Summary: Dicen que un corazón roto no toma buenas decisiones, ¿será tan así? Al menos la idea de convertirse en una chica mala dejando en el olvido la novia perfecta que aspiraba ser le parece de lo más sensata y más aún si tienes a un rompecorazones con un carácter de los mil demonios como guía perfecta para esto.


Culpa a mi "Ex"


VII

Llevo cerca de quince minutos intentando que el delineado de mi ojo derecho quede igual al del izquierdo y ¡maldición! Ni todos los tutoriales de tiktok me han servido.

Suelto un largo bufido y lanzo al basurero la quinta toallita desmaquillante que he usado y me veo en la obligación de ir por la sexta al ver que mi ojo quedó casi igual al de un mapache.

Es claro que los nervios me invaden y tengo motivos: la cita con Yoshida, Yue más la fiesta de hoy… en fin, una mezcla de todo.

Y para ser más masoquista aun, me acerco al espejo que tengo frente a mí y toco con mis dedos el puente de mi nariz en donde se acumulan algunas pecas que no me habían llamado la atención hasta ayer.

O mejor dicho, hasta que mi nuevo amigo las mencionó en nuestra práctica.

Y lo peor, es que el rojo de mis mejillas no ayuda en nada a intentar bloquear ese recuerdo, pero no es fácil, lo de ayer fue muy convincente y no sé cómo saqué fuerzas para hacerle frente y no salir corriendo.

Intenté estar a la altura y seguir el juego en el que yo misma me metí, pero mis piernas siguen aún flaqueando al recordar todo.

¿Será que Shaoran es así con otras chicas?

¿O de verdad se tomó muy a pecho mi plan?

Intento hacer memoria, pero jamás lo he visto con una chica en alguna situación comprometedora o de noviazgo, nunca, Shaoran es tan reservado y serio que quizás eso mismo me hizo colapsar internamente.

Sus palabras no sonaban a superficialidad o algo que diría alguien como Yoshida y por un segundo lo sentí… ¿real?

No, no lo fue, solo fue parte de nuestro juego.

Así que… ¡Saca esa maldita idea de tu cabeza, Sakura!

Shaoran está cumpliendo muy bien con su parte del trato y yo debo hacer lo mismo.

Así es, mejor dejo de pensar en cosas sin sentido y me enfoco en terminar mi maldito delineado.

—¡Monstruo! —mierda, pego un salto que casi bota mi espejo—. ¿Cómo es eso de que saldrás?

—¡Touya! —suelto un gruñido al ver cómo el delineado otra vez se estropeó, pero ahora por culpa de mi hermano quien como siempre adora venir a molestarme y de paso asustarme—. Primero, ¿cuántas veces debo decirte que tienes que tocar antes de entrar a mi habitación? Y segundo, sí, saldré.

—¿Con las chicas? —niego mientras comienzo a limpiar, otra vez, mi párpado. Aprieto mis labios al ver cómo el rostro de mi hermano pasó de la diversión a la seriedad en menos de un segundo, sé perfectamente lo que eso significa—. Entonces, ¿con quién?

¡Ay, no!

Intento mantener la compostura, es que cuando se trata de mi saliendo con algún chico la odiosidad de mi hermano se multiplica por mil.

Y vamos, no es la primera vez que voy a salir con alguien, he tenido una que otra cita con chicos que he conocido por fuera del instituto, generalmente de otras escuelas y que se acercan cuando vamos a alentar al equipo de futbol en algún torneo y que no pasan más allá de una o dos salidas porque mi versión antigua mantenía la esperanza de que Yue me invitara a salir algún día.

Cosa que digamos pasó la semana pasada y que terminó de la peor forma para mí.

—Con un compañero —respondo al fin, notando como su impaciencia aumenta aún más.

—¿Quién?

—No lo conoces —por el momento.

Oh, no.

¿Cómo se me olvidó el gran detalle de que tengo un hermano con complejo de sobreprotección?

¡Ni nuestros padres son así!

Lo veo apretar su mandíbula y una perfecta línea aparece en sus labios.

—Solo ten cuidado —dice intentando suavizar su voz—. No caigas en coquetería barata de chicos "guapos", de esos que buscan solo una cosa y después te desechan.

¿Cómo tu mejor amigo?

Corto nuestro contacto visual y vuelvo mi vista hacia mi espejo.

—Touya, solo tienes 2 años más que yo, tanta experiencia de vida no tienes para que te la des de consejero, que te quede claro, no necesito sermones, ¿okey?

—No tendré mucha experiencia, pero he visto de cerca cómo algunos chicos actúan.

¿Será uno de ellos Yue?

Opto por cambiar el tema porque siento que de verdad el aire comienza a faltarme.

—De todos modos, llegaré a la fiesta, solo que un poco más tarde.

Y con un invitado.

Asiente y se va no sin antes darme una última mirada de advertencia.

Suspiro cuando al fin desaparece de mi vista.

Creo que lo más prudente es que haga un cambio de planes y para ahorrarme la escena de hermano mayor sobreprotector, prefiero avisarle a Yoshida que llegaré directo a nuestro punto de encuentro.

Ya veré después cómo lidio con esto en la fiesta y no solo con él, porque otro detalle que había olvidado son mis amigas que tampoco saben que tendré un cita: es claro que hoy ando en otra dimensión y mi mente despistada olvida detalles tan importantes como estos.

Ahogo un gritito nervioso y luego de contar hasta diez comienzo a tranquilizarme, enfocando mis energías en terminar de alistarme.

Mi maquillaje es simple, labial rosa, algo de brillo en mis párpados y agradezco a todos los dioses de la belleza que al fin mi delineado quedó bien. Mi pelo corto tiene vida propia, así que me conformo con peinarlo un poco y dejarlo suelto.

Okey, lista con eso, ahora solo queda cambiarme.

Escojo un vestido negro con tirantes que tiene pequeñas margaritas estampadas y que se ajusta a mi cintura para luego expandirse llegando unos centímetros por sobre mis rodillas. Mis zapatillas blancas con algo de terraplén me dan un aire más casual y mi chaqueta de cuero negro el toque rockero.

Por supuesto.

Salgo de mi casa casi corriendo, no sin antes despedirme de mis padres que estaban en la cocina ayudando a Touya con unos snacks para la fiesta. Mis padres adoran ser anfitriones y disfrutan darnos espacios seguros cómo dejar que mi hermano haga sus fiestas, pero siempre controlando que esto no se salga de sus manos.

Y hasta el momento, eso jamás ha pasado.

OooO

Me bajo con apuro del autobús que me trajo al centro de Tomoeda y me encamino hacia nuestro punto de encuentro: una nueva cafetería que se destaca por ser muy aesthetic, según las redes sociales.

Yoshida me espera junto a las puertas del lugar y no tuve que acercarme mucho para que notara mi presencia. Apenas su sonrisa se asoma le respondo de la misma forma, bloqueando con fuerza a mis nervios y sacando esa seguridad con la que ayer me atreví a invitarlo a salir.

Y tengo que ser honesta, Yoshida será algo idiota, pero uno muy guapo. Su pelo es de un castaño claro, sus ojos son de un lindo celeste —que me recuerdan a los de cierto chico— y su barba a ras de piel enmarca un montón sus facciones, sumándole algo de edad, pero no por ello menos atractivo.

De seguro este chico podría generar un vaivén en el estómago de cualquier chica, pero en mi caso, nada de nada. Solo estoy nerviosa ya que debo aprender de él y seguirle el juego sin meter la pata.

Algo nada fácil para mí.

—¡Hola, Sakura!

Acompaña su saludo con una gran sonrisa que enmarca un hoyuelo en cada mejilla y que muestra además, su perfecta dentadura.

—Hola… Ryu —su sonrisa se ensancha aún más al percatarse que lo llamé por su nombre.

Vale, punto para Shaoran, su consejo tuvo buena recepción.

Abre ambas puertas de la cafetería y se hace a un lado para que yo pase primero, me sigue de cerca mientras yo recorro el concurrido lugar, que por suerte aún tiene algunas mesas disponibles.

Yoshida me señala una mesa ubicada casi al centro del local, pero niego con la cabeza: yo decido. Le índico una mesa que da justo hacia el ventanal que muestra la transitada calle por la que venía hace un momento. Yoshida asiente y se adelanta unos pasos con un fin claro, acomodar mi silla para que yo puedo tomar asiento.

Y al parecer es todo un caballero o un conquistador que sabe muy bien cómo actuar.

—No solo soy una cara bonita —me dice con tono de galán y lucho por no reírme, dios, esto no será nada fácil.

Bordea la mesa y se sienta frente mío. Observo cómo recorre con su mirada la cafetería y claramente sabe que no pasa desapercibido, varias chicas lanzan miradas para nada disimuladas hacia mi cita, quién por supuesto, está disfrutando ser el centro de atención, porque sí, la seguridad le sale hasta por los poros.

Decido dejar de mirarlo y enfocarme en el tentador menú de la cafetería: necesito algo de azúcar sí o sí.

—Creo que pediré un té helado con un trozo de chessecake —comento alzando mi vista y encontrándome con la de él.

—¿Debilidad por las cosas dulces?

—Término medio, también adoro comer cosas saladas —agrego y lo veo asentir—. Apostaría a que tú vas a escoger algo salado y acompañado con altas dosis de cafeína.

Niega con su cabeza.

—Mi debilidad son los… dulces —aclara y ese deje de coquetería al decir lo último me hacen querer poner los ojos en blanco y soltar una carcajada.

Y esto último lo hago, y ver su expresión de confusión no ayuda en nada, es más, me hace reír otra vez.

—¿Y esa risa?

—Tú y tus aires de galán.

¡No, no, no, contrólate, Sakura!

Seguramente lo voy a espantar, pero… una chica mala puede ser honesta y segura de lo que le gusta y lo que no y creo que hacérselo saber no es malo.

¿O sí?

—Lo soy y lo asumo, a las chicas les gusta, ninguna se ha quejado —siento mis cejas alzarse, porque… ¡vaya que este chico tiene un gran ego!

La camarera nos interrumpe y reprimo reír al ver cómo observa a mi cita sin disimulo. Ordenamos, yo lo que ya había escogido y Yoshida un café helado más un brownie.

—Posiblemente ninguna se ha quejado —afirmo volviendo a nuestra conversación apenas la camarera se aleja—, ¿pero alguna ha vuelto a salir contigo?

—Obvio, pero no soy de repetir mucho las citas, no ando buscando algo serio, prefiero disfrutar la variedad que me ofrece la vida.

—O sea, ilusionas a las chicas y las cambias sin ningún remordimiento y puedo hasta asegurar que alardeas de esto con tus amigos, ¿me equivoco?

Y debería morderme la lengua, pero me cuesta mantener silencio. Yoshida me mira con seriedad, pero no parece molesto con mi afirmación.

—Si lo pones así, suena horrible.

La camarera hace acto de aparición otra vez y me sorprendo al ver que viene con nuestro pedido.

¡Qué veloz!

Aunque creo que Yoshida es el posible motor de este excelente servicio y esto se hace evidente al comparar el apuro con que dejó mi comida y la delicadez con la que está ahora acomodando la de Yoshida. La veo sonreírle y mi compañero le responde con su tan típico guiño de ojo.

—No dices nada que no haya escuchado de mí —afirma volviendo a nuestro tema de conversación—. ¿Alardeo? Sí, ¿debería hacerlo menos? Sí, pero a veces me gana mi ego y me convierto en un real imbécil, pero te equivocas en algo, no ilusiono a las chicas. Soy sincero en decirles que no ando en búsqueda de nada, si quieren terminar con su corazón roto, allá ellas.

—¿Y no te afecta tener fama de chico malo? —pregunto tras darle unos sorbos a mi té helado y prestando toda mi atención ya que cada detalle me puede servir para mi súper plan de ser una chica mala.

—No, de hecho, eso hace que más chicas se me acerquen y ¿sabes? Me vale lo que digan de mí.

Su sonrisa ladeada me hace achinar mis ojos y mirarlo con más curiosidad.

—Seguro, ego por las nubes, adviertes que no quieres nada serio y aun así te buscan.

Anotado para mi versión de chica mala.

—Te faltó extremadamente guapo —agrega logrando sacarme una sonrisa—. Te diré algo y puede sonar muy cliché, pero eres la primera que me dice esto con tanta honestidad y sin rabia de por medio, es como si me estuvieras analizando, y esto me hace preguntarme si de verdad estás tan interesada en mí, como me dijo Li.

Mierda.

Sabía que mi verborrea podría jugarme una mala pasada, pero no pensé que Yoshida fuera tan observador.

Busco disimular mi nerviosismo con un intento de sonrisa extremadamente coqueta y me tomo todo el tiempo del mundo en masticar no uno, sino dos bocados de mi cheesecake.

—Puede que me guste poner en aprietos a chicos como tú —digo al fin y cruzo los dedos para salir de esto y no fallar en mi plan de hoy.

—¿O sea que quieres jugar conmigo?

—Eres guapo, Ryu y tu aire de chico malo me atrae, pero ten algo claro, no soy como las chicas con quien usualmente sales.

—De eso ya me di cuenta, Sakura Kinomoto —y en vez de ver decepción en su cara, veo interés y no sé si eso sea bueno—. Aún no respondes mi pregunta.

¡Maldición!

Niega con su cabeza y corta nuestro contacto visual, o quizás yo lo hago primero al sentir el calor en mi cara.

¿Qué responder?

¿Solo quiero usarte de conejillos de indias y aprender de ti?

¿Quizás darte alguna lección por ser un imbécil con las chicas?

Yoshida no es cómo lo imaginaba, quizás no es tan superficial después de todo.

Y como si hubiese escuchado mis pensamientos saca su celular y enfoca su comida, para luego tomarse una foto buscando su mejor ángulo. Retiro lo dicho, superficialísimo, pero extrañamente no me molesta.

—Para mis seguidores —dice con cierta gracia que me hace reír—. Sakura, por si no sabías tengo muchos seguidores en mis redes sociales y soy embajador de una nueva marca deportiva.

—¿De verdad?

Alzo mis cejas y estoy segura que debo tener una perfecta "O" en mis labios que disimulo dando un sorbo rápido a mi té.

—Sí, ahora ayúdame, tengo que actualizar mis polas —y casi escupo mi bebida, ¿qué diablos es eso?

—¿Tus qué? —pregunto extrañada, jamás había escuchado hablar de esto y por la sonrisa de Yoshida, estoy segura que mi reacción debe haber sido graciosa.

—Polas o polaroids, fotos para presentarme a agencias de modelos, es como un portafolio.

—Y sigo más sorprendida, ¿desde cuando eres modelo?

—Desde el año pasado comencé con esto del modelaje, tengo que sacarle provecho a esta belleza —sus índices apuntan a su rostro mientras saca pecho.

Niego con mi cabeza y sí, otra vez vuelvo a reír: Yoshida siendo Yoshida, así de simple.

Mientras comemos comienza a mostrarme varias fotos tipo estudio y no puedo mentir, este chico sí que sabe cómo sacarse provecho. Parece un modelo de verdad y no uno amateur, a mi mente vienen un montón de fotografías de la agencia en donde trabaja mi madre y Yoshida no tiene nada que envidiarles.

Termino por escoger tres fotos que me parecen muy profesionales, sobre todo una en la que sale con un look tipo Elvis de los 50.

—¡Me gustan! Gracias por ayudarme.

Continuamos conversando cosas random, como mi odio por levantarme temprano, él de su carrera incipiente como modelo, cosas del instituto como el campeonato de fútbol que se viene tras las vacaciones, las prácticas en el equipo de porristas y de cómo ambos odiamos las matemáticas —sí, al parecer tenemos algo en común—; Yoshida podrá ser un superficial, pero al menos sus cuotas de egocentrismo no son las suficientes para hacerme querer salir corriendo de este lugar, de hecho, me siento bastante a gusto.

Y si no fuera porque la realidad me hizo llevar mi vista al reloj de la cafetería, todavía seguiría hablando con este chico y evitando el hecho de que hay una fiesta a la cual él tiene que acompañarme, y lo peor, es que aun no me he asegurado de esto.

—¿Tienes planes para esta noche? —pregunto sonando lo más causal posible y escondiendo mis manos bajo la mesa para no ser evidente mi nerviosismo.

—Qué directa, Sakura —y solo me costó unas milésimas de segundos percatarme hacia dónde estaba desviando sus pensamientos.

—No me refería a eso, ¡dios! —aclaro a toda prisa y su risa no ayuda en nada a mi vergüenza, de hecho, potencia el calor que ya siento en toda mi cara.

—Y esta Sakura me recuerda más a la que se arrancó de mí el otro día.

—Soy la misma —afirmo alzando un poco mi voz—. Mi pregunta, mal pensado, es porque quería invitarte a una fiesta en mi casa.

—¿Quería?

—Eres insoportable —mascullo tras soltar un suspiro—. Esto fue una pésima idea.

—Hey, me gustaría ir y mucho, eres divertida y siento que podríamos ser muy buenos amigos, y hasta más si lo pides, soy fácil de convencer.

—¿Entonces? —cuestiono con la poca paciencia que ya me queda.

—Me encantaría ir… pero no puedo.

Oh, no.

—Veo decepción en tu lindo rostro, eres muy contradictoria, siento como si me odiaras y amaras a la vez.

—Cuanta seguridad la tuya, ¿amarte? —su risa vuelve a aparecer y quiero fulminarlo—. Ya te dije, no soy como las chicas con las que sales siempre, ahora dime, ¿por qué no puedes?

—Cumpleaños de mi padre y de hecho, me arranqué para salir contigo, pero debo volver en un rato, puedo pasar a dejarte a tu casa.

—No es necesario, sé cui…

—Cuidarte sola, por supuesto, chica "mala".

¡Oh, dios!

Un escalofrío me recorre y me deja muda por un momento.

—¿Por qué dices eso? —pregunto intentando controlar mi nerviosismo y mi ansiedad por su respuesta.

—Porque es como si estuvieras en una constante lucha por serlo, pero no te sale, es decir, sí te sale, pero para mis ojos no.

—¿Por qué no? —replico confusa.

—Porque yo sí soy un chico malo.

Tomo una bocanada de aire y me quedo, otra vez, muda. Yoshida llama a la camarera y paga la cuenta ignorando mis protestas cuando le debato que quiero pagar la mitad.

Sus palabras resuenan una y otra vez, ¿tan transparente soy?

—¿Segura que no quieres que te acompañe a tu casa? —me pregunta volviéndome a la realidad.

Doy una mirada hacia la transitada calle en la que ahora nos encontramos parados antes de responder.

—No te preocupes.

—Está bien, no puedo obligarte —se encoje de hombros para luego darme su perfecta sonrisa de comercial—. Esta cita ha sido una linda sorpresa, de verdad creo que podríamos ser muy buenos amigos.

—¡Ouch! Qué directo, es claro que mis encantos no pudieron contigo —bromeo sacándole un risa.

—Qué equivocada estás —dice pasando de la diversión a la máxima seriedad—. ¿Sabes? Si vamos a ser amigos, tengo que ser honesto. Hace un rato te dije que a veces era un total imbécil, lo que me hace hablar cosas sin darle mucha importancia, como por ejemplo, opinar sobre chicas.

Y esto no debería sorprenderme, por supuesto, si es Ryu Yoshida a quien tengo al frente.

—¿Se puede saber lo que dijiste de mí?

Asiente con lentitud.

—Dije que eres una buena chica, con unas llamativas piernas y que caerías fácilmente a mis encantos —alzo mis cejas y siento cómo mi mandíbula se tensa—. Dos de las tres cosas que dije son ciertas, ¿no?

Tomo una bocanada de aire y controlo mis ganas de abofetearlo.

—Por favor, por el bien de tu "bella" cara, elije bien tus palabras.

Vuelve a reír con ganas, pero yo mantengo mi actitud de seriedad con los brazos cruzados a la altura de mi pecho.

—Sakura, no caerías ante mis encantos, ni en mis mejores sueños, quien caería sería yo por ti —abro mis ojos con sorpresa, ¿escuché bien?—. Y como me gusta ser un chico malo sin compromisos, no puedo permitirme eso, así que lo mejor que puedo ofrecerte es mi amistad si es que quieres, obvio.

Hago un intento de sonrisa porque no sé qué decir.

Yoshida se acerca y me da un abrazo amistoso que yo respondo algo tiesa, no porque me sea incómodo sino porque sigo sorprendida por su actuar: quizás no sea una mala idea tenerlo cerca.

Lo veo alejarse con las manos en los bolsillos de su chaqueta y me deparo a hacer lo mismo, pero en dirección contrar…

—¡Sakura! —le escucho llamarme a un par de metros—. Estás hermosa, no sé cómo no te lo había dicho —y mi lado tímido que intentó estar escondido, con muy poco éxito por cierto, aparece provocando que mi cara sea de seguro un tomate—. Me avisas cuando llegues a tu casa, ¿okey?

—Okey.

Me sonríe antes de volver a tomar el camino por el que se estaba yendo.

Decido caminar sin un rumbo claro aún, el súper plan de ir con Yoshida a la fiesta no funcionó y lo de "joder" a Yue tampoco.

Y sí, debería irme a casa, enfrentar la situación con mi "ex" pero no, algo me dice que no es tan mala idea abrir las puertas de la hamburguesería que ahora tengo frente a mí, y entrar esta vez sin chocar ni pedirle disculpas a unas sillas y sin dar un discurso de odio al amor que de solo recordarlo, me da vergüenza.

Hoy estoy muy consciente de lo que quiero hacer y pese a existir la posibilidad de que él no está acá, mi vista lo busca con desesperación en medio de un local repleto de personas disfrutando de una noche de sábado.

Suerte o no, lo encuentro y mi cuerpo reacciona cortando mi respiración por unos segundos: no viste la ropa de trabajo que tenía el otro día, tampoco está detrás del mesón atendiendo, pero sí sostiene en sus manos una bandeja con comida.

Con determinación comienzo a ir en su dirección y es claro que él parece no notar mi presencia… hasta ahora. Nuestras miradas se cruzan y se me escapa una sonrisa al ver su típico ceño fruncido hacer aparición.

—Ven a la fiesta conmigo, por favor.

Y sí, lo dije, sin un saludo de por medio, sin usar una tono de pregunta, por el contrario, sonó casi como un ruego.

No sé si esto sea una buena idea, pero mis sentidos me gritan desde todas partes que sí, que él puede ayudarme, como ya lo ha hecho.

—¿Alguien dijo fiesta?

Mi hombros se tensan al escuchar esa pregunta que no salió de su boca.

Bajo mi vista hacia la mesa que está junto a Shaoran y me quedo de piedra, ¡¿cómo diablos no los vi?!

Porque vamos, los perfectos jamás pasan desapercibidos.


Notas de Caris:

Hola! Nuevo capítulo con POV de Sakura, quien ha tenido un sábado con bastantes emociones y esto está solo empezando jijiji

Y Yoshida en acción, ¿qué les pareció?

El plan no salió como el par de castaños había pensando, pero a Sakura se le ocurrió una nueva idea, ¿qué responderá Shaoran?

Y los perfectos otra vez reunidos!

Espero les guste este cap, y ya quiero leer sus impresiones, motívense, me animan a seguir escribiendo esta locura (cap 8 ya está proceso, manden animo! jajaja).

Gracias por leer y darse el tiempo en comentar, mil gracias!

Un abrazo y lindo finde ❤