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Aquella noche llegué muy tarde a casa.

Luego de dejar a Takeru en su departamento, de saludar a mi madre y de quedarme un rato hablando con ella de asuntos más generales -sin siquiera mencionar la propuesta de casamiento, porque no quería que se supiera mucho aún – ingresé, dejé los zapatos junto a la puerta, las llaves y el abrigo.

Sora estaba en el sofá, con uno de sus jersey favoritos y comiendo una manzana mientras observaba absorta la pantalla de la televisión, notó en seguida mi presencia y me sonrió.

-Te tardabas así que no sabía si llegabas a la cena, hay comida en el horno.

-Mi celular se quedó sin batería, lo siento.

-Descuida – acentuó la curvatura de sus labios y vislumbré el diminuto hoyuelo formándose en una de sus mejillas. Me acerqué a donde estaba y me dejé caer en el sillón a su lado. Allí me recibió con un beso en la mejilla, mientras apoyaba mi espalda sobre su cuerpo y me inclinaba levemente hacia ella, de modo que mi cabeza quedó descansando en su hombro. Estaba mirando un programa sobre las tendencias para la temporada de verano y simplemente rodeó mis hombros con uno de sus brazos, de modo que me acomodé mejor sobre ella y nos quedamos unos minutos en silencio.

-Luces cansado -disfruté de las caricias que hacían sus dedos sobre mi cabello.

-Lo estoy.

-¿Mucho ensayo?

-Un poco.

-¿Ya hay fecha confirmada para la nueva gira?

-No, quizás en cinco meses.

-Así que tendremos tiempo juntos.

Noté que su cabeza se apoyaba sobre mi hombro y afirmaba sus brazos alrededor de mis hombros. Me permití apreciar cierto alivio en ambos.

-Claro que lo tendremos. Y me gustaría que las cosas comiencen a encausarse como lo hablamos antes de irme a Europa.

-Si.

-¿Estás bien, Sora? – de pronto noté algo raro en el ambiente, me pregunté porqué no lo había percibido antes. No tenía idea de qué ocurría. Me incorporé lentamente y me giré para observarla a los ojos. Ella me sostuvo la mirada.

-No.

-Te escucho.

Desvió un segundo la vista para pensar rápido en sus palabras.

-Hoy me despidieron.

Sora acomodó su cabello y me contempló.

-¿Por qué no me avisaste?

-Tu celular estaba apagado – se encogió de hombros – descuida, me fui a casa de mi madre y pasé la tarde con ella, supuse que no tardarías en aparecer.

-Sabías que iba a ver a Takeru, podrías haberle llamado y pedirle para hablar conmigo y…

-Yamato, basta. – se inclinó hacia mí y tomó mi rostro entre sus manos – lo que más me importa es que esto sucedió cuando ya estabas en Japón, y créeme que es un inmenso alivio.

-¿Cómo te sientes? ¿Qué sucedió? – sentí una punzada de culpa en el estómago – estuviste esperándome con la cena y tardé demasiado en llegar.

-Ya estás aquí.

-¿Cenaste? ¿O solo comiste esa manzana?

Sonrió.

-Claro que cené, para ser honesta te diré que quizás hacía un tiempo que sentía que algo así iba a pasar, te he dicho que el negocio se estaba viniendo a pique y no ha sido una apreciación individual, todos temíamos esto. Pero si considero que no he dejado de trabajar desde que comencé la universidad… estos seis años me han dejado mucho pero necesitaba desconectarme de esto. No estoy feliz, de hecho empacar mis cosas con Miyako fue bastante difícil, pero creí que lo pasaría peor.

De acuerdo, parecía sincera.

-¿Qué te ha dicho tu madre? ¿También despidieron a Miyako?

-Mamá dijo que me tome un tiempo conmigo misma, que en los siguientes días puede ser que me deprima. A Miyako no la despidieron, sin embargo ella comenzó a evaluar la posibilidad de buscar otro trabajo.

-Ya veo – la abracé - ¿hay algo que pueda hacer por ti ahora?

-Además de consentirme hasta el cansancio… -fingió quedarse pensativa – si, podrías cenar de una vez por todas e irnos a la cama.

Asentí y me levanté para dirigirme hacia la cocina, sin quitarle la vista de encima mientras la veía acomodarse en el sillón y cambiar de canal para quedarse viendo una serie de drama histórico. Supe que no se centraba en la trama, sino en los vestuarios. Al menos la percibía predispuesta a ahondar en lo que la apasionaba, no era la primera vez que la había notado con ganas de volver a hacer dibujos, pero cuando eso sucedía se traducía en un interés efímero, esa llama artística se volvía a apagar. Probablemente lo que más necesitara en aquellos momentos era reencontrarse con su lado creativo, perder su trabajo podría ser ese ansiado empujón que tanto había necesitado aquellos años luego de obtener su título.

Volví a su lado con el plato en la mano y me ubiqué junto a ella mientras cenaba. Apoyó su cabeza en mi hombro, su expresión era un poco ausente.

Iba a ser duro para ella adaptarse a la nueva realidad.

Pensé en todas las cosas que podría sentir que perdería de su empleo.

Ediciones limitadas de productos de grandes diseñadores, contactos de personas famosas, viajes a otras ciudades o países para ser la vestuarista en ambiciosas producciones fotográficas, accesos a desfiles…

Desfiles.

Eventos de moda.

Me atraganté con un bocado y comencé a toser ruidosamente, sintiendo el calor en mi rostro y agitándome violentamente ante los espasmos de mi laringe.

La invitación de aquella mañana.

-Yamato – ella golpeó mi espalda hasta que logré que el aire entrara nuevamente a mis pulmones y me acercó un vaso con agua para que la picazón de la garganta cesara.

Tosí un poco más.

-¿Y la notificación que recibiste esta mañana? ¿El evento de moda?

-Oh, pensé en devolverlas a mi jefa pero no quería volver a su oficina, le dije a Miyako que se las alcanzara más tarde pero ella se negó. Dijo que por algo me gané la invitación, y que aunque ya no forme parte de la editorial, que haga uso de ella. Aunque me dijo que ella no podrá estar. Así que no sé si podré ir.

Internamente agradecí inmensamente la capacidad de improvisación de la amiga de Sora.

-Podrías pedirle a alguien más que te acompañe, ¿no? Creo que ella tiene razón, y podrías utilizar la situación a tu favor y llevar tarjetas personales para conseguir clientes.

-¿Tu crees? ¿Le diré a Mimi? – se quedó pensativa y rogué que Takeru hubiera cumplido con su parte del trato, intenté desviar el tema de la charla pero… -¿no quieres venir tú?

-¿Yo? -me dio ternura que me ofreciera eso.

-¿Por qué no?

-No sé en qué fecha es, pero sabes que estaré ensayando para la gira y terminando de componer el nuevo album de Knife Of Day.

-Solo será una noche. ¿No lo harías por mí?

-Este… yo…

-Ya, tu silencio me lo respondió muy bien – se echó a reír.

-¿Por qué no te lo piensas mejor y lo decides mañana? – di por zanjado el asunto y llevé la vajilla a la cocina, donde dejé todo limpio mientras la veía ir de un lado a otro. Noté que estaba haciendo tiempo para acompañarme. Seguramente su día de perros le estaba pasando factura y ya no soportaba estar a solas con su mente.

No me tardé mucho más, por el contrario, me apresuré a dejar todo ordenado y me acerqué a ella por detrás, rodeando sus hombros con un brazo y dejando un beso sobre su cabellera, ella se dejó hacer, ladeando un poco su rostro para apoyar su cabeza en mi hombro.

-¿Sabes que te amo?

Ella asintió y se limitó a tomar mi brazo libre y hacer que rodeara su cintura para que la aferrara con fuerza.

-No sé qué voy a hacer ahora – ahora comenzaban a aflorar sus verdaderos sentimientos. Siempre era igual, no quería preocupar a nadie, no quería ser el centro de atención con sus problemas, pero tarde o temprano comenzaba a abrir su corazón. Estaba deshecha y frustrada, herida en su orgullo.

-Pues, lo primero, te dejarás consentir por mí hasta que te sientas mejor, y luego puedes volver a intentarlo, y sabes de qué hablo.

La escuché suspirar.

-No sé si puedo, Yamato.

-Es fácil frustrarse si no lo intentas antes. Anda, sígueme, no te voy a presionar para que se destape tu sentido artístico de un momento a otro, pero sinceramente no te he visto poner un pie en tu estudio desde la mudanza.

Tomé su mano y la guie fuera de la cocina hacia la habitación que era para ella y que permanecía cerrada.

Ingresé primero al estudio que estaba a oscuras y sin darle tiempo a abrir la boca, la encerré entre una pared y mis brazos, comenzando a besarla con suavidad, maravillándome ante la desesperada respuesta de ella, que se aferró a mi camisa y acercó su cuerpo al mío.

Nos separamos para respirar y la observé con fijeza, vislumbrando sus exquisitas facciones con la escasa luz que se colaba desde el pasillo hacia la nueva oficina de Sora, en la que estábamos.

-Comencemos por un simple ejercicio de condicionamiento positivo -susurré – e intentemos asociar este lugar a algo bueno.

-Ahora soy tu sujeto de experimentos – se rió.

-Claro.

-No tienes remedio, Ishida.

Me causaba gracia cuando me llamaba así. Apoyó sus manos en mi pecho y me hizo retroceder hasta hacerme caer en la silla que había detrás de su moderno escritorio. Agradecí que el asiento fuera bastante amplio y mullido, diseñado para pasar varias horas allí.

Ella se ubicó justo sobre mí, pegando su torso al mío mientras iniciábamos un largo beso, al cabo de unos cuantos minutos de exploración y a medida que nuestro deseo se incrementaba, me decidí a quitarle el jersey que vestía y la blusa para acceder a sus pechos, mientras ella intentaba desabrochar mi camisa, sin dejar de besar mi cuello.

Dejándome llevar por mi deseo, mis manos se perdieron bajo la amplia falda – la que siempre me gustaba quedarme observando cuando la usaba- y noté sus rápidos movimientos para abrir la cremallera de mis pantalones.

Sentí la humedad de ella cuando moví su ropa interior hábilmente a un lado y presioné sus caderas contra mi miembro, que ya estaba preparado para abrirse camino en su interior.

Nuestro sexo no se había tornado muy rutinario aún, pero situaciones completamente improvisadas como aquella empujaban mi placer a nuevos límites, y también a ella.

Cuando sentí que ella había escalado varias veces a su punto máximo me incorporé rápidamente para dejarla sobre el escritorio y concentrarme en mí. Creo las exclamaciones se habrán escuchado en todo el vecindario, por alguna razón aquello era lo que más habíamos necesitado ambos.

Apoyé mi peso sobre los codos, observando su rostro en la penumbra, distinguiendo levemente el brillo de su rostro surcado por el sudor, me parecía la criatura más bella del universo cuando cerraba los ojos al tiempo que recuperaba su ritmo respiratorio normal. Sentí temblar sus piernas.

Me incorporé con lentitud y le sonreí, apartándome y agradeciendo que el ánimo de ella hubiera mejorado tanto.

Sora se levantó de a poco, sonriendo genuinamente.

-Creo que lograste hacerme olvidar todo lo del día.

-Claro, era la intención, pero esta vez yo no hice nada, solo te obedecí.

Se rio.

-Te amo – me susurró justo antes de besarme, a la vez que se colocaba la camisa sobre los hombros y se disponía a subir las escaleras hacia el baño.

La vi desaparecer y me decidí a ventilar la habitación, aún estaba acalorado y notaba como el sudor se enfriaba sobre mi piel mientras me concentraba en la refrescante brisa que ingresaba por la ventana abierta.

Yo también estaba más animado.

Recorrí el resto de la planta baja durante unos minutos, recogiendo algo de ropa que estaba desperdigada en el suelo, apagando las luces a paso lento y volviendo a asegurarme de cerrar la ventana del estudio de Sora.

Subí las escaleras exhausto, me acerqué a la habitación principal y escuché el sonido de la ducha a través de la puerta abierta del baño.

Sonreí de medio lado. Aquella podía ser otra buena idea.

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-Mimi estará viajando el día del evento – dijo Sora ingresando a mi estudio, mientras me dedicaba a arreglar detalles de afinación de un cantante que había estado horas antes. Había salido a encontrarse con su mejor amiga más temprano y recién llegaba a la casa.

-¿Eh? – fingí un tono completamente ausente, al final Takeru me había avisado días atrás de que Mimi estaría fuera del país en la fecha señalada y no pude dejar de sentir que las cosas comenzaban a encausarse hacia buen puerto.

-Sí – dijo ella tomando asiento a mi lado, algo apesadumbrada – es el colmo, ni Miyako, ni Hikari, ni Mimi… ni siquiera tú puedes ir.

-¿Y Rin? – ya había planificado el rumbo de la conversación, debía seguir firme en mi rol.

-Me dijo que será su despedida de soltera con sus compañeras de la oficina - bufó malhumorada, levantó las piernas despacio, apoyó los pies sobre el sillón y envolvió sus rodillas con los brazos, dejando la vista fija en algún punto de la sala de los instrumentos.

-¿Y Taichi? – jugué mi carta con el tono de voz más convincente y casual.

-¿Taichi?

-No me hagas caso, seguramente no le interese, pero estará muy aburrido sin nada que hacer mientras su novia…

-¡Taichi! – vi la forma en la que su rostro se iluminó de pronto. Se levantó de golpe, como impulsada por un resorte invisible para ir en busca de su celular.

Me dio gracia escuchar sus movimientos en la sala principal mientras hablaba con Yagami.

Todo estaba encaminado. Al fin.

Mágicamente los planetas se habían alineado y finalmente estaba en marcha.

Mimi estaría viajando a Estados Unidos, donde solía trabajar dando cursos de cocina japonesa, y cuando estaba en Kioto se dedicaba de lleno a su programa televisivo. Era un verdadero alivio que no estuviera en la fecha indicada. Koushiro por su parte, trabajaba en la misma empresa de software que el padre de Sora y no solía acompañar a su flamante esposa en sus viajes.

Jyou estaba finalizando su posgrado como médico internista y estaba demasiado ocupado, eso sin mencionar a Hiro, su hijo recién nacido que no les dejaba dormir ni a él ni a su esposa.

Hikari, como profesional de educación preescolar, se destacaba mucho a pesar de haber obtenido su diploma poco tiempo atrás, Takeru solía decir que ella tenía una personalidad especial para calmar a todos los niños salvajes que caían en sus manos, y que debido a eso le habían dejado a cargo varios grupos, lo cual la hacía estar muchas horas trabajando. Ella y Takeru habían terminado su relación poco después de graduarse del instituto, pero había sido cosa de dos años para que volvieran a salir, habiéndose reencontrado en una conferencia de un famoso escritor.

Mi hermano estaba finalizando su doctorado en letras y vivía y trabajaba en casa de mi madre como editor de novelas, a su vez escribía en la redacción de un famoso periódico sobre temas culturales.

Taichi se había convertido en un licenciado en relaciones internacionales y solía viajar como asistente para un político que asistía a importantes debates o conferencias internacionales, mientras que su novia, la simpática Rin, era abogada de un pequeño bufete que se abría camino lentamente entre estudios y firmas muy reconocidas, dedicándose especialmente a las leyes laborales.

Mientras yo me la pasaba componiendo y viajando con las giras, a veces sentía que no era justo para Sora no poder tener una pareja a quien pudiera ver todos los días, especialmente en el momento de gran vulnerabilidad que atravesaba por aquellos tiempos. Había logrado aplazar un poco más la gira de Knife Of Day porque el disco no estaba listo para comenzar a grabarse.

Pero muy pronto aquello iba a cambiar para transformarse en algo que le diera más seguridad. Especialmente con la noticia que había recibido la banda durante el tour europeo.

Era muy probable que nos tuviéramos que trasladar definitivamente algunos meses a Los Ángeles, en Estados Unidos para comenzar a trabajar con un nuevo sello discográfico. La propuesta había sido increíblemente beneficiosa para ambas partes y me resultada más que razonable. Sora estaba tan gratamente sorprendida como yo cuando se lo dije por teléfono aquella misma noche, sin embargo en ambos había algo que nos dejaba un sabor agridulce. ¿Cuánto tiempo llevaría esa estadía en el extranjero? ¿Tendría muchos compromisos en LA como para no estar en Japón un buen tiempo? La idea había sido automática en mí. Casarse era apostar de forma más seria a la relación, establecernos para un plan de vida que incluía familia, y además era una garantía para no separarnos – esa posibilidad había sido suficiente para enfrascarnos en conversaciones más serias con Sora, discusiones y dudas, porque aquello era una amenaza tangible que se cernía ante nosotros y que nunca había estado ahí antes – y por el contrario podía llevarnos a dar un paso adelante para afianzar nuestra relación.

Mi idea de la propuesta no sería algo completamente nuevo o inesperado, pero quería que fuera especial. Sabía que ambos estaríamos más seguros ante las leyes dando ese paso, y era una verdadera garantía para avanzar.

Vi a Sora aparecer en el umbral de la puerta del estudio. Sonreía.

-Taichi irá conmigo.

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Desperté muy temprano, como era usual.

Había una melodía resonando en mi cabeza, otra de las nuevas canciones. Me levanté sigilosamente para evitar ruidos fuertes que pudieran despertar a Sora, quien probablemente estaría durmiendo profundo en su habitación al otro lado del pasillo.

Agradecí el hecho de que no roncara, cuando años antes íbamos de visita a esa casa, los ronquidos de su padre se sentían como si estuviera durmiendo en la misma habitación que nosotros.

Consulté la hora en mi teléfono y vi que aun no amanecía. Me podía duchar y luego preparar algo delicioso para comenzar con fuerza el día. La noche anterior había sido inusual, así que no me extrañaba no haber podido dormir más. Seguramente para Sora la historia era bien distinta, al final habría podido descansar profundamente sabiendo que no estaba sola en la casa.

Repasé mi agenda para el día en silencio, mientras me dirigía al cuarto de baño.

Mientras el agua tibia le daba la bienvenida a mi cuerpo cansado, reflexioné sobre lo sucedido el día anterior.

Al final no había sido tan mala la idea de ir a acompañarla, me había recordado un poco a los viejos tiempos de convivencia, aunque sin toda la carga emocional negativa que yo había previsto, en realidad me había sentido muy a gusto, en especial por tener el espacio para hablar de las novedades de Knife Of Day, sabiendo que Sora entendía lo mucho que ese proyecto significaba para mí.

Cerré el grifo del duchero y aguardé a que gran parte del agua se escurriera antes de salir del cubículo y terminar de secarme con la toalla que había dispuesto allí.

Me vestí sintiéndome renovado y finalmente me dirigí a la cocina.

Unos minutos después, ya amanecía y el día comenzaba a accionar con lentitud. En el refrigerador encontré algunos ingredientes y continué mi búsqueda para decidir qué hacer.

Otra vez los viejos tiempos.

Tenía un mensaje de mi padre preguntando sobre mi estadía en Osaka. Ya hacía un par de años que él y mi madre estaban juntos formalmente, aunque seguían viviendo en casas separadas, era agradable ver que gracias a eso él había logrado dejar muy atrás su exagerada dependencia laboral, y ahora estaba más pendiente que nunca de que estuviéramos bien. Takeru decía que eso se debía a la andropausia, y sostenía su teoría en base al argumento de que nuestro padre se había vuelto increíblemente sensible y afectuoso.

Me tomé el tiempo de responderle con lujo de detalles sobre el disco en el que ya estaba trabajando y le hablé sobre los últimos sucesos en mi vida laboral. Si había alguien que entendería la importancia de Knife Of Day para mí, además de Sora, era mi padre. Sabía que se pondría feliz.

Por el rabillo del ojo percibí que Sora acababa de ingresar a la cocina, somnolienta y mirando hacia todos lados.

-¿Pensabas hacer un desayuno?

-Si -contesté mientras terminaba de redactar el mensaje.

-Lo sabía. – suprimió un enorme bostezo y se acercó a la mesada para comenzar a ocuparse ella.

-¿Qué haces? -intenté hacerla a un lado pero ella permaneció firme en su sitio mientras organizaba los ingredientes a su manera.

-El invitado aquí eres tú.

-Déjame – me reí -¿Acaso programaste tu despertador para levantarte antes que yo y ganarme de mano?

-Claro que no -dijo bufando burlonamente – para tu información – se giró mientras apoyaba sus manos en la cintura -ya no duermo tanto como antes, y me gusta levantarme temprano. Déjame agasajarte.-

-Esto es completamente inédito.

Me dio la espalda con dignidad y continuó cocinando, mientras yo me debatía entre dejarla hacer o intentar desplazarla una vez más.

-Podrías poner la mesa -dijo.

-¿Qué no era un invitado al que había que agasajar?

-No te pases de listo -se reía.

-Está bien. ¿Café o té? Encenderé la televisión.

-Como quieras. Prefiero té.

Me dirigí a la mesa y comencé a colocar los platos, antes de volver hacia donde ella se encontraba para colocar agua en una jarra eléctrica.

Encendí la pantalla y una música muy conocida comenzó a llenar la estancia. La melodía principal lo inundó todo. Reconocí mi voz.

Nuestra canción nos hizo callar.

La misma con la cual le había propuesto matrimonio.

No me explicaba porqué estaba el canal de música, pero poco me importaba. La avalancha de recuerdos que intentaba contener en mi interior, pujaba con fuerza para desencadenarse.

Otra vez, los recuerdos se precipitaron.

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El lugar no era muy amplio pero había sido decorado con buen gusto, en el fondo del local se veía un discreto mostrador sobre el cual se servían tragos y la mayor parte del establecimiento estaba ocupado por mesas y sillas. Hacia el fondo había un reducido escenario, y allí se alcanzaban a ver unas sillas y pequeños equipos de amplificación. La consola estaba justo al costado y las luces violetas y azules que llegaban desde los reflectores del techo ambientaban el lugar con una cierta aura mística.

Cuando la gente comenzara a llegar, no se imaginaría lo que sucedería. Las invitaciones de la mayor parte de los que asistirían hablaban de un exclusivo show para los más selectos fans de Knife Of Day, solo Sora llegaría con una expectativa completamente diferente.

Mientras ingresaban las primeras personas al local, Akane y yo estábamos en el camerino conversando. Akira afinaba su guitarra electroacústica en silencio, sentado en un rincón de la habitación y completamente absorto en su tarea. Hayato no tardó en aparecer.

-Primera fase completa. Les retiraron las pancartas a los fans y han pedido que se mantengan en el mayor silencio posible. También les quitamos los celulares con la excusa de que al ser un show exclusivo no puede haber registros de él.

-Perfecto – dijo Akane.

La idea de hacer un show diferente y con pocas personas con acceso a él había surgido de ella, quería algo exclusivo para el club de fans más fiel. En nuestra última gira comenzaban a incrememtarse nuestras ganas de seguir creciendo y trascendiendo fronteras. En seguida habíamos recibido esa interesante oferta para trasladarnos a Estados Unidos y trabajar con legendarios productores de aquel país. Eso era lo que más me había empujado a casarme con Sora. Sabía que sería difícil para ambos trasladarnos a otro país, ella no querría dejar su trabajo o afectos tan fácilmente, pero cuando lo habíamos hablado poco antes de mi regreso, ella había planteado la posibilidad de irse conmigo y establecernos allí. Como nada había sido confirmado hasta ahora, no habíamos vuelto a tocar el tema, pero finalmente Kazehaya me había sonsacado la preocupación que yo sentía y había decidido ayudarme con el tema del matrimonio. Al principio me resistí, no quería que todo partiera desde mi desesperación y miedo a perder a Sora, pero con el paso del tiempo la idea se había asentado con mayor fuerza en mi mente. Luego había entrado en acción, con la idea de hacer un set acústico sobre nuestras canciones, de modo que durante los últimos tiempos solo nos enfocamos en desarmar cada armonía de las canciones para reagrupar e innovar la composición y la intención de las frases musicales. Nos esmeramos en los arreglos de voces y Hayato, con su pequeño set de percusión se había entretenido mucho probando nuevos sonidos.

Se acercaba la hora. El local estaba casi a oscuras, apenas podía divisarse algo gracias a los carteles que indicaban la salida para casos de incendio. Todo estaba sumergido en un silencio sobrecogedor hasta que se encendieron las luces del escenario y salimos.

Mis nervios no podían compararse a los de cualquier otro show. Realmente estaba temblando y dudaba hasta de mi capacidad para tocar el bajo acústico que se sacudía entre mis manos.

Vi las sonrisas nerviosas que los chicos intercambiaron entre sí y me limité a caminar hacia el centro del escenario, notando que la sala estaba llena y sin alcanzar a distinguir ningún rostro entre la oscuridad donde estaba el público.

-Buenas noches, Tokio – dije cuando me ubiqué en una de las sillas que estaban en el centro.

Las exclamaciones y aplausos no se hicieron esperar. No podía ni imaginarme cómo estaría riéndose Taichi ante la total confusión que estaría experimentando Sora en esos momentos y mi voz nerviosa. Había sido el único con la posibilidad de tener su celular con él y sabía que quería grabarlo todo. Vaya vergüenza.

-Esta noche es muy especial para nosotros, este show fue planificado cuidadosamente durante meses a modo de agradecimiento a todos quienes están aquí con nosotros. Han sido años maravillosos.

Dicho esto, comenzaron a sonar los acordes en la guitarra de Akira, que estaba a mi lado, inmediatamente mi bajo acústico habló con sus notas graves, dando expansión a la música en el espacio para que se sumara la percusión suave de Hayato y las melodías dulces del piano.

Mi voz se alzó sin mayores contratiempos y todo el lugar se sumergió en la atmósfera que creo la canción.

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-Gracias una vez más – dijo Akane al micrófono cuando terminó la canción en la que ella había destacado con sus coros agudos. Llegábamos al final del show.

Los aplausoos cesaron poco a poco. Era el momento. Mi compañera de banda me observó con una sonrisa cómplice y aguardó a que yo hablara.

-Gracias. Siempre hemos estado agradecidos por nuestros fans – dije sonriendo al público, a la vez que dejaba mi instrumento a un lado y Akira lo sujetaba, para que yo pudiera tomar el micrófono inalámbrico con una de mis manos mientras revolvía mi cabello con la otra. Temblaba de nervios y sentía el sudor en la frente - pero hay algunas personas que también han sabido acompañarnos durante años, otro tipo de fans, nuestras familias y amigos. A ellos tampoco les hemos agradecido lo suficiente, y hay veces en las que es importante tomarse un respiro para valorar todo aquello en lo que también nos han apoyado – hice una breve pausa, hubiera jurado que todo el mundo escuchaba los latidos acelerados que retumbaban en mi cabeza – esta noche no solo he venido a honrar a mis fans, sino a hacerlos partícipes de un momento importante en mi vida, sin olvidar mencionar el apoyo de Knife Of Day y de mi mejor amigo, que está sentado en algún lugar de esta sala y ha traído engañada a mi novia.

Se escucharon aplausos y exclamaciones. La luz de la zona de las mesas se encendió y detecté a lo lejos el brillo de una pantalla de celular desde el fondo del local. Bajé del escenario lentamente para caminar pausadamente en dirección a ella y muy pronto llegué junto a la mesa donde estaban Taichi y Sora. Él sonreía ampliamente y la observaba atentamente. Ella me miraba confundida y emocionada a la vez, supongo que ya con mis palabras habría adivinado mis intenciones. Me acerqué a ella y tomando una de sus manos la hice ponerse de pie. Ella también temblaba. Me abrazó.

-Tú…

Me separé de ella y apoyé una de mis rodillas en el suelo, mientras extraía del bolsillo de mi chaqueta azul - aquella que ella había hecho para mí unos años atrás- un pequeño y delicado pequetito, que abrí para mostrarle el anillo.

-Sora Takenouchi, ¿te casarías conmigo?

Hubo varios gritos y aplausos de quienes nos rodeaban, pero toda mi atención se centraba en ella. Que se había sonrojado visiblemente y se la veía preciosa con el bonito vestido azul que llevaba esa noche. Estando en aquel momento en el local, todo lo que nos rodeaba me parecía totalmente ajeno y también el concierto en el que estaba cantando, solo me importaba estudiar sus expresiones.

-Yo… yo… te mataré -dijo Sora riendo con nerviosismo. Todos a nuestro alrededor se echaron a reír también, incluso yo, que sabía perfectamente que ella estaría muriéndose de vergüenza en aquellos momentos con tantos ojos sobre nosotros. Me hizo levantarme, sin dejar de sonreír nerviosa hasta que finalmente asintió – Si, me casaré contigo Yamato Ishida.

Los aplausos y gritos nos ensordecieron, era como haber sido absorvido por una gran vorágine de gente.

Luego de besarnos y abrazarnos noté que ella lloraba y ambos temblábamos.

Ya estaba. Nos entretuvimos durante algunos minutos saludando a quienes nos rodeaban y finalmente volví hasta el escenario, donde los chicos estaban de pie, aplaudiéndonos y emocionados -especialmente Akane, quien había perdido la compostura y no disimulaba su felicidad.

Me ubiqué en mi silla y me tomé unos instantes antes de centrarme en la realidad y colocar el micrófono nuevamente en la jirafa para tomar nuevamente el bajo entre mis manos.

Apoyé el instrumento cómodamente en mi regazo y aguardé unos segundos antes de volver a hablar.

-Gracias a todos por ser mis cómplices en esto. Ahora que estoy tranquilo por no haber desmayado a mi novia, futura esposa, de la impresión, continuemos con la última canción de nuestro show acústico. Gracias.

Los aplausos eran cálidos, se escuchaban las voces del público en el estribillo y yo me sentía flotar. Fue un gran cierre. Cuando terminamos, nos retiramos con rapidez del escenario y nos fuimos hasta los camerinos. Unos minutos más tarde, cuando la gente se marchaba del lugar, se abrió la puerta de la habitación en la que estábamos y aparecieron Taichi y Sora. Ella aún sonrojada y con su maquillaje algo desdibujado a causa de las lágrimas que había derramado.

-Así que yo era la única que no entendía porqué estaba en el desfile menos promocionado en la historia de la humanidad, ni porqué mi novio, el mismo que aseguró no poder acompañarme esta noche, estaba aquí haciendo de las suyas con sus amigos -me reprochó burlonamente.

-No me mires así, no había otra manera de traerte sin que sospecharas nada. Y agradéceselo a Yagami por acompañarte.

Taichi se rió con los chicos.

Sora se acercó lentamente hacia mí y nos abrazamos con fuerza. Cuando nos soltamos observé la bonita piedra que decoraba el anillo que ahora estaba en su mano.

-¿Te gustó?

-¿El anillo o la forma en la que caí ingenuamente en la trampa de venir aquí?

-Creo que es mejor irnos – dijo Akira a los demás – no quiero ser parte del primer conflicto conyugal de estos dos.

-Ustedes fueron cómplices -dije riendo – tienen parte de la responsabilidad.

Pese al tono descontracturado y ligeramente burlón de la charla, todos se retiraron para dejarnos unos minutos a solas.

-Me ha gustado todo, aunque eso implicara ser expuesta ante tus fans.

-Pues… Sora, si ese es tu único problema, puedo cargar con la culpa gustoso. – dije sonriendo.

Ella se aferró a mí nuevamente con fuerza.

-Te amo – susurró.

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