Capítulo 2: Propuesta
Es difícil dar con la oportunidad precisa para hablar con Kasumi-chan. Ella corre de un lado al otro, siempre apresurada. Por otros momentos él mismo olvida mencionarlo, ya que realmente no le importan demasiado sus notas. No es sino hasta que su padre descubre la última nota en su examen de álgebra y hace retumbar sus oídos con gritos hasta dejarlo sordo, que decide que debe pedir ayuda para no ser cortado de los fondos familiares.
No es sino hasta camina por la calle un sábado, luego de ir a la tienda de comics a comprar un nuevo manga, que la ve. Gojou se detiene frente a un mercado luego de ver su distintivo cabello, aunque no está completamente seguro. Entra a la tienda para cerciorarse de que es ella y pasa entre las góndolas, toma un paquete de papas fritas y estira el cuello en su dirección. Kasumi-chan mete las compras de un hombre mayor en una bolsa de papel y le rinde una reverencia.
—¡Gracias por su compra! —le dice en el mismo tono amable que usa en la escuela.
Gojou sonríe y camina en su dirección.
—¡Kasumi-chan! —canta, estirando las últimas letras de su nombre, levantando una mano en su dirección y ella esboza una amplia sonrisa.
—¡Gojou!, buenas tardes —sonríe amablemente—. ¿Vas a llevar eso? —pregunta refiriéndose la bolsa de patatas y él asiente.
—¿Trabajas aquí? —pregunta mientras ella usa un lector de códigos de barra sobre la bolsa.
—Sí, trabajo aquí medio tiempo.
—Vaya, entre tantos clubs y el trabajo no debes tener tiempo de hacer muchas cosas —comenta y paga por su compra.
La sonrisa de Kasumi se agita sólo un poco, lo suficiente para que él note que este comentario le incomoda un poco. Ella vuelve a asentir, ya se lo ha mencionado; Kasumi-chan quiere ir a la universidad y, aunque esto no es un problema para él, sabe que son realmente caras.
—Tendré tiempo en vacaciones —contesta ella.
—¡Miwa! ¡Necesitamos ayuda en el depósito! —grita otro empleado desde el fondo de la tienda.
—¡Sí! —responde rápidamente y vuelve a voltearse a Gojou—. ¡Gracias por su compra! ¡Vuelve pronto, Gojou-kun!
Él la ve despedirse, perdiendo su oportunidad de pedirle que sea su tutora. Ni siquiera tiene su número de teléfono y el lunes tiene su primer partido de baloncesto. Se suponía que hoy entrenarían, pero el entrenador jamás llegó a la práctica.
El fin de semana pasa demasiado rápido. El domingo ve una película de terror en el cine junto con Suguru y las últimas horas las pasa leyendo el manga que compró el día anterior. Antes de darse cuenta, ya es lunes y se despierta con fastidio para darse una ducha y preparar sus cosas para el partido después de clases.
Compra una bolsa de dulces antes de entrar a clases y llega justo antes de que el timbre suene, pero se queda junto a la reja al verla corriendo en su dirección.
—¿Kasumi-chan? —pronuncia mientras la ve correr con el rostro abochornado. Tiene el listón rojo de su uniforme desecho sobre el cuello y se detiene a pocos metros de él para recuperar el aliento, con ambas manos sobre las rodillas—. ¿Te quedaste dormida? —le pregunta, agachándose en su dirección, demasiado cerca.
Kasumi se levanta tan rápidamente que no le da tiempo de hacerse a un lado y le golpea la quijada con la cabeza. Gojou se muerde la lengua y Kasumi se cae al suelo, sobándose la corona de cabeza, luego mira horrorizada a Gojou, con ambas manos sobre la boca, ahogando un gemido.
—¡Gojou-kun! ¡Lo siento mucho! —grita, levantándose rápidamente en su dirección.
Las cosas de Kasumi quedan regadas sobre el suelo. Satoru saca la lengua, se ha dado tan fuerte que llega a sentir el sabor de su propia sangre.
—¡Lo siento! ¡No te vi! ¡Perdóname! —sigue gritando la muchacha, bajando la cabeza una y otra vez.
—No te preocupes, Miwa-chan. Gojou ha recibido peores palizas.
Ambos se voltean al escuchar la voz de Suguru, quien se ha agachado para recoger las cosas de Miwa.
—Aun así, lo siento… Me quedé dormida esta mañana y casi llego tarde, estoy algo distraída…
—No es nada, no es nada… —pronuncia Gojou con torpeza y toma algunos libros y hojas del suelo.
—Aquí tienes —dice Suguru y Miwa vuelve a reverenciarlos y pronunciar otra disculpa antes de darse media vuelta hacia la escuela. Las campanas ya están sonando y en breve cerrarán las rejas del colegio.
Cuando está lo suficientemente lejos, Suguru se voltea a Satoru y reprime una risa al verlo aun sacando la lengua que se acaba de morder.
— ¿Ya le preguntaste?
—No me dio tiempo… —contesta con la lengua afuera, deformando las palabras, aunque no lo suficiente para que Suguru no lo entienda.
Ambos levantan la vista hacia la entrada en la que Miwa, Utahime y Mei Mei se saludan, cuando repentinamente una corriente de aire las azota y chillan, sosteniendo sus faldas con fuerza. Todas excepto Kasumi, quien revisaba distraídamente el interior de su portafolio para asegurarse de que no ha olvidado algún libro en casa. Utahime y Miwa gritan, Mei Mei tiene bien agarrada su falda y sólo sonríe.
Satoru siente una corriente súbita subírsele por el pecho hasta el rostro y se sonroja al ver la ropa interior de Kasumi-chan por un instante, hasta que la tela baja y ella corre al interior de la escuela.
—Blanca… —comenta Suguru.
—Con corazones rosas… —completa Satoru.
Getou termina riendo suavemente mientras Gojou hace el intento de calmar sus alborotadas hormonas adolescentes. Para cuando llegan al salón, Kasumi aún está hecha un manojo de nervios, con la cabeza hundida y los hombros levantados, ocultando su rostro. Aún sostiene los bordes de su falda y no parece estar escuchando los consuelos de las demás.
—Nadie vio nada… —dice Utahime—. Tranquila.
Estas palabras no parecen servir de nada, la muchacha no logra levantar el rostro cuando se da cuenta que los muchachos han entrado al salón.
Cuando Gojou se sienta detrás de ella y Kasumi oye el rechinido de su silla, parece volverse más hermética. Su rostro está teñido de un tono borgoña intenso y no se atreve a voltearse. Suguru se da cuenta más rápido que Gojou; Kasumi sabe que probablemente vieron su ropa interior y no tiene el valor de verlos a la cara.
—Kasumi-chan —dice Gojou con una sonrisa diferente, no será tan fácil para él borrar aquel recuerdo—. Kasumi-chan… —vuelve a decir cuando ella no le contesta.
El profesor entra en el salón, para el alivio de Miwa, que aún no logra levantar el mentón y voltearse al par de muchachos que probablemente han visto su ropa interior.
Gojou desiste una vez más, el profesor lo mira de reojo y él se detiene antes de que grite su nombre. Se sienta pesadamente sobre su silla, aún no entiende el bochorno que le impide a Kasumi mirarlo a los ojos. Espera hasta que la primera clase termina y cuando está a punto de volver a llamar a Kasumi-chan, ella sale disparada sin decir absolutamente nada.
—Pero, ¿qué le pasa?... —murmura Gojou al verla salir.
—¿No lo entiendes? —pregunta Getou—. ¿O te sorprende que una chica no quiera mostrarte sus bragas?
—¿Ah? ¿es eso? Qué tontería… Kasumi-chan es demasiado pudorosa. Tal vez si le muestro mi ropa interior se sienta mejor —contesta esbozando una sonrisa que derrocha malicia.
—¿Cómo haces para llegar a esas conclusiones? Mejor inténtalo mañana, y no menciones su ropa interior. Claro, si quieres que acepte ser tu tutora.
Los labios de Gojou se tuercen. No está muy acostumbrado a esperar, aunque tampoco ve demasiado atractiva la idea de estudiar. Saca un recipiente de cartón de su bolsillo, un jugo de frambuesa, lo pincha con un pequeño sorbete y se lo mete a la boca antes de salir junto con Suguru hacia el pasillo.
—Te ves frustrado —le dice el otro, caminando a su lado por el pasillo.
—¡Lo estoy!
—Quizás no estás acostumbrado a que las mujeres te ignoren.
—No me interesa Kasumi-chan. Sólo quiero aprobar mis materias… Si me dejan sin dinero no podré comprar mangas… ¡¿Cómo voy a comprar los blue-ray de la última temporada de Kimetsu no Yaiba?
—Tendrás que trabajar como el resto de los mortales.
—Esa no es una opción.
—Entonces deja que la pobre chica se reponga del bochorno que pasó y pregúntale. Dale un poco de espacio… No la hostigues. Miwa-chan parece una chica tímida.
—No estoy acostumbrado a tratar con chicas tímidas.
Le cuesta trabajo, pero cuando vuelve a sonar la campana hace un esfuerzo por no molestar a Kasumi. La ve desde atrás, concentrada en la clase y en sus libros. No voltea ni una sola vez en su dirección y él se encuentra a sí mismo sonriendo de vez en cuando al recordar los corazones de sus bragas. Se le hacen algo tiernas para una muchacha de su edad, se pregunta si las ha comprado ella o su mamá y la idea le da risa. Cuando la jornada termina, él se levanta de su pupitre para calentar antes del partido junto con Suguru. Ya encontrará otro momento para hablar con Kasumi sobre la tutoría.
En la cancha encuentra a los muchachos de primero, ya han comenzado los calentamientos sin ellos y Fushiguro sensei los observa, cruzado de brazos, vistiendo una sudadera negra y una clásica expresión de constante aburrimiento. Observa a Gojou entrando a la cancha en su uniforme y hace una mueca que Gojou alcanza a notar, por alguna razón su sensei lo detesta desde el primer día.
Levanta una mano y hace a los muchachos reunirse junto a las bancas a un lado de la cancha. Sobre las gradas ya comienzan a sentarse varios alumnos de la escuela y de la escuela de sus oponentes; el equipo de la preparatoria metropolitana de Asuka.
—Satoru… —murmura Suguru sobre su oído—. Mira quién está ahí.
Gojou se voltea hacia las gradas y encuentra con sorpresa el sonrojado rostro de Miwa Kasumi. Se ha sentado junto a Shoko, quien a menudo ve sus partidos y ella sonríe en su dirección. Satoru levanta una mano y la saluda, le sonríe de igual manera y antes de poder guiñarle un ojo, siente su mejilla arder. Toji arrastra su rostro hacia el resto.
—Guarda tus coqueterías para otro momento, Gojou Satoru —le dice, burlándose con su mejilla aún apretada entre sus dedos.
Cuando lo suelta siente los ojos del muchacho chispear, y esto parece causarle más gracia de la que debería para un sensei.
—¿Es la chica nueva? —murmura uno de los muchachos del equipo.
—Es bonita…
—Hoy vi su ropa interior.
—Yo también.
—¿Qué? ¿Cuándo?
—En la mañana, tiene lindas piernas y un trasero que…
—Bueno, bueno, cuando termine el partido tendrán mucho tiempo para hablar sobre los calzones de sus compañeras. Ahora los quiero concentrados. Tal vez les sirva anotar unas canastas en frente de las chicas, si les sirve como motivación. Tienen que ganar con una diferencia de veinte puntos o perderé una sustancial suma de dinero. Saben lo que eso significa, ¿no?
—Sí, sensei… —contesta el equipo entero, unos más cansados que otros.
—Uhm… —suelta Suguru—. Sensei, aún no ha llegado todo el equipo.
—¿Huh? ¿Quién falta?
—Su hijo...
—Oh, él. Cierto, falta el mocoso… Bueno, si no llega a tiempo lo remplazará uno de los suplentes.
—No será necesario —dice Gojou, observando a Megumi Fushiguro entrar corriendo a la cancha junto con Itadori Yuuji.
—¡Gojou-sempai! —dice Yuuji y Gojou le sonríe.
Siempre le ha gustado este chico. Le agrada porque lo idolatra solo por ser el mejor jugador y trata constantemente de aprender de él. Para ser un alumno de primer año aprende demasiado rápido e incluso teme que en cualquier momento le arrebate el primer lugar. Quizás cuando lo haga él ya haya terminado sus estudios.
—Ustedes dos llegan tarde —reclama Toji.
—Es tu culpa, me dijiste mal la hora del partido —contesta Megumi con el rostro torcido en una mueca que llega a fruncirle la frente.
Del otro lado, en las gradas, Kasumi observa al grupo de estudiantes. Le ha tomado mucha fuerza de voluntad arrastrarse hasta el gimnasio después de clases, pero más trabajo le hubiera costado ignorar la invitación de Gojou Satoru.
Kasumi siempre ha tenido una evidente debilidad por los muchachos lindos. Antes de llegar a preparatoria metropolitana de Kokusai, sostenía un enamoramiento por Hideki Takada, la estrella de kendo. Antes de él, estuvo Ryoga Nakamura, el mejor nadador. Por lo que no fue raro que Satoru Gojou se colocara en el centro de su radar a pocos días de ingresar a esta nueva preparatoria.
—Ya están discutiendo —comenta Shoko—. Siempre es lo mismo, Fushiguro-sensei les dirá lo que deben hacer y Satoru hará lo que le venga en gana. El equipo simplemente termina siguiéndole el paso.
—Ya había oído hablar de Gojou-kun en mi anterior escuela.
—Es bastante popular.
—Getou es más popular, las chicas de mi escuela solían discutir cuál de los dos era más atractivo —comenta Kasumi y se ríe; un rubor suave le tiñe las mejillas.
—Y tú, Kasumi-chan, ¿qué opinas?
—¿Huh?
—¿Cuál de los dos es más atractivo?
—¡¿Eh?!
—No te preocupes, no se los voy a decir. Ya tienen el ego demasiado inflado como para mencionárselos. Yo creo que Suguru es mucho más atractivo que Satoru.
—Bueno… no creo poder decir quién de los dos…
—¿Acaso no te gustan los hombres?
—¡N-no! ¡No es eso!
Una bocina anuncia el inicio del partido y desde el principio es evidente que no tendrán oportunidad. Se ve en el rostro del equipo visitante, están nerviosos. Gojou incluso es capaz de pivotear con arrogancia, cosa que Kasumi no creyó posible hasta verlo con sus propios ojos. Sonríe a las gradas de vez en cuando y ella oye gritos femeninos. Las muchachas de primer año suspiran a cada paso del jugador número 23. El timbre agudo de las muchachas que vitorean por él logra aturdirla de vez en cuando. Pero algo en toda la actitud condescendiente de Satoru para con el equipo rival no hace a Miwa más que suspirar y pensar lo genial que él es.
Quizás porque lo envidia, envidia la confianza que ella no tiene sobre sí misma. Kasumi no necesita más razones para pegar sus ojos sobre él durante todo el partido y permitirse salir por un momento de su ajetreada agenda.
Repentinamente se encuentra gritando, con ambos brazos en el aire cuando él anota una canasta de tres puntos. Cualquiera hubiera creído que su grito pasaría desapercibido entre el harén de porristas y fanáticas, pero no fue así. Gojou se voltea directamente en su dirección y le sonríe desde la mitad de la cancha mientras trota para volver a su posición. Kasumi se pinta de rojo carmesí y se sienta tan rápidamente que se golpea el trasero contra la banca de madera.
—¿Te gusta el baloncesto? —le pregunta Shoko en un tono animado.
—S-sí, me gusta mucho…
Fushiguro-sensei puede descansar tranquilamente esta noche. Sonríe con malicia al ver el marcador. Ha ganado la apuesta y mientras los muchachos festejan él cuenta billetes mentalmente.
—¿Qué tal si vamos a comer algo para celebrar? —pregunta Suguru, pero Satoru se ve distraído. Ha estado mirando hacia las gradas desde que sonó la bocina que determina el final del último tiempo y estira el cuello buscándola.
—Tal vez otro día —contesta y sale corriendo, pero un pequeño grupo de fanáticas se mete en su camino y termina perdiéndola de vista.
Kasumi sale a paso rápido luego de despedirse de Shoko, ha perdido un poco más de cuarenta minutos y aún tiene varios trabajos pendientes.
Luego de librarse de las muchachas, Gojou sale por la puerta, empujando a varios muchachos mientras pide disculpas por mera formalidad. Llega a verla volteando en un corredor y sale corriendo tras ella.
—¡Kasumi-chan! —la llama mientras trota y al voltear el pasillo se la lleva por delante.
Kasumi, quien se había detenido al escuchar su nombre, apenas llegó a voltearse cuando tuvo su pecho sobre el rostro y cayó al suelo con él encima. Gojou siente el pequeño cuerpo de Miwa debajo de él y abre los ojos, horrorizado. Se hace a un lado y se levanta tan rápido como cae al suelo. La toma por la cintura y la levanta del suelo como una pluma. Antes de darse cuenta de que ha sido derribada, siente sus pies tocar el suelo y las manos de Gojou tocando justo debajo de la curva de su pecho.
Es comprensible que esboce esa expresión de pánico. Se le sale un alarido y Gojou levanta las manos de inmediato y baja la vista hasta sus piernas. Repentinamente se agacha y en ese instante ella se da cuenta. Se queja se dobla al sentir una corriente eléctrica sobre su rodilla.
Una gota de sangre cae sobre la piel blanca de Kasumi y se dobla para ver el daño.
—Lo siento, Kasumi. Se me está haciendo costumbre empujarte… ¿Estás bien?
—Sí… no es nada.
Las palabras de Miwa pierden validez cuando da un primer paso y vuelve a doblarse.
—No, no lo estás —contesta Gojou y Kasumi siente sus pies levantarse en el aire.
Se queda petrificada. Satoru la levanta entre sus brazos y la carga mientras camina.
—No te preocupes —le dice—, estoy sosteniendo tu falda así que nadie más verá tu ropa interior hoy.
El rostro de Kasumi se incinera, baja la mirada y se vuelve incapaz de pronunciar palabra. Pero él sonríe de una forma tan cálida que termina sonriendo, incluso llega a reírse un poco por el evento de la mañana.
—¿A dónde vamos? —pregunta luego de unos metros.
—A la enfermería, ¿o acaso querías que te lleve a otro sitio?
Kasumi niega con vehemencia; su rostro aún envuelto en llamas.
—Cierto, a ti te gusta otro muchacho, ¿no? —La lengua de Kasumi se apelotona sobre su garganta y aunque no entiende a qué viene este comentario, no lo niega ni lo afirma, simplemente se queda callada hasta llegar a la enfermería.
La enfermera, que está dentro de la enfermería, lo observa por un momento. Observa la muchacha cargada en sus brazos y le hace una seña para dejarla sobre la camilla. Él obedece inmediatamente. Tal vez debería marcharse, pero decide quedarse mientras la enfermera desinfecta la herida y luego coloca sobre ella un vendaje.
—¿Qué tal les fue en el partido? —pregunta la enfermera repentinamente.
Satoru sonríe y su apariencia arrogante es una respuesta en sí.
—Ganamos.
—Me alegra oírlo —contesta con una cálida sonrisa que le arruga las comisuras de los ojos.
Kasumi escucha la interacción y observa a Gojou de reojo.
—Listo —dice repentinamente la enfermera—. ¿Estás segura de que puedes caminar?
—Claro. No se preocupe.
—Por favor acompáñala —le dice a Satoru y el asiente.
Con sólo salir por la puerta, se hace evidente para Gojou que Kasumi apenas puede caminar. Pero está empeñada en hacerlo. Cada par de pasos vuelve a doblar la pierna que lleva el vendaje y hace una mueca de dolor que disimula pobremente.
—Estoy bien, Gojou. No hace falta que me sigas... es decir, no quiero que pienses que me molesta tu compañía es sólo que no quiero hacerte perder el tiempo, debes estar emocionado por haber ganado el partido y quizás quieras compartir con tus compañeros.
—No es nada, no es nada, sólo es el primer partido de la temporada. Ya tendré tiempo para festejar muchas victorias. Además, es mi culpa por haberte atropellado de esa forma.
—No, no, es mi culpa; me detuve repentinamente.
Los pasos de Kasumi y Gojou se oyen por los corredores de la escuela que en pocos minutos a logrado quedar desértica. Él aún viste su uniforme de baloncesto y debería ir en este momento a buscar ropa para cambiarse, sin embargo, sigue caminando detrás de Kasumi y realmente no tiene intenciones de dejarla sola. No sólo porque es responsable de la herida que le dobla la pierna cada dos pasos, sino también porque aún tiene pendiente una propuesta.
Kasumi camina a duras penas hasta su casillero y saca su mochila, luego se voltea hacia Gojou y le sonríe tímidamente. Él sabe que está apunto de repetirle que puede dejarla sola por lo que se apresura en decir algo antes de que ella siquiera logré abrir la boca.
—Enseguida vuelvo. Espérame aquí, no te vayas a ningún lado.
Kasumi lo ve corriendo en la dirección contraria. Y aunque ya está retrasada decide quedarse a esperarlo. El corazón estuvo a punto de salirse del pecho hacía unos minutos atrás cuando la levantó entre sus manos y la cargo hasta la enfermería. De hecho, aún sigue un poco agitado y todavía puede sentir un ligero calor sobre sus mejillas. Esa debilidad que tiene por los chicos populares la está dejando en evidencia y eso le avergüenza.
Satoru no tarda demasiado en volver y trae puesto un conjunto de ropa casual; una camiseta blanca y unos pantalones oscuros. Kasumi se queda sin aliento de sólo verlo, pero trata de disimular lo mejor posible, sonríe de esa manera tan amable que le caracteriza y espera a que él llegué a su lado, aunque aún no está segura de porque lo está esperando.
—Te acompañaré a tu casa —le dice repentinamente y ella parece entrar en pánico por un instante—, y no voy a aceptar un no como respuesta. Ya te lo dije; es mi culpa que te lastimarás y es mi responsabilidad llevarte hasta tu casa y asegurarme de que estés bien.
Por lo general Gojou no es tan amable, pero tiene que portarse bien si espera que Kasumi acepte su propuesta.
—Eres muy amable Gojou.
Luego de salir de la escuela, le toma poco tiempo a Gojou fastidiarse por el lento paso de los pies de Miwa. Probablemente le tomará el doble de tiempo llegar a destino a este paso.
—Jugaste muy bien hoy, fue un gran partido —lo felicita ella.
—De hecho, no fue la gran cosa. El equipo contrario tuvo muy mala suerte de que el primer partido de la temporada fuera contra nosotros. Nuestro equipo ganó el campeonato el año pasado.
—No lo dudo —contesta ella, aun sonriendo.
—¿Qué tal los clubes? —pregunta Gojou. Este tipo de conversaciones casuales le suelen aburrir. No la conoce demasiado, sólo sabe que es una cerebrito y que usualmente es muy amable con todos. Que trabaja medio tiempo y que quiere ir a la universidad, quizás lo que su padre hubiera esperado de él.
—Son divertidos, la paso muy bien… En especial en el club de ciencias.
En este momento Satoru recuerda el comentario que Shoko le hizo, ese acerca del chico que le gusta a Kasumi. Su comentario sólo sirve para cimentar esa idea en su mente. Kasumi no ha mostrado casi nada de interés en él, o en Suguru, quien tiene enamoradas a varias chicas de su salón. Tal vez se deba a que tiene gran interés por sus estudios y probablemente encontró a alguien como ella en ese club.
—Me estoy demorando mucho, ¿no? —comenta, como si hubiera leído su mente—. Lo siento, puedes marcharte si quieres, ya me has acompañado la mayor parte del camino.
—Bueno, sí estamos tardándonos bastante, pero puedo darle una solución a eso.
Sin aviso, se agacha rápidamente y vuelve a tomarla entre sus brazos, pero esta vez Miwa está más alerta y chilla al sentir sus manos sobre sus piernas y espalda.
—¡Gojou-kun! ¡No es necesario! ¡Por favor!
—No grites tanto, Kasumi-chan. No me gustan las mujeres gritonas…
Los labios de Miwa parecen coserse de inmediato. Se queda callada, con la espalda dura y tensa, sus brazos doblados sobre su regazo sosteniendo su maletín.
—No es necesario… —repite con el rostro abochornado.
—Agh… vamos a demorar una hora a tu paso, Kasumi.
—Lo siento, no quiero hacerte perder el tiempo.
—No lo haces, de hecho, tengo que pedirte un favor.
—¿Un favor? —pregunta Kasumi, deshaciendo los nudos tensos de su espalda—. ¿Qué tipo de favor?
Kasumi no tiene idea de qué podría darle una muchacha como ella a alguien como él, por lo que sus palabras despiertan gran interés.
—Necesito un tutor. ¿Podrías darme unas clases privadas para que me ponga al día con mis clases?
—Oh… Lo siento, no puedo ayudarte en eso.
Gojou se detiene sobre sus pasos. Simplemente no puede creer que la chica nueva se de el gusto de rechazarlo. ¿Clases privadas con él? Cualquier otra chica de la escuela —una que no lo conozca demasiado—, estaría encantada de pasar tiempo a solas con él. Pero a medida que su expresión se desencaja y observa el rostro de Kasumi que ha perdido el rubor producto de la vergüenza, se da cuenta. A Kasumi realmente debe gustarle otra persona.
—¿¡Por qué no!? —grita, a pesar de haberse quejado de los gritos de ella.
—No tengo tiempo, tengo mucho trabajo qué hacer.
—Te pagaré —contesta de inmediato apenas encuentra su oportunidad. Si Kasumi no lo ayudará porque simplemente es inmune a sus encantos, quizás no sea tan inmune al dinero. Se da cuenta que esta vez ella tarda más en contestar a su propuesta. Este es el punto débil de Miwa—. Mucho más de lo que te pagan en tu trabajo de medio tiempo. Bueno, mi papá te pagará. ¿Qué te parece? Si renuncias a tu trabajo de medio tiempo para darme algunas clases entonces tendrás más tiempo libre para tus clubes y, quién sabe, quizás puedas incluso socializar un poco más.
—Está bien —contesta Miwa con convicción en la voz—. Lo haré, seré tu tutora.
Nota: Ando buscando que este fic tenga un ritmo muy ligero, como ya mencioné necesito algo de diversión después de arrancarme el corazón para escribir Desencanto. Espero que les haya gustado este capítulo y a partir del próximo pueden esperar contenido no apto para menores de edad. Así que niños, por fa no me culpen si siguen leyendo.
Gracias a quienes dejaron review en el capítulo anterior, gracias a zulmajea, TheOtherDestiny, Wandd, luc1822vilsi y como siempre, Ina minina (pasen a leer sus fics gojomiwa también).
