Capítulo 4: El primero
Infla una burbuja rosa de goma de mascar. Ha estado mirando el partido de baseball desde el otro lado del campus. Es el turno de Kasumi de batear y Gojou y Getou la observan mientras almuerzan. Satoru clava un sorbete en su jugo de naranja y se lo echa a la boca. Succiona en silencio mientras observa las piernas esbeltas de Kasumi deambulando por el campo en pantalones cortos, camina hasta su posición y agarra el bate con fuerza entre las manos.
—¿Qué tal van las tutorías? —pregunta Suguru luego de tragar un mordisco de su sándwich de atún y huevo.
Al escuchar su pregunta, el rostro de Satoru se ilumina casi de inmediato y es incapaz de controlar su sonrisa con la sola mención de sus clases particulares. Por supuesto, esto no se le pasa alto; Suguru ve con intriga la forma en la que su sonrisa se ensancha inesperadamente y continúa antes de dejarlo contestar a su pregunta—. ¿Por qué pones esa cara de sátiro?
—¿De sátiro? Solo estoy sonriendo —contesta, borrando su sonrisa.
—Das miedo, ¿con esa cara miras a la pobre de Miwa?
—Las clases están bien —dice, evitando explicar la forma en la que su propio rostro lo vendió—. Kasumi es buena tutora, tenías razón.
—Solo espero que no estés propasándote con ella, que a juzgar por tu expresión o no está muy lejos de suceder… o, ha sucedido. Ella no es como las chicas con las que te metes, ¿sabías que cambio de escuelas ya cuatro veces desde que entró a la preparatoria?
—¿Y tú cómo sabes eso?
—Shoko me lo mencionó ayer.
—Ah… —contesta y vuelve a sonreír de similar manera en su dirección, Suguru lo evita y bebe un sorbo de gaseosa—, y bien… ¿qué más dijo?
—Que su padre es un perdedor, no lo dijo Miwa-chan, es algo que Shoko supone.
—¿Un perdedor?
—Sí, lo han despedido varias veces.
—¿Y por eso no debería meterme con ella? ¿Eso es lo que estás diciendo?
—La pobre no la está pasando muy bien, idiota. ¿No te das cuenta? Déjala en paz, es una buena muchacha.
—¿Por quién me tomas? Yo no me aprovecho de las mujeres —contesta y realmente parece estar ofendido, voltea el rostro y luego mete su goma de mascar en el envoltorio para tirarlo.
Tenía pensado mencionarle lo sucedido cuando tuviera la oportunidad, solos, lejos de la escuela. Pero al escuchar sus palabras decide que lo mejor es hacer de esto un secreto entre él y Kasumi. De hecho, es algo en lo que medita por un rato y se da cuenta que eso solo lo hace más excitante.
La campana suena y él regresa caminando tranquilamente junto con Suguru hacia su próxima clase. Kasumi tarda en regresar y Satoru la imagina en los vestidores, colocándose su uniforme de preparatoria. Se pregunta qué clase de ropa interior tendrá puesta hoy y si tendrá algún estampado como el de aquella vez. Llega para sentarse junto con el resto de las muchachas, toma asiento delante de él y él se queda viendo su cola de caballo.
—Jugaste muy bien hoy, Miwa —la felicita Suguru y ella se voltea sonriente, aunque aún tiene problemas para mirar a Gojou a los ojos.
—Bateas bien —comenta Satoru y ella se sonroja.
—No sabía que estaban viendo el partido —responde ella y asiente, agradeciendo sus halagos.
—Los vemos de vez en cuando, a Satoru le gusta ver a las muchachas en pantalones cortos.
Getou se sonríe con malicia y mira por el rabillo del ojo a Satoru. Gojou está a punto de tirar del mechón negro de su cabello cuando el profesor entra al aula y todos se quedan callados.
—Idiota… —le susurra cuando Miwa se voltea.
El resto de la clase solo la pasa recreando mentalmente lo que sucedió en su última tutoría, cuando el calor comienza a elevarse dentro de su cuerpo mira por la ventana e intenta cambiar el tren de sus pensamientos. Inspira, piensa en algo desagradable y trata de volver a la clase, pero se vuelve demasiado difícil.
Kasumi parece evitarlo, la vergüenza es tan grande que teme su próximo encuentro y se cuestiona mentalmente cómo es que la tutoría volvió a terminar de esa manera. Lo cierto es que no sabe por qué cae en sus artimañas o por qué encuentra sus palabras tan convincentes.
La campana suena luego de un par de clases más, iniciando el segundo receso de día. Suguru se levanta de su asiento y mira a Satoru, esperando que lo acompañe.
—Tengo que hablar con Kasumi-chan —le dice—, te veo al rato.
La expresión de Suguru hace evidente que sospecha algo, lo conoce demasiado como para no saberlo. Sin embargo, se aleja y mientras Miwa junta sus cosas para marcharse a uno de sus clubes, siente el pupitre detrás de ella arrastrándose en su dirección.
Repentinamente una respiración le acaricia la mejilla, Satoru se inclina en su dirección con la intención de susurrarle algo al oído. Miwa siente una mano sobre su espalda y su cuerpo se congela en su sitio, con las tiras de su maletín bien agarradas entre sus pequeñas manos. El corazón se le sale del pecho de un solo salto y sus labios se aprietan formando una línea incómoda.
—¿Hoy traes las bragas con corazones? —le susurra—, ¿o las usarás mañana para mí?
Kasumi mira al resto de sus compañeros, como si esperara que todos hubieran escuchado aquello que fue audible solo para ella. Sin embargo, nadie se voltea en su dirección. Todos conversan y salen de la clase sin prestarles atención y repentinamente lo único que puede oír es el latido intenso de su corazón.
Se voltea alerta a Gojou, balbuceando una respuesta cuando repentinamente siente las tiras de su brasier cayendo sobre sus hombros y se da cuenta de que Satoru le desabrochó el sujetador. Instintivamente se envuelve con ambos brazos y lo mira con el rostro completamente abochornado y los ojos bien abiertos.
Antes de contestar a su pregunta, sale corriendo en dirección al baño.
Satoru se sonríe y se levanta de su pupitre poco tiempo después, camina disimuladamente siguiendo los pasos que presume ha tomado Kasumi y silva al llegar al baño de mujeres. Mira de un lado al otro del pasillo y, una vez despejado, entra. Una sola puerta permanece cerrada y asume que ella está ahí, la empuja suavemente y escucha su voz del otro lado. Estaba tan alterada que se había olvidado de poner el pestillo y chilla, con ambas manos sobre su espalda cuando ve a Satoru entrar con una amplia sonrisa en el rostro.
Gojou entra, se sienta sobre el retrete y pone el pestillo. Miwa lo observa horrorizada y vuelve a poner los brazos sobre su pecho, ni siquiera ha logrado abrochar su sujetador.
—¿Q-Qué haces? Alguien puede verte —susurra alterada y él la toma por la cintura y la obliga a sentarse en su regazo.
—Nadie me vio entrar, tranquila Kasumi-chan. No tengas miedo.
Gojou apoya su mentón sobre las tetas de Kasumi y la mira a los ojos. El rostro de Miwa arde, el corazón desbocado late con fuerza en su interior y apoya ambas manos sobre los hombros de Satoru intentando alejarlo de ella, pero no lo logra. Su cuerpo se congela al escuchar la puerta del baño abrirse y a alguien caminando. Ambos se quedan callados, hasta que aquella alumna cierra la puerta del baño lindero.
Él levanta una mano y apoya su dedo índice sobre sus labios, indicándole que guarde silencio y Miwa vuelve a apretar los labios. Un chispero suena un par de veces del otro lado, una queja, el sonido del chispero nuevamente y al cabo de unos segundos ambos respiran claramente olor a cigarrillo.
—Debe ser Shoko —susurra Satoru en su oído.
Miwa siente la mano de Gojou sobre su espalda, deambulando debajo de la tela de su uniforme y hace un esfuerzo gigantesco por no dejar salir un solo suspiro de entre sus labios. Sus grandes manos cubren toda su espalda y ella lo ve a los ojos mientras él se pasea bajo la tela repentinamente él cambia su expresión. Su sonrisa derrocha malicia cuando decide cambiar el rumbo sobre la suave piel de Miwa y estira sus pulgares sobre sus costillas. Kasumi se estremece y su respiración se acelera. Satoru hunde su mentón nuevamente sobre su pecho y lentamente aprieta sus pechos desnudos entre ambas manos.
El baño se llena de humo grisáceo, Satoru le aprieta las tetas y juega con sus pezones con los pulgares sin dejar de ver la expresión en el rostro de Kasumi. Su propio cuerpo responde con rapidez y ella se da cuenta, intenta levantarse cuando lo siente, cuando la erección de Gojou presiona contra su ropa interior. Pero en poco tiempo se da cuenta de que la temperatura de su cuerpo sube y con ello el palpitar de su zona erógena. El pecho de Miwa se mece con fuerza y Satoru relaja sus manos sobre su piel para levantarle el uniforme. Ella está a punto de gritar, pero no lo hace, ahoga el grito en su garganta y lo observa mientras él revela su pecho desnudo, con el brasier colgando desde sus brazos.
Maravillado, Satoru mira sus pezones erectos y se muerde los labios. Esto es demasiado excitante para detenerse y abre la boca, estira su lengua y observa de reojo a Miwa mientras le da una lamida a uno de sus pechos.
Kasumi se cubre la boca para guardarse los gemidos, pero falla en el intento y un sonido lastimero se deja oír.
—Oye, ¿estás bien? —dice Shoko del otro lado, aun fumando su cigarrillo.
—¡S-Sí! —responde Kasumi con demasiado entusiasmo y Satoru contiene la risa, aunque no tarda mucho en ignorar el intercambio y vuelve a saborear uno de sus pechos. Aprieta su pezón entre los dientes y tira suavemente, mueve la cadera debajo de ella, apuntando directamente hacia su vagina. Luego baja una de sus manos hasta su trasero y la aprieta contra él.
Shoko se levanta, arroja el cigarrillo en el inodoro y se sienta para hacer pis. Ambos escuchan el chorro cayendo sobre la taza y Satoru vuelve a hundir su rostro entre las tetas de Miwa para esconder su risa.
—¿Tienes papel higiénico?
Satoru toma el papel y lo deja entre ambos baños, ella lo toma, escuchan cómo lo desenrolla y vuelve a dejarlo. Gojou estira su mano para acomodarlo en su sitio y Shoko tira la cadena del inodoro antes de irse. Ambos esperan atentos a que la puerta se cierre y al escucharlo, Miwa intentan salir de entre sus brazos, pero Satoru la retiene con fuerza.
—Detente, van a encontrarnos… —susurra escandalizada.
—No me digas que no te excita —dice él, divertido. Le levanta la falda y estira sus largos dedos sobre la ropa interior de Miwa—. Estás empapada —comenta sonriendo.
—Tengo que irme… —dice presionando sus hombros.
—¿Seguimos mañana?
—S-Sí…
Kasumi no tiene idea de por qué ha accedido, pero esto parece ser suficiente para que Satoru la deje ir. Miwa se levanta y acomoda su uniforme. Gojou se pone de pie y en un instante abrocha su sujetador.
—Sal tú primero, yo saldré en un rato.
Miwa asiente y sale desesperadamente del baño, profundamente avergonzada por los instintos más básicos que comienzan a consumirla. Se detiene a la vuelta de un corredor para recobrar el aliento. Parece ser que Gojou tiene la habilidad de hacer con ella lo que le plazca y carece de la fuerza para detenerlo. Por momentos se pregunta por qué no puede detenerlo, si es que realmente le gusta demasiado lo que hace, o lo que es capaz de hacer sin tapujos. Y tal vez sea esto lo que le atrae de él, aquello que lo vuelve magnético. Es lo que ella misma no puede ser, lo que no está en su naturaleza.
Con el rostro aún encendido en llamas llega a su siguiente club e intenta sacar los más turbios pensamientos de su mente. Envidia con profundidad la capacidad que tiene Gojou de comportarse con naturalidad en toda ocasión, le vendría bien un poco de esa cualidad en este momento, mientras siente que su cuerpo aún cosquillea en sus sitios más íntimos. Le cuesta trabajo no volver a imaginar el roce de sus cuerpos y eventualmente un compañero termina preguntándole si no tiene fiebre, ya que aún tiene el rostro enrojecido media hora después.
Al día siguiente, cuando está saliendo de la ducha y se prepara para ir a la escuela, mira la ropa interior que tiene preparada para hoy. Medita sobre ella como nunca antes lo había hecho. La pregunta que le susurró Satoru el día anterior, aún un día después, logra hacerle hervir el rostro. ¿Realmente quiere que lleve puestas esas bragas hoy? ¿O sólo la estaba molestando? Más importante aún, de usarlas… ¿resultaría en una forma implícita de consentimiento? ¿Ella le da a entender que quiere que la toque si las lleva puestas?
Miwa no está segura de la respuesta a ninguna de estas preguntas, tampoco está segura de lo que quiere. Su cuerpo en cambio, lo sabe bien. Hay una certeza que nace en cada encuentro, cuando lo besa, cuando separa las piernas para permitirle que la toque, cuando se contrae y gime de placer. Sin embargo, no es lo que ella esperaba para sí misma.
Desde hace mucho tiempo no ha tenido el tiempo suficiente para dedicarse a conocer a alguien, no sabe cuántas veces ha rechazado una cita por trabajo, por cuidar a sus hermanos o simplemente para estudiar o asistir a sus clubes. Y, durante un buen tiempo, ha comenzado a dudar de si eventualmente tendrá tiempo de hacerlo.
Satoru se ha saltado los pasos que para ella eran primordiales para llegar a primera base. Se los ha pasado por encima como una máquina demoledora. La verdad es que de otro modo lo más probable es que llegue virgen a la universidad, si ahorra lo suficiente para pagarla, si es que no consigue una beca.
Pensarlo demasiado le hace sentir una tonta, se coloca las bragas y se viste su uniforme para ir a la escuela. Nuevamente, Satoru se comporta como si nada; lo escucha conversar con Suguru y Shoko detrás de ella mientras repasa su tarea de geografía. Planean ir a ver una película el próximo fin de semana y él les invita a todos de su paquete de goma de mascar. Sale al receso y luego regresa riéndose, molesta a Nanami con la misma invitación al cine y luego vuelve a sentarse detrás de ella.
Para la cuarta hora, Miwa siente un papel volar sobre su hombro y caer sobre el libro que lee. Mira por sobre su hombro y se encuentra con la pícara sonrisa de Gojou. Luego vuelve a la bola de papel, la desenvuelve y lee.
'¿Las traes puestas o no?'
Kasumi guarda el papel en su bolsillo y mira de reojo a Shoko, temiendo que haya leído el mensaje de Satoru, pero ella tipea sobre su celular y una burbuja rosa explota sobre sus labios. Nadie le está prestando atención.
Lo ignora, aunque sabe que eventualmente él se lo preguntará a la cara durante su próxima tutoría… la cual será en pocas horas.
Cuando la última campana suena, escucha su voz detrás de ella.
—¿Nos vamos, Kasumi-chan? —pregunta con esa sonrisa socarrona nuevamente.
—Adelántate —le dice, intentando no tartamudear—. Tengo algo que hacer —miente y la sonrisa de Satoru se desvanece, levanta los hombros y baja los surcos de sus labios.
—Como quieras, puedo esperarte.
—¡N-No! ¡No! Está bien, no quiero demorarte.
—No me demoras.
—Ya te dijo que no, Satoru. No seas de esos tarados que no aceptan un no como respuesta —interrumpe Suguru, guardando sus libros.
—Ten cuidado, Miwa —le advierte Shoko—, Satoru puede ser muy impertinente. Quizás ella quiere ver a su compañero del club de ciencias antes de irse y tú aquí, haciéndola perder el tiempo —comenta, volteándose en su dirección.
—¡Oigan! Me hacen parecer un depravado. Yo no soy así, si Kasumi-chan quiere saludar a su amigo de club de ciencias puede hacerlo. No me importa —comenta y se levanta de su pupitre—. Ya me voy, nos vemos más tarde.
Lo ve salir y tirar del cabello de Suguru, desarmando su peinado. Él se queja y lo persigue y ella se ofrece para limpiar el salón con un pequeño grupo de compañeros, con tal de perder algo de tiempo y no toparse con Satoru de nuevo. Y, a pesar de que esto no tiene sentido, ya que eventualmente tendrá que volver a verlo a solas, prolonga su cita tanto como le es posible.
Después de barrer el salón, se dirige al baño y se lava el rostro con agua fría. Satoru ni siquiera la ha tocado y ya siente su cuerpo calentarse de sólo imaginar volver a verlo. Se mira al espejo con particular atención, revisa su peinado, busca imperfecciones en su piel y luego se pregunta por qué está tan interesada en su apariencia. Probablemente se deba a que quiere gustarle a este muchacho, confiesa para sí misma y suspira, toma sus cosas y sale de la escuela rumbo a la opulenta mansión de la familia Gojou.
Una vez frente a la puerta, duda. Levanta su mano derecha para tocar el timbre y se detiene, luego infla el pecho, como si estuviera llenándolo de valor y finalmente lo hace sonar. Traga saliva, se acomoda el peinado, revisa su ropa y vuelve a mirar al frente alterada cuando Gojou abre la puerta y se posa sobre ella.
La mirada de Gojou, detrás de las gafas oscuras, esconde ligero resentimiento. Él sabe de alguna forma que ella lo está evitando y la idea de que realmente haya ido a ver a ese otro muchacho le molesta más de lo que está dispuesto a admitir.
—Llegaste —le dice y ella asiente sonriente. Él se hace un lado y deja un espacio entre él y la pared para que ella pueda pasar. Y al cruzar el marco de la puerta, Kasumi comienza a sentirse una presa. Camina rígida con los ojos de Satoru pegados sobre su nuca desnuda, en la que caen unos frágiles mechones de cabello celeste.
—Tu padre… —comienza Miwa—, ¿sigue de viaje?
—Así es… —contesta Gojou copiando sus pasos hasta su cuarto.
Él empuja la puerta y ella vuelve a cruzar el umbral bajo su atenta mirada. Se vuelve incluso agotador pretender que está tranquila, que la forma en la que la mira no la perturba y que el corazón no se le ha estado saliendo del pecho desde que llegó.
Deja sus cosas sobre la mesa y se sienta, luego él hace lo mismo y apoya su rostro sobre una mano. Todo él es una imagen que derrocha fastidio, Miwa lo advierte rápidamente pero no se atreve a preguntarle por qué está tan molesto; lo presiente.
—¿Quieres que hagamos un repaso general? Sería bueno, así podremos saber cuáles son tus puntos flojos y podremos reforzarlos. Estoy segura de que te irá muy bien en el examen, has mejorado mucho desde la primera clase. ¿Con qué otra materia quieres seguir después? Traje un par de libros que podríamos estudiar en el caso de que…
—Toma un poco de aire, Kasumi-chan. Te dará hipo.
—¿Estoy hablando demasiado? —pregunta e intenta reírse.
—¿Estás nerviosa por estar a solas conmigo otra vez? No le hagas caso a Suguru y Shoko, yo sé tomar un no como respuesta.
—Yo… no presté atención a sus comentarios.
—Pero estabas evitándome, ¿no?
—Bueno…
—¡Lo sabía! —contesta con el ceño fruncido—. Kasumi, no tienes que estar tan nerviosa. ¿Acaso no la pasaste bien las últimas clases?
—S-sí… —contesta en un susurro apenas audible y hunde el rostro sin mirarlo a los ojos—. Es sólo que… la verdad es que no imaginé que algo así pudiera pasar.
—¿No? Bueno, tampoco hemos hecho la gran cosa… sólo jugamos un poco, nada importante. ¿No quieres volver a hacerlo?
Kasumi no sabe qué responder a su pregunta, simplemente se sonroja y logra sostenerle la mirada por un tiempo hasta que vuelve a pegar sus ojos azules sobre la cubierta de un libro sobre la mesa.
Repentinamente, Gojou se sonríe. Se arrastra sobre el suelo y se acomoda detrás de ella. Miwa ve las largas piernas de Satoru a los lados de las suyas, mira sus pies descalzos y un suspiro se le sale inesperadamente de la garganta al sentir las manos de Gojou rodeando su abdomen. Él apoya su mentón en su hombro y lo observa por el rabillo del ojo.
—Si dices que no, puedo aceptarlo. No va a gustarme mucho, claro. De hecho, creo que me ha ayudado mucho con el estudio. Eres una buena tutora, Kasumi-chan —comenta recobrando el ánimo, estrujándola contra su pecho.
Miwa tiembla entre sus manos. Una ola sofocante de calor la inunda con extrema rapidez, el corazón le late con fuerza y siente su rostro envolverse en llamas.
—Pero no has dicho que no… —continúa, estirando el cuello, rosando su mejilla con la suya—. ¿Es porque eres virgen? ¿No quieres que la primera vez sea conmigo?
—Yo… —comienza ella con timidez, las palabras se detienen dentro de su boca y lucha por organizarlas antes de dejarlas salir—, siempre pensé que… sería algo especial.
—¿Especial? Supongo que eso es cosa de chicas, pero ¿qué tiene de especial en realidad? Si te pones a pensarlo con detenimiento, ¿qué es la virginidad? ¿Es la primera vez que te penetran? ¿O la primera vez que tienes un encuentro íntimo? Si es así, ya no eres virgen, y si la penetración depende de un pene, estoy seguro de que debe haber alguien por ahí con uno que mida lo mismo que mis dedos y con estos dos —dice, extendiendo frente a ella su índice y anular—, ya te penetré varias veces. ¿Acaso eso no cuenta? Claro, tengo que advertirte que lo mío es más grande…
—Uhm… Bueno, no lo sé, supongo que en cierta forma tienes razón… pero… de todas formas se sentiría como la primera vez.
—¿Y no soy digno de ser el primero?
—No es eso… tal vez simplemente no estoy lista.
—Ah… bueno, eso es otra historia. Pero, hay muchas cosas que podemos seguir haciendo hasta que estés lista… —dice, extendiendo sus manos sobre los muslos de Kasumi—. ¿Las traes puestas?
—Uhm… —ella duda, observando los lardos dedos de Gojou enterrándose entre sus piernas—. S-sí…
—¿¡Sí!? —exclama exaltado—. No pensé que las traerías, eres tan buena Kasumi-chan. Déjame ver…
—E-Espera… —balbucea, los ojos se le cierran casi automáticamente al sentir sus dedos acercarse a su ropa interior—. ¿No deberíamos… estudiar?
—No, ahora no. Tengo la mente en otro sitio… Además, lo que hacemos me ayuda a mantenerme centrado y realmente tengo que pasar ese examen de inglés —contesta en un tono animado, enterrando sus manos entre los muslos pálidos de Miwa.
Kasumi parece intentar oponer cierta resistencia con la sugerencia de estudiar, pero la verdad es que no encuentra la fuerza para cerrar las piernas y pronto suspira cuando los dedos de Gojou llegan a su ropa interior. Se sonríe y luego se muerde los labios, toca sobre la tela que lentamente comienza a humedecerse con cada dibujo que traza con sus yemas.
—Gojou-kun —sale de su boca como una súplica.
—¿Por qué no me llamas por mi nombre de pila? —pregunta arrastra la punta de su nariz sobre el suave cuello de Miwa.
Kasumi se sobresalta, un intenso escalofrío le levanta los vellos del cuello y un tímido gemido se deja escuchar cuando él lame el lóbulo de su oreja. La lengua cálida de Gojou se envuelve en su oreja y luego cierra los dientes y tira con intencional lentitud. Miwa descubre la otra mano de Satoru merodeando debajo de su uniforme, delimitando un suave camino a través de sus costillas para luego estrujarla contra su pecho.
—E-Está bien… S-Satoru-kun —responde con la voz entrecortada, partida entre suspiros.
—Ahora, quiero ver tu ropa interior… —dice y lleva ambas manos hasta la cadera de Miwa, debajo de falda y comienza a tirar de la tela, pero Kasumi repentinamente cierra las piernas, golpeando sus rodillas entre sí. Abre los ojos bien grandes y la boca mientras deja salir un alarido.
—¡Satoru-kun! —grita alertada y lo escucha reir.
—Solo las voy a mirar, Kasumi-chan…
—Por favor… me avergüenzas.
—Oh, no seas tan tímida —susurra contra su oreja—. No será la primera vez que las vea…
Kasumi voltea su rostro al de Gojou, encuentra una ligera sonrisa curvándole los labios y una apariencia tan tranquila que no podría creer lo que está haciendo si no lo estuviera viendo con sus propios ojos. Él levanta su mentón unos pocos centímetros y choca su nariz contra la pequeña de Miwa. Las piernas se le aflojan cuando él la besa y toca sus dientes con la punta de su lengua.
Gojou besa tan bien que por un momento logra olvidar que le está quitando lentamente las bragas. Mueve su lengua dentro de su boca y le permite sentir el dulce sabor de algún caramelo que comía antes de que ella llegara. Tan delicioso y húmedo que la deja sin aliento y antes de darse cuenta él levanta sus piernas para sacarle la ropa interior.
Ebria de él, Kasumi observa profundamente avergonzada sus bragas húmedas dispuestas frente a ella y con horror lo ve guardarlas en su bolsillo.
—Como souvenir… —dice divertido. Él observa enternecido a Miwa, cubriendo su rostro hirviendo con ambas manos y la abraza sobre su pecho—. Kasumi-chan, eres tan tierna. ¿Estás muy avergonzada? Tranquila, te las devolveré después… Ahora… ¿puedes abrir las piernas para mí?
Mareada, con el corazón palpitando con fuerza, con su entrepierna encendida en llamas, separa las piernas. Un rubor intenso le tiñe las mejillas, un poco por el calor y otro poco por la vergüenza que la invade al acceder a su pedido. Pero es que hay algo muy particular y convincente en el tono de Gojou que llega a sus oídos como terciopelo. El solo tono de su risa ronroneada sobre su oído le excita y se vuelve presa de su propio cuerpo. Kasumi abre las piernas y, con la respiración agitada, ve la mano de Satoru acariciarle la parte interna de los muslos. Sus movimientos suaves se detienen justo antes de llegar a su sexo, como una tortura intencional. Casi puede imaginar la forma perversa en la que sonríe mientras desparrama ligeros besos sobre su cuello, hasta sentirla retorcerse entre sus brazos por la expectativa de la sensación de sus dedos acariciando sus labios inferiores.
Satoru siente su cuerpo bombeando bajo sus pantalones. Cada centímetro de la piel de Miwa que recorre le estimula más y más. Y la idea de que esa mañana Miwa se vistió esas bragas pensando en él le excita demasiado. En pocos segundos está rígido como una piedra, empujando sobre el pequeño trasero de su compañera de clase.
Un hermoso gemido sale de los labios de Kasumi cuando finalmente Gojou apoya la yema de sus dedos sobre su vagina. Miwa se estremece y él presiona su verga palpitante contra su falda.
—Mi tutora está mojada —comenta, encantado por sus gemidos.
El clítoris se le hincha en poco tiempo, luego de un suave masaje y un sutil vaivén entre sus cuerpos. Kasumi cada vez separa más las piernas y parece estar esperando que meta los dedos tal y como lo hizo la última vez.
Satoru escucha su nombre siendo pronunciado como una súplica y el corazón se le sale del pecho, palpitando tan fuerte como su entrepierna.
Dibuja un círculo sobre su húmeda hendidura y espera a la reacción, aguardando los dulces gemidos de Miwa. Cuando introduce su dedo índice ella estira la espalda contra su pecho y estira el cuello sobre su hombro. Satoru observa fascinado y la penetra suavemente con un dedo, estirando su sexo para darle entrada al segundo.
Kasumi logra recobrar la compostura por un ligero instante y observa con curiosidad y pena las manos de Gojou entre sus piernas. Ve los dedos bañados en un líquido traslúcido, jugando con su clítoris hasta que simplemente no puede quedarse quieta.
—Si te sigues moviendo así te voy a follar —advierte Satoru y Miwa se voltea asustada—. Tranquila, es una forma de decir… —comenta y continua su labor manual para distraerla—. Sigue moviéndote así, Kasumi-chan…
El trasero de Kasumi se menea sobre la pelvis de Gojou y él acompaña el movimiento hasta siente que le gotea la verga bajo los pantalones. Mete dos dedos y busca algún sitio en el interior de la carne de Miwa y estira la lengua para lamer su cuello. Quisiera tener más manos para tocarle las tetas y sacarle la ropa, pero si la suelta no podría tenerla apretada contra su cuerpo.
Gojou levanta sus dedos cuando Kasumi parece estar a punto de acabar. Observa sus largos dedos empapados de los fluidos de Miwa y se siente tentado.
—¿Quieres saber a qué sabes?
—¿Qué?... N-no… —responde ligeramente confundida.
—Vamos, no es tan malo —dice y se lleva un dedo a la boca ante la perpleja mirada de Kasumi—, sabes bien.
Todo el cuerpo de Miwa palpita para cuando Gojou inclina sus dedos sobre sus labios. Y, aunque acaba de rechazarlo, Kasumi carece de la fuerza para negarse. Abre la boca y él mete sus dedos, acariciándole la lengua. Miwa prueba avergonzada el sabor de sus propios fluidos y escucha a Gojou bufar detrás de ella. Lame sus dedos embriagada de la idea de que esto le gusta, de que está complaciendo los deseos de Gojou.
—Buena chica —le dice, imaginando la sensación de esa lengua cálida sobre su entrepierna.
La verga pulsa bajo sus pantalones, Kasumi mueve la cabeza y la lengua como si le estuviera dando sexo oral a sus dedos y él la estruja contra su pecho y saca sus dedos antes de correrse en su calzoncillo.
Por un momento se convence de que podrá metérsela, ya que parece más dispuesta de lo que dice. Quizás, si la excita lo suficiente ella terminará diciéndole que sí, que quiere que se la folle. Y con esa idea en mente se pone de pie y la levanta del suelo entre sus brazos para llevarla hasta la cama.
Se ve confundida y alerta, se estira sobre la cama al verlo acomodándose entre sus piernas y parece contrariada cuando se da cuenta que se ha puesto de rodillas. Vuelve a cerrar las piernas, Gojou no puede perder un instante ya que al más mínimo momento de lucidez vuelve a hacer lo mismo. Kasumi siempre cierra las piernas cuando tiene miedo de lo que pueda pasar.
Él vuelve a sonreír. Acaricia sus piernas y apoya su mentón sobre sus rodillas sin dejar de mirarla a los ojos.
—Tranquila… Solamente voy a hacer algo de lo que hablamos antes, ya sabes… sobre hacer otras cosas… ¿Sabes cómo se siente una lengua ahí abajo?
Miwa niega con vehemencia, cubriendo su pubis con ambas manos.
—Por favor, no me veas… —le suplica con el rostro completamente enrojecido—. Me da mucha vergüenza.
—¿Huh? Pero tu me has visto a mí.
—Lo sé, pero…
Satoru desliza una mano sobre la curva de su trasero y encuentra el sexo de Miwa apretado entre sus piernas. Kasumi gime al sentir un dedo merodeando en su entrada aún húmeda, el dedo mojado con su propia saliva se siente aún mejor que antes. Las rodillas de Kasumi flaquean y termina accediendo, se deja caer lentamente sobre la cama y aparta la mirada mientras abre las piernas para él.
Gojou observa con lujo de detalle la vagina de Miwa, se vuelve a sonreír y la acaricia dejando expuesto su hinchado clítoris.
—Qué linda —le dice en un susurro—, rosa y suave. Me encanta.
Antes de que Miwa logre articular algún ruego para que deje de decir cosas que solo logran avergonzarla más, Gojou apoya su rostro contra una de las piernas de Kasumi y respira el aroma de su sexo, acaricia y separa sus labios y luego estira la lengua para tocar la punta de su clítoris. Alza la mirada y observa con atención cada reacción, cada contracción entre las cejas de Miwa y escucha atento los gemidos que comienzan a salir suavemente de su garganta.
Satoru murmura contra su sexo, deleitado nuevamente por el sabor de los fluidos de Miwa. La empapa con su saliva y desliza su lengua suave y húmeda de arriba abajo de su sexo. Mete la lengua en su hendidura y estimula su sitio más sensible con el dedo, agarrando su trasero con su mano libre para mantenerla quieta en su sitio.
Kasumi se aferra de las sábanas y deja salir los gemidos más intensos de su vida. Jamás había sentido algo así en su vida, aquello no tiene comparación con los dedos. Cada vez está más mojada, más caliente, más sudada. Estira el cuello y por momentos siente que tiene que escapar de él, tiene que arrastrarse sobre el colchón para que deje de estimularla o de otra manera simplemente explotará.
Luego de saborearla por unos cuantos minutos, Satoru se ve obligado a sostenerle la cadera con ambos brazos y succiona y lame su clítoris hasta que la siente convulsionar bajo sus manos. Las piernas de Miwa se aprietan contra su rostro y él continúa lamiéndola, aunque se hace evidente que ha acabado, cuando los gemidos de Miwa se hacen tan sonoros y desvergonzados que su propia verga se siente a punto de explotar.
Gojou la suelta cuando ella cae sin fuerza sobre la cama tratando de recuperar el aliento. Se siente ligeramente satisfecho de solo verla respirar con la mirada perdida en el techo. Le hace sentir poderoso, la idea de ser el primer hombre que le ha dado un orgasmo a Miwa le emociona. Más aún le emociona la idea de ser el primero.
Confunda y cansada, Kasumi cierra los ojos, pero los abre repentinamente cuando escucha la cremallera de Satoru. Vuelve a alzar las rodillas y cierra las piernas, aterrada al ver su erección asomándose sobre su pantalón.
—¿Qué estás haciendo? —pregunta, recuperando la consciencia.
—Estás tan mojada que no creo que te duela.
—N-No… —contesta con la voz pendiendo de un hilo.
—¿No? —pregunta en un tono lleno de decepción y suspira. Su plan no dio resultado y se queja, el sonido retumba ronco sobre su tráquea y vuelve a verla con el semblante entristecido. Sin embargo, no le dura mucho—. Bueno, supongo que tengo que ser un poco creativo… Sólo cierra las piernas —dice, tomando sus muslos entre sus manos para empujarlos contra el vientre de Kasumi.
—¿Qué vas a hacer? —pregunta, aún con la voz temblando.
—Tranquila, no voy a meterla si no quieres —contesta, se humedece los dedos con saliva y moja su miembro para luego enterrarlo entre los muslos de Kasumi.
Avergonzada, ve la cabeza asomarse y gime. Su cuerpo vuelve a palpitar, siente las piernas de Satoru pegándose a las suyas y el calor vuelve a emanar en su bajo vientre.
—Sólo voy a moverme un poco… —comenta y comienza a empujar sobre sus piernas.
Kasumi siente la punta de su verga golpearle sobre el ombligo tras cada embestida y gime como si realmente estuviera penetrándola. Se entierra y murmura con la boca cerrada. Intrigada, mira su rostro sonrojado; se muerde los labios y sonríe de vez en cuando, cierra los ojos como si pretendiera concentrar todos sus sentidos en el roce de su verga contra la terciopelada piel de las piernas de Kasumi. En poco tiempo se vuelve intenso, cada choque aplaude, el trasero de Kasumi se moja de sus fluidos, el edredón bajo su cuerpo se humedece. La cama rechina suavemente y ella vuelve a recostarse para verlo empujar una y otra vez hasta que suelta un suave gemido y frunce el ceño. Su cadera se contrae y lo ve temblar, sus brazos caen a los lados de Kasumi y se sostiene del colchón, empujando con fuerza mientras Miwa siente su semen caer sobre su abdomen. Kasumi gime como si realmente estuviera dentro de ella, sólo gime porque le excita todo lo que Satoru hace.
Al poco tiempo cae rendido a su lado tratando de controlar su respiración. Kasumi permanece inmóvil sobre el colchón escuchando las profundas respiraciones de su alumno. Ni siquiera levanta la vista para ver su arrugado uniforme y las gotas espesas que yacen sobre su ombligo.
—Ahora sí —dice él entre suspiros—. Ahora sí podemos estudiar.
Nota: Hace calor, ¿o soy yo? jajaja Espero que les haya gustado este capítulo. Como ven, mucha trama que digamos no hay pero esto me ha mantenido bien entretenida los últimos días. Creo que en el próximo capítulo introduciré otro personaje que supongo ya sabrán quién es. Uno que le hará las cosas medio "complicadas" a Gojou, si es que no se las complica él mismo antes.
Mil gracias a TheOtherDestiny, Tojimylord (por cierto ando con ganas de escribir un shot de Toji porque QUÉ VARÓN), Wandd, luc1822vilsi, Ina y zulmajea por sus lindos comentarios en el capítulo anterior. ¡Nos leemos!
