Nada de Katekyo Hitman Reborn o Harry Potter me pertenece, solo la historia y uno que otro agregado que aparecerán más adelante en la historia.
Overconfidence Effect
Capítulo 2 - Hayato
-...guntarte, ¿qué te llevó a ayudarme? - No había una razón particular a eso. - Si no te molesta. - Hmm, buen intento.
Ser frío y cortante no le había traído más que angustia y problemas. Mayormente angustia. Los problemas siempre vienen sin importar que.
- ¿Hubieras preferido que te dejara a tu suerte? - Por una vez no había salido con las tablas en la cabeza, y más bien… - Era demasiado obvio que tomaste una decisión prematura. - Tal y como él hace años. Y él lo hizo doble, para variar.
Seguir adelante gracias a la firme creencia de que debía de haber alguien, aunque fuera solo uno, de buen corazón que fuera amable y amistoso. Una fantasía, vivía por una fantasía. Una fantasía que no tendría ninguna oportunidad de darse si cortaba todo de tajo.
- No podía seguir allí. - Fue una admisión en voz baja, sin sonrisa, sin nada más que seriedad, que resonó en su propia alma.
- Sigue siendo una decisión precipitada. - ¿Y no era hipócrita de él cuando había hecho exactamente lo mismo?, ¿y dos veces?
Todo lo que la fantasía le había traído era una tóxica ansiedad, golpe tras golpe, nada más nada menos. Y aun así seguía aferrándose a un cuento de hadas.
- Mañana voy a ir a ver que consigo cerca de la zona del parque. No me molesta cuidar perros. - Bufo por lo bajo, sacó otro cigarro y lo encendió.
Este idiota no era malo, pero tampoco era lo que llamaria alguien amistoso. No necesitaba más que verlo a los ojos para ver la oscuridad de alguien que no creía ni un poquito en otros. Casi no sonreía, y cuando lo hacía parecía más un hábito que otra cosa. Seguía siendo una compañía decente, y aunque se llevaban más o menos bien, no tenía duda de que a la larga cada uno iría por su propio camino. Tan pronto se presentara una oportunidad mejor.
- Por suerte yo si tengo algo. - Fortuna, suerte, como quieran llamarlo. Le daba igual. - Estaré todo el día afuera. - Lo más cercano a decir "no me esperes".
Un suave sonido de que fue escuchado, y eso fue todo. No hubo más conversación que darse las buenas noches cuando cada quien fue a su lugar de descanso.
En su cama, agarró su camisa con una mano y no por primera vez maldijo el hecho de que no hubiera agua en ese apartamento. Un baño, la posibilidad de lavar ropa cuando quisiera, incluso solo para cocinar sería maravilloso, pero no. El propietario no deseaba invertir en nada en este lugar, no iba a reparar nada ni darle mantenimiento.
Tan pronto pudiera se estaba mudando. Así de simple.
•°•°•°•°•°•
- Tsk. - Cuando le dijo a Takeshi que estaría fuera todo el día, no creyó que sería cierto. - Correr no va a salvarte. - Estaba super irritado, no podía ser que un insecto pudiera escurrirse por cada ranura posible…
- ¡P-Piedad!, ¡por favor! - Si no era él sería alguien más.
- Trabajo es trabajo. - Si quería haberse evitado esto, no debió de haber molestado a esta gente que lo quería muerto.
Hacer este tipo de trabajos no era lo que más le gustaba hacer, pero como dijo antes trabajo era trabajo y no se pondría quisquilloso cuando no tenía muchas opciones. Siempre y cuando lo viera posible sin muchas consecuencias a su persona, era aceptable. Si tan solo pudiera limpiar todo el polvo, el sucio y la sangre, sería maravilloso. Andar en estas pintas era una horrible idea, por eso tenía un par de ideas que, para su fortuna, aún funcionaban.
- Falta. - ¿Por qué no le sorprendía? - Esto es solo la mitad de lo que me prometieron. - No era la primera vez ni la última vez que le hacían esto. Era un fastidio en muchos aspectos.
- Eso es todo lo que vas a tener. Tomalo o dejalo. - Frunció el ceño al ser ignorado de tal modo.
En otros tiempos se hubiera enojado, hubiera hecho un desastre, hubiera atacado. ¿Ahora?
- Ok. - No valía la pena su tiempo. - No vuelvan a buscarme. - Se marchó antes de que algo pudiera ocurrir. No es como si le estuvieran dando más atención que para reírse de él, pero mejor evitar.
No era conveniente buscar peleas innecesarias. La dinamita no era barata, ¿y desperdiciarla en idiotas?
- Ojalá tenga mejor suerte. - Cuidar perros no era tan difícil, pero la paga no era tan buena. Algo era algo.
Aquí iba a gastar un cuarto de lo que acababa de ganar en solo lavar-clank.
- La puta que te-Oe, ¿estás muerto?
Lo que creyó que era una piedra que lo hizo tomarse el pie y maldecir en voz alta no era ninguna piedra. Era un cuerpo, un alguien. Lo tocó con un palo cercano a ver si era un cadáver o no, y recibió un quejido de molestia que solo podía significar que seguía vivo. Bien, no tendría que decidir entre fingir demencia e irse rápidamente o denunciar la situación.
- Dormir en medio de la calle no es muy recomendado, ¿lo sabías? - Otro quejido que sonaba sospechosamente a que lo dejaran en paz. Bueno, si eso era lo que quería…
- No decidí dormir en medio de la calle… - Era una queja más allá que aquí.
Cualquier comentario sarcástico que tuviera murió ante la vista que se le fue otorgada cuando la persona se levantó, algo tambaleante.
- ¿Qué hora es…? - Un horrible morado en la mitad de su rostro, algo de sangre seca bajando por su frente, y una mirada bastante nublada.
Si ignoraba la ropa, que se veía decente y sin gran daño, alguien tenía una contusión. Alguien se había desmayado. Y alguien posiblemente fue víctima de un robo o un pleito. No era su problema, no era su…
- Ven, el hospital no está lejos. - Y ellos sabrían qué hacer con una contusión mejor que-
- ¡No! - Fue empujado con fuerza y maldijo en voz alta al infeliz, solo estaba tratando de ayudar. - Estaré bien, estaré bien… - Si eso era con él o consigo mismo sólo lo sabría Dios.
Se mordio los labios en medio de informarle al imbecil que podia morirse por todo lo que le importaba, entendiendo que todo el problema era que no queria ir a un hospital y seria una mentira que su consciencia lo fuera a dejar en paz si dejaba a este idiota asi como estaba. Su habla ni siquiera era corrido o bien pronunciado, y por cómo se movía quizás tenía más que una simple contusión.
- Bien. - Eso no queria decir que estaba feliz con el infeliz idiota. - No hospitales. - No debería tener problemas de otra forma, esperaba.
Un chillido no muy varonil que resono en sus timpanos por mas tiempo del que hubiera deseado (el cual era nulo, muchas gracias), pero por lo demas arrastar al idiota era pan comido. Molesto, por las quejas y los intentos de escape y el que no caminaba en línea recta, pero pan comido aun así.
- No te muevas. - Informo al idiota una vez que lo tiro al sofa que habia sido un gran sofa alguna vez hace mucho tiempo atras. - Es una orden. - No se hacia responsable de lo que haria si el idiota resultaba ser mas idiota que Takeshi cuando queria ser gracioso y no sabia como.
Afortunadamente el chico seguía allí cuando regresó con el kit de primeros auxilios robado del vecino de la esquina (estaba seguro de que no habría problemas solo por robarle eso). Bien, al menos podía seguir instrucciones.
Tiempo después sólo podía preguntarse qué demonios le pasó por encima al chico y decidió no limitarse a eso. Parecía que un grupo completo de gente había decidido agarrarlo de piñata. Con razón no podía caminar en línea recta, más bien no sabia como camino.
¿Qué había traído a casa exactamente?
•°•°•°•°•°•
Cuando Takeshi llegó a casa y vio la nueva presencia, sintió los ojos en él inmediatamente. Correspondió la mirada y arqueo una ceja, preguntándose si de verdad Takeshi planeaba cuestionarlo cuando él había llegado aquí de la misma forma. Solo sin llegar medio muerto, pero detalles.
- Diría que es obra de Hibari si no supiera que Hibari no se afinca en víctimas que no dan buena pelea. - ¿Quién demonios era Hibari? - Las marcas tampoco concuerdan.
- ¿Hibari? - Incentivo, tratando de cambiar el rumbo de la conversación a algo más productivo.
- Ah. - Takeshi no iba a dejar el tema en paz, por lo visto. - ¿Te acuerdas del tipo del que estaba huyendo la otra vez? - ¿Cómo olvidarlo cuando se vio escondiéndose también por culpa de Takeshi?, ese chico gritaba peligro. - Ese es Hibari. - Ya le tenía nombre a la cara, suponía. - ¿Tiene nombre?
Tardo un minuto o dos en entender que Takeshi le estaba preguntando quien era el idiota durmiendo en el sofa. En su sofá, aunque técnicamente no era suyo, pero…
- Ni idea. - No era una mascota, tenía que poseer un nombre, pero no iba a molestarse con tecnicismos con Takeshi y la verdad es que nunca preguntó. - Tiene una contusión, a mi parecer, no seas brusco. - No se hacía ilusiones de que Takeshi no fuera a tumbar al otro de allí, o despertarlo.
Takeshi había reclamado ese puesto primero, pero no le dio tiempo de informarle este hecho al nuevo inquilino cuando noto que se había quedado dormido. Habían pasado horas desde eso, y por todo lo que sabía el chico no había despertado en lo absoluto.
Un largo suspiro se oyó y luego el ruido de algo siendo puesto en la mesa. Miro de reojo y sintió alivio. Esta noche no iban a-
- ¿Vas a despertarlo? - Fue la pregunta que lo detuvo de sentir alivio.
Sería lo más cortés. Debía de tener hambre también, pero dudaba que hubiera suficiente para tres y quizás no era la mejor idea despertarlo ahora.
- ¿Puede aguantar? - Señaló la bolsa.
Guardarle algo como desayuno, o cena tardía si despertaba antes, sonaba como lo más sensato.
De cualquier forma ni sabían el nombre del chico y ya había hecho su obra de caridad del día sino del todo el mes. Él no era enfermero. O doctor.
•°•°•°•°•°•
Ser despertado con el corazón en la garganta por un alboroto no era su forma ideal de despertar. Takeshi le dio una mirada conocedora desde donde estaba, su cara solo mostrando leve irritación y cansancio, como si… oh.
- Perdón… - Se oyó la voz del culpable, pero no lo veía.
Entendió perfectamente la actitud de Takeshi al ver al nuevo inquilino levantarse y casi volver a caer inmediatamente.
- No deberías estar moviéndote. - Le dio una mirada exasperada a Takeshi, quien se encogió de hombros antes de mirar a otro lado con una sonrisa falsa. Huh, por supuesto.
- Uhmm… - Se quejaba quien casi lo mata del susto por una estupidez. - Gracias por ayudarme. - Bufo por lo bajo, pero asintió de todas formas.
- Solo siéntate de una vez antes de que rompas algo. - Lo último como que eran palabras mágicas porque el chico se encogió en el sitio antes de obedecer y sentarse, culpable.
Por todo lo que sabía no había roto nada e incluso si lo hubiera hecho no había nada realmente valioso como para llorarlo.
- ¿Hambre? - No era mucho, y no tenía el mejor sabor, pero-
- ¡No! - Encogiéndose otra vez en el sitio, corrigió: - No, no hace falta, estoy bien, no se preocupe. - Era una persona bastante nerviosa, ¿eh?
No se molestó en responder a eso, no se molestó en oírlo en verdad. En todo caso, hubiera sido gracioso el chillido del chico cuando le lanzó la bolsa a sus manos sin aviso alguno. Si, de verdad estaba tratando con un idiota.
- ¿Puedo preguntarte que te paso? - Preguntar esto en lugar de darle atención a las explicaciones torpes que no se molestaría en escuchar. Si no quería comer eso ya era su decisión. - Si no supiera mejor diría que te paso un elefante por encima. - Tan pronto dijo esto, el chico se detuvo completamente.
Takeshi lo miró por un momento antes de mirar al chico, interesado ahora.
- Gracias por ayudarme, pero debo irme. - Eso fue lo que salió, perfectamente neutral.
Se encogió de hombros, y le señaló la puerta.
- Nadie te detiene. - Entendía un no cuando lo oía. Aun así era extremista, en su opinión.
Eso hubiera sido el fin de todo si el chico no se hubiera caído solo en el camino a la puerta. Nadie podía ser tan torpe, ¿verdad?
Aparentemente si.
