La luna había dejado de reinar sobre el cielo dando su lugar para que el sol pudiese tomarlo e iluminar la tierra de equestria. En alguna parte de la ciudad de canterlot se hallaba un poni al cual luego de que los rayos del sol le llegasen a sus parpados, este poco a poco despertara tosiendo en medio el acto.
Al despertar completamente, sombra intentó levantarse del lugar, pero sin embargo sus extremidades le habían enviado un mensaje por medio del dolor que evitaba que pudiera hacer cualquier movimiento. Pero a sombra esto poco le importó ya que seguía intentando levantarse a pesar de que apenas sentía tener fuerza. Al lograrlo, muy cansado quiso comenzar a caminar, pero apenas lo intentó había vuelto a caer al suelo. Frustrado, no hizo otra cosa más que arrastrarse nuevamente hasta la pared en la que había despertado.
Comenzó a revisarse visualmente sobre el reflejo de uno de los vidrios rotos que habían dentro de las cajas de madera y de inmediato se dio cuenta de los problemas que traía encima. Físicamente hablando, su capa estaba rasgada la mayor parte, su armadura estaba dañada, como si hubiese recibido un centenar de golpes pues estaba destrozada e inusualmente oxidada. Su crin y cola habían perdido su flameante apariencia lo que había hecho que estuviesen compuestas por pelaje normal de color negro. Sus pupilas seguían manteniendo su rojo aspecto a pesar de los cambios. Pero loque más le había impactado era su cuerno, o más bien la transformación de este. Aunque aún mantenía las propiedades mágicas oscuras dentro de él, había perdido su característica forma curveada habiéndose transformado en el de un cuerno de unicornio normal.
- No puede ser verdad – se dijo a si mismo mientras lo inspeccionaba más de cerca, solo para confirmar la perdida de aquel potente canalizador que expandía su poder varias veces más.
Estaba impactado por el terrible hecho de perder aquella forma de liberar su magia sobre los demás, claro, no era su fuente de poder, pero, no es lo mismo minar una cueva con un pico de hierro que con un cincel.
Se miró una última ves y no tardó en llegar a la conclusión de que parecía un vagabundo con aquello que llevaba puesto. Entonces después de esperar un rato a que su cuerpo se recuperase comenzó a quitarse todo lo que llevaba puesto dejándolo en un rincón esperando que nadie lo tomase. Lo único que llevaba era una pequeña bolsa de cuero en la que llevaba unas poquísimas monedas.
Momentos después intentó moverse para salir del lugar saliendo a la calle por donde había llegado encontrándose con varios ponis caminando por el lugar o preparándose para sus puestos de ventas para ganarse el sustento del día. Miró por todos lados como si buscara algo en particular hasta que se adentró en medio de la calle recibiendo los rayos del sol sobre su pelaje. Mientras caminaba a través de los demás ponis se había topado con varios jóvenes reuniéndose a la entrada de una tienda de caramelos esperando que abriera sus puertas. Al seguir caminando también se encontró con varios ponis trabajando en medio de una construcción de madera, uno de ellos el cual se encontraba sobre varias tarimas sobre el suelo le saludó. Sombra solo le alzó un casco en respuesta, esperando parecer alguien normal, pues dadas sus condiciones actuales no era favorable destacar, aunque su apariencia no le ayudase mucho.
Luego de un rato de caminar por la ciudad se encontró con un mercado. La muchedumbre del lugar le había hecho pensar dos veces si pasar por el lugar o no. Sin embargo, había percibido un aroma delicioso, provocando que el estómago le rugiese por algo para comer. Esto le había hecho pensar sobre su última cena, dándose cuenta de que desde que había regresado de su encierro no había consumido nada. Cuando había vuelto junto con el imperio de cristal no había consumido nada antes de que llegaran aquellos ponis provenientes de equestria, pues luego de regresar se había centrado en tratar de volver a estabilizar la nación para tomar control sobre este.
Antes de darse cuenta ya había llegado al lugar estando frente al puesto de comida. Era un puesto sencillo en el que había unas grandes ollas sobre comales calentados con brasas y unas mesas con bancos para sentarse, algunos de ellos estaban ocupados.
- ¿Qué le puedo ofrecer caballero? – habló una poni de pelaje morado-índigo. Era la única que había en el lugar que atendía el puesto – ¿señor?
- ¿Qué es lo que tiene? – preguntó, sintiendo la resequedad de su garganta.
- Tenemos sopa de flores, berenjena empanizada, papas rellenas de atún, espagueti
- Deme una porción de todo ello – ordenó tomando su bolsa
- ¿Está seguro? – preguntó confundida ante tal petición
- Absolutamente – tomó una moneda lanzándola a ella y cuando la tomó miró temblorosa a sombra
- Perdón, pero – aclaró su voz – esta moneda es de plata
- ¿y? – respondió algo irritado, no tenía la paciencia suficiente si esta poni seguía cuestionando cada cosa de él
- Nuestras monedas dejaron de ser de este tipo de metales hace algunos meses – sombra la miro confundido – nuestras monedas ahora son… distintas y esto, vale demasiado
- Solo sírveme… por favor – se limitó a decir. Mientras la poni solo calló y guardó aquella moneda en un lugar apartado comenzando a hacer su labor.
Sombra se acercó a sentarse en una de las mesas la cual estaba solo ocupada por un semental de tierra el cual vestía de obrero constructor. Este mismo miró a sombra, quien al notarlo este lo miró seriamente. Preguntándole si tenía algún problema con él.
- No pareces alguien de por aquí – dijo en respuesta – de hecho, no eh visto a nadie en mi vida similar a ti en mi vida ¿de dónde eres?
- ¿Porqué? – respondió ya molesto de tantas preguntas
- Bueno, solo pregunto
Unos momentos después se puso a pensar, tenía a alguien de quién recibir información al respecto de lo que estaba pasando a su alrededor. Tomó un respiro y decidió calmarse un poco para volver a rescatar su charla.
- Vengo de fuera del país – Habló esperando lograr generar una conversación "amistosa"
- Oh vaya, eres un extranjero ¿Por qué estás aquí?
- Solo estoy de visita
Su conversación se extendió luego de que los platos de comida llegaron a la mesa. Sombra comenzó a comer manteniendo sus modales de monarca, aunque por momentos parecía que los perdía debido al extensa hambre que tenía. En medio de ello la poni que lo atendió le preguntó si deseaba algo de beber, viendo lo que tenia se decidió por jugo de naranja, el cual rápidamente le llegó en un jarro grande. Mientras sombra comía no pudo evitar pensar en lo exquisita que le había resultado. Aunque también pensó que el hambre tuvo algo que ver. No le dio más importancia al asunto y continuó hasta terminar por completo.
Después de terminar, se levantó y se fue del lugar, pasando por en medio de todos los ponis hasta salir del mercado. En su recorrido, fue deteniéndose momentáneamente ya que su cuerpo por debajo del pelaje tenía heridas, de las cuales apenas se estaba recuperando, aunque pese a el dolor que le provocaban continuaba su camino hasta haber llegado a una plaza, en la que el cielo se despejaba y dejaban ver ampliamente el lugar en donde se encontraba, más aún por que su vista le permitía ver con claridad aquel castillo que se herejía sobre la colina.
Durante un rato se había quedado plasmado con el lugar pues no fue hasta después de un largo tiempo que recordó de quienes eran los que ocupaban ese castillo, o por lo menos a quienes les pertenecía cuando conoció por primera vez cuando había venido de visita. Eso le había traído recuerdos sobre su pasado…
Habían sido sus primeros meses como soldado dentro de las tropas que conformaban el ejercito perteneciente al imperio de cristal. A pesar de ser un príncipe perteneciente a la realeza, debía de formarse correctamente para lograr ser un poni competente frente a quienes les servirían hasta el día de su muerte, y por ello, debía de dar el ejemplo dentro del ejercito sin favoritismos o ventajas a la hora servir como igual ante sus camaradas. Así era la filosofía de su padre, pues de esta manera lograría que sombra se ganara eventualmente su título como comandante supremo del ejército de en ese entonces emergente imperio de cristal. A veces incluso sombra llegó a ser enviado como un soldado demás frente a campañas militares en el frente de batalla en las conquistas realizadas a reinos aledaños, y gracias a ello, había logrado hacerse con un puesto considerablemente alto frente en el ejército. Y aunque aún le faltaba bastante camino por recorrer, las expectativas de su padre habían sido complacidas en mayor medida. Lo suficiente como para integrar por esta ocasión al ejército que lo acompañaría durante su recorrido hacia un reino vecino con el cuál se habían logrado realizar desde hacía algunos años relaciones diplomáticas formales. Y en esta ocasión gracias a aquello, se le había enviado una invitación para asistir a un importante evento dentro del reino de equestria. Todo el ejercito que lo respaldaba era dirigido por un comandante designado por el emperador al cual le solicitó integrar a su hijo dentro de aquellas filas que dirigía.
Un joven Sombra, quien en ese momento horas antes de llegar a su destino, al entonces castillo de las dos hermanas, se estaba divirtiendo junto a sus camaradas con quien se había ganado su amistad y confianza, había sido mandado a llamar por su padre hasta el frente de la caravana donde se hallaba este, junto al comandante del ejército que lo respaldaba.
- Sombra – su padre nombro –, antes de llegar a presentarnos, deberás de acompañarme junto a mí ante la presencia de las gobernantes en su castillo. Eres el príncipe, mi segundo hijo y aunque no seas heredero al trono deberás encargarte de dirigir correctamente las relaciones con este reino
- Si su alte…
- Por el momento, - interrumpió su padre – deberás de referirte a mi como lo soy para ti, tu padre, no tu amo.
- Si, padre – no era habitual que pudiera permitirse entre ellos ese capricho de recordar que eran padre e hijo, pero siempre que se podía, ambos disfrutaban del momento, porque así debería de ser, un padre y un hijo, y no un emperador y un súbdito.
- Este es lo que llevarás puesto en esta ocasión formal – un sirviente había traído consigo un ropaje blanco doblado y algunos ornamentos de plata las cuales habían sido diseñadas para servir como una armadura ligera y formal al mismo tiempo. – deberás presentarte lo más bello y elegante posible
- Dejando de lado que son princesas y no reinas ¿por qué debo de ir tan presentable en esta ocasión? – anteriormente, ya se habían reunido con algunos dirigentes sin ir muy arreglado que digamos, a menudo asistía a las reuniones con el uniforme militar habitual y nunca había vestido tan formalmente para una reunión de este tipo
- Porque después de todo, son yeguas sombra, y hay que ser un caballero con ellas, más aún que nos conocerán por primera vez y la experiencia me ha dado a entender que la primera impresión para una dama es sumamente importante. Así que estamos preparándonos para lograr que esta relación entre gobernantes sea, cuanto menos amistosa.
Tiempo antes de llegar al castillo, sombra se cambió su uniforme de tropa para colocarse las prendas que le habían entregado. Por primera vez en mucho tiempo, sombra se había arreglado de manera muy formal, tanto así que solicitó la experiencia de un amigo suyo de entre las filas para mirarse lo más arreglado posible. Al tener el visto bueno de este, lo mandó a reintegrarse mientras que él se presentó junto a su padre para juntos llegar al castillo, en donde los estarían esperando algunas tropas reales con armadura dorada.
Después de que se les permitiera ingresar junto con una parte del ejercitó, fueron dirigidos hacia la sala de los tronos, en donde las hermanas gobernantes estarían sentadas desde lo alto. Fue ahí donde Sombra por primera vez vería a Celestia y a Luna. Impresionándose en primera instancia de su inusual tamaño y las características, púes, aunque sabía que existían, nunca había conocido a un alicornio en persona, y ahora los tenía enfrente de él.
Luego de las presentaciones formales por parte de los súbditos, Sombra junto a su padre y las gobernantes se acercaron los unos a los otros y se saludaron. Se habían intercambiado personalmente sus primeras palabras.
- Es un gusto poderos conoceros personalmente emperador del reino de cristal – Celestia se dirigió al rey quien saludó inclinándose ligeramente
- El gusto es nuestro, gobernantes de equestria – su padre se dirigió a ambas princesas
- Estoy consciente del agotado viaje que debieron de tener al dirigirse aquí, os ofrezco un banquete y posada para que descansen cómodamente.
- Se los agradecemos de todo corazón – respondió
Fueron dirigidos por las mismas, a quienes seguían por detrás junto a los guardias que venían acompañándolos. Durante el camino Sombra observó todo lo que estaba a su paso, mirando cuadros de quienes parecían ser figuras importantes, la arquitectura del lugar y parte del jardín que se podía ver por a través de las ventanas.
Al llegar al comedor, los cocineros y sirvientes trajeron consigo las bandejas con alimentos para dejarlos sobre la larga mesa blanca. Algunos de ellos traían también botellas de bebidas alcohólicas, de entre ellas sidra, cerveza, rompope y vino. Uno de los sirvientes les ofreció servirles a Sombra y a su padre, ambos pidieron vino y el sirviente llenó las copas que se encontraban ya sobre la mesa, siendo también detenido por el emperador para que dejara la botella con ellos antes de irse. Y mientras Sombra tenia una conversación con su padre y el comandante, la princesa Celestia alzó su copa para anunciar su discurso. Durante este se realizó una nueva presentación en la que se anunciaba la presencia de todos los dirigentes del reino de equestria que habían asistido, destacando la presencia del emperador de cristal.
Luego de aquello se alzaron las copas y comenzó el banquete. Después de comer algo, Sombra y su padre volvieron a tener una conversación en la que se prepararían para el día siguiente en el que tomarían el tiempo de formalizar una reunión entre ambos gobernantes.
Ahora, sombra se encontraba dentro de una de las habitaciones para invitados en el que se tomaría su tiempo para descansar hasta el día siguiente. Miraba por la ventana abierta dejando paso al frio viento que llegaba a tener contacto con su pelaje. Desde su posición miraba el poblado hallado en la lejanía, de la cual se observaba múltiples fuentes de luz en medio de la casi oscura noche, salvo por lo que reflejaba la luna y las estrellas. Dirigiendo su vista a otro lado miró en lo alto del castillo un espacio abierto y amplio. Salió de su habitación y caminó por los pasillos observando lo que se iba encontrando a su paso, saludando a los guardias que vigilaban los pasillos mientras encontraba las escaleras que lo llevarían hasta donde quería ir. Llegando aquel espacio, se sentó en una silla que se hallaba frente a la orilla que daba paso a una caída enorme. Se sentó sin mayor preocupación y miró el nuevo panorama que tenía, ahora más amplio y con la luna brillando justo en medio del paisaje. Se dejó relajar por el viento y cerró los ojos para disfrutar de lo que aquel ambiente le hacía sentir.
Un aleteo sería el que lo sacaría de su trance y giraría con rapidez para prepararse de cualquier atacante adoptando una posición de defensa, eso le había enseñado su entrenamiento militar. Su sorpresa seria cambiada por la confusión. Dejando de tener aquella posición cambiándola por una mas relajada, al observar a una de las princesas que gobernaban al reino de equestria.
- No son horas de estar despierto príncipe Sombra – la alicornió de la noche, se presentaba solitaria frente a sombra destacando su crin y cola que mostraban las mismas características a las de su hermana con la diferencia de ser como un pedazo del cielo nocturno puestas sobre ellas. – debería de estar descansando para nuestra reunión del día de mañana.
- No es necesario princesa Luna, mi vida como soldado me ah entrenado para estar siempre alerta y no necesitar descansar mucho. Además – sombra miró al cielo – es una espléndida noche
- Gracias, yo misma la hice – sombra la miró extrañado – es de presumir que alguien de la realeza se digne personalmente a pertenecer al oficio militar.
- Mi padre siempre quiso que yo fuera instruido para prepararme para el futuro. – ambos miraban el paisaje después de que Luna se acercara al borde junto a Sombra – a pesar de no ser heredero al trono
- ¿Por qué no serás heredero? – preguntó Luna
- Soy el segundo hijo de mi padre, el primero es mi hermano Reddiamond, él se está preparando para ser el futuro rey del imperio. Mientras tanto, yo me ocuparé de ser quien dirija al ejército, por eso es por lo que estoy en esto. Y dime ¿Qué hay de ti?
- Es complicado, veras junto a mi hermana yo gobierno este reino, pero muchas veces quien dirige las cosas es mi hermana Celestia y yo me ocupó de asistirla siempre que puedo con los deberes reales.
- Creí que ambas gobernaban por igual
- Casi, por lo que te eh contado sigo algo rezagada por la opinión popular del pueblo. – Sombra se sintió algo mal por ello, le recordaba tanto a él
- Ya somos dos entonces – miró al suelo – cuando se dirigen a nosotros, entre mi hermano y yo siempre existe una vara distinta con la que medirnos. Aunque él haiga pasado toda su vida estudiando política. – tornó un silencio momentáneo, en cuanto había terminado de hablar, a sombra le llegó una duda la cual particularmente, era casual para las princesas, siempre que se lo preguntaban a pesar de lo ya dicho – tengo una duda, ¿Cómo es que mueven la luna y el sol?
Luna rio por lo bajo.
- Es muy simple, verás desde que éramos potras, mi hermana y yo nos ganamos nuestras cutiemarks gracias a que a nosotros nos resultó mucho más fácil mover los astros que a los demás ponis. A mi hermana le resultó sencillo mover el sol, y a mí me resultó sencillo mover la luna y las estrellas. Solo mira esto
Y así, con su cuerno iluminado de magia, hizo aparecer en el cielo mas estrellas cuya luz estaba oculta mostrando constelaciones nuevas.
- Increíble, cuando supe lo que hacían no me lo creí en primer lugar. – Sombra miró asombrado a Luna – Honestamente, pensé que hablaban charlatanería, es increíble que alguien tenga esa capacidad.
- ¡HA! Eso no es nada, para mí esto es básico. – rio en un impulso de ego – aunque dudo de lo que pueda sorprenderme yo misma, lo he hecho toda mi vida
- Es en serio princesa Luna, alguien con ese poder podría cambiar el curso de la historia a su favor
- Me alaga eso, pero debo decir que nosotras no tenemos aquellas ambiciones, mas que la de mejorar la vida de todos los ponis y vivir en armonía, esa es nuestra misión
- Muy noble de su parte debo decir, cualquier otro lo usaría para su propio beneficio
El tiempo pasó y ambos se despidieron con Luna regresando a su torre y Sombra dirigiéndose de nuevo a su habitación en la que se empeñaría en no pensar demasiado y conciliar el sueño para tener energía para el día de mañana.
Días posteriores Sombra iría integrándose más en la sociedad real de equestria. Partiendo de la amistad forjada con la princesa luna, fue que logró conocer más a fondo las costumbres y tradiciones del pueblo equestre. Esto llevó a que ambos conocieran similitudes entre la situación en la que se encontraban haciendo que la amistad fuese más fuerte. Hasta que el día de regresar al imperio de cristal había llegado y el emperador debía de atender a la nación.
Sombra buscaría a Luna dentro del castillo hasta lograr encontrarla en el mirador en el que habían hablado por primera vez. Se encontraba mirando unos planos en dirección a la montaña próxima que se divisaba con claridad.
- Princesa Luna la estaba buscando para despedirme de usted – se acercó junto a ella a mirar los planos, viendo que se trataba de un boceto el cuál mostraba una enorme edificación – ¿qué es esto?
- Son los planos que mi hermana mandó a hacer para un nuevo castillo ¿vez aquella montaña de ahí? Mi hermana busca que el castillo se construya en lo alto de aquella montaña para mostrar a todos donde se encuentra la capital
- Se mira como algo interesante, será bueno presenciar su construcción, si es que sigo vivo aún. – Sombra se alejó para retirarse – me tengo que retirar, mi padre está por llegar a la caravana y no quiero hacerlo esperar – miró desde lo alto a sus camaradas quienes lo veían desde las filas preparándose para partir
- príncipe…
- Llámame sombra, el titulo esta de sobra – le dijo
- Lo mismo puedo decir – sombra asintió - Ojalá que el próximo año podamos tenerlos devuelta
- Espero que tengamos tiempo para esto, de todos modos, el servicio postal estará siempre disponible. Con permiso.
Y así sombra se despidió de los comensales a los que se encontraba por su paso hasta que se encontró a celestia recibiendo a su padre en la puerta. Al llegar, se despedirían ambos y así saldrían del castillo para ir finalmente a su caravana la cual ya había recogido sus tiendas de campaña y estaban listos para partir.
Había despertado finalmente, y se sentía casi igual que antes, se alzó como pudo de aquella banca, para salir de ahí y regresar a donde había despertado por primera vez. Miró a lo lejos, un gran número de guardias y algunos oficiales que vigilaban el lugar, entrevistando a quienes pasaban por ahí pero siempre cubriendo el callejón de que había salido.
Chasqueó por lo que pasaba, sabía perfectamente que lo estarían buscando. Por lo que se alejó de ahí dejando sus cosas para dirigirse a un lugar lo más apartado de ahí, tal vez salir de la ciudad seria lo mejor, y la mejor opción que se le ocurrió fue tomar un tren el cual estaba a punto de partir. Compró un boleto y subió lo más deprisa que pudo. Alejándose de la ciudad en cuanto tomó marcha el tren, y descansando nuevamente dentro de este.
