.07. Palabras hirientes.
El tiempo avanzaba a grandes pasos.
Llevaban casi la mitad de la gira recorrida y no podían creerlo. Los shows seguían saliendo bien, la química en el escenario era algo que estaba en boca de toda la prensa especializada en música.
Todos alababan los cambios notorios a nivel interpretativo de Yamato, las mejoras en su voz, la manera en la que la banda se dedicaba a sus fans.
Al principio de aquel viaje parecía tan inalcanzable, que estar viviéndolo en el presente tenía un dejo de incredulidad en él.
Pero no podía quejarse.
Lo único que lo turbaba era la manera en la que su relación con Sora se había estancado.
Sentía que había algo trabado entre ellos, pero tampoco estaba muy seguro de querer dejar que los sentimientos tomaran protagonismo.
Por momentos, se apoderaba de él un irrefrenable impulso de acercarse a ella, además le confundían las reacciones de chica, que a veces parecía solícita y dispuesta, y en otros momentos distante y muy nerviosa.
Tenía que admitir que la química era increíble entre ambos, como un magnetismo al cual era imposible resistirse.
A veces temía que la psicóloga o los chicos de la banda lo notaran.
Las visitas al gimnasio que tuvieran a disposición, en cada ciudad en la que se hospedaran para algún show, eran el momento en el que surgían los momentos de mayor adrenalina y flirteo.
Por supuesto, él no era idiota.
Y Sora también era muy consciente.
Sin haber mencionado jamás el tema entre ellos, aquel era un espacio en el cual se mostraban un poco más libres y había un juego de insinuaciones mudas y miradas esquivas.
Pero a su manera ya cada uno sentía que aquello se rompería en algún momento.
Durante su estancia en Berlín, se llevaría a cabo una importante ceremonia de premiación, y Knife Of Day estaba nominada en un par de categorías.
Mejor show en vivo.
Mejor single de rock.
Sería una interesante oportunidad para encontrarse a viejos amigos de la industria musical, intercambiar experiencias, adquirir conocimientos y hacer nuevos contactos.
Al final aquella noche fue más que prometedora.
Obtuvieron el galardón por mejor show en vivo, y los tres subieron al escenario a agradecerlo.
El que habló fue Akira, dando agradecimientos mientras sostenía el premio y nombrando a varios ejecutivos vinculados a la gira y al último disco de la banda.
Antes de descender, Yamato tomó el premio en sus manos y retrocedió hacia el micrófono.
-Por último, y para nada menor, quiero dedicar este premio a nuestros fans, que han mantenido su fe en nosotros a lo largo de los años, y un agradecimiento muy especial desde lo más profundo de nuestros corazones a Sora Takenouchi, gracias a ti, maravillosa mujer, nuestro espectáculo recuperó calidad y ganó en expresividad. Este premio también te pertenece.
Descendieron del escenario entre numerosos aplausos y exclamaciones de apoyo de colegas y fans.
Se acercaron hacia la zona de las butacas donde estaban ubicados y Sora les recibió aplaudiendo de pie, tímidamente con el discreto vestido azul que usaba. Los tres la abrazaron, pero Yamato se quedó unido a ella un poco más de tiempo. Se dejó envolver por el perfume cítrico y el luminoso azul que les rodeaba. No quería soltarla.
-Gracias por devolverme la vida, Sora -le dijo al oído.
Ella se derritió internamente, se afirmó un poco más en el abrazo, queriendo también empaparse un poco de su esencia.
Se separó en un instante, agradeciendo que las cámaras se hubieran retirado a cubrir la siguiente categoría de la premiación.
Aquello había sido demasiado intenso. Sentía el pulso acelerado y su rostro hirviendo, ahora no solo le atraía físicamente, sino que notaba como la conexión se había profundizado tanto que él le había dedicado un premio ante la vista de todo el mundo. Ya comenzaban a aflorar asuntos más serios, intenciones más sinceras, sentimientos.
La ocasión solo había elevado por los aires la sensación de felicidad de la banda.
Ahora se dirigían de regreso al hospedaje de lujo en el que estaban quedándose, para cambiarse y asistir a la gran fiesta organizada en el salón de eventos del mismo hotel por la discográfica.
Viajaban en una hermosa y reluciente limusina hablando a grandes voces y eufóricos.
Yamato se volvió hacia Sora, quien parecía perdida en sus pensamientos.
Recordaba que al final de la ceremonia, antes de marcharse, le había visto reunirse brevemente con algunos grandes artistas con quienes alguna vez había trabajado, algunos grandes leyendas de diversos géneros musicales con oscuro historial de abuso de sustancias, todos la habían saludado afectuosamente, incluso algunos abrazándola, y otros pidiendo una foto para enviarles a su familia.
Ahora su aspecto era ligeramente ausente y apagado.
¿Habría sido demasiado la demostración pública que él había hecho con el premio? Le había nacido en un arrebato de inspiración, se había grabado en su mente ese abrazo que ambos habían sostenido más de la cuenta. Ninguno de los chicos de la banda había hecho mención de ese hecho. Lo agradecía.
-¿Sora? ¿Estás muy cansada?
Ella pareció sobresaltarse cuando él le hablo, mientras se cambiaba de asiento para ubicarse junto a ella. La chica desvió brevemente la mirada, parecía algo avergonzada.
-¿Por qué lo dices?
-Es que estás muy callada, y ya ha terminado la premiación. Si prefieres no ir a la fiesta…
-¿Qué dices, Yamato? -exclamó sorprendida -No puedes faltar a la celebración luego de haber ganado ese premio, les están esperando en la fiesta del hotel -pareció escandalizada -estoy un poco cansada, es cierto -admitió mientras fijaba su vista en el suelo del vehículo -pero mañana solo tendrán un show en la noche, podremos descansar bastante para reponernos.
-Está bien -él le sonrió de buen ánimo.
Llegaron al hotel. Se divisaban bastantes limusinas y coches de lujo en los alrededores.
-Pasaré a buscarles para la fiesta en un rato -dijo Sora al cabo de unos minutos mientras descendía del coche con rapidez, excusándose.
-Está bastante rara hoy -dijo Hayato extrañado, ella era siempre muy solícita y atenta.
-Quizás se siente mal -dijo Akira preocupado, se volvió a Yamato -sabes las reglas, o te acompaña ella o nos turnaremos con Hayato para hacerlo.
-Lo sé, no tengo problema. No quiero ser carga para ustedes, si se hace muy complicado, volveré a mi habitación.
-No eres una carga, Yamato – replicó rápidamente Hayato -solo por si Sora decide no acompañarnos. Cuando nos íbamos la vi hablando con un tipo y no me gustó para nada la expresión que tenía ella.
Subieron a sus respectivas habitaciones.
Yamato intentó rememorar los momentos previos a marcharse de regreso al hotel, solo recordaba haberla perdido de vista, pero asumió que estaría saludando a más conocidos ¿Quién era ese tipo del que hablaba Hayato? ¿Por qué Sora estaba tan afectada? Luego del bonito abrazo que habían compartido, le parecía injusto que ella se sintiera mal. ¿Habría llegado muy lejos con la dedicatoria?
Sora había estado de buen humor más temprano. Le había gustado verla sonreír e interactuar con artistas que incluso él había admirado durante años.
No sabía en qué momento todo había cambiado.
Minutos después, luego de hacer un cambio de ropa por un conjunto más adecuado para una celebración con menos formalidades, escuchó los golpes de Sora en su puerta.
Se dirigió rápidamente hacia la entrada de su habitación de lujo y abrió la puerta, de modo que se encontró con la representante rápidamente.
Se quedó un poco atontado, ella también se había cambiado, el discreto vestido azul ahora era reemplazado por uno de color negro, que dejaba al descubierto parte de sus piernas esbeltas y bien proporcionadas, los brazos, enfundados en la tela oscura que se adaptaba perfectamente a ellos daban como resultado un vestido sobrio y elegante.
Tardó unos instantes en reponerse.
-¿Estás bien, Sora? -centrar la conversación hacia otro destino podría ser la respuesta que necesitaba.
Ella quedó desconcertada.
-S… ¿Sí, supongo? ¿Y tú? ¿Feliz por el premio?
-Te ves preciosa -se le escapó a él. No pudo evitarlo, y eso que lo había intentado.
¿Ella se había sonrojado? Había sido todo muy rápido, pero en efecto, vio la reacción de ella a sus palabras y le encantó.
-¿Tú estás bien? -preguntó la joven, sonriendo con timidez.
-Eh, si, solo he sido sincero -admitió con una sinrisa gentil -pero, hablando en serio, ¿Ocurrió algo en la premiación?
La vio desviar brevemente la mirada.
-Estoy bien. Solo me encontré con alguien a quien no esperaba ver allí y eso no me hizo sentir muy bien.
-¿Puedo saber quién…? ¿Estará en la fiesta? ¿No quieres estar mucho tiempo?
Sora abrió mucho los ojos.
-Oh, no te preocupes Yamato. Eres muy amable, pero descuida. Sé como manejarlo.
-Sí que me preocupo, tu siempre te haces cargo de mí, déjame ayudar también.
-Estaré bien. No te preocupes. -replicó ella.
-Si puedo aportar algo, dímelo.
Sora meditó consigo misma durante unos segundos y se acercó a él.
-Está bien, te lo contaré, pero en otro lugar.
Se adelantó guiándolo hacia el interior de la habitación. Yamato ingresó a su sala y la observó expectante. ¿Por qué tanto misterio?
Vio a Sora cerrar la puerta tras ella. Lo mejor era que alguien lo supiera. Ella respiró hondo, se la notaba nerviosa.
-Mira, me encontré con mi ex novio. Es un manager bastante reconocido, en especial de jóvenes promesas del pop, y con muchas de ellas me engañó durante años. – decir aquello la hizo estremecerse - Se me acercó y me dijo algunas cosas desagradables, fue incómodo, pero no quiero dar el brazo a torcer, aunque intentó ser hiriente, dejar de ir a la fiesta solo le daría la razón.
-¿Te insultó? ¿Por qué se te acercó si ya no están juntos?
-Es que el año pasado estábamos comprometidos, le dejé al descubrir una de sus tantas infidelidades y se volvió agresivo y posesivo. Y hoy no fue la excepción, fue molesto. Tuve un mal momento, eso es todo, no necesito que me protejan realmente, pero sí sería bueno que se mantenga alejado. Asistirá a la fiesta.
Aunque ella se esforzara por minimizar el asunto, a Yamato le resonó como un pedido de ayuda bastante directo.
No sabía nada del pasado de ella, era la primera vez que ella le hablaba al respecto.
-Tú mantén alejado el alcohol y las sustancias de mí, y yo me aseguraré de que ese imbécil no se acerque a insultarte.
Yamato estaba más que dispuesto a mantenerse cerca de ella para que ese tipo no se le acercara, no quería verla atravesar otro momento de tanta incomodidad y violencia. Le recordó a su infancia, algo de toda esa situación despertó sus más profundos instintos protectores.
-No tienes que…-comenzó a decir Sora, pero al ver que Yamato parecía realmente preocupado, tuvo que admitir que se trataba de una buena idea - bueno, quizás cuidarnos las espaldas será una buena opción – la joven sonrió sintiéndose un poco más aliviada -Gracias.
Volvieron a salir hacia el pasillo, Sora parecía mucho más tranquila.
Yamato se quedó congelado cuando ella le dio la espalda, vio que el vestido se la dejaba al descubierto, y distinguió un tatuaje bastante bonito que ella llevaba en el centro. Hizo un esfuerzo por situarse otra vez en el presente para que el detalle no le distrajera.
Hayato les esperaba afuera, así que se dispusieron a esperar al guitarrista.
-¿Estás bien, Sora? Te vi con un tipo raro, y permíteme decirte que escuché algo de lo que te dijo, fue vulgar e irrespetuoso, cuando quise acercarme a decirle algo, lo perdí entre la multitud, lo siento. – el baterista parecía consternado por no haber podido actuar de manera más adecuada -Si está en la fiesta lo mantendré a distancia prudencial. No puedo dejar que alguien que trata así a otra persona quede impune.
-¿Tú lo escuchaste? – ella se preocupó.
-Algo, pero puedo decir que nadie tiene derecho a hablarte así. Fue muy grosero, no sé que relación tienes con él, pero es un cobarde.
Ella se quedó completamente paralizada.
Le preocupaba que Hayato le hubiera escuchado. Sentía miedo.
"Aprendiste de mí, ¿Cierto? Ahora te vas a la cama con los artistas que representas, pero en tu caso eso te convierte en una verdadera puta, al menos podrías follarte a los que no son drogadictos, ¿No? Siempre has sido tan tonta".
Se estremeció al recordarlo.
¿Tan visible era la química entre ella y Yamato?
Si alguien completamente externo había hecho esa rápida asociación de ideas, debían ser muy evidentes. Además, el premio que él le había dedicado contaba como una prueba bastante contundente e incriminatoria.
Sora sabía que tenía derecho a salir con quien se le antojara sin dar explicaciones, pero el problema era que una de las cláusulas más estrictas de su contrato establecía la imposibilidad de relacionarse afectivamente con alguno de sus representados.
Técnicamente, estaba incumpliendo el acuerdo de responsabilidad que había asumido al aceptar el trabajo.
Mientras se dirigían al salón de fiestas del piso más alto del hotel, lamentó profundamente haber caído tan bajo. Se sentía pésimo. Era muy poco profesional. Debía renunciar.
Y ver a ese ser allí le iba a hacer daño.
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Intentó acercarse varias veces a ella, pero en cada tentativa que daba, se encontraba con alguno de los miembros de aquella dichosa banda.
Los tres parecían turnarse para acompañarla y no le daban un atisbo de oportunidad a él para acercarse.
Había sido una separación dura.
Sora había descubierto una de las infidelidades cuando esta se concretaba. No se suponía que llegara ese día, pero como ella le gritó días más tarde -cuando se reunieron para conversar sobre la separación de bienes y cancelar la boda - ya tenía sus sospechas, y en silencio había ido reuniendo información con sus amplios contactos.
Parte de él se arrepentía, sabía que una mujer como ella sería difícil de reemplazar, pero por otro lado, engañar y traicionar su confianza le resultaba adictivo, casi como una venganza.
Sora brillaba tanto a nivel profesional que se sentía disminuido a su lado.
Detestaba la facilidad con la que le surgían clientes y más y más trabajo, ausentándose durante prolongados períodos del piso de lujo en el que ambos convivían.
Sabía que ella había sufrido mucho esa decepción, tan pronto como se separaron, ella se mudó de inmediato a la casona en la que su mejor amiga vivía, y no hubo manera de que le perdonara.
Y ahora.
Por primera vez en mucho tiempo la había cruzado, lo cual era cuestión de tiempo que sucediera, la industria no era tan amplia como para que ambos pudieran dejar de coincidir.
Los dos eran responsables, excelentes en los roles que tomaban -y Sora cursaba la Universidad de Psicología a ritmo lento, pero sabía que tarde o temprano, culminados sus estudios, sería la mejor gestionadora y representante de bandas- y cuando aquello sucediera, probablemente sería la mejor paga de la industria musical.
Sin embargo, él había notado una dinámica particular en la manera que su ex novia y el cliente actual de ella, uno de los vocalistas más famosos del rock mundial, se relacionaban.
Comenzó de sacar sus primeras conclusiones al notar el frecuente intercambio de miradas entre ambos durante el evento de aquella noche, y terminó de confirmar sus sospechas al escuchar la dedicatoria del dichoso premio.
También cuando vio a lo lejos las maneras efusivas que tuvieron al saludarse y el prolongado abrazo, intenso, casi posesivo de Ishida hacia ella.
Sí lograba confirmar esas sospechas, podría aportar jugosa información a la discográfica que la había contratado.
Incumplimiento.
De todos modos, los pasos debían ser seguros, sabía que Sora había reunido bastante evidencia que lo incriminaría a él, si no lo expuso antes, fue por el poco aprecio y respeto que le quedaba hacia él.
Seguiría de cerca sus pasos.
Sabía que Knife Of Day y todo su equipo técnico -incluyendo representación -se estaba quedando en ese hotel, sería fácil adivinar la habitación de ella y darle un susto y una pequeña advertencia.
Estuvo vagando bastante tiempo entre las mesas, en un momento dado, vio que Sora se retiraba acompañada de Ishida.
Seguramente se escaparan a la habitación de él.
Sí, los atraparía con verdadera evidencia.
Bebió de un trago lo que restaba de su copa y se dirigió hacia la entrada del salón, viéndolos alejarse en dirección a los ascensores.
-Señor Mishamoto, ¿Ya se marchaba? Tenemos a una incipiente artista de pop que quiere conocerlo.
El director de la discográfica interrumpió su camino. Se sintió frustrado, pero dio media vuelta para volver a hablar de negocios.
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