Disclaimer: Naruto no me pertenece.

Aclaraciones: Modern Times. Universo Alternativo.

Advertencias: Menciones de tabaco y alcohol.


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Néctar de Lavandas

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Capítulo 4


La primera semana de octubre pasó en un parpadeo y él no podía evitar sentirse emocionado ante la cercanía de su cumpleaños. Claro que no era el único, compartía el mismo día que Menma. Aun así no dejaba de sonreír cada vez que observaba el calendario, específicamente la cruz marcada en la casilla en la cual se leía un enorme 10.

Hacía un par de días que Naruto recibió la llamada de su madre. Ésta, como de costumbre, le preguntó acerca de todas las novedades. Naruto se encargó de contarle casi todo, omitiendo cosas que no era mejor compartirle a su progenitora. Luego Kushina no dejaba de comunicarle que la casa se sentía sola sin ellos. Después la animada personalidad de su madre volvía y le preguntaba qué se le antojaba para comer el día de su cumpleaños, avisándole que le haría una gran cena para festejar. Naruto se sintió emocionado de probar el sazón de su madre, en la comodidad de la casa donde creció toda la vida pero tenía ya un compromiso.

Los chicos y él saldrían a celebrar su cumpleaños en un bar conocido. Tomarían un poco, comería algo rico, partirían un pastel e irían al karaoke a terminar el día. A pesar de eso su madre le dijo que podía pasar al día siguiente y comer lo que hizo, que no importaba mucho apegarse demasiado a las costumbres y que ellos celebrarían el cumpleaños de ambos incluso dos días seguidos.

Él rio por las ocurrencias de su madre, pero no le rechazó al saber que añoraba sentirse en casa de nuevo.

No era que sintiera nostalgia frecuentemente pero convivir bajo el mismo techo con el silencio de Menma era agotador en ocasiones; el lugar no era así de animado como su hogar, con la risa escandalosa pero animada de su madre y la mirada amable y sonrisa calmada de su padre. En la sala tenían la costumbre de reunirse a ver sus programas favoritos o ir de picnic cuando los cerezos echaban flor. Los sábados despertaba por el ruido de su madre abajo gritarle de que ya iba tarde a su entrenamiento de soccer y luego pelearse con el baño por Menma cuando éste le ganaba primero.

La condición para que sus padres les permitieran independizarse fue vivir juntos. A Naruto no le importó mucho la cláusula en aquel momento; había vivido con Menma desde que estuvieron en el vientre materno, hacerlo por unos cuatro años más no le mataría.

Por obvias razones a Menma le desagradó por completo la idea, intentando ganarse el punto de sus padres al mencionar que él era capaz de hacerse cargo de sí mismo, incluso tenía ahorrada una buena cantidad para irse a vivir solo, pero Kushina no le dejó al explicarles que vivir en la capital del país era demasiado caro, especialmente para un par de estudiantes. Necesitarían conseguir un trabajo de medio tiempo para mantenerse.

Su familia no era poseedora de una enorme fortuna, su madre era dueña de un taller mecánico mientras que su padre dirigía una cafetería a dos cuadras de casa. Ambos negocios iban bien pero la popularidad de cadenas grandes como Starbucks u comercios más especializados en la reparación de autos y venta de piezas lograban, de algún modo, opacar los comercios de sus padres.

Naruto como Menma sabían el esfuerzo que sus padres hacían cada día desde que ellos entraron a la universidad. No era que tuvieran que decirlo, lo entendían a la perfección e intuyeron que la razón por la cual sus progenitores les pedían vivir juntos era para solventar el gasto sin sentirse tan presionados. Menma tuvo que aceptar la idea y adaptarse a su nueva etapa de vida siendo acompañado por Naruto.

El miércoles él tenía una sola clase en la tarde. Pudo dormir hasta la una del mediodía, pero a pesar de eso no dejaba de sentirse un poco agotado, seguramente por las noches en vela que pasó haciendo tareas y proyectos.

Naruto era el único en el departamento pues Menma ya había salido. Y aunque no conocía completamente el horario de su hermano, sabía que si no estaba estudiando o adelantando tareas, estaba trabajando en el negocio de Juugo. No recordaba exactamente de qué se trataba pero Menma siempre llegaba molido.

Habiéndose preparado para salir, Naruto llevó su mochila, revisando superficialmente que llevara lo esencial; la última vez se le olvidaron sus plumas y lápiz que tuvo que pedirle a su compañera Shion una prestada. Ésta había suspirado, como si él no tuviera remedio, para buscar en su lapicera y pasarle uno.

Viajó por tren escuchando su música preferida y leyendo las noticias que le salían en Twitter. Recibió la notificación de Instagram; era de la cuenta de Sakura. Él en automático dio clic, topándose con una foto de su rosada novia acompañada de Ino e Hinata. Las tres, presumía, estaban en una cafetería, brindando con sus respectivas bebidas y sonriendo a la cámara de la Haruno.

Naruto dio like y de inmediato comentó que la Haruno era la más hermosa de todas.

Tuvo curiosidad de qué hacía Sakura en el centro comercial pero luego recordó que era de los lapsos de tiempo libre que ella tenía, así que prefirió no molestarla. Ya había tenido su turno de disfrutar tiempo juntos con ella cuando le acompañó a elegir un nuevo celular y después ir de tienda en tienda a ayudarle a cargar las bolsas con las que Sakura. Él no entendía nada sobre la moda, constantemente Sakura no dejaba de criticarle por su uso excesivo de naranja, un color que era desagradable para la vista humana, pero él siempre defendía sus preferencias al mencionarle que para él era su color; parte de su esencia.

Sakura solamente rodaba los ojos y le entregaba otra bolsa más que cargar.

―¿Esto no te afectará en tus gastos? ―le preguntó al sentir más peso en sus brazos y sentirse alarmado de cada nuevo accesorio o prenda que Sakura añadía.

―No, mi papá me prestó su tarjeta de crédito ―dijo Sakura con una sonrisita contenta―. Un premio por haber sacado el primer lugar de mi año.

―Oh.

El padre de Sakura era un exitoso dentista que tenía su propio consultorio la zona rica de Tokio, mientras que la madre de ella era diseñadora de interiores. Los padres de Sakura vivían bien y tenían la manera de cumplirle cualquier deseo a su única hija. A él no le quedaba duda de que Sakura siempre se le había dado lo que ella quisiera.

No es que considerara que su novia fuera una chica malcriada, Naruto había visto varias veces el lado maduro de su chica y eso solo le hacía sentirse más enamorado de ella, pero le resultaba sorprendente toda la cantidad de dinero que gastaba.

Esa tarde estuvo detrás de Sakura sirviendo como su cargador oficial, asintiendo a todos los conjuntos con los que ella salía del probador, buscando su aprobación; él no dejaba de halagarla, a pesar de que Sakura le mencionaba que no podía decir sí a todo.

―Pero es que luces bonita con todo.

―Sí, pero hay ciertas prendas que son mejores que otras.

―¿En serio? Para mí lucen igual…

―¡Una minifalda y una falda con holanes no son iguales!

―¿No?

Después de que Sakura le diese lecciones sobre distinguir los diseños de ropa, terminaron sentados en el área de comida del centro comercial. Sakura tuvo antojo de helado y él fue por dos. Sabor de fresa para ella y vainilla para él. Se pusieron a conversar un poco, él no dejando de sonreír como bobo por todo lo que Sakura decía, quien a veces debía volver a repetir todo porque claramente el rubio no ponía atención por estar tan embelesado por la chica de ojos jade.

―¿Hola? ¿Tierra llamando a Naruto? ¿Sigues ahí? ―chasqueó los dedos frente a los ojos azules del chico. Éste despertó de su trance―. En serio, ¿me estás escuchando?

―Siempre te escucho, Sakura.

―Pues no parece ―se metió una cucharada a su boca, con el ceño ligeramente fruncido.

Naruto rio, rascándose la nuca.

―Lo siento, es que… ―otra vez la sonrisa y ese hábito de recargarse en la mano, viéndola como un completo enamorado―. Luces tan bonita.

El cumplido logró sonrojarla, incluso casi se le atoró el frío del helado en la garganta, pero lo supo disimular. Otra vez se le frunció el ceño y le dio una patada indolora a la espinilla de Naruto quien solamente dio rienda suelta a sus carcajadas.

―¿De verdad qué pasa contigo? ―Sakura alzó una ceja.

―Solo estoy feliz de por fin tener algo de tiempo juntos ―Naruto tomó la mano libre de Sakura quien respingo.

Ella estuvo a punto de retirar la mano por impulso pero recordó que Naruto era su novio y no era el chico insistente que siempre trajo detrás suyo desde secundaria, pidiéndole que saliera con él y se volviera su novia.

No, ese rubio atolondrado ahora era su actual pareja.

El chico que la veía siempre con ojos de cachorro, la sonrisa hecha de Sol y la completa seguridad de que todo su mundo volvería a iluminarse solo con su presencia.

―Sí… ―respondió lentamente, como si intentara elegir cuidadosamente sus palabras―. Lo siento, la escuela me ha mantenido muy ocupada.

―Lo sé.

Sakura puso una sonrisa ligera.

―No puedo creer que apenas sea el primer semestre.

―Ah, nos acostumbraremos, no te preocupes.

Y él le robó una cucharada del helado de fresa, provocando que Sakura volviera a regañarlo.

Los celos los dejó olvidados en casa porque Ino e Hinata no eran chicos que pudieran robar la atención de su chica. No eran Sasuke que provocaban a sus inseguridades resonar más fuerte en su cabeza ante la idea de Sakura y Sasuke a solas.

Al bajar a su estación correspondiente caminó alrededor de cinco cuadras para llegar a la entrada norte del campus e ingresar a su facultad. Con el tráfico en Tokio, Naruto tuvo que obligarse a ser puntual ya que ninguno de sus profesores era tolerantes como Iruka-sensei lo fue en la preparatoria. Además la mayoría de los docentes borraban las ecuaciones del pizarrón en cuanto terminaban de explicar. Por eso tenía que estar temprano y atento, a pesar de que era una lucha constante consigo mismo con mantenerse despierto, especialmente en las clases de la tarde y entrada de la noche cuando más cansancio se le acumulaba.

Pasó sentado en su butaca alrededor de una hora y media cuando la chicharra de la facultad sonó. Él suspiro con alivio, masajeándose los ojos para que las ecuaciones que anotó e intentó resolver lograran distinguirse.

―Naruto.

―¿Hmm? ―unos golpecitos en su espalda le hicieron girar para encontrarse con el rostro de Shion, quien suspiró y luego sonrió.

―¿De nuevo en las nubes?

―Perdón ―puso una sonrisa―. Estaba repasando lo que vimos hoy. Es algo confuso…

―Con Ibakashi-sensei suele serlo ―concordó ella, dándole la razón―. Pero lo aprenderás, no lo dudo.

―Eso espero ―soltó una risa nerviosa, inseguro de lograrlo.

Iba a girarse para guardar sus cosas y despedirse de la chica cuando el carraspeó de ella le impidió realizar su acción.

―Oye ―se le vio nerviosa repentinamente y eso era extraño. Durante el tiempo que Naruto venía siendo compañero de Shion nunca la había visto con una mueca de duda, era confiada y segura, así como de las alumnas más inteligentes―. ¿Q-Qué vas a hacer este 31? ―preguntó, desviando la atención hacia sus cuadernos, los cuales ordenaba una y otra vez.

―¿El 31…?

―Sí ―respondió, jugando con sus mechones rubio pálidos―. D-Digo, es Halloween y habrá muchas fiestas. Una de mis amigas me invitó a una y, bueno, pensé que… Si es que no tienes planes…

Naruto sonrió con pena.

―Lo siento, Shion, pero saldré con mi novia.

Por un momento Shion dio la impresión de quedarse congelada. Ahora sí le miró, con las cejas en lo alto en una clara expresión de incredulidad.

―W-Wow ―soltó. Shion puso una sonrisa tensa―. No sabía que tuvieras… novia.

―Sí, hemos estado saliendo por siete meses. Bueno, próximamente ocho.

―E-Eso es mucho tiempo ―confesó, manteniendo su expresión cortes―. Vaya, no lo esperaba.

―Hey, ¿cómo que no lo esperabas?

Shion rio y guardó todas sus cosas sin el menor cuidado a su bolso.

―Nada, es solo que… ―la rubia se puso de pie―. No se te ve que tengas novia, ¿sabes?

Naruto no entendió a la chica, incluso puso una confundida expresión.

―¿Y eso…?

―Olvídalo ―Shion negó con la cabeza, rodando los ojos pero volviéndole a sonreír―. Solo yo me entiendo. Ahm, bueno, es una pena que no puedas ir, pero ni modo. Cuídate.

Él levantó la mano para despedirse pero Shion ya había salido del aula con otros compañeros. Se encogió de hombros sin entender el extraño comportamiento de la chica y se dedicó a ordenar sus cosas.

De vuelta a su hogar Naruto recordó que hoy tenía que hacer lavandería. Eso le hizo soltar un suspiro lleno de fastidio pues era de las actividades que más detestaba. Pero el par de calcetines y ropa interior que usaba eran las últimas prendas que le quedaban limpias.

Y no tenía dinero como para irse a comprar nueva ropa solo por tener pereza de lavar.

Pasó por la habitación de Menma sin escuchar movimiento. Reviso su reloj y se dio cuenta que ya era poco más de las nueve. Generalmente Menma llegaba entre las 8:00 PM u 8:30 PM del trabajo, o de la escuela. Desconocía qué días tenía libres y qué días no.

No se quejaba de estar solo, era un pequeño disfrute que se daba para hacer lo que quisiera sin recibir una reprimenda del menor; tales como quitarse los calcetines y dejarlos tirados en el pasillo o beber directo del cartón de leche, cosas que a Menma le asqueaban y le hacían ser el blanco favorito del gemelo menor para sus regaños.

Una vez armada su canasta con la ropa interior y la lavadora lista para realizar su función, Naruto echó todo, oprimiendo los botones y soltando un suspiro.

Desde ya sentía que la cama le llamaba, pero quería probar por un rato el nuevo juego que Chouji le había recomendado para su celular. Las noches de videojuegos en casa de Chouji quedaron en pausa cuando éste entró a Gastronomía. Sin duda era lo más divertido porque los padres de Chouji eran un encanto; les dejaban utilizar su enorme sótano en cual el señor Akimichi tenía instalado una tabla de ping-pongo donde humilló a Kiba con sus dones para el deporte de mesa. Además de la inmensa sala donde el televisor tenía el tamaño indicado para que todos disfrutaran de los increíbles gráficos que el juego mostraba.

Sonrió ante la nostalgia de esos días en los que la vida había sido tan fácil de alcanzar, con preocupaciones mínimas, sin sentir el acecho de la responsabilidad adulta respirándole la nuca. Incluso recordó sus sueños de hacer una banda y tocar, escribir canciones y ser populares entre las chicas, quizá con eso Sakura giraría a verle. Aunque siendo Sasuke el vocalista ―quien tenía mejor voz que todos ellos―, dudaba que eso fuera a suceder.

De pronto los pensamientos de Naruto quedaron en blanco al traer el nombre de su mejor amigo a la mente.

Sasuke era su amigo desde la infancia. Casi hermano. Con gusto lo intercambiaría con Menma, pues al menos Sasuke tendría un poco de misericordia; con Menma dudaba eso.

Si su gemelo tuviera la oportunidad de desaparecerlo y volverse hijo único, lo haría.

La explicación de Sasuke debía ser suficiente para no preocuparle nada de lo sucedido en esa noche. Su amigo no era la clase de chico que anduviera quitándole las novias a otros. Tenía montones de mujeres yendo detrás de él; podía escoger a cualquiera. Y aunque Sakura pudiese representar alguien querido para el Uchiha, que éste le viera de otra manera que no fuera más allá que una simple amiga resultaba imposible. Al menos de parte de Sasuke.

De Sakura…

Él quería confiar plenamente que el enamoramiento que la Haruno tuvo hacia su primer amor terminó después de tantas decepciones y rechazos.

Sasuke en secundaria y preparatoria fue un completo cretino que decía las cosas sin pensar, lastimando profundamente los dulces sentimientos de Sakura. Muchas veces había ido a enfrentarlo cuando Sakura intentaba ser fuerte al encontrarla en las escaleras, limpiándose con las manos las lágrimas rápidamente para que no le viese llorar, escondiendo los chocolates a medio comer o el bento que ella preparaba con la ilusión de dárselo al chico de sus sueños.

Varios conflictos sucedieron entre Naruto y Sasuke a causa de esa cadena enredada de amor de la cual Sasuke con gusto dejaría de participar si con ello Sakura como Naruto lo dejaban en paz. Durante el segundo año Sasuke se mantuvo alejado de ellos, incluso corría el rumor que estudiaría en el extranjero. La noticia, aunque no fuera confirmada, había roto de distintas formas el corazón de Sakura.

Ver a Sakura con el dolor en sus ojos era algo que a Naruto enfurecía y entristecía. Le hacía sentir impotencia de no poder hacerla reír y olvidar el mal rato. Siempre se quedaba callado, con el hormiguear en sus puños por querer golpear una pared o el rostro arrogante de Sasuke que lastimaba demasiado a la preciosa chica que amaba.

El ruido de la lavadora terminar el primer ciclo le hizo despertar del viaje al pasado para darse cuenta del presente en el que vivía. Cierto. Ya no estaba en preparatoria, sino en universidad y Sakura era su novia. Las cosas habían cambiado para bien y él no dejaba de sentirse tan agradecido de que así fuera.

El día en que Sakura aceptó ser su novia Naruto prometió que haría todo con tal de hacerla feliz. No importaba cuánto le costara o qué tuviera que sacrificar, así lo haría.

Naruto sacó toda la ropa oliendo a aromatizante del interior de la lavadora, sacudiéndola y echándola bola a la canasta. Podía escuchar a su madre decirle que la doblara pero el pensamiento le decía que era una pérdida de tiempo al saber que se volvería a arrugar cuando se la pusiera de nuevo.

―¿Hmm?

Tocó algo delgado con sus manos. Era una tela completamente diferente a la de toda su ropa. Podía decirlo con certeza pues tenía una gran memoria al tacto. Con las yemas de los dedos se aventuró a investigar la textura para sentir la inconfundible seda y encaje. Era demasiado pequeña para ser de él y hacía buen rato que no usaba pañoletas.

Guiado por la curiosidad Naruto jaló de la prenda solo para tener el rostro completamente rojizo de identificar lo que traía en la mano.

―¿U-Una tanga? ―tragó seco al estirar la prenda delicada y pequeña, demasiado pequeña, con el tamaño adecuado para cubrir la feminidad de cualquier chica.

El color era de tono negro y con encaje. Naruto la giró y volvió a pasar saliva al notar el hilillo que cubría la parte trasera. Miró a todos lados como si se sintiera vigilado, llevando la prenda hasta su pecho y luego escondiéndola en los bolsillos de sus bermudas.

No pensó demasiado y dedujo que era de Sakura. Estaba mezclada en sus cosas y la única chica que había estado en su habitación fue su novia. ¿Quién más? Sonrió ampliamente al pensar que Sakura lo dejó a propósito como un regalo para pensar en ella.

Desconocía la preferencia de lencería de Sakura pero era una agradable sorpresa. Ahora sentía un buen humor y se aseguraría de mantener el regalo de su chica atesorado bajo su almohada.

Definitivamente eso le haría ver como un pervertido, pero era mejor así a decirle a Sakura que dejó olvidada su ropa interior.

O había dos posibles reacciones que ella tuviera.

Una: seguramente se avergonzaría al extremo y le golpearía por vociferar abiertamente aquello.

Y dos: simplemente le golpearía por deducir que había sido algo voluntario, tachándolo de pervertido por hacer esas cosas.

Sí, era mejor que guardara aquel secretillo exclusivamente para él.

Llegó a su habitación con la canasta ahora de ropa limpia. Al pasar por el pasillo vio a Menma entrar por la puerta, dejando su calzado y quitándose la chaqueta. Quiso decirle algo como un "Hey, llegaste" o "Bienvenido" pero era Menma de quien hablaba; seguramente éste le respondería con un comentario ácido o simplemente le ignoraría. No valdría la pena gastar saliva en saludos innecesarios.

Menma siempre se comportaba como si él a veces no existiera. Y a veces resultaba ser mejor, pero otra veces no. La actitud de su gemelo siempre había sido así, aunque dicho trato hacia su persona se endureció cuando ambos entraron a la adolescencia. No es que quisiera que los días en que su hermano menor y él jugaban a los superhéroes regresaran, pero al menos quisiera llevarse bien con él.

Menma actuaba como si Naruto fuera culpable de cosas que él desconocía completamente. Tanto desprecio no pudo generarse así porque sí. Incluso les preguntaba a sus padres si él hizo algo de chiquito como para que su hermano le tratara así.

Ni Sasuke era tan ingrato.

Menma elevó los ojos del piso para verlo a él. Puso una sonrisa ligera pero el azabache bufó, pasando a la cocina sin dirigirle la palabra.

―Uy, qué genio ―musitó silencioso, prefiriendo irse a su cuarto y dejar a su hermano con su humor a solas.

Después de acomodar sus prendas, preparar las cosas que usaría para el día de mañana, Naruto se acostó en su cama y prendió su celular para checar algunas novedades que tenía pendientes de revisar. Rio un rato con TikTok, se informó de los futuros estrenos de anime por vía Twitter y después pasó a Instagram para estar actualizado de lo que hizo su novia en el día.

Sakura había agregado un álbum de casi quince fotos y un vídeo. En el vídeo se veía que ella estaba grabando el camino que el trío de amigas hacía por el centro. Se escuchaba la risa de Ino y algún comentario de Hinata: "N-No es gracioso, Ino-chan" mientras Sakura defendía a su tímida amiga y después enfocaba el lente del celular en los escaparates. Puso atención porque ninguna tienda era de accesorios o ropa para mujer, sino para caballero. Eso le hizo enarcar una ceja.

―¿Estará buscando algo para su papá? ―musitó sin entender.

Luego pasó a las demás fotos donde Sakura capturaba a Ino poniéndole unos lentes demasiado grandes para Sol a Hinata. Sonrió por lo tierna que la chica lucía; los objetos grandes en ella la hacían lucir más pequeña de lo que ya era. Después Sakura y sus dos amigas habían pasado por una tienda de disfraces donde Sakura e Ino se pusieron dos máscaras de monstruos mientras Hinata llevaba unas alas de ángel y hacía una mueca graciosa como si fuera a punto de ser comida. Esa le gustó mucho y le dio like, comentando con un emojin de risa.

Estuvo un rato viendo las publicaciones de sus conocidos que no se percató que tanto viaje digital lo llevó hasta la cuenta de Hinata. Ésta también publicó un par de fotos desde otro ángulo en su salida con Ino y Sakura. Había tomado una donde Sakura celebraba haber sacado un peluche del uno de los centros de recreación llenos con gashapon. La carita de felicidad de su novia por tener un rosado peluche le hizo guardar la imagen para sí y agradecer a Hinata por tomar esa linda foto. Luego bajó más y halló a Hinata posar para la foto con otra joven parecida a ella, solo que con cabello castaño y una mirada menos dulce que la mayor. Aun así la sonrisa que puso con Hinata a su lado era genuina.

El perfil de Hinata era tranquilo, casi inocente. Sus publicaciones no tenían nada malo y eran ordinarias, nada fuera de lo común. Tenía un par con Kiba y Shino, o una toma de su mano con una catarina descansando en la palma de su mano. Incluso había un par de tomas donde ella mostraba el nuevo diseño de sus uñas.

Sin embargo fue en la próxima foto lo que le hizo sentarse de golpe en la cama y acercarse más a la pantalla.

―Yo conozco ese tatuaje ―señaló la parte de piel expuesta del tobillo que el enfoque de la foto de Hinata captó.

La Hyuga se hallaba sentada en lo que parecían ser unas bancas de algún estadio o algo parecido. El rostro de Hinata no salía pero sí sus piernas cubiertas por una falda de mezclilla. Pero al lado había un pie enfundado en unas zapatillas deportivas con el logo de Puma y el tobillo expuesto, dejando al alcance un tatuaje minimalista de una Luna Menguante tonalidad negra. ¡Por supuesto que él reconocería ese tatuaje!

Acompañó a Sasuke a hacérselo.

En la descripción de la publicación no decía nada, salvo los emojis de un bate de béisbol y gorra. Ninguna explicación que le ayudara a entender por qué Sasuke e Hinata salieron juntos.

La foto fue de hace dos meses. Sasuke no le comentó nada de asistir a un juego, o siquiera ser cercano a Hinata; jamás tuvo razones para cuestionar las amistades que el Uchiha hacía, menos si tenía alguna relación cercana con la Hyuga. Pero los Hyuga y Uchiha convivían en el mismo círculo social al ser condenadamente ricos. Quizá se hablaban, aunque fuera poco, no obstante recordaba que Hinata le aclaró que Sasuke ni ella eran cercanos a pesar de estudiar lo mismo y compartir unas cuantas clases juntos.

Lo que Naruto veía no determinaba nada pero no podía dejar de ver con ojos estudiosos cada detalle, pensando en las posibilidades. Ya era la segunda casualidad que veía algo de su amiga y la novia de su hermano en una misma foto. Era extraño y sospechoso. ¿Menma sabría sobre esto? ¿O al igual que él le tomaría por sorpresa descubrir que Sasuke e Hinata eran un poco cercanos?

Ser cizañoso no era parte de su personalidad, menos en asuntos que no le convenía participar. Hinata era la novia de Menma y ellos debían solucionar sus propios problemas. Pero Menma era su hermano; y aunque fuera un bastardo la mayoría de las veces, seguía siendo su sangre.

Probablemente estaba juzgando precipitadamente a Hinata y a Sasuke. Quizá debería mejor preguntar, por más metiche que fuera, al Uchiha de por qué de esas fotos.

―Primero lo de la gorra y ahora esto ―musitó, viendo los comentarios sin notar nada extraño, nadie hacía publicaciones escandalosas o que insinuaran algo. Podría ser a causa de que no muchos sabían que Sasuke tenía un tatuaje en el tobillo, quizá solo él e Itachi-niichan―. Muy sospechoso.

Bajó a la otra foto en donde la joven Hyuga salía sonriente y sosteniendo un T-Rex de peluche tono lila. Achicó los ojos, tratando de descifrar que ocultaban esos orbes perlados.

Menma entró bruscamente a su puerta, tomando por sorpresa a Naruto que lanzó el celular a los pies del azabache. Éste le observó sin comprender, levantando el celular no sin antes arrojar los calcetines sucios del rubio a la cara.

Como era de esperarse, el ceño de Menma se frunció en cuanto observó en la pantalla del celular del idiota que tenía como hermano una foto de Hinata. Naruto estaba viendo el Instagram de la chica.

―¡Oye, ¿no sabes tocar?! ―Naruto se quitó esas dos olorosas prendas para fulminar a Menma por sus pésimos modales y esa manía de no respetar su privacidad. La próxima vez se aseguraría de poner seguro―. No puedes entrar a mi cuarto cuando se te de la…

―¿Qué haces viendo fotos de Hinata? ―a Menma le daba igual recibir un sermón por parte del rubio en esos momentos. Primero quería escuchar una respuesta convincente.

―¿Eh? ―fue tomado bajo guardia por la pregunta.

Fácilmente hubiera podido negar cualquier cosa pero Menma le mostraba la pantalla del celular con la foto de Hinata ocupando todo el espacio rectangular.

―Eso… Ah… ―rasco su cabeza, sin saber qué responder. Obviamente no estaba viendo el perfil de la chica por gusto, simplemente dio ahí y andaba de curioso, nada más―. Ella tenía unas fotos de Sakura, así que entré para darle like y guardarlas…

―La foto es de Hinata, no de tu novia Tronchatoro ―habló Menma, entrando al cuarto de Naruto con pasos amenazantes. Él tuvo que sentarse en la cama―. Y la cuenta es de Hinata, no de una fan dedicada a publicar fotos de Sakura Haruno. Ahora dame una buena respuesta.

―No te pongas tan agresivo ―dijo Naruto―. Ya iba a salirme. Y te dije la verdad: me metí porque tenía una foto de Sakura que me pareció linda. Solo la quise guardar ―le arrebató a su hermano el móvil. Buscó en su galería personal y le plantó a Menma el teléfono para enseñarle que, efectivamente, la foto de Sakura y su oso de peluche estaba guardada―. ¿Ves?

Ese Menma, ideando cosas que no. ¿Por qué se ponía al brinco? Kiba hizo cosas más directas con Hinata que él y Menma no reaccionó así.

―Te recuerdo que tienes novia.

―Y lo tengo muy presente, gracias por recordármelo.

Menma se quedó por un rato más que él pensó que si las miradas fueran capaces de asesinar sin duda se encontraría a diez metros bajo tierra. Y no paraba de agradecer que aún no evolucionaran para desarrollar habilidades sobrenaturales como lanzarle rayos pulverizadores al enemigo.

Menma se limitó a darse la vuelta, dejándolo solo después de que éste azotara, haciendo temblar las paredes. Naruto sostuvo la lámpara en su mesita de noche para evitar que ésta cayera.

―¿Qué mierda pasa con ése…? ―masculló sin comprender el comportamiento de Menma tan brusco.

Salió de la aplicación, buscando en su galería la foto de Sakura y poniéndola de fondo de pantalla. No se preocuparía por Menma y cualquier intención de contarle acerca de sus teorías sobre Hinata y Sasuke la intención se fue.

―Que se joda ―dijo entre dientes, viendo a la puerta como si Menma siguiera estando ahí.


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El día del cumpleaños de Naruto cayó en viernes y él estuvo más que agradecido de que así fuera. Yahiko en el trabajo lo felicitó con una fuerte palmada en la espalda que lo tomó por sorpresa y casi le hizo soltar todas las pelotas, agradeciendo pero igualmente sobándose la parte afectada.

―Pues salir temprano hoy ―le dijo el dueño, pasando un trapo por la repisa de la recepción, haciendo a Naruto mirarle.

―¿En serio? ―miró el reloj y apenas eran las cinco―. ¿Podrás manejarlo tú solo?

―Siempre me las he apañado, mocoso ―respondió el de ojos capuchino―. No habrá problemas, así que vete o nunca volveré a ofrecerte algo así.

―Gracias, Yahiko.

Después de quince minutos en prepararse para regresar a casa, Naruto le mensajeó a Sakura avisándole que iba camino a casa. Quería mantenerla alerta por si ella y sus amigos estaban arreglando su departamento para recibirlo con una gran fiesta sorpresa. Su humilde hogar no era extenso como en el que Sasuke vivía, pero si se las apañaban bien no dudaba de que todos cupieran, algo apretados pero sin duda se la pasarían genial.

En otro chat sus padres le mandaron felicitaciones con mensajes personales de lo mucho que lo querían y más cosas cursis que a él le dio cierta pena leer en plena vía pública, pero respondió con igual entusiasmo, anunciándole a su madre que el fin de semana podría ir a visitarla si no se presentaban unos planes antes. Luego Jiraiya le mandó mensaje por otro chat, haciéndole casi tirar el celular al ver la fotografía que le envió de un negocio de dudosa procedencia con luces neón iluminar siluetas de mujeres con curvas, escribiendo abajo un "¿Qué te parece este lugar para celebrar tu cumpleaños?".

―Ero-sannin, nunca cambias ―musitaba al escribir rápidamente, diciendo un rotundo y enorme "No, gracias" y explicándole que no era un crio de quince años como para emocionarse con eso.

Para cuando Naruto llegó al complejo de departamentos en el que vivía, se preparó para mostrar la mueca de total sorpresa en cuanto todos sus amigos gritaran un "¡Sorpresa!". Tardó a propósito para darles tiempo a todos del otro lado de la puerta de ir a esconderse, metiendo la llave con lentitud y haciéndola girar. Al abrir descubrió que las paredes eran decoradas por globos de tonalidad naranja y azul eléctrico. Eso le pintó una sonrisa pero cuando vio a Hinata salir de la cocina de improvisto le hizo soltar un grito de sorpresa que igualmente la Hyuga repitió.

―¿N-Naruto-kun? ―los de Hinata se mostraron levemente llenos de pánico, incluso miró a todos lados como dándose cuenta que era demasiado tarde ocultar todo.

―Hey, Hinata ―llamó después de recuperarse, cerrando la puerta del lugar, notando que todo se veía muy vacío. O sus amigos sabían esconderse muy bien, o ninguno estaba ahí. Prefirió enfocarse en la chica quien usaba el mismo delantal que le veía seguido―. ¿Qué cocinabas?

―Ahm ―la chica comenzó a jugar con las manos. Hinata estaba nerviosa―. L-Lamento usar la cocina sin antes consultártelo…

―Nah, no te preocupes por eso. Cuentas con mi permiso ―calmó a Hinata, luego se quitó los zapatos, notando que la chica se ponía más tensa―. Ah… ¿Ocurre algo?

―V-Verás… ―Hinata suspiró sabiendo que era una pésima mentirosa y que le sería imposible mentirle a Naruto quien le preguntaría sin cansancio lo que ocurría―. Sakura-chan y los demás fueron a comprar unas cosas para… Bueno, la fiesta de cumpleaños…

―¡Oh!

La sonrisa de Naruto era amplia y condenadamente feliz que incluso Hinata sonrió poquito.

―Por favor ―suplicó ella juntando sus manos a modo de plegaria―, actúa como si no supieras nada, Naruto-kun.

―Tú tranquila, Hinata, será como si jamás lo hubiera sospechado ―asintió sin poder ocultar lo feliz que estaba.

―Gracias ―una vez más la sonrisa.

El sonido del horno robó la atención de la Hyuga quien fue corriendo para ir a sacar lo que sea que tuviera adentro.

La escuchó hacer ruido con sartenes y de inmediato un dulce aroma a pan recién horneado lo condujo por arte de magia hasta el interior de la mesa donde pasteles se hallaban en el centro de la mesa.

―Wow, ¿tú hiciste esos, Hinata?

Ella asintió, apenada de que el rubio descubriera todo.

―Sí… Sakura-chan tuvo problemas para reservar un pastel para ti, le comenté que yo le haría uno a Menma-kun y me pidió hacerte uno a ti… Así que por favor ―ella le sonrió, cerrando sus ojos―, ¿podrías guardar el secreto?

―Mis labios están sellados, Hinata.

Luego Hinata se puso a preparar todas las cosas para empezar a decorar los pasteles. Él se quedó sorprendido de las habilidades de la chica; jamás le había puesto demasiada atención a las cualidades de la chica, pero observarla darle forma a ambos pasteles le generó una gran admiración.

―Increíble, Hinata ―señaló al ver como la morena terminaba de aplicar el betún a ambos pasteles. No tenía que ser un genio para saber que el de tono naranja era el suyo y el de azul eléctrico el de Menma. Puso una sonrisa cuando notó que la joven colocaba unas figuras de mini zorros bastante kawais junto con letras de "Happy Birthday"―. Eres muy hábil en la cocina ―halagó y la chica sonrió, gustosa por escuchar el cumplido.

―Gracias, Naruto-kun, p-pero no creo que sea para tanto.

―¡¿Bromeas?! Son los pasteles más geniales que he visto.

Hinata continuó enfocada en su tarea mientras él se dedicaba a observarla sin atreverse a interrumpirla. Cuando ésta terminó colocó los dos pasteles en platos distintos y puso una tapa de plástico para protegerlos y mantenerlos intactos. Luego ella llevó las cosas al fregadero con la intención de lavar todo…

―Si quieres yo lo hago ―se ofreció―. Ya hiciste mucho por hoy.

―No, eres el cumpleañero ―se excusó Hinata sin quitarse del lugar, poniéndose los guantes―. Además debes marcharte, Naruto-kun, para que todos crean que realmente no sabes nada acerca de la fiesta sorpresa.

Naruto recordó que todo eso se suponía era un secreto.

―Cierto ―rio para sí al habérsele olvidado ese pequeño detalle―. Eh, ¿tienes alguna idea de cuándo estará todo listo?

Él vio a Hinata quedarse pensativa, seguramente calculando el tiempo.

―Supongo que, si todos no tienen dificultades en el tráfico, una hora será más que suficiente para tener todo listo, Naruto-kun.

―¿Una hora, eh? ―Naruto asentía. Bien, podría esperar una hora. No iba a decepcionar a Sakura, seguramente ella se esforzó demasiado en organizar todo aquello―. Entonces regresaré dentro de una hora y quince minutos, ya sabes, un elegante retraso.

Hinata rio por el comentario.

―Uhm, eso ayudaría mucho, Naruto-kun.

―Okay ―fue directo al recibidor, comenzando a ponerse los zapatos nuevamente. Tomó sus cosas, asegurándose de no olvidarse nada o dar a conocer que él ya estuvo ahí―. Entonces, nos vemos dentro de un rato.

―Sí, con cuidado, Naruto-kun.

Vio a la chica despedirle desde el interior de la casa, él imitó el gesto, saliendo de su departamento y pensando a qué lugar ir para matar el tiempo durante poco más de una hora. Podría ir a una cafetería pero beber café no era lo suyo, y apostaba a que no podría quedarse quieto. Luego consideró ir a un cibercafé y jugar por un rato League of Legends o Genshin Impact. Tenía algo de efectivo, hasta podía comer ramen.

Al bajar por las escaleras y encaminarse por uno de los caminos que lo llevaban a la avenida principal del vecindario, Naruto visualizó en la lejanía a su hermana ir hablando por teléfono. Él se quedó quieto al recordar que adentro de casa Hinata se hallaba preparando algunas cosas para la fiesta y que seguramente sus amigos y novia no tardarían. Naruto no era el único que cumplía años, también Menma, por lo tanto no podía dejar que éste entrara o descubriría todo. Y el esfuerzo de Hinata se iría a la basura.

―¡Menma! ―corrió a él, llamándolo.

Éste en automático frunció el ceño, aun con el celular pegado a la oreja y lazándole rayos por medio de la mirada. Menma alzó el dedo para ordenarle que se parara en mitad del camino y no se atreviera a acercarse, pero Naruto le ignoró y se abalanzó hacia su hermano menor, tomándole del cuello y dándole un abrazo cariñoso que al azabache le hizo darle un golpe en las costillas para quitárselo de encima.

―¡Bastardo…! ―Naruto se encogía de dolor, tratando de mantenerse firme pero con el dolor latente en su costado dificultándole respirar―. E-Eso dolió.

Pero Menma ni siquiera le hizo caso. Él siguió con su llamada.

―Sí, entiendo… ―continúo el azabache, serio―. Puedes vendérsela, no hay problema. Gracias por haberme esperado todo este tiempo. Hasta luego ―y colgó, guardando el celular en su bolsillo y mirar a Naruto quien intentaba recuperar el aliento―. ¿Qué mierda pasa contigo? ―masculló.

―Bonita manera de recibir el afecto de tu hermano mayor.

―¿Realmente esperabas que dejara que te acercaras a mí? ―Menma rodó los ojos y luego bufó―. Idiota ―insultó sin prestarle atención a cualquier cosa que Naruto quisiera de su parte, encaminándose hacia su departamento.

Naruto por segunda vez lo detuvo y él frunció el ceño.

―Suéltame ―exigió al sentir la mano firme del rubio sobre su hombro.

―Oye ―Naruto buscaba en su cabeza miles de excusas para llevarse a Menma lejos de ahí―, ¿qué tal si vamos a hacer algo juntos? ―propuso―. Es nuestro cumpleaños. Algo de tiempo entre hermanos podría… ¡Auch! ―Naruto se sobó su mano cuando recibió un pellizco de Menma quien le miraba con burla en los ojos.

―¿De verdad crees que pasaría mi tiempo contigo? Se te olvida que vivimos juntos, necesito alejarme de ti para mantener la cordura. Paso ―masculló al darse la vuelta. Sin embargo volvió a ser impedido cuando Naruto ahora se puso delante de él―. Muévete ―gruñó, irritándole esa insistencia de parte del rubio.

―No seas así ―pidió Naruto, ahogando los insultos que quería soltarle a Menma―. Podemos divertirnos.

―Menciona tres cosas que podemos hacer juntos sin que quiera matarte. Si lo haces, pensaré en la posibilidad de aceptar.

Él estuvo seguro que se le ocurrirían más de tres pero a la mente nada le llegó. Carajo. ¿Desde cuándo que no pasaba tiempo con Menma? Sí, habían vivido toda una vida juntos, incluso lo seguían haciendo ―para total disgusto del Uzumaki menor― pero desde que dejaron de cursar la primaria cada uno tomó distintos pasatiempos y modo de pensar. Antes solían pasar el tiempo juntos, siendo compañeros de travesuras y planeando viajes a un mundo hecho de las fantasías de un par de niños.

Durante la secundaría Naruto entró al club de soccer mientras Menma al de atletismo; estuvieron en clases separadas, con diferentes compañeros y solo viéndose en casa y los fines de semana, aunque Menma siempre iba a sus clases avanzadas de matemáticas en los sábados. El tiempo compartido era, por lo regular, en la hora de la cena, pues Naruto tenía la costumbre de despertarse quince minutos antes para bajar al comedor y descubrir que Menma ya se había ido a la escuela.

Alguna vez él pudo decir con completa seguridad las cosas que a su hermano le gustaban y viceversa, pero ahora no tenía idea de qué le gustaba a Menma. Por eso no pudo decir ninguna cosa que ambos pudieran hacer por más que pensara. Esa fue la señal para que Menma le rodeara para seguir con su camino.

―¡E-Espera! ―volvió a ir detrás de él―. ¡Podemos ir a comer algo! ¡Lo que tú quieras!


.


El mesero le puso el ramen en frente de él con el caldo echando vapor y haciendo ondas por los constantes movimientos de parte de Naruto quien no dejaba de emocionarse por comer un simple tazón de ramen. No entendía cuál era el afán de ese idiota en idolatrar una comida tan simple.

―Come antes de que se enfríe ―lograba decir con la boca mojada por el caldillo.

Menma puso una mueca de asco.

―Deja de hablar con la maldita boca llena o me harás vomitar.

Separó los palillos, sumergiendo la cuchara y tomando un par de fideos. Limitaba el tiempo que pasaba al lado de Naruto a propósito, agradeciendo que los horarios de ambos le permitieran no verle le cara. Pero de algún modo u otro el rubio idiota siempre hallaba un modo de arruinar sus planes.

Ese día estuvo en la biblioteca para adelantar un par de cosas que tenían como fecha de entrega el próximo miércoles, pero le gustaba acabar con todos los pendientes y disfrutar del tiempo libre. Sabía lo que el diez de octubre significaba y no le causaba gran entusiasmo celebrar su cumpleaños como Naruto; él lo veía como una fecha cualquiera. Sin embargo sus seres queridos no lo consideraban así.

Desde el momento en que se despertó tenía mensajes de voz de sus padres deseándole feliz cumpleaños, incluso su madre grabó un audio cantándole el Happy Birthday To You; tuvo que pausarlo por sentirse tan incómodo. Hinata también le envió un mensaje similar, salvo que la chica no exageraba todo y le bastó con decirle un "Felicidades, Menma-kun" para que él pudiera lidiar con esas situaciones embarazosas que se le presentaban cada año.

¿Algo en particular que quieras, Menma-kun? ―recordaba que eso le escribió después de replicarle con un "Gracias".

No ―respondió―. Nada.

Pero, es tu cumpleaños ―eso contestó ella rápidamente―. Algo debe haber.

Con una sonrisa traviesa él volvió a escribirle.

Ahora que lo mencionas, sí, hay algo.

Genial. ¿Y qué es? Estoy segura que podré conseguirlo siempre que esté al alcance de mis manos.

¿Segura?

Sí.

A ti ―envió el mensaje. Pero luego añadió―. Envuelta en cinta de regalo.

Hinata tardó en responder. Veía la barra que ella escribía pero después se detenía. Podía imaginarla al otro lado de la pantalla, completamente sonrojada por la insinuación; la imagen le hacía sonreír maliciosamente, sintiéndose algo decepcionado de no tenerla frente a él y robarle un beso que ahogara cualquier queja por el bochorno.

No era usual que Menma se sintiera desesperado por el contacto de Hinata; intentaba ser racional al repetirse que ambos estaban ocupados con sus estudios, y que a pesar de encontrarse en una relación, respetar el tiempo del otro era necesario. A veces él se hallaba tan agotado que solo quería dormirse, y agradecía que Hinata fuera comprensiva. Sin embargo, cuando sabía que había épocas de exámenes y lo nerviosa que ella se ponía ―al punto de casi no dormir―, Menma sacrificaba un par de horas de sueño para acompañarla y hablar de cualquier tontería que la ayudara a relajarse. Sabía el estado de Hinata cuando algo la afectaba o estresaba. Notaba cuándo ella estaba así por la forma en que jugaba con los dedos o el cómo se mordía el labio. En ocasiones tenía que besarla varias veces para que ella no se sacara la sangre, a veces saboreando el metálico sabor entre besos.

Conocía las presiones a las que Hinata era sometida a pesar de que ella lo negara.

Había salido de clases, riéndose con las respuesta de Hinata sobre su mensaje, mismo que ella contestaba con un "Tonto", "Eres cruel, Menma-kun", o "Ya no te preguntaré".

La manía por hacer enojar a Hinata era uno de los pasatiempos entretenidos que a Menma le gustaba hacer cuando estaban juntos. Las diferentes facetas por las que Hinata atravesaba eran interesantes y atractivas. El dulce brillo de su mirada era adorable, pero cuando los orbes aperlados de su novia se pintaban con algo oscuro, eso sí que era sexy.

―¿Y planeas hacer algo hoy? ―una vez ingerido su primer tazón de ramen, Naruto hizo señas al cocinero que asintió al pedido.

Menma enarcó una ceja por la estúpida pregunta.

―Quería llegar y dormir un rato ―respondió―. Hasta que apareciste.

Él puso una mueca apenada pero recordó la promesa hecha a Hinata sobre mantenerse fuera por una hora y fracción. Menma no había estado incluido en los planes, empero recordaba que Hinata también le hizo un pastel a su hermanito, lo cual le indicaba que probablemente la fiesta sorpresa era para ambos. No tenía problemas de celebrar su día de cumpleaños con Menma, eran gemelos.

Sin embargo Naruto opinaba que Menma tenía un diferente punto de vista sobre ser arrastrado a pasar un rato con gente que él ―abiertamente― declaró no tolerar.

―Eso es tan aburrido ―exageró el "tan" para dar énfasis, mirando a Menma quien continúo comiendo―. ¿Suigetsu no te invitó a celebrar o algo?

―No ―respondió, cortante, más interesado en comer que en prestarle atención a lo que el rubio decía―. ¿Por qué estás tan curioso?

―Porque es nuestro cumpleaños. ¿No escuchaste el audio de mamá?

―Prefiero olvidarlo ―tomó un poco de agua para quitarse el sabor grasiento del ramen―. ¿Y qué con eso?

―Bueno, ella quiere que la pasemos bien, los dos ―Naruto señaló a su hermano y luego a sí mismo. Una sonrisa se le dibujó.

―Esa mujer pide milagros ―respondió Menma sin tener la mínima chispa de pasar más tiempo al lado de Naruto.

―Hablas como si no me…

―¿Tolerara? Pues sí, no te tolero ―remarcó Menma al deslizar el tazón hacia el centro, lo suficientemente satisfecho y con los pies hormigueándole para irse.

Naruto hizo una mueca por la honesta confesión sin entender el desazón que Menma sentía hacia él. ¿En verdad le hizo algo? No recordaba nada grave para ganarse ese afecto de parte de su gemelo.

―Qué honesto.

―Con las mentiras de Sakura ya tienes suficiente engaño ―dijo mordazmente Menma sin preocuparle el impacto de sus palabras. Solo sacó su cartera para pagar su parte.

―¿A qué te refieres con eso? ―mantener a Menma sentado en esa mesa el tiempo necesario pasó a segundo plano en cuanto la boca del azabache soltó esas palabras. Frunció el ceño. Primero Ino, ¿y ahora Menma?

La mirada exigente de respuestas por parte de Naruto no le impresionó, ni mucho menos le causó miedo; había lidiado con las facetas violentas de ese imbécil por más de una década. A Naruto no le gustaba escuchar las verdades amargas y de inmediato se ponía a la defensiva. Hubiera gustado hablar de ello en un lugar menos público, pero viendo la mueca del rubio tuvo el presentimiento de que éste no soltaría el tema tan fácil.

―Nada ―masculló para salir del asunto, listo para marcharse―. Olvídalo.

―No, abriste la boca, ahora escúpelo ―ordenó Naruto con la expresión más endurecida.

―Solo digo lo que veo. Es todo ―terminó por decir, desinteresado del asunto amoroso de Naruto y la Gorila Rosada―. Zanja cualquier duda que tengas con Sakura, no conmigo.

―Sakura no me miente ―declaró Naruto, señalando a Menma con el dedo índice con seriedad―. No sé cómo Ino y tú se pusieron de acuerdo, pero basta de esa mierda misteriosa de que debo darme cuenta, que Sakura esto y Sakura lo otro… Estamos bien, ¿entiendes? Y me gustaría que siguieras manteniéndote alejado de cualquier asunto que tenga que ver conmigo o Sakura.

Lo que dijo era para callar a Menma, pero dentro de sí se sintió como si quisiera convencerse a sí mismo. Sakura no le mentía, confiaba en ella y su palabra. Era una buena novia, y aunque su relación no fuera perfecta, funcionaba. Y eso era lo importante. Estaba saliendo con ella, la chica de sus sueños era suya. Era suficiente.

Por toda respuesta Menma miró fijamente al rostro de Naruto, detallando la furia invadir el azul claro que siempre llevaba en los ojos. Sonrió ladinamente por todo el show tan patético que ese tonto hacía al defender a capa y espada a esa rosada.

―Como digas ―se encogió de hombros―. No me interesa que hagan ustedes dos ―opinó.

―Independientemente si te desagrada o no Sakura, no me gusta que le andes levantando falsos.

―Créeme, mi desagrado hacia ella no influye en mi verdadera opinión sobre su persona ―comentó Menma―. Siempre la he visto como lo hago hoy. Es por eso que ella también me detesta, porque sabe que conmigo no se puede ocultar ―tomó su mochila, metiendo la silla cuando se puso de pie―. Por eso no me extraña que para ella sea tan fácil manipularte…

―¡Oi, vuelve acá y dímelo en la cara, bastardo…! ―gritó Naruto al ver a su hermano ir hacia la caja, rechinando los dientes de ser ignorado.

Sintió las miradas de los comensales fijarse en él, incluso los meseros le miraron mal por causar tanto escándalo. Tuvo que controlarse o definitivamente iba a tomar a golpes a Menma ahí mismo. Respiró varias veces para quitarse el peso de esas palabras de Menma que solo soltó con el fin de molestarlo.

Cuando Naruto logró tranquilizarse, él también se puso de pie y salió del restaurante.

El ramen que tan deliciosamente disfrutaba ahora caía como peso muerto en su estómago.


.


El plan que en secreto Naruto e Hinata llevaron a cabo fue un total éxito. Al entrar todos sus amigos lo recibieron con serpentines y un "¡Sorpresa!" a coro, aplaudiendo después. El mal rato que Menma le hizo a pasar de inmediato se borró y en su lugar una sonrisa amplia afloró hasta dibujarle hoyuelos.

―¡Chicos! ―les miró a todos, asombrándose de que todos cupieran perfectamente en la pequeña vivienda―. ¡Gracias…!

―Sí, sí, ahora ven acá y terminemos con esto ―ese fue Shikamaru quien se quitaba el ridículo sombrero que Ino volvía a ponerle.

―¡Sí, Naruto! ―ahora era Chouji quien se sobaba su estómago―. ¡Hemos estado esperándote por una eternidad, ya tenemos hambre!

Pasó por un camino donde chocó puños y palmeó hombros con camarería. Incluso Karin estaba ahí, quien a su manera le felicitó, chocando con su pecho el regalo que trajo para él.

―Qué ―tosió un par de veces― amable, Karin-chan.

―Hai, hai ―gruñó la pelirroja, ajustándose los lentes. Miró a los alrededores y luego volvió a Naruto―. ¿Y Menma?

―No sé ―no quería saber dónde estaba ese bastardo, y le daba igual su actual ubicación―. Debe andar por ahí.

―Mierda, quería darle esto y largarme ―señaló la mini cajita de obsequio que cabía perfectamente en la palma de la pelirroja―. Ahora debo quedarme hasta que aparezca.

―Oye, es mi fiesta de cumpleaños, no lo hagas sonar como si fuera una tortura.

―Es una tortura para mí lidiar con tu novia.

―Creí que las dos se llevaban bien…

Karin le dio un golpe severo en el hombro que le sacó un lloriqueó.

―¡Auch! ¡¿Y eso?!

―Por decir idioteces ―respondió la Uzumaki―. Tu noviecita y yo seguimos siendo enemigas. Que no se te olvide.

―Pero pensé que eso quedó en el pasado cuanto Sasuke las rechazó… ¡Okay, okay, me callo, me callo! ―puso bandera blanca cuando la pelirroja alzaba el puño con serias intenciones de molerlo a golpes.

―¿Recuérdame por qué te aguanto?

―Eh, ¿porque somos familia…?

Ella bufó sin tomar en serio la respuesta del rubio, girándose sobre sus talones.

―Iré a ver si hay algo de alcohol.

Rio un poco por la personalidad de Karin, dándole gusto de verla pues desde que entraron a la universidad no habían pasado tanto tiempo juntos, salvo en las fiestas de último año que su madre obligaba a Karin a asistir. Ella no tenía remedio al conocer la terquedad y personalidad de su madre ante la negativa de alguien.

Siguió caminando, buscando a su chica quien se hallaba en la cocina siendo ayudada por Hinata a colocar en los tazones más botanas y bocadillos. Seguramente Chouji ya había terminado con la primera ronda y era por eso que las dos rellenaban.

Con sigilo fue hasta donde se hallaba la Haruno, cuidando que sus pasos no fueran escuchados para tomarla por la cintura y abrazarla.

Sakura soltó el tazón con botanas por el susto, pegando un grito por el inesperado movimiento y sintiendo un par de brazos varoniles cerrarse alrededor de su cintura.

―¡¿Naruto?! ―vio la botana en el suelo y su ceño se frunció―. Ugh, suéltame ya, ¡me hiciste tirar todo!

―Lo siento, lo siento ―se disculpó repetidamente pero sin hacer caso de las peticiones de la rosada. Sakura olía muy bonito y se sentía tan suave, no quería separarse de ella por nada del mundo. Además, era su cumpleaños, ¿no? Merecía más cariño.

―Naruto, en serio, suéltame. Alguien tiene que limpiar el desastre que…

―No te preocupes, Sakura-chan, yo lo limpio ―se ofreció Hinata al dejar el otro tazón en la mesa, caminando hacia el armario donde los gemelos Uzumaki guardaban los utensilios de limpieza.

―Perdón, Hinata-chan ―se disculpó Sakura con cara apenada y un Naruto demasiado empalagoso que no quería soltarla por más que ella intentara zafarse―. Ya tomé demasiado de tu tiempo.

―Uhm, no pasa nada ―contestó la Hyuga al traer un pequeño recogedor y su escoba portátil, agachándose para recoger todo lo tirado.

―¡Naruto! ―ésta vez Sakura hizo que su gruñido fuera escuchado por el cabezota de su novio quien ahora escondía su cara en la curva de su cuello. Eso la enfureció pero también pintó sus mejillas de rosa por las muestras de afecto que Naruto abiertamente le hacía. Podía sentir las miradas profundas de Kiba e Ino desde la sala, seguramente los dos burlándose―. ¿Vas a quedarte ahí mientras Hinata-chan limpia el desastre que hiciste?

―Ah, perdón, Hinata.

Naruto se disponía a ayudar a la joven pero ésta terminó antes de siquiera agacharse, ofreciéndole una sonrisa.

―Sin problemas, Naruto-kun ―contestó, mirándole―. Uhm, espero que la fiesta haya sido de tu agrado ―le comentó, a pesar de que eso Naruto ya lo sabía, pero éste había actuado tan bien de que nadie sospechaba que el rubio ya sabía sobre la preparación secreta de su fiesta.

―¡Lo fue! Más de lo que hubiera esperado. Gracias por todo.

Hinata negó, señalando a Sakura quien respingó.

―No me debes agradecer, Sakura-chan organizó prácticamente todo.

―Hinata-chan, no seas modesta… ―se avergonzó la Haruno de que su mejor amiga siempre quisiera ponerla al centro de todo―. Sin tu ayuda esto no hubiera salido nada bien. Te debo una grande.

―Para nada ―contestó ella―. No hice gran cosa…

El reloj de Hinata sonó y ella se fijó en la hora para después mirarles a ambos.

―Lo siento, tengo que irme ―se disculpó, queriendo regresar las cosas de limpieza a su respectivo lugar.

―Yo las tomo ―se ofreció Sakura, haciendo que la joven le mirase insegura. Ella sonrió―. Vamos, no quiero hacerte perder más tiempo. Ya hiciste mucho por mí. Anda.

―Gracias, Sakura-chan ―comentó Hinata al pasarle las cosas a Sakura.

―¿Eh? ¿Ya te vas tan rápido, Hinata? ―preguntó Naruto algo desanimado de que la Hyuga se fuera tan temprano. ¡Ni siquiera eran las diez de la noche!

―Perdón, Naruto-kun ―pidió disculpas―. Pero… Uhm, tengo un asunto importante que atender… ―eso último lo dijo con un sonrojo―. Aun así deje unos regalos para ti, espero sean de tu agrado.

―¿R-Regalos? ―se rascó la cabeza por sentirse avergonzado; para él ya era más que suficiente que todos sus amigos y novia le organizaran una fiesta sorpresa. Los regalos eran lo de menos―. No debiste tomarte la molestia…

―No lo fue ―respondió la chica, yendo por su bolso en una de las sillas del comedor para luego llevar otra más grande consigo. Naruto sintió curiosidad de ver todas las cosas que llevaba Hinata; su apariencia pequeña le hacía querer pedirle que se las diera porque pensaba que debían pesar mucho―. Una vez más: feliz cumpleaños, Naruto-kun. Espero y disfrutes del resto de la velada ―deseó ella con una sonrisa limpia y sincera que a Naruto le hizo sonreír.

―Uh, gracias, Hinata…

―Sí, sí ―Sakura interrumpió a los dos, haciendo de lado a Naruto―. Ahora deja que Hinata se vaya. ¿La escuchaste, no? Debe atender algo muy importante.

―¿Y qué es eso tan importante como para que Hinata se quiera ir de una divertidísima fiesta…?

―No seas metiche y dale paso ―golpeó Sakura su espalda ante la insistencia de saber hacia donde iba la Hyuga quien soltó risitas por la interacción de sus amigos―. Ve con cuidado, Hinata. Cualquier cosa, no dudes en llamarme.

―Uhm ―asintió la joven con todo lo que necesitaba, pasando entre las personas para marcharse. Incluso Kiba se ofreció a ayudarla pero ésta se negó, despidiéndose de todos mientras caminaba.

Shikamaru le abrió la puerta, cosa que Hinata agradeció e Ino le acercó sus zapatillas de tacón bajo, arreglándole el flequillo y después guiñándole el ojo que provocó que las mejillas de la chica volvieran a colorearse.

―L-Los veré el lunes, c-con permiso ―dijo a todos los presentes a pesar de que su tono de voz no fue alto, pero todos se despidieron de ella.

Ino cerró la puerta y soltó un suspiro de nostalgia.

―Ah, crecen tan rápido ―fingió limpiarse una lagrimilla de cocodrilo.


.


Menma apagó el cigarrillo cuando sintió su celular vibrar con el mensaje de Hinata diciéndole que ya había salido de la fiesta. Se hallaba en la azotea del edificio, una zona que la dueña le permitía el acceso un par de ocasiones siempre y cuando le hiciera un par de trabajos. El lugar no era algo grandioso pero le servía muy bien para cuando quería estar solo; los rumores de que esa parte del complejo de departamentos estaba embrujado ayudaba a mantener a Naruto lejos y convertir ese espacio en algo así como un refugio para él.

Caminó hacia la puerta que daba el acceso y escuchó las pisadas hacer eco por las solitarias escaleras. Bien, el lugar tenía la pinta de ser un lugar más que perfecto para grabar una película de terror. Él bajó unos cuantos para encontrarse con Hinata teniendo dificultades. Bufó al verla con tantas cosas cuando claramente le dijo que no tenía por qué traer nada.

Ella le había informado sobre la fiesta sorpresa que todos hicieron en casa. La idea le molestó porque él vivía ahí también y solo quería descansar de una larga jornada de clases y de trabajo en el negocio de Juugo; lo último que necesitaba era que su reducido espacio se viera infestado de tanta humanidad.

―Llegas tarde ―le hizo saber al cargar las bolsas que ella llevaba, sorprendiéndola de aparecer repentinamente, sin nada de iluminación guiarlos.

―Lo siento ―su vocecita resonó en todo el lugar y Menma de inmediato dejó de lado la facha de aparentar enojo porque en sí Hinata no era la culpable de que todos hicieran fiesta en su departamento―. No creí tardarme tanto.

―La próxima vez déjale todo el trabajo a Sakura ―le aconsejó al recordar que la responsable de la idea fue la rosada, incluyendo a su novia en todo ese show.

―Sakura-chan pidió mi ayuda, no podía decirle que no.

―Sí, sí podías ―regañó Menma al recordar esa manía de Hinata de siempre decir "Sí" a todos. Poco a poco quería cambiarle ese mal hábito, porque no dudaba que algún aprovechado quisiera sacarle ventaja a esa cualidad de Hinata. Sakura lo hacía con tanta frecuencia.

―Menma-kun, ella es mi amiga ―contestó Hinata, cuidando sus pasos en la escalera.

―Me da igual que sea para ti, eso no le da el derecho de pedirte las cosas a última hora solo porque no tenga como prioridad a Naruto ―gruñó. Giró a ella―. Tómate de mi chaqueta, no quiero que caigas.

―Uhm.

―¿En serio, Hinata? ¿Qué traes en estas bolsas? ¿Toda la fiesta o a Chouji?

―S-Solo unas cosas ―aclaró Hinata al seguir el ritmo que Menma imponía para subir―. Ya que no quisiste asistir, pensé que traerte algo de comida estaría bien.

―Te dije que no hacía falta.

―Pero es tu cumpleaños ―argumentó.

Menma bufó como si eso no fuera la gran cosa.

―Así como todos los años. No tiene nada de especial.

―P-Para mí lo es ―confesó ella, casi haciéndole tropezar―. A-Además es el primer cumpleaños que paso contigo… E-Es especial para mí.

―Ya, ya, ahora camina y no digas esas… cosas ―mascullaba Menma, intentando que el calor corporal de su cuerpo no delatara lo vergonzoso que era escuchar eso directamente de Hinata.

Terminaron de subir las escaleras, Menma mantuvo abierta la pesada puerta para que Hinata entrara, dejándole caer y que ésta se cerrara por sí sola. Había una banca vieja que debió pertenecer a algún parque en algún momento de su vida. Hinata puso las cosas que llevaba sobre ésta.

―Espera ―ella tenía la intención de sentarse pero Menma se quitó su chaqueta, quedando en una sudadera ligera. La dobló y la puso sobre el material de la banca y así no fuera incómodo para Hinata.

―Gracias ―musitó Hinata, sonrojada por el acto de caballerosidad de Menma.

El aroma a tabaco le llegó a la nariz y miró a Menma. Quiso decirle que fumar era malo para la salud, pero no era algo que Menma hiciera con frecuencia, solo cuando se hallaba estresado. Supuso que éste día resultó ser así para que hubiera prendido un cigarrillo. Ignoró el pésimo aroma y empezó a sacar unas cuantas cosas del interior de la bolsa.

―E-Espero que te guste ―dijo con nerviosismo al pasarle los recipientes desechables en que depositó la comida que preparó para él―. N-No es la misma receta que tu madre hace, pero intenté seguir las recetas y…

Menma no la dejó hablar porque la besó sorpresivamente, ahogando cualquier exclamación con los labios de él pegarse con suavidad a los suyos. Mágicamente ella se sumió en las sensaciones que únicamente él le hacía experimentar. El vaivén de sus lenguas pasó a uno más exigente, mismo que Hinata tuvo que poner un alto porque estaban en la azotea.

―L-La comida se puede enfriar ―puso como excusa, recibiendo una mueca de incredulidad de parte del azabache poseedor de hermosos ojos zafiro.

―¿Eso es lo mejor que se te puede ocurrir?

―S-Si no te detengo —comenzó a decir Hinata al verle ceñuda, sabiendo muy bien lo que ocurría cuando Menma hacía uso de su poder sobre ella―, n-no podré darte tus regalos…

―Ya te dije que me conformo contigo ―hizo saber con una mirada traviesa que hizo a Hinata cubrirse más por lo profundo que era el azul del chico―. Pero supongo que tienes razón. Tener sexo aquí nos podría enfermar…

M-Mou ―Hinata comenzó a quejarse, dándole golpecitos Menma que no dolían ni le alteraban, pues el chico veía con curiosidad el interior de los recipientes―. N-No digas esas cosas así como así…

―Hai, mi culpa ―dijo e Hinata sabía a la perfección que él no lo sentía ni un poco. Bastaba verle sonreír como un vil zorro―. Y mi gusto por hacerte lucir así ―murmuró a la chica al pellizcarle una mejilla que de inmediato le hizo ganarse otra serie de golpecitos.

El udon seguía caliente cuando lo destapó. Su aroma le llegó como una caricia al alma. A comparación de Naruto que era un fanático del ramen, Menma prefería otras comidas que no fueran los simples tallarines que por alguna extraña razón le causaban gran alegría a su madre y al idiota. El udon era de sus platillos preferidos, así como el takoyaki y yakitori. Al dar el primer bocado sorbió ruidosamente, masticando y disfrutando de la textura de los tallarines y el sabor delicioso del caldo.

―¿T-Te gusta?

La comida era más que deliciosa, y eso Hinata debería saberlo ya. Tenía un don para la cocina, para toda cosa que hiciera a pesar de que ella insistía que no era para tanto. Con frecuencia Suigetsu siempre buscaba la manera de robarle el bento que Hinata le preparaba en ocasiones, lo cual generaba que le diera una paliza al dientes chuecos y se mantuviera quieto.

―Es bueno ―se limitó a comunicar, provocando en el rostro de la chica una sonrisa mayor―. Gracias.

―Uhm ―ella negaba, restándole importancia a todo con tal de verle disfrutar de la comida. No era que las honestas expresiones de Menma con respecto a todo lo que le gustaba fueran frecuentes, pero ella amaba verlas en la intimidad de sus momentos; admirar ese rostro con una mueca relajada y una sonrisa genuina siempre le hacían querer abrazarlo o delinear las curiosas marquitas que tenía en las mejillas con las yemas de los dedos solo para confirmar que el chico que salía con ella era de carne y hueso―. M-Me alegra que te guste. L-La próxima vez me aseguraré de que comas bajo un techo caliente.

Le sonrió y volvió a pellizcar la mejilla ya acostumbrada a sus gestos inesperados. Aun así Hinata seguía sorprendiéndose. No era alguien acostumbrado al contacto corporal o que diese caricias a diestra y siniestra; era muy reservado con eso, y no dejaba que casi nadie lo tocase con tanta libertad. Pero con Hinata no podía controlar el impulso de sus manos; siempre tenía una urgencia de comprobar la suavidad de sus mejillas, el lacio de su cabellera, las delicadas líneas de sus labios rosados y comparar las delicadas manos femeninas con las suyas solo para que la enorme diferencia entre sus tamaños se hiciera obvia, haciéndole sentir el deseo de protegerla de todo.

―La próxima vez la pasaremos en un mejor lugar que éste. Lo prometo.

Después de un rato en el que pensó que ya nada más le cabría en el estómago, Hinata sacó un pastel que le hizo mirarla con un: "¿En serio?".

―¿Por qué tengo el presentimiento que quieres engordarme a propósito? ―le preguntó a la chica, viéndola buscar más cosas del tote bag.

―Pienso que te verías adorable ―comentó Hinata de pronto, sonriéndole a lo que Menma bufó―. Como Fufu.

―¿El gato que salvamos la otra vez? ¿Tan pronto le pusiste nombre?

―Hanabi-chan se lo puso, dijo que tiene cara de "Fufu".

―Tu hermana y sus exóticos nombres.

Hinata rio por ser aquello cierto; Hanabi siempre sorprendía a todos con su imagen tan creativa cuando se trataba de bautizar a los gatitos que siempre llevaba a casa. Por lo general no se los quedaba por mucho tiempo debido a que su padre no permitía mascotas, pero gracias a la hermana mayor de Kiba es que lograba encontrarles un buen hogar a todos los felinos. En algún momento esperaba poder tener una casa propia y tener cuanto animal quisiese.

―De alguna manera siempre logra atinar ―explicó al empezar a poner unas cuantas velitas en el pastel que ella horneó para la ocasión. Reviso que la figura de zorrito continuara en su lugar―. Todos aceptan ser llamados tal cómo ella los nombra.

Ella intentó prender las velas con unos cerillos pero Menma le ahorró el esfuerzo al sacar el encendedor. Recibió una mirada de reproche de parte de la dueña de orbes aperlados pero simplemente se encogió de hombros, iluminando un poco el lugar.

―Ni se te ocurra cantar ―advirtió.

―No lo voy a hacer ―respondió ella―. S-Sería muy vergonzoso para mí.

―Bueno, ya somos dos.

―¡Menma-kun!

―Hey, si me golpeas corres el riesgo de tirar el pastel.

Después de calmar la vergüenza Hinata suspiró para hacer aparecer la sonrisa de siempre, alzando el pastel con dirección a Menma quien vio con atención cada detalle que el pastel traía consigo. Desde el color azul eléctrico hasta las enormes fresas decorando la circunferencia del postre con una graciosa figura de zorro de color negro.

―¿Eso se supone que soy yo?

―Sí.

―Linda manera en la que me ves.

―M-Menma-kun, el aire de aquí arriba es frío. En cualquier momento apagará las velas…

―No te alarme, ahora mismo lo hago..

―¡Pero no así! ―paró al Uzumaki quien le miró con el ceño fruncido―. Primero tienes que hacer un deseo.

―¿Bromeas, no? ―empero la mueca seria de la Hyuga indicaba todo lo contrario―. Ah, no puede ser que creas en esas cosas…

―U-Un poco de magia no viene mal…

Rodó los ojos por esas fantasías infantiles que Hinata seguía teniendo a pesar de sus años. Pero no la contradijo o rechazó su petición, pensando en qué podría desear. Se había decepcionado de esa tonta tradición cuando la primera vez que deseó que Naruto desapareciera para siempre no se cumplió. A partir de ese momento omitió hacer eso y solo soplar las velas.

Sin embargo por esta ocasión lo intentó.

Menma sopló las velas, apagándolas de inmediato. La sonrisa de Hinata se amplió y en la penumbra que el lugar daba mientras el humo de las velas se disipaba arriba de sus cabezas, ella susurró:

―Feliz cumpleaños, Menma-kun.