.06.

Como los momentos previos a que se desencadene una avalancha, así se movieron las piezas en mi vida. La calma antes de la tormenta.

Lo primero que ocurrió fue el fracaso del primer desfile en el que Sora participaría luego de muchos años. El problema fue que una productora que se haría cargo del evento, estafó a todos los diseñadores con quienes se había asociado, dejándolos arruinados, y sin manera de recuperar toda la inversión que con tanto esfuerzo habían realizado.

Fue difícil para ella lidiar con eso. La tímida motivación que había ido apareciendo, y todos sus esfuerzos intentando reforzarla se derrumbaron, sintiéndose tonta por haber caído en ese timo y sin posibilidad de volver a invertir todo ese dinero. Hacerle ver que nada de esto había sido su culpa, razonar sobre el hecho de que varios fueron los perjudicados, no ayudó en absoluto.

Se adueñó del fracaso como si fuera parte de ella. Definitivamente, el problema era mucho más profundo de lo que yo habría imaginado, y creo que nadie fue consciente de todo lo que eso iba a despertar en ella.

Intentamos convencerla junto a Mimi de que comenzara a trabajar con ella en su canal de televisión. Nadie se atrevería a meterse con la flamante cocinera que vestía con excelente buen gusto. Pero Sora solo quería encerrarse más en sí misma.

Y yo no pude retrasar las fechas de la gira.

Taichi y el resto de los chicos se decidieron a ayudarla y acompañarla durante los meses en los que yo estuviera de viaje.

Lo único que la mantenía motivada y animada era el bebé en camino. Mi partida era inminente, pero ella se comprometió a continuar con los preparativos y rodearse de afectos y contención. Afortunadamente, el grupo de diseñadores se había unido para iniciar acciones legales contra la productora, así que aunque ella prefería no estar mucho en contacto con ellos, Rin sería su representante y llevaría la demanda adelante en su nombre.

Con pesar amanecí el día de la partida.

Ella descansaba a mi lado, yo casi no había podido pegar ojo durante la noche. Sabía que aquella primer semana tanto Rin como Hikari se quedarían con ella y me daba cierta tranquilidad. Taichi se encontraba de viaje pero me había prometido llevarse a Sora fuera de Tokio durante una semana para que se oxigenara. Al menos los Yagami y mi hermano estaban enterados del embarazo y eso me quitaba un gran peso de encima, los días previos al viaje Toshiko me había comentado que debido a su estado hormonal, era probable que ella tuviera una pequeña depresión y que todo le estuviera afectando más de lo normal. Aquellas palabras de parte de mi suegra me aliviaron un poco, era esperable que Sora estuviera más susceptible que antes, todos los que la conocíamos sabíamos que su personalidad no se podía doblegar tan fácilmente y que siempre hallaría el modo de salirse con la suya.

Me levanté haciendo la menor cantidad de ruido posible y preparé el desayuno.

Ella me había pedido que hiciéramos las maletas juntos, como era usual. Cada vez que llegaba una gira, al igual que aquella lejana primera vez, con dieciocho años en el departamento de mi padre, seguíamos nuestro ritual de preparar todo juntos, entre risas y bromas. No quería que aquel día fuera la excepción, ambos necesitábamos eso. Estaríamos separados solo dos meses. Podía convivir perfectamente con ello. Solo esperaba que el tiempo pasara rápidamente para volver a centrarnos en lo que llegaría.

Llevé la bandeja a la habitación y la dejé apoyada sobre una mesilla que había allí.

Me acerqué lentamente a la cama y me entretuve viéndola dormir. Su piel estaba bastante pálida -a veces amanecía mareada y supuse que así sería aquel día. Pese a eso sonreí. Tenía un mejor aspecto si la comparaba con su estado deprimido de las semanas anteriores. Tomé eso como una señal positiva.

Me incliné despacio hacia su rostro y deposité varios besos cortos sobre su frente, mejillas, nariz y boca hasta que la noté reaccionar lentamente.

Ella se revolvió perezosamente entre las sábanas hasta lograr despertar, mientras dirigía sus ojos hacia mí y me enfocaba sonriendo.

-Mi gran madrugador – se interrumpió bruscamente por un bostezo.

-Mi gran dormilona – respondí sonriendo.

-¿Cómo está el día? – cuestionó mientras evaluaba la escasa luz que entraba en la habitación a través de las persianas que yo había levantado minutos antes.

-Bastante gris. Pero te he traído el desayuno, creo que eso es precisamente lo que más debe interesarnos ahora ¿no?

-Claro que si – se incorporó rápidamente, como impulsada por un resorte invisible.

-¿Estás bien? Luces algo pálida.

-Estaré bien. Desayunemos y hagamos las maletas de una buena vez.

-De acuerdo.

Comimos en silencio, la falta de sueño ha hacía estragos en mi cabeza y notaba como mi cuerpo me pesaba. Me recosté a su lado y continué con el té.

Me quedé profundamente dormido.

No sé durante cuanto rato ella me dejó así, pero cuando desperté era cerca del mediodía y llegaba a la habitación un delicioso aroma proveniente de la planta inferior. Me incorporé asustado, por un momento creí haber perdido el vuelo, pero de inmediato mi mente racional me centró en lo que me rodeaba. La maleta estaba abierta a mi lado sobre la cama y a nuestro alrededor había algunas pequeñas pilas de ropa ordenadas y listas para ser depositadas cuidadosamente como equipaje. Sonreí aun adormilado. Si, Sora lo había organizado todo y ni siquiera había querido molestarme. A veces me sorprendía lo mucho que me conocía, podría apostar lo que fuera a que se había percatado de mi mal disimulado insomnio.

Me incorporé con quejidos y me puse manos a la obra. En unos pocos minutos cerré la valija sin grandes contratiempos y conecté mi celular para que se recargara. También me di una ducha.

Ella se hizo notar minutos más tarde hablándome desde la habitación. Sonreí al escucharla protestar porque me había atrevido a cerrar la maleta sin su supervisión.

-¿Qué no deberías ocuparte de la comida en lugar de protestar por mi equipaje, Takenouchi?

-Serás…

-Anda, confía en mí.

-Ojalá pudiera hacerlo, pero te has dejado toda la ropa interior fuera. ¿Qué pretendes Ishida? Te estás volviendo un pervertido…

Así que era eso. Me eché a reír.

-Bueno, considerando que estamos en verano, quería evitar que se me cocinaran las…

-¡¡Suficiente información!! – exclamó fingiendo un tono perturbado -¿qué dirá Toshiko si sabe que su yerno…?

-¿Qué su yerno qué? – dije apareciendo en la habitación. Ella estaba inclinada hacia adelante, guardando la ropa que me había faltado.

La vi sobresaltarse.

-Me has asustado.

-No soy tan guapo cuando no duermo bien, pero no creo que sea para tanto.

Ella solo se rio y chasqueó la lengua con un divertido gesto de reprobación.

-Ya deja de decir incoherencias. Comamos, en media hora pasarán por ti.

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La gira comenzó en Texas y continuó rodeando el océano Atlántico, hasta que llegamos a la fatídica Miami. Hacía casi dos semanas que estábamos lidiando con el cálido clima y sus consecuencias. Realmente hacía mucho calor por allí. Consideré seriamente pasarme los días enteros en el hotel con su fresca temperatura regulada, el pegajoso aire caliente de la ciudad casi no me dejaba respirar bien, sentía como si me quemara los pulmones.

-¿Lo ves, Sora? Creo que tenía razón en no tener que usar ropa interior aquí – dije de malhumor mientras la veía echándose a reír en la pantalla de mi teléfono.

-No digas esas cosas con esa liviandad, sabes que hoy no estoy sola en casa.

-Tienes razón -concedí - ¿Quién te acompaña hoy?

-Mi madre.

-¿Qué…?

Ella se rio sonoramente.

-Tendrías que haber visto la cara que se te quedó.

-No es gracioso -repliqué. No me había molestado, en realidad me alegraba que tuviera humor para bromear, era una excelente buena señal para mí.

-Oye, degenerado, no está tu suegra pero estoy yo. ¿Por qué tanta información? ¿Así has corrompido a mi Sora? – la voz de Taichi se hizo oír de pronto – no quiero que empieces con tus perversiones mientras estoy por aquí.

Puse los ojos en blanco, riendo.

-No es mi culpa, no te reportaste a tiempo para que hablara de cosas que no fueran privadas, aunque apuesto que algo te debe interesar.

Vi el rostro de Taichi aparecer con su mejor expresión de pocos amigos. Me observó atentamente a través de la pantalla.

-¿Estás desnudo Ishida? Oye, guárdate tus llamadas hot para la noche.

-Me encantaría que estuvieras aquí ahora, agonizando con el calor que hay, a ver si tú no estarías así.

-¿Y ahora te atreves a insinuar que me echas de menos y quisieras estemos juntos allí, con calor y todo? Qué traición tan cruel para Sora. No lo escuches, querida, que no es cierto. Lo que había entre Yamato y yo fue hace años.

La risas de Sora interrumpieron nuestro amable intercambio.

-Tengo que irme -dije finalmente con pesar. Es hora de ir a la prueba de sonido. Hoy estaremos a rayo de sol en un festival de la playa. Una mala idea de Takato. Espero no desmayarme -bufé.

-¡Mucha suerte en el show, Yamato! – dijo ella sonriendo genuinamente.

-Gracias preciosa.

La vi incorporarse y Taichi se quedó con el celular en sus manos.

-Bueno, eso. Suerte esta noche. -sonrió.

-Gracias. Y gracias por estar con ella.

-Esta noche se quedará Hikari aquí, vendrá pronto. No tienes que agradecer. La noto mucho mejor, vendremos todos los días sea cual sea su ánimo. Adiós rockstar, tu familia te espera aquí.

-Adiós Taichi.

Corté la comunicación y comencé a prepararme para salir al clima infernal.

Volvimos al hotel a las cinco de la tarde, luego del show. Había sido un festival bastante intenso y los fans habían sido especialmente cálidos y apasionados. El meet and greet se tardó un poco, pero finalmente ya podía ingresar felizmente a mi habitación para darme un buen baño y dormir plácidamente una siesta. Era el mejor plan posible.

Preparé mi ropa más fresca para luego y me dispuse a ingresar al baño. Pero entonces vi el brillo de la pantalla de mi teléfono. Me extrañé al ver el nombre de Sora. La diferencia horaria de catorce horas me hizo sacar rápidamente cuentas. Era raro que ella se levantara a las siete de la mañana cuando no trabajaba. Solía dormir mucho durante los últimos tiempos.

-¿Sora? -la escuché respirar agitadamente y dejó escapar un quejido -¿Sora?

-Ya… Yamato - jadeó, la escuché sollozar entrecortadamente -a… ayúdame Yamato.

-¡¿Sora?! -comencé a ponerme nervioso -Sora, estoy aquí, ¿qué ocurre? ¿estás bien? -sentía una creciente ansiedad en mi pecho pero no quería alterarla más, quería que se tranquilizara para poder escuchar la situación. -¿Hay alguien allí? ¿Hikari? ¿Qué ha pas…? -ella me interrumpió bruscamente, sollozando un poco más.

-Yama…to… Duele. Hay sangre.

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Llegué a Tokio muy tarde. Había logrado cambiar mi vuelo y viajar antes de lo previsto. Por una vez en la vida, Takato organizó todo lo respectivo a mi vuelta a Japón, volviéndose sumamente comprensivo cuando me vio alterado por la salud de Sora. Cancelamos unos shows para ser reprogramados para algunos meses después.

La última comunicación que había tenido con ella fue aquella horrorosa en el hotel, mientras la escuchaba sollozar desesperada. Había logrado que se tranquilizara y la convencí para que llamara a Hikari, que estaba en la planta baja de la casa. Minutos después, llamé a Mimi y a Toshiko para que las fueran a buscar y las llevaran a un hospital.

Pero sin dudas lo peor fue la noticia que recibí en mi escala en el aeropuerto de Los Ángeles, que terminó por hacerme estallar y viajar en un verdadero estado de histeria.

Sora había perdido el embarazo.

Al principio me costó poder escribírselo a Akira y los demás, quienes aun desde Miami, se mantenían despiertos y pendientes de la situación.

A su vez, con una sensación completamente surrealista, escribía frenéticamente en el teclado de mi teléfono mientras insistía a quienes estaban con Sora que me actualizaran a cada momento sobre su estado anímico y su salud. Casi podía sentir que durante algunos instantes, no era yo quien pasaba por esa situación, sino alguien ajeno a mí, a quien observaba desde algún punto lejano.

Y la realidad volvía a golpearme súbitamente.

En mi mente se agolpaban las numerosas imágenes de mis últimas vacaciones. Nuestro compromiso, la boda de Taichi y cuando recibí la confirmación de Sora de su embarazo. Los planes que habíamos hecho, mi pesar por tener que viajar a una nueva gira y dejarla. Ella jamás había protestado por eso, pero quien había estado contrariado por partir había sido yo. Por primera vez en mi vida me lo había cuestionado.

Y Sora, siempre incondicional. Me animó para hacer esa gira, que ella me esperaría para crear y adaptar el espacio para el bebé que venía en camino.

Cuando hablé con Jyou Kido, que fue quien me dio la noticia, me comentó que ella no se lo había tomado muy bien y que necesitaría mucho apoyo y comprensión, que era bastante normal que sucedieran abortos espontáneos durante los primeros meses de gestación.

Pero yo sabía que tanto para Sora como para mí aquello era una verdadera tragedia.

Una pesadilla volviéndose realidad.

Muchas cosas iban cambiar con la llegada de ese niño, y ahora… se suponía que yo debía ser fuerte, debía sostenerla, pero no sabía como hacerlo, ni qué pasaría.

No le avisé a nadie que llegaría antes, inicialmente había conseguido un vuelo para un día después, pero logré cambiarlo a último momento. Ante todo quería verla a ella sin molestas preguntas de por medio o expresiones de lástima y tristeza. Sora me necesitaba como nunca.

Llegué muy tarde al hospital, luego de vuelos demorados y escalas eternas por fin ingresé a los pasillos del lugar. Parte de las luces estaban apagadas. Ingresé al ala de emergencias obstétricas y sentí unos pasos apresurados que se me acercaban por la espalda. Era Hikari. Su semblante era triste pero se las ingenió para transmitirme su apoyo con una leve sonrisa de alivio, no solía tener un intercambio demasiado fluido con ella a pesar de ser la novia de mi hermano. Sin mediar palabras me recibió con un abrazo sincero y fue la primera vez que sentí mi debilidad. Creí que me desplomaría por los nervios que estaba pasando.

-Yamato -estaba sorprendida por mis temblores -¿has comido algo? -negué enérgicamente, aguantando las lágrimas que comenzaban a querer salir de mis ojos.

-¿Dónde está Sora? – ella leyó la angustia en mi rostro y se apresuró a indicarme el pasillo.

-Logré que se durmiera hace una hora, se sentía bien pensando que llegarías mañana a primera hora. Los demás no pudieron pasar a verla antes, Toshiko está durmiendo en una de las salas de espera y no he querido molestarla, ha sido un día difícil para todos. Taichi fue a buscar al señor Takenouchi que estará llegando en estos momentos desde Kioto. Y tus padres están con Takeru en la cafetería del hospital.

Asentí y agradecí la información corta y concisa, de inmediato me puse en marcha para llegar al pequeño cubículo que Hikari había señalado.

Mi cuñada tuvo el suficiente tacto para no seguirme, además interceptó a los médicos que habían comenzado a llamarme y les explicó sobre mi vínculo con Sora. Pasara lo que pasara, ella siempre sabría como hacer respetar nuestros espacios, lo agradecí internamente e ingresé silenciosamente en la oscuridad. Encendí una luz cercana y rodee la cama para sentarme al lado de Sora.

Dormía, pero vi que sus ojos estaban muy hinchados a causa del llanto. El cabello pelirrojo estaba revuelto sobre la almohada y se abrazaba con fuerza al pequeño peluche con el que me había dado la noticia del embarazo. Parecía una niña.

Se lo quité con suavidad de entre los brazos para dejarlo lejos de mi vista, imaginaba que ella misma lo habría llevado. Estiré mi mano para colocar algunos mechones detrás de su oreja y acariciar finalmente su cabeza.

No dije nada, solo me limité a recorrer su rostro marcado por el llanto hasta que comenzó a despertar.

Lentamente se ubicó en espacio y tiempo y finalmente me miró.

-Yamato, ya estás aquí.

-Acabo de llegar.

Hizo un intento por levantarse y no pudo, así que la ayudé a incorporarse con lentitud y una vez que quedó a mi altura pudimos besarnos. Sentí sus delgados brazos alrededor de mi cintura y la rodee con cuidado, ella escondió su rostro y apoyó la frente en mi hombro. La escuché llorar. La estreché con más fuerza, quería que sacara toda la angustia que llevaba guardando.

-Aquí estoy, amor.

Ella solo se dejó estrechar y consolar. Estuvimos varios minutos así, hasta que finalmente fue capaz de hablar.

-¿Qué voy a hacer ahora?

-¿Ahora? Te dejarás cuidar y todo pasará. Lo superaremos.

-Quería que fuera perfecto

-Tranquila. Siempre hay riesgo al principio, no llegaba a los tres meses, pronto mejorarás, nos recuperaremos de esto.

-Yo quería… Yamato. Todo ha sido tan desastroso. Creí que esto me salvaría. Creí que… quería a mi bebé, quería ser madre – se angustió más y cambié mi postura para colocarme de modo que se apoyara en mí. La abracé cuidadosamente desde la espalda y la estreché con fuerza, besando su cabellera.

-Y lo serás. Volveremos a intentarlo. Te lo prometo.

Lloró un poco más.

A la mente me vinieron las palabras de Jyou durante nuestra conversación durante mi escala en L.A.

"Ella está cursando una depresión perfectamente esperable por el trauma que acaba de sufrir, no la presiones, dedícale tiempo, para ella no ha sido fácil y le costará sobreponerse a esa pérdida."

Ciertamente Sora estaba destrozada. Nunca la había visto tan deshecha. Siempre había sido ella la encargada de ver lo positivo de la vida, su ánimo no se podía pisotear y no se rendía, siempre había sabido motivarme y contenerme con una maravillosa comprensión.

Aquello excedía todo. Era algo irreparable. No es que no me sintiera triste con la noticia, estaba muy ilusionado al respecto, pero el dolor de ella era mucho más profundo, algo dentro suyo había cambiado, y no imaginé hasta qué punto las cosas alterarían su rumbo.

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Bebí de mi taza viendo a Sora curioseando los chats en la pantalla de su celular y riendo por lo bajo. Había una leve atmósfera extraña a nuestro alrededor y se percibía con facilidad en el ambiente.

El silencio no era algo que me resultara incómodo, era casi parte de mi naturaleza introspectiva, pero en aquel momento, nada me desesperaba más que vivirlo. Sora acababa de escribirse con su madre, quien le había reportado sobre el estado de su piso en Tokio.

-¿Todo en orden? – agradecí poder hablarle sin que ella notara algo raro en mi actitud y la vi asentir relajada, mientras se llevaba la taza que sostenía en la otra mano a los labios.

-Todo muy bien. Aunque me temo que mi amado señor Jin me ignorará bastante cuando vuelva a Tokio.

-¿Señor Jin?

-Mi gato – dijo de inmediato al ver mi expresión confusa – lo adopté este año, un gato viejo y tuerto que nadie quería llevarse del refugio -agregó con una sonrisa alegre mientras buscaba en la galería de su celular alguna imagen - ¿Verdad que es muy guapo?

Me incliné hacia adelante para tomar el aparato en mi mano y observar la fotografía en detalle.

Pocas veces había visto un gato tan grande. El pelaje azabache hacía que su ojo amarillo resaltara poderosamente, el hocico ligeramente blanco evidenciaba su madurez. Me detuve unos instantes en Sora, que lo sostenía en sus brazos muy sonriente mientras el animal miraba hacia quien tomaba la fotografía con fijeza. El contraste entre ambos era notorio. La bella y la bestia.

-La verdad es que da hasta miedo.

-¿Qué?- me eché a reír al ver su rostro sorprendido por mis palabras y frunció los labios, como hacía cuando algo le molestaba - Es un encanto. Si lo conocieras, retirarías de inmediato lo que has dicho.

-No lo sé, no me puedo fiar mucho si quien lo dice tiene una visión tan subjetiva y sesgada. ¿Qué opina Taichi?

-Tienes un punto -dijo ella sonriendo – pues, puedes ir a conocerlo cuando quieras cuando llegues a Tokio. Taichi aun no ha tenido el gusto, pero para tú información, Hikari y Takeru lo adoran.

-Ahí lo ves, ellos tampoco son una referencia adecuada, Hikari es una desquiciada por los gatos. Y Takeru jamás le llevará la contra, eso deberías tenerlo muy claro.

Ella se levantó del suelo y rodeó la mesa que nos separaba para tomar asiento a mi lado y quitarme su teléfono de las manos. Acto seguido, comenzó a revisar frenéticamente las fotos de su galería, mostrándome todo tipo de imágenes del dichoso gato, mientras yo me reía ruidosamente de la situación.

-¿Ves? Llevo la razón, te has vuelto tan desquiciada como Yagami.

-Esto ya es personal. – bufó ella exageradamente, para echarse a reír y de inmediato apuntar su índice hacia mí, amenazante - Cuando llegues a Tokio te llevaré un gatito para que te enamores y te encariñes tanto como yo de ellos. Lo adoptarás, no te podrás resistir. Y ahí me reiré yo.

-Pobre gato.

-Pobre de ti.

Nos miramos.

Fue como situarnos de golpe en el contexto del presente, y con el pasado intentando derribar las compuertas de la cordura.

La vi desviar la vista con timidez. Al parecer yo no era el único que se debatía entre qué hacer o no.

¿Tenía algo de malo? Era evidente que con el paso de los días, con el reencuentro y la cercanía, esto estaba activando cosas que no habíamos podido enterrar en el pasado, por mucho que nos hubiéramos jactado de eso.

Me quedé un poco pensativo hasta que ella me interrumpió.

-Yamato.

-¿Mmm?

-¿No has pensado en lo que nos pasó la noche del cumpleaños de Koushiro?

"No. No hables de eso." Pensé.

-Entiendo que surgió espontáneamente, y que no tiene que significar nada. – dije luego un incómodo silencio de mi parte.

Me observó unos instantes y volvió a desviar la vista.

-He estado pensado sobre la situación actual. Y sobre lo que conversamos en ese entonces.

-Dijimos que… sin compromisos -afirmé sin mirarla. Recordaba muy bien lo que habíamos hablado en la noche que ella mencionaba, también había pensado al respecto, y más de lo que estaba dispuesto a admitir -como sea, ¿De qué sirve sacar el tema ahora?

Sabía la respuesta, pero realmente quería oírla directamente de ella. Hice un ademán para ponerme de pie, porque realmente quería escapar de allí.

-No te hagas el tonto, Yamato. – me detuvo a tiempo con sus palabras y volví a su lado, para escucharla atentamente - Es innegable que algo nos pasó. Y tú fuiste el que dio el paso. Y luego lo hablamos, dijiste que te has sentido un poco solo estando en Osaka, y permíteme decirte que yo también lo estoy en Kioto.

-Aun así, no tiene que significar nada, ¿No crees? -me incorporé con lentitud.

-¿Sabes cuál es el problema aquí? – ella también se puso de pie, mirándome con intensidad- El problema es que nos conocemos. Y mucho.

-Si te refieres a que estuvimos a punto de casarnos, Sora, tienes razón. Pero también hemos vivido muchas cosas desde la separación.

-Ah, sí. Tienes razón en eso, pero sigues siendo muy malo disimulando. Y no estás siendo sincero conmigo, ni contigo.

Me quedé congelado unos instantes antes de reaccionar hablando con fingida calma.

-Está bien, la química es evidente, si es a lo que te refieres, y las ganas de besarte no me faltan precisamente, pero ¿No crees que es un poco inoportuno e imprudente enredarnos en algo así cuando literalmente estamos comenzando a volver a hablarnos con cierta normalidad? Creo que es demasiado.

-No te estoy proponiendo una relación seria. Y si esto desencadenara algo así, ¿Cuál sería el problema?

-¿Problema? Solo me detengo a pensar en el momento que estamos viviendo. Estoy a punto de retomar mi banda de la adolescencia, irme en una gira mundial de meses, ¿Otra vez quieres pasar por eso? Y además, ¿Qué me dices del concurso en el que te presentaste? ¿Y si te surgen las oportunidades que siempre quisiste? ¿Y si eso nos separa otra vez?

-No seas tan dramático. ¿Crees que no lo he pensado, Yamato? Hablo de algo momentáneo. – dijo Sora con semblante serio. No podía creer que ella me estuviera planteando eso precisamente a mí, aun sorprendido por el camino que tomaba la conversación, la dejé seguir hablando - Estamos en ciudades cercanas, solos, pasando por momentos importantes y alejados de todo lo que implica nuestras vidas cotidianas, ¿Por qué no estaría bien vernos de vez en cuando y compartir algunos momentos juntos?

-Bueno, no puedes negar que nuestros antecedentes son… Los menos indicados para lo que estás proponiendo ¿Estarías dispuesta a hacerlo? ¿Después de todo lo que pasó?

-No finjas que no…

-Sora, seré completamente sincero. La idea no me desagrada en absoluto. Pero no quiero correr ese riesgo, no contigo. Juré que no volveríamos a lastimarnos luego de todo lo que pasó.

-Entiendo.

-No quiero perder esta amistad otra vez.

-Yo solo lo he pensado como algo pasajero, mientras estemos aquí. Probablemente nos queden algunas semanas más en estas condiciones. Y lo dejamos atrás una vez que volvamos a Tokio.

-Lo haces sonar increíblemente sencillo.

-No pretendo que nos veamos todos los días, ¿Sabes?

-¿Por qué lo planteas ahora? ¿Qué tiene este momento de especial?

-Es la primera vez desde aquel entonces en el que estamos solos, cada uno saliendo adelante con su proyecto. Y quisiera poder cerrar esos eventos del pasado de otra forma. Porque aun hoy me estoy castigando por eso.

-Y seguro que follar con tu ex es la única manera.

-No creo que sea la única, pero creo que somos adultos y podríamos hablarlo.

Le sonreí.

-Ya te lo dije. Temo volver a dañarnos.

-No tiene porqué pasarnos eso si somos responsables. ¿De verdad te creíste esas palabras que nos inventamos el otro día? ¿De verdad creíste que esa noche no pasó nada?

-¿Y qué piensas hacer una vez que estemos en Tokio?

-Una vez en Tokio, cada uno tomará su camino. Y nunca se mencionará esto. De hecho, nadie tiene porqué saberlo.

-...

-Solo piénsalo.

Negué con la cabeza.

Sí que me gustaba la idea.

Pero ¿Y si todo se arruinaba otra vez? No soportaría pasar por eso de nuevo. Cerré los ojos con fuerza, rogando por un atisbo de coherencia, pero en realidad, nada me podía convenir más que aquello.

Nada serio. Cerrar el ciclo insoportable que se repetía en mi cabeza desde la muerte de Fuji…

Abrí los ojos. La escuché dando vueltas en la cocina, quizás a punto de lavar las tazas.

Está bien.

Como los segundos previos a una zambullida, tomé aire con rapidez y me dirigí hacia la habitación en la que ella estaba. La sorprendí de lleno al situarme a sus espaldas y noté su estremecimiento. Se giró con rapidez hacia mí y solo la encerré entre la mesada y mi cuerpo, para finalmente inclinarme y besarla con todo el deseo contenido de los días previos.

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Annavi21: Creo que la escena final del capítulo fue la primera que escribí de esta segunda parte cuando me decidí a reestructurarla, así que espero que te haya gustado! Ya me dirás! gracias una vez más por tu apoyo :) beso!

Natesgo: ¿cómo estás? gracias por tu review! mucho tiempo sin subir algo nuevo por aquí, te agradezco enormemente las palabras tan lindas, me llenaron el alma! Afortunadamente ha sido fácil editar todo lo que ya había escrito de esta historia alguna vez y los recuerdos del pasado ahora tomaron otro lugar, creo que cuando me trabé con esta historia me terminé de frustrar y luego de eliminarla, pude ver la forma de reestructurarla. De a poco el pasado nos trae al presente y ayuda a comprender un poco más sobre la situación actual de estos dos que no saben disimular las ganas que tienen de estar juntos (mas alla de posibles resistencias) asi que pronto llegaremos a saber como es que este duo dinámico se separó, y si será posible que pueda resurgir algo más que el deseo. te mando un beso enorme, y te vuelvo a agradecer por seguir de cerca la evolucion de la historia luego de tantos vaivenes que tuve en la publicacion original.