Hola chicos, lindo lunes n.n Los de México espero estén teniendo un lindo día festivo y los demás un precioso inicio de semana y de mes n.n Hoy les dejo un capítulo que en lo personal, lo escribí en un momento de tristeza y no tarde en revisarlo o hacerle correcciones, por lo que puede que sea algo corto y repetitivo, pero lo escribí en esos momentos de inspiración... Espero les guste n.n


Karma

"Amarás a quien no te ama, por no haber amado a quien te amo"

El viento golpea lentamente la ventana de mi habitación, la luna refleja las sobras de las ramas que se agitan al vaivén del aire, creando tenebrosas sombras en la pared paralela del paisaje... El eco de los aullidos de las praderas se filtra solemnemente, en un macabro escenario visto en algún filme que Misty me obliga a ver. Mi cabeza se siente pesada, los escalofríos recorren mi cuerpo, el aire eriza mi piel y las lágrimas inundan mis ojos... No debería ver esto, no debería estar de pie con el rostro pegado en el ventanal... No debería dejar que la imagen desarrollada en lo profundo del jardín me mate lentamente... No me debería molestar y entristecer que Misty y Gary disfruten de su amor.

Pero lo hace, lo hace como nada lo había hecho jamás en la vida; me lastima, me hiere en un sentir frágil, callado, de esos que se esconden y que sólo surgen en la fortaleza de la soledad. Y me enoja saber que esto está pasando por mi estúpida culpa... Por no haber amado a Misty cuando era el momento de amarla, cuando ambos nos encontrábamos en la sintonía perfecta para ser lo que hoy deseo que seamos, cuando estaba ciego y creí aceptar amar a alguien más... Cuando no entendía el concepto de la Tercera Ley de Newton, o, sencillamente del Karma.

Ellos no me ven, no ven nada de lo que sucede a su alrededor... Misty está ahí, afuera, sin ser consciente de que me di cuenta como se escabulló por la oscuridad de la casa, sin hacer ruido alguno, con prisa, con miedo a ser descubierta... Y Gary no sabe que gracias a las montañas de papeles que hay en mi escritorio, no he podido despegarme de él, por lo que he sido testigo de su viaje secreto, de sus miradas al reverso para ver si su abuelo no se fijaba en su ausencia, de los minutos sin hacer movimiento alguno, aguardando la llegada de esa chica que yo le presente. Ellos platican alegremente sin tener idea que eso que tanto desean ocultar, en una sola hora, yo lo descubrí.

Y no puedo, por más que intentó no puedo dejar mirar, de torturarme con la realidad de la vida, con el hecho de confirmar algo que yo creía saber, porque yo fui quien lo motivo... Porque gracias a mi estúpida negación, a mi irreverente comportamiento, a mi irreconocible manera de actuar, empuje a Misty a buscar alguien que la llenará, que la amará como yo no creí hacerlo, como no sabía que lo hacía. Fue mi boca, ya hace meses atrás quien le murmuraba al oído lo bella que era y lo amargada que se estaba volviendo, fueron mis palabras que le recalcaban debía encontrar alguien con quien pudiera compartir sus logros, a pesar de que ella juraba no necesitar a nadie para ser feliz... Fue mi ceguera quien la arrastró a buscarse un nuevo mejor amigo, del que ahora se ha enamorado.

Y no es de extrañarse, no sé porque lo hago, es decir, mis amigos me habían prevenido, me habían dicho que me preparada a cualquier cosa que pudiera pasar en mi ausencia, en mi búsqueda lejos de casa, en el tiempo que la deje junto a él, mientras yo viajaba con alguien más. Ahora, observándolos, recuerdo aquel día en que después de tantos meses por Kalos llegue a casa de la mano con Serena, diciendo a los cuatro vientos que ella era mi novia, impresionando a todos, y hoy sé que matándola a ella, ya que presiento Misty se sintió de la misma que manera que yo en este instante. A pesar de eso, nos felicitó por nuestra relación y nos apoyó como nadie más lo hizo, dándonos consejos y sonriendo cada vez que quería llorar.

Puedo decir que jamás me di cuenta de eso, porque los meses que Serena y yo nos mantuvimos en Kanto todo continuo como sería una vida perfecta, ella y yo salíamos, y Misty se quedaba en casa, ayudando a mi madre como lo hacía en mis ausencias, sin embargo, yo empecé a percatarme de su tristeza hasta las fechas donde mi nuevo viaje se aproximaba, atribuyéndolo a un extremo cansancio, a falta de diversión en sus venas, en las cuales a mi parecer sólo había el inmenso estrés que le provocaba el gimnasio. Así que una noche, una semana antes de recorrer otra región, Serena y yo decidimos ir al cine, invitando a Misty, quien en un principio se negó a causa de no hacer un mal tercio, pero antes de que nos marcháramos, Gary ingresó a mi casa, quejándose del trabajo acumulado en el laboratorio, hecho que hizo en mi mente miles de foquitos se encendieran, proponiendo una cita doble.

Ambos aceptaron con cierta dificultad, mas, una vez ahí, los cuatro nos divertimos como niños, como hacía mucho no lo hacíamos, y en ese momento, yo recibí el primer indicio de que algo estaba mal en mí y en mi relación, puesto que cuando salía solo con Serena, no la pasaba tan bien como lo hice con mi amiga. No me di cuenta de eso por mucho tiempo, cuando ya me encontraba en una diferente región y cada vez que hablaba con Misty, me contaba como prosperaba esa amistad que yo forcé, que hice surgiera de un día para otro a pesar de que ya se conocían, platicas que irritaban mis sentidos y me hacían bufar en la oscuridad de mi habitación. Sin embargo, en esos días no pensaban que fueran celos o dolor, es más, siempre considere que se debía a lo terrible que se había tornado mi relación.

Al final, las cosas entre Serena y yo se enfriaron a tal punto, que cada uno siguió su camino, perdiéndonos en la ignorancia de la vida que había tomado el otro; Misty, fue la primera en enterarse y de nueva cuenta, ella fue mi mayor apoyo, uno que empezó a ser limitado, pues raramente la encontraba en casa, por alguna u otra razón cada vez que le marcaba ella estaba fuera, con Gary… En un principio me alegraba saber que el gimnasio ya no absorbía su tiempo como en su momento lo hizo, pero me enfurecía el hecho, que no estuviera ahí como toda la vida lo había hecho, por muy egoísta que sonara; realmente su amistad con Gary me irritaba, no comprendiendo que eran celos, hasta mi regreso a Kanto.

Eso fue hace unos días, llevándome una gran sorpresa al verla aquí, no le había avisado que regresaba, aumentándola con el hecho de que ella no estaba aquí por mí, algo que deje pasar por el simple hecho de verla. Pero todo se complicó, ya que yo en verdad deseaba pasar el mayor tiempo posible con ella, mas, ella estaba ocupada todos los días, trabajando en el laboratorio; cosa que hizo mi mente comenzara a sospechar que algo pasaba, algo que en mis llamadas no me había percatado. Y lo que veo a través de mi ventana confirma todo aquello que dude. Si son celos, si es desesperación, si quisiera gritar a Gary que aleje las manos de mi amiga… Si me enamore de esa amiga, siempre lo estuve… Aunque yo dijera era solo una amiga.

El karma hoy puede darse por servido en su labor, porque hace tiempo Misty estaba enamorada de mí, yo estaba enamorado de Serena… Y hoy, ya puedo confirmar que jamás estuve enamorado de Serena, que siempre ame a Misty, sólo que tarde demasiado en abrir los ojos, porque ella, ya no está enamorada de mí… Ella ama a alguien más, a alguien que en un momento fue mi rival y hoy es mi amigo, por más que quiera poder odiar… Se enamoró de Gary… Siendo yo, indirectamente, su estúpido Cupido… Alguien que no dirá nada de lo que pasa entre los árboles, que se quedara callado y que los dejara disfrutar de ese sentimiento que en mi confusión creé… Un amor.


Un pequeño bonus en compensación de lo corto de la historia... Espero lo disfruten!

Kimono

Acomodo el mechón de cabello que desencajaba en su perfecto peinado, atorándolo con un pequeño pasador, suspirando al verse libre de él. Volvió a mirarse en el espejo, sonriendo con el reflejo que le ofrecía, su cabello por fin denotaba la perfección que había estado buscando, sus ojos lucían radiantes, coloreados con distintos tonos cafés y sus labios creaban un perfecto contraste con el elegante labial rojo que tanto le había costado conseguir; con sumo cuidado, colocó en cada oreja un pequeño pendiente, con lo que concluía su esmero y dedicación para lucir como la ocasión lo requería.

Suspiró nerviosa, consciente que el reloj le informaba era momento de bajar, con cuidado tomó el pequeño abanico que dejó en la mesa y que completaba su arreglo. Salió de la habitación, calzando aquellos incomodos zapatos de madera, con lo que tropezaba en cada instante, y que sin embargo, en ese momento no le molestaban, con tal de cumplir la tradición; el elevador tardó unos segundos en llegar a donde ella le esperaba, causándole un sumo estrés por saberse limitada de tiempo, por lo que subió a prisa, deseando el elevador viajara a la velocidad de la luz, sintiendo los minutos que tardó en bajar, eternos.

Al salir de su trayecto, un aire cálido golpeó su rostro, forzándola a voltear el rostro para que el aire no hiciera llorar sus brillantes ojos; la noche era iluminada por el reflejo de la luna en el mar y las estrellas tiritaban incesantemente, felices de no tener alguna nube a su alrededor, recreando el escenario perfecto, uno que hacía en el corazón de ella, se mantuviera la esperanza y el deseo que esa noche jamás acabara. Caminó durante unos minutos por los jardines del hotel, sintiendo la atracción que ejercía su felicidad en los ojos de los demás, mas no le importó, no le importó que todo mundo la viera con esa extraña y antigua vestimenta, no mientras sus sueños se conectaran con ella, mientras esa prenda representara la mayor emoción de su existencia.

Inesperadamente, detuvo sus pasos, observando al cielo, implorando al destino lo que estaba viviendo no fuera un simple sueño, y que si así fuera, no se convirtiera en alguna pesadilla, que no acabara con el simple hecho de despertar. Tomó aire llenando sus pulmones, abanicando su rostro, que lentamente se llenaba del calor del ambiente, continuando su camino, el cual sólo era cuestión de tiempo para finalizar. La puerta que anunciaba el fin de su andar, se configuro como un muro en el desierto, como ese oasis al que deseas llegar rogando no fuera una ilusión producida por la emoción; dos hombres la observaron nerviosa y con una sonrisa, le ofrecieron la tranquilidad que buscaba, abriéndole la puerta para ingresar a ese lugar que cambiaría el rumbo de su vida.

Entró y ahí estaba el, distraído con un objeto en sus manos, cuya distracción desapareció al verla ahí, de pie frente a él, con la mano ocupada por un abanico. El verla ahí, tan bella, tan hermosa, causó que sus movimientos se congelaran en el espacio, que su cuerpo no supiera reaccionar, hasta que su rostro iluminó la estancia con una sonrisa que a ella le llegó en el alma, que se levantara para ofrecerle su mano y caminar hacia el centro de la pista, como alguna vez lo hicieron, en sus viajes… En el pico de la doncella. Sólo que a pesar de lo similar de la situación, era muy diferente, porque ya no eran amigos, porque no iban a bailar… Porque se encaminaban a crear una vida juntos, que por Arceus, nadie lograría arruinar… Porque está vez el kimono de ella no era rosa… Era blanco, un tan hermoso blanco, como el de la luna, como el de las perlas… Como el que usa una mujer, el día de su boda… Porque Ash y Misty, se estaban casando.


¡Gracias a todos por leer!