Disclaimer: Gege me ha dicho que GojoHime es canon. Y sabrá ella lo que dice y hace con su obra...
Aviso: esta historia participa en el desafío multifandom del foro Alas Negras, Palabras Negras con los prompt "cumpleaños" y "fugaz" (en negrita, este último en plural). Es un AU feliz y empalagoso que ignora el arco de Shibuya (lo que deberíamos hacer todos en aras de nuestra salud mental). Posiblemente Gojo está un poco OC, aunque podría decirse que ha madurado y esas cosas.
II
Cumpleaños feliz
Ya es noche cerrada cuando se marchan los últimos invitados. Son los chicos de Gojo ―Megumi, Yuji y Nobara― que se han quedado a ayudarles a recoger. Utahime les está muy agradecida porque su casa hace apenas una hora, con tanto desorden, parecía la escena de un robo. Nadie hubiese dicho que se celebró en ella un cumpleaños infantil.
―Sanos y salvos ―anuncia Gojo, materializándose junto a ella―. A punto de meterse en las mulliditas camas del colegio.
―Genial ―Utahime se echa sobre el sofá, completamente agotada―. Momo me ha mandado un mensaje para confirmarme que están en el hotel. Mañana volverán a Kioto.
―Te preocupas demasiado por los chicos. Les hemos enseñado bien ―Gojo se despereza a su lado―. Shoko y Mei Mei tienen mucho más peligro.
―Sí ―Utahime sonríe ante la evidencia―. No sé cómo pueden tener ganas de karaoke ahora mismo, después de estar aquí todo el día.
―Porque han estado todo el día saqueando nuestro mueble bar.
―¿Sí? ―Utahime pestañea con extrañeza. No las ha notado ni un poco achispadas, aunque es cierto que ellas siempre han aguantado el alcohol mucho mejor.
Utahime se gira para mirarlo. Aprovechando la penumbra y la tranquilidad de la casa, se ha quitado las gafas de sol y está repantigado en el sofá, tan exhausto como ella. Tiene los ojos cerrados, la boca entreabierta, y sobre la cara le caen mechones blancos desordenados. Así tal cual, parece un bendito. Nadie diría que es el hechicero más poderoso.
Y además de eso, su marido.
Al principio, al pensarlo, le recorría un escalofrío de incredulidad. Satoru Gojo, su marido. Su yo de diecinueve años se habría hecho el harakiri.
Por si fuera poco, se han convertido en los adultos responsables del grupo. Exceptuando, claro, a Nanami. Él es, como dice Ijichi, el adulto entre los adultos. Nadie puede ser más correcto y responsable que Kento Nanami, aunque últimamente Satoru y Utahime han estado haciendo méritos: tienen dos hijos, son profesores del Colegio de Hechicería y se cercioran de que todo el mundo esté a salvo.
«Las vueltas que da la vida ―se dice mientras se acurruca junto a Gojo y él pasa un brazo a su alrededor―. Y pensar que casi le rechazo por salir con ese jugador de los Tigers…»
―Venga, Satoru. Enséñame las pruebas materiales.
―¿El qué? ―Gojo frunce el ceño.
―Te he visto ―Utahime apunta un dedo acusador sobre su pecho― espiar a nuestros amigos y alumnos para pillarlos in fraganti.
Gojo se ríe y saca el móvil del bolsillo.
―No esperarías que me conformase con esas fotos de grupo tan sosas ―le dice, abriendo la galería y mostrándole lo que le interesa―. Esto sí que es material de calidad, Hime.
En la primera foto robada aparecen Yuta y Maki charlando a solas en el jardín. Utahime se fija en que ambos parecen algo avergonzados. Yuta tiene las manos en los bolsillos, Maki entrelazadas tras su espalda. La decoración está intacta y es una fotografía muy luminosa, así que debe ser del inicio de la fiesta.
―Otra.
Gojo pasa a la siguiente, una de Haku trepando sobre Panda. Utahime sonríe con ternura. Su hijo se pasó toda la tarde observando a Panda con total embeleso, quizá creyendo que se trataba de un peluche gigantesco.
La tercera es de los chicos, de todos ellos. Utahime siente un pinchacito de orgullo al verlos. Es común que los estudiantes de Tokio y de Kioto se conozcan, pero no que sean amigos. Y mucho menos que se reúnan para celebrar el primer cumpleaños de los hijos de sus maestros.
Todo cuanto les rodea es poco común, en realidad.
―Deberíamos ponerla en un marco ―propone Utahime. Gojo asiente.
Las siguientes seis fotos son una secuencia de Itadori escapando de Todo. En otra, aparece Nanami mirando directamente al objetivo, lo que significa que Gojo no pudo ser completamente discreto.
Mei y Shoko llegando con regalos en las manos. Ijichi saludando a Shoko, sonrojado. Nanami hablando con los chicos. Yaga sosteniendo a uno de sus títeres.
En las sucesivas ya aparecen las tartas, en plural, porque Gojo quería ser espléndido en ese detalle. Y porque lo dulce es su especialidad, entre otras cosas.
―Habrá tarta, ¿verdad, sensei? ―Fue la pregunta de Itadori nada más entrar por la puerta.
―Pues claro, Yuji. ―Gojo enarcó una ceja, casi ofendido por la duda.
Momo aparece en varias imágenes haciendo levitar los postres: de chocolate, fresas, de crema, con nata, con merengue, tarta helada, cheesecake y hojaldrada. También flotaron las crepes, los donuts y el mochi.
Gojo retrató a Kamo cortando y repartiendo pastel para todos. También a Miwa sirviéndose una segunda ración con cara de culpabilidad, a Shoko colocando dos velas sobre una tarta y a Inumaki cerrando los ojos y disfrutando de una porción de tres chocolates.
―Ni siquiera yo estoy a salvo ―murmura Utahime, falsamente indignada, cuando se ve echando canela a sus crepes.
En la foto número veintinueve hay verdaderas pruebas de un delito.
―Nobara tenía razón ―señala Utahime―. Mei Mei estaba haciendo trampas a las cartas.
También se fija en que Megumi nunca aparece solo, siempre con Hikari en su regazo.
―Muy pronto para que nuestra hija se interese por los chicos, ¿no crees? ―Bromea Gojo.
―Bueno ―Utahime no está preocupada, si al menos ese chico es Megumi Fushiguro.
Hay una foto muy poco favorecedora de Ijichi. Otra de Miwa enseñándole a Momo un paso de baile, o eso les parece. Nobara y Mai echando un pulso. Haku corriendo en pañales tras Panda. Inumaki sosteniendo un pañal tan lejos como le es posible. Yuta consiguiendo la atención de Hikari momentáneamente. Más pruebas delictivas: Shoko y Mei abriendo el mueble bar. Nanami uniéndose a ellas en el atraco.
Gojo consiguió una foto de Megumi, Yuji y Nobara haciéndose un selfi. Otra grupal, en la que están cantando Cumpleaños feliz. Todo haciendo llorar a los mellizos cuando intentaba poner caras graciosas. Maki y Mai sentadas juntas, mirándose de reojo. Kamo sorbiendo champán, posiblemente distribuido por Mei Mei.
Se quedan un buen rato contemplando esas pequeñas reliquias, esos momentos fugaces de felicidad. La vida de un hechicero es peligrosa, dura e incierta y, de algún modo, se las han apañado para que sus hijos cumplan un año rodeados de su familia.
Y entonces un llanto insistente y furioso les reclama.
―Es Hikari ―deduce Gojo enseguida.
Utahime asiente y se pone en pie.
―Haku empatizará con ella y llorará en veinte segundos ―vaticina―. Tendríamos que haberle dicho a Fushiguro que se quedase a dormir. Así podría encargarse de calmar a Hikari.
―Todavía mejor: los tendríamos a los dos entretenidos con el perro celestial.
Utahime y Gojo se miran con pena por esa oportunidad perdida.
