Gennai Aga observó atentamente como una anciana mujer de ojos verdes, cabello gris y rostro arrugado revisaba con cautela a la joven que hace unos días se desmayó en pleno baile frente al sultán.

Mimi simplemente observaba a la mujer, quién revisaba sus brazos, su boca, se cuello, prácticamente todo en ella.

Hizo una mueca.

Al principio le pareció buena idea desmayarse de manera imprevista, pero luego de estar tanto tiempo ahí acostada siendo revisada por ciento de médicas y kalfas era incómodo.

—¿Y?— Preguntó el Aga—¿Cómo está ella?

—Al parecer bien.— Respondió la anciana— No presenta fiebre, ni algún malestar que pueda sentir o ver.

Mimi hizo una mueca, jamás pensó que se preocuparían tanto de ella a causa de ese desmayo, ahora estaba siendo vigilada ¡Más que antes! No se podía mover sin que se permitieran, no podía salir de su habitación, tenía que comer toda esa comida extraña y obedecer ¡Sí, obedecer! Lo que más odiaba en ese lugar.

—Dime, niña ¿cómo te sientes?— El Aga le preguntó a la joven.

—Bastante bien.— Contestó la castaña.

—¿Has tomado tu medicina como corresponde?— La mujer le preguntó a la castaña.

—Sí, la he tomado frecuentemente como usted me recetó. — Respondió Mimi. No quería ser nuevamente regañado, así que, decidió seguir todo al pie de la letra—Y me he sentido mucho mejor.

—Me alegra escuchar eso, el príncipe Kiriha nos exigió curarte, ya que quiere que estés bien.— Comentó la médica.

Gennai asintió.

Mimi sonrió de lado, ese pequeño era muy tierno con ella, desde que estaba aquí la venía a visitar.

—¿Cuando podré ir a jugar con él y continuar mis labores como su dama?

Gennai hizo una mueca— No creo que sea lo más adecuado, debes descansar.

—No lo necesito, me siento mucho mejor.— Contestó la joven— Como mencioné, he tomado mi medicina con frecuencia, he estado en reposo ya tres días, he comido todo, he seguido las normas y la médica me encontró mejor ¿no?

La anciana asintió— Sí, está bastante sana.

—¿Considera que está apta para continuar con sus labores?—Preguntó Gennai.

—Mientras tome su medicina y descanse como corresponde, claro.— Respondió la médica.

Mimi sonrió ante esto— Entonces ¿puedo retomar mis labores?— Le preguntó al aga.

Gennai observó a la chica quién lo observaba con ojos suplicantes y suspiró—Está bien, está bien.— Respondió— Veré que puedo hacer.


—¿Dónde vas?

—Voy a desayunar con mi madre.— Respondió Takeru.

—Debí imaginarlo.— Comentó Hikari.

El príncipe siempre a estas horas de cada mañana iba al harem desayunar con la sultana madre.

—¿Y tú?— Preguntó el rubio— ¿Dónde vas tan temprano?

—Voy en dirección a las salas de reuniones.— Contestó la chica.

—¿A la sala de reuniones?

La castaña asintió.

—¿Por qué? ¿Tienes algún problema?— Preguntó el rubio preocupado.

Hikari asintió—No, nada de eso.—Respondió—Voy a tratar aquel tema del cual hablamos ayer.

—¿Tema?— Preguntó Takeru— ¿Qué tema?

—Con respecto a tu vida política.

~Día anterior~

Hikari observó atentamente a su amigo, Takeru, quién desde que regresó de su reunión con el consejo se encontraba triste, sin ánimos de nada. Llevaban unos minutos en su clase de violín y él no presentaba ningun avance, porque no quería tocar.

—Mi príncipe.— Lo llamó, pero no le prestó atención— Mi príncipe.— Lo llamó— ¡Hey! Mi príncipe.— Esta se acercó a él y posó una mano en su hombro.

Tk ante esto volteo hacia ella—¿E? ¿S-sí?

—¿Qué ocurre?— Preguntó la castaña— Te he hablado muchas veces Tk, pero no me respondes.

—¿E? Dis-disculpa...—Habló el rubio— ¿De qué me hablabas?

—Del violín, pero...—Hikari hizo una mueca—No me estabas prestando atención.—Habló—¿Te ocurre algo?

—¿Por qué preguntas?

—Porque estás actuando muy extraño, estás con cara triste. Dime ¿qué ocurre?

—Nada.

—A mi no me engañas, es obvio que te ocurre algo.— Habló Hikari.

¡Rayos!

—Dime ¿qué ocurre?— Preguntó la castaña.

Tk dudó en responder.

La chica hizo una mueca— Puedes contar conmigo ¿sabes?

—Sí, lo sé.

—¿Entonces?— Musitó Hikari preocupada.

Takeru hizo una mueca, la verdad es que se sentía mal, no quería preocupar a la castaña, no obstante, si guardaba silencio la preocuparía más.

Suspiró.

—Verás, Yamato me dejó a cargo de algunas cosas como príncipe, sin embargo, está más que claro que a los pashás y jenízaros no les agrada que yo participe en los consejos de guerra o actuando como príncipe.— Declaró el rubio— Eso no me deja bien, tú eres testigo de todo el empeño que le puesto desde que Yamato me incluyó en el consejo de guerra y no lo aprecian.

—Era de esperarse, tú bien sabes que los pashás son muy conservadores en sus creencias y la mayoría estaba de acuerdo con fratricidio.—Contestó la castaña.

—Sí, pero mi hermano ha puesto mucho empeño para yo pueda estar ahí, incluso tu hermano nos apoya, pero siento que no rindo bien y...—Takeru suspiró— Creo que jamás lograré hacer las cosas bien para agradarles.

—Hey, no digas eso.—Kari posó su mano derecha sobre la mano derecha del chio.

—Lo siento, pero es lo que pienso.—Respondió el rubio y para variar, cada vez temía más por su vida.

Si el pueblo quería, podían ejercitarlo en un abrir y cerrar de ojos. Algo que no quería.

—Tú mismo dices que no hay que perder la esperanza ¿no?

El rubio asintió— Sí, pero eso no quita que me desanime.

Hikari hizo una mueca al ver a su amigo triste, evidentemente no lo estaba pasando bien y no era para menos. No quería decepcionar a su hermano y quería cumplir sus responsabilidades como príncipe. Pero le faltaba confianza en él mismo por el miedo que surgía a raíz de estar vivo de manera ilegal.

Debía hacer algo.

—¿Sabes? Yo podría ayudarte con esto.—Declaró la castaña.

—¿Ayudarme?—Cuestionó el oji-azul.

Hikari asintió.

—¿Cómo?—Preguntó Takeru sorprendido.

—Tú me dijiste que tu mayor problema fue con el líder de los jenízaros ¿no?

—Sí.—Respondió el rubio.

—Bueno, para evitar ese problema debes comenzar ganando su simpatía.

—¿Y cómo haré eso?

—Entablando buena relación con todo el grupo de jenízaros.—Contestó Hikari— Si logras que la gran masa te siga, conquistarás la simpatía de su líder.

—Entiendo.—Comentó el rubio— Pero, no sé cómo hacerlo. Jamás me relacioné con ellos a pesar de ser un príncipe.

—No, pero me tienes a mi, recuerda que mi padre estuvo a cargo varios años y mi hermano también.— Declaró la castaña— Hay gente leal a él que estoy segura que aceptará mi petición.

~Actualidad~

—Ayer le mandé una carta a Henry Bey, un oficial de los jenízaros, servidor de mi padre.— Habló Hikari— Él está en la ciudad, así que, le pedí que viniese a hablar conmigo.

—Henry Bey.— Musitó Takeru pensativo— ¿El jenízaro al cual mi padre le pidió que me cuidase cuando la lucha por el trono comenzó?

La hermana de Taichi asintió— Exacto.

—Escuché que él subió mucho de estatus el último tiempo.— Comentó el rubio— ¿Es verdad que luego de tu hermana Taichi y tu primo, Takuya, Henry logró ascender en los jenízaros gracias al apoyo económico que les brindó?

La castaña asintió— Sí, es efectivo.— Respondió—Él hizo unos negocios y les permitió avanzar.

—¿Y por qué lo citaste a palacio?— Preguntó Tk.

—Por lo que hablamos ayer.— Contestó Hikari— Verás, él tiene mucha influencia en el consejo debido a todas las inversiones que ha hecho el último tiempo ayudando en las campañas a los jenízaros y desde que Yamato ascendió al trono está muy al pendiente de todo lo que pasa. Él podría ayudarte.

—¿Ayudarme?

—Sí.—Respondió la Yagami— Verás, él sabe mucho de todo, gracias a sus consejos y apoyo financiero podrías ingresar de manera sigilosa y suave a la vida política, ayudándote a lidiar con los problemas del consejo.

Takeru llevó a su mentón sorprendido— Mmmm...interesante. Pero ¿crees que verdaderamente me ayudará?

—Debo pedírselo, por eso lo cité, no obstante, estoy segura de que lo hará.— Respondió Hikari— Sin embargo, necesitó que primero hables con tu madre, ya que, es necesario que ella esté al pendiente de todo...


Mientras tanto en los aposentos de la Sultana Sora.

La mujer pelirroja discutía con su pequeño hijo, Kiriha, quién insistía por desobedecer sus órdenes y hacer lo que él quería.

—Hijo, por favor, no sigas insistiendo.— Habló la concubina favorita de Yamato cruzándose brazos, observando molesta a su hijo.

—Pero, madre ¡Quiero ir a ver a Mimi!—Gritó el pequeño molesto.

La mujer de origen Crimeano apretó su mandíbula completamente enfadada ¿Por qué su hijo insistía en no obedecer?

—Hijo ¡Ya te dije que no!

—Quiero ir a verla.— Declaró el rubio— Por favor, déjame ir.

Sora hizo una mueca— Ya has ido varios días, no es necesario que vayas hoy.

—Pero ¡Yo quiero ir!— Exclamó Kiriha— Soy un príncipe. El futuro sultán de este lugar ¡Puedo hacer lo que quiero si yo quiero!

¡Rayos!

Pensó la pelirroja, al parecer hizo mal al enseñarle a su hijo que como sultán podría gobernar libremente y tomar sus propias decisiones. No pensó que desde tan pequeño se tomaría eso enserio.

—Aunque seas sultán, tú siempre deberás obedecerme.— Contestó Sora— Porque soy tu madre y eso nunca cambiará.

—¡Eres mala!— El pequeño se cruzó de brazos enfada—Yo quiero ir.

—Sé que quieres, pero ya te dije que no, has ido mucho.— Declaró la mujer—Has dejado a un lado tus obligaciones, faltas a clases ¡Y no haces tus tareas!

—Hacer tareas es aburrido.

Sora rodó los ojos ¿Por qué su hijo actuaba tan insistente con ese tema?

—Mi príncipe, para ser sultán es necesario hacer las tareas.— Contestó esta vez Miyako Kalfa.

—Pero ¡Es aburrido!

—Debes hacerlo.—Respondió la pelirroja.

Kiriha refunfuñó, al parecer su madre no daría su brazo a torcer ¡Eso no era justo! Él quería ir a ver a Mimi.

Debía planear algo.

—Mi príncipe, por favor, no insista y haga sus tareas, su padre estará feliz si sabe que cumplió sus labores.—Habló la kalfa.

—Sé que mi padre quiere, pero mi padre también quiere que esa criada esté bien.— Respondió Kiriha— Y yo también. Por favor, déjame ir.

Sora apretó su puño molesta.

—Si termino mi tarea ¿me dejarás ir a ver a Mimi?

—¿Me estás pidiendo algo a cambio? ¡Eso no está bien hijo!— Exclamó Sora— Tus tareas son importantes.

—Sí, pero yo quiero ir a verla y...

—¡Nada de eso! Si quieres ser sultán debes terminar con tus tareas.— Declaró la sultana— Así que, no sigas insistiendo y obedéceme.

El pequeño se cruzó de brazos enfadado.

—Nya, lleva al príncipe a que termine sus tareas.— La sultana le habló a la kalfa junto a Miyako.

—Sí, mi sultana.— Respondió la joven antes de acercarse al pequeño tomarlo de la mano y sacarlo del lugar.

Sora suspiró y tomó asiento en su sofá, ser madre no era fácil, Kiriha a pesar de ser pequeño tenía el mismo carácter de su padre.

Llevó una mano a su frente.

—¿Mi sultana, se siente bien?— Preguntó Miyako.

La pelirroja asintió— Sí.

—¿Segura?

—Sí, Kiriha es un poco intenso, pero pasable.

—Lo sé, él le obedece, sin embargo, no me preocupa eso, sino la actitud que usted ha tenido durante estos días.

Sora se sorprendida—¿Mi actitud?

Miyako asintió.

—¿Por qué dices eso?

—Porque la siento y veo un poco extraña.— Declaró la pelilila—Luego de aquella pequeña discusión con el sultán y el desmayo de esa chica, siento que no está muy agradada con su presencia.

—Pero ¡Qué cosas dices! Claro que me alegra que retome sus labores con mi hijo.— Respondió la pelirroja—Kiriha está feliz.

—Puede que lo esté.— Musitó Miyako— Aun así, usted está un poco extraña desde que ocurrió todo el tema de su desmayo.

Sora hizo una mueca.

¿Acaso era tan predecible?

—Dígame ¿por qué está así?— Preguntó la pelilila.

La pelirroja se mordió el labio inferior, Miyako llevaba años sirviéndole, así que leía muy bien sus acciones y pensamientos sin necesidad de indagar mucho podía predecir muchas cosas de ellas. Aunque quisiera ocultar esto que sentía, ella lo descubriría.

—Lamentablemente no puedo ocultarte cosas, Miyako.—Suspiró— La verdad es que, estoy un tanto desconcertada que mi sultán se preocupara por una sirvienta sin valor.—Declaró la pelirroja— Yamato generalmente no es así, solo se preocupa por su familia y él.

—La señorita se desmayó frente a él, supongo que estaba molesto por la situación.

—Sí, pero luego la fue a visitar de manera extra.—Respondió Sora—No parecía enojado, sino preocupado.

Miyako hizo una mueca, era difícil imaginarse a Yamato de esa manera. Después de todo, el rubio hace tiempo solo le prestaba atención a Sora, Natsuko, Takeru y su hijo.

—Y por lo que me dijo Juri, ayer preguntó por ella.— Contestó pelirroja— Como si estuviese atento de esa sirvienta.

—¿Usted no creerá que tiene otro tipo de intenciones con ella?—Preguntó la kalfa— ¿O sí?

—No lo sé.— Musitó la sultana— Últimamente he escuché algunos rumores en el harem que esta señorita estaría usando a mi hijo para acercarse a Yamato.

—Mi sultana ¡No debería creer esos comentarios!— Exclamó Miyako— Usted más que nadie sabe como son las mujeres de ese lugar, por un pequeño intercambio de palabras piensan cualquier cosa.

—Sí, es verdad.—Declaró la pelirroja— Pero también es verdad que esos comentarios se originan cuando—os las concubinas se sienten amenazadas.— Y ella lo sabía, porque fue víctima de varios comentarios— Aun así, me es inevitable sentirme insegura, la sultana madre se está esmerando en presentarle más mujeres a Yamato, eso no me gusta.

—Mi sultana, entiendo que debe sentirse triste, sin embargo, usted sabe que el sultán solo tiene ojos para usted y nadie más.— Respondió Miyako— Ninguna mujer le haría la competencia en ningún sentido, después de todo, su hijo Kiriha es el príncipe de la corona ¿no?

—Sí lo es.— Pero, eso no le aseguraba las cosas, si Yamato tenía otros hijos la ascendencia de Kiriha peligraba ¡Algo que no podía dejar que ocurriera! Sin embargo, si el sultán veía a más mujeres era algo inevitable.

—Debe estar tranquila mi sultana, todo estará bien.


Mientras tanto en una pequeña sala de reuniones a la entrada de palacio, la menor de Taichi, Hikari, se encontraba tras una cortina delgada, trasparente. La joven se encontraba cubierta de pies a cabeza, con su ropa habitual y un gran velo rosa sobre su cabello que tapaba su rostro.

Al otro lado de la cortina se encontraba un hombre de edad no muy avanzada, este sujeto tenía el cabello negro-azulado, ojos grises, piel bronceada y llevaba un traje bastante elegante, una bata bordada de plata, unos pantalones negros, joyas, evidentemente tenía buen estatus social.

—Buenos días, señorita Hikari Yagami.— Saludó el hombre reverentemente.

—Buenos días, Henry Bey.— Respondió la joven.

El hombre observó a través de la cortina delgada, era difícil, sin duda alguna, reconocer la figura de aquella joven, porque apenas se veía.

—Escuche que me necesitaba.— Habló el Bey— Vine a palacio apenas recibí su carta.

—Sí, me alegra que esté aquí.— Respondió la hermana de Taichi.

—¿Puedo saber a qué se debe este honor?

Ser citado a palacio por la hija del antiguo gran pashá era toda una sorpresa y honor, quizás, las mujeres no eran importante en la sociedad Otomana, no obstante, Hikari era descendiente de una dinastía extrangera, la dinastía Crimeana e hija del antiguo gran visir. Aquellos datos elevaban su estatus.

La joven asintió— Necesito hablar con usted sobre un tema serio.— Declaró— Que involucra al príncipe Takeru, hermano del sultán Yamato.

El Bey se sorprendió ante esta declaración, no esperaba que Hikari hija de Susumo Pashá, el antiguo gobernador, lo citara para hablar de esto, generalmente las mujeres nobles se mantenían lejos de los asuntos reales con respecto a la familia del sultán.

—¿Por qué me quiere hablar de él?— Preguntó el oji-gris— ¿Ocurrió algo?

—Nada malo.— Respondió Hikari— Pero si serio.— Declaró— Escuché que en los últimos años de vida del antiguo Sultán Hiroaki estuviste a los servicios de familia real y del escuadrón de protección a la familia real que correspondía a mi padre, el gran visir, Susumo.

Henry asintió— Sí señorita, participé en ello. Estuve a cargo de la protección del príncipe Takeru, quién al ser el hijo de menor del sultán tuvo cuidados especiales.

Sí, al ser el último en la sucesión al trono y el más indefenso siempre tuvo un cuidado especial de agas, sorprendentemente el sultán Hiroaki privilegio en gran manera al menor de sus hijos. Incluso más que a Yamato o Kouji, quienes eran los pretendientes directos al trono luego de la muerte de Thomas.

—También escuché que la madre sultana te pagó una gran de cantidad de dinero para que cuidaras de ellos y abrieras posibilidades económicas, políticas y administrativas a sus súbditos.— Habló Hikari— ¿Es eso correcto?

Henry asintió— Sí, lo es.— Contestó— Gracias a eso Ken llegó a servir a Takeru como su tutor, ya que era el mejor entre muchos.

—Sí, eso también lo tenía anotado.— Musitó la castaña.

—Disculpe, pero ¿por qué me menciona todo esto?—Preguntó el bey intrigado.

—Hago mención de todo esto porque ahora que la vida de su majestad, el príncipe ha sido perdonada, Takeru necesitará ayuda en sus labores.— Respondió la joven— Y en estos momentos, tú eres el más indicado para ayudarlo en eso.


Natsuko Valide Sultán observó atentamente a su hijo menor, quién se encontraba junto a ella, desayunando, sin decir palabra, muy pensativo a su parecer.

—Hijo.— Lo llamó.

Takeru volteo hacia ella— ¿Si? Madre.

—¿Qué te ocurre?

El menor alzó una ceja— ¿Qué me ocurre? ¿De qué?

—Estás muy pensativo y callado...—Musitó la mujer— No has tocado tu desayuno y literalmente tu vista está perdida en quién sabe que cosa.

Tk hizo una mueca ante esto, no quería llamar mucho la atención, pero al parecer falló en eso.

—¿Puedo ayudarte en algo?

—¿E?—Balbuceo el rubio— N-no lo sé.

Natsuko alzó una ceja—¿No sabes?—Preguntó— ¿Qué no sabes?

El joven príncipe llevó una mano a su mentón mientras pensaba en como explicarle las cosas a su madre, era algo simple, no obstante, no sabía exactamente como lo tomaría, sin que se viera como algo malo.

—¿Qué ocurre hijo?— Preguntó la mujer— ¿Ocurrió algo grave?— La preocupación fue obvia— ¿Te involucraste en algún problema?

—¿Problema?— Cuestionó el chico— No, claro que no.

—Entonces ¿por qué estás así? ¿Estás enfermo?

Takeru negó con la cabeza.

—Entonces ¿qué es?

—Madre, ocurre que...— Takeru suspiró— Verás, últimamente no me he sentido muy cómodo en el palacio, haciendo prácticamente nada. Mi hermano perdonó mi vida, sin embargo, he continuado con mis labores de príncipe indigente, sin ninguna relevancia, sin poder ayudar a mi hermano y eso no me gusta. Tú bien sabes que siempre he querido ser un apoyo para él.

Natsuko asintió— Sí, lo sé. Y lo eres...

—No lo soy.—Interrumpió el joven— Solo estoy en el harem recibiendo clases, el otro día que fui a la reunión con los pashás las cosas no salieron bien. Ahora el consejo de guerra comenzará y luego vendrá una campaña, me gustaría ayudar a mi hermano en todo lo que conlleva.

—Entiendo.— Preguntó la mujer— ¿Quieres que le pregunte sobre...

—¿E? N-no necesariamente.— Takeru nuevamente la interrumpió— Yo tengo unas ideas.

—¿Ideas?

—Hablé con Hikari.

—¿La hermana de Taichi?

El rubio asintió— Verás, ella por su padre sabe mucho sobre el imperio.

—Sí.— Natsuko asintió, aquella joven a pesar de ser mujer sabía mucho de política debido a Taichi, de etiqueta, estado, era una mujer noble.

—Y ella me dio algunas ideas para mejorar un poco mi estatus en el ámbito social, ya sabes, con respecto a leyes y acciones que un príncipe debe tener.

—Interesante.— Musitó la mujer pensativa y llevó una mano a su mentón.

Siempre quiso que Takeru tuviera las mismas oportunidades de sus hermanos, que creciera como un príncipe dispuesto a todo, conociendo las normas de estado, teniendo sus dominios, influencias y sirvientes. Quizás, no para llegar al trono, pero sí para ayudar a Yamato quién todavía era novato y no tenía descendientes que se encargaran de labores principescas como lo era gobernar provincias o ir a pequeñas guerras.

—La mayoría de pashas creen que soy novato y debido a eso no me toman enserio, sin embargo, si logro demostrarles que puedo hacer más eso cambiaría, e Hikari me dio la idea de tomar la iniciativa y activar un poco más en labores de estado para eso cree que Henry Bey, quién fue guardia de primera línea de nuestro padre puede ayudarnos.

Natsuko alzó las cejas sorprendida— Interesante.— Repitió esta palabra— Continua...

Fue así como el rubio continúo hablando y la madre sultana cada vez se interesó más en sus palabras.


Yamato observó atentamente la ventana de su habitación en dirección al jardín secreto.

Se mordió el labio inferior.

Últimamente observaba ese lugar muy pensativo, recordando cierto momento que venía una y otra vez a su mente...

~Recuerdo~

—¡Hey!— La llamó— ¿Qué haces ahí?

¡Rayos!

Mimi se detuvo al escuchar esa voz, estaba tan cerca para llegar al borde del muro, pero ahora la habían descubierto, sin embargo, no se detendría, si lograba pasar el muro fácilmente podría correr lo más lejos de esa prisión. Volteo levemente su cabeza— No te importa.— Gritó sin más.

Yamato alzó una ceja ante aquella respuesta tan abrupta— No está bien que subas árboles, puedes caer.

—Eso es tema mío, no te entrometas.— Respondió la castaña.

Yamato hizo una mueca, él cuando era niño había escalado ese árbol y las cosas no habían salido bien porque sus ramas eran debiles. Si ella seguía avanzando corría el gran peligro de caer— Si fuera tú no seguiría subiendo.

—Nadie te preguntó.— Respondió Mimi mientras subía a otra rama.

—En verdad estás loca.

¿Loca?

Mimi volteo hacia atrás— No estoy loca.— Contestó— Locos están todos en este palacio.— Subió su pie derecho a otra rama— Y no quiero estar más aquí.— Declaró antes de voltear en dirección al árbol e impulsarse para subir, sin embargo, cuando hizo esto la rama se rompió provocando que todo su cuerpo cayera y tristemente su agarre no fue lo suficiente para evitar caer al vacío.

¡Rayos!

Pensó Yamato y extendió sus brazos para recibir a la castaña pero la velocidad de altura era mucho mayor a él provocando que tanto ella como él cayeran al suelo, quedando que sus rostros quedaran frente a frente.

¡Rayos!

Nuevamente pensó el rubio ante el golpe y se dispuso a abrir su ojos que por el impacto se habían cerrado, pero apenas hizo esto una mirada miel atrapó a la suya.

Mimi no pudo evitar sentir un revoltijo en su estómago ante la penetrante mirada azulada de aquel hombre.

¡Rayos!

Pensó.

De repente todo su cuerpo se tensó y sus manos comenzaron a temblar. No era para menos que Mimi se sientiera débil ante aquella situación, apenas había comido, su noche estuvo pésima, en cualquier minuto se iba a desmayar, pero sabía que esta reacción no era por no comer, si no por la mirada de aquel rubio.

Yamato literalmente se perdió en esos ojos color miel de la castaña, eran tan claros y brillosos, emanaban una inocencia en la mirada de aquella chica, las delicadas facciones de su rostro eran bellísimas y su cabello delicada daban ganas de acariciarlo. Aquella chica sin duda era hermosa, la belleza que emanaba era incomparable.

~Fin del recuerdo~

Yamato se mordió el labio inferior.

¿Por qué últimamente pensaba tanto en esa chica? Era solo una sirvienta ¿no? Una posible kalfa de su hija y nada más...¿Cierto?

Taichi observó al rubio que miraba pensativo la ventana hacia el jardín secreto como si estuviese buscando algo. Para variar, este comportamiento lo tenía hace días.

—¿En qué estaba pensando su majestad?— Preguntó Taichi.

—¿E?...—Balbuceo Yamato intentando alejar esos pensamientos de él— En nada.

—¿Seguro?— Cuestionó el moreno.

El rubio asintió.

Taichi rodó los ojos.

¿Enserio creía Yamato que lo iba a engañar?

—Disculpe que le pregunte, pero ¿no estará pensando en aquella chica?

¿Qué?

Yamato volteo hacia él— ¿Qué osadía tienes Taichi Yagami al preguntarme esa tontería?

El castaño bajó la mirada— Lo siento su majestad.— Se disculpó—Sin embargo, me es inevitable preguntar.— Alzó la mirada— Últimamente ha estado muy preocupado por esa joven que el otro día se desmayó.

¡Oh no! Al parecer no pasó desapercibido este detalle.

—¿E?— Balbuceo el rubio—N-no ¿cómo crees?

En realidad sí, últimamente estaba pensando mucho en esa chica.

¡Demasiado diría él!

Pero era imposible no hacerlo luego de ver aquellos ojos miel, inolvidables, que llamaban mucho su atención.

—Tranquilo, sultán, no se debe sentir ofendido o avergonzado por esto.— Habló Taichi— Yo solo le pregunto, porque como principal guarda espalda y consejero, creo que es sabio de su parte que mire a nuevas concubinas.

—¿Por qué esos dices eso?

El Yagami bajó su cabeza de manera reverente— Porque considero que es importante, ahora más que nunca, que afiance su poder político y asegure la sucesión de su descendencia en el trono.— Respondió— Y para esto usted sabe lo que necesita.

Otro hijo.

Tener solo a Kiriha, con Takeru vivo, era peligroso.

—Recuerde que el principal problema que tuvimos al vencer al príncipe Kouji fue que él tenía tres príncipes y tres sultanas.— Recordó Taichi— Además, el Şehzade Thomas tenía dos concubinas embarazadas cuando el sultán Hiroaki ordenó su ejecución.— Relató— Y el príncipe Koichi tenía gemelos recién nacidos cuando pereció.

Por alguna razón todos esos recuerdos revolvieron el estómago de Yamato. Recordar todo eso era doloroso, sin duda, y a la vez triste. Sí, cada hijo de sus hermanos eran un peligro para Kiriha y él, pero eran niños que...También fueron victimas de esa batalla por el trono.

Eso no era justo.

—Siento recordar todo esto.— Musitó el castaño al notar la expresión nostálgica del sultán en su rostro, no obstante, debía hablar sobre este tema— Pero recuerde que aún hay reglas que respestar en este imperio y que deberá cumplir sobre todo ahora que decidió mantener a Takeru con vida.

Sí, lo sabía.

El consejo estaba muy disgustado, no podía decepcionarlos de nuevo, ya que perder su apoyo era lo peor que le podía pasar.

—Lo sé, Taichi, lo sé.— Contestó el sultán y suspiró— Pero, entiéndeme, igual es difícil para mí pensar en los hijos como estrategia política.

No quería que en un futuro diez descendientes de él se mataran entre sí por un trono. Tenía que ser prudente, porque detrás de eso había familias que sufrían por esto.

—La lucha por el trono es difícil.

—Sí, pero yo no solo me refiero a esa estrategia política.— Respondió Taichi— También necesitamos sultanas que sean descendientes de usted para formar alianzas políticas.

Buen punto.

—La mayoría de sus medias hermanas ya están casadas, gran parte de ellas están en el extranjero, salvo que una quede viuda, usted no podrá hacer más acuerdos políticos.— Habló el Yagami.

¡Rayos! No había pensado en eso.

Suspiró.

Verdaderamente era difícil estar en este trono, debía pensar en todo eso y ser estratégico.

—Hablando de eso ¿tú has pensado en casarte?— Yamato le preguntó a Taichi.

Esta pregunta sorprendió al castaño.

—¿P-por qué...—Tartamudeo el castaño— ¿Por qué pregunta su majestad?

—Porque los años han pasado, me ayudaste en la lucha por el trono, le has brindado tiempo a tu familia, sobre todo cuando murió tu padre, a tu madre y a tu hermana.— Comentó el rubio— Pero jamás me has comentando o jamás he sabido que intentaste algo con alguien para formalizar algo.

Taichi hizo una mueca, lamentablemente sí formalizó algo con alguien, o mejor dicho, sí quiso formalizar, pero se quedó con las ganas, ya que Yamato le quitó a esa persona, sin saberlo.

—Verá su majestad, yo este tiempo me he centrado solo en mí.— Respondió el castaño— Y avanzar políticamente en la sociedad, usted sabe que yo tengo muchas expectativas que cumplir y no quiero decepcionar a nadie.

Además, aún seguía con el corazón roto. Sin embargo, si tuvo algunas aventuras por ahí con algunas mujeres en algunos burdeles.

Yamato llevó una mano a su mentón pensativo.

—¿Por qué preguntas todo esto?— Preguntó el castaño dejando de lado toda formalidad (Que odiaba tener con su amigo)

—Porque debo pensar en los compromisos de las sultanas, hijas de mis hermanos que están en el palacio viejo.—Declaró el rubio.

Taichi alzó una ceja—¿Qué estás pensando?

En un compromiso.

Sus sobrinas, hijas de los príncipes muertos eran niñas, pero en algún momento crecerían y debía buscarles un marido adecuado, que les permitiera mantener su estatus. Y a su vez les brindaran a sus hombres poder subir de estatus.

Él más indicado para esto era Taichi, ya que sí, tenía un estatus alto al ser nieto de un antiguo Khan de Crimea, e hijo de un gran visir. No obstante, no tenía algún lazo parentesco con la familia real Otomana, lo cual podía ser un peligro en caso de discusión entre ellos, ya que él tenía mucho poder dentro del consejo (Poder heredado por su padre y adquirido por él) No desconfiaba de él, pero debía ser estratégico ¿no?

—¿Sabes? Esmahan tiene nueve años, Henry Bey abogó por ella hace unos días debido a las súplicas de su madre.—Declaró Yamato— De aquí a un tiempo podría ser buena esposa para ti ¿no crees?

Esto sorprendió al Yagami, ya que no lo esperaba.

Sí, debía admitir que quería tener una familia, pero jamás pensó que fuera tan pronto. Aún tenía que ver por el bien de Hikari y por su propio bien, ascendiendo en la sociedad otomana...Aunque, si lo pensaba bien, esto podía ayudarlo mucho...En un matrimonio debía haber sentimiento, sin duda, pero otra muy distinta era ser yerno de la dinastía...Y sí, eso significaba mucho poder.


—Me fue bastante bien con Henry Bey.— Habló Hikari— Sin embargo, creo que es necesario que hable con la sultana madre y contigo.— Respondió—Por cierto ¿cómo te fue con ella?

—Bastante bien.— Respondió el rubio— El agradó saber que quería introducirme en la vida política y esta dispuesta a ayudarnos.

La castaña sonrió— Eso es bueno. Teniendo su apoyo todo será mejor.

Tk asintió— Sí todo esto sale bien, estaré eternamente en deuda contigo ¿sabes?

—¿En deuda?

—Sí.— Contestó el chico— No llevas mucho aquí y ya me has ayudado a dar mis primeros pasos en la política del imperio.

Hikari rió— No digas eso. Tú hubieses podido hacer esto sin mí.

—Créeme, no hubiese sido capaz.— Respondió el rubio.

Ella era como un ángel en su vida que vino a iluminar todo.

—Bueno, si puedo ayudarte, yo seré feliz.— Comentó la castaña— Para eso están los amigos ¿no?

Takeru sonrió.

Como siempre...

Ella lo apoyaba.


Kiriha salió del palacio totalmente enfadado ¡Al fin terminó sus tareas! Sus laaaaaargas tareas. Verdaderamente era frustrante tener que aprender a leer, escribir, contar y todas esas cosas. Prefería mil veces entrenar o estar jugando.

Odiaba hacer tareas, en lo absoluto. No entendía ¿cómo esto lo ayudaría a ser sultán?

Cuando fuese el gobernante de todo ese imperio crearía una ley anti-estudios. Jamás un niño tendría que estudiar mientras él viviese, todos serían libres ¡Y podrían jugar!

Hablando de eso, ahora que terminó ¡Podía jugar con Mimi!

Fue así como se dispuso a correr en dirección a la entrada del harem para ver a la joven sirvienta que jugaba con él.

No obstante, el pequeño iba tan centrado en llegar al lugar que no se dio cuenta que en una zona la tierra estaba resbalosa, sin querer sus pies se doblaron y antes que pudiera reaccionar su cuerpo cayó en el lago que estaba a un costado de él.

El niño ante esto comenzó a mover la manos y pies desesperado queriendo nadar, no obstante, estaba muy profundo ¡No alcanzaba a tocar la tierra!

¡Rayos!

Sin querer trago agua mientras patealaba.

¡Necesitaba salir de ahí!

—A-ayu...—El niño intentó nadar y gritar a la vez, pero se le hizo imposible— ¡Ayuda!

Mimi llegó al lugar rápidamente y se tomó la cabeza.

—¡Rayos! Kiriha.


A unos metros del príncipe se encontraban en ese mismo jardín el príncipe Tk junto a la hermana de Taichi, admirando la belleza del lugar.

—Es hermoso este jardín.— Musitó Hikari.

Sí, era hermoso. No obstante...

Takeru pasó su mirada por la chica.

Ningún paisaje se comparaba con ella.

—¿Recuerdas el jardín donde jugábamos de pequeños?

Hikari asintió.

—Era mucho más pequeño.

—Exacto.— Musitó el rubio—Pero éramos felices en él ¿no?

—Sí.— Contestó la castaña nostálgica recordando aquel tiempo donde todavía ambos tenían "paz" y cero preocupaciones.

—¿Sabes? Todo este tiempo en el cual tuve que escapar junto a mi madre fue difícil.— Habló Takeru— Por toda la situación, pero también...—Se acercó a ella y posó una mano en su hombro— Porque era insoportable pensar en que moriría sin antes cumplir con mi promesa...

Su promesa

Esto sorprendió a la castaña.

—Hikari, yo...— Takeru intentó hablar, pero antes que pudiese terminar un grito se escuchó en el lugar.

—¡Ayuda!

El rubio se alejó de la castaña.

—¿Escuchaste eso?— Preguntó el rubio.

Hikari observó a su alrededor— Creo que...

—¡Ayuda!

Ambos intercambiaron miradas asustados ante esto.


¡Rayos, rayos, rayos!

Pensó Mimi nerviosa al ver como el pequeño se ahogaba.

Observó a todos lados.

¿Dónde estaban los guardias cuando se necesitaban? ¿Dónde estaban las kalfas? ¿Dónde estaba su madre? ¿Por qué lo dejaban solo?

Dirigió su mirada hacia el pequeño y no lo dudó más, rápidamente se quitó los zapatos para luego saltar hacia el lago dispuesta a salvar al pequeño.

—¡Ayu...—Kiriha intentaba gritar, pero cada vez que lo hacia parecía estar más cercano a ahogarse— ¡Ayuda!— Gritó, sin embargo, tomó agua y comenzó a toser.

—Tranquilo, tranquilo.—Gritó Mimi mientras intentaba llegar hacia el pequeño.

La castaña movió los brazos y los pies, verdaderamente estaba hondo, no obstante, no podía detenerse, debía salvar al pequeño.

Fue así como luego de patalear, aletear y todo llegó donde el príncipe, rápidamente lo sostuvo entre sus brazos.

—Mi...—El niño intentó hablar— Mimi.

—Tranquilo Kiriha, yo te sacaré de aquí.— Habló la chica. Respiró profundo para obtener energía, observó hacia la orilla y con todas sus fuerzas intentó nadar hacia ese lugar con el pequeño.

Al principio fue difícil nadar con el pequeño a bordo, no obstante, luego de mucho patelear y dar manotazos sobre el agua avanzó bastante metros.

Justo cuando estaba cerca al lugar llegó el hermano del sultán, el príncipe Takeru, junto a la hermana de Taichi Pashá, Hikari.

—¡Rayos!— Exclamó la castaña.

—¡Kiriha!— Gritó Takeru y sin dudarlo se lanzó al agua para ayudar a la castaña con el pequeño.


Mientras tanto Yamato caminaba en dirección al patio donde eran sus entrenamientos con Taichi y parte de los jenízaros. Era día de colocarse en forma para ir a la guerra.

—Mi sultán.— Frente a él apareció Ryo Bey, uno de sus principales hombres.

—¿Sí?

—Ha llegado una carta.— Respondió el castaño e hizo una reverencia— Desde egipto y...

El hombre no pudo continuar hablando, ya que a lo lejos se escucharon unos gritos.

—¡Ayuda! ¡Ayuda! El hijo del sultán se ahoga.

Yamato se detuvo ante esto— ¿Qué son esos gritos?

Ryo observó hacia afuera— No lo sé su majestad.

—¡Ayuda!— Otro grito se escuchó.

El rubio hizo una mueca— Vamos a ver.

El castaño asintió.

Fue así como los dos seguidos de agas salieron en dirección al jardín principal.


Takeru salió del lago sosteniendo a su sobrino y a la joven que saltó al agua a salvarlo.

—¡Al fin!—Musitó Mimi— Estamos a salvo pequeño.

Kiriha tosió.

—Sobrino ¿estás bien?— Preguntó Tk.

El pequeño negó.

—Tomó mucha agua.— Comentó la castaña preocupada.

—¡Rayos!— Exclamó el hermano de Yamato.

—Debemos llevarlo al harem para que la médica lo revise.—Habló Hikari.

Mimi asintió.

—¡Atención!— Un grito se escuchó—¡Su majestad, sultán Yamato Kan!

Todos los presentes intercambiaron miradas.

—¿Qué fue lo que ocurrió?— Preguntó Yamato al llegar al lugar.

Mimi, Takeru e Hikari rápidamente voltearon.

—Mi sultán.— Ambas castañas hicieron una reverencia.

—Hermano.—Tk bajó su mirada.

Yamato se detuvo y observó atentamente a su hermano quién estaba mojado a cabeza, lo mismo ocurría con su hijo, quién se encontraba en los brazos de Mimi, completamente empapado al igual que la mujer de ojos color miel, además sus ojos estaban completamente llorosos.

—¿Qué ocurrió aquí?— Preguntó el mayor— ¿Por qué están todos mojados?

—Ca-casi me ahogué padre.— Respondió el pequeño rubio entre llantos.

—¿Qué?— Yamato alzó la voz sorprendido y alarmado— ¿Cómo es eso?

Hikari señaló el pequeño lago— No sabemos, su majestad, al parecer el pequeño príncipe iba corriendo y tristemente resbaló cayendo al agua en una parte muy profunda.

—N-no sé na-nadar.— Lloró el rubio.

Yamato frunció el ceño— Pero ¿dónde rayos están los guardias? ¿Las kalfas? ¿Su madre? ¿Dónde rayos estaba todo el mundo?

—No lo sabemos.— Respondió Takeru—Sin embargo, esta joven llegó antes que Hikari y yo, no lo dudó, saltó hacia el agua.

—¿Cómo?— Preguntó Yamato— ¿Se lanzó al lago?

Hikari asintió.

—Se lanzó al lago, nadó.— Respondió Takeru— Y salvó al príncipe.

—¿Qué?— Cuestionó el sultán— ¿Nadó?

Mimi asintió— Si, su majestad, no tuve opción, tuve que lanzarme al agua para ayudarlo, estaba muy profundo.

Yamato pasó su mirada por la castaña, quién aún mantenía su mirada baja ¡Vaya! Al parecer había sido buena idea dejar a esa chica en su reino— Mimi.— La nombró— Pe-pero eso es arriesgado.

—No tuve opción, si no hacia algo podía morir.— Respondió la castaña.

Yamato no pudo evitar sonreír de lado ante esto, ya que nunca se lo hubiera esperado de una mujer, generalmente las chicas del harem eran bastante gritonas, mucho hablar y poco actuar—Muchas gracias por rescatar a mi hijo.

—No me agradezca sultán, solo hice lo que cualquiera hubiera hecho para evitar que un niño se muera.— Contestó Mimi mientras abrazaba al pequeño.

—Aunque no lo creas no es algo que cualquiera hubiera hecho.— Comentó Yamato.

—¿No?

—Las mujeres generalmente le tienen miedo las piletas, las lagunas, ríos o mares porque no saben nadar.— Habló el sultán.

¿Enserio?

Mimi alzó una ceja sorprendida, no esperaba esa declaración.

—Si hubiera sido otra mujer probablemente hubiera enviado a buscar a uno de mis hombres.

¡Wow! ¿Enserio eran tan aburridas las mujeres de ese lugar?

—Ryo.— Yamato llamó al guardia que estaba cerca.

—¿Si?— Preguntó el Akiyama.

—Lleven a mi hijo y a la joven Mimi a mis aposentos, quiero que reciban la mejor atención.— Declaró el rubio mayor.

—Está bien su majestad.

—No es necesario.— Habló la oji-miel— Yo puedo arreglarme sola, es solo agua.

—Rescataste a mi hijo, Mimi, al menos permíteme compensarte.— Respondió Yamato.


+Detalles...Yamato tiene 23 años, Sora y Taichi también. Mimi tiene 16 años. El hermano de Yamato, Kouji, tenía la misma edad de Matt y su primera hija, Esmehan, la tuvo a los 14, así que, actualmente la pequeña sultana tiene 9 años, pronto la conoceremos.

+Okey quiero hacer otra aclaración, los compromisos de las sultanas de sangre no significaba un matrimonio con todas las leyes, existieron sultanas que se comprometieron a los 2 años y se casaron a los 6, pero era un matrimonio de palabras y firmar un contrato, los pashás eran yernos de la dinastía, pero no vivían necesariamente con sus esposas, ya que eran solo niñas. Generalmente las sultanas podían estar con su esposo cuando ya eran más grandes y tenían el ciclo menstrual, ya sea de 12 o 13. Algo que ahora nadie aprobaría (En especial yo) Pero que en ese tiempo era normal, como todos saben, las mujeres eran muy jóvenes y las casaban.

Nesmeervs: Holi jiji Aquí traje más, espero que te guste esta historia y continues leyendo, comentando, amo saber sus opiniones jiji

DespinaMoon2210: Hola, sí, aquí tenemos más acercamiento de Mimi y Yamato, la verdad es que quiero que se sienta bonito y no solo pasional (Como lo es en la novela "El sultán" de la cual me inspire) Sí, todas nos sentiríamos así, pero Sora no sabe cuales son sus límites, lamentablemente Jsjsjs Mimi tiene muchas ideas que puede sacar de improviso, ya verán más momentos divertidos e ingeniosos de su parte. Sí, sin querer los ayudó a los tres, al menos por esta vez, ya veremos como será un dolor de cabeza para Sora próximamente. Bueno, básicamente es gracioso Suleiman en la vida real y en la novela no tuvo tantos hijos como los tuvo Ahmed en Kosem jajaja Pero ya veremos que línea sigue Yamato jsjsjs Sí, los súbditos están atrevidos, no daré spoiler, pero diré que hay que estar preparados para odiar a esos sujetos jsjsjs Espero que sigas leyendo mi historia, comentando y ojalá te guste todo lo que se viene.

Guest (No apareció el nombre ToT): Que bueno que continues leyendo, ojalá continues participando en los comentarios y dandome tu opinión.

marii02: Sí, muy triste lo que sucedió con nuestro Tk en el consejo y sí, todos están en su derecho de reclamar, no obstante, ahora dependerá de Yamato y como gobierna para que todo le salga bien a su hermano. Sí, la condición es triste, pero es algo que debe respetar para mantener el "orden" en la dinastía o eso ocurrió con algunos príncipes luego que se eliminó el fratricidio. Sí, Taichi siente, pero más cosas negativas que positivas, la situación es difícil y sabe que con Sora ya no es posible Jajaja Sí, Mimi estaban totalmente roja de la vergüenza y usó su ingenio para salir de esa jajajajajaja Sí, pobre Gennai lo regañaron y es solo el primer regaño de muchos, pero él será como Sumbul Aga de el Sultán y Haci Aga de la Sultana Kosem, así que, los amaran. Sí, las cosas para Sora se vienen mal, lamentablemente Natsuko necesita asegurar la descendencia de su hijo, ya veremos que ocurre con la pelirroja (Seré sincera, quiero que llegue pronto la guerra entre Mimi y Sora jajaja) Espero que te haya gustado este capítulo, ojalá sigas leyendo mi historia, comentando y ojalá te guste todo lo que se viene.