Disclaimer: Los personajes y la historia no me pertenecen. La historia es de tenneyshoes y los personajes son de Masashi Kishimoto, yo únicamente traduzco.

Capítulo 6

Naruto estaba sentado en el sofá de la sala de estar, reflexionando sobre los eventos del día anterior. Su reunión con Hiashi le había dado bastante en lo que pensar por sí sola. Después estaba todo el tema de Sasuke, que era una bestia diferente en su conjunto a la que todavía no estaba preparado para enfrentarse.

Realmente no era cuestionable la razón por la que Hinata era el enfoque central de sus cavilaciones. Era fácilmente el tema más placentero.

Me ama.

Lógicamente, la declaración no debería haberle sorprendido. Estaban casados. Tenían un hijo juntos. Aunque sabía que no siempre era el caso, el amor generalmente precedía a tales eventos. Cuando Naruto se había enterado de la historia de amor de sus padres, había sabido desde aquel momento que quería una igual. Quería ser amado por su esposa de la forma en que su padre había sido amado por su madre. Y quería corresponder a ese amor.

Pero ¿Hinata? ¿De dónde había salido eso siquiera? Sabía que ella lo había admirado durante muchos años, pero había una marcada diferencia entre la admiración y el amor. Él mismo estaba en el extremo opuesto.

Admiraba a Hinata, no había duda alguna. Era una persona increíble, como shinobi y como mujer. Era poderosa, rápida, inteligente, ingeniosa, versátil y todo lo que debería ser un shinobi. Como mujer, era hermosa, sin duda impresionante, amable, gentil, paciente y la madre más espectacular que hubiera visto nunca, incluida la suya. Naruto la había estado observando atentamente, estudiándola durante los días desde su pérdida de memoria, y había llegado a la conclusión de que había tenido razón cuando le había dicho que un día sería una esposa increíble.

Su comida era incluso mejor que cuando eran pequeños, siempre parecía saber qué hacer o qué decir y, a pesar del lío en el que estaban metidos, había mantenido su hogar funcionando sin contratiempos. La cocina siempre estaba limpia, la habitación de Jiraiya siempre estaba recogida, la colada hecha. Incluso había desempacado las cajas que había preparado para la mudanza. Naruto había intentado ayudarla, aunque probablemente había entorpecido más que ayudado. Aun así, lo había guiado pacientemente mientras los recuerdos eran devueltos a las estanterías y las cajas se desempacaban rápidamente.

Pero incluso mientras Naruto catalogaba las muchas cualidades maravillosas de Hinata, no pudo evitar preguntarse qué diablos había pasado para hacer que él la viera a una luz tan distinta. Sí, no había conseguido sacársela de la cabeza desde la muerte de Neji, pero eso realmente no significaba nada, ¿no? Sabía que le faltaba información de vital importancia de la invasión de Pein, pero cuando Kurama se había ofrecido a mostrárselo, no había tenido el valor. No había estado listo para enfrentarse a las realidades de la guerra tan pronto tras su fin y, fuera lo que fuera que hubiera sido lo bastante horrible como para hacerle perder el control a tal nivel, no era algo que tuviera prisa por revivir.

Cuando Kurama había hecho la propuesta, Naruto había dudado de si alguna vez estaría listo para verlo. Ahora se preguntaba si esos momentos faltantes en mitad de una batalla podrían haber tenido tanto impacto en él. Mientras estaba sentado en el sofá de la sala de estar, jugueteó con la idea de pedirle a Kurama que le mostrase lo que había pasado junto con el resto de sus recuerdos faltantes, pero descartó la idea. Ni siquiera sabía si había escogido verlos en los cinco años que habían pasado. Había una posibilidad de que aquellos momentos, perdidos pero aun así tenidos en cuenta, no tuvieran ninguna influencia en cómo había llegado su vida a este punto.

Además, el zorro había estado completamente callado, supuestamente buscando los recuerdos perdidos de Naruto, y probablemente no apreciaría que lo interrumpieran. Era mejor dejarlo con ello.

Mientras sus ojos recorrían la sala sin rumbo, Naruto localizó una foto situada en el mueble del televisor. Era otra de Hinata y él, como las otras docenas que plagaban la casa. Alguien había sacado la foto cuando ninguno de los sujetos había estado prestando atención. Parecían estar en algún festival y Naruto tenía la cabeza apoyada contra la de Hinata, los dos se sonreían con expresiones que Naruto solo había soñado con compartir con alguien. Era otro recordatorio, entre muchos, de que Naruto había llegado a amar profundamente a Hinata, y no ser capaz de recordar aquel sentimiento casi lo aplastó. Su pulgar presionó el anillo de boda alrededor de su dedo, agravando su culpa. Juguetear con el anillo se había convertido en costumbre, ya que no estaba acostumbrado a llevar anillos y demás en las manos. Era un recordatorio constante de la vida que le faltaba, pero no había sido capaz de dejarlo ir.

Naruto se levantó de repente del sofá y fue directo a la puerta antes de detenerse. Hinata se preocuparía si se despertaba de su siesta y no estaba allí. La mesa del pasillo tenía algunos cachivaches, entre ellos un bolígrafo y un trozo de papel, y Naruto garabateó rápidamente una nota diciendo que volvería más tarde antes de salir corriendo por la puerta. Incluso a riesgo de encontrarse con gente que pudiera conocer, cualquier cosa era mejor ahora mismo que los constantes recordatorios por todo el apartamento de que estaba fracasando como esposo.

Corrió por los tejados sin un auténtico rumbo, pero no le sorprendió cuando acabó en el campo de entrenamiento del Equipo 7. Desde su primer día como genin, aquel campo de entrenamiento había sido un santuario, un lugar al que podía ir a encontrar paz o a desahogarse. Le sorprendió oír el chisporroteo eléctrico de un Chidori. Antes de que Naruto pudiera tomar la decisión de quedarse y enfrentarse a Sasuke o huir, lo localizaron.

—¿De verdad deberías estar vagando por ahí tú solo? —Sasuke lo estaba observando atentamente y la superioridad de su voz irritó al rubio.

—¿Y tú? —espetó Naruto en respuesta, su mal humor se desató antes de que pudiera detenerlo. Intentó ignorar la pequeña punzada de culpa cuando Sasuke se encogió mínimamente—. Perdón —masculló—. La última vez que te vi recibí una excusa penosa sobre que tenías que «resolver cosas».

Sasuke apartó la mirada con una expresión pensativa en el rostro, pero no respondió y un tenso silencio se estiró entre los dos hombres.

—Entonces ¿qué cambió? —Ojos negros se encontraron con azules, preguntando a qué se refería—. ¿Qué pasó para hacerte volver?

Sasuke arqueó una ceja mientras lo miraba, una sonrisilla se asentó en sus labios.

—Creo que no puedo contarte eso. Sakura me dio instrucciones estrictas de no contarte tus recuerdos.

Naruto contuvo un gruñido y apartó la mirada, pasándola por el campo.

—¿Qué estás haciendo aquí fuera? Has estado escondido desde que Hinata y tú volvisteis de la Cascada. ¿Por qué salir ahora?

Naruto no estaba del todo seguro de cómo expresar sus sentimientos en palabras.

—Simplemente… necesitaba salir de la casa. En lo único en lo que puedo pensar es en lo mucho que estoy estropeando la vida de Hinata.

Sasuke le dirigió una mirada que Naruto no pudo descifrar bien y luego se movió para sentarse contra uno de los postes de entrenamiento de madera.

—Ni siquiera sé qué estoy haciendo aquí. —Naruto no estaba seguro de si Sasuke le seguía prestando atención siquiera, pero ahora que había empezado a hablar, era difícil parar—. Es que es tan buena y tan dulce, y sé que éramos felices, pero no tengo ni idea de cómo llegamos ahí. ¿Qué pasó? —Miró a Sasuke, esperando una respuesta, pero quedó decepcionado con lo que obtuvo.

—No lo sé. —Sasuke se encogió de hombros. Cuando Naruto le lanzó una mirada de incredulidad, él le dirigió otra—. De verdad que no lo sé, dobe. Los dos ya estabais casados cuando volví. No fuiste el único que se sorprendió con esa relación.

Naruto resopló y se deslizó por el poste de madera que había al lado del de Sasuke.

—¿Puedes contarme algo sobre nosotros? Sobre Hinata y yo, me refiero.

Sasuke volvió a encogerse de hombros y Naruto se preguntó brevemente de dónde había sacado un gesto tan informal. Era extraño viniendo del recto Uchiha.

—Los dos tendéis a mantener vuestra vida privada en privado. No intentáis esconder nada, pero tampoco vais por ahí alardeando de vuestra relación. Puedo decirte que nunca has estado tan unido a nadie como lo estás a Hinata. —De nuevo, Naruto lo miró con escepticismo, con una ceja levantada.

Sasuke suspiró, algo dramáticamente, sintió Naruto, y puso sus ojos oscuros en blanco.

—Nunca lo hemos verbalizado, pero tú y yo tenemos una comprensión mutua. Simplemente nos entendemos. —Naruto asintió. Eso era verdad. Desde aquel primer desastre de misión a la Ola, Naruto y Sasuke habían estado conectados, para mejor o para peor—. Hinata y tú estáis a un nivel completamente diferente. Siendo sincero, si vuestra relación fuera la regla general, creo que nunca estaría listo para casarme. Que alguien me conozca tan íntimamente como te conoce tu esposa… creo que no estoy listo para eso. No sé si alguna vez estaré listo para eso. —Los oscuros ojos de Sasuke habían adoptado una expresión lejana, como si ya no estuviera del todo en el presente.

—¿Tan unidos estábamos? —preguntó Naruto con timidez y Sasuke volvió a concentrarse en él abruptamente.

—Una vez me explicaste algo. Me dijiste que, si alguna vez había que escoger entre Hinata y yo, la escogerías a ella. —Sasuke tenía la mirada endurecida, abriendo agujeros en Naruto, pero el rubio no conseguía apartar la mirada.

—¿A qué te refieres con «escoger entre vosotros»?

—Me refiero a que, si tanto Hinata como yo estuviéramos en una situación de vida o muerte, y solo pudieras salvar a uno de nosotros… —Naruto abrió la boca para discutir, pero Sasuke no le dejó—… Si no pudieras usar tus clones de sombra, no sé el porqué, Naruto, simplemente me lo explicaste así. Si solo pudieras salvar a uno de nosotros, a ella o a mí, me dijiste que la escogerías a ella.

Naruto no estaba seguro de cómo se sentía respecto a eso. Saber que alguien le importaba lo suficiente como para escogerlo antes que a Sasuke… era casi incomprensible. Naruto nunca había tenido un lazo como el que compartía con Sasuke. Hasta Hinata, al parecer. ¿Ese nivel de intimidad era siquiera posible?

—No conozco todos los detalles que os rodean a ella y a ti, pero sí que sé que la amas. Más que a nada. —Por una vez, Sasuke estaba serio. No su seriedad normal, taciturna y sarcástica, sino genuinamente sincero mientras hablaba—. No sé cómo ocurrió antes, y sé que probablemente estés frustrado y no quieras lidiar con nada de eso, pero me imagino que si pasó una vez… podría pasar otra vez, ¿verdad?

De nuevo, la sensación incómoda de que de algún modo estaba decepcionando a Hinata al no recordar su vida juntos se acumuló dentro de él y Naruto usó lo primero en lo que pudo pensar para cambiar de tema.

—Bueno, ¿por qué volviste? —En cuanto las palabras estuvieron fuera de su boca, Naruto no estuvo seguro de que quisiera conocer la respuesta.

Los ojos oscuros de Sasuke volvieron a clavarse en los suyos, sopesando su respuesta.

—Acabaste localizándome y me mandaste media docena de Rasengan a la cara. Y era el momento. Al fin conseguí enderezar la cabeza. Hui de la aldea después de la guerra porque no había asimilado las razones tras el exilio de Itachi. Llevó un tiempo, pero terminé llegando a la conclusión de que no tenía mucho sentido escapar de algo por lo que mi hermano había renunciado a todo para protegerlo.

Naruto escuchó a su amigo con atención. Había soñado durante años con traer a Sasuke de vuelta a la aldea, pero nunca había encontrado realmente un plan para hacerlo. Parecía que, al final, fue simplemente decisión de Sasuke más que nada que Naruto hubiera dicho o hecho.

—Y sabía que nunca pararías de seguirme si no volvía. Eres menos irritante de esta forma. —Sasuke hizo el comentario a su modo normal malicioso y monótono, pero Naruto pudo detectar un poquito de afecto subyacente. Vale, quizás había tenido un poquito de influencia.

Como había dicho Sasuke, Naruto y él simplemente se entendían.


Unos días más tarde, Naruto se despertó antes que Hinata con los brazos de nuevo rodeándole a ella la cintura. No era inusual, normalmente estaba despierto antes que ella y, tanto si pretendía que ocurriese como si no, siempre estaba en sus brazos. Al ver la luz del sol que entraba por la ventana jugueteando por sus facciones, decidió tomarse un momento y mirarla de verdad a la quietud de la mañana.

Siempre había sido una costumbre suya observar a la gente, desde que era muy pequeño y se dio cuenta por primera vez de que no era como la mayoría. Naruto había observado cómo venían padres al parque para llevarse a sus hijos a casa para cenar, o a recogerlos a la Academia, y se había preguntado por qué nadie venía nunca a recogerlo a él. Había observado que aldeanos, tanto civiles como shinobi, se lo quedaban mirando con aquellos ojos llenos de odio y había pensado durante horas y horas qué era lo que podría haber hecho que fuera tan malo. Había sentido una fascinación increíble por Gaara y Sasuke, dos personas tan parecidas a él y, aun así, tan distintas, sus destinos en la vida separados solo por la suerte de la tirada. Desde que se había despertado sin un solo recuerdo de los últimos cinco años, Hinata se había convertido en su nuevo enfoque. La había observado como un halcón, aferrándose a cualquier pista de su vida juntos, pero ella era una maestra a la hora de seguir órdenes y no había revelado mucho.

Sus ojos recorrieron su rostro, asimilando sus suaves facciones, que para ese momento ya conocía perfectamente, pero aún encontró nuevos detalles que apreciar. Durante más o menos la última semana, la vida se había asentado, a pesar de que sus recuerdos todavía estaban escondidos en algún lugar. Hinata le había ayudado a conducirse a través de todo, desde entrenar y volver a aprender sus límites, hasta explicarle todo el lío a todo el mundo con una paciencia que Naruto solo podía soñar con tener alguna vez. Parecía conocerlo perfectamente, estimulando su mente para que recordara cosas y luego retrocediendo y dándole espacio justo cuando sentía que estaba a punto de estallar. Capeaba su temperamento cuando llegaba a su límite por un nuevo detalle que había descubierto que debería haber sabido. Hacía que sus amigos lo dejaran en paz, manteniendo a raya preguntas para las que no tenía respuestas con elegancia y tacto.

Lo hacía todo por él y, con las palabras de Hiashi de su comida, y las de Sasuke de su conversación junto a la piedra conmemorativa resonando en su mente, Naruto decidió que ya era hora de que empezara a ayudarla. Se desenredó de ella con cuidado, salió de la habitación hasta la cocina, y empezó a reunir ingredientes para hacer huevos y algo especial. Justo cuando estaba echando huevos revueltos en la sartén, el pequeño Jiraiya entró a trompicones en la cocina y se abrazó a su pierna, frotándose un ojo.

—Buenos días, ranita —saludó Naruto animadamente, tomando prestado el apodo que se había enterado que le había puesto al niño. Todavía se sentía horriblemente fuera de lugar intentando ser padre, pero la completa confianza y la alegre naturaleza de Jiraiya ayudaba a aliviar sus preocupaciones, y a Naruto le encantaba intentar cuidar de él, incluso si tenía que acudir a Hinata la mayoría de las veces.

—Hola, papá —masculló el niño contra el costado del muslo de Naruto—. ¿Qué hay de desayuno?

—¡Huevos! —anunció Naruto, haciendo una floritura con orgullo con la espátula—. ¿Por qué no vas a por mamá y le dices que ya casi está listo?

Jiraiya asintió y luego se abrió paso somnolientamente para salir de la cocina y volver a la habitación. Cuando Naruto tuvo la mesa toda dispuesta con platos llenos de huevos y tostadas, y vasos llenos de zumo y leche sin señales de madre ni hijo, volvió a meterse él mismo a hurtadillas en la habitación. Al asomarse por la puerta, encontró a Jiraiya dormido en la cama, acurrucado en los brazos de Hinata, ambos completamente muertos para el mundo.

Negando un poco con la cabeza y sonriendo ampliamente, Naruto cruzó la habitación y le dio un toquecito a Jiraiya en su rollizo vientre. Una manita apartó con poco entusiasmo su dedo y un ojo somnoliento se entreabrió para mirarlo.

—Eh —susurró Naruto con un frunce de mentira en el rostro—. Creo haberte dicho que despertaras a mamá, no que te volvieras a dormir.

—Pero yo quería acurrucarme con mi bebé —masculló Hinata y lo miró por debajo del flequillo con una sonrisa somnolienta en la cara.

Naruto no pudo evitar sonreírle.

—Bueno, he hecho el desayuno, así que a comer. —Naruto intentó no dejar que su ego se hiciera demasiado grande ante la sorprendida pero complacida expresión del rostro de Hinata. Encabezó la marcha triunfalmente hacia la cocina y retiró la silla de Hinata dramáticamente antes de ayudar a Jiraiya a sentarse a la mesa.

Cuando se hubieron consumido los huevos, Naruto reveló su siguiente sorpresa. Como había vuelto a enterarse, durante la semana, de que una de las comidas favoritas de Hinata eran los bollos de canela, llevaba planeando esto unos días. Tras sacar una bandeja del horno, colocó una docena de bollos de canela en la mesa delante de Hinata con una floritura de la mano, dándose unos cuantos puntitos mentales por poner aquella sonrisa impresionada pero feliz en su rostro dos veces en una mañana. Jiraiya botó emocionado y aplaudió, pidiendo un rollo.

Mientras Naruto ponía medio rollo en un plato para el niño, Hinata se levantó abruptamente de la silla.

—Seguid sin mí, vuelvo ahora —dijo tensamente, colocando una mano suavemente en su hombro con una pequeña sonrisa antes de abandonar rápidamente la cocina.

Naruto se quedó mirando cómo se marchaba durante un momento antes de volverse de nuevo hacia Jiraiya, juntando las cejas. Jiraiya estaba separando alegremente su rollo y metiéndose grandes trozos pegajosos en la boca, ajeno al extraño comportamiento de su madre. Naruto olfateó la bandeja de rollos con cautela y no encontró nada de malo.

—No ensucies —le dijo a Jiraiya, sin esperar verdaderamente que obedeciera la orden, antes de darse la vuelta y seguir a Hinata de regreso al dormitorio. Encontró la habitación vacía y casi lo descartó y regresó a la cocina cuando oyó arcadas provenientes de la puerta cerrada del cuarto de baño. El pánico brotó en su pecho antes de que pudiera pensar bien y entró en tromba por la puerta.

Hinata estaba agachada junto al retrete, con el pelo echado hacia atrás con una mano mientras vomitaba el desayuno. Naruto corrió a su lado, agarrándole el pelo y frotándole el hombro con impotencia, pensando frenéticamente en una forma de ayudar. Tras lo que pareció una eternidad, pero antes de lo que se esperaba, Hinata lo empujó suavemente hacia atrás, se puso de pie, tiró de la cadena y fue al lavamanos para limpiarse la boca. Parecía muy tranquila con todo el episodio, pero Naruto estaba intentando disminuir valientemente el pánico y la incertidumbre que todavía se estaban acumulando en su pecho.

—Hinata, ¿estás bien? —preguntó, poniéndose detrás de ella con incertidumbre. Ella asintió y ondeó una mano en su dirección mientras removía agua en la boca—. ¿Estás segura? Lo siento, no pretendía ponerte enferma, pensaba que era mejor cocinero que eso. —Hinata negó con la cabeza y volvió a mover la mano antes de escupir el agua que tenía en la boca.

—Estoy bien, Naruto —insistió con un poco de cansancio mientras se apoyaba contra el lavamanos—. Las náuseas son un síntoma perfectamente normal del embarazo.

Cada pensamiento en la mente de Naruto se detuvo en seco. Estaba bastante seguro de que algo había hecho un cortocircuito en su cerebro.

—Emb… ¿Embarazo? —repitió sin aliento.

Hinata todavía le daba la espalda y se negó a mirarlo a los ojos en el espejo. Sus manos estaban a cada lado del lavamanos y parecía ser lo único que la mantenía en pie.

—¿Estás embarazada? —preguntó con incertidumbre, apenas atreviéndose a creerlo. Todavía sin mirarlo a los ojos, Hinata movió la cabeza hacia arriba y hacia abajo un par de veces y soltó un silencioso suspiro—. ¿Yo lo sabía? Antes, quiero decir… —Su voz parecía penosamente pequeña, incluso en el pequeño cuarto de baño. Ella negó con la cabeza a un lado y a otro.

—No lo supe hasta que volvimos. No tuve sospechas hasta después de que nos fuéramos de viaje, así que no me había molestado en averiguarlo. Era una posibilidad, llevábamos algunos meses intentándolo. Le pedí a Sakura que lo comprobase cuando la señora Tsunade te estaba examinando —contestó, su voz era casi un susurro.

—¿Cuándo ibas a decírmelo?

El silencio reinó un momento antes de que Hinata se girara para mirarlo a la cara, apoyándose contra el lavamanos y cruzándose de brazos por debajo de sus pechos. Lo miró a los ojos, él pudo ver la preocupación en sus ojos blancos grandes y expresivos, y ella dijo en voz baja:

—Cuando se convirtiera en un problema. No quería sumar nada más a todo lo que ya ha pasado. —Los dos se quedaron mirándose un momento fijamente mientras Naruto intentaba encontrar algo que decir, y Hinata acabó bajando la mirada al suelo. Semanas atrás, tenía dieciocho años y un camino provisional dispuesto a sus pies. Ahora estaba casado con una mujer que no conocía, era padre de un hijo que no recordaba y, al parecer, tenía otro en camino con el que no tenía ni idea de cómo lidiar.

Hinata estaba frotando el dedo del pie contra el azulejo y exhaló otro profundo suspiro antes de mirarlo de lleno.

—Mira, Naruto, sé que es mucho que asimilar. Y entiendo que realmente no pediste nada de ello. Hasta donde recuerdas, solo soy una amiga más. No quiero que sientas que tienes que quedarte. No quiero ser una obligación para ti, quiero ser una decisión. Y quiero que Jiraiya y este nuevo bebé sean una decisión.

Naruto la miró directamente, sus ojos escrutaron su rostro mientras la escuchaba.

—Quiero que pienses y decidas qué es lo mejor para ti ahora mismo. Si es quedarte aquí e intentar recordar todo, entonces bien. —Hizo una pausa, bajando de nuevo la mirada a los azulejos, y él pudo ver que se estaba esforzando por pronunciar las palabras—. Si eso significa que quieres empezar de cero, o desde donde puedes recordar… antes de nada de esto… —Movió una mano con vaguedad alrededor del baño, indicando el apartamento en general, su vida juntos—… entonces bien. Quiero que seas feliz y, si no vas a ser feliz aquí, entonces no quiero que intentes forzarlo.

»No te preocupes por mí, ni por Jiraiya, ni por el bebé. Yo estaré bien, tengo a mi padre, a Hanabi y al clan. No sientas que tienes que quedarte aquí por mí si no es lo que quieres, ¿vale? —Sus ojos perlados regresaron a su rostro, buscando durante un momento antes de esbozar aquella sonrisa extraordinariamente dulce y triste—. No tienes que decidir nada ahora mismo, pero piensa en ello —le dijo en voz baja antes de girarse y salir del baño.

No podía moverse. Naruto estaba enraizado en el sitio, sus ojos miraban vidriosamente al lugar donde había estado ella. Su mente trabajó con lentitud, intentando unir los detalles. Intentando darle sentido a lo que era ahora su vida. Intentando darle sentido a lo que acababa de ocurrir. Sistemáticamente, empezó a listar cosas. Tenía veintitrés años. Estaba casado con Hinata Hyuga. Tenían un hijo juntos, Jiraiya. Hinata estaba embarazada de su segundo hijo. A pesar de lo que había dicho ella, de que él no había pedido esto, Naruto sabía que, en cierto punto, lo había pedido.

Y Hinata lo había dado.

Desde que tenía memoria, Naruto había querido una familia. Sí, cuando era más pequeño la imagen que había evocado era más de él como el niño con padres, en lugar de ser realmente el padre, pero aun así. Quería una familia. Y, aunque no recordaba esta, podía ver que había sido feliz aquí. Lo veía en las fotos por toda la casa y en los amigos, viejos y nuevos, con los que se había encontrado durante la última semana. Lo veía en la carita de Jiraiya, cuando aquel niñito perfecto le sonreía con tanta confianza, amor y felicidad mientras Naruto lo arropaba por la noche. Lo veía en la completa simplicidad que había sido la última semana.

Puede que Naruto no recordase cómo habían ocurrido Hinata y él, pero era innegable que habían ocurrido. Por extraño que pareciera, los tiempos más sencillos y fáciles que había tenido desde que había despertado a su lado, tan inesperadamente, habían sido cuando estaba a solas con Jiraiya y ella. Conscientemente, no recordaba nada, pero al igual que cuando había entrenado con Kyoto, su cuerpo sabía qué hacer. Se descubría moviéndose alrededor de Hinata en la cocina como si llevara años haciéndolo. Sin tener que mirar, podía sentir dónde estaba y adónde iba a moverse a continuación, y sabía cómo moverse alrededor de ella para que ninguno se incomodase.

Sabía cuándo girarse para atrapar a Jiraiya cuando estaba intentando hacer una treta ridícula para saltar de una silla, o del respaldo del sofá, o de una pared.

Eso no quería decir que las cosas no hubieran sido difíciles. Sencillo era un término relativo y, aunque estar con Hinata y Jiraiya había sido lo más fácil con lo que había tenido que lidiar, la situación conllevaba su propio conjunto de desafíos.

El estado de su relación con Hinata había demostrado ser uno grande, uno que no había estado muy seguro de poder superar. Intentar navegar en las confusas aguas de despertarse ante un matrimonio con una chica en la que Naruto nunca había pensado más allá de como camarada y amiga sin duda lo había desconcertado, pero al mismo tiempo había sentido todo muy natural.

Sabía que se sentía atraído por ella, eso era obvio. Su cuerpo estaba prácticamente programado para reaccionar al suyo. Simplemente lo sentía cuando estaba cerca. Cuando se tocaban, se rozaban accidentalmente las manos o se miraban, su cuerpo prácticamente canturreaba. Naruto le había dado vueltas a los sentimientos que brotaban dentro de él cuando pensaba en ella. Era su amiga y no debería estar pensando cosas sobre ella que harían que el Ermitaño Pervertido se sonrojase y se riera para sí mientras tomaba apuntes. Pero así era y, a pesar de que quería respetarla como amiga, una vocecita en su cabeza lo molestaba con que ahora también era su esposa, y el hecho de que quisiera saltarle encima constantemente no podía ser tan malo, ¿verdad?

Aquella primera mañana en casa, cuando se había despertado rodeando a Hinata, no se había avergonzado. Sí, una parte de él se había conmocionado y sorprendido de que la hubiera agarrado mientras dormía, pero la abrumadora mayoría de su ser había descubierto que era lo más natural del mundo. Y, a lo largo de la semana, mientras compartían cama, Naruto había descubierto que le costaba quedarse dormido a menos que la estuviera abrazando. Sí, era posible, solamente llevaba más tiempo, y cuando se despertaba, se encontraba rodeándola igualmente. Cada noche, sin falta, Naruto agarraba a Hinata, si no cuando estaba despierto, entonces cuando estaba dormido. Hinata nunca había hecho comentarios al respecto más allá de aquella primera mañana y había descubierto que lo disfrutaba cuando ella correspondía a su abrazo. Le gustaba la sensación de su brazo alrededor de la cintura de él. Le gustaba la forma en que metía la cabeza debajo de su barbilla y presionaba la nariz contra su cuello.

Incluso ignorando su atracción física por ella, durante la última semana, Naruto había pasado más tiempo con Hinata que con nadie más de su vida, con la posible excepción del Equipo 7. Siempre estaba allí. No de una forma desagradable y merodeadora, sino en un sentido silencioso y reconfortante, reafirmándole que cuando algo no cuadraba, podía mirar hacia ella por encima del hombro y recibir una explicación. Naruto había desarrollado la costumbre de desmenuzar todo lo que decía Hinata, buscando pistas sobre su relación. Había descubierto que estaba perfectamente cómodo con preguntarle cualquier cosa, incluso con hacerle preguntas verdaderamente tontas, y el habitual miedo al rechazo o a que lo llamara idiota no estaba allí. Hinata nunca lo degradaría así y Naruto disfrutaba sinceramente de hablar con ella.

Mientras se había estado escondiendo en el apartamento, intentando evitar a todos y a todo, Naruto había pasado el tiempo hablando y había descubierto que Hinata era una oyente increíble. Podía hablar de cualquier cosa con ella y descubrió que le había volcado la mayor parte de su alma antes de darse cuenta de que estaba hablando de cosas de las que nunca le había hablado ni a Kurama. En retrospectiva, se imaginaba que probablemente ya había oído todo lo que tenía que decir, tras cuatro años de matrimonio, pero para él esto era todo nuevo y ser capaz de simplemente hablar era una liberación increíble. El hecho de que lo escuchara activamente con férrea paciencia no era nada menos que increíble. Más extraño aún, a Naruto le gustaba escucharla hablar. Hablaba clara y sucintamente, escogiendo bien sus palabras antes de usarlas. Tenía opiniones categóricas y conseguía expresarlas sin degradar las opiniones del otro. Se había pasado horas y horas durante la última semana simplemente haciéndole preguntas sobre lo que pensaba de cosas y absorbiendo sus respuestas. El sonido de su suave voz podía calmarlo en un instante.

Desde un punto de vista lógico, la pasada semana había sido la más extraña de su vida. Estaba viviendo en una casa con Hinata Hyuga, aferrándose a hilos de una vida que no podía recordar sin importar cuánto lo hubiese intentado, ¡y era raro! Pero ese solo era su lado lógico, y Naruto nunca había estado controlado por su lado lógico. Era un hombre conducido por sus emociones. Llevaba el corazón en la mano y no tenía problema alguno con dejar que la gente supiera cómo se sentía.

Sabía lo que le estaban diciendo sus emociones. Aunque no recordaba esta vida, había sido feliz aquí, a pesar de las preocupaciones de Hinata. E, incluso sin sus recuerdos, Naruto era feliz ahora. Le gustaba tener a otras personas en su hogar. Le gustaba oír a Jiraiya reírse y chocar contra cosas y hacer más ruido del que nadie debería hacer nunca. Le gustaba la silenciosa presencia de Hinata por toda la casa y la sensación cálida y reconfortante que dejaba tras ella. Era natural.

Le gustaba Hinata.

No era lo bastante ingenuo como para creer que la amara. Hasta donde podía comprender, Naruto la había amado, profundamente, pero no recordaba nada de lo que había conducido a ese amor, y sabía que lo único que podía decir ahora sobre sus sentimientos era que le gustaba. ¡Mucho! Sin duda podía imaginarse que sus sentimientos un día crecerían hasta convertirse en amor, pero todavía no estaba en ese punto. Pero algo de lo que estaba seguro en este confuso laberinto en el que se había convertido su vida era que no quería perder esa oportunidad.

Abruptamente, Naruto se dio cuenta de que había estado de pie en el cuarto de baño, a solas, durante ya un buen rato. Podía oír a Hinata en la cocina y a Jiraiya riéndose con dibujos animados en la televisión. Salió cuidadosamente a hurtadillas del baño, luego de la habitación, y fue hasta el final del pasillo. Justo cuando alcanzó el final, Jiraiya se puso en pie de repente, se lanzó directamente por encima del respaldo del sofá y en dirección a la cocina. Le dio un toque a Hinata en la pierna, pidió un vaso de agua y giró haciendo un círculo para entretenerse mientras su madre se lo servía. Cogió el vaso de su madre con ambas manos y empezó a tragar el agua ruidosamente. Hinata se rio en silencio ante las payasadas de su hijo y una mano se dejó llevar hasta su vientre. Naruto enfocó los ojos en ella y, quizás solo se lo estaba imaginando, pero creyó que podía ver una ligera curva justo entre las caderas de Hinata, justo por debajo de su por lo demás plano vientre.

Naruto observó, absorto, mientras la escena se desarrollaba entre madre e hijo. Era solo una de los cientos que había presenciado durante la última semana, pero por alguna razón, esta le pegó más fuerte que cualquiera de las otras. Tal vez era por la decisión que Hinata había expuesto ante él, el ultimátum, en realidad, pero justo en ese momento, Naruto sintió una posesividad como ninguna otra cosa que hubiera sentido nunca antes. Esta era su familia.

Hinata le había dicho que no había escogido esto, pero así había sido. Esta vida existía porque había escogido casarse con ella. Había ayudado a crear a aquel magnífico pequeño que estaba de pie delante de ella. Él era la razón por la que estaba embarazada ahora, ¡y maldito fuera si iba a dejar que se enfrentara a eso sola, con o sin amnesia!

Antes de que pudiera contenerse, esa posesividad lo impulsó a actuar, y Naruto había cruzado la distancia desde el final del pasillo hasta Hinata antes de que se diera cuenta de que se estaba moviendo. Levantó la mirada hacia él, sorprendida, mientras un brazo le rodeaba la cintura, atrayéndola hacia él, y una mano se deslizaba por su nuca. En un instante, Naruto reaccionó ante los sentimientos que llevaban días empujándolo y sus labios estuvieron sobre los de ella, y quiso que este momento no acabase nunca.

La reacción de Hinata fue instantánea. Sus manos volaron a su rostro, sosteniéndolo contra ella, enredando los dedos entre su pelo mientras inhalaba bruscamente y su lengua se deslizaba expertamente en su boca. Su pulgar frotó contra un lugar justo por encima de su nuez y apartó todo pensamiento de su mente.

Naruto no era alguien que tuviera experiencia besando. Hasta ese día, negaba todo aquel episodio con Sasuke. Hinata, por otro lado, obviamente sabía lo que estaba haciendo. Su lengua sobre la de él era la mejor sensación que había experimentado nunca, más allá de cualquier cosa que pudiera haber imaginado y, de nuevo, su cuerpo tomó el control, recordando cosas que su cerebro no podía. Justo cuando Naruto empezaba a tomar una parte más activa en el beso, lo distrajo un fuerte tirón en el dobladillo de su camiseta y Hinata se apartó, mirando hacia abajo.

Jiraiya los estaba fulminando con la mirada, sus dedos diminutos estaban cerrados en puño en el dobladillo de la camiseta de Naruto, y sostenía su vaso de agua vacío en alto en dirección a ellos.

—¡Yo estaba aquí primero, papá! Para de besar a mamá. —Naruto sintió que sus cejas ascendían hacia la línea de su pelo tanto por la sorpresa como con diversión ante la irritación de Jiraiya.

—Perdona, ranita —dijo Hinata en voz baja mientras cogía el vaso de Jiraiya y lo ponía en la encimera. Estaba intentando esconderse detrás de su flequillo, pero Naruto captó el brillo de un sonrojo encima del puente de su nariz.

El niño puso los ojos en blanco mientras miraba a sus padres y luego se dio la vuelta para volver al salón con sus dibujos animados.

—Sois asquerosos.

Naruto se rio hasta que sintió que Hinata intentaba poner un poco de espacio entre ellos. Volvió a mirarla y vio aquel ligero sonrojo espolvoreando el puente de su nariz mientras empujaba suavemente contra su pecho. No tenía ninguna intención de soltarla y apretó los brazos alrededor de su cintura.

—¿Qué pasa? —preguntó, confuso ante su comportamiento.

Hinata enterró un dedo expertamente en una parte de su costado que con anterioridad no había sido consciente de que le hacía cosquillas y se apartó de un salto de ella.

—¿Qué fue eso? —preguntó con incertidumbre.

Naruto sintió que se le acaloraban las orejas mientras se rascaba la nuca con timidez. Se dio cuenta de repente de que acababa de besar a Hinata. Puede que legalmente fuera su esposa, pero aparte de sus acuerdos para dormir, cualquier intimidad o familiaridad entre ellos había sido un poco forzada, cuando menos.

—Perdón —le dijo—. No pretendía asaltarte de esa manera. —El sonrojo de la nariz de Hinata se oscureció, se esparció por todo su rostro y se mordió el labio con timidez, bajando los ojos para mirarse los dedos de los pies. A Naruto le frustraba que no pudiera saber en qué estaba pensando cuando ella evidentemente conocía tan bien el cuerpo y las emociones de él—. Solo… —No sabía qué decir, cómo explicar esta nueva posesividad que sentía hacia ella. Le preocupaba que estuviera molesta con él, pensando que estaba jugando con sus sentimientos o algo así.

—No estoy enfadada —dijo en voz baja, sus ojos todavía examinaban los dedos de sus pies—. Solo estaba sorprendida… Y no sé qué significa esto.

Eso era algo a lo que podía responder.

—Significa que no me voy a ninguna parte. —Levantó sus enormes y hermosos ojos hacia él desde debajo del flequillo, leyendo su rostro—. No recuerdo cómo terminé aquí y todavía no sé muy bien qué está pasando, pero sé que era feliz. No quiero perder eso por un estúpido accidente. Sé que la abuela dijo que era posible que nunca recuperase la memoria y sé que no va a ser fácil, pero quiero ser tan feliz como lo soy en todas esas fotos. Y Jiraiya y tú estáis en todas ellas.

—¿Y qué hacemos ahora? —preguntó Hinata, relajando los hombros un poco.

Naruto le dirigió una sonrisa torcida y volvió a atraerla entre sus brazos, disfrutando de la sensación de ella presionada contra él.

—Seguimos hacia delante. No te rindas conmigo. —Apoyó la frente cómodamente contra la de Hinata y los brazos de ella le rodearon los hombros. Antes de que pudiera reaccionar, le había vuelto a dar un pequeño beso en los labios.

Se la quedó mirando un poco sorprendido mientras una sonrisa bobalicona se extendía por sus labios y Hinata agachó la cabeza con un brillante sonrojo de nuevo en sus mejillas.

—Perdón —masculló en voz baja—. Es que estoy acostumbrada a darte besos. Te prometo que no voy por ahí repartiéndolos. —Él se rio silenciosamente y ella levantó la mirada hacia él, con un frunce en el rostro todavía coloreado por su sonrojo—. ¡Difícilmente es culpa mía! —se defendió—. Has sido completamente incapaz de apartar las manos de mí durante los últimos cuatro años. Es solo una reacción besarte cuando estás tan cerca. No puedo evitarlo.

La risita de Naruto creció hasta convertirse en una carcajada en toda regla y tiró de Hinata con fuerza contra su pecho.

—¿Por eso me besaste tan minuciosamente la primera vez? —bromeó y volvió a reírse cuando ella volvió a agachar la cabeza. Se la volvió a levantar con un empujoncito de su nariz, sin querer apartar las manos de su cintura y dijo—: Nunca me oirás quejarme de que una chica linda, que resulta ser mi esposa, me bese. —Volvió a reírse cuando su sonrojo se volvió aún más fuerte. Decidiendo darle un respiro, Naruto cambió de tema—. Entonces ¿quién sabe lo de este bebé?

—La señora Tsunade, Sakura y mi padre. He estado intentando que no se difunda hasta que tú y yo tomásemos una decisión. Ni siquiera estoy segura de si mi hermana lo sabe todavía —dijo, mordiéndose el labio inferior mientras pensaba.

—¿Cuándo sales de cuentas? —A pesar de lo fuera de lugar que se sentía, la emoción estaba empezando a acumularse dentro de él. No recordaba el primer embarazo de Hinata ni el nacimiento de Jiraiya, y esto era todo nuevo y sorprendente, pero Naruto sencillamente se sentía atolondrado.

—Estoy de unas once semanas, así que nos quedan unas veintisiete más. —Hinata se rio ante la mirada de ligera confusión que le dirigió Naruto y dijo—: Nos quedan más o menos seis o siete meses. Sakura me puso la fecha para el 28 de septiembre. ¿Naruto?

¡Tuvo que recordarse cómo respirar! ¡Iba a ser padre! En algún lugar al fondo de su mente se recordó que ya era padre, y Jiraiya había tenido a Naruto muy rápidamente comiendo de su mano, pero, una vez más, saberlo y estar de verdad ahí para verlo ocurrir desde el principio eran dos cosas muy diferentes.

—¿Podemos empezar a contárselo a la gente? —preguntó con impaciencia. De algún modo, de repente parecía vital que anunciara a todo el mundo que Hinata estaba embarazada de su hijo. Naruto intentó no dejar que la embriagadora ola de primitivo orgullo masculino se le subiera a la cabeza. Hinata se rio un poco ante su emoción casi infantil, pero asintió. Naruto cacareó y arrastró a Hinata hasta el salón.

Jiraiya había regresado a sus dibujos animados, pero levantó la mirada hacia su padre, pareciendo inequívocamente sobresaltado ante su arrebato. Naruto lo levantó del sofá y lo puso en sus brazos, una carcajada de deleite se escapó de él.

—¿Sabes qué, ranita? —animó Naruto, sujetando al niño contra su pecho con un brazo y rodeando los hombros de Hinata con el otro para mantenerla cerca. Su cuerpo canturreó cuando el brazo de ella le rodeó con fuerza la cintura. No pudo contenerse el tiempo suficiente para que el desconcertado niño respondiese y anunció emocionado—: ¡Vas a ser hermano mayor!

Jiraiya ladeó su cabecita rubia, sopesando esta revelación. Miró a su madre, que estaba sonriendo a su lado, y le devolvió la sonrisa.

—¿Qué es un hermano mayor?

Hinata se rio y lo explicó.

—¿Recuerdas que te expliqué que Hanabi es tu tía porque es mi hermana? —Jiraiya asintió—. ¿Y recuerdas que te conté que es mi hermana porque tenemos la misma madre y el mismo padre? —De nuevo, Jiraiya movió la cabecita arriba y abajo—. Bueno, voy a tener otro bebé, como te tuve a ti, y ese bebé va a ser tu hermano pequeño o tu hermana pequeña, como lo es Hanabi para mí.

Los ojos azules de Jiraiya se iluminaron y empezó a dar saltitos y a retorcerse emocionado en brazos de Naruto.

—¿Por eso vais a ir hoy al hos-pi-tal? ¿Para traerme un bebé? —Naruto se rio, pero negó con la cabeza.

—No, lo siento, ranita, pero vas a tener que esperar un tiempo antes de convertirte en hermano mayor. Tener un bebé nuevo lleva mucho tiempo. Mamá y yo vamos a ir al hospital para ver si la señora Tsunade puede ayudarme a que me encuentre mejor. —La cara emocionada de Jiraiya se tornó solemne y colocó sus manitas en las mejillas de Naruto, el azul encontró el azul.

—¿Vas a ponerte mejor alguna vez, papá? —preguntó en voz baja, casi asustado.

Conmovido ante la preocupación del niño por él, Naruto abrazó a Jiraiya contra su pecho con fuerza y asintió.

—Sí, amigo, acabaré poniéndome bien. Simplemente no sabemos cuánto tiempo va a llevar. Pero no te preocupes. —Naruto no pudo apartar los ojos del rostro de Hinata—. No me voy a ninguna parte.

La sonrisa de Hinata luchó contra la preocupación de sus ojos, pero Naruto creía que su sonrisa era sincera. Había dicho que se quedaría y ella sabía muy bien que nunca retiraba sus palabras.

—Hablando del hospital, te vamos a llevar para que juegues con Hanabi y el abuelo. Será mejor que te llevemos allí si queremos llegar a tiempo.