Capítulo 11
Las voces de las hijas de Marty se escuchaban levemente antes de que Sally apareciera en el umbral de la puerta, llamando con los nudillos de forma suave para anunciar su presencia.
-Hola, siento interrumpir. Sólo quería saludar y ver qué tal estás. -Dijo rápido, no queriendo robarle tiempo con las chicas.
-Tranquila, Sally está bien. Pasa, por favor. Estás son mis hijas; Maisie y Audrey.
La camarera saludó a las jóvenes estrechándoles la mano con una sonrisa afable, escuchando después al inspector volver a hablar, dirigiéndose a sus hijas.
-Gracias a ella las cosas no acabaron mal.
-Bueno, tampoco es que lo hiciera muy bien… ¿Ya te ha visto hoy el médico?
-Sí, parece que me darán el alta en un par de días o así.
-Me alegro mucho, Marty; es genial. Iba a ver ahora a Rust. Me llamaron esta mañana para decirme que ya podía recibir visitas. ¿Lo has visto tú?
-Sí, justo al final de la mañana, aunque muy poco tiempo por eso de que está aún jodido. Se pondrá bien, y la mejor prueba de ello es que sigue siendo un huraño.
La mujer sonrió ante su broma, asintiendo levemente al ya ir conociendo bien la personalidad del rubio.
-Bueno, pues voy a recibir mi dosis de apatía y os dejo tranquilos. Volveré en cuanto pueda por el trabajo, Marty.
-Gracias, Sally. Tranquila, en serio. No tienes que venir tanto con lo lejos que vives.
-Para eso están los amigos. Adiós, chicas. -Se despidió tras una sonrisa cariñosa, saliendo de la habitación para ponerse rumbo a la planta donde Cohle había sido trasladado tras su salida de la UCI el día anterior.
Aunque se sintió algo incómoda sin saber muy bien por qué, fingió naturalidad y entró despacio en la sala, la cual tenía la puerta abierta.
Enseguida contempló que Rust tenía los ojos cerrados, pero no parecía dormido. Confirmó aquello cuando al poco de sentir su presencia la miró, susurrando con cansancio.
-¿Tú también vienes a verme dormir?
-Te prefiero despierto, la verdad; es más interesante. Me alegro de que vayas a recuperarte; la cosa estuvo jodida. -Agregó tras difuminar su leve sonrisa, fijándose en las tétricas señales de la pelea que aún perduraban en el rostro masculino.
-Yo no debería estar aquí.
-Claro que sí, Rust. Sé que te va a dar igual que te diga esto, pero… considéralo una segunda oportunidad. Este puede ser tu punto de inflexión para salir de tu círculo.
El hombre fijó su vista en los ojos de ella, sinceros y solemnes, guardando silencio por unos segundos sin atreverse a decir lo que cruzó su mente. Al final optó por seguir otro camino más cómodo para él, alejando el sufrimiento.
-¿Por qué estás aquí?
-Marty tenía razón; tú nunca cambias, ¿eh? -Agregó con una sonrisa, acercándose para sentarse en la silla de al lado de la cama, girándose para poder mirar de frente al camarero. -Estoy aquí porque me importáis, tú y Marty; nos hemos salvado la vida mutuamente, eso ya otorga el título de amigos.
-Yo no tengo amigos.
-Pues ahora sí. No seas capullo, Rust. Cambiarás de opinión cuando te saque a la calle en cuanto te dejen moverte y te traiga tabaco.
El ex policía no pudo evitar sonreír con su broma, observando la sonrisa de la morena hasta que ella desvió la mirada en un silencio que inundó la sala. Se sorprendió cuando Cohle lo rompió con seriedad.
-Lo había visto antes, ¿sabes? Al tío de las cicatrices, cuando llevábamos el caso del 95. Trabajaba en una escuela de Pelican Island. No lo reconocí… estaba sentado y sucio, con la cara tapada. Tuttle y todos esos cabrones de la cinta… podríamos haberlos pillado a todos y haber ahorrado mucho sufrimiento.
Sally inspiró con disimulo mientras buscaba las palabras correctas, sobrecogida por el dolor que encontró en tanto arrepentimiento y culpabilidad. Cuando se notó firme, habló de nuevo, centrándose en los ojos azules de él.
-Todos la cagamos, Rust. Las cosas no salen siempre bien, el mundo es así, ya lo sabes. No te tortures por lo que pudo ser, no tiene sentido. Lo que sí lo tiene es pensar en que por fin toda esa mierda se ha acabado, y ha sido gracias a ti y al hombre que está dos plantas más abajo en este hospital. No te has rendido y has zanjado el tema, ahora tienes que pasar la página del libro, y puedes hacerlo porque eres listo y fuerte; y lo sabes porque también eres un puto arrogante.
Cohle emitió un leve quejido a modo de risa, haciendo que Sally ensanchara su burlona sonrisa, hasta volver a sentir aquella incómoda inseguridad y extrañeza interior.
-Bueno, se supone que no podemos visitarte más de media hora, así que voy a dejarte descansar y vendré en cuanto pueda. ¿Necesitas algo de tu casa, o que hable con alguien, con Robert?
-No, me las apañaré, gracias.
-No hay de qué. En serio, si necesitas algo, llámame. Te han dejado el móvil en la mesa y tienes mi número, no pasa nada ¿vale?
-Gracias.
Ante el lacónico susurro de Rust, Sally sonrió un segundo, apretándole cariñosamente la mano más cercana antes de levantarse y dirigirse a la salida, pidiéndole que se cuidara.
Había pasado un intenso fin de semana para Sally con mucho ajetreo en el trabajo, lo que no le había permitido visitar el hospital desde el jueves, aunque sí había hablado por teléfono con Marty, quien le había informado de su salida del mismo el domingo.
No obstante, el trasiego incesante de gente por el restaurante le había otorgado algo bueno en lo que trabajaba sola hasta la recuperación de la pareja de ex policías. Había logrado averiguar dónde vivía el padre de la chica desaparecida del club de carretera, y aprovechando la libranza del lunes, se dirigió a su encuentro.
Sally aparcó el coche en la acera de enfrente al taller mecánico que le habían dicho, saliendo para acercarse mientras se colgaba las gafas de sol de la camiseta de manga corta.
En el modesto local había sólo dos tipos. El hombre mayor, calvo y con gafas la miró, dejando de trabajar para acercarse.
-¿Puedo ayudarla?
-Hola, estaba buscando a Henri Parker. ¿Es usted? -Preguntó al contemplar el mismo tono de verde en sus ojos que en la ficha de su hija del expediente de Marty.
-Sí ¿Quién es? ¿Qué quiere?
-No le molestaré mucho, señor. Vengo por la desaparición de su hija. No soy policía, pero investigo unas desapariciones para intentar averiguar algo que pasó con mi hermana hace tiempo. Sólo quería saber si puede contarme lo que le dijo a la policía, porque ellos no van a hablar conmigo.
-¿Qué tiene que ver su hermana con mi hija, señorita? Tengo que saber a quién cuento según qué cosas. Ahora mismo hay una investigación abierta.
-Lo entiendo, no quería entrar en detalles porque no sé nada a ciencia cierta, y no me gustaría hacer que imaginara cosas. -Agregó la morena, teniendo tacto ante las posibilidades.
-Quiero la verdad, saber a qué atenerme. Soy consciente de que es muy posible que mi hija esté muerta. ¿Por qué la busca?
Sally tragó saliva ante la actitud tajante del hombre, buscando la fortaleza para mantenerse firme al ser clara.
-Creo que hay un violador en serie suelto desde hace unos años y que su hija podría haber sido su última víctima. Creo que también mató a mi hermana en el 2001. Quiero encontrarlo y que se haga justicia. Sé que su hija se dedicaba a la prostitución, que fue al club que hay a las afueras y que de repente dejó de aparecer por allí, a pesar de que debía volver hace como dos semanas. Hable conmigo, por favor.
El hombre calló durante unos segundos, mirando al suelo mientras inspiraba con fuerza antes de hablar mirando a Sally.
-Ella no era así. Trabajaba en una tienda de ropa porque no quería estudiar después del instituto, pero era buena chica y no se iba a echar a perder hasta que llegó ese hijo de puta con el que empezó a salir el año pasado. Un tal Jackson, no sé su apellido. Era de Texas por lo visto, pero le dijo a Lissi que había venido por trabajo, algo de un negocio que tenía. Todo mentira, si me preguntas, viendo que el tío es un alcohólico y un drogata; de esa mierda sería su supuesto negocio. Metió a mi hija en esa mierda y todo empezó a desmoronarse en su vida, ni siquiera ya la veía o me cogía el teléfono. Ese tío la metió en la prostitución para poder pagarse los vicios cuando se quedaron tiesos, y no me extrañaría que él la haya matado y no al que buscas, jovencita.
-Lo siento mucho, señor Parker. ¿Tiene algún dato más de ese Jack que pudiera hacerme encontrarlo?
-No… no tengo más información de ese cabrón, pero no deberías meterte por esa zona. Es gente peligrosa.
-¿Lo vio alguna vez? ¿Puede darme una descripción física?
-Lo vi de lejos una vez, recogiendo a Lissi en moto. Un tipo bastante delgado, no apostaría porque fuera más alto que yo. Se quitó el casco cuando se encontraron. Era de pelo castaño claro, no largo, lo normal en los chicos que no se rapan, ya sabe. Ojos marrones. No vi nada más.
La camarera apuntó en una pequeña libreta todo lo que había dicho, pasando después a darle las gracias antes de alejarse del lugar, reflexionando. Al sentarse al volante se permitió abrir aquella puerta que su cerebro había señalado al escuchar el relato. ¿Podría ser el mismo Jackson?
