Capítulo 3: Técnicas de estudio
Sabía de antemano que era popular, sin embargo, no sabía que estaba forrado. El vecindario en el que está ubicada la casa de Gojou Satoru es uno de los más adinerados. Kasumi jamás estuvo en un lugar así, ni en una casa tan grande.
Levanta la vista y una cámara de seguridad se mueve en su dirección. Tocó el timbre hace apenas unos segundos, pero la opulencia de la mansión Gojou le hace sentir incómoda rápidamente.
La puerta se abre la recibe un sonriente Gojou Satoru vestido en una sudadera negra.
—¿Te costó mucho encontrar la casa? —pregunta luego de darle la bienvenida.
—No mucho, tu casa ocupa toda la cuadra —Ella se ríe, pero, si bien no le costó mucho trabajo dar con la casa de Gojou, sí le costó un poco más de trabajo llegar hasta ella. Está tan lejos de su casa que debió hacer un incómodo viaje en transporte público de al menos 50 minutos.
—Ven, tendrás que hablar con mi padre antes de que podamos empezar a estudiar. Pero no te preocupes mucho, él haría cualquier cosa para que mis notas mejoren.
Kasumi sabía que esto pasaría, Satoru se lo comentó durante uno de los recesos en los que intercambiaron horarios para elegir los que le quedaran más cómodos a ella. Y, aunque ha tenido tiempo para prepararse mentalmente y esta no es su primera entrevista laboral, no puede evitar ponerse algo nerviosa. Según sabe, el padre de Gojou es un empresario de renombre que no se compara con el dueño de un minimercado. Seguramente tiene altas expectativas para un tutor para su hijo y mientras camina junto a Satoru hasta la oficina de su padre, se pregunta por qué Gojou no asiste a una escuela privada.
Su compañero de clase toca la puerta del despacho y ella escucha la voz ronca del otro lado invitándolos a entrar. Toma el picaporte con su mano derecha y la mira de reojo de una forma particular, parece ligeramente divertido, como si supiera de antemano que Miwa estaría hecha un manojo de nervios. Cuando empuja la puerta, Kasumi se queda boquiabierta por un momento al ver a un hombre alto, similar a Satoru y con el cabello bien peinado hacia atrás, con un par de cabellos blancos sobre la frente.
—Miwa Kasumi, supongo —le dice y ella asiente—. Toma asiento —la invita y Satoru se queda parado a un lado, reclinándose sobre una biblioteca.
—Es un honor conocerlo, Gojou-san —dice Kasumi cordialmente y él la mira como si estuviera viendo el periódico de la mañana. Es una mezcla de desinterés con cotidianidad que logra que Miwa se sienta insignificante y apenas puede sostenerle la mirada—. T-Traje mi libreta de calificaciones —tartamudea y con dedos nerviosos revuelve su bolso para extenderle la libreta sobre la mesa—. También tengo referencias de mis anteriores empleos —saca un par de hojas más.
—Viniste preparada —comenta y se acomoda las gafas para leer lo que Miwa le ha traído.
Una pequeña sonrisa le curva los labios a Gojou-san, una que hace que a Kasumi se le infle apenas el pecho.
—¡Sí! —afirma con vehemencia—. Actualmente estoy en seis clubes y he sido presidenta de mi clase durante dos años. Pienso postularme este año también.
—Miwa, ¿qué edad tienes?
—Dieciséis.
Satoru se extraña, Kasumi es dos años más joven que él y no lo sabía. A pesar de su curiosidad, no interrumpe la reunión; Miwa lo está haciendo muy bien y sabe que ha causado una buena primera impresión en su padre.
—¿Y cuáles son tus pretensiones salariales?
—Bueno, Gojou-kun y yo pensamos que… si usted está de acuerdo podríamos tener clases tres veces por semana. Lo que sería un total de doce horas mensuales, y la hora de trabajo está cotizada a ¥1.013, por lo que sería un total de ¥12.156 mensuales. Sin contar las horas extra si son necesarias antes de un examen, todo depende del rendimiento de Gojou-kun.
—Ahá, y no podemos esperar mucho de él.
Miwa se queda boquiabierta y escucha a Satoru chistar detrás de ella.
—Creo que… creo que Gojou-kun es muy capaz, sólo le falta un poco de motivación.
—Y supongo que le motivará más estudiar con una muchacha como tú que con un sensei de edad madura.
Unas letras inconexas salen de los labios de Miwa, no puede articular una sola palabra al escucharlo y él se vuelve a acomodar los lentes para verla a los ojos.
—Y-yo… —vuelve a tartamudear—, me tomo muy en serio mi trabajo, señor.
—Supongo que lidiar con Satoru y hacer tu trabajo al mismo tiempo amerita un poco más de lo que pretendes, así que esta es mi oferta. Te pagaré ¥20.000 mensuales, incluyendo horas extra. Le darás clases tres veces por semana, pero no si no veo una mejoría en sus notas tendré que despedirte. Y en cuanto a ti, Satoru —continúa, tras virar el rostro en su dirección—, si esta tutoría no da resultado yo seré quien se encargue de encontrarte un tutor y tendrás que olvidarte del equipo de baloncesto.
—¿¡Qué?!
—Eso es todo, pueden retirarse y Miwa-chan, comienza tu trabajo lo antes posible.
Sin más, los despacha de su oficina y ambos se quedan callados en el pasillo. Miwa no puede creer que vaya a recibir tal suma de dinero y Satoru repentinamente siente temor por quedarse fuera del equipo; Toji-sensei sería capaz de darle una paliza si eso llegara a pasar.
—¿Cuándo empezamos? —dice Satoru, luego de salir de su ensimismamiento.
—¿Te parece bien mañana?
—Mañana. Está bien.
Kasumi comienza a marcharse rápidamente, se da cuenta enseguida de que el rostro de Gojou no denota nada de felicidad, al contrario del suyo. No tarda mucho en despedirse de él y emprender otro largo camino de vuelta a casa. Aun en el transporte público, no logra salir de su sorpresa y mentalmente comienza a hacer cuentas, medita en su presupuesto y en cuánto podrá ahorrar al final del mes. Le quedará suficiente tiempo para sus clubes y para organizar su campaña para postularse como presidente de la clase.
Al bajar del último autobús, las casas se han vuelto un décimo de lo que es la mansión Gojou. Las calles son mucho más pequeñas y escucha el ladrido de uno de los perros del vecindario, ladrándole a unas palomas que anidan sobre un viejo poste eléctrico. Camina hasta su casa y se anuncia al entrar.
Sochi y Kano miran televisión con su padre, que toma una cerveza mientras su madre prepara la cena. Los muchachos la saludan, su padre sólo mira en su dirección.
—¿Dónde estabas?
—En una entrevista, para ser tutora de uno de mis compañeros.
—Ah… cierto, lo habías mencionado —le dice casi sin interés.
Kasumi mira el programa televisivo que sus hermanos y su padre están mirando. Esta es la cuarta vez que se mudan desde que entró en la preparatoria ya que su padre tiene problemas para mantener un empleo, lo que no le da mucho tiempo a Kasumi para asentarse en ninguna escuela, ni a ella ni a sus hermanos. Por lo cual hace un esfuerzo aún más grande por mantenerse al día con sus tareas y clubes, de otra forma sería mucho más difícil aplicar para una beca.
Al día siguiente, se levanta en el cuarto que comparte con los niños, mucho más temprano que el resto de la familia. Se da una ducha, prepara el desayuno para el resto y come unas tostadas antes de que salga el sol. Sale caminando a paso lento cuando el sol comienza a salir y se sonríe, hoy será su primera clase con Gojou Satoru y está dispuesta a demostrarle a su padre que cumplirá con sus expectativas.
(...)
—Dijo que, si no mejoraba mis notas, iba a sacarme del equipo de baloncesto.
—Te puso en un aprieto.
Getou sonríe en su dirección, como si le hubiera contado algo gracioso cuando Satoru sólo puede sentir un profundo fastidio.
—Es extorción.
—Al menos tienes a Miwa-chan para que te ayude. El próximo partido es en tres semanas y tenemos un examen de inglés en diez días.
—Mierda… —suspira y continúa caminando por la calle junto a Suguru, hasta el día de ayer su mayor preocupación era conseguir el siguiente manga de su serie favorita antes de que se agotaran, ahora cuenta mentalmente cuántas clases tendrá con Kasumi antes del próximo examen.
—Y si te pones a pensar… ¿qué crees que haga Toji-sensei si te sacan del equipo? Imagino que ya ha hecho una apuesta sobre el próximo partido y aunque soy muy bueno, no creo que obtengamos el mismo marcador si no te tenemos en el equipo.
—Me apuñalaría por la espalda en la primera oportunidad.
—Te diría que no exageres, pero eso suena a algo de lo que él sería capaz.
—El tipo parece salido de los yakuza o algo así.
Satoru mira los últimos mensajes en su celular y ve algunas fotos del partido en sus redes sociales. Su pequeño séquito de admiradoras de primer año ha llenado de reacciones su última foto de perfil y lee con una sonrisa sus últimos comentarios.
Al llegar a la escuela se ve forzado a rechazar una salida con sus compañeros para festejar la primera victoria del año. Pero se limita a mencionar que tiene un compromiso, ya que no le hace mucha gracia confesar que tiene como tutora a una de sus compañeras. Ni siquiera se le ocurre mencionar la amenaza de su padre con respecto al equipo; tales palabras no pueden llegar a Fushiguro-sensei.
Pasa el resto de sus clases intentando prestar el mínimo de atención, tanto que no puede probar bocado de los chocolates que se encuentran escondidos debajo de su pupitre.
Cuando suena la última campana, indicando el final de las clases, Kasumi se voltea en su dirección y le sonríe. Satoru la mira con el mismo rostro desdichado que ha tenido todo el día.
—¿Te parece si vamos juntos a tu casa para comenzar? —le pregunta y luego parece darse cuenta de que algo no anda bien—. Gojou-kun, ¿estás bien?
—No es nada… Sí, vamos.
—Que se diviertan, muchachos —dice Suguru antes de salir y Gojou tuerce su expresión, sabe que Getou irá a festejar con el resto de sus compañeros mientras él pasa la tarde estudiando con Miwa-chan.
Kasumi tiene que ocuparse de algunas cosas antes de salir de la escuela, por lo que Satoru la espera junto a la reja cuando el resto ya se ha marchado. Al cabo de unos minutos sale, bastante más entusiasmada que él. Mientras comienzan a caminar nota que ha estado pendiente de su celular por los últimos minutos.
—¿Tu novio? —pregunta, casi sin interés.
—¡N-No! —se apresura ella en negar y repentinamente el rostro se le tiñe de rosa—. Es sólo un compañero de un club… Tenemos un trabajo pendiente.
—¿El club de ciencias?
—Sí, ¿cómo supiste?
—Adiviné.
Comienza a fastidiarle en muy poco tiempo. Cualquiera hubiera esperado que la chica nueva estuviera completamente absorta en él dada esta gran oportunidad, pero Kasumi sólo mira su celular y contesta algunos mensajes, se sonríe suavemente y luego guarda el móvil en su bolsillo.
—Kasumi-chan, ¿por qué no tengo tu número?
—¿Huh? Supongo que es porque no lo has pedido. Creo que deberías agendarme, de esa forma será más fácil coordinar las clases.
—Claro.
Kasumi-chan parece tener su clase completamente planeada y empiezan desde lo más básico para corroborar el nivel que Gojou tiene en la siguiente asignatura. Tras cuarenta minutos toman un pequeño receso en el que Miwa lo incentiva a comer algo dulce, algo que le agrade para fomentar un proceso de aprendizaje que le ayudará a mantenerse constante. Le explica las bases científicas de la técnica y le sonríe. Luego de quince minutos continúan estudiando y antes de terminar recibe un nuevo mensaje que la hace sonreír y repentinamente se da cuenta de lo mucho que le fastidia. Alza una ceja sin que Miwa se dé cuenta y la mira con cierta hostilidad.
Han pasado ya dos clases sumamente aburridas en las cuales no logra concentrarse por completo. Algo ha golpeado su ego esta vez, de hecho, Gojou jamás ha tenido que competir con alguien por la atención de una chica. Pero Kasumi-chan ha resultado ser diferente, casi no habla de sí misma a pesar de que Gojou ha desviado la conversación del tema principal a algunos más triviales, de alguna forma ella vuelve a los estudios y lo ignora. Parece completamente determina en enseñarle, en ganarse el jugoso sueldo que su padre le ha ofrecido. Quizás se sentiría mejor consigo mismo si la chica hubiera accedido a darle clases de buenas a primeras, como cualquier otra chica normal hubiera hecho. Quizás si se hubiera mostrado más entusiasta, con más ganas de estar a solas con él en su cuarto, y no tanto por el trabajo en sí mismo. Pero ella está concentrada y esto le hace pensar que es de esas chicas que sólo tienen ojos para un solo hombre y esta vez no es él.
Gojou se levanta ante la mirada perpleja de Kasumi y ella lo observa estirar las piernas y echarse sobre la cama con ambos brazos detrás de la cabeza.
—¿Gojou-kun? ¿Estás cansado? ¿Quieres que dejemos la clase para otro día?
—Estoy distraído —contesta él—. No puedo concentrarme.
Kasumi camina hasta él y se sienta tímidamente al borde de la cama.
—¿Ha pasado algo? ¿Te gustaría hablar conmigo?
Gojou sonríe. Esta muchacha es demasiado perfecta. Parece sacada de una novela romántica para adolescentes. No le sorprende que se haya vuelto tan popular entre los chicos de la escuela en tan poco tiempo. Aunque de vez en cuando las charlas entre vestidores se han vuelto ligeramente obscenas, como es de esperarse para muchachos de su edad.
La observa, levantando sus gafas oscuras sobre su frente. Kasumi tiene la piel lisa y pálida y repentinamente se pregunta si toda su ropa interior será tan casta como la que traía ese día que una ráfaga de viento le levantó la falda.
Estar solo con una chica en su cuarto ha comenzado a removerle las hormonas, sobre todo, días como este, en los que Kasumi trae puesta ropa casual. Hoy trae una falda azul y una tierna camisa rosa, un par de medias largas que le llegan a las rodillas y el cabello recogido en una cola de caballo.
—Acuéstate conmigo —le dice y palmea el colchón. Se sonríe cuando el tono de la piel de las mejillas de Miwa se vuelve rojo y quiebra los labios en una mueca incómoda, desvía la vista y tartamudea una risa. Es tan tímida que le ha despertado ganas de desarmarla—. Tranquila, Kasumi-chan. Es sólo para conversar…
Kasumi traga, sin embargo, termina accediendo y se recuesta sobre la cama a su lado mientras ambos observan el cielo raso.
—Entonces por qué… ¿por qué estás tan distraído hoy?
—Hay una chica a la que no le intereso y eso me molesta.
—Oh… —musita Miwa y nada más sale de sus labios sino hasta un largo tiempo más tarde—. Es normal, supongo. ¿Te gusta esa chica?
—No lo sé, es linda.
—Ya veo…
—Me dijeron que le gusta alguien más.
—¿Y qué piensas hacer?
Gojou se voltea sobre el colchón y apoya su rostro sobre una mano. Kasumi se tensa inmediatamente y queda congelada sobre la cama. Lo mira de reojo y vuelve a mirar el techo. Sus labios se aprietan entre sí y repentinamente su corazón comienza a golpear con fuerza sobre su pecho.
No es raro que en esta situación Gojou comience a sentir a sus hormonas revoloteando en su interior, despertando cosquillas y calor en espacios distintivos de su piel.
—¿Qué harías tú, Kasumi-chan?
—¿¡Yo!? Bueno… Yo… erhm… Supongo… Supongo que lo intentaría, aunque fuera rechazada —contesta con sinceridad, volteándose a verlo a los ojos.
Se da cuenta rápidamente la forma en la que la mirada de Gojou se desvía de sus grandes ojos azules al tono rosa de sus labios entreabiertos.
—¿Te gusta alguien más, Kasumi? —susurra Gojou repentinamente, acercándose a pocos centímetros de ella.
—¿E-Eh? —sale de su garganta, conmocionada por la pregunta y las evidentes intenciones de Gojou, sin embargo, no encuentra palabras ni resistencia cuando la nariz de él roza la de ella. Su corazón tamborilea furioso dentro de su pecho y sus mejillas se tiñen de rojo, como así también lo hace su cuello, su pecho y sus orejas.
Se encuentra a sí misma cerrando los ojos lentamente, mientras él se acerca.
—No… —contesta finalmente y siente los labios de Gojou sobre los suyos. Luego una mano sobre su cintura y sus dedos largos hundiéndose sobre la tela, apretando su piel.
De principio, Kasumi es tímida. Separa los labios y lo besa suavemente y cada vez que Satoru desvía su mano desde su cintura hasta su trasero, la siente jadear una protesta y se detiene. La besa, acaricia sus labios con la punta de su lengua y lo intenta una vez más; desliza su mano hasta su pecho y ella nuevamente se queja bajo sus labios.
Se hace evidente para Satoru, que a pesar de llevar ya varios minutos besándola, acostados sobre la cama, no podrá ir mucho más lejos. Sin embargo, ella no se detiene, parece que podría quedarse ahí horas, simplemente besándolo. Acariciándole le rostro con una mano, moviendo sus dedos delicadamente hasta su cuello, erizándole la piel.
Pero el calor que comienza a sentir se hace sofocante y se acumula sobre sus piernas. Aunque tampoco desea dejar de besarla, dejar de sentir el sabor de su boca y de acariciar su lengua con la de él. El sonido de sus suspiros resonando sobre sus bocas, perdiéndose en la almohada, termina siendo embriagador. No puede evitar algo que es sólo natural y comienza a doler y moverse involuntariamente bajo su pantalón.
Se detiene y la observa con los ojos entre abiertos. Kasumi está completamente sonrojada, respira agitadamente y tarda un poco en abrir los ojos, un poco mareada y aún confundida por lo que acaba de pasar.
—Creo que… tendremos que detenernos —le dice y no comprende sino hasta que él baja la mirada, como apuntando a una dirección determinada.
Kasumi mira y un jadeo se le escapa, abre los ojos tan grandes que parece asustada y él se sonríe.
—¡L-Lo siento! —suelta repentinamente—. Podemos volver a estudiar… —comienza, empezando a levantarse de la cama cuando él la detiene y la inclina a volver al sitio en que el que yacía acostada.
—No creo que pueda concentrarme ahora —comenta suavemente, acariciándole la cintura una vez más—, tal vez… si me ayudas con esto podría prestar más atención.
—¿A-ayudarte?... ¿A qué… te refieres con eso?
Él vuelve a ensanchar su sonrisa y el pecho de Miwa se enciende en llamas. Sutilmente desliza sus dedos desde el hombro hasta el codo y desde el codo hasta la palma de su mano y entrelaza sus dedos con los de ella.
—Ya sabes…
Kasumi realmente no sabe, jamás se había encontrado a sí misma en una situación como esta. Se sonroja al sentir los dedos largos de Gojou envueltos entre los de ella y repentinamente él la besa nuevamente. Es irresistible, el calor de su aliento y la forma en la que murmura sobre sus labios la deja sin aliento. Con cuidado, Gojou inclina la mano derecha de Miwa hasta su entrepierna y a pesar de su aprehensión la inclina a tocarlo sobre la tela de sus pantalones.
Kasumi vuelve a jadear, pero Satoru la besa más y con tal intensidad que ella no encuentra manera de resistirse.
—Por favor… —le susurra al oído y comienza a besar su cuello.
Miwa traga, la sensación de cada beso repartido sobre su piel comienza a quemar; le arde entre las piernas y las aprieta una contra la otra. Él empuja su mano, obligándola a tocarlo de arriba hacia abajo.
—Dices que… te ayudará a concentrarte, ¿cierto?
—Ahá… —contesta él sin dejar de repartir besos húmedos sobre su cuello.
—Está bien…
Satoru se separa un momento de ella y regresa a sus labios mientras se desabrocha los pantalones. Si no puede tocarla, al menos ella puede tocarlo a él. Kasumi escucha la cremallera de su pantalón bajando y lo siente removerse sobre la cama y, cuando se separa de ella, ambos bajan la mirada hacia su erección.
Kasumi jamás había visto un pene en vivo y en directo en toda su vida. Lo mira abochornada por un momento y luego vuelve la vista a él. Y él no tarda en volver a besarla y tomar su mano para llevarla hasta su sitio más íntimo.
—Agárralo —le pide en otro susurro y ella extiende temerosamente su mano hasta él.
Cuando lo toma, Miwa escucha claramente un jadeo salir de los labios de Satoru. Él se detiene nuevamente, con su nariz y su frente rozando el rostro de Miwa. Kasumi mueve su mano, al menos de esto tiene una idea, aunque no está muy segura de si lo está haciendo bien. El corazón le golpea las costillas y bombea sangre en todas direcciones. Satoru siente su verga palpitar bajo la palma de Kasumi y ella percibe bajo su piel el torrente corriendo con fuerza.
—Así… —dice él cuando ella comienza a moverse más rápido—, justo así… ah…
Se muere de ganas de tocarla, pero parece que tendrá que conformarse con esto por ahora. Y no es que está insatisfecho, realmente es mucho más de lo que debería haber esperado de alguien tan correcta como lo es Miwa Kasumi.
Siente la suave palma de Miwa yendo y viniendo en un vaivén que le hace imaginar cómo se sentirá su interior. Quisiera poder rozar la punta contra sus piernas, contra su humedad. Pero sabe que no puede hacerlo, que lo más probable es que Miwa sea aún virgen. Aunque aprende rápido, en poco tiempo domina un ritmo sobre él que le hace hundir el rostro contra la almohada y morderse los labios.
—Así… —vuelve a murmurar—, más rápido…
Miwa es obediente, Gojou siente sus ligeros suspiros sobre su cuello estirado y estira los dedos de sus pies cuando está a punto de llegar.
Gojou acaba sobre la cama y deja salir por su garganta un jadeo intenso que se pierde entre los labios de Miwa. Siente su cuerpo perder fuerza después de que la última gota de semen salió de él y se pegó contra los dedos de Kasumi. Él abre los ojos, jadeando sus respiraciones. Kasumi espera aún con el rostro hirviendo, con la piel prendida fuego. Satoru le sonríe cálidamente y acaricia su mejilla.
—Eso estuvo muy bien —comenta y ella sonríe avergonzada.
Al cabo de unos segundos Satoru guarda su masculinidad bajo sus pantalones y se voltea para tomar algo del cajón junto a su cama; saca una caja de pañuelos descartables y toma un par para limpiar la mano de Miwa y luego hace lo mismo con el edredón.
Ahora, parece que Kasumi tiene muchos más problemas para sostenerle la mirada. Satoru en cambio no podría estar más tranquilo ni aunque quisiera.
—Voy a… pasar al baño —dice y se excusa, se levanta de la cama rápidamente y Gojou vuelve a la mesa en la que lo esperan sus libros hasta que ella sale varios minutos después.
Kasumi se ha mojado disimuladamente el pecho y el cuello con agua fría para detener ese sentimiento que comenzaba a quemarla por dentro. Se siente profundamente avergonzada por el embarazoso estado de su ropa interior y camina con las piernas bien apretadas, su ropa está húmeda y le cuesta sacarse las ideas obscenas que se le vinieron a la mente mientras lo masturbaba.
—¿Seguimos? —le pregunta él con una sonrisa cuando ella sale del baño y Kasumi asiente, tratando de recobrar la compostura.
Es fascinante que Gojou pueda estar tan tranquilo cerca de ella después de lo que acaba de pasar. De hecho, se comporta como cualquier día en la escuela y esto le perturba. Camina a paso lento y se sienta en el mismo sitio en el que estaba antes de que Satoru decidiera acostarse sobre la cama. Él mira sus notas con un alivio muy particular, como si todo repentinamente se viera más claro.
—¿E-En dónde estábamos? —pregunta Kasumi, ligeramente confundida y aún algo sonrojada.
—En la página cinco.
La clase continúa, mejor que las dos anteriores. Satoru no busca pretextos para cambiar el rumbo de sus conversaciones y escucha con más atención a sus explicaciones. Pero esto no logra dejarla tranquila. Es demasiado extraño que después de haber compartido un momento tan íntimo él se comporte con tanta ligereza, como si se tratara de algo de lo más cotidiano. Cuando se despide de él, lo hace como cada día, quizás con un poco más de entusiasmo de su parte y vuelve a casa con la cabeza llena de preguntas que no se atrevió a hacer.
Al día siguiente en la escuela, Satoru sigue siendo el mismo que conoció y por alguna razón esto comienza a irritarle. No sabe por qué se dejó llevar por el deseo ardiente de su piel, pero la verdad es que se siente algo arrepentida. Sin embargo, no dice nada. Satoru no menciona lo ocurrido en ningún momento no le presta más atención de la usual.
Dos días después vuelve a encontrarse en el mismo sitio, Satoru vuelve a divagar; mencionándole el último capítulo de un manga que compró y lo apenado que se siente por la muerte de uno de sus personajes favoritos, tanto que menciona que estuvo a punto de abandonarlo, pero necesita saber cómo terminará la historia. Kasumi lo mira de soslayo, casi sin intenciones de escucharlo. Repentinamente frunce el entrecejo mientras lee sus notas de inglés.
—¿Qué sucede, Kasumi-chan? ¿Tuviste un mal día? —le pregunta y apunta con su dedo índice entre sus cejas.
Ella alza la vista y sus cejas se levantan al ver el dedo de Satoru tocando entre sus ojos. Niega, batiendo su cabello cortado en un ángulo y vuelve el rostro a sus notas, pero el entrecejo vuelve a fruncirse.
—¿Estás molesta? —pregunta nuevamente, cruzándose de brazos y apoyando su rostro sobre ellos—. Espera… ¿estás molesta conmigo? ¿Qué hice?
—¿Q-Que qué hiciste? —pregunta y su rostro se tiñe de escarlata—. ¿Cómo no vas a saberlo?
Está tan nerviosa que los brazos se pegan contra su pecho y se siente temblar. Gojou abre los ojos bien grandes, su reacción parece genuina, realmente no sabe lo que ha hecho.
—¿Es por lo del otro día? —dice extrañado—. Oh… sí, supongo que fui algo egoísta. No creí que quisieras que te tocara así que decidí dejar de intentarlo, pero si quieres puedo hacerlo ahora. Así estamos a mano.
—¡¿A mano?!
Satoru se desliza sobre el suelo apartándose de la mesa de patas cortas y se acomoda a su lado. Lleva una mano rápidamente hasta su muslo y se apoya sobre ella, acercando rápidamente su rostro al suyo.
—¿Qué dices? Tal vez te ayude a concentrarte, estás algo dispersa hoy.
La mano se hunde entre sus piernas antes de poder alzar su voz en protesta, Gojou se acerca y vuelve a besarla. Hunde sus labios sobre los suyos con palpable urgencia, la verdad es que no ha dejado de pensar en algo así desde su última clase y rogaba encontrar la oportunidad para repetirlo. Estudiar es mucho más fácil cuando sus hormonas se encuentran apaciguadas. Al menos esa impresión le dio desde su última tutoría.
Kasumi apenas puede dejar salir una protesta ahogada entre besos húmedos y calientes. Eventualmente él la empuja sutilmente y ella termina tendida en el suelo, con la mano derecha de Satoru acariciando la piel entre sus piernas, moviéndose escasos centímetros hacia el norte.
—¿Y si… alguien viene? —pregunta derrotada, cuando Gojou desvía el trayecto de sus besos hasta su cuello y muerde su oreja.
—Mi padre está en un viaje de negocios, no te preocupes, Kasumi…
Un jadeo suave sale de sus labios cuando Satoru posa sus dígitos sobre su ropa interior y el rostro vuelve a abochornársele porque sabe en el deplorable estado en el que se encuentran sus bragas. Satoru sonríe contra su cuello mientras toca la tela húmeda y siente las piernas de Kasumi abrirse lentamente para él. La toca por un buen rato mientras la besa, tendidos sobre el suelo, trazando círculos sobre la ropa y escuchando los tiernos gemidos de Kasumi-chan.
La respiración se vuelve pesada y él abre los ojos para ver su reacción cuando corre a un lado la tela mojada y puede tocar directamente su sexo.
Kasumi abre los ojos y lo mira, hay un poco de terror escondido en sus ojos azules mientras que en los de Gojou solo encuentra un hambre voraz. La toca y se humedece los dedos, separando sus labios inferiores con la punta de sus dedos hasta llegar a su vagina húmeda y caliente. Miwa levanta las rodillas y Gojou deja suaves besos contra su mejilla y un jadeo gutural se escapa de su garganta.
Gojou tiene el rostro casi tan abochornado como ella mientras la masturba y siente que la ropa interior comienza a apretarle. Era solo de esperar que terminara así, que se le pusiera tan dura la verga de solo tocar con sus propias manos el pubis de Miwa.
—¿Me dejas meter los dedos? —ronronea contra su oído y ella suelta un quejido, entre aturdido y asustado—. No tengas miedo, tendré cuidado. Eres virgen, ¿cierto?
—S-Sí —confiesa ella.
—Está bien, lo haré suavemente para que te guste.
Lentamente baja los dedos por los pliegues del sexo de Miwa y traza un círculo sobre la abertura de su vagina, tan mojada y caliente que hace a su verga retorcerse. Kasumi suspira una y otra vez, su pecho se mece aceleradamente y Satoru mira sus tetas sobre su uniforme y muerde su cuello justo antes de meter un dedo. Otro gemido, profundo y ronco, sale de su garganta al sentir su dedo apretado entre la carne caliente del sexo de Miwa. Ella gime suavemente y se mueve, menea la cadera sutil y tímidamente y él toca su clítoris hinchado con el dedo pulgar, arrastrándose sobre el suelo para estrechar su cadera contra ella.
Kasumi siente la erección de Gojou hacerse contra su cadera, levantándole disimuladamente la falda. Pero la sensación es demasiado intoxicante como para detenerse. Realmente le gusta lo que él le hace, aunque le avergüence profundamente admitirlo. Estira el cuello cuando él introduce otro dedo y abre instintivamente las piernas.
—¿Así te gusta, Kasumi-chan? —le pregunta en un susurro contra el oído—. ¿Vas a acabarme en la mano?
—No digas… cosas tan groseras… Gojou-kun —contesta ella con dificultad, aun retorciéndose bajo la mano derecha de Satoru.
—¿Por qué no?
—Porque lo haces sonar… muy sucio.
Él se sonríe y empuja la cadera con más fuerza. Por alguna razón este aire de ingenuidad le excita, le hierve el cuerpo de solo escuchar a esta chica gimiendo y suspirando, retorciéndose de placer a punta de sus propios dedos.
—Me gusta sucio —contesta él, dejándole ver el brillo de su sonrisa.
Hay algo estimulante y vergonzoso en las palabras de Satoru. Kasumi es de esas muchachas criadas para tener una imagen muy pulcra del sexo y estos encuentros con Gojou carecen por completo de esta cualidad. Por eso no entiende por qué no puede detenerse, por qué le gusta esta sensación de estar encendida en llamas y de mojarse aún más de solo escuchar aquellas palabras susurradas contra su oído.
—¿Qué te parece… si me das una mano a mí también?
De alguna forma retorcida, a Kasumi le parece solo justo hacerlo. Aunque sus movimientos son temblorosos y llenos de duda, Gojou la observa obligando a su propia mano a tocar sobre sus pantalones y lo acaricia sobre la tela sin que él tenga que guiarla. Kasumi realmente aprende rápido.
Se muerde los labios al sentir sus manos, la verga le palpita bajo el pantalón por ese primer casto contacto e introduce sus dedos en ella una y otra vez, escuchando los sonidos que salen naturalmente de la garganta de Miwa.
Le toma algo de trabajo bajarle la cremallera, ni siquiera puede levantar la vista para verlo y Gojou no puede sacar los ojos de lo que está pasando al sur de sus cuerpos. Los dedos finos de Kasumi se mueven con evidente inexperiencia, pero al cabo de unos tortuosos segundos para Gojou, logra bajar la cremallera de sus pantalones y su erección no tarda en asomarse aún escondido bajo sus boxers. Miwa duda, detiene sus manos y se atreve a verlo a los ojos.
—Lo estás haciendo muy bien, Kasumi-chan —la alienta antes de volver a besarla y acelerar el ritmo que lleva trazando figuras inconexas sobre su clítoris con el pulgar.
Kasumi jadea bajo sus besos, sus cejas se levantan como si sufriera, pero el resto de su rostro no es nada más que una confesión expresa de lo excitada que se encuentra. Gojou se sorprende cuando Miwa desliza sus suaves dedos bajo la tela de su calzoncillo y toma su erección con la mano y repite lo que hizo la clase anterior. Lo toma y mueve su muñeca en movimientos certeros que lo hacen jadear y se inclina sobre ella. Mete dos dedos más rápido y ella copia su ritmo. La mira a los ojos y sólo encuentra sus labios entre abiertos y sus ojos casi perdidos en algún sitio de su rostro. Los gemidos de Kasumi, la textura de su sexo y la sensación de su palma masturbándolo, lo hacen gemir.
La quiere penetrar, quiere enterrarse entre sus piernas con fuerza, pero repentinamente Kasumi suelta un fuerte gemido tan erótico que se siente a punto de acabar. Las piernas se le endurecen y tiembla. Satoru percibe claramente como su interior se aprieta, la mano que sostiene su erección también lo hace y la mueve tan rápido que no puede evitarlo y eyacula sobre su palma nuevamente mientras ella jadea su orgasmo.
Gojou cae a su lado mientras ella recupera el aliento. Las piernas de Kasumi no responden y no dice absolutamente nada, parece a punto de quedarse dormida en el suelo con las piernas blandas y el pecho meciéndose aceleradamente. Satoru mira el vaivén de sus tetas con los ojos entre abiertos.
—¿Retomamos… —comienza intentando respirar—… la clase?...
Satoru ensancha una sonrisa, aunque tiene la playera manchada de su propio semen y una mano húmeda sobre uno de los muslos de Miwa.
—De acuerdo.
Notas: A partir de ahora pueden esperar mucho más de este tipo de contenido. Espero que lo disfruten hahaha
Mil gracias a los que han dejado rw en el capítulo anterior. Gracias a TheOtherDestiny, luc1822vilsi, Ina, Wandd, zulmajea y Camila759. ¡Nos leemos en el próximo!
