.08. La Noche Solitaria.
-Casi podría jurar que nos seguiría -dijo Sora nerviosa, mientras descendían del ascensor en el piso en el que se hospedaba ella, mirando en todas direcciones para cerciorarse de que su molesto ex novio, que no les había quitado la vista de encima, no estuviera por allí esperándoles.
-Tranquila, no creo que pudiera llegar a esos extremos -Yamato apareció tras ella y curioseó el pasillo.
-Lamento todo este circo. Es horrible -se excusó la pelirroja, a la vez que colocaba la tarjeta magnética en el sensor para que se abriera la puerta.
Se escuchó el agudo pitido y pudo ingresar, seguida de cerca por Yamato.
-No te disculpes por las idioteces de otro, me preocupa, no me imaginaba ese nivel de celos en tu ex novio.
-Antes no era así -ella se quitó los tacones altos que usaba y caminó descalza hasta ubicarse sobre la cama.
El vocalista la siguió y tomó asiento en una silla justo frente a Sora.
-¿Qué quieres hacer? Podemos ponerle una denuncia para que no pueda acercarse a ti, no tengo problema en contratar a un guardia de seguridad exclusivo para ti, y a los chicos también les dará tranquilidad.
-No tienen que esforzarse así -ella pareció escandalizada ante la sola mención de la idea.
-Es por tu seguridad, y mi tranquilidad mental, créeme, sé lo intensas que pueden volverse las personas así -su mirada se oscureció, retornando al pasado más sombrío.
-Solo nos restan dos noches aquí, Yamato, y luego continuaremos con el viaje.
-Se me ocurre que duermas en mi habitación, el acceso a ese piso es más controlado, y no es el mismo en el que se encuentran los directivos y otros artistas en el hotel.
Ella se ruborizó.
-¿Tu habitación? -sería demasiado.
-Un intercambio de habitaciones -dijo él, fingiendo no haber estado atento a cada expresión que había aparecido en el rostro de Sora – sería solo por estas dos noches. No creo que sea tan diferente el servicio.
-¿Y si él viene a por mí? Va a pensar que…
-Sí, es lo que quiero que piense. Incluso se lo actuaré, para que se mortifique más.
-P… pero eso sería un incumplimiento del contrato, no puedo involucrarme con mis clientes…
-Él lo hizo muchas veces y nunca sufrió las consecuencias, ¿Cierto? Si no le damos elementos fehacientes, no tendrá motivos para atreverse a denunciar, por lo que nos dijiste, siempre se acostó con sus clientas y nunca estuvo en riesgo su trabajo. No puede acusarte con pruebas, y tú sí que las tienes para demostrar sus incumplimientos.
-Tienes razón -suspiró algo aliviada -Vaya, todo este rato estuve muy asustada por miedo a que él creyera haber visto algo para acusarme.
Yamato se puso de pie.
-Vamos, toma tu ropa y llévate las pertenencias que necesites estas noches a mi piso, allí estarás a salvo.
-Está bien -ella comenzó a recoger algo de ropa, un poco de maquillaje y lo mínimo indispensable para pasar la noche en otro lugar.
-No podrá ir a buscarte a mi habitación, así que podrás descansar tranquila. – Yamato avanzó con calma hacia la puerta.
-Está bien.
-Y Sora -se volteó para mirarla a los ojos - no me importa si es en una fiesta de la discográfica, una entrega de premios o un festival, si vuelve a dirigirse a ti de ese modo, o se atreve a insultarte otra vez, no seré indulgente, le daré la golpiza que se merece por haberte hecho sufrir como lo hizo.
-Eso es muy…
-¿Tierno de mi parte? Sí, lo sé -bromeó Yamato. Quería quitarle esa expresión de angustia.
-Gracias -dijo ella finalmente, estaba a punto de llorar.
El vocalista nunca la había visto tan triste y apenada. Aguardó a que la joven recogiera un par de zapatos más cómodos que los altísimos que había usado aquella noche.
La acompañó hasta su propia habitación, donde recogió unas escasas pertenencias para volver a su punto de descanso de aquella noche.
-Puedes estarte tranquila. Le avisaré a Hayato y Akira que tú estarás aquí y lo que haré yo.
-Yamato, espera. -Sora se acercó hacia donde estaba él, cerca de la puerta y a punto de marcharse - No quiero dejarte solo, ni ponerte en riesgo -dijo sinceramente– no podría perdonarme si te tentaras con algo, no te sientes bien anímicamente como para quedarte solo, y la fiesta es…
-Con el enojo que siento, solo quiero volcarlo en algo útil, Sora. Déjame ayudarte. No he pensado en consumir nada, me preocupa tu bienestar. Quizás no debí dedicarte ese premio, no lo hice con la intención de que se malinterpretara. Estaré bien, te lo prometo. Me comportaré. Y te escribiré si algo me inquieta, justo como hemos hecho hasta ahora.
-De acuerdo -ella le enseñó el celular que llevaba en la mano -estaré atenta.
Yamato se conmovió.
-Bien, me voy – dijo finalmente, aunque no quería moverse. Le gustaba notarla tan cercana.
Sora dio unos inseguros pasos hacia él, sonriendo con timidez.
-Buenas noches, Yamato. Y gracias, ojalá pueda compensarte esto de algún modo.
Hubo un breve instante de silencio.
"No me tientes"
Yamato reaccionó más rápido que sus pensamientos, se acercó a ella y la encerró con sus brazos entre la pared y él. Se estaba dejando llevar y le agradaba, Sora simplemente había elevado su rostro hacia el suyo, y ambos sentían esa ya tan conocida corriente intensa que los envolvía cada vez que sus miradas se cruzaban.
No quería hacer algo para evitar lo que deseaba que ocurriera con todas sus fuerzas.
Se acercaban con lentitud, las manos de él sostenían el rostro de la chica a escasa distancia, y la pelirroja solo se aferraba con suavidad a los brazos de él atrayéndolo hacia su cuerpo.
Pero el beso no llegó.
Así como parecían haberse dejado dominar por la cercanía, ambos fueron muy conscientes de lo que sucedía y se separaron con brusquedad, ruborizados y con el pulso acelerado.
-Yo no quise… - dijo él con torpeza.
-No… no pasó nada. Descuida -dijo Sora muy turbada.
Yamato se retiró rápidamente de la habitación, nervioso y con la mente excitada por lo que acababan de experimentar.
Ya no podía con eso.
Habían estado tan cerca.
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Creyó que no podría dormir, pero para su sorpresa, a la mañana siguiente descubrió que había descansado muy bien.
Y es que durante la noche anterior, cuando comenzó a relajar las tensiones del día, las fuertes emociones que había experimentado le hicieron caer rendido sobre la cama en la habitación de Sora.
Le despertaron unos suaves rayos de sol que se colaban por la persiana que no cerrada bien.
La cama era cómoda, las almohadas no tanto.
Estaba tan acostumbrado a las habitaciones de lujo en las que se hospedaban la mayor parte del tiempo que no entendía como la representante podía descansar bien en las condiciones que tenían algunas de las habitaciones en las que se había quedado -y las conocía por las reuniones mensuales con sus terapeutas-
Pensar en Sora le hizo esbozar una sonrisa recordando la extraña despedida que habían protagonizado con ella la noche anterior, justo antes de dejarla a salvo en su piso.
Al menos ahora sentía que había cierta reciprocidad en el interés que él sentía hacia ella.
Le gustaba, no pretendía tapar el sol con un dedo, pero entendía muy bien el contexto delicado en el que esa situación los colocaba.
¿Debería aguardar a que finalizara la gira para avanzar con ella?
Las numerosas oportunidades de cercanía que estaban viviendo hacían que fuera difícil que la química no aumentara, la tensión se hacía insoportable.
Hacía mucho tiempo que no se sentía así con alguien.
El deseo que se había apoderado de ambos, que estaba seguro de que era mutuo - lo había visto en la intensidad de la mirada de ella y en el magnetismo entre sus cuerpos – hacía que fuera imposible desandar ese camino.
No podían retroceder el tiempo.
El incumplimiento del contrato parecía ser un límite inflexible de ella, no estaba dispuesta a sacrificar su carrera y su impecable currículo por un desliz, aunque no se lo hubiera dicho, eso había entendido con la reacción de rechazo final luego del íntimo acercamiento.
¿Y si se hubieran besado? ¿Habrían podido detener el intenso momento?
Los poderosos golpes en la puerta de la habitación le sobresaltaron.
-Sé que estás ahí, sé que te acostaste con él, prostituta -sin dudas ese el ex de Sora.
Yamato se levantó con rapidez, se quitó el pijama que vestía y se acercó al baño de la habitación.
Allí abrió el grifo de la ducha al máximo, y se colocó una toalla alrededor de la cintura luego de empapar su cabello con agua fría del lavatorio.
El agua de la regadera seguía corriendo ruidosamente.
Abrió la puerta con ímpetu y se encontró al desagradable sujeto.
Lo observó en silencio, imponiendo su altura superior y agitando el cabello empapado para salpicar a su alrededor. Notaba la mirada del otro en su cuerpo, casi podía escuchar resquebrajarse la autoestima en la mente de su rival. Se apoyó despreocupadamente sobre el marco de la puerta.
-¿Disculpa? ¿Buscabas a alguien? Creo que te has confundido de habitación -miró hacia ambos lados del pasillo, como si buscara a alguien -pero no puedes venir a golpear puertas e insultar o gritar de ese modo. Retírate o llamaré a la seguridad.
-T… tú, te acostaste con mi novia, engreído, tienes suerte de que los directivos de la discográfica no te hayan visto –
-¿Qué dices? ¿Quién eras tú?
Vio la rabia crecer en el rostro de Mishamoto.
-Oh, ya recuerdo, eres el ex novio de Sora, ¿Verdad? Mira, campeón, ella fue clara al respecto. También me dijo que la amenazaste, incluso me ha mostrado una grabación sobre los insultos que le dijiste, ¿Te refieres a mí como un drogadicto? Al menos no soy un mujeriego sin remedio que perdió a la mujer de su vida por ser tan imbécil e inseguro. Mira, yo no me metería en su camino.
-¿Me estás amenazando?
-En absoluto, colega. Solo ubícate, ya perdiste tu oportunidad de ser un hombre decente cuando la traicionaste con tus propias clientas, ahora deja que este drogadicto la cuide y la apoye para seguir avanzando en su carrera profesional, como siempre debió ser -se giró para cerrar la puerta, pero en el último instante volvió a abrirla para terminar con su discurso -y oye, no vuelvas a interrumpirnos en el mejor momento para obsequiarnos tu espantosa presencia. Buenos días.
Le dio un gran placer cerrarle la puerta en sus narices.
Lo escuchó maldecir un rato más mientras él se reía procurando que no se le escapara ninguna carcajada.
Listo.
Esperaba que aquello fuera suficiente.
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