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Akira encendió el cigarrillo y la terraza se llenó de olor a tabaco. Me observó mientras yo tomaba asiento y me tendió la mano para saludarnos, con una gran sonrisa pintada en el rostro.
Luego de tantos años, aunque tuviera más tatuajes de los que yo recordara, seguía siendo el mismo chico tímido y de pocas palabras que yo recordaba de los primeros años del instituto.
Exhaló el humo en forma de aros.
-¿Cómo estás, Yamato?
-Muy bien, he de decir.
-No se te nota, pero en los últimos años te volviste un poco optimista.
-Ja ja -dije sarcásticamente, haciendo hincapié en cada sílaba, antes de seguir -estoy comenzando a grabar las versiones finales para el nuevo álbum. Sabes que ese nunca es el momento propicio para descansar bien.
-Eso lo explica todo, incluso las ojeras.
Me causó gracia. Una chica se nos acercó tímidamente para tomar nuestra orden, y me limité a observar a mi ex compañero de banda.
Realmente había dejado crecer su cabello. Observé la forma en la que caía hacia la mitad de su espalda y la manera en la que hablaba con la joven. Si, aun no me acostumbraba a la idea de estar otra vez en contacto. Había pasado mucho tiempo.
Separarme de Knife Of Day había sido duro, y aunque la decisión hubiera partido de mí, en el momento no había podido evitar sentirme culpable. El resto de la banda había decidido no continuar el proyecto, y todo aquello por lo que antes habíamos luchado durante años, se había desintegrado en pocas semanas.
-¿Cómo está tu familia? ¿Tus padres? ¿Tus hermanas?
-Todos bien, mis hermanas me han llenado de sobrinos.
-¿Eso es bueno o malo?
-Es excelente cuando estoy de humor, pero a veces esos mocosos son insoportables, y adorables a la vez. Tengo fotos, ¿Quieres verlas?
Akira siempre había sido muy protector con su familia, siempre había velado por sus padres -en especial con su madre, que sufría de depresión y había pasado por varias internaciones – y había contribuido durante años a cuidar a sus hermanas menores, haciéndose cargo de pagarles buenas universidades y estando orgulloso de ellas y sus sobrinos. Me lo podía imaginar ahora, completamente devoto a ellos. Le gustaba hacerse cargo de la gente que quería, por algo me había sabido contener y acompañar tanto cuando estábamos en Wolves, por momentos había sido un hermano mayor, y por momentos, un amigo a quien podría haberle confiado mi vida.
-Se los ve muy felices aquí -mencioné mientras contemplaba una foto en la que él y sus siete sobrinos aparecían en lo que supuse que sería su propio estudio de grabación, cargando instrumentos y con caritas emocionadas.
-La pequeña Zoe -me señaló a una de las dos niñas -tiene un talentazo, será una gran guitarrista. Ya toca todos los solos de nuestras canciones de Wolves.
-¿Les haces escuchar esa música?
Se rio sonoramente y apoyó la espalda en su asiento, a la vez que la mesera traía nuestra orden.
-Solo las canciones que hicimos nosotros, son fáciles. En cualquier momento comenzará con las de KOD. Y allí me sentiré plenamente orgulloso.
-Y la llevaremos a las giras, y te reemplazará cuando estés cansado o borracho.
Nos reímos a carcajadas.
-Pues tú, deberías tener algún sobrino así. Nunca se sabe. ¿Cómo están Takeru y el resto de tus amigos?
-Han estado bien. Takeru ya publicó un par de novelas y ahora está haciendo investigación.
-¿Y Taichi? Ese tipo siempre me cayó bien.
-Taichi volvió hace pocas semanas a Japón, ha sido asistente del embajador japonés en Finlandia. Al parecer el año próximo volverá a irse a otro país.
-Quién lo diría. Al final se volvió alguien serio y maduro, no como nosotros y nuestro sueño adolescente.
-Sueño cumplido. No nos quites méritos.
-Tienes razón.
-¿Qué pasó con tu proyecto Sphinx? -pregunté mientras llevaba algo de comida a mi boca.
-Estaba harto. La mayor parte de los vocalistas que trabajaron para esa banda eran insoportables. Y ya no quise volver a trabajar con esa discográfica. Takato no negoció un buen contrato y lo pagué muy caro. Lo despedí el año pasado pero no pude deshacer el daño. En realidad, pensé bastante en buscar otro sello y con lo de Fuji, luego de pensar en hacer una gira de reunión para Knife Of Day, se me ocurrió también informarme sobre tu contrato actual. Al menos el manejo de tu carrera ha sido más cuidadoso.
-Bueno, en realidad fue la primer oferta que recibí cuando en los medios salió la noticia de nuestra separación como banda. Ellos me presentaron a Jenn, y no tengo quejas con su desempeño, como también es música, nuestro contrato ha sido generoso, y no se queda con una proporción mayor que la mía, como hacía Takato.
-Los representantes muchas veces se aprovechan de los artistas.
-Jenn no lo hace. Y negocia muy bien.
-Ahora quiero que sea mi representante también.
-Ya tienes su contacto, adelante. Además le encantará la idea, le gusta el metal como a ti.
Akira asintió mientras masticaba.
-¿Y si Knife Of Day firmara contrato con tu discográfica actual?
-No lo sé, tú ya no tienes relación con algún sello, Akane tampoco, pero ¿Y Hayato?
-Déjamelo a mí. Hablaré con él.
-¿Cómo te fue con Kazehaya?
-No parecía muy convencida al principio. Pero hablamos durante tantas horas sobre todo, que le dio nostalgia y aceptó.
-Eso es excelente.
-Si. No creí tener tanta suerte, pero al parecer lo de Fuji también la sorprendió. Si Hayato acepta, quizás podríamos unirnos a tu discográfica y trabajar en conjunto con Jenn.
Eso me convencía plenamente. Asentí y me apresuré a llamar a mi representante. De pronto todo comenzaba a afianzarse, de repente iba tomando forma el regreso a la vida de la banda que más me había marcado. Les había echado tanto de menos. Era poco probable que Akira no lograra convencer a Hayato. De todos modos, sabía que la parte más dura sería la parte de tener que enfrentarme a ellos, con explicaciones sobre lo sucedido en el pasado, de una vez por todas.
La tarde transcurrió tranquila y me despedí de Akira con un sentido abrazo, me recordó a un momento específico varios años atrás, cuando teniendo apenas diecisiete años, nuestro sello discográfico en ese entonces nos propuso la primer gira asiática.
Nada podía salir mal a partir de esto. Y podría cerrar un capítulo enorme en mi carrera artística, podría de una vez por todas, liberarme de toda la angustia que esa etapa truncada por las peores pérdidas de mi vida.
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La vi salir del baño con el cabello recogido y algunos mechones que caían a ambos lados, levemente ondulados. Había invertido bastante tiempo en su peinado así que me apresuré a hacerle notar lo bien que se veía. Ella se limitó a arreglar el nudo de mi corbata distraídamente.
Llamé su atención con lentitud, acariciando su brazo y sujetando con suavidad su muñeca, interrumpiendo lo que hacía.
-Estás dispersa.
-¿Eh? Solo pensaba – se encogió de hombros y se retiró hacia atrás mientras se acercaba a la cama y recogía el bonito kimono que había sobre ella.
Lo admiré en silencio. Era una de sus primeras creaciones luego de perder el trabajo en la editorial.
Los bocetos habían comenzado a aparecer, viendo la luz poco a poco, asomándose tímidamente entre trazos dubitativos al principio, ahora la veía a menudo vagando por la casa con la mirada perdida, a veces se encontraba haciendo algo y de pronto se interrumpía bruscamente para ir en busca de su libreta y comenzar a dibujar. Nada podía alegrarme más que eso. La había visto llegar con algunas telas, sabía que estaba recibiendo algunas clientas de vez en cuando y tanto Mimi como Miyako eran quienes más la alentaban a crear.
-¿Podrías ayudarme con esto?
Me acerqué y vi que había acomodado mejor su cabello hacia un costado para permitirme intervenir mejor ajustando el nudo de la espalda.
Una vez que terminé se giró para sonreírme y depositar un beso en mejilla. Impedí que se alejara y estudié con atención el hermoso espectáculo que ella representaba frente a mis ojos.
El Kimono era hermoso, su cuerpo apenas resaltaba bajo la deslumbrante tela, pero lo más llamativo de la prenda era sin dudas el intenso color azul, el mismo que a mi entender era el que mejor le sentaba, contrastando poderosamente con su cabello. El conjunto de colores era deslumbrante y la prenda tenía delicados motivos bordados de flores con hilos de un azul más oscuro, tenía un sutil escote que resaltaba gracias al color dorado de los ribetes, que combinaban y respetaban perfectamente el concepto del diseño con los colores elegidos.
-No vas a librarte tan fácil de mi, que lo sepas.
-De acuerdo – dijo sonriendo encantada.
-Oye, estás algo pálida -noté entonces.
-No me siento muy bien. Creo que estoy nerviosa, debe ser porque espero que Rin no salga huyendo de Taichi – bromeó restándole importancia al asunto -¿vamos?
Aquello no me convenció del todo pero la seguí, imaginaba que podía ser por los nervios del kimono de la novia, que ella se había encargado de diseñar cuidadosamente.
Taichi y su futura esposa habían querido una ceremonia tradicional, se esperaba que la mayoría de los invitados vistieran kimonos. Sabía que Sora se había esmerado especialmente en crear uno lleno de estampados delicados y color marfil, como le gustaban a Rin.
Me agradaba particularmente que así fuera, sabía que estaba esforzándose para trabajar en aquello que tanto había anhelado en su adolescencia. Habría todo tipo de invitados en la boda de nuestro mejor amigo, embajadores, políticos, abogados. No en vano Taichi era excepcional en su profesión. A veces recordaba lo mucho que le había costado dejar el fútbol -y había llegado a participar en encuentros importantes con la selección de Japón – para estudiar algo en lo que sintiera que podía ser él mismo, algo que exigiera de los demás lo que para él era un don, el trato con las personas y su capacidad de resolver problemas.
Llegamos y el lugar estaba atestado de coches, agradecí internamente no tener que estacionar, porque había sido lo suficientemente atento como para darme cuenta de que probablemente bebería bastante, así que no tenía razones lógicas para ir conduciendo.
A lo lejos vi a Hikari con sus padres y mi hermano. Nos acercamos al grupo.
-¿Diseño propio? -fueron las primeras palabras de la hermana Yagami, a la vez que señalaba el kimono que Sora llevaba.
-Si. ¿Qué opinas? – nos detuvimos a saludarlos.
-Hermoso, y es una excelente manera de promocionarte, ya que los padres de Rin tienen contactos hasta con el palacio imperial.
-Por supuesto – sonrió Sora, para luego comenzar a intercambiar opiniones sobre la tela y la forma en la que los otros invitados vestían.
Me detuve junto a mi hermano y nos entretuvimos curioseando la cantidad de gente que allí había.
No tardaron en aparecer Mimi, Koushiro y Jyou acompañado de su esposa. Se acercaron al grupo y noté que la entrañable mejor amiga de Sora se había aferrado a mi brazo discretamente y clavaba sus uñas en la manga de mi chaqueta. Sabía que de no ser por la tela, estaría dañando mi piel.
-Hola, encanto -le dije sonriendo.
-No puedo creer que lo hayas hecho.
-¿Qué cosa? – fingí total confusión.
-Idiota. Te felicito. Estoy muy feliz por los dos.
-Gracias, de veras – le dije con sinceridad mientras me giraba para verla a los ojos.
-Aún así podrías haberme avisado.
-¿Para poder infiltrarte? No, créeme que fue lo mejor.
-Al final eres más cursi que yo y más tímido que Koushiro.
Me eché a reír. Ella me observó sin comprender el motivo de mi risa.
-¿Y recién ahora lo notas? -dije sin molestarme en absoluto.
-Tonto. Estoy feliz de verdad. Creo que le has devuelto la alegría y la motivación. Estaba muy flacucha cuando la despidieron. Ahora se la ve mucho mejor. Sé que es estúpido decir esto, pero: Cuídala.
Asentí.
La fiesta de la boda fue divertida y especial para todos. No podía esperarse algo aburrido de Taichi y Rin, era un hecho que ambos compartían ese amor e interés en celebrar por lo alto todo. Se los veía maravillosamente bailando cada una de las canciones que resonaban en el lujoso salón donde se celebraba la fiesta.
Yo había bebido bastante y ya estaba cansado, me sorprendió mucho ver a Sora tan somnolienta como yo en la mesa. Apenas había bailado algo al principio. Ambos habíamos estado demasiado enfrascados en nuestros quehaceres en la última semana, entre los ensayos u horas que me pasaba en el estudio sentía que mis energías se consumían con mucha rapidez.
Sora no era la excepción. Había comenzado a trabajar en una colección por primera vez en años y apenas se detenía en algún momento para comer. Por momentos la actividad la absorbía tanto que tenía que meterme en su estudio para anunciar que la comida estaba lista. La veía algo más distante, pero asumí que era su máxima concentración de antaño.
Llegamos tarde a la casa. Estábamos exhaustos y solo queríamos echarnos a dormir.
Ella se dio un baño y se acostó, mientras que yo preparaba el estudio para el día siguiente, en el que una banda iría a grabar por la tarde.
Cuando subí al dormitorio principal vi que Sora se revolvía inquieta entre las sábanas.
-¿Estás bien?
-Muy cansada… -reprimió un bostezo – no te tardes.
-Descuida -negué. Pensaba darme una ducha rápida.
Cuando salí del baño unos minutos más tarde, ella yacía profundamente dormida. Escuché su respiración regular.
Me limité a besar su frente y echarme a su lado.
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Creo que lo que me despertó aquella mañana fue el delicioso aroma del desayuno muy cerca de mí, seguido de inmediato por el rugido de mi estómago. Me incorporé lentamente y noté la generosa luz diurna colándose a través de las rendijas de la persiana semi abierta.
El desayuno estaba en medio de los dos. Sora estaba sentada a mi lado mientras comía una tostada y bebía jugo de naranja. No había preparado el típico desayuno japonés tradicional, pero nada de eso me molestaba en absoluto. Me gustó reconocer que llevaba la camisa que yo mismo había utilizado la noche anterior en la boda de Taichi. Ella parecía concentrada en las noticias que leía en su laptop, ubicada sobre sus rodillas.
Me moví intencionalmente para que notara que estaba despierto. Ella pareció ignorarme al principio, estaba fingiendo. Finalmente se rio cuando alcancé su cintura con mis brazos y logré que cayera sobre mí entre carcajadas, luego de que tanto la tostada como el vaso con el jugo cayeran al piso.
No me importó en absoluto. Me bastaba con verla sonreír así.
-¿Te atreves a despertarme así? ¿Desayunando con total impunidad cuando estoy durmiendo? ¿Sabes que hoy me espera un día largo?
Ella se rio un poco más, era una risa armoniosa, musical. Hacía mucho que no la escuchaba. Sora se incorporó con cuidado y me observó unos instantes con fijeza. Sonrió.
-Toma. Tengo un regalo para ti.
-¿Eh?
Me acercó un paquete con forma irregular, era liviano. Además me señaló un sobre que había en la bandeja junto al desayuno.
-Yo diría que puedes pedirte el día libre hoy.
-¿Libre?- me detuve sonriendo -¿Crees que mi jefe se moleste?
-Creo que podrás encontrar una buena razón, no tienes un jefe tan malo, podrá entenderte mejor si le explicas lo que hay en el sobre. Ese tal señor Ishida será comprensivo -señaló la bandeja - Pero antes abre el paquete.
-No sé qué te traes entre manos, Takenouchi.
Rompí el envoltorio de papel y ante mí apareció un bonito peluche de un lobo.
-¿Quieres que vuelva a Wolves? – pregunté riendo -¿O acaso no encontraste un cuchillo de peluche?
Sora me observaba de brazos cruzados y sonreía, negando con la cabeza y sin dejar de reír.
-Eres malísimo sacando conclusiones, Yamato.
Me reí y a continuación sujeté el sobre que ella me alcanzaba.
-Aún falta para mi cumpleaños.
La vi poner los ojos en blanco y suspirar mientras mis dedos luchaban por despegar el pegamento y luego extraer cuidadosamente el papel del interior.
Entonces leí lo que decía.
Era un análisis de sangre.
-¿E… esto? – abrí los ojos de par en par. Dejé de emitir sonidos -… Sora ¿esto? ¿es…?
-Si. Estoy embarazada.
Lo único que fui capaz de hacer, fue acercarme más a ella y recibir su abrazo cargado de emoción.
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Conduje en silencio hacia el departamento en el que me estaba quedando. Me dolía demasiado la cabeza, pero asumí que podría deberse a la cantidad de emocionesy recuerdos que había experimentado durante el día.
La idea de volver a los escenarios con Knife Of Day había sido catalizadora de aquellas memorias que yacían enterradas en alguna parte de mi ser.
Ahora más que nunca.
Estacioné al llegar y apoyé mi frente sobre el volante.
Estaba tan exhausto.
Quería dormir.
Y quería compañía.
Algo estaba trabado en mí desde hacía días. Una diminuta posibilidad.
Busqué en mi bolsillo el móvil.
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Aquella escena se quedaría grabada en mi retina por siempre.
La observé silenciosamente desde la cama, mientras ella se ocupaba de arreglar su cabello. Sonreía y canturreaba algo entre las idas y vueltas hacia el vestidor.
Al final la situación había logrado algo casi imposible para mí, suspender las actividades de mi estudio y no querer hacer música. Me levanté animado y comencé a vestirme perezosamente.
-¿Se lo dirás a alguien? -pregunté. Sabía que los primeros tres meses eran delicados, pero intuía que a ambos nos sería bastante difícil poder disimular la felicidad.
-No creo poder engañar a mi madre, y dudo que tu padre no te note extraño.
-Ya se nos ocurrirá algo ¿verdad?
-Por supuesto. Espero que podamos pasar desapercibidos con la celebración de mi cumpleaños.
Era cierto. En un par de días llegaría esa fecha. Veríamos a toda la familia, era difícil que Toshiko no quisiera ver a su adorada hija en su día especial. Le sería imposible eludir el encuentro ante la experta mirada de rayos x de su madre.
-Nada malo tiene que suceder ¿verdad? Podemos decírselo a nuestros padres.
-De acuerdo.
-Mi padre ya empieza a hacerse una idea de que nos vamos a casar. Puede ayudarle a aceptarlo.
-Tú padre precisamente es quien menos me preocupa, Sora -dije riendo, inmediatamente ella cambió su expresión y se echó a reír.
-Lo que quiero decir -se interrumpió riendo un poco más -es que será fácil que acepten esas noticias juntas. Incluso mi madre -afirmó.
Asentí con la cabeza llena de dudas, pero si lo pensaba seriamente no habría razón alguna para que alguien se molestara. Éramos bastante jóvenes, sin dudas no había estado en nuestros planes formar una familia, no en esos momentos, cuando sentíamos que aún había mucho por vivir y madurar, pero me había hecho tanta ilusión la noticia que me llevaba a preguntarme si todo lo anterior no habían sido meras excusas.
Mantuvimos el secreto entre nosotros y nuestros padres.
Los cuatro futuros abuelos fueron sorprendidos por la noticia -finalmente Sora decidió decírselos aparte para que no se la pasaran acosándonos con miradas cargadas de sospecha en su cumpleaños. Con los planes que cada uno tenía a futuro sentíamos que no nos importaba que la boda se pospusiera. Logré que el tour norteamericano se acortara para pasar más tiempo con ella en casa durante el embarazo, no quería perderme nada de esa etapa. Me animaba especialmente lo mucho que comenzábamos a hablar sobre los arreglos que necesitaría la casa.
Por supuesto Akira se dio cuenta de inmediato que mi actitud era inusualmente alegre, que mi estado anímico por momentos era insoportablemente risueño. No pude ocultárselo, casi notaba a diario su mirada inquisidora hacia mí, durante los ensayos en los que ya no me notaba tan quisquilloso con los errores en las canciones, prestaba especial atención a mi mirada rebelde y volátil durante las reuniones con la disquera, yo parecía haber cambiado mucho las últimas semanas.
-¿Qué te ocurre, Ishida? ¿Qué tramas?
Me sobresalté ante sus palabras, mi mente y mi mirada vagaban por la fachada de los edificios que había a nuestro alrededor.
Me detuve y lo observé serio mientras meditaba lo que estaba a punto de decir. La última reunión del día con Takato había finalizado y tanto Akane como Hayato se habían marchado apresurados, así que me sentía bien de poder abrirme con sinceridad ante él. No en vano se había transformado en uno de mis mejores amigos con el paso de los años.
-¿Por qué tengo que tramar algo? -dije con cautela, estudiando atentamente sus reacciones.
-Porque tú siempre prestas atención en cada reunión, siempre discrepas con Takato y pones fin a los ridículos planteos que suelta Hayato a veces. Hay algo en raro en ti. ¿Estás bien?
Definitivamente me conocía en profundidad.
Además éramos muy parecidos. Mis actitudes de aquellas semanas distaban mucho de ser las hoscas y antisociales de siempre.
-No es normal en ti que quieras reducir los tiempos de una gira, no es normal que todo te importe tan poco y definitivamente no es normal que seas tan indulgente con el imbécil retrasado de Takato.
Me eché a reír. Ciertamente aquello fue sorpresivo.
-Estoy bien. Tranquilo. Es solo que Sora está embarazada.
Le vi abrir los ojos bastante impresionado. Lo dejé mudo.
-¿Es… eso? ¡Felicidades! – tartamudeó un rato, completamente desarmado por la inesperada noticia hasta que logró componerse con una sonrisa, acercándose a mí y abrazándome -¿y te parece bien no haber mencionado el tema con tus amigos?
-Es muy reciente. Lleva unas ocho semanas, quería esperar a decírtelo luego de los tres meses.
-Si. Lo entiendo. Vaya, tenías una bonita cara de idiota durante estos días, más idiota que cuando eras un tonto sin remedio que no se atrevía a enfrentar a Sora.
-Gracias.
-¿Piensas suspender todo hasta que nazca?
-He pensado en tomarme un tiempo.
-Ya veo. -suspiró -Yo estaría igual.
-Gracias por entenderlo.
Akira negó levemente.
-No tienes nada que agradecer. Desde que Knife Of Day surgió no hemos parado ni un solo momento de hacer nuestras giras o grabar material. Hace tiempo que tendríamos permitido un descanso.
Le comprendía. Me ocurría de vez en cuando, a veces se tornaba un vacío insoportable, pero usualmente Sora percibía mi desánimo y hablábamos largas horas de ello. Había llegado a sentirme muy mal por momentos, viendo como las vidas de mis amigos a veces eran agradablemente rutinarias, no era que yo despreciara lo mucho que la vida me había dado -poder vivir de mi gran sueño – pero a veces sentía el peso de perderme los actos más cotidianos a su lado. Que Akira me confesara que le ocurría lo mismo se trataba de un alivio.
Asentí.
-Probablemente las cosas cambien luego de esta gira. Ya nos ocuparemos de ello cuando sea el momento. -dije palmeando su hombro.
En ese momento, nada me habría podido anticipar la gran verdad que acababa de pronunciar.
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Koushiro me recibió con una sonrisa. Estaba ligeramente ojeroso, pero por lo demás parecía no estar demasiado abrumado.
-Gracias por aceptar la cena improvisada – le dije saludándolo mientras palmeaba su espalda y él se limitaba a hacerse a un lado para dejarme pasar.
-No nos agradezcas, nos ha encantado la idea, y sabes que desde que Mimi tiene los días libres por pre maternidad ha estado demasiado aburrida por aquí. Tu propuesta le ha devuelto la vida, está cocinando desde temprano.
-Me alegra, pensé que no iba a querer hacerlo y por eso le ofrecí cocinar yo mismo.
-Ella nunca lo permitirá. Acostúmbrate. – replicó Koushiro de buen humor, mientras descendíamos del ascensor y nos dirigíamos hacia la entrada principal del departamento.
Ingresamos a la vivienda.
Todo estaba dispuesto de manera pulcra y prolija, se escuchaba la dulce vocecita de soprano de Mimi mientras entonaba una canción que estaba de moda. Me acerqué a la cocina, atraído por el delicioso aroma mezclado con el agradable sonido y me asomé para husmear en su interior.
La vi de espaldas. Su vientre resaltaba más que nunca. Me acerqué y ella se giró al percibir movimiento detrás suyo.
-Cariño, llegaste.
-Aquí estoy – le dije sonriendo y dejando que me abrazara.
Nuestro vínculo se había transformado bastante, podría considerar a Mimi y Koushiro como grandes amigos desde que Taichi se había marchado a Finlandia, luego de que todo se fuera al diablo con Sora, ellos habían sido incondicionales con los dos. Y Mimi había sido especialmente cuidadosa con ambos, en mi adolescencia jamás lo habría imaginado posible. Además de haber madurado tanto, Koushiro también había transformado su carácter sumamente tímido de la adolescencia en uno más abierto, su generosidad y apoyo incondicional habían sido fundamentales para mí.
Verlos ahora tan bien y aguardando la llegada de su hijo Kyo me llenaba de orgullo y alegría. Realmente eran ese tipo de personas a las que uno quiere que les vaya muy bien en la vida, se lo merecían.
Con Koushiro pusimos la mesa mientras Mimi finalizaba la cena. Se respiraba una atmósfera muy feliz allí.
-Me tomé el atrevimiento de invitar a Sora. – dijo Mimi apareciendo en el comedor y dejando unos bocadillos allí - espero que no te moleste.
-Claro que no me molesta, Mimi.
-Y lo agradezco tanto -sonrió dulcemente.
-¿Hay algo más para traer desde la cocina, amor?- preguntó Koushiro, viendo que ella había tomado asiento.
-Oh, un par de cosas, están en la mesada. Gracias.
Él pasó junto a ella y se detuvo para besarla, antes de proseguir su camino.
Mimi detuvo sus ojos en mí.
-Te lo pregunto porque te vi raro la otra noche en la que estuvimos todos. Imagino que habrá sido lo de Fuji y por eso no quise molestarte
-No me molestas, Mimi. Lamento haberte preocupado, estos días han estado llenos de todo tipo de recuerdos.
-Mierda -dijo con brusquedad -debería haberte consultado antes de invitar a Sora.
-Para nada. No me molesta en absoluto. Fue hace tanto tiempo… además me sentiría raro si no estuviera con nosotros, estando en Kioto como ustedes.
-Es cierto. Me gusta que estés en Osaka, Yamato. Usualmente todos están en Tokio, y es tan lejos para hacer una visita de un par de horas que a veces no podemos reunirnos como quisiéramos, nos pasó con el cumpleaños de Hiro, y les echo mucho de menos.
-Admito que elegí esa ciudad para estar un poco alejado de todo y a su vez tenerlos cerca a ustedes.
Mimi me sonrió con franqueza.
-Te adoro, tontito.
Me eché a reír y se escuchó el sonido del timbre.
Koushiro estaba en el baño y no quise que Mimi bajara, así que tomé las llaves luego de ofrecerme a bajar.
Mientras iba en ascensor, recordaba lo difícil que había sido para todos la separación de Sora conmigo. Con Taichi por irse al exterior, recién casado y sin posibilidad de volver pronto a Japón para acompañar a sus mejores amigos, y con Mimi debatiéndose entre apoyar a uno u otro, sin querer tomar partido.
Sonreí. Si habíamos podido con eso, nada iba a ser tan grave. Me había recluido tanto al principio que me habría costado imaginar que todos iban a estar a disposición de los dos. Era maravilloso contar con personas así.
Me dirigí a la puerta principal del edificio y vi a través del vidrio a una alegre Sora conversando animadamente en el celular, con dos bebidas en un brazo y su bolso colgando del hombro. Le abrí en silencio y ella acentuó su sonrisa mientras yo tomaba las dos botellas y aguardaba a que finalizara la llamada.
Su padre.
Se despidió de él riendo y cortó la comunicación.
-Gracias. ¿Cómo estás?
-Bien. ¿Y tú?
-Contenta, estaba condenada a comer cualquier cosa que encontrara en el refrigerador y esta invitación me cayó desde el cielo.
-Entonces Mimi te leyó el pensamiento- dije, dirigiéndome al ascensor seguido de cerca por ella. -La verdad es que les escribí por un impulso y creo que no te tuve en cuenta. Lo siento.
-¿Ibas a privarme de las delicias que ella cocina?
-Es que lo quería todo para mí. Sabes que cuando estoy en proceso de grabación, me olvido de comer.
-Oye, esa era yo.
Nos reímos un poco, pero con cierta incomodidad.
Era cierto, ella era quien con los nervios olvidaba comer.
Abrimos la puerta del piso y Koushiro la recibió con un sentido abrazo.
-¿Cómo estás? ¿Y mi ahijado?
-Pateándome demasiado, he de decir. – comentó Mimi apareciendo en la escena.
Se saludaron efusivamente y vi a Sora apoyar la mano en el vientre de Mimi para comprobar el movimiento del niño que pronto nacería. Ambas parecían encantadas.
Nos sentamos a la mesa poco después.
La cena era una delicia, como siempre que Mimi estaba a cargo de ella. Lo pasamos genial, hablando de Kyo y un poco de los proyectos de cada uno. Les conté a sobre la inminente reunión de Knife Of Day a los anfitriones, que se quedaron sorprendidos por la noticia.
-¿Así que volverán las giras internacionales?- preguntó curioso Koushiro.
-Eso espero. Imagino que si todo sale bien, mi discográfica lo permitirá y será como volver a los viejos tiempos de rockstar.
-A los viejos tiempos de fans, firma de autógrafos, entrevistas -enumeró Mimi riendo.
-Y no olvides las horas de insomnio, y las carreteras sin señal, para variar -respondí, fingiendo sentir nostalgia por esos imprevistos que nos volvían locos en las giras y me ponían de mal humor.
Se rieron. Incluso Sora, en quien percibí cierta incomodidad.
-Pero bueno, ya les contaré más adelante, por lo pronto quisiera saber cómo serán sus rutinas cuando llegue Kyo a nuestras vidas -dije, desviando inmediatamente el tema de conversación.
-¿Ya tienen todo listo por si hay que salir corriendo al hospital? – preguntó Sora rápidamente, no sin antes dedicarme una leve sonrisa agradecida.
-Seguro que sí. Mimi la revisa dos veces por día, aproximadamente. Para asegurarse de haber empacado todo bien.
-Es mi ansiedad de madre primeriza -se excusó ella ante el comentario de su esposo, que la observaba muy divertido.
Su celular comenzó a timbrar.
-¿Quién es a esta hora?
-¿Quién puede ser? Seguro es tu madre.
Mimi puso una cara rara e hizo una ligera mueca de fastidio. La única persona capaz de alterarla, ponerla nerviosa, estresarla y ser más inquisidora que ella ante un chisme, era su madre.
La única persona que lograba hacerla callar.
Con Taichi siempre nos reíamos de eso, en especial al recordar la primera vez que la vimos acobardada o tratando de evadir las preguntas de la temible señora Tachikawa.
La vimos levantarse de la mesa y retirarse hacia las habitaciones del fondo. Koushiro se rio por lo bajo.
-Si antes del embarazo nos llamaba dos veces al día, imagínense ahora.
-Pobre Mimi -Sora de inmediato se apiadó de su amiga mientras yo imaginaba la situación.
La cena terminó sin mayores contratiempos. Nos despedimos de los anfitriones y me comprometí nuevamente a llevar a Sora hasta su casa, esta vez ella accedió amablemente e hicimos el recorrido en silencio.
Cuando estacioné el coche, ella me miró sonriente.
-¿Quieres un té?
-¿Eh? – me sorprendió, mis pensamientos estaban en la misma escena, varias noches atrás, precisamente en la despedida.
-Si estás cansado, no te retendré, aun tienes que viajar hasta Osaka -dijo rápidamente.
-Kioto no es tan lejos -me encogí de hombros y sonreí asintiendo -vamos.
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annavi21: tu review me alegró la noche! iba a publicar ayer y estuve sin tiempo, así que aquí va mi humilde agradecimiento! espero que te guste!