El invierno azota con violencia y sin piedad el pueblo rural Ohara situado en las montañas al norte de Kioto. Las capas de nieve cubren la superficie terrestre de altos metros blancos, y el vidrio de las ventanas quedan casi esmeriladas.
Tetsuro, con seis años, observa en silencio sentado sobre sus rodillas al lado de su padre. Frente a ellos, un Nokanshi [1] profesional prepara de forma ritual el cuerpo de su estática y pálida madre, un auténtico cadáver en descomposición continua. Tras el aseo del cuerpo fallecido en representación del primer baño de un recién nacido en el más allá, con movimientos fluidos y elegantes, el Nokanshi la viste con un kimono blanco salvaguardando su dignidad y deslizando las telas entre sí sin que una superficie de piel y desnudez se vea expuesta ante los ojos de un viviente.
La firmeza y cuidado armonioso del Nokanshi, queda patente en la mente de Tetsuro. "Es como el asombroso truco de magia de un mago" Piensa, ido en las detallistas acciones del profesional.
Las ropas de su madre quedan bien estiradas y en ningún momento se le ve ninguna parte del cuerpo. El Nokanshi entrelaza sus manos y deposita entre ellas un rosario, toma sus muñecas cicatrizadas con suavidad y, tras un movimiento de ondeo hacia el pecho, deja reposando las manos entrelazadas sobre el regazo.
Para Tetsuro el ritual es casi mágico y surreal, quizás porque su mente no da abasto tanto por procesar. Solo le queda seguir observando junto al mutismo de la habitación.
A llegado la hora del maquillaje, para el Nokanshi es el momento más delicado del ritual. A Tetsuro le sorprende que, tras algunas sencillas pinceladas gráciles, la piel de su madre vuelva a tener un tono colorado, como si aún estuviera viva.
Tras acabar el proceso del rito funerario Nokan [1], su madre fallecida es enferetrada en un ataúd de color blanco tan puro como su kimono y la palidez de su muerte.
Tetsuro se acerca aún de rodillas y deja su pequeño peluche negro de gato sobre el regazo de su madre a un lado de sus manos entrelazadas. "Perdón. Espero esta vez alguien sí te cuide".
La tarde que Tetsuro y su padre encontraron el cuerpo de su madre dormitando en la bañera en medio de un líquido carmín, el pequeño no pudo evitar cuestionarse por qué, por qué su madre había decidido abandonarlos si en la mañana bailaba y cantaba glamurosa mientras preparaba el desayuno.
"Tristeza, Tetsuro. Tenía mucha tristeza acumulada" Su padre respondió, abrazándolo a su pecho mientras esperaban a la funeraria.
"Pero… Ella reía todo el tiempo".
"Ese fue el problema. Que tu madre reía todo el tiempo, así que nadie se percató de su tristeza".
Un sacerdote llega, el velatorio termina y no hay funeral.
Su padre no deja que lo acompañe al crematorio, va solo y regresa solo, sin una urna. Tetsuro ya no tiene fuerzas para más preguntas y su padre para responderlas. Tienen los rostros lánguidos y las miradas desconectadas de la realidad y presente, perdidas en la nada.
Tetsuro recuerda haber visto un largo historial de películas junto a su madre, depresivas como su oculta tristeza. Se pregunta por qué no ha llorado hasta ahora si siempre terminaba siendo consolado por su madre quien le sonreía y limpiaba con esmero sus lágrimas y sonaba sus mocos.
Cada noche su padre lo sigue abrazando contra su pecho, y algunas madrugadas abandona la habitación para salir a fumar afuera sobre el engawa. Quizás no llora porque ahora le toca consolar a su padre, sonreírle como su madre y sonarle los mocos.
Tetsuro empuña la frazada cuando su padre vuelve a levantarse una madrugada para fumar un cigarrillo en el engawa. Promete no volver a ser ciego a la tristeza.
…
"Me dijo, 'Las noches son peligrosas hasta para un yonqui'. ¡Un Yonqui! ¡Ese raro seguro pensaba que era un chungo yonqui!" Tetsuro observa en silencio a Koutarou jalonearse los pelos blancos y negros desde las raíces.
"Yonqui o no, algo de razón tenía. Todos pensarían lo mismo si vieran ese cabello canoso tuyo" Tetsuro no tiene filtro, con descaro alarga sus labios y aprovecha la mínima oportunidad para joder.
"Si vamos hablar de looks, tú sales perdiendo" Koutarou le saca la lengua, como todo crío maduro. "Igualmente no me podía ver, estaba bien escondidito tras el banquillo" Detalla orgulloso.
Tetsuro tontea con el balón en sus manos haciéndolo girar una y otra vez mientras la brisa de la tarde desordena su desacomoda y despampanante cabellera negra. "De todos modos, ¿qué hacías en la estación hasta esas horas?".
Koutarou se encoge de hombros y empieza a rascar la hierba parda del parque con la punta de su zapatilla. "Llegamos al instituto pasadas las seis. Y no sé, al llegar a la estación no tenía ganas de abordar el tren. Me apetecía todo menos llegar a casa" Suspira y sigue ante la mirada atenta de Tetsuro que deja de juguetear con el balón. "No me juzgues, ¿sí? Si soñara con Haruka Ayase o Yui Aragaki, otra sería la historia".
"Ugh. No vine hasta aquí para escuchar tus fetiches raros hacia actrices de belleza miss universo".
"¡Ja, no lo niegas, gato borrego! ¡A ti también te gustan!" El bicolor apunta hacia su nariz, hincándola una y otra vez como si su dedo fuera el aguijón de una abeja. Tetsuro cachetea el dedo.
"Aspiras a mucho, Bo. Como dicen, métete con alguien de tu tamaño".
"Ey, Debbie Worden [2] estaría decepcionada de tu falta de fe. ¡Ella conoció a Chris Trousdale [2]!".
"Aprende a diferenciar ficción de realidad, idiota" Tetsuro le tira un balonazo en la cara que Koutarou esquiva ágil como una lechuza. Una peleadita de manos, y los dos acaban exhaustos tirados zarrapastrosos sobre el pasto.
"¿Tú crees que fue raro hablar con un desconocido? Digo, las madres te inculcan para no hacerlo desde los tres años" Koutarou sigue con sus divagaciones, aunque un vampiro chupara toda su energía.
Tetsuro cruza sus brazos y reposa su cabeza sobre ellos. "Una vez reprobé Geografía en secundaria. Odiaba la idea de estudiar todas las vacaciones y no jugar vóley, así que de la nada acepté hablar con unos testigos de Jehová que pasaban por la cuadra y me cercaron. Eran buenos tipos, me regalaron una biblia más pesada que mi libro de Geografía y citaron una fecha para visitar su iglesia sin que siquiera pudiera procesar algo. Al final nunca fui y quedé sorprendido ante lo que puedes hacer al sentirte achicopalado. Qué locura, todos ponen pies en polvorosa apenas se siente la presencia de un testigo, pero yo estaba ahí, todo desinflado y chupado".
Koutarou se echa a reír, abrazando su barriga y pataleando como si manejara una bicicleta a lo Filippo Ganna [3], pero de espaldas.
"Eres un canijo" Tetsuro le tira otro balonazo para callar sus risas histéricas de lechuza. Koutarou lo vuelve a esquivar y le devuelve el balón con un golpe amistoso en el hombro.
"Gracias por venir, Kuroo".
La brisa barre hojas secas y el cielo va pintarrajeando de ocre el parque ante el ocaso. El sol desaparece lentamente en dirección al oeste. Es un sábado por la tarde a puertas de cerrar las vacaciones y comenzar el nuevo ciclo de estudios hasta la llegada de la ansiada Spring High. Una larga hora de viaje hasta Hachioji y otra larga hora de vuelta hacia Nerima. Koutarou tiene presente el esfuerzo que Tetsuro está haciendo para asistir hasta su hogar apenas lo llamó.
"¿Por qué yo?" Pregunta Tetsuro.
"¿A qué te refieres?".
"Digo, tienes la suficiente energía para ser mejor amigo del mundo entero. Nosotros apenas nos conocimos en el campamento de este año".
Koutarou mira al cielo, sus ojos dorados se alzan contra la luz, perdidos en el brillo contrastante y envero. Siempre lo hace, mirar hacia arriba y observar el punto más alto y brillante, como una estrella. "Aprecio las amistades que tengo, pero realmente deseaba jugar vóley en este parque. Ninguno iba aceptar, aunque les hiciera pataletas la hora entera. Ahí entraste tú, el bloqueador que aún no puede vencerme y tiene derecho a una revancha".
"Búho idiota" Sonríe de lado, con una vena sobresaliente en su sien consiguiendo revivir la risa de Koutarou. A primera vista, para Tetsuro los ojos de Koutarou son redondos y adorables; saltones cuando se salen de su órbita ante la euforia, e intimidantes como los de un búho salvaje desnudando el alma de su presa cuando ingresa a la cancha para no salir hasta ganar. Ahora los ojos de Koutarou se afilan con rivalidad mostrando sus colmillos como los de una venenosa serpiente, a Tetsuro solo le encienden las ganas de una revancha y acallar las últimas palabras de Koutarou. Se relame los labios, ansioso por la llegada de la Spring High.
"¡Sigamos jugando antes que tengas que volver a casa!" Koutarou se para de un salto y hala del antebrazo de Tetsurou para que también lo haga.
Tetsuro está a gusto con las prácticas. Quizás mucha energía para su propia fuerza, pero está consciente que su curiosidad es más difícil de franquear. No conoce a Koutarou más allá de cómo se muestra en la cancha, sin embargo, Tetsuro es perspicaz, sagaz como un gato repudiado por sus vindicativos rivales. Los ojos áureos y filosos como los de una serpiente depredadora, más allá de animar su rivalidad, le generan desconfianza. Su sonrisa bonachona y guasona, no hacen más que descolocarlo. Las bromas hacia su físico e intelectualidad parecen traer sin cuidado a Koutarou, pero no hacen más que aumentar la furia de sus remates mientras ríe energético y alegre disfrutando de ellas. Siempre riendo la mayor parte del tiempo como si un tornillo se le hubiese zafado. A Testsuro lo llena una sensación de irritación, porque lo puede ver, aunque no lo crea. Cuando Koutarou piensa que nadie lo observa, la sonrisa declina y sus ojos amarillos se apagan; el depredador no es más que otra presa.
Tetsuro se despide en la estación. Koutarou lo acompañó y ahora lo observa desde el torniquete de boletos ondeando la mano y esperando que se dé vuelta. Tetsuro lo hace, gira los pies y avanza unos cuántos pasos para volver a espiar tras su espalda. Koutarou no sonríe, tiene los hombros encogidos y las manos hundiéndose en los bolsillos de su pantalón clover. Sus ojos desconectados vagando entre las nubes, se alzan percatándose de la mirada sobre él. Sonríe y ríe alzando el brazo nuevamente para una última despedida. Esta vez es él quien se retira primero y abandona la estación.
La silueta de Koutarou se pierde y Tetsuro ingresa al tren.
La curiosidad mató al gato. James Mair [4] advierte a Tetsuro que no hay que indagar asuntos peligrosos o que no son de incumbencia. Pero si la curiosidad lo mata, la satisfacción lo traerá de vuelta.
"¿Qué piensas, Kenma?".
Tetsuro se lanza contra las frazadas, el colchón se queja del peso y las almohadas acogen su cabellera.
Es un domingo de verano. El sol da directo contra los cristales. Las cortinas ondean bajo un imperceptible soplido del viento y los rayos de gualdas translúcidas se escurren sin vergüenza gobernando la pequeña habitación para cubrir con su bajo ardor a todo aquel que repose.
Septiembre está a la vuelta de la esquina. Los grados descienden junto al gateo de un bebé, y los pies de Tetsuro se mantienen frescos. Mueve sus dedos a la espera de una respuesta. El tecleo constante contra la consola llena el ambiente calmo acompañado del cantar de los pajarillos y las risas de los críos pasando por el calzado con un balón en manos.
Septiembre, el mes de inicio para su época favorita. Adiós precipitadas lluvias, clima caliente y pegajoso, paraguas, abanicos, humedad, chubasqueros y ropas inobservantes al sudor. Hola otoño, clima fresco, cálido y seco.
'Game Over' Resplandece sobre la pantalla. Los ojos secos y rojos de Kenma finalmente pestañean y humedecen sus córneas. Suspira. A perdido la partida y ahora tiene que responder a Tetsuro y su informe de espionaje.
"No sé qué quieres que te diga. ¿Por qué de repente tanto interés en ese chico?" Lo observa de reojo desde su tapete.
"No es lo que crees que crees" Tetsuro gira para encarar a su amigo. Ahora está echado de panza, con sus manos cruzadas bajo la quijada. Sus pies se mecen sobre el aire. "Tú sabes que solo tengo uno en mi corazón" Guiña y Kenma prefiere apartar la mirada para comenzar otra partida.
"¡Está bien, espera!" Tetsuro se alivia cuando Kenma vuelve sus ojos a él. "En serio. ¿Qué crees? ¿Estaré imaginando cosas y siendo paranoico?".
"Creo que deberías ser más paranoico con tus notas. Dijiste que apenas entraste a la clase dos, ¿no?".
"¡¿Eh?! Mira quién habla. Más vale que el próximo año te vea en Nekoma. ¡Contigo arrasaremos las nacionales!".
"Ya".
"¡Ponle más ánimo, Kenma! ¡Salgamos a jugar vóley!" Tetsuro se levanta de la cama de un salto y recoge el balón de vóley que estaba abandonado en una esquina junto a grabaciones viejas de partidos.
"¿No querías escuchar mi opinión?" Los dedos de sus pies se frotan entre sí con ansiedad. Kenma arruga la nariz, tratando de librarse y salir airoso del nuevo improvisado plan.
"Eso puede esperar. ¡Antes te volverás parte del tapete!" Tetsuro ya está halando de su antebrazo.
"Ugh" El mundo está lleno de trágicos pelos en la sopa.
Tetsuro jala a Kenma hacia el parque más cercano y busca un lugar dónde jugar, a unos metros de distancia de los críos que practican fútbol.
"Estamos en agosto, pero se me están helando las pelotas" Tetsuro, el intelectual de la clase dos, cita a Renton cortesía de Irvine Welsh y su obra Trainspotting con protagonistas dependientes intermitentemente a la heroína. Es un clásico escocés, así que Tetsuro no se arrepiente de haber leído la obra en vez de estudiar Geografía. 'Vete a tomar por culo, pendoncito cara pan. ¡Que te folle un pez!' Recuerda que una vez Sick Boy berreó contra un grupo de tíos jóvenes. Tetsuro está enriquecido de zafiedad.
"¿No es que amabas el inicio de otoño?" Kenma, acostumbrado a su fijación por Trainspotting, le pasa el balón. Están con ese juego un par de minutos.
"Odio la humedad, ese es otro tema" Se encoge de hombros devolviendo el balón. Kenma, como siempre, simplemente guarda silencio y recibe observando cada movimiento que pueda percibir de Tetsuro.
La noche llega y el frío congela más las pelotas de Tetsuro. Se queda a dormir en casa de Kenma, no es necesario pedirlo porque las luces de la suya propia están apagadas. Sus abuelos están de viaje, siempre están de viaje. A veces se cuestiona por qué pelearon por su custodia y por qué su padre no hizo nada al respecto.
"¡Qué bueno que hoy te quedas, Tetsuro-kun! Hice Sanma no Shioyaki. Con mucha caballa para ti como tanto te gusta" La madre de Kenma lo recibe. Tetsuro agradece. Toda la familia Kozume agradece una vez la mesa es servida y todos llevan los palillos a la boca para empezar a degustar. "¡Itadakimasu!".
No importa los años, Tetsuro siempre se sentirá ajeno a la casa de los Kozume. Así que no importa cuántas veces le digan ser un invitado, él necesita como mínimo lavar los trastos y preparar el futón.
Con las nubes fluctuando por el cielo y la ceguera que trae contaminación lumínica consigo, la noche sumerge a Tetsuro en la reflexión y los recuerdos añejos que solo pueden resurgir en la oscuridad y no se atreven a hacerlo a la luz de las velas. Recuerda Ohara y su pequeña casa en las montañas. Si estuviera ahí ahora mismo, ¿se sentiría ajeno a su propio hogar?
Kenma regresa del baño y apaga las luces, se cubre bajo las gruesas y tupidas telas de su cama y los dos quedan en el profundo mutismo nocturno. Ya no hay cigarras que acompañen los largos minutos.
"Y… ¿Qué opinas de Bokuto?" Parece que la voz de Tetsuro resuena entre ecos chocando de una pared contra otra, incapaz de disolverse entre los sonidos diurnos de la comunidad japonesa conciliando el sueño a esas altas horas de la noche.
Un suspiro hastiado secunda la cuestión mientras el revoltijo de mantas se moviliza unos centímetros. "Aún no sé qué quieres que te diga, pero creo que comprendo por qué te interesa mucho ese chico" Kenma finalmente se atreve a hablar.
"¿Por qué?" Invadido por la curiosidad, Tetsuro voltea a observarlo desde su futón, pero solo llega a ver la diminuta espalda del bicolor, cubierto por las mantas.
"Porque se parecen. Ha de ser tan mente simple como tú que te ves reflejado en él".
"¿Eh? ¡Bokuto y yo no tenemos nada en común!" Tetsuro se apoya sobre su codo rápidamente, alzando la vista para rebatir, indignado.
Kenma, aceptando la larga noche que le espera, voltea a ver al de cabellos negros sin borrar el aburrimiento y cansancio de sus facciones. "No sé por qué te crispas. Con lo poco que me has contado, veo que te cae bien".
"¡No me cae bien! No lo sé, no lo he pensado. Es gracioso y buena onda, pero solo me preocupa. Me genera desconfianza esa sonrisa suya que siempre lleva sellada. Es… demasiado energético. Pareciera que se esforzara por mostrar tanta felicidad… que llega a sentirse artificial".
"Ha de amar demasiado ser el centro de atención".
"¡Bingo! Mientras sea el centro de atención todo está bien. Es esa clase de persona que se puede emocionar con tan poco fácilmente. Pero apenas te das vuelta… es otra persona".
"¿Tú mismo aciertas y no lo notas? Cuando lo describes te estás describiendo. Como dije, se parecen. Ahora déjame dormir, Kuro".
"…" Con la vista fija en Kenma, quien le ha vuelto a dar la espalda, masculla las palabras dichas por el aludido, con el ceño frunciéndose como si una garrapata le extrajera la sangre. Tetsuro quiere estar seguro que el erróneo ahí es Kenma. Koutarou no es como él y él no es como Koutarou, así como el Antártico no es el Ártico ni el sándwich una hamburguesa. Sin embargo, tan simple como sacar aquella conclusión, la duda lo sacude como un seísmo. "Pues a mí, a diferencia de Bokuto, no me interesa agradar a otros ni gastar mis energías en ser el centro de atención. Yo no tengo un aguante infinito. Y él anda adulando por ahí con tanta emoción a la gente… Mi orgullo nunca se rebajaría a ello. Tú sabes que me encanta picar y provocar hasta joder". Y sí, quizás también sonreía y se ha visto parado en una que otra mala broma que sacaron a relucir sus diamantes blanquecinos, pero tiene claro que no han sido más que sonrisas cínicas que iban para mal rollo, gozando de señalar defectos ajenos y hacerlos temblar con palabras suaves como la felpa, pero espinosas como una rosa.
"Eres demasiado orgulloso para admitirlo. Odias tanto frustrarte, que lo ocultas con sonrisas agudas y comentarios bulliciosos. Y es entretenido verte poniéndolo en práctica, porque solo finges, deseoso por un poco de atención. Siempre que tus provocaciones se pasan de la raya, buscas disculparte. Eres más amable y genuino de lo que crees, hasta podría decir que adulador, a tu manera".
"…".
"Y no comprendo por qué piensas que eso es negativo. Eras nuestro capitán en la secundaria y estoy seguro que igualmente ahora siempre animas a tu equipo y no te dejas llevar por tu frustración, esforzándote por mostrar una imagen exterior calmada y proactiva, constantemente pensando cómo derrotar al equipo contrario" Kenma rememora al niño tímido y retraído que se mudó por primera vez a su vecindario. Tetsuro se ha convertido en su mejor amigo, no hay etiquetas mencionadas, pero lo tienen más que claro. Kenma conoce a Tetsuro, y por ende conoce su visión hacia los hechos del suicidio de su madre. "Y… es aquello lo que admiro tanto de ti. Pero lo peor que puedes hacer es ser ciego a tu propia tristeza".
"Es fácil filosofar si es otro el que está hecho mierda" Tetsuro vuelve a lanzarse contra el futón. Otra vez saca a relucir el ingenio transmitido por Trainspotting. Traducir los eufemismos de Kenma se ha convertido en un nuevo hobbie.
No hay por qué negar nada. Es Kenma, y a Kenma no se le miente. Si lo haría, Kenma no diría nada; los días pasarían, pero sus grandes y expectantes ojos rojos y secos por no pestañear, le carcomerían la consciencia. Si miente, pierde. Kenma nunca deja ganar, Kenma nunca pierde. Lo que dice Kenma, es ley. Y esa noche no es más que una prueba de aquello.
"Exacto. Piénsalo" Kenma concluye su trabajo. Se hace una bola de mantas y deja que Tetsuro se carcoma las neuronas solo tras el empujón.
Tal vez en eso está fallando, en su testarudez, en seguir deseando ser ciego a su propia tristeza.
...
[1] Nokanshi es el profesional que lleva a cabo la ceremonia Nokan que, como se describió en el capítulo, lleva por sí detallados pasos de preparación con el objetivo de embellecer al difunto y prepararlo para iniciar su camino hacia el más allá. El ritual Nokan es una tradición nipona que con el paso de los años y las influencias de otras culturas occidentales está abocada a su desaparición, pero que aún se agarra con fuerza en pequeños pueblos y ciudades del país nipón. Si están interesados en saber más de este majestuoso ritual, les recomiendo ver la película 'Despedidas' de Youjiro Takita estrenada en 2008. Pueden encontrarla en YouTube.
[2] Debbie Worden y Chris Trousdale son personajes ficticios de la película The Biggest Fan del 2005. Chris, perteneciente a la banda Dream Street, logra conocer a su 'mayor fan' por azares del destino, a que no. Y como siempre, tiene un final feliz y el sueño de Debbie se cumple chapándose a su estrella Chris logrando lo que toda fan en el mundo desearía jajaja... Recordé que Bo y Akaashi no existen así que me voy a llorar a una esquina.
[3] Filippo Ganna es un deportista italiano que compite en ciclismo y que obtuvo la medalla de oro en Tokio 2020.
[4] Ben Jonson fue un dramaturgo, poeta y actor inglés del Renacimiento nacido en 1572. Y, gracias a mi curiosidad, pude descubrir, gracias a la curiosidad de otra persona, que la famosa frase "la curiosidad mató al gato" fue primero escrito por este dramaturgo en 1598 en su obra 'Every Man in His Humor'. Pero la verdadera frase en realidad decía "Care killed the cat" (El cuidado mató al gato). El significado hace referencia a que, a menudo, el tener una excesiva precaución o cuidado por la salud termina siendo perjudicial para esta misma. A lo largo de los años fue usado por muchos dramaturgos, Shakespeare la usó en su obra 'Mucho ruido y pocas nueces'. En 1873 James Allan Mair incorporó la expresión a sus refranes, pero hubo un ligero cambio en donde la frase aparecía como "Curiosity killed the cat". No se sabe a exactitud qué relación hubo o cuándo apareció la relación entre curiosidad y gato para que la palabra cuidado fuera exiliada como Rama. La única constancia escrita de la misma fue en un diario irlandés, en 1868, en el que decía "They say curiosity killed a cat once" (Dicen que la curiosidad mató a un gato una vez). A principios del siglo XX se le incorporó una coletilla a la expresión y apareció escrita en la forma "La curiosidad mató a un gato; pero la satisfacción lo trajo de vuelta" (Curiosity killed a cat; but satisfaction brought it back).
Dato extra: Este capítulo es de mis favoritos. ¿Por qué? Porque Bokuto Y Akaashi, los supuestos protagonistas de este fanfic, no han tenido los reflectores sobre ellos esta vez. Lo que me gusta de esta historia es que no pienso centrarme solo en el clásico: "se conocen, se enamoran, prometen morir por el otro y uno de ellos se queda tieso. Fin triste". No, nada que ver. Digo, siendo sincera, eso iba a hacer en un principio, pero cuanto más estuve investigando sobre el Alzheimer, me di cuenta que no es una enfermedad que solo destruye al paciente; ninguna enfermedad solo destruye al paciente. En esta ocasión el Alzheimer es una plaga, una plaga impiadosa que tocará a todos, absolutamente a todos, al enfermo, al cuidador, a los amigos, a toda la gente de alrededor. Por ahora el tema del Alzheimer aún no se está dando a gran escala, pero estoy sentando bases, es sigiloso, porque realmente quiero que Kuroo no sea un personaje secundario más, ni Konoha, ni Kenma, ni Burakku, Shiro, o los padres.
