Capítulo 6: El mejor jugador
No es tan ingenua como para creer que esto no sucedería eventualmente. Quizás por eso pasó tanto tiempo decidiendo que ropa interior ponerse este día, prestó especial atención a su cabello y al perfume que lleva sobre el cuello, a pesar de que lleva diciéndose a sí misma desde la mañana que no permitiría que nada pase entre los dos esta noche.
La expectativa aumenta cuando Satoru cierra la puerta detrás de él y ambos se quedan a solas en el cuarto de huéspedes al que la ha invitado. Con el cuerpo completamente congelado, Kasumi espera el siguiente movimiento de Gojou mientras escucha el violento palpitar de su corazón sacudiéndole el pecho. Aún no le ha puesto un solo dedo encima y ya siente su piel comenzando a arder. El rostro se le llena de pudor, cada poro se dilata, la sangre corre aceleradamente por todo su cuerpo. Lo tiene a su espalda y aún así siente que se quema bajo su escrutinio.
Una mano se posa sobre su hombro y Kasumi se sobresalta, pero intenta mantenerse en su lugar hasta que esa mano baja y la toma por la cintura, de hecho, las dos manos de Gojou la sostienen por la cintura.
Lo observa de reojo cuando posa su mentón sobre la curva entre su cuello y sus hombros. Envidiando la tranquilidad que exuda, como si no estuviera atrayéndola hacia él.
—¿Qué te parece? —le pregunta cándidamente y se inclina a respirar el ligero aroma de perfume de Kasumi.
—A-ah… ¿e-el cuarto? —contesta ella, utilizando toda su fuerza para pretender que el roce de su nariz sobre su cuello no le afloja las rodillas.
—Ahá… —murmura él y cruza ambas manos bajo su busto, recorre su abdomen con total liviandad y la abraza por la espalda. Los dedos de Kasumi se aflojan y su bolsa cae al suelo. Para este punto es difícil para ella controlar su respiración, sobre todo cuando Satoru la presiona y los pechos se sobresalen sobre sus antebrazos.
—E-está linda… es… espaciosa…
Kasumi se siente completamente desvalida en esta situación. No puede ver la sonrisa maliciosa que él esboza junto a su cuello justo antes de dejarle plantado un primer beso. Un suspiro sale de sus labios y cierra los ojos, atontada por la excitante sensación.
Un beso casto, luego dos, luego tres. La lengua de Gojou delimita un tramo desde el cuello hasta el lóbulo de su oreja. Lo muerde hasta que siente las suaves manos de Miwa prenderse de sus antebrazos y afloja su abrazo.
Satisfecho, la voltea y observa su rostro tan terriblemente sonrojado que llega a sentir pena por ella. Y luego se pregunta si debería sentirse avergonzado porque esto le excite tanto. Toma su rosto acalorado entre ambas manos y se ríe cuando la boca de Kasumi se aprieta en una apenada expresión. Sus grandes ojos azules atentos en él.
—¿Te sientes intimidada?
Los ojos azules se desvían hacia una puerta entre abierta desde la que se deja ver un espejo. Kasumi separa los labios y balbucea.
—D-debería ir a cambiarme. T-traje mi pijama.
—Claro —contesta Satoru y suelta suavemente su rostro hirviendo—. Yo debería hacer lo mismo.
Kasumi asiente, permanece parada frente a él por unos cuantos segundos, como si estuviera petrificada y luego parece recordar que dejó caer su bolso. Se agacha luego de chillar y lo toma entre sus manos para salir apresuradamente al baño que acaba de ver.
Satoru la sigue con la mirada hasta que escucha la puerta cerrarse y vuelve a sonreírse. De hecho, sonríe todo el camino hasta su cuarto y mientras se viste su pijama. Cepilla sus dientes, se mira al espejo y lava su rostro antes de ponerse un poco de colonia. Lo suficiente como para oler bien pero no tanto como para que ella se de cuenta de que acaba de ponérsela.
Si fuera sincero consigo mismo se daría cuenta que no podría estar más emocionado. Que se muere de ganas de cruzar las barreras invisibles de Kasumi y llegar al otro lado de la meta. La expectativa es sensacional, no hay nada mejor que la victoria para Satoru. La adrenalina lo acompaña a cada paso hasta que vuelve a pararse frente a la puerta del cuarto de huéspedes y por alguna razón encontrarla entreabierta se siente como una invitación.
El rechinido de las bisagras de la puerta delata su paso y deja entrar al cuarto un haz de luz que revela un pequeño bulto dentro de la cama. Satoru camina a paso lento mientras la observa esperando que se voltee, pero no lo hace. Y se le hace imposible que se haya dormido tan rápido, por muy temprano que se haya levantado.
Se desliza bajo las cobijas y siente el pequeño cuerpo de Kasumi estremecerse, sin embargo, no protesta, no dice absolutamente nada y simplemente espera mientras Gojou la envuelve con sus brazos y la arrastra hasta que su espalda pega a su abdomen.
—¿Puedo quedarme? —le pregunta al oído y la sensación del aliento cálido de Gojou pegándose a su piel la deja boquiabierta.
—N-no lo sé… Es tu casa…
Satoru tuerce las cejas, completamente insatisfecho con la respuesta de Kasumi. Se apoya sobre un codo y la voltea, dejándola tendida sobre la cama.
—¿Es tu casa? ¿Es en serio?
—B-Bueno, no lo sé, puedes quedarte si quieres…
Está completamente sonrojada, desde las mejillas hasta el cuello y probablemente más abajo también, donde la tela de su camisón no le deja ver. Pero esto no suena para nada a una invitación y Satoru se siente un entrometido en su propia casa por primera vez en su vida. Se queda sin palabras un instante y toda la seguridad que venía arrastrando comienza a desmoronarse y como un último recurso, la besa.
Los dulces labios de Kasumi se separan para él y lo recibe con la misma intensidad. Pero esto no es suficiente para él, él necesita con urgencia una invitación y cree que la obtendrá si la besa hasta que el corazón se le salga del pecho.
La mano libre de Satoru acuna el rostro de Miwa y la acaricia con el pulgar mientras hunde el resto de sus dígitos en su cuello y respira profundamente tras cada beso. Hasta que la lengua de Kasumi lo busca con hambre y necesidad y se une a la de él, abrazándose entre suspiros.
Los excitantes gemidos que salen de su garganta comienzan a surtir efecto en Satoru. El calor es tan precipitado, tan efectivo que no puede controlar su ansiedad y baja la mano que acariciaba su rostro y la lleva hasta uno de sus pechos y lo aprieta antes de acariciarlo, al tiempo que le muerde los labios a Kasumi y la ve atentamente, con los ojos entreabiertos.
El primer gemido, suave y avergonzado, lo deja completamente duro. La verga le aprieta bajo los pantalones y muere de ganas de darle más espacio. El cuerpo palpita en todas direcciones, siente la sangre recorrer todo su cuerpo y concentrarse en su entrepierna. Suelta el suave pecho de Kasumi para deshacer los pequeños botones de su camisón y se detiene cuando ella toma su rostro y vuelve a besarlo, con más ansiedad que antes, pegándose completamente a su cuerpo, apretándose a él con tanta urgencia que Satoru puede sentir perfectamente las tetas de Kasumi contra su pecho. Seguro de que ella debe estar sintiendo casi por completo la enorme erección que tiene escondida bajo los pantalones.
Baja la mano que pretendía desnudarla y presiona sus dedos contra su trasero, apenas cubierto por la tela de su pijama. Arrastra su mano, llevándose consigo la tela por toda la curva del trasero de Kasumi hasta dejarlo completamente descubierto y desliza ágilmente su tacto bajo su ropa interior, estrechando su redondo y suave trasero contra su pelvis a un ritmo que comienza a atontarlo.
Para su sorpresa, Kasumi separa las piernas y sube una sobre las de él. Satoru desliza sus dedos por los muslos de la muchacha que parece haberse rendido completamente y la acaricia hasta su trasero, una y otra vez mientras la besa con hambre y desesperación.
Repentinamente la empuja y se acomoda rápidamente entre sus piernas, incapaz de soltar sus labios; Kasumi lo ha atrapado en un abrazo por el cuello.
—Quieres que me quede aquí, ¿sí o no? —le pregunta empujando su escondida erección contra la ropa interior húmeda de Kasumi.
Sus mejillas arden, las de ambos, pero Kasumi parece mucho más consumida por la vergüenza que él. Satoru lo deduce por la forma en la que baja la mirada y lo ve a los ojos de forma efímera, como si no quisiera que la vea a los ojos.
—Sí… —sale de sus labios, que comienzan a hormiguear por la sensación de sus besos.
Él no necesita más para volver a saborear su boca y la escucha quejarse debajo de él mientras empuja sobre su cadera. No se la ha metido y Kasumi ya gime como si estuvieran cogiendo, lo que lo lleva a preguntarse cómo gemirá cuando realmente lo haga.
—Me gustas mucho, Satoru-kun… —le dice ella al oído cuando él comienza a besar su cuello con la intención de trazar un camino sutil hacia sus pechos.
La declaración lo deja confundido por un momento, pero no tarda en salir de su desdén y levanta el mentón para mirar directamente a su avergonzado rostro.
—También me gustas, Kasumi-chan —contesta rápidamente para seguir besando su cuello, respirando el aroma dulce de su perfume.
Las manos de Kasumi se enredan entre las fibras pálidas de su cabello mientras él viaja lenta, aunque ansiosamente hasta su clavícula, desliza la punta de su nariz sobre su cuello y con una mano desabotona el camisón de la muchacha que espera y estremecida bajo su cuerpo.
La desnuda lentamente y besa cada tramo de piel que se descubre a medida que el camisón cae. Envuelve uno de sus pezones con sus dientes y lo muerde suavemente haciéndola gemir su nombre, lo baña de su saliva con la punta de su lengua mientras pellizca el otro y luego sigue desabotonando hasta que la deja descubierta bajo las sábanas.
Ella toma su rostro con ambas manos de nuevo y lo dirige hacia su boca para volver a besarlo y él se acomoda entre sus piernas abiertas, presiona uno de sus pechos con una mano y con la otra se dirige hacia su sexo. Desliza los dedos lentamente bajo la tela, sobre su pubis y suspira al sentir su humedad con la yema de los dedos.
Kasumi gime tan dulcemente cuando la toca que simplemente no puede dejar de hacerlo, mete sus dedos entre sus labios inferiores y se empapa el índice, la explora y lo mete en su interior observando atentamente la curva de sus cejas, sintiendo sus suspiros impregnándose sobre sus mejillas.
—¿Tienes… condones? —pregunta ella y Satoru extiende rápidamente un brazo hacia el cajón junto a la cama, pero está vacío. Arrastra los dedos por cada rincón y no encuentra absolutamente nada, entonces recuerda que no están en su cuarto.
—Dame un minuto —le pide con una sonrisa y se levanta de la cama para salir apresuradamente por la puerta hasta su cuarto, pero descubre con horror que no quedan condones en su mesa de noche.
Comenzando a desesperarse y con una erección apretándole los pantalones, Satoru revuelve el resto de sus cajones, mira bajo la cama y se pasea en todas direcciones dentro de su dormitorio sin éxito.
Termina sacudiéndose el cabello con ambas manos, preguntándose dónde mierda podría encontrar un condón en esa casa. El dormitorio de su padre esta cerrado con llave, al igual que su despacho. La farmacia más cercana debe estar cerrada y descubre tristemente que no podrá cumplir con el único pedido de Kasumi.
Teme regresar con las manos vacías, demasiado confiado de que estaba listo para este momento. Vuelve sobre sus pasos e intenta verse confiado cuando la encuentra sentada sobre la cama revisando su celular, desnuda, cubierta con las sábanas de su cama.
—No… —dice en un susurro, volviendo a meterse en la cama—. Deberían estar ahí pero… No, no tengo… mierda… Podríamos intentarlo de todas formas, no pasará nada, no te preocupes, puedo sacarla antes de… —dice rápidamente, acercándose a ella debajo de las sábanas, pero cada palabra que sale de su boca para convencerla, hace que ella se aleje más y más de él—. Tranquila, Kasumi-chan, no pasará nada malo…
—¿No tienes condones? No, no podemos… No quiero hacerlo así —contesta, comenzando a abotonar su camisón.
Alertado por su negativa, Gojou se apresura a entre ella y los botones y posa una mano sobre la de ella.
—Vamos… no es para tanto.
—¿Qué no es para tanto? ¿Qué no sabes lo grave que es lo que estás sugiriéndome? Solo necesito un espermatozoide para quedar embarazada y sólo tengo 16 años. ¿Acaso quieres ser padre? Somos muy jóvenes, Satoru… usa la cabeza.
Él parpadea un par de veces luego de escucharla, siendo esta la primera vez que Kasumi usa un tono tan autoritario con él.
—Bien, entonces me iré a dormir a mi cuarto —contesta, ligeramente irritado.
—¿T-te vas? —tiembla su voz nuevamente al verlo salir de la cama, caminando hacia la puerta.
—Sí, no me gusta dormir acompañado. Buenas noches, Kasumi-chan —dice sonriendo antes de cerrar la puerta detrás de sí.
Es difícil conservar su dignidad cuando aún le duele la erección entre las piernas, caminando por el corredor a oscuras hasta su cuarto. No sabe qué le molesta más, que Kasumi lo tratara como a un idiota o no haber comprado condones. De haberlo hecho, jamás hubieran tenido esa pequeña discusión.
Al llegar a su cuarto abre una ventana y se echa sobre el colchón, esperando que la brisa gélida nocturna le ayude a alivianar el calor que aún le quema cada poro. Estuvo tan cerca que casi podía saborearlo, sin embargo, su ego se siente tan golpeado por el rechazo de Kasumi que no tiene la posibilidad de aceptar que ella tiene la razón. Quién podría haber imaginado que un ego tan grande como el suyo pudiera ser tan delicado.
Por la mañana se levanta temprano y acercarse a la cocina encuentra una nota junto a un emparedado, dispuesto en el medio de la mesa especialmente para él.
"Tuve que regresar temprano a casa.
Kasumi-chan."
Aún irritado, Gojou arroja la pequeña nota al cesto de basura y le da una mordida al sándwich mientras busca algo de beber en la nevera. Mastica intentando no prestarle tanta atención a su frustración, si supiera como lidiar con ella sería más fácil. Pero es que jamás lo habían rechazado en un tono tan firme.
Lo único bueno de este día es que tiene un partido por la tarde y no tendrá tiempo de recordarse lo que ha pasado.
Un desayuno alto en calorías, una ducha rápida y una caminata hasta el gimnasio de la escuela en el que encuentra el rostro siempre sonriente de Suguru. Satoru pone sus pies sobre la cancha horas antes del partido para el que no se ha preparado demasiado.
—Te ves cansado, ¿dormiste bien? —pregunta Suguru con genuina curiosidad.
—Claro… Tal vez solo necesito comer algo dulce.
—Ven, te compraré una gaseosa —ofrece su amigo y lo acompaña a las expendedoras de la escuela.
Su andar cansado es evidente para Suguru, está demasiado cansado y camina más jorobado que de costumbre, por lo que saca su billetera y mete un billete dentro de la máquina expendedora a pesar de saber que Satoru no precisa caridad. Elige su sabor favorito de refresco y teclea el código indicado, pero cuando está a punto de extenderle la lata anaranjada, se da cuenta de que él no le está prestando atención en lo absoluto, sino más bien está mirando en la dirección contraria, hacia los bebederos.
Getou alza la vista y reconoce casi de inmediato el peinado de Kokichi Muta, aunque debió de haberlo supuesto por la hostilidad en la mirada de Satoru.
—¡Oye! ¡Muta-kun! —lo saluda y de inmediato Gojou voltea hacia él, susurrándole "¿qué mierda haces?"
Kokichi voltea, pero no sonríe al verlos, tiene la misma expresión desagradable que Satoru. Mete ambas manos en los bolsillos y camina ligeramente fastidiado hacia ellos.
—¿Viniste a ver el partido? —pregunta Suguru y ve la comisura de los labios de Kokichi arqueándose en una media sonrisa con aire cínico.
—Claro que no… —musita y saca su celular del bolsillo, revisa un mensaje, sonríe y vuelve a alzar el mentón—. Algunos miembros del club decidimos a último momento reunirnos para terminar el proyecto.
Satoru se pregunta si esta sería la razón por la que Kasumi se marchó tan temprano en la mañana, para pasar la tarde con ese estúpido proyecto y este cínico muchacho. Incapaz de controlar su expresión de estar oliendo un retrete, toma el refresco de entre las manos de Suguru y se voltea.
—Diviértete Kokichi-kun.
—Si tienen tiempo pasen a ver el partido —lo invita Suguru antes de acompañar a su amigo de regreso a la cancha—. Esto ya se siente más personal… ¿cuál es tu problema con Muta?
—Es tan feo… ¿crees que a Kasumi-chan le gusten así de toscos?
Suguru se ríe ya que le parece gracioso cómo Satoru puede ser tan evidente y no darse cuenta. Extiende una sonrisa y palmea su espalda.
—¿Por qué no se lo preguntas? Si de verdad estás tan molesto y tienes dignas intenciones con Miwa-chan entonces te apoyo.
—¿Dignas intenciones?
—Claro, parece una muchacha… regular. Tu sabes, debe querer lo mismo que cualquier otra. Tener un novio, citas, chocolates, cartas, ese tipo de cosas.
—Ugh… —suelta Satoru, sintiendo un escalofrío recorrerle la espalda—. No… no sé si Kasumi-chan sea de esas.
—¿Qué te hace pensar eso?
—Nada en particular… —musita, recobrando la compostura—. Es sólo una teoría.
Ve por la ventana del primer piso, en el salón que ocupan por las tardes para el club de ciencias. Ve a los muchachos de otras escuelas llegando y conversando animadamente mientras caminan al gimnasio en el que se dará el siguiente partido del campeonato local.
Kasumi descansa su rostro sobre una mano y se pregunta cómo le irá a Satoru en su siguiente partido. Esa mañana ni siquiera le envió un mensaje y no puede evitar pensar que debió haber sido un poco menos brusca con él la noche anterior. De haber sido más suaves sus palabras quizás él no se hubiera mostrado tan renuente a compartir la cama el resto de la noche, como a ella le hubiera gustado.
Apenas pudo pegar un ojo en toda la noche, en un principio por el calor sofocante que le dejó Gojou en cada centímetro de su piel, en segunda porque no se sentía muy feliz con la forma en la que se despidieron.
Se levantó temprano y algo avergonzada revolvió en la cocina, temiendo repentinamente que alguien se fuera a aparecer. Tomó un té y se preparó un emparedado al que no pudo darle un solo bocado.
El mensaje que recibió en ese momento se le hizo la excusa más convincente para marcharse. La verdad es que ya no se sentía muy bienvenida.
Tal vez debería haberlo despertado para despedirse de él, aunque temía verlo y darse cuenta de que aún estuviera molesto con ella.
—¿También quieres ir a ver el partido? —le pregunta uno de sus compañeros y Kasumi se sobresalta para negar rápidamente y volver a prestar atención al proyecto.
—No, no, para nada —miente y se coloca las gafas protectoras para dirigir su mirada a la diminuta soldadura que Kokichi hará sobre el brazo robótico.
Mientras el resto se ocupa de la programación, Kasumi solo puede serle útil a Kokichi facilitándole las herramientas necesarias mientras él le explica con envidiable delicadeza todo lo que está haciendo.
—Puedes ir si quieres… —le susurra suavemente—, no tienes que perder todo tu fin de semana aquí.
Kasumi le sonríe, pero él es incapaz de ver ese gesto por mucho tiempo sin volverse un manojo de nervios. Intenta concentrarse en su trabajo, temiendo que el intenso palpitar de su corazón le desconcentre y termine quemando la junta.
—Me gusta estar aquí —responde ella, sentada a su lado.
Kokichi sonríe suavemente y asiente, feliz de saber que al menos hoy no prefiere la compañía de Gojou Satoru.
Después de unos veinte minutos, casi todo el equipo de club de ciencias está atento a los gritos que provienen del otro lado de la escuela, mientras que su salón está sumido en completo silencio.
—¿Cuál será el marcador?
—No lo sé, lo más probable es que estemos ganando.
—¿Estemos? —se ríe otro—. Oigan, parece que Furuta también está en el equipo de baloncesto.
Los muchachos se ríen y Kasumi esconde su sonrisa bajo una mano.
—Ichigo tiene razón, lo más probable es que estemos ganando. El equipo de Otsuma Tama no ha ganado un partido en meses.
—¿Te gusta el baloncesto, Miwa-chan? —pregunta uno de sus compañeros y por alguna razón ella se sonroja.
—S-sólo estoy al tanto porque mis compañeros de clase están en el equipo.
Un nuevo vitoreo se escucha en el aire, retumbando entre las paredes de la escuela y todos allí, excepto Kokichi, voltean a la ventana más cercana esperando ver algo. Él suspira, deja de lado el soldador y se gira con cansancio al resto.
—Vayan a ver el partido, terminaremos la prox…
Una risa muere en su garganta, los muchachos ni siquiera esperaron a que terminara de hablar para levantarse y salir del salón dejándolo solo con Kasumi-chan.
—¿Quieres acompañarme? —le pregunta ella, recogiendo las notas que han quedado abandonadas sobre los escritorios.
—Por mucho que disfrutaría ver a Gojou Satoru en acción —contesta con cinismo mientras desenchufa el soldador—. Tengo asuntos qué atender.
—Siempre estás muy ocupado… ¿Trabajas después de la escuela?
—S-sí —contesta con un dejo de duda en la voz, luego se aclara la garganta y continúa—. Algo así… —dice y fuerza una sonrisa.
Ella parece estar lista para marcharse, y esta es una de las pocas oportunidades que ha tenido para estar a solas. Kokichi separa los labios y una palabra muere sobre su lengua, pero su expresión ha sido suficiente para hacer que Kasumi espere por sea lo que sea que él quiere decirle. El rostro sonriente de Miwa lo obliga a llevar la vista al suelo, insultarse mentalmente por no tener la valentía de hacer esto sin sentir que la lengua se le enreda.
—M-miwa-chan —dice, traga saliva y trata de verla a los ojos, pero su expresión es tan decidida que sólo logra preocuparla—. ¿Quisieras…
Los gritos que provienen del gimnasio lo sacan del centro de atención de Kasumi y la ve voltearse nuevamente a la ventana por un instante, luego vuelve la vista a él y con cansancio acepta que quizás este no sea el mejor momento.
—¿Qué tal si hablamos más tarde?
—Claro, ¿quieres esperarme? —mira el reloj sobre su muñeca—. Sólo quedan diez minutos de partido. Vendré aquí cuando termine.
—Claro… apresúrate, te perderás el final.
—¡Nos vemos más tarde! —le dice antes de salir corriendo por el pasillo.
Sus pasos son más rápidos de lo que esperaba, mira su reloj nuevamente y probablemente queden solo 8 minutos de partido. Sujeta con fuerza su maletín escolar y baja las escaleras a toda prisa con rumbo al gimnasio guiada por los gritos juveniles.
Empuja la puerta, intentando recuperar el aliento, incapaz de ver lo que sucede en la cancha ya que se ha llenado de personas mucho más altas que ella. No hay caso en pararse de puntillas, pero lo hace una y otra vez, de lado a lado entre las gradas, escuchando los rechinidos de las suelas de las zapatillas de los jugadores y el de la pelota.
—¡Kasumi! —escucha a su derecha justo antes de que alguien anote otra canasta y la multitud frente a ella levanta los brazos empujándola hacia atrás. Kasumi levanta la vista y ve a Shoko sentada en las gradas, batiendo su mano en el aire, invitándola a acompañarla.
Kasumi se exprime entre la gente, pidiendo disculpas y pidiendo permiso hasta que logra llegar a las gradas para seguir empujando personas hasta llegar hasta Shoko. Hay tanta gente en este partido que ambas tienen que apretarse una contra la otra, pero a Kasumi no le importa, ya que desde aquí puede ver a los jugadores y el tablero.
—Están ganando —comenta Kasumi con entusiasmo, olvidando por completo el fiasco de la noche anterior.
—Y Satoru ya está presumiendo… —comenta con una ligera sonrisa desviando su atención a la parte inferior de las gradas, del otro lado de la cancha.
El corazón de Kasumi se detiene al ver a Gojo guiñándole a una muchacha, sentada con un grupo de escandalosas amigas. Ella sonríe ampliamente, sonrojada, las muchachas a su alrededor gritan de emoción y Kasumi parece hipnotizada por lo que acaba de ver.
—Le dedicó la última canasta —Shoko continúa sin saber que Kasumi comienza a experimentar los primeros síntomas de los celos.
El estómago se le cierra y el rostro comienza a enrojecerse. Frunce el entrecejo, indignada, mirándolo mientras se pasea por la cancha como una estrella de rock. Sin saber que a cada paso Kasumi lo insulta mentalmente, separa los labios sorprendida cuando él hace un gesto con manos y la señala.
—¿Llámame? ¿Eso le dijo? —pregunta Kasumi con la boca abierta.
—Es un bufón, pero a las chicas les gusta eso.
—Claro, sí, supongo que sí, es decir… ¿a quién no le gustaría? ¿no?
—Estás arrugando tu falda —le dice y Kasumi relaja el agarre sobre la tela, pero poco después reemplaza este gesto con otro, mordiéndose insistentemente la uña sobre su dedo pulgar.
Lo persigue de lado a lado de la cancha, sin perderlo por un solo segundo. Examina cada expresión con tanto detalle que incluso olvida vitorear su última canasta, dos minutos antes del final del partido. Gojou coqueteando con otra muchacha era lo último que esperaba encontrarse y quizás es la misma sorpresa la que no le permite terminar de creerse lo que está viendo, como si pudiera encontrar eventualmente una buena explicación para lo que está haciendo. Pero no la hay.
Los dos minutos terminan y el intenso pitido que marca el final del partido se opaca por los gritos de la multitud. Pero entre todos los alumnos que saltan en las gradas y los miembros del equipo abrazándose, Kasumi permanece con el trasero pegado a su asiento.
No bastan más que unos largos segundos de festejos incansables para que las gradas comiencen a despejarse y ella sigue allí, viendo a Satoru acercarse a la muchacha una vez más para intercambiar números telefónicos. Esto es el colmo.
—Vamos con los muchachos —dice Shoko, captando su atención—. Satoru parece estar de buen humor, quizás logremos que nos invite la cena.
—T-tengo algo qué hacer… Kokichi está esperándome, tiene algo qué decirme.
—Bueno, si cambias de opinión envíame un mensaje. ¿Tienes mi número? —Kasumi niega y ella toma su celular para discar su número y guardar el nuevo contacto—. Listo —dice sonriendo y baja las gradas para encontrar a los muchachos que aún están en medio de la cancha conversando.
Kasumi sale hacia la puerta, caminando lentamente ya que la multitud hace difícil marcharse tan rápidamente como ella quisiera. Y, aunque está camino al salón en el que la espera Kokichi, quisiera voltearse y enfrentar a Satoru de una vez.
Una vez en el corredor, sus pasos se vuelven más lentos y la furia comienza a apaciguarse dejando paso a la tristeza. Él no le ha pedido que sean novios y sus encuentros han tenido una naturaleza demasiado furtiva para su gusto. Y no es que le desagrade la naturaleza de su relación, de hecho, le avergüenza lo mucho que disfruta la forma en la que Gojou la toca y la besa. Pero, se hace claro que esto no era lo que esperaba.
Una vez sola en un corredor desértico, toma su móvil con la intención de redactar un texto larguísimo para dejarle claro que esto es inaceptable y que ella no es la clase de mujer que él parece esperar, que está sumamente decepcionada de él y que esta será la primera y última vez que tolere algo así. Incluso comienza a redactarlo a toda velocidad, ralentizando sus pasos.
—¿Qué tanto escribes? —escucha sobre su oído y se sobresalta de tal manera que deja caer su celular al suelo.
Gojou la mira con curiosidad y se agacha para recoger el móvil del suelo, pero no puede leer el mensaje, ya que la pantalla se ha bloqueado. Kasumi suspira, aliviada de ahorrarse una nueva humillación.
—¿Qué haces aquí? —pregunta ella—, ¿por qué no estás festejando con el resto del equipo?
—Los veré en un rato, primero íbamos a darnos una ducha… pero creí verte así que vine a buscarte. ¿Por qué no fuiste a felicitarme?
Ella inspecciona los solitarios alrededores, y aunque no hay nadie a la vista presiente que en cualquier momento alguien podría escucharlos. Repentinamente Satoru abre la puerta de un aula vacía y la toma del brazo para llevarla con él, como si le hubiera leído la mente.
—¿Volvías al club? —le pregunta con una expresión lasciva.
Los brazos de Satoru se satinan de sudor fresco y ella observa sus ojos sin el impedimento de un par de gafas oscuras. Kasumi levanta el mentón y balbucea hasta que la mano derecha de Satoru se posa sobre su mejilla y le sonríe.
—¿Dónde está mi premio? —pregunta y súbitamente toda la irritación que se había esfumado por la sorpresa resurge con tanto ímpetu que su rostro se ruboriza de inmediato.
—Deberías pedírselo a esa chica.
Perplejo, Gojou suelta el rostro de Kasumi y la observa esperando una explicación, pero esta expresión de no saber de que diablos están hablando solo logra enervarla aún más.
—¿De qué hablas?
—Lo que hiciste… l-lo que estabas haciendo… En frente de todos, ¡frente a mí! No puedes hacer eso, n-no puedes…
—¿Qué es exactamente lo que no puedo hacer? —le cuestiona arqueando una ceja.
—¡Coquetear con otras muchachas!
—Oh, eso… así que lo viste… Bueno, es algo normal —dice, encogiéndose de hombros—. Después de todo lo nuestro es algo casual, Kasumi-chan. Somos amigos, ¿no?
—Bueno… sí…
—Lo que hacemos nosotros es… algo que los amigos hacen, a veces. Como Shoko y Suguru.
—¿Shoko y Getou son…?
—Amigos con beneficios.
—B-bueno… yo… yo no soy así, no puedes pretender estar conmigo y coquetear con otras chicas, y darles tu número de teléfono. Es inaceptable, ¡es infidelidad!
—Pero tú y yo no somos novios, Kasumi. Somos amigos.
Sin palabras, extrañamente avergonzada no sólo por la escena que ha causado sino también por caer en cuenta solo en este momento de que son sólo amigos, Kasumi no dice nada. Su mirada perdida en el suelo, roja de pura vergüenza, sienta la mano de Satoru acariciar la corona de su cabeza. Desliza los dedos por su cabello lentamente ella levanta la vista hacia su cálida sonrisa.
—Eres la chica más inteligente que conozco. Lo entiendes, ¿cierto?
—Claro… —miente y asiente, apretando los labios.
—Buena chica —su palma se desliza hasta su mentón y lo levanta para enfrentarla, le da un beso tan rápido que no le da tiempo a Kasumi a cerrar los ojos—. Los muchachos y yo saldremos a comer, Shoko irá. Cuando termines con tu club ven con nosotros, yo invito.
—Claro…
Satisfecho, Satoru sale del aula dejándola completamente sola y no es sino hasta que pasan cinco minutos que ella retoma su ruta al salón de ciencias en la que la espera Kokichi, si es que aún está ahí.
A cada paso que da, el aturdimiento que le provoca la sola presencia de Satoru la abandona y la indignación regresa. Sólo porque Shoko sea capaz de sostener una relación de ese tipo no significa que ella pueda hacer lo mismo. Satoru debió ser más claro desde un principio, y ella nunca hubiera aceptado un acuerdo de este tipo. ¿Quién se cree que es? Solo porque tiene el dinero y la apariencia de una estrella de cine no significa que pueda hacer con las mujeres lo que le plazca.
—Idiota… —sale súbitamente de sus labios apretados—. Es un imbécil… —dice frustrada encontrándose frente a la puerta del salón del club.
Desliza la puerta y encuentra a Kokichi escribiendo en una notebook, pero la cierra apenas ella entra y parece curioso por la forma en la que tiene fruncido el entrecejo. Kasumi tiene los puños apretados a los lados de su cuerpo y se muere de ganas de regresar sobre sus pasos sólo para ir a encontrar a Gojou y darle la cachetada que se merece. Pero respira profundamente para ganarle a esos impulsos e intenta tranquilizarse.
Kokichi se pone de pie y camina hasta ella, justo cuando intenta esbozar una sonrisa.
—Miwa-chan… —dice, habiendo practicado lo siguiente durante quince veinte minutos—, ¿quieres salir conmigo? —Ella parpadea un par de veces, guarda silencio intentando entender lo que le acaban de preguntar y se toma un tiempo que a él se le hace eterno—. No tienes que aceptar si no quieres… —dice, nerviosamente rascándose la nuca.
—Me encantaría salir contigo —responde Kasumi para su sorpresa.
N/A: ¡Perdón por la demora! Me estaba tomando un descanso, además estoy dibujando mucho y estoy empezando los borradores de un nuevo fic gojomiwa que planeo subir cuando termine este. Secuelas de Shibuya será actualizado dentro de poco también, para quienes estén al pendiente de ese fic. Para quienes quieran ver mis fanarts los invito a unirse a un grupo de fb que administramos con Ina, se llama "GojoxMiwa" con dos corazones.
Gracias como siempre a los que se toman unos minutos de su tiempo para dejar un rw: Camila759, TheOtherDestiny, luc1822vilsi, zulmajea, Wandd e Ina.
Este capítulo estuvo movido así que realmente espero saber qué opinan con el rumbo que estátomando esta historia. ¡Nos leemos!
