Disclaimer: Los personajes corresponden en derecho de propiedad a sus respectivos autores, esta historia es sin fines de lucro. Sólo con el único fin de entretener a un público lector; de una fan para fans.
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Por Ladykya0
Pokeshipping week 2023
Fecha de publicación: Nov 4
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Día 4
Gorra de Ash
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— ¡Papá! ¡mamá! — Abrió la puerta sin ningún cuidado y ambos adultos se removieron en su lecho. — ¡Es hoy!
— Cariño... — Se escuchó la voz somnolienta de la mujer. — Son las siete de la mañana... — notó cuando intentó enfocar su mirada en el aparato que marcaba la hora digital a un lado de su cama. — Puedes dormir otro rato.
— ¡No quiero! — Continuó emocionado — ¡La abuela dijo que me prepararía un desayuno especial hoy!
Los adultos no pudieron terminar de procesar lo que pasaba cuando escucharon los pasos apresurados que bajaban por las escaleras, seguidos del pikapika del pokémon tipo eléctrico que seguramente se encontraba igual de enérgico.
— Al menos alguien sí llegará a tiempo con el Profesor Oak... — balbuceó somnolienta.
— No escucho. Duermo — Se removió tapándose el rostro con la frazada que lo cubría.
Por fin había llegado ese día.
La pelirroja que había estado durmiendo dos minutos antes cayó en cuenta de lo pasaría a las 10:00 am de esa mañana y el nerviosismo la hizo levantarse de la cama casi de un salto, haciendo que su esposo volviera a removerse entre sus sábanas con un quejido bastante audible.
— Ash...
— Sigo dormido.
Aquella respuesta le provocó a la Líder de Gimnasio una sensación de ternura combinada con resignación, así que sin decir más se dirigió hasta el baño donde comenzaría con su rutina.
Habían llegado a Paleta hace una semana, listos para ese día que parecía ser perfecto. El clima era templado, el sol ya se encontraba iluminando los verdes pastos de aquel poblado donde Ash había crecido y que fue testigo de todas las veces que este había regresado de algún viaje pokémon. En aquella casa, en la que ella misma había compartido sentimientos y guardaba recuerdos de su propia historia.
Hoy volvía a ser parte importante de sus vidas.
Misty se acercó de nuevo a la cama mientras cepillaba su cabello húmedo, observando que está ya se encontraba tendida y prolija. Buscando con la mirada, pronto se encontró a su esposo observando por la ventana de la habitación.
— ¿Todo bien? — Preguntó una vez que pudo notar, a través del vidrio, a su hijo en el piso inferior acomodando algunas cosas dentro de una mochila, con pikachu ayudándolo con alegría.
Ash no respondió, pero sonrió con melancolía.
Para nadie había sido una sorpresa que su único hijo hubiese heredado el amor por los pokémon, la personalidad aventurera de su padre o la tenacidad de su madre. Mucho menos se sorprendieron cuando este había decidido, sin miramiento alguno, convertirse en entrenador pokémon. En el mejor. Declarando a los cuatro vientos que su más grande sueño era tener una batalla como iguales, con su padre.
No como su hijo, sino como retador.
No, nadie pareció sorprendido. De hecho, lo esperaban.
Pero lo que nadie pensó que pasaría, sería ver a un Ash receloso de dejar partir a su único hijo. Porque era algo que él tampoco sabía cómo manejar.
Estaba orgulloso. Sentía la emoción y las ansías de verlo avanzar en su aventura. Pelear por la cima, aferrarse a sus sueños, aprender en el camino como él mismo lo hizo. Para, por fin, tenerlo un día ante él, con su equipo de seis, listo para darlo todo en la arena.
Pero no quería dejarlo ir.
— No es fácil ver a un hijo partir — le dijo su madre la noche anterior y entendió cómo se había sentido ella todas esas veces que él decidió irse sin mirar atrás y lamentó haberla hecho sentir de la forma en la que él se sentía en ese momento. — Pero, cada que lo veas regresar, con una aventura más en sus bolsillos y la experiencia adquirida, sabrás que valió la pena.
Ash se había quedado pensando en eso toda la noche.
Su madre siempre había sido una mujer fuerte e inteligente. La admiraba por eso, porque seguía estando ahí para él como cuando era niño. Aconsejándolo y dándole el valor que a él parecía faltarle en ese momento.
— Todo va a estar bien, Ash — Escuchó la voz de su esposa y sintiendo el dulce beso en la mejilla que le regaló, suspiró fuertemente para después girar sobre sus pies, mirarla y regalarle una sonrisa.
— Lo sé.
— Creció muy rápido — continuó la pelirroja contagiada del humor nostálgico que su esposo tenía en ese momento, mientras se acercaba un poco más a la ventana para ver mejor. — Esperemos que no haya heredado tus ganas de aventarse por cualquier acantilado persiguiendo pokémon legendarios. — Bromeó, pero al regresar su mirada solo pudo notar el semblante serio de su esposo.
Genial, una preocupación más.
Le inquietaba la idea de verse reflejado y pensar en todas las veces que pudo no haber vuelto.
— Aunque así fuera — continuó Misty al ver la seriedad en la mirada del entrenador — es tu hijo — sonrió sin más. — Sabrá cómo arreglárselas para volver.
El entrenador lo pensó por un momento asintiendo con resignación. Al menos su semblante pareció relajarse un poco.
— Es nuestro hijo — Dijo por fin rodeando con su brazo los hombros de la mujer. — Confió en él porque sé que tiene más de tu sentido común.
La mujer asintió.
— ¿Qué sería de ti sin mi Ketchum?
— No lo sé — Suspiró sin quitar la vista de la ventana.
— Me voy a adelantar, por favor no tardes en bajar — La pelirroja le regaló un corto beso en los labios para después darle la espalda y dirigirse hasta la puerta de la habitación — Desayunemos todos juntos — dijo por último antes de salir por completo.
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Cuando Delia dijo que haría el desayuno extra especial esa mañana nunca creyeron que consentiría a su nieto con los platillos que más le gustaban. Todos habían quedado satisfechos, entre platicas y risas él tiempo se les había ido más rápido de lo que hubiesen querido.
Las campanadas del reloj de la sala les anunciaron qué el momento había llegado. Viendo a su hijo despedirse de su madre, de su abuela, incluso de su Pikachu, quién hasta ese momento había sido su mejor amigo; Ash sintió sus piernas temblar al tenerlo de frente.
— Papá — Vio la decisión en sus ojos, los mismos ojos celestes de Misty — llamaré cuándo llegue a Ciudad Verde.
Y Ash sonrió. Recordó su propia aventura, emocionándose al darse cuenta de lo que significaban esas palabras. Todo lo que había pasado el primer día que salió de Pueblo Paleta, justo antes de llamar a su madre desde el Centro Pokémon de Ciudad Verde...y después, tantas aventuras, tantos amigos, tantos pokémon.
— ¡Mi Charmander se convertirá en el mejor Charizard, mucho más fuerte que el tuyo! — Dijo mirando a su padre sin titubear.
Ash asintió con satisfacción.
— Mientras no sea un inicial desobediente — dijo divertido acariciando a su pikachu, quien ahora se encontraba sobre su hombro y que prefirió ignorar aquella acusación. — O un Charizard orgulloso — rió— estarás bien.
Misty secundó a su marido mientras intentaba no hundirse en su propia nostalgia.
El niño no lo entendió del todo.
— Estaré esperando el momento de nuestra batalla — Ash le respondió con la misma energía y decisión que su hijo mantenía. — Tengo algo para ti —, se acercó los pasos que los separaban. El aspirante a entrenador lo miro expectante viendo aquella prenda que no reconocía del todo. — Esta es la gorra que yo usé cuando salí en mi primer viaje pokémon. — Tomó el objeto y lo puso sobre las palmas del niño. — Tu madre se encargó de cuidarlo todo este tiempo.
La pelirroja carraspeó intentando disimular el ligero sonrojo que apareció en sus mejillas al recordar que, había sido ella misma quién le había pedido a Delia poder quedarse con aquella gorra.
— Llévalo contigo, como un recordatorio de que lo más importante no es la fuerza de tus pokémon sino la experiencia y el lazo que creas con ellos. — No respondió — Ya lo entenderás — Continuó con ternura al notarlo dudar de sus palabras.
El menor de los Ketchum asintió sin darle tantas vueltas a las palabras de su padre. Tomó la gorra colocándosela sobre sus cabellos oscuros, listo para emprender su viaje, con la asía de la aventura reflejada en su mirada.
Delia sintió su corazón estremecerse porque por un segundo creyó ver a su pequeño Ash a punto de partir, de nuevo. Misty suspiró, porque la sonrisa que el niño había heredado era la misma que ella había extrañado ver tantas veces, en la soledad del Gimnasio Celeste, cuando volvió como Líder.
Y Ash, él ahora sabía que todo estaría bien.
Su hijo regresaría lleno de las experiencias irremplazables que solo la aventura de ser entrenador pokémon podría darte.
Lo vieron partir.
— ¡Entrena duro, porque no dejaré que te lleves la medalla Cascada tan fácilmente! — Misty alzó la voz mientras veía al niño acelerar su paso hacía el laboratorio Oak, donde recibiría el inicial por el que tanto había esperado.
— ¡Lo sé mamá!
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¡Hola!
Ay, hasta yo me emocioné. Si me imagino a Ash preocupado, una vez siendo adulto, dándose cuenta de todas las veces que se puso en peligro jajaja. Así pasa cuándo creces, así que pensé que darle esa sensación a Ash en lugar de Misty sería más interesante.
¡Hasta mañana!
