereza y realizando el saludo militar
―Ahora, designó con el grado de Coronel a... el capitán Gabi Braun, a la subcomandante Rico Brzenska y al comandante Boris Feulner. Al frente, por favor
Los mencionados realizaron el mismo acto acto protocolario que sus compañeros nombrados Tenientes.
―Increíble ―susurró Bastian al ver a su entrenadora siendo promocionada como Coronel, sus demás compañeros pensaron lo mismo
―El grado de General, es el puesto más importante en el ejercito, y por eso, ese honor solo se les concederá a dos personas ―la reina tomó la primera medalla y pronunció: ―Anka Rheinberger, al frente
La comandante de las Tropas Fronterizas se arrodilló ante la monarca para recibir su condecoración. El regimiento de la rosa y el timón no pudo evitar alegrarse ante el nuevo puesto de su jefa.
―Armin Arlert, al frente ―pronunció la joven monarca
El rubio pasó al frente para su promoción, sin embargo, la rubia no solo le colocó su medalla, sino que le susurró unas palabras que le hicieron estremecer ―Si es bueno pensando bajo presión, creo que puedo confiar en usted ―en ese momento Armin sintió una especie de dèjá vu, como si la presencia de Eren estuviese ahí. "¿Acaso realmente es...", su pensamiento se vio interrumpido cuando Ymir pronunció en voz alta ―así mismo le nombró: Estratega del Ejercito de las Murallas, por su brillante inteligencia demostrada en sus años de servicio
Anya quedó boquiabierta, Hitch sacudió la cabeza incrédula; y Mikasa, desde su hogar, se alegró porque por fin reconocían el ingenio de su amigo, aunque eso también significaba una carga muy pesada. Armin salió de su estupefacción para saludar a la reina con total formalidad.
"¿Y que hay de Jean?" se cuestionó el rubio al regresar a su lugar, aunque la espera fue poca.
―Jean Kirstein ―la rubia llamó al líder del Cuerpo de Investigación al frente y una vez que éste se había arrodillado, se acercó al castaño y mostró la última medalla en ser entregada ―como reina de Paradis, le nombró con todos los honores como Comandante General del Ejercito de las Murallas ―enseguida le colocó la placa, ésta tenía grabadas tres estrellas protegidas por dos ramas de laurel semicirculares ―usted es el único apto para liderar al ejercito en esta misión tan importante
En ese momento se hizo un largo silencio, donde Jean Kirstein se preguntó si realmente él era el indicado para ese cargo. Su mente rápidamente divagó desde aquel adolescente santurrón que solo quería vivir cómodamente en la capital, hasta el día de la Rebelión de los Muros, donde tras la muerte de Hans Zoë, se hizo cargo del regimiento. No negaba que sentía un enorme orgullo de ser nombrado como el más alto mando en esa campaña, pero ¿realmente lo haría bien?.
―¿Sucede algo? ―susurró Ymir ante el silencio de Kirstein ―si no desea el puesto, no lo obligaré ―la reina seguía hablando en voz baja ―pero ...
Jean sintió escalofríos, esas palabras le hicieron recordar los rostros que creía olvidados: Mina, Hannah, Franz, Thomas, Nac, Mylius, Samuel, Daz, y... Marco, aquellas primeras victimas en Trost; recordó una vez más a su grupo de compañeros en la Legión de Reconocimiento: a Reiner, Bertolt, Ymir, Historia, Connie, Sasha, Armin, Mikasa y obviamente al bastardo suicida de Eren. También visualizó a cada miembro que había pasado por el Cuerpo de Investigación, los que ya no estaban y los que continuaban a su lado. No podía darse por vencido, por todos ellos, debía aceptar el nombramiento, esa sería su forma de respetar su sacrificio.
El castaño sonrió irónico, sorprendiendo a Ymir, alzó la cabeza y realizando un saludo impecable firmó su destino: ―Aceptó esa responsabilidad Majestad, y tenga por seguro que haré todo lo humanamente posible para defender a Paradis
―Gracias ―respondió la monarca con una sonrisa sincera
Una vez que todos retomaron sus lugares, la reina se colocó al frente y pidió a los parlamentarios y demás invitados que se acercarán a ella, su rostro se volvió serio y sin necesidad del micrófono pronunció:
―Ejercito de las Murallas ―Ymir llevó su puño derecho a la altura del corazón ―en ustedes, ponemos nuestra esperanza ―hizo una reverencia respetuosa a todos los soldados
Enseguida, los demás asistentes le siguieron, desde el Canciller Grice, los parlamentarios, el Comité Interno Marcial, y demás representantes civiles, así como la gente que estaba en los alrededores, no dudaron en mostrar su respeto a los defensores de Paradis.
El ejercito en respuesta tomo la posición de firmes y regreso el saludo con un potente ¡Si, señor!, aceptando así, la responsabilidad de salvar a Paradis y su gente de la invasión marleyana.
...
Ehrmich, 29 de agosto
Al día siguiente, las calles de Ehrmich estaban tapizadas de banderas de Paradis, de flores y listones, como si se tratará de un festival. Mucha gente se había congregado en las calles por donde pasaría el Ejercito en su camino hacia Shiganshina para demostrarle su apoyo, las palabras de la reina habían hecho efecto.
Los primeros en salir fue el contingente de la Gendarmería Real, el único regimiento que no iría al frente de batalla y que aguardaría para la defensa de las ciudades, especialmente de la capital en caso de que las cosas se complicaran, por ahora, solo escoltaría a sus camaradas hasta Shiganshina. Luego siguieron las Tropas Fronterizas, que mostraron sus nuevos autos blindados y algunos tanques, que sorprendieron a los ciudadanos. Al final, cerraba el Cuerpo de Investigación, que no llevaba otra cosa que su experiencia y sus poderosos titanes.
La gente había creído que iban a mostrar algún nuevo cañón o arma, sin embargo, las armas fueron llevadas directamente desde las ciudades industriales a Shiganshina. Aunque eso no los desmotivo, por el contrario, al no conocerse públicamente la identidad de los portadores titanes, la gente comenzó a gritar su apoyo a su titán favorito, aunque no supiesen quien era.
―¡Patéales el trasero, titán Hembra!, ¡Aplástalos como moscas!, ¡Eres la más hermosa!
Tabatha Zorbas solo entrecerró los ojos y reprimió sus deseos de reírse o maldecir, según le pareciera la frase de "apoyo".
―¡Tú puedes Acorazado!, ¡No tengas piedad!, ¡Soy tu fan!
La mayoría eran gritos de mujeres, por lo que Vera Gisler se sintió algo incomoda, la forma unisex de su titán y el hecho de que su antecesor haya sido hombre, le creaban al colectivo imaginario la imagen de un chico fuerte y varonil.
―¡Eres el as bajo la manga!, ¡Resiste!, ¡Quiero montarte!
Los gritos para el titán Carguero, hacían que el pobre Hugh Thatch se pusiera rojo como tomate y fuera cabizbajo, tratando de ignorar los comentarios subidos de tono y guardar aquellas frases realmente motivadoras.
―¡Destrózalos!, ¡Grande el titán Araña!, ¡AU, AU, AU!
Anansi Zoë estaba tan emocionado que estaba a nada de ponerse a saludar como supermodelo, pero Sara Zimmerman oportunamente le golpeó con fuerza en las costillas, sacando de su ensoñación al mestizo.
Lo extraño para los cadetes de la generación 123, fue que nadie apoyaba a Eren, a pesar de que éste, cabalgaba en un hermoso corcel blanco con una montura fina que la reina le había regalado, puesto que el príncipe se había negado a ir en auto y escoltado. Aún así, parecía que pasaba desapercibido y eso le generó incomodidad a sus compañeros, especialmente a los dos cercanos al pelirrojo.
―Con que esto es estar en un desfile ―comentó Anya, para destensar el momento y que el tiempo no se sintiera pesado hasta llegar a la puerta
―Solo ignóralos ―recomendó Murakumo
El pelirrojo mantenía su vista el frente y el rostro estoico, como si estuviese ausente.
―¡Príncipe Eren!
De repente, se escuchó el grito proveniente de un niño de aspecto andrajoso, por lo cual el pelirrojo salió de su trance y detuvo su andar ―¡Usted puede ganar! ―le animó el chiquillo de unos siete años, que mostraba una sonrisa incompleta, a falta de uno de sus dientes
Eren Reiss quedó pasmado, aunque pronto se recupero y amablemente le saludo con el puño en el corazón. El chiquillo ensanchó más su sonrisa y sus ojos brillaron de emoción. Lo que sucedió después fue un hecho impensado hasta ese momento.
Cuando los demás presentes notaron asombrados como el príncipe heredero se había detenido para saludar a un humilde pequeño, entendieron que el joven pelirrojo no era el monstruo sanguinario que creían. Esto, porque después de la misión en Marley, se había esparcido de boca en boca lo que había sido un secreto: que el príncipe heredero tenía los poderes titanes de la Fundadora. Y por tanto, no tardaron en señalarlo como un demonio, sumado a que también llevaba el nombre de su antecesor Jaeger, al que habían comenzado a recordar.
Entonces, alguien más externo su apoyo al pelirrojo, una anciana le deseo buena suerte, y otra chica se sumo, diciéndole lo guapo que era. Así, varias personas más comenzaron a animar a Eren, sorprendiendo al mencionado y a sus allegados.
―Increíble ―murmuró Anya, quien en todos sus años de amistad con el príncipe, nunca había visto tanta admiración por el pelirrojo
―Tsk ―gruño Murakumo, una parte de él detestaba esa hipocresía, al saber que Eren desde niño nunca fue bien recibido como príncipe, aunque tal vez por fin se habían dado cuenta de la valía del joven titán cambiante
―¡No los vayas a defraudar príncipe suicida! ―le comentó con burla Bastian
―Jamás... ―murmuró el pelirrojo
Entre todo el gentío, los cadetes se encontraron con sus familiares, vecinos, amigos y hasta pareja; todos ellos con la emoción de ser cercano a un "héroe" pero sobretodo con el deseo de que regresarán a salvo. Al ver que todos sus demás compañeros eran despedidos con fervor, Irina no pudo evitar soltar un suspiro de resignación, no había nadie que le diera sus buenos deseos.
―¡Irina, Derek! ―la melliza logró captar el grito de un hombre de castaños cabellos, llevaba su inseparable cigarrillo en la boca
―¡Señor Bukowski! ―Irina lo reconoció y se acercó a él, Derek le siguió en silencio
El hombre se quitó el cigarrillo y sonrió levemente ―Sé que aunque te pida que te quedes, no lo harás ―miró fijamente a la chica ―así que te pido que sobrevivas, tu sangre aún tiene mucho que aportar a los misterios titán
―Lo sé, pero no dejaré a Derek solo ―enunció la melliza
Bukowski negó con la cabeza ante la terquedad de los mellizos, luego recordó algo y sacó de su chaqueta dos objetos envueltos en pañuelos, uno pequeño y el otro alargado.
―Ni Vitus ni Rilke pudieron venir a despedirlos, así que cada uno me encargó entregarles esto ―a Irina le entregó el objeto pequeño, mientras a Derek le extendió el objeto alargado ―el relicario de su padre y la navaja de su madre, lo único que pudieron rescatar de ellos, ahora les pertenecen
La chica de cabellos grises destapo el relicario, era ovalado, de plata y con grabados florales. Derek solo le echó un vistazo a su regalo, destapando solo un poco, por lo visto era un arma pequeña y de buena calidad.
―Gracias señor Bukowski, también dele las gracias al señor Rilke y a Vitus ―dijo Irina bastante sentimental
―Agradézcanles ustedes, cuando regresen victoriosos
Irina sonrió suavemente y le dio el saludo militar, Derek copió el movimiento de su hermana, aún con el rostro serio.
En tanto, los altos mandos, no estaban tan emocionados con todo ese convite, al contrario, sentían una carga demasiada pesada al ver como familias enteras confiaban en ellos. La situación era critica.
―Tienes que calmarte un poco ―sugirió Armin Arlert a su amigo y superior, quien se notaba pensativo
―¿Este ambiente no te pone nostálgico? ―fue la respuesta de Jean Kirstein ―a mi me recuerda mucho a la primera misión fuera de las murallas. ¿Lo recuerdas?, la fatídica misión 57
Armin contestó con un apagado "sí", ahora más que nunca recordaba aquellas épocas cuando él, Eren y Mikasa, se decidieron por la Legión de Reconocimiento. Aquella vez salieron de Karanese motivados por encontrar una pista, pero regresaron con el fracaso y con el desprecio de la gente por haber perdido a tantos compañeros. ¿Se repetiría nuevamente?.
―No pienses en eso ―dijo Armin con serenidad ―ahora es diferente
―Aún así... ―Jean vio de reojo a su tropa que lo seguía, especialmente al trío de jóvenes destacados de la generación 123 ―si caen en batalla, no podré ver a la cara a sus familias. "No creo ser capaz de soportar ese dolor" pensó el comandante
―No permitiremos que eso suceda ―mencionó Arlert, el rubio tampoco podía dejar que su niña, ni los amores de Mikasa e Historia perecieran
―¿Estas conmigo Armin? ―le cuestionó Kirstein con un tono divertido, como aquel que usaba cuando eran apenas unos novatos
El subcomandante y estratega le sonrió, y chocó su puño con el del castaño ―Por supuesto
En ese momento estaban por llegar a la puerta del distrito, aquella que permitía el paso por la muralla Sina, siendo la última parada rumbo a Shigashina, fue ahí cuando Armin notó a una mujer que él conocía muy bien.
―¿Mikasa?
La Ackerman estaba en primera fila, en compañía de la leal Lousie, a comparación de otros días, esta vez se había vestido con una falda verde olivo y una blusa blanca de encaje, también había recogido todo su cabello en un moño bajo que adornaba con un listón rojo, lo que la hacía lucir muy bonita. En sus rodillas, sostenía con firmeza una tela verde.
―Armin, confía en ti ―la morena le sonrió a su amigo, sabía que ya no era aquel adolescente inseguro, pero también lo conocía lo suficiente como para saber que su actual misión lo turbaba demasiado
Arlert le regresó la sonrisa y se adelantó un poco dándole privacidad a los esposos. Jean sintió su corazón desbocarse, quería prometerle a Mikasa que tanto él como Murakumo regresarían a salvo, pero ahora tenía que comandar al ejercito, ahora realmente sentía miedo de no regresar a su lado.
―Lo harás bien ―escuchó la melodiosa voz de Mikasa ―eres un buen líder
La morena le extendió aquel trozo de tela, Jean se acercó para tomarlo, en el momento en que sus manos se rozaron, el mundo se limito a ellos dos. El comandante recordó la primera vez que la vio y halago su cabello, así como la segunda vez que se enamoró de ella, bajo la identidad de Ryoko; Mikasa Ackerman siempre sería (junto con su madre) la única mujer en su corazón. Así que le dedicó unas palabras que solo la morena escuchó, y que estremecieron todo su ser, en definitiva, para Mikasa no fue un error casarse con Jean.
―S-suerte ―pronunció sonrojada la señora Kirstein, aunque sonriéndole tímidamente
Jean retomó el paso y bajo la mirada para ver la tela, se trataba ni más ni menos de la capa de la Legión de Reconocimiento de Mikasa. Él ya había guardado la suya entre su equipaje, como una especie de amuleto, pero, su perspicaz esposa le entregó su capa como muestra de apoyo, como si ella estuviera ahí para protegerlo, como cuando luchaban codo a codo en la Legión. Ese fue un factor que lo motivo y esfumó la pesadez que hasta ese momento, sentía abrumarle.
―Mamá ―pronunció Murakumo al reconocer a Mikasa, ahora sentía una profunda pena al saber que su madre estaría en vilo por él ―¡Espérame, volveré! ―alcanzó a gritar, Mikasa sonrió como gesto de confianza
―¡Anya recuerda nuestra promesa! ―Hitch gritó a todo volumen, haciéndose paso hasta el frente, empujando incluso a un par de hombres, llamando así, la atención de la castaña
―C-claro ―respondió la joven, quien luego se quitó la vergüenza, y también gritó: ―¡Regresaré! ¡Te quiero mucho mamá!
―Yo también ―susurró Hitch, sus ojos estaban llenos de lágrimas ―Cuídense mucho, Anya, Armin
Así, todos los valientes soldados fueron despedidos, llevándose con ellos bendiciones y esperanzas. Y sobretodo, una gran motivación para regresar con vida.
...
Shiganshina, 31 de agosto
El ejercito había llegado el día anterior, preparando inmediatamente los planes y el armamento que habían llevado desde las ciudades industriales, organizando los escuadrones y asegurando las provisiones, en la mañana saldrían ya a tomar puestos y a esperar al ejercito marleyano. Por lo que esa era la última noche para poder descansar tranquilamente, aunque realmente nadie lo estaba.
―Esto se siente extraño ―dijo Natan mientras veían como el fuego consumía los trozos de leña
Los cadetes de la generación 123 se habían reunido entorno a una pequeña fogata, no podían dormir, por lo que prefirieron platicar y tomar algún refrigerio que calmara sus ansias.
―Estamos a punto de ir a la guerra ―comentó Kesia con seriedad, mientras se abrazaba a sus piernas ―es lo normal
―No están nerviosos ¿o sí? ―cuestionó Omar a sus compañeros de mayor experiencia
―Hemos estado en peligro un motón de veces y hemos entrenado arduamente ―dijo Bastian ―... es solo que...
―Esto será mucho mayor ―completó Mei ―podría sobrepasarnos
―Y si eso sucede... ―Jason continuó ―Paradis...
―¡No sucederá! ―exclamó Charlotte, pero nadie fue capaz de contestarle, provocando una sensación de desanimo
―Ganaremos ―aseguró el joven príncipe después de un tenso silencio, todos los demás presentes le miraron expectantes, entonces señaló a lo lejos la imponente muralla Rose ―aún tenemos las murallas
―E-eren ¿no estarás pensando en...? ―preguntó Anya alarmada
―No ―respondió el pelirrojo ―pero sin duda, mientras yo posea al Fundador será un factor de presión
―Jajaja ―Achim rio nervioso, pero entendió el punto del príncipe ―cierto, las murallas aún son una amenaza
―Las murallas de Paradis son nuestra última opción ―razonó Lucien
"Si perturban la paz de la isla, los colosales de las murallas despertaran, y en polvo se convertirán", sentenció el rey Fritz ―Gretel comenzó a cantar tímidamente, quien al ver como sus compañeros le escuchaban con atención y hasta le acompañaban con palmadas, subió el tono de su voz ―Borrando las memorias y cazando a los rebeldes, por un siglo se ocultó la verdad. Hasta que el Acorazado y el Colosal vinieron a atacar...
...
Murakumo se acercó a la torre que fungía como oficina general y donde de seguro encontraría a su progenitor. Antes de partir a Dirk, quería platicar algunas cosas con él. Sabía que, ahora que era Comandante General, estaría más custodiado y ocupado, así que, si quería tener una charla privada debía escabullirse. Contrario a lo que había pensado, esa noche su padre se encontraba en la azotea, solo, y degustando un vaso de vino. Sin mayor problema brincó hasta el tejado.
―¿No es algo peligroso que estés aquí solo y bebiendo? ―Murakumo le cuestionó como saludo, Jean solo sonrió
―Vine a despejar mi mente ―confesó el Comandante ―además puede ser mi último trago
El mestizo frunció el ceño, no le gustó oír esas palabras.
―Ya tomaras más vino, cuando regresemos a casa ―el joven se sentó a medio metro de su padre
―Y me acompañaras con al menos una copa ―exigió el castaño
―Claro ―aceptó el moreno, y de pronto, hizo algo inesperado ―¿por que no ahora?
Jean enarcó una ceja asombrado ―¿Estas seguro?
―Solo un vaso
El mayor de los Kirstein bufó divertido y le sirvió a su hijo, quien no dudo en dar el primer trago.
―Realmente me sorprendes ―admitió Jean ―casi nunca me buscas desde que te volviste un adolescente irritable
―Es porque estoy madurando ―contestó el mestizo ―ya no me escondo bajo las faldas de mamá
―Eso sería vergonzoso a esta edad ―Jean le comentó burlón, aunque luego pasó a un tono nostálgico ―has crecido tanto que pronto tendré que mirarte a la misma altura
―Es tu culpa, la altura la heredé de ti
Jean rio de buena gana ―Pero te pareces más a tu mamá
―Mmmm, ¿Realmente quieres a mamá? ―Murakumo preguntó sin tacto, lo que hizo a Jean escupir su bebida
―¿Por que preguntas eso? ―mencionó el castaño limpiándose la boca con la manga de la camisa
―Por todo lo que pasaron ―Murakumo vio de reojo a su padre, quien no comprendió su oración ―quiero decir, estaban en una guerra contra titanes devora hombres, en un ambiente hostil y sin esperanzas, y luego del Retumbar, el mundo seguía hostil ¿como se puede dar el amor en esas condiciones?
―Simplemente se da ―contestó el comandante, recordó a los tórtolos Franz y Hannah, de los primeros que vio caer, pero juntos ―en mi caso, se dio cuando tenía 15 años y tuve que esperar diez años para que tu madre me aceptara
―¿Y si el tal Jaeger hubiese seguido vivo? ¿Mamá nunca te hubiese dado una oportunidad? ―el joven mestizo se cuestionaba que pensaba su padre de Jaeger
―No lo sé ―contestó Jean después de unos minutos de silencio ―incluso si estuviera vivo, quien sabe que estaría haciendo ―el castaño estaba casi seguro, que Eren, en sus últimos años en Paradis actuaba extraño
Murakumo contempló atento el rostro de su padre, esperando alguna mueca de desagrado o un ceño fruncido ante la mención de Jaeger, pero Jean se mostraba relajado. Cuando éste, se encontró siendo observado por el joven, le cuestionó.
―¿Sucede algo?
El Kirstein menor negó con la cabeza y dio un suspiro. El comandante iba a hablar nuevamente cuando el chico, por fin dejó fluir unas importantes palabras.
―C-creo que siempre lo has sabido... pero realmente... estoy orgulloso de ser tu hijo ―el color rojo se apoderó del rostro de Murakumo, Jean se enterneció y rio suave
―Eso significa mucho, te lo agradezco ―el comandante habló con un tono delicado pero que demostraba felicidad contenida ―y también sabes que eres mi orgullo, el mejor hijo que pude haber deseado ―la mente de Jean se inundó de recuerdos, desde la primera vez que sostuvo a Murakumo en brazos, hasta aquella vez en la Tragedia de Utopía, donde el joven logró salvar a la reina, y verse ya, como un imponente soldado
―Gracias papá ―el joven Kirstein sonrió apaciblemente
―Ahora, ya que estamos los dos solos, te daré una importante charla sobre las chicas ―Jean habló con picardía
―¡No otra vez! ―Murakumo habló con obvio fastidio
―Solo bromeaba ―el comandante sirvió el último trago y viendo que más soldados se reunían entorno a la fogata y al canto de Gretel, se dispuso a disfrutar del panorama ―hay que relajarnos un poco
Le extendió su vaso a su hijo, para chocar sus vasos en un brindis fraterno.
―A tu salud ―dijo el mestizo
Aún en silencio, padre e hijo se sentían bastante cómodos de compartir un poco de tiempo antes de una guerra.
Ahora vamos nuevamente a luchar,
Al enemigo derrotar,
Las murallas de Paradis, nuevamente se sacudirán, si vienen a exterminar...
Y los demás soldados, compartieron su pensar, al cantar y bailar alrededor de la fogata y pasar una noche amena antes del inevitable y trágico destino.
...
Aún no salía el sol, pero el contingente se estaba preparando para salir en cuanto se diera la orden. Se habían formado en pelotones según sus capacidades y los cadetes se habían reagrupado conforme al entrenamiento de la capitana Braun; por lo que el trío real estaba reunido y tratando de pasar desapercibido con las capas verdes que todos usaban.
―Pssss ―el pelirrojo llamó la atención de sus amigos
―¿Qué sucede? ―susurró Anya
Eren ensanchó su sonrisa y extendió sus puños a los lados ―Tal vez nos separemos en algún momento ―el príncipe hablo en voz baja solo para ser escuchado por sus amigos ―así que, ni se les ocurra morir
Anya emitió un bufido corto que resultó de reprimir la risa, mientras Murakumo chasqueó la lengua como de costumbre.
―Suerte ―Arlert y Kirstein chocaron los puños y se desearon lo mismo
Y entonces vimos que Marley nos ansiaba aniquilar,
Maria se despertó y nos salvó, solo somos gente que queremos vivir en paz,
No queremos más guerra ni sangre derramar...
Entonces, el ahora Comandante General se coloco al frente junto al Estratega y a la General Rheinberger, y con voz clara y fuerte exclamó:
―¡Soldados, es hora! ―exclamó el Comandante General Kirstein ―ya sabemos cual es nuestra misión y como cumplirla ―los lideres de escuadrón se mostraron atentos― vamos a escribir un nuevo capítulo en la historia de Paradis, y éste será un capítulo de victoria ―algunos de los titanes cambiantes suspiraron y otros se mentalizaron para lo que vendría ―¡Detendremos a Marley, aquí en Dirk! ¡Salvaremos a nuestro país y a nuestra gente! ―Chad Aaltonen y Gabi Braun compartieron el mismo sentimiento de pesadez al tener que enfrentar para quien una vez trabajaron ―¡No teman a la muerte! ¡Teman a rendirse sin pelear! ¡El mundo sabrá de lo que somos capaces!
―¡Si! ―un vítor resonó en medio de la madrugada, y a éste le siguieron muchos más
―¡Por Eldia! ―gritó Jean a todo pulmón y sentimiento
―¡Por Eldia! ―gritaron los soldados, motivados con el fuego abrasador del orgullo y la esperanza
Así, bajo el liderazgo de Jean Kirstein, comenzaron su travesía hacia Dirk y por tanto hacia la batalla, una batalla mortal que cambiaría el mundo, pues los ojos de las demás potencias estaban en Paradis.
...
En tanto, los de Marley veían por fin las costas de la isla, Connie fue el primero en prepararse para el asalto y sacar por fin su coraje reprimido desde hace años.
Ahora vamos nuevamente a luchar
Al enemigo derrotar
Las murallas de Paradis, nuevamente se sacudirán, si vienen a exterminar
―¡Prepárense para el desembarco! ―ordenó el General Herschel
Era el amanecer del 1 de septiembre.
.
..
...
***Notas***
*Lo del discurso fue lo más pesado que escribí y es que no tenía ni idea de que poner. Me vi algunos videos, como el Discurso del Rey, pero nada más la inspiración no llegaba.
*Al chile, yo si quería que Jean fuese el comandante de la Legión. Así que aquí no me quede con las ganas de ponerlo como el mero jefe (porque se lo merece).
*Ahora si, Erencito recibe el apoyo que nunca le habían dado.
*La canción que canta Gretel me la imagine como una mezcla de The rains of Castemare / Fiesta pagana aunque con letra nostálgica.
*Murakumo tiene casi la misma altura que Jean de 15 años, es decir, 1.72 m.
*Se viene el caos y la destrucción (léase con voz de Fedelobo).
*Curiosamente este capitulo, justo me recordó lo que lamentablemente esta pasando en Gaza. No apoyo el terrorismo, pero tampoco el genocidio. Ojala pronto lleguen a un acuerdo, porque al fin y al cabo, quien más sufren son los civiles :(.
*Y ahora sí, se nos viene el final animado.
