Capítulo 2
Rust salió de su casa con ambas manos ocupadas; una por una bolsa de basura, y la otra con un botellín de cerveza a medio terminar, que pasó a apurar ante el horrible calor de aquel mediodía de junio.
El hombre se apresuró a tirar ambas cosas al contenedor del lateral del bar, para después dirigirse a la puerta principal del mismo y abrir con llave, resguardándose de los tórridos rayos solares en el interior del pequeño lugar, como cada jueves, cerrado al público.
No tuvo que esperar mucho hasta escuchar el sonido de un vehículo deteniéndose en el aparcamiento, y automáticamente alzó la vista para contemplar a Sally saliendo de su viejo coche color gris desgastado, sin duda de segunda mano. Mientras ella caminaba hacia la entrada, exponiendo su clara piel al sol con unos pantalones cortos blancos y una camiseta de tirantes amarillo pálido, él miró el reloj en su muñeca izquierda. Era extremadamente puntual, no empezaba mal.
La morena llamó con los nudillos al cristal de la puerta, esperando que el hombre desbloqueara la cerradura con aquella pasividad que parecía innata en él. Se hizo a un lado para dejarla pasar mientras la saludaba de forma lacónica, disimulando su sorpresa al ver que llevaba una gran caja de cartón.
-Hola, gracias otra vez. – Saludó, dirigiéndose a la barra para depositar la caja que portaba antes de mirar de nuevo al camarero.
-No te emociones todavía, no he aceptado. ¿Qué traes ahí? -Agregó mientras se sentaba en uno de los taburetes tras volver de detrás de la barra con una cerveza.
La morena rechazó con la cabeza su oferta de beber, y aún de pie al lado del hombre destapó el objeto y empezó a sacar el contenido, a la par que hablaba con decisión.
-Mi carta de presentación, y una declaración de intenciones. Aquí está toda la información que he recopilado durante años; no sólo del caso de mi hermana, sino de todos los que creo que podrían tener relación con mi supuesto violador en serie, y también con los que creo que son del satánico. Cada color pertenece a una información diferente, como dice el título que lleva cada carpeta.
Rust contempló el despliegue de colores sobre la barra tras beber del botellín, leyendo los títulos escritos a rotulador; negro "polis", blanco "Jessica", azul "violador", rojo "satánico", naranja "¿encubiertos?"
El rubio alzó las cejas casi inconscientemente, susurrando un joder por lo bajo. Había subestimado que pudiera darle algo mínimamente interesante, y con el grosor de lo que contenía aquellas carpetas, algo útil debía de haber, incluso quizás para su propia investigación. La curiosidad se avivó en su interior enseguida, y Sally al atisbarlo habló de forma solemne, haciendo que él clavara sus ojos azules en los de ella.
-Te dije que voy muy en serio. Resolver esto es mi puta vida, no tengo más propósito que saber la verdad y encontrar a ese hijo de puta.
Rust asintió despacio, encontrando la rabia y el dolor en cada una de sus palabras, en aquel tono decidido, y en sus ojos brillantes por la emoción de avanzar. Supo que decía la verdad, y que estaría dispuesta a dar incluso lo imposible por cumplir su objetivo vital. Por un segundo sintió una conexión personal con aquella mujer, que enseguida se desvaneció cuando ella volvió a hablar, está vez sin solemnidad, sentándose al lado del rubio.
-¿Te importa si fumo?
-No; de hecho, seguro que fumo más que tú. -Agregó a la par que contemplaba que ella sacaba de su bolso un paquete de Camel, prendiendo su primer cigarro. Tras exhalar, sonrió y volvió a mirarlo a la cara.
-No des tantas cosas por hecho, Rust; déjame sorprenderte. A la primera ronda invito yo.
Sally le pasó el paquete mientras volvía a sonreír antes de tomar una nueva calada, observando que él asentía varias veces antes de darle las gracias y coger un cigarro.
-Bueno, cuéntame tus teorías. ¿Por qué estás tan segura de que hay un violador en serie? -Agregó el camarero tras encender el pitillo, girándose en su asiento para poder mirar a la morena de frente. Sally lo imitó antes de hablar, dirigiéndose a la carpeta con el nombre de su hermana.
-La poli de Shreveport no supo toda la verdad cuando mataron a mi hermana. No hicieron mucho por esforzarse por corroborarlo tampoco, porque todo pareció encajar y se quitaron de encima el asunto rápido. El hombre al que culparon de lo sucedido es este chico, Jackson White, que por aquel entonces tenía 23. -agregó mientras le pasaba recortes de periódico y fotos. En la última salía el joven con varios amigos, entre los cuales reconoció a la propia Sally y a su hermana difunta. -Había semen de Jackson y huellas en el cuerpo de Jessica, pero ellos estaban enrollados, y poco antes de que mi hermana desapareciera la noche del 2 de agosto habían estado haciendo exactamente lo que harían dos chavales perdidos y drogadictos; meterse y follar. Pero él no la raptó, ni fue el que la violó, y lo sé porque cuando mi hermana salió de la casucha de ese tío yo estuve allí con él varias horas, haciendo lo mismo que antes Jessica. Eso no lo supo la policía, ninguno lo contamos porque entonces hubiéramos ido a la cárcel por cocinar meta en su sótano y trapichear con ella. Jackson intentó huir y lo pillaron; aunque contó que no había matado a Jessica, no le creyeron por las pruebas, y porque todos sabían que era violento y un drogata; tenía además antecedentes por un abuso sexual cuando tenía 17. Mi madre me hizo negar todo lo que me implicara, y por supuesto le hice caso al estar tan acojonada y destrozada por lo que había pasado. Resumiendo: Jackson no era el que la violó, ni la torturó, ni la mató. ¿Qué tiene que ver esto con que crea que el culpable sea un violador en serie? Varios asesinatos a lo largo de estos años, incluso alguno a finales de los noventa; mira.
Rust tomó uno a uno los recortes de prensa que ella le pasaba de la carpeta azul, leyendo los titulares sobre diversas chicas violadas y asesinadas. Siguió contemplando los papeles mientras Sally continuó.
-Hay muchas coincidencias; un modus operandi claro, aunque con variantes de lugar donde abandona el cadáver, o qué cosas les hace antes de matarlas y violarlas. Pero siempre busca al mismo tipo de chica: joven, drogata o con problemas, y con vida sexual activa para poder cometer sus crímenes cuando han estado con otro tío horas antes, al que trata de cargarle el muerto, y nunca mejor dicho. Por eso es muy difícil que se encuentre su semen o huellas, además de que siempre deja los cuerpos en el agua, o los quema para eliminar pruebas. Creo que está activo al menos desde el 98, y que todos estos crímenes que están aquí registrados son suyos. Primero empezó en el norte de Luisiana, pero desde 2008 está en el sur. Creo también que tiene otro nuevo método que quizás siga: hacer pasar crímenes suyos por los cometidos por el satánico de las coronas de ramitas y hojas, y eso es justo lo que pienso que pasa con la chica que hallaron en el lago Charles la semana pasada. No tengo datos todavía más allá de lo poco que ha filtrado la prensa, pero sí que he investigado sobre la movida esa rara que hace con las ramas, y no son de las mismas plantas que siempre usa el satánico. Eso no cuadra, joder, ¿por qué nadie lo ve? ¿Estoy tan equivocada?
La morena casi suplicó con su última frase, escudriñando el rostro del rubio mientras este leía papeles, rebuscando todo lo que ella le había dicho en otras carpetas, corroborando que estaba todo allí tal y como contaba.
-No, Sally. Creo que tienes mucha razón… joder, ya lo creo que sí. -Susurró meditabundo, terminando de leer el documento en sus manos. La mujer intervino de nuevo, cambiando de tema antes de que él pudiera decir nada más.
-La policía estatal te llamó a ti y a tu antiguo compañero hace unos días. Creen que has sido tú, ¿verdad?
Rust dejó el dosier que tenía en sus manos para mirar fijamente a la morena, una vez más, sorprendido de las cosas que sabía. Para ser una civil sin recursos no lo estaba haciendo nada mal. El rubio cogió la carpeta negra, mostrándosela mientras hablaba.
-Háblame de esto. Qué sabes y por qué.
Sally asintió, entendiendo la sensación de violación que podía sentir el camarero al saber que había sido investigado y espiado. Inspiró discretamente antes de comenzar la historia, dejando el pitillo apoyado sobre el cenicero.
-Después de un par de años investigando por mi cuenta y llegar a mis conclusiones, supe que si alguien podría darme respuestas reales tendrían que ser los que llevaron los casos desde el comienzo de todo, así que me informé y vi que tú y Eric Martin Hart fuisteis los encargados. Obviamente no tengo mucho alcance, porque no soy poli ni conozco a ninguno, así que si quería seguir avanzando tendría que encontraros, y para eso y poder indagar más en los asesinatos necesitaba alguien, así que contraté un detective privado. Él fue quien se encargó de investigaros y llevarme hasta vosotros. En esa carpeta está todo lo que averiguó de ambos, en relación con vuestro trabajo en la policía más que nada. En vuestra vida personal apenas se metió.
-¿Y cómo ha llegado a saber que esos detectives de la estatal me tienen por sospechoso? Los datos por los que lo deducen son privados, en realidad.
-Bueno, mi detective sabía que estuviste unos años como desaparecido y regresaste a Luisiana hace dos. Te estuvo siguiendo desde el último año, y vio que la poli te investiga también. Te vieron en el lago Charles cuando descubrieron el cuerpo, así que no era difícil de deducir.
-¿No has podido pensar que quizás tengan razón? -Agregó con un tono amenazante, sin separar sus ojos de los de ella, pero no encontró temor.
-No, a pesar de que pareces ser un tipo raro y con problemas, no eres un asesino. Creo que eres un tío obsesionado con zanjar un tema que sabes que quedó a medias, uno bien jodido por el que sigue muriendo gente. Tal vez no te atormente de una forma personal, pero pareces la típica persona que no puede dejar algo a medias.
Rust exhaló el humo del cigarro y emitió un quejido a modo de risa, moviendo la cabeza lentamente mientras asentía. Entonces apoyó los brazos en la barra para inclinarse hacia la chica.
-No está mal, Sally Pinkman, no está mal. Yo creo que tú haces esto, no sólo por obtener justicia y sentirte mejor contigo misma tras la incipiente cagada que parece haber sido tu pasada juventud, sino también por obtener esa ilusión que es el concepto de redención de pecados, que hace a la gente con cierto grado de culpabilidad moral, dormir por las noches.
-Bien, tampoco está nada mal, Rustin Cohle. -Agregó tras una leve sonrisa amarga, continuando con aquel intenso cruce de miradas. -No obstante, no soy tan infantil como para no saber que la redención es un constructo social; no existe, ni siquiera en nuestra propia cabeza, que es la que la crea. Aunque sólo sea en un pequeñísimo porcentaje, todos sabemos que el egoísmo es lo único que puede salvarnos, y lo que nos mueve en la vida. Así que, sí: aunque mi mayor deseo es hacer justicia por Jessica y atrapar a su asesino, la parte de intentar sentirme mejor es inevitable, aún sabiendo que nunca dejaré de ser culpable, ni nada cambiará.
Sally mantuvo su mirada unos instantes más antes de coger de nuevo su cigarro y fumar con parsimonia, mostrándole a aquel hombre que hacía tiempo que había aceptado aquella dolorosa y real resignación.
