Disclaimer: todo crepúsculo pertenece a Stephanie M.

Aviso: algunos de los textos en este capítulo son tomados de libro Sol de media noche.

—¿Qué tanto hacías arriba? ¿Te estabas embelleciendo?— Emmett preguntó alzando sus cejas. Le gruñí. Y él se río. «Que niña». Pensó.

Le ignore y subí a mi auto. Todos ellos entraron después.

«Mucha suerte Edward». Pensó Carlisle desde la casa para mí.

«Espero conocerla pronto, debe ser encantadora, ya lo cambio incluso antes de que llegara aquí, lo ha hecho tan feliz». Pensó Esme.

Arranque el auto impaciente por primera vez de llegar al instituto de Forks.

«Wow, está muy feliz, nunca lo había sentido así». Pensó Jasper.

Bueno, yo nunca había sido tan feliz.

Carlisle y Esme me apoyaron abiertamente cuando Alice contó todo a la familia. Esme había gritado de la emoción y Carlisle estaba feliz por mi. Alice por supuesto que estaba feliz y Jasper nunca haría nada para molestarla. Emmett no había dejado de bromear sobre mi dejando el celibato, era un tonto, pero también estaba feliz por mi.

Rosalie no estaba a favor ni en contra de mi decisión, estaba preocupada por los riesgos que esto podría traernos.

La mayoría de ellos no estaban tan preocupados porque ella fuera humana, había una solución para ello. Aunque habían tratado de no pensar en ello cerca de mi. Los había escuchado de todas maneras. Esperaban que la convierta.

Yo ni siquiera podía pensar en ello. No la había conocido siquiera.

Había conducido tan rápido que llegamos al instituto rápidamente. Observe el estacionamiento y al parecer ella ya estaba aquí. Una camioneta roja chatarra que sabía que era suya, estaba estacionada.

—¿Alice?

—Estaré atenta, no te preocupes. No le harás nada.

Dijo sonriente y señalando su frente, esto me tranquilizó. O talvez era Jasper enviando olas de calma hacia mi. Le pareció divertido a él, ya que nunca me había sentido tan nervioso, feliz, preocupado, esperanzado. Todo al mismo tiempo. Estaba familiarizado con mi estado de ánimo deprimente.

—Gracias.

Todos bajamos del Volvo y entramos al instituto.

Las clases que de por sí no me interesaban, pasaron rápidamente. No estaba prestando atención.

Evite lo más que pude observarla a través de los pensamientos de los estudiantes. Quería conocerla por mi mismo. Cada detalle de ella, de su personalidad, de su vida. Lo que le gustaba comer, la música que le gustaba escuchar. Quería saber todo de ella.

Sonó la campana del almuerzo. Aún no podría hablarle, pero por lo menos podría verla con mis propios ojos, salí tan rápido como sonó la campana. Me encontré a mis hermanos.

«Alguien está impaciente». Emmett intentaba burlarse de mí. No me importó. Yo estaba impaciente.

Todos fuimos a la cafetería. Observe el lugar, pero aún no estaba aquí. Mis hermanos y yo fuimos a nuestra mesa de siempre.

—Ya viene— dijo Alice. Si hubiera sido humano, mi corazón se habría detenido.

—No volteen.

Mire discretamente a Isabella mientras caminaba con la cabeza hacia abajo a comprar su almuerzo junto con Jessica Stanley. La chica tenía pensamientos mezquinos acerca de ella. Esto me molestó.

La vi tomar solo una botella de refresco, al parecer no tenía apetito. No estaba muy familiarizado con la dieta humana, Pero estaba seguro que eso no era saludable. Esperaba que ella no tuviera problemas con su peso como tenían algunas adolescentes humanas. Ella era perfecta sin necesidad de esas cosas. Esperaba que ella lo supiera. Si no era así, yo me encargaría de que lo supiese.

Parecía muy nerviosa y algo desubicada cuando se sentó en la mesa.

—Entonces, ¿Bella? ¿Qué tal te parece Forks?

Preguntó Jessica Stanley. En busca de cualquier información que pueda ser un buen chisme.

¿Bella? Al parecer le gustaba que la llamarán así. Bella, le quedaba perfecto a ella. Bella.

—Mmm, b… bien— tartamudeo ella. Me di cuenta ahora de que no había escuchado ningún pensamiento proveniente de ella. Aunque talvez no estaba familiarizado con su "voz" aún.

Intente de nuevo. Nada.

Y otra vez. Aún nada.

Qué extraño.

—No puedo escuchar ningún pensamiento de Isabella.— le susurré a mis hermanos.

—¿Qué?

—¿Cómo es eso posible?

—Bueno, eso es una sorpresa.

Decían mis hermanos. Voltee a mirar a su mesa de nuevo, cuando de repente volteó hacia nuestra mesa. Me encontré con dos hermosos ojos de color marrón chocolate, un rostro en forma de corazón, mejillas sonrojadas. Ella era hermosa. Volteó rápidamente cuando vio que la estaba mirando, yo y todos mis hermanos que habían dejado a un lado la discreción.

Escondió su rostro sonrojado detrás de su cabello. Desde aquí podía escuchar su corazón acelerado ¿Tenía miedo? Claro, ella sabía lo que éramos, aunque aún no sabía como podía saber eso.

Trate de escuchar sus pensamientos de nuevo, pero parecía que no había nadie en el lugar donde ella estaba. Si no la estuviera viendo, pensaría que no había nadie allí.

«Por supuesto que ya está enamorada de los Cullen». Esa era Jessica Stanley.

—Bella.— llamó.

—Bella.— Estaba molesta.

—Ehh, Bella.

Le llamó por tercera vez. Su mal humor disimulado en una falsa sonrisa.

—Veo que ya te fijaste en los Cullen— dijo en tono burlón.

«Para lo que le va a servir», pensó Jessica. «Realmente ni siquiera es bonita. No sé por qué Eric la está mirando tanto… o Mike».

Estaba enfadado ahora, ¿Qué se creía esa niña, para despreciarla así?

—¿Cullen?— preguntó ella, no pude identificar lo que había en el tono en que lo había dicho, era ¿Diversión?

—Los de allá.

Le señaló nuestra mesa. Miro hacia nosotros de nuevo, parecía algo ¿Molesta? ¿desconcertada? Se volteó hacia Jessica de nuevo.

—Ah— contestó ella, parecía que estaba en otro mundo, ¿La habíamos asustado?

—Son Edward y Emmett Cullen, y Rosalie y Jasper Hale. Y Alice Cullen; todos viven con el doctor Cullen y su esposa — dijo Jessica sin tomarse un solo respiro.

—Oh.— contestó ella estaba claro para mí que su mente estaba en otra parte, muy lejos de la curiosidad de la chica Stanley.—Son… guapos— Emmett no tuvo ningún reparó en reírse de eso. «¿Crees que habla de ti Eddie?» pensó Emmett moviendo sus cejas sugestivamente. No dije nada, esperaba que hablara de mi, ¿Por qué negarlo?

—¡Ya te digo! —Jessica dijo con una voz chillona—. Pero están juntos. Me refiero a Emmett y Rosalie, y a Jasper y Alice, y viven juntos.

—¿Y el de cabello cobrizo?— preguntó ella. Sonreí. Ella había preguntado por mi.

«Le gustas» pensó Alice felizmente.

—Se llama Edward. Es guapísimo, por supuesto, pero no pierdas el tiempo con él. No sale con nadie. Quizá ninguna de las chicas del instituto le parece lo bastante guapa —dijo con desdén. Bueno, quise levantarme y decirle, está hablando con mi futura esposa. Aunque eso sería un poco loco e infantil de mi parte, ¿Qué me había pasado?

Ella no dijo nada luego de eso. Se quedó metida en sus propios pensamientos. Los que me eran negados por alguna extraña razón, que no alcance a comprender. Yo siempre había podido escuchar cada pensamiento por más insignificante que fuera. Y ahora que en realidad deseaba escuchar los pensamientos de alguien. No pude.

La campana que indicaba el final de la hora del almuerzo me tomo por sorpresa.

La hora de biología.

Está iba a ser una larga hora, si ella olía tan bien como parecía en las visiones de Alice. Sería una dura prueba para mí.

Pero no me atrevería a lastimar a Bella. Mi Bella.

«Llego la hora Edward» pensó Alice. «Sera mejor que vayas a biología, me quedaré cerca con Emmett, por si acaso» me tense. ¿Acaso ella me había visto haciendo algo mal?

«No, no te he visto haciendo nada, solo es por precaución» pensó. Y yo que pensaba que era el único que podía leer la mente.

Asentí hacia ella y me levanté para ir a biología.

Cuando llegue ella aún no estaba ahí, me senté y espere. ¿Por qué tardaba tanto? ¿Se iba a saltar está clase?

«Parece tan nerviosa y tímida, pobre» pensó Angela Weber, mire a Bella a través de su mente, parecía algo nerviosa, talvez ¿Asustada?

El profesor Banner le llamó, ya que se había quedado en la puerta del salón. Ella camino vacilante hacia él.

Bella caminó frente al flujo de aire caliente que soplaba hacia mí desde la calefacción.

Su aroma me golpeó como un ariete, como una granada explosiva. No había imagen lo suficientemente violenta como para abarcar la fuerza de lo que me sucedió en ese momento.

Al instante, me transformé. No era nada parecido al humano que una vez fui.

No quedaba rastro de los restos de la humanidad en los que había logrado ocultarme a lo largo de los años.

Yo era un depredador. Ella era mi presa. No había nada más en todo el mundo que esa verdad.

No.

No es tu presa. Ella es tu pareja, me recordé. El monstruo gruñó.

Yo era un vampiro y ella tenía la sangre más dulce que había olido en más de ochenta años.

No me había imaginado que tal aroma pudiera existir. Si hubiera sabido que sí, lo habría buscado hace mucho tiempo. Habría recorrido el planeta por ella. Podía imaginar el sabor…

No.

No.

No la matarás.

El monstruo en mi rugió fuertemente, ante la negativa a saciar la sed.

La sed ardía en mi garganta como el fuego. Mi boca se sentía al horno y desecada, y el flujo fresco de veneno no hizo nada para disipar esa sensación. Mi estómago se retorció con el hambre que era un eco de la sed. Mis músculos se tensaron para saltar.

No había pasado un segundo completo. Seguía dando el mismo paso que la había puesto contra el viento hacia mí.

Cuando su pie tocó el suelo, sus ojos se deslizaron hacia mí, un movimiento que claramente pretendía ser sigiloso. Su mirada se encontró con la mía y me vi reflejado en el espejo de sus ojos.

La sorpresa de la cara que vi allí le salvó la vida por unos momentos espinosos.

Ella no lo hizo más fácil. Cuando procesó la expresión en mi rostro, la sangre inundó sus mejillas nuevamente, convirtiendo su piel en el color más delicioso que había visto. El olor era una espesa bruma en mi cerebro. Apenas podía pensar. Mis instintos se enfurecieron, resistiendo el control, incoherentes.

Ahora caminaba más rápido, como si entendiera la necesidad de escapar.

El aroma se arremolinó a mí alrededor otra vez, dispersando mis pensamientos y casi empujándome fuera de mi asiento.

No.

Mi mano se aferró al borde de la mesa mientras trataba de sostenerme en mi silla. La madera no estaba a la altura. Mi mano aplastó el puntal y terminé con una mano llena de pulpa astillada, dejando la forma de mis dedos tallada en la madera restante.

Destruye la evidencia. Esa era una regla fundamental. Rápidamente pulvericé los bordes de la forma con las yemas de los dedos, dejando nada más que un agujero irregular y un montón de virutas en el suelo, que esparcí con el pie.

Destruye la evidencia. Daños colaterales… Sabía lo que tenía que pasar ahora. Bella tendría que venir a sentarse a mi lado y yo tendría que matarla.

No.

No.

Intente aferrarme a algún pensamiento coherente, lejos de la sed, lejos de las llamas en mi garganta.

Me estremecí al pensar en lo que debía hacer. Incluso en mi peor momento, nunca había cometido este tipo de atrocidad. Nunca había matado inocentes. Y ahora planeaba matar a veinte de ellos a la vez.

A ella. Mi pareja.

¡No! Grite en mi mente. El monstruo gruñó mucho más. Deseaba saciar su sed de su dulce sangre.

El olor me castigaba, cerrándome la garganta con dolor seco…

Respiré hondo y el olor era un fuego que corría por mis venas secas, quemándose en mi pecho para consumir cada buen impulso del que era capaz.

Ella se estaba volviendo ahora. En unos segundos se sentaría a centímetros de mí.

Bella se sentó en la silla a mi lado, sus movimientos rígidos e incómodos, sin duda con miedo y el aroma de su sangre floreció en una nube ineludible a mí alrededor.

Su corazón latía rápidamente y respiraba lentamente. Parecía como si tratara de no moverse, como si supiera en el peligro que estaba, ¿Sabía ella?

Podía escuchar en el fondo de mi mente los pensamientos de los alumnos, el profesor seguía con la clase. Pero no había nada, ninguna distracción que apagará las llamas en mi garganta.

Ella, aunque trataba de no moverse, me observaba disimuladamente. Parecía triste, ¿Qué tenía ella?

De repente, tan rápido como llego, su olor desapareció, no podía sentirlo. Pero ella aún estaba ahí, aún estaba a mi lado y yo estaba respirando. Un momento, no podía escuchar los latidos de su corazón, ni sentir su calor, ¿Qué estaba pasando?

La mire desconcertado. Note algo extraño en su piel. Un extraño resplandor. Nada muy extravagante, nada que pudiera detectar el ojo humano, pero yo si.

Parecía como si una capa extra de piel transparente cubriese todo su cuerpo, ¿Qué cosa era eso?


Saludos.

Muchas gracias por leer y gracias por los reviews.