Descargo de responsabilidad: Todo crepúsculo pertenece a Meyer.
—¿Bella? ¿Te encuentras bien?
Jessica estaba agitando su mano en frente de mi rostro. Me obligué a apartar la mirada de la hermosa vista en la mesa del rincón y asentí hacia Jessica. Temblorosamente me dirigí a comprar mi almuerzo. Pero no tenía hambre, solo tomé un refresco y con mi mirada hacia abajo fui con Jessica a la mesa. No me atreví a mirar a la mesa de los Cullen con el temor de que no pudiera contenerme y salir corriendo a abrazar a Edward. Eso no sería bueno. Sacudí la cabeza.
—Entonces, ¿Bella? ¿Qué tal te parece Forks?— preguntó por supuesto la curiosa Jessica Stanley.
—Mmm, b… bien— tartamudee con las mejillas encendidas. Jessica me dio una mirada extraña. Supuse que debería verme como un paciente mental.
No me pude aguantar y lance una mirada rápida a la mesa de los Cullen. No los había mencionado en mi plática con Jessica aún, así que supuse que no debería estar mirándome todavía. Error.
En el momento en que pose mis ojos sobre la mesa pude observar que todos ellos y cuando digo todos es todos, me estaban mirando, parecían ¿Felices de verme? ¿O yo estaba enloqueciendo?
Alice estaba sonriendo casi tanto como cuando ella iba de compras, a su lado Jasper tenía una sonrisa tímida, cautelosa. Emmett parecía muy contento, casi como cuando hacía avergonzar a alguien, supuse que tenía algo contra Edward, él era su favorito para molestar antes de que yo llegara. Rosalie era otra cosa, no me miró con desprecio como lo hacía en el sueño. Extraño, ¿Qué estaba pasando?
Me encontré con la mirada confundida y curiosa de Edward. ¿Se dió cuenta de que no podía leer mi mente?
Él era tan hermoso como lo recordaba y sus ojos eran del tono dorado que me hacía perder el piso, al parecer no tenía sed, lo cual me pareció extraño, en el sueño sus ojos eran negros. A medida que me observaba me iba poniendo más y más nerviosa y por supuesto mis mejillas ardían bajo su atenta mirada. Aparte la mirada y escondí mi rostro detrás de mi cabello. Apenas y podía respirar. En esa mesa estaba el amor de mi vida. Mi futuro. Mi familia.
—Ehh, Bella.
Me llamó Jessica Stanley. Por la forma en que me miraba supuse que tenía un rato llamándome. Sacudí la cabeza y trate de prestarle atención.
—Veo que ya te fijaste en los Cullen— dijo en tono burlón.
—¿Cullen?— pregunté haciéndome la tonta.
—Los de allá.
Me señaló la mesa del rincón, mire por un segundo y todos ellos seguían mirando. Me pregunté que pasaba. No me atreví a mirar a Edward otra vez, por temor a quedar deslumbrada por su mirada.
—Ah— contesté sin saber que más decir.
—Son Edward y Emmett Cullen, y Rosalie y Jasper Hale. Y Alice Cullen; todos viven con el doctor Cullen y su esposa — me respondió con un hilo de voz.
—Oh.— contesté, estaba teniendo problemas para formar palabras de más de dos letras.— Son… guapos— podría jurar que escuche un par de risas provenientes de la mesa del rincón. Me ruborice. Me habían escuchado. Por supuesto
—¡Ya te digo! —Jessica asintió mientras soltaba otra risita tonta—. Pero están juntos. Me refiero a Emmett y Rosalie, y a Jasper y Alice, y viven juntos.
—¿Y el de cabello cobrizo?— pregunté.
—Se llama Edward. Es guapísimo, por supuesto, pero no pierdas el tiempo con él. No sale con nadie. Quizá ninguna de las chicas del instituto le parece lo bastante guapa —dijo con desdén. Sonreí. Edward si saldría conmigo.
No dije nada después de eso y me límite a mirar la botella de refresco de la que apenas había tomado un pequeño sorbo. Mis manos estaban sudadas y tenía escalofríos . No sabía lo que me esperaba en la hora de biología.
Mi corazón dio un vuelco cuando termino la hora del almuerzo . Era la hora de enfrentar mi destino. Mi futuro con Edward o mi muerte. Me sentí terrible por obligarle a pasar por esto, si me mataba, sabía que nunca podría perdonarse a si mismo, ya que ni en su época más oscura había matado inocentes. Pero si no me mataba entonces tendría que soportar la sed por una larga hora. Desee que hubiera alguna forma de hacerlo más fácil para él.
Me dirigí al aula de biología acompañada de Ángela Weber, al parecer mi falta de apetito o lo poco agradable que había sido no influyo en ella, parecía que seríamos amigas de todas maneras. En cuanto entramos al salón de biología Angela se dirigió a su lugar y yo me quedé ahí, de pie. Pude ver mi lugar al lado de Edward. No sé cuánto tiempo estuve ahí parada como una estatua, hasta que él sr. Banner me llamó.
Camine lentamente hacia él. Vi como Edward se ponía rígido en su silla y me miraba solo que su mirada no contenía rabia ni odio como en el sueño, está era una mirada dolorida, atormentada. El sr. Banner firmó mi comprobante de asistencia y me dio un libro que recibí con las manos temblorosas.
Lentamente me dirigí a mi asiento junto a Edward, lo vi apartarse tanto como pudo de mi. Me dolió un poco cuando todo lo que yo ansiaba era poder tocarlo para ver si era real, sino era mi mente jugándome una mala pasada, otro sueño del que despertar. Pero aún faltaba mucho tiempo para que pudiera hablar con él, darle un beso. Suspiré.
Ni siquiera escuché nada de lo que el profesor estaba diciendo, todo lo que podía hacer era mirar a Edward con el rabillo del ojo. Sus manos convertidas en puños y sus ojos tan negros como el carbón. Sedientos. Me imaginé el dolor que estaba sintiendo ahora y casi me arrepentí de venir, él estaba sufriendo por mi culpa. Desee con todas mis fuerzas poder ocultar mi olor de él, para que no tuviera que sufrir.
De repente algo cambio. Lo vi relajar su postura envarada y sus ojos oscuros me miraron con desconcierto, no con dolor ni tormento. Sus cejas estaban fruncidas. Continuó mirándome. Tuve que desviar la mirada, pero aún sentí su mirada sobre mi.
La hora al fin estaba a punto de acabar. Él lo había logrado.
Di un salto en mi asiento cuando el timbre sonó. Me quedé muy quieta esperando que Edward saliera primero. Pero no sucedió, uno a uno los demás salieron del salón, pero él no. Me estremecí ¿Esperaba matarme con la menor cantidad de testigos? No, claro que él no sería capaz, me regañé a mi misma.
—Hola— dijo una voz musical. ¿me estaba hablando ahora? Se suponía que nuestra primera conversación sería en una semana, luego de que se fuera a Denali para evitar matarme.
—Mi nombre es Edward Cullen.
Dijo cuando no le contesté el saludo. Estaba aturdida.
—S.. soy Isabella Swan, aunque estoy segura que ya lo sabes.
Contesté y luego me arrepentí al ver su ceño fruncido.
—Todo el pueblo parecía saber que llegaba hoy.
Trate de justificarme. Me encogí de hombros y le sonreí como una tonta.
—Si, eso es verdad.— Me dio la sonrisa torcida que tanto me gustaba. Edward iba a ser mi muerte. En el más literal de los sentidos.
—Pero prefiero que me llamen Bella.
—Bella— dijo mi nombre en un susurro que no sabía si quería que hubiera escuchado.
—Deberíamos salir o se hará tarde— dijo de repente mientras yo aún continuaba mirándole.— es un placer conocerte, Bella.— Y salió por la puerta a paso humano.
No sabia si me lo estaba imaginando, o le amaba tanto que imaginé que dijo mi nombre con dulzura.
No me encontré a Mike, así que fui sola a mi siguiente clase. Ah, como odiaba gimnasia.
El resto del día paso tan rápido que apenas me di cuenta cuando sonó la campana que indicaba el final de las clases. Aún tenía que llevar el comprobante con las firmas a la oficina. Suspiré. Edward estaría ahí intentando escapar de mi presencia.
Fue una sorpresa que al entrar a la oficina no había nadie, ¿Había venido antes a intentar cambiar su horario? ¿no había venido? Y si era así ¿Por qué?
Después de eso salí directamente hacia mi camioneta, no sabía como sentirme ahora. Había comprobado que él era real. Los Cullen eran reales y eran vampiros. Pero mi sangre al parecer no había resultado tan tentadora para él, o lo había superado rápidamente. Esto me desconcertaba. Pero ahora no tenía como saber a qué se debía.
¿Cómo cambiaría esto las cosas? Mi sangre al parecer no era un obstáculo ahora, pero ¿Cambiaría eso las cosas para bien o para mal? Él no podía leer mi mente, de eso estaba segura, si hubiera podido leerme lo habría sabido todo, así que él no podía leer mi mente tal como en el sueño.
