Hoy no tengo mucho que decir, espero este nuevo one-shot les guste n.n Bonito día! (Esta vez no tarde demasiado :P)
Lágrimas
El frío del piso se cuela por mis huesos, causando sufra un serie de ligeros espasmos que se mezclan con los que surgen del pánico que me invade, el espacio a mi alrededor se observa limitado pues con un solo girar, mi periferia alcanza a mirar las cuatro paredes que me rodean. Mis rodillas se encuentran aprisionadas entre mis brazos y mi pecho, mientras mi rostro se oculta en ellas, dejando que las saladas lágrimas que expulsan mis ojos caigan sobre la cómoda tela del holgado pans que visto. Discretamente volteo, viendo la pantalla de mi teléfono, quien anuncia solo falta un minuto para conocer mi futuro.
Cansada de mi incómoda posición, dejo caer mi cabeza hacia atrás, encontrando el frío muro en que descansa mi espalda. Las lágrimas que fluyen sin reparo alguno sobre mis mejillas, empiezan a mermar, a dejar de brotar con frecuencia, a ocultarse... A esperar un minuto, en el que comprenderán la razón de su existencia. Mi respiración es errática, mi manos tiemblan en pequeñas convulsiones y mi mente reacciona negativamente ante mi estado de ansiedad, llevándome a recordar el motivo por el que me encuentro así, a visualizar que tanto cambió mi pasado y que tanto afectará en mi futuro.
Todo comenzó un sábado por la tarde, cinco meses atrás, me encontraba sentada en el sofá, cambiando los canales de la tele sin encontrar nada que llamara mi atención, preocupada por los alarmantes síntomas a los que se sometía mi cuerpo, clara señal de un pronto resfriado. El reloj avanzaba con lentitud y la casa se encontraba en completo silencio, el cual desapareció al momento en que mi hermana bajó, regañándome por no estar preparada para una fiesta a la que sinceramente no deseaba ir; su voz se sintió como un martillo en mi cabeza, de esos que no detienen su golpear hasta conseguir su objetivo, con pereza me levante de mi asiento, furiosa por haber caído en sus chantajes y me dirigí a ponerme algo más decente que mis típicos shorts.
Salimos de mi casa en dirección a esa fiesta que con sólo pensarla aumentaba mi mal humor y dolor de cabeza, a la cual llegamos en escasa una hora; me baje del auto y entre a la casa fingiendo simpatía, saludando a todos los presentes, sintiéndome extraña en un ambiente de camarería donde yo ya no tenía participación, sentándome en una mesa en el fondo, con mi presencia pasando desapercibida y mi enfermedad mermando mis instintos. Las horas pasaban y la gente iba y venía, pocos fueron aquellos los que se acercaron a entablar una conversación conmigo y muchas mis ganas por retirarme; era ese tipo de fiestas donde las apariencias son más importantes que el verdadero gusto por estar y yo, no mantenía ni lo uno ni lo otro.
La tarde empezaba a terminar, cuando decidida busque a mi hermana con la mirada para informarle mi próxima retirada, cosa que nunca sucedió, puesto que mis manos comenzaron a sudar como no lo habían hecho en años, mi respiración se volvió errática y mi corazón latía a una velocidad impresionante… Él entró por la puerta y todos nuestros momentos juntos me atacaron de golpe, haciendo cayera en un ataque de pánico y ansiedad, que me gritara huyera antes de que se fijara en mi presencia, que mis ojos se inundaran de lágrimas que no llegaron a salir. Tome asiento de nuevo, hundiéndome en las profundidades de la silla, callada, contando los meses en que no lo había visto, veinticuatro, dos años para ser exacta, desde aquella vez que nuestra relación terminó.
Mi mirada se dirigía al piso, por lo que no me di cuenta en que momento su madre se sentó a mi lado, comenzando una plática que aliviano mis temores y me hizo borrar de mi mente aquella idea de retirarme, causando felicidad en mi ser, al ver que a pesar de lo que pasó con él, ella conservaba su amabilidad y buenas palabras a mi persona, demostrando preocupación ante mi estado de salud y escuchando todo lo que los demás no quisieron oír. Así platicando con ella, llegó la noche y las horas contaban para traer a la madrugada consigo, invocando el momento en que las despedidas comenzaban a sobrar, donde todos se retiraban dando abrazos y deseos de volver a verse… Salí de la casa, fatigada de tantas sonrisas apenadas en mi dirección y tantos murmullos generados por el reencuentro que ninguna palabra expresó.
Para mí sorpresa, él estaba ahí contemplando la negrura de las montañas, gire mi cuerpo para regresar mis pasos, hasta que habló, saludándome, haciendo un comentario gracioso sobre nuestra presencia dentro de ese lugar, igualando a piezas de arte en un museo, todos observando, esperando algo pase… Fue realmente agradable volver a conversar con él, darme cuenta en todo aquello que nos parecíamos, sorprendiéndome de los pocos cambios de personalidad que tuvimos en el tiempo transcurrido… Me descubrió sonriéndole como alguna vez lo hice, pero el tiempo era limitado y los malentendidos demasiados, por lo que me despedí creyendo que no lo volvería a ver, que nuestro reencuentros se quedaría en una noche donde las palabras surgieron en sólo quince minutos… No fue así.
Al encaminar mis pasos de regresó con mi hermana, sostuvo mi mano, deteniéndome para pedir mi número telefónico, ese que era privado y sólo yo tenía derecho a contestar, se lo di, no creí que fuera algo malo, porque al final de cuentas fue mi amigo antes de considerarlo mi primer gran amor, y si he de ser sincera, considere que mi número quedaría registrado como un contacto más… Nuevamente me equivoque. El lunes todo cambio, yo salía de la piscina cuando mi celular sonó, registrando un número desconocido, que al contestar tuvo su nombre en mi lista de contactos; su voz, su risa, todo eso me mando flotando a los momentos maravillosos que pasamos juntos, arrastrándome a aceptar una pequeña salida al cine el viernes, la primera de varias.
Sin embargo, esas salidas estaban mal, yo estaba mal al aceptarlas, no por el hecho de salir, sino por lo que se comentaba a nuestro alrededor, ya que aquella vez, en el cine, él me comento que había alguien más en su vida, que ya llevaba largo tiempo y que no pretendía hacerla a un lado; y los periódicos y la televisión de regiones lejanas lo sabían. Entendí que nuestras salidas se limitarían a momentos meramente amistosos y aunque dolió, supe que lo importante era recuperar la amistad que por años mantuvimos, o al menos para mí lo era. Salimos un par de veces más, donde reíamos, platicábamos, donde parecía que el tiempo borró ese par de años sin vernos, hasta que llegó el momento en el que por más que supiera y me repitiera que no debía ser así, no tenía la fuerza ni la voluntad para dejarlo…
Una tarde, un mes después de nuestro reencuentro, nos encontrábamos sentados en el fondo de un parque, narrando nuestros sueños guajiros, de esos que sólo el tiempo sería conocedor de si alguna vez llegarían a suceder, cuando él besó mis labios de la forma en que lo hacía cuando salíamos, besó que correspondí por algunos segundos, hasta que aparte el rostro apenada, reprendiéndole por tal acción, sintiéndome mal al saber que alguien en alguna parte esperaba ansiosa su regreso, anhelando el beso que me estaba dando en esos momentos. Él sonrió con rubor en sus mejillas, pidiendo perdón por su acción, argumentando haber caído en el retroceso de la memoria y en la adrenalina que su cuerpo descarga al estar junto a mí, repitiendo el acto… Y yo sólo me deje llevar.
Después de eso, estoy consciente y sé que no debí volver a salir con él, pero, lo hice y de la peor manera que alguien pudiera haberlo hecho, porque lo que empezó con una salida de amigos, se acabó convirtiendo en visitas silenciosas, en escapes furtivos, en besos callados. Actué como esas mujeres a las siempre juzgue, instalándome en un juego donde saldría quemada, donde la única perjudicada sería yo realmente, porque él un día dejaría Kanto para regresar a lado de esa chica, a la que engañaba conmigo, en la que seguramente pensaba cuando me besaba. Fui una tonta, la adrenalina y el deseo manejaban mi cuerpo cuando estaba cerca de él, cuando recorría mi cuerpo con sus manos, cuando le permitía entrar a donde nadie había entrado. Lo peor era saber que no era amor lo que sentía el por mí y que lo que sentía yo por él, era simplemente el recuerdo de lo que un día fue y no tuvo un final.
De nueva cuenta todo cambio hace tres meses, en el preciso momento que nuestro engaño dejó de ser a través del intercambio de saliva, transformándose en caricias, donde la ropa estaba de más, en gemidos acallados y culminaciones que en minutos se convertían en despedidas. Pasó de ser besos llenos de culpa a ser sexo donde el placer era lo único de por medio, en el que no importaba la gente que lastimábamos, hasta el momento de su partida. Cada vez que terminábamos, que me empujaba al éxtasis, nuestra relación se quebraba más y más, porque sólo había palabras de aliento y cumplidos a nuestra labor, mas, los abrazos estaban vetados y las frases con cariño no existían, algo obvio pues yo era sólo era su distracción… Y dolía como el mismo infierno. Dolor que no debía existir, porque así acepte que fluyeran las cosas y no había marcha atrás.
De esa manera, pasaron dos meses más, él sólo venía, teníamos sexo y se iba… No se volvieron a repetir las salidas al cine o a comer un helado, y nuestra amistad quedó destruida en la eternidad, ya que nuestra relación sólo era física y jamás se podría profundizar. Todas las noches después de irse, lloraba lágrimas de sangre, arrepintiéndome por lo hecho, golpeándome internamente por lo pésimo de mí actuar, sobre todo porque una vez acabado el sexo, en mi mente sólo se repetía el deseo de que se marchara, de que se fuera para que yo pudiera tratar de reparar mi conciencia, algo que seguramente jamás sucederá; lloraba porque sabía que a pesar de mi firmeza al decir ésta será la última vez, sólo con oír su voz, yo volvía a él… Por saber que no era amor, que eran mis deseos por culminar aquello que hace dos años no terminó.
Hace dos semanas, finalizó nuestra prohibida cercanía, de igual forma que la primera vez, con su partida, con la diferencia que él al irse volvería a esa persona que juraba amar, pero a la que no le importaba engañar y yo me quedaría con el corazón estrujado, con la desazón de haber perdido mi dignidad, a pesar de que todo se mantuviera en un secreto que Sakura era la única en saber. Ese día ella fue a mi casa y me abrazó, en un abrazo que no había sentido en años, en ese que mi brandaba protección y amor, que me gritaba tenía que seguir adelante, olvidarlo y asegurarme de volver a creer que el amor existe; y le agradecí con la vida por no juzgarme, aunque nadie lo haría como lo hacía mi conciencia, como lo hacía yo misma.
Los días tras su partida fueron realmente difíciles, me afectaron más de lo que creí, ya que no sólo me dieron achaques emocionales, si no que mi cuerpo se sentía diferente y hasta hoy lo atribuí a la depresión que me dejó su partida. Hasta hoy, en el momento que descubrí no había tenido mi período y un pánico irracional invadió mis sentidos, obligándome a comprar una prueba de embarazo, que ahora está a mi lado, en espera a que suene mi teléfono indicando es momento de revisarla… Sonido que llega en segundos y que con miedo me obliga a mirarla, desencadenando un mar de lágrimas que no se definir si son por una inmensa alegría o una amarga decepción.
Espero les haya gustado, y cómo se habrán dado cuenta, el final queda escrito por ustedes XD La letra M no sé si tarde en llegar, pero al menos este mes he podido avanzar con dos letras, así que... Yo digo que para marzo si llegó a la m y puede que hasta la n... En fin, muchas gracias a todos!
¡Gracias por leer!
Amy: Muchas gracias por tus comentarios (sigo esperando algunos XD) Gracias n.n
SGtrinidad: Gracias, que bueno que te gusto n.n Saludos!
Andy: Gracias! Si, el karma es aquello que te hace temer de tus acciones XD jajaja pero uno sabe que responsabilidad carga XD y sí, es lindo regresar a ese lugar donde muchas cosas surgieron n.n Gracias!
