.07.
-Hola Jenn.
-Yamato ¿Cómo estás? Estaba impaciente por contactarte.
-Lo siento. De verdad. Tuve un imprevisto y mi celular se descargó por completo.
-¿Todo está bien?
-Sí. Solo le pondré el altavoz porque estoy conduciendo.
-Perfecto. Aguardaré a que estés preparado.
Conecté el cable del cargador.
-Soy todo oídos.
-Pues tengo excelentes noticias para ti, como no contestabas mis mensajes ya lo hablé con Akira. Los ejecutivos principales de la discográfica quedaron convencidos con la idea. Invertirán en la gira de Knife Of Day. Y estaré negociando con ellos y el resto de la banda para firmar un contrato. Solo les exigirán que vuelvan a grabar algunas canciones para poder ganar dinero con un disco exclusivo de sus mejores éxitos, y de ser posible, una vez que regresen del tour, negociar un contrato si es que les interesa continuar con el proyecto. Así que podrás posponer tu nuevo lanzamiento un poco más. ¿Qué opinas?
-Opino que cuando llegue a Tokio tendré que abrazar a mi representante por ser tan hábil.
-Jah – la imaginé sonriendo y burlándose de mí - ¿Cómo vas con tu disco?
-Casi terminadas las versiones finales para llegar a Tokio y grabarlo completo.
-¿Tienes fecha aproximada? Me han preguntado al respecto, pero no es para presionarte, solo quieren saberlo.
-Diles que estaré encantado de reservar horas en el estudio que ellos eligieron una vez que esté allí, de momento pienso quedarme por aquí, unos buenos amigos serán padres por primera vez en Kioto y no quiero perdérmelo.
-Descuida. Con la noticia de Knife Of Day han quedado tan felices que poco va a importarles eso. Primero hay que negociar el contrato con Akira, y si llegan a algún buen acuerdo, seguirán con Akane y Hayato, que han confirmado su participación. Y eso se puede tardar unas semanas más.
-Realmente son buenas noticias, Jen.
-Y tú perdiéndotelo todo por descuidar tu celular una noche. Ni siquiera voy a preguntarte qué estabas haciendo.
-Mejor que así sea -dije riendo. Nos despedimos y colgué la llamada.
Eran excelentes novedades. Sentí una energía vibrante en mi interior, expandiéndose hacia afuera y logrando acentuar la sonrisa que tenía desde la noche anterior.
Estaba deseando llegar a mi piso en Osaka y echarme una buena siesta. La necesitaba.
La noche anterior con Sora aun estaba muy fresca en mi memoria. Me parecía absolutamente increíble la manera en la que todo había sucedido.
Ambos lo habíamos disfrutado mucho, ya conocíamos perfectamente como encendernos el uno al otro, nuestra forma de vivir el sexo era muy similar a los viejos tiempos, pero ahora todo se había centrado más en acompañarnos mientras nos ocupábamos por completo del placer del otro, y era maravilloso funcionar así.
Teníamos planificado volver a Tokio dentro de las dos o tres semanas siguientes, dependiendo del nacimiento de Kyo y de mi disco. Acordamos volver juntos a la capital y cerrar nuestro capítulo de esa manera.
Era conveniente porque no implicaría mucho tiempo más. Me había sentido muy bien, no podía negar que gran parte de mis pensamientos sobre el pasado se habían esfumado, especialmente los que me habían removido más.
El hecho de ver la manera en la que Sora llevaba la mano al vientre de Mimi la noche anterior me había traído los peores momentos a la mente.
Habíamos hablado al respecto. Recordando que cada vez que llegaba el verano, llegaba la fecha exacta de aquella pérdida y ambos la seguíamos transitando con esa enorme carga emocional.
Pero ahí estábamos. Más de cuatro años después. Parecía increíble.
Llegué a Osaka y me detuve en el camino en un pequeño local de comida al paso antes de proseguir hasta mi departamento.
Cuando llegué, me limité a lavar mis manos, buscar algún plato y abrir una pequeña botella de agua. Almorcé en silencio, aun somnoliento y decidiendo que si aun me quedaban un par de semanas allí, podría perfectamente seguir con el disco al día siguiente. Encendí el televisor con volumen muy bajo, sin prestar atención a las imágenes que se sucedían en la pantalla.
Si, necesitaba dormir y mucho. Había descansado bastante, de hecho esta vez había sido Sora quien despertó antes y preparó el desayuno, pero algo me decía que mi mente estaba necesitando terminar de procesar todo.
Consulté un mensaje de mi madre, anunciándome que tendría que ir un día a Osaka por trabajo, así que probablemente podríamos vernos. La idea me encantaba.
El vínculo con ella había evolucionado muchísimo en comparación al que teníamos durante mi adolescencia. Al igual que con el resto de mis amigos, ella había sabido contenerme y escucharme en mis peores momentos luego de la relación con Sora. Ahora comenzaba a extrañar a esa mujer que tanto me había amado aunque en mi infancia no lo hubiera notado.
Me sentía más tranquilo. Sin molestarme en apagar la televisión, me dirigí a mi habitación, cepille mis diente en el bonito baño en suite y me preparé para descansar.
XxxxxxxxxxxX
La depresión de Sora parecía absorberla por completo. Era normal verla vagar por la casa como si se tratara de un ente, con la mirada triste y perdida. Era como conocer a alguien nuevo para mí, una grieta se extendía a mis pies y cada vez se hacía más profunda y crecía, alejándonos.
Era el resultado de la suma de los fracasos que ella encontraba en su vida. Los últimos tiempos se le habían tornado muy difíciles.
Lograr que prestara atención al mundo que la rodeaba era una tarea bastante ardua. Se abstraía completamente de su entorno, y a veces explotaba en llanto.
Me dediqué de lleno a cuidarla, dejando de lado al estudio y la banda. Por supuesto nadie me lo cuestionó. Imagino que hasta yo mismo debía generar algo incómodo a mi alrededor.
Mientras me esforzaba por lograr que se bañara, que se alimentara debidamente y que asistiera a todas las citas con su psiquiatra, yo me iba desmoronando. Fue difícil darme cuenta, pero siempre he sido afortunado de contar con un amigo como Taichi.
Él me ofreció pasar unas vacaciones en la casa de campo que tenían con Rin. Se lo agradecí profundamente, creo que él era más observador en aquellos momentos en los que sus mejores amigos tenían conductas tan erráticas. Cada vez que llegaba a la casa, Sora se dejaba consolar por él y sus atenciones.
El problema de ella era la culpa. Yo ya notaba como se esforzaba por esquivarme la mirada, por evitarme.
No había nadie para mí. De vez en cuando accedía a ver a Takeru, a mi padre o Akira. No quería molestar a nadie con mis dramas porque entendía que quien peor lo estaba pasando era Sora, y me sentía incapaz de apoyarla.
Así que ella recibió bien la idea de irnos al campo durante algunas semanas para estar más tranquilos, incluso su terapeuta accedió, asegurándole que podían hacer las sesiones por video llamada u otros medios electrónicos.
Allí se le hizo más fácil eludirme, pero también yo comencé a salir a caminar solo por el bosque. No quería resultarle como una molestia si ni siquiera quería tenerme cerca. Comencé a hacer de las caminatas una rutina, me resultaba reconfortante tener unos instantes para mí solo. De pronto notaba que hacía mucho tiempo que no contaba con mi propio espacio.
Mi mente perturbada comenzó a devorarme con pensamientos que no se detenían y avanzaban a pasos agigantados, en los que ya no veía una salida, de modo que aquellas caminatas eran lo único que me sentía capaz de hacer ante el rechazo silencioso de Sora.
Me dolía demasiado que de pronto nuestra relación se hubiera enfriado, aquello no era propio de ella, pero yo comenzaba a despertar al antiguo Yamato Ishida, aquel que prefería la soledad y el silencio. Aquel que ya no se sentía capaz de acompañar al amor de su vida en algo tan difícil.
Fue Taichi quien me lo hizo notar, en una de sus visitas.
-Estás demasiado callado. -dijo estando al volante del coche, observando a lo lejos a Rin y Sora caminar por el jardín mientras ponían la mesa. Nosotros habíamos ido al pueblo más cercano a hacer compras. Nuestra conversación previa se había centrado en Sora y en cómo iba llevando la situación. Mis monosílabos le habían llamado la atención.
-Escucha Yamato -dijo luego de estacionar a un lado de la casa. Se tomó unos instantes antes de volver a hablar, supuse que estaba seleccionando de manera cuidadosa las palabras que usaría – tú también nos preocupas a todos. No sé hasta qué punto haya sido buena idea traerlos aquí. Me consta que no estás bien y me consta que estás dando más de lo que puedes a Sora. Pero también sé que ella no se encuentra bien y que sus actitudes quizás te estén destruyendo.
Me tomó unos minutos recuperarme de tantas verdades dichas por mi mejor amigo. Sentí la angustia luchando por salir y manifestarse pero la reprimí como pude.
-No sé como ayudarla -dije con dolor – y ya no sé qué hacer para acercarme a ella, cuando me esquiva todas las noches, ni siquiera me mira ni me habla, cuando me echo en la cama ni siquiera se me acerca, sé que finge dormir.
Taichi lanzó un bufido.
-Mierda, es peor de lo que pensé.
Lo vi retorcer sus manos sobre el volante, incómodo. Algo me dijo que aquello no sería todo. Sentí el nudo en mi garganta. Quería morirme, pero acababa de admitir que nuestra relación se estaba yendo por la borda. Ya estaba cansado.
-No puedo culparla, Taichi. Ella está muy mal, ha perdido peso, está pálida y no se deja ayudar por mí. Imagino que en su cabecita estará convencida de que lo arruinó todo, y ya no sé cómo hacerle saber que quiero estar con ella, y que puede confiar en mí, apoyarse en mí como siempre lo hacía yo con ella.
-Si, ella tiene esa forma particular de pensar -suspiró Yagami, sacudiendo su cabello corto del modo que lo habría hecho cuando era más joven y lo usaba más largo y alborotado.
-¿Estás bien, Taichi?
-Ciertamente no. Porque… me siento horrible por lo que están viviendo. Y estoy enojado con toda la situación.
-No te preocupes, en algún momento ella cederá, como siempre lo ha hecho - dije no muy convencido - ella saldrá adelante.
-Yamato, quien me preocupa eres tú.
-¿Yo? Estaré bien -dije con amargura.
-Por supuesto que no. Mierda.
Había algo más, pero no sabía qué. Lo conocía muy bien, tanto como él a mí.
-¿Qué es lo que tanto te preocupa, Taichi?
-Es que… Supuse que no estarías muy bien, ni ella. Pero, este escenario es peor. Y tengo algo que decirles. Y me siento muy mal porque es una noticia que en otro contexto me llenaría de alegría, y también a ti, pero ahora me estorba.
-Suéltalo -¿Acaso Rin estaría embarazada? Fue lo único que se me ocurrió, y que él no pudiera sentirse tranquilo con su propia felicidad por la tragedia que nos rodeaba. Iba a decir algo más pero me interrumpió de forma abrupta. Sus ojos se nublaron. Lo que fuera, supe que él sentía que nos rompería el corazón.
-Anoche me lo informaron. Me asignaron la primer misión en el extranjero. Me iré como asesor de un diplomático durante cuatro años. A Finlandia. Rin viajará conmigo, por supuesto.
-Eso es excelente, Taichi.
-Sí. Pero no ahora. Ahora que tengo que estar para ustedes.
-No tienes ninguna obligación que cumplir. No es para tanto. Y es tu destino y me alegra.
-Te llamaré a diario.
-¿Cuándo se irán?
-En dos semanas.
XxxxxxxxxxxxxxX
Pasaron tres días luego de que Taichi se volviera a Tokio con Rin. Otra vez estábamos solos, aunque notaba que Sora no estaba tan distante como antes. Imaginé que el señor Yagami habría estado hablando con ella. Ni siquiera podría molestarme, sabía que solo sería capaz de meterse en la situación si algo le alarmaba.
La noticia de su viaje a Finlandia nos había dejado un poco abatidos al principio, pero con las facilidades actuales a nivel tecnológico sabía que no sería para tanto, el problema de nuestro amigo radicaba en que le gustaba tener las conversaciones cara a cara, para poder palmear espaldas, abrazar o llorar con quien fuera. Era una de sus mayores virtudes, y por eso siempre sería alguien muy importante en nuestras vidas.
Yo mismo me había sorprendido de nuestra conversación aquella tarde en su vehículo.
Ya no sabía qué pensar, a mi alrededor muchas personas se habían ocupado de remarcarme que Sora necesitaba su espacio, que debía respetar su estado anímico sin cuestionarla, pero nadie me había dicho qué hacer conmigo mismo. En algún punto mi norte se había esfumado.
Había otra cosa que me afectaba.
Estaba aislándome cada vez más y la perspectiva de tener que continuar la gira en Estados Unidos me pesaba mucho, ya no sentía que quisiera ir. Al principio pensé que era momentáneo, que simplemente estaba desanimado.
No sabía si en algún futuro cercano sería capaz de sobrellevar una gira, con las exigencias a nivel mental, corporal y emocionales que estas ya conllevaban de por sí.
XxxxxxxxxxxX
Desperté varias horas después. La luz que se colaba desde las calles por la ventana, evidenciaba que el atardecer estaba próximo. Me revolví entre las sábanas con lentitud, considerando si era buena idea cocinar algo y volver a acostarme, o directamente volver a conciliar el sueño, pero preferí incorporarme con pausada calma.
Otra vez soñando con el pasado. Pero el dolor ya ni se sentía, cuatro años después -casi cinco, para ser más precisos- ya era una situación ajena a mí. La historia era completamente distinta ahora.
Tomé el teléfono de la mesita de luz y curiosee los mensajes. Encontrándome con una foto encantadora que me envió Takeru, en alguna lejana playa paradisíaca a miles de kilómetros de Osaka, sonriente con Hikari y con sus manos entrelazadas, donde se apreciaban con facilidad sus anillos de compromiso.
Casi había olvidado lo de Takeru.
Me levanté de golpe y le grabé un breve mensaje de voz, felicitándolos.
De verdad, aquello me hacía muy feliz.
Me dirigí hacia la pequeña cocina del departamento y busque algunos vegetales mientras me dejaba llevar por mi propio instinto culinario.
Subí el volumen a la televisión y me conecté a una plataforma de streaming para ver algún documental de música.
Ahora los miedos que me habían dominado la noche anterior, habían desaparecido.
Vi encenderse la pantalla del celular y una video llamada entrante de Taichi.
-Hola. -lo vi aparecer en ante mis ojos con una camisa azul mientras tomaba asiento en un sillón. Creí reconocer la casa en la que vivían con Rin antes de irse a Finlandia.
-Yamato ¿Cómo estás? ¿Qué haces?
-Justo ahora, cocinando.
-Genial, te necesito con claridad mental.
-¿A qué te refieres?
-Bueno, ¿Cómo decirlo…? En dos horas recibí dos noticias completamente inesperadas, y necesito procesarlas con alguien de extrema confianza.
-Si una de ellas tiene que ver con Hikari...
-Si. Esa es una. No puedo decir que no lo esperara, me ha hecho feliz.
-¿Finalmente Takeru se ganó tu confianza? – dije sonriendo.
-Digamos que Takaishi se la ganó hace años. Enhorabuena, amigo. Ahora seremos oficialmente familia.
-Enhorabuena – dije levantando el vaso en el que bebía agua, a modo de brindis. – Me alegra mucho por los mocosos.
-Si.- ahora lo vi con su característico gesto de revolver su cabello. Estaba nervioso, o preocupado. Le vi respirar hondo justo antes de hablar - Y bueno, la otra… ha sido inesperada. – se rascó la cabeza antes de proseguir - ¿Sabes? Sora me llamó antes, más temprano. Me dijo que anoche cenaron con Koushiro y Mimi.
-Sí -lo dije con cautela. Mis alarmas se encendieron, ¿Acaso sería ella capaz de romper con el acuerdo que habíamos pactado la noche anterior? No notaba a Taichi muy escandalizado al respecto, creí recordar su mirada divertida al despedirme de él la última vez, antes de que nos alejáramos con Sora hacia mi coche. No la creería capaz.
Solo de imaginar que se le escapara algo, me sentía nervioso, aunque fuera estúpido de mi parte, porque si de algo estaba seguro, era de que no le debía rendir cuentas a nadie sobre mi vida, ¿Verdad? Una parte de mi mente ignoraba a mi mejor amigo hasta que lo escuché hablar de algo que desvió el rumbo de todo.
-Bueno, estuvimos hablando un poco, pero yo ya estaba en shock. Y no pude evitar decírselo, y no siento que sea justo no decírtelo a ti. Rin estuvo de acuerdo.
-Espera, ¿Qué?
Él sonrió.
-Sora me estaba hablando del embarazo de Mimi, y de que ella será la madrina de Kyo… y se me escapó la noticia de que estamos esperando un hijo.
-¡¿Quéeeeeee?! ¡¿Y me lo dices así?! ¡Enhorabuena Taichi!
Pasé de un estado alerta a una alegría gigantesca, pocas veces experimentada.
-Sora reaccionó muy parecido – se rio Taichi.
-¡Es que de veras es una muy buena noticia! ¡Saluda a Rin!
-Gracias. Estamos muy felices. Ya lo sospechábamos pero hoy se confirmó. Y como Sora me habló de Kyo, se me escapó decirle que ella sería la madrina de mi hijo también. Y, siendo justos, como queremos que tú seas su padrino, debía decírtelo hoy. Así que estamos a mano.
-¿Yo?
-Claro que sí, ¿Quién más podría serlo?
-No lo sé.
-Y estoy orgulloso de eso. Y solo quería compartir mi felicidad, esto de no poder decírselos frente a frente apesta. Pero me alegra mucho que tanto Sora como tú se estén llevando tan bien.
"Y no sabes cuanto" pensé mientras sonreía como un idiota por la eventual llegada de un nuevo Yagami al mundo. Me dolía la cara de tanta felicidad.
-De verdad, me has llenado el corazón con esta noticia, Taichi. Y precisamente, me iría ahora mismo a Tokio a abrazarlos.
-¿Quién iba a decir que ese corazoncito de hielo iba a ser tan afectuoso alguna vez?
-Cállate, idiota. Me han hecho muy feliz hoy.
-Primero tu hermano y ahora yo, un día perfecto.
Le sonreí.
-¿Dónde está Rin? Quiero saludarla.
-Ahí viene. – le vi moverse para dejar que ella tomara su lugar.
-¡Hola Yamato! ¿Cómo ha reaccionado el flamante padrino?
-Aún no me lo creo. Pero, estoy muy feliz por los dos, y los quiero mucho.
-Nosotros a ti -me dijo Rin con una sonrisa enorme – tendrías que haber visto la cara que se le quedó a tu mejor amigo cuando se enteró – murmuró de forma audible, echándose a reír ruidosamente, al parecer Taichi protestaba.
-¿Y cómo querías que reaccionara?- lo vi aparecer a su lado en la pantalla, y besar la mejilla de su esposa ruidosamente. Se adoraban y daba gusto verlos interactuar.
-Lloró aun más que cuando ganó su último campeonato de fútbol en la universidad.- Rin lo observó con ternura.
-Claro que sí, mujer. Es la mejor puta noticia del universo. -se sonrieron.
-Por supuesto- concedí de inmediato. – me voy, que la cena está pronta y mañana debo internarme en el estudio a finalizar las pre mezclas de las canciones de álbum.
-Éxitos, Yamato -dijo Rin.
-Y no le digas a nadie -agregó Taichi - al menos podrán hablarlo libremente con Sora, y luego competir por la atención de su ahijado.
-O ahijada -mencioné.
-Lo que sea. Ja, bueno, nos vamos a cenar. ¡Adiós!
Se cortó la comunicación. Realmente estaba aun asimilando la noticia. En otro momento hubiera considerado algo raro el hecho de que precisamente Sora y yo fuéramos padrinos, pero si lo pensaba fríamente, era evidente que tanto para Taichi como para el resto del grupo, era un alivio que ahora nos lleváramos tan bien ante sus ojos. De alguna manera, era la tranquilidad de tener a sus mejores amigos otra vez a su alrededor.
Me entretuve un rato viendo el documental mientras cenaba, y pronto me fui a la cama.
XxxxxxxxxxxxxX
El día que todo se desmoronó comenzó igual que los anteriores, con otra noche de insomnio para mí.
Sora dormía profundamente a causa de la medicación. Me levanté cuando los primeros cambios en la luz tiñeron el cielo tímidamente, transformando sus colores y haciendo desaparecer las estrellas. Aun faltaba para la gloriosa aparición del sol, pero mi inquietud era demasiado evidente.
Caminé torpemente en la habitación, buscando mi ropa a tientas. La falta de descanso ya hacía estragos en mí. Tropecé dos veces con los zapatos de Sora.
Maldije internamente cuando la escuché moverse entre las sábanas y me apresuré a salir hacia la sala principal de la casa.
Desayuné un café bastante cargado y luego de abrigarme, accedí al bonito jardín trasero de la casona. Era amplio y tenía bastante vegetación florecida. Yo temblaba. Aquella madrugada estaba particularmente fría, o podía ser mi propio cuerpo maltratado y quejándose de mi insomnio.
Respiré hondo.
La sensación que me atormentaba desde la partida de Taichi se hacía cada vez más abrumadora, pero aún no sabía como llamarla.
Reflexioné silenciosamente, dejando vagar a mi mente exhausta en busca de tontas ideas para reflotar la situación y cambiarla a nuestro favor. Necesitaba que todo fuera como antes. Pero me costaba aceptar lo inevitable, y era que ya nada sería igual. Recordé al Yamato de quince años luchando con su depresión.
Todo lo que había dejado atrás amenazaba con regresar. No. Ya no era el mismo.
Pero había algo inquietante en mi. Al cabo de unos minutos en silencio, tiritando levemente, me di cuenta de que no quería volver a tocar música en un buen tiempo.
Eso era. Necesitaba un buen descanso. Ya lo pensaría mejor. Primero quería estudiar mis posibilidades con Sora.
Taichi tenía razón. No podía acabarse todo así. Con ella habíamos pasado crisis años atrás.
Aunque ninguna se parecía a esto.
Cuando Sora bajó a la cocina, atraída por el delicioso aroma del desayuno que yo preparaba, sentí que comenzábamos a avanzar un poco. Me sonrió con timidez, aun cansada y reprimiendo algún bostezo de vez en cuando.
Sus ojos se fijaron en la mesa en la que había un suculento desayuno, de esos con los que me gustaba mimarla.
La vi arroparse en su largo abrigo rosa de lana y se sentó frente a mí.
-¿Pudiste dormir hoy? -preguntó. Su voz, ligeramente más grave de lo normal porque recién se levantaba, rompió nuestro incómodo silencio y nos miramos.
-No mucho -me encogí de hombros -pero me alegra ver que tú estás recuperando tus rutinas de sueño. Es una buena señal.
Creí ver un destello extraño en su mirada pero no dijo nada. Comió bastante, me aliviaba que comenzara a recuperar su apetito también.
-Rutinas… -murmuró.
-¿Qué pasa?
-Nada, Yamato. Solo que… estoy cansada de esto. Y tú también.
-Eres observadora -se me escapó en forma de reproche, maldije internamente mi excesiva susceptibilidad a causa del cansancio.
Sora dejó de comer de inmediato. Para sorpresa mía, sonrió. Amargamente.
-Lo siento. Sé que no he sido muy atenta contigo. Sé que parezco una niña teniendo un gran berrinche y de verdad estoy harta de sentirme mal. Pero hay muchas cosas que estoy re ordenando en mi cabeza, hago mi mayor esfuerzo por estar bien pero simplemente no puedo.
-No tienes que esforzarte por mí. Lo siento, no quise ser grosero.
-Estás tan sobrepasado como yo.
-Porque no sé como ayudarte. Quiero que confíes en nosotros -extendí mi brazo y acaricié su mano, era el primer contacto que ella permitía en días.
Pero aquello cambió su expresión. Su rostro se volvió ligeramente sombrío y se puso de pie, para dirigirse caminando hacia el jardín.
La seguí hacia el exterior de la casa y vi que se había quedado de pie en el medio del recinto, de espaldas a mí y contemplando la inmensidad de los bosques que nos rodeaban.
-Yamato. No puedes ayudarme -su voz se entrecortó y se giró hacia mi, observándome con intensidad y acercándose hacia donde yo estaba.
-Si tan solo…- intenté protestar, cansado de sus idas y vueltas de humor, pero me interrumpió.
-Nada puedes hacer.
-¿No vas a luchar por lo que quisimos construir?
-Es que… -ella se mordió el labio, desvió la vista hacia el suelo y tomó valor para continuar hablando - ese es el problema. Yo ya no estaba construyendo mi vida, sino ayudándote a construir la tuya. Ya no hay un nosotros. – su rostro se tornó serio.
-¿De qué hablas? Estabas tan ilusionada como yo por nuestro hijo… - nunca había nombrado la causa de todo, para mi sorpresa ella se mantuvo seria y negó levemente.
-Te he mentido.
-Por supuesto que no, Sora. Tienes una depresión por el embarazo que perdimos y...-
-Mi depresión viene de antes, Yamato.
-¿Qué…? ¡Pero si tú…! ¡Diablos, Sora! ¡Estabas bien!
-¿Bien? -ella cruzó sus brazos y negó con la cabeza, volviendo a mirarme a los ojos -Solo tú no querías ver lo mal que estaba. Yo era una bomba de tiempo, y a decir verdad, perder a nuestro hijo… -la voz le tembló un poco pero se decidió a terminar la conversación que llevaba meses ensayándose en su mente - perder a nuestro hijo fue un desencadenante para que me atreviera a enfrentar lo que siento.
-Habla – necesitaba oírlo.
-Hace tiempo que sabes que he estado desmotivada con mi trabajo. Frustrada. Siempre pospuse mi carrera. No me lo pediste, lo sé. Pero el bloqueo era inmenso. Me llevó un año darme cuenta de que a pesar de lo feliz que he sido contigo, a pesar de lo mucho que te he amado estos años, algo ya no era lo mismo. Porque de pronto comprendí que siempre estaría destinada a crecer a tu sombra. Siempre sería la mujer que contiene, que apoya incondicionalmente, que es devota de su familia. ¿No fue evidente que algo no estaba bien cuando ni siquiera hice un esfuerzo para llamarte y comunicarte que me habían despedido? ¿No notaste mi apatía?
-Pero, dijiste que...
-Fueron excusas. Sí. Y fue cruel de mi parte. Creo que en ese momento comencé a sentirme peor conmigo misma. Estaba desempleada, no habían tenido problema alguno en echarme luego de haber dejado mi vida en esa empresa. Y estaba en tu casa, sintiéndome incapaz de lograr algo. Mientras tu carrera avanzaba más y más, yo me hundía en un pozo cada vez mayor. Sin inspiración, sin ideas, cuando fui la alumna más destacada mientras estudié en la universidad. Luego me propusiste matrimonio y… ¿Cómo no iba a aceptar? Hasta Taichi me mataría si te dijera que no, y me dije a mí misma otra vez… "Sigue adelante, es una fase". Y luego la estafa, mi trabajo de meses echado por la borda por un grupo de inescrupulosos, "sigue adelante hasta que te recompongas, Sora". Y cuando llegó el embarazo… -le tembló la voz - ¡Creí que de verdad la vida estaba dando un giro positivo! Y pasó eso… que lo perdí… y ahora estoy rota, destrozada. Y lo siento, porque lo intenté todo, Yamato. Necesito estar sola, Necesito poder encontrar el valor en mí.
-Siempre te he apoyado, Sora. Siempre estuve atento a lo que necesitaras y siempre te dije que la inspiración llegaría, que harías grandes cosas, lo sabes…
-Tranquilo, Yamato. Tu conciencia puede quedarse tranquila. No te estoy culpando de nada. El problema me lo armé yo sola.
-¿Ya no me amas?
-No lo sé. - aquello dolió más que una negativa frontal, hizo una breve pausa, evaluando el efecto de sus palabras en mí.
-En serio. Me cuesta creerlo.
-Lo siento, pero es así .
Su voz tembló. Esas palabras calaron hondo. Retumbaron en mi cabeza.
-¿Y cómo pudiste seguir actuando así conmigo?
-N… no lo sé, Yamato. Yo creo que me convencí a mí misma de que así debía ser, que debíamos casarnos, que irnos a Los Ángeles me daría la oportunidad de encontrarme a mí misma nuevamente, que nuestro hijo me salvaría de tener que crecer a tu sombra y...
-Ya deja de decir eso. ¡Eras la mejor alumna de tu generación! ¡Podrías llegar a donde quisieras con tu talento! Todo esto que dices, son meras excusas. Por favor, si te resta un poco de respeto o cariño hacia mi persona… dime la verdad. ¿Acaso esta depresión es previa a todo esto que me relataste? ¿Todo este tiempo fingiste?
Sus ojos se llenaron de lágrimas y asintió.
-Jamás hubiera querido llegar a esto, Yamato. Lo siento – se alejó unos pasos de mí y se dejó caer en una banca, llevando sus manos a su rostro. Yo parecía haberme quedado clavado al suelo.
-Está bien, Sora. -pude verbalizar al cabo de unos minutos, intentando procesar todo eso - Lamento no haber notado antes que fingías tu amor. Ya no te molestaré más.
-Yamato – se levantó de golpe y se acercó a mí, pero ahora quien marcó distancia fui yo. Aquello dolía de verdad.
-No te disculpes. Siento mucho no haber notado que solo yo idealizaba nuestra relación. Veo que mis intentos de ayudarte no funcionaban porque tú misma no te sentías bien. Es una pena que tu estúpido orgullo de mujer independiente valga más que todo lo que nos acompañamos y apoyamos estos años. Y nada puede hacerse cuando ya no se ama. Está bien, me voy. Ya no te estorbaré.
-¡Espera! – se aferró a mi brazo cuando yo intentaba marcharme -Y…yo de veras te he amado, y es mi culpa no haber sido sincera contigo en lo referido a como me sentía en los últimos tiempos. Sentía que era patético no poder salir adelante sola, estaba atándome a ti y sin dejarte ser feliz y… es mi culpa, y cuando quedé embarazada, creí que todo cambiaría. Y… perderlo me hizo notar que no era justo para ti y…
-Basta. Si querías que me alejara de ti, hubiera sido más fácil decirlo cuando te propuse ir a vivir conmigo. No quería que te sintieras como un adorno a mi lado, quería que te apoyaras en mí como siempre he hecho contigo en mis malos tiempos.
Decidí que ya era suficiente.
Se quedó en el jardín, de pie. No me voltee para mirarla. Estaba furioso.
Me parecían excusas estúpidas y sin sentido, aquella no era la Sora que yo creía conocer. Dudaba de haber conocido a la verdadera, quizás esta conversación había sido la más genuina de los últimos tiempos.
No soportaba ni un minuto más allí.
Preparé mi bolsa rápidamente. Le escribí un escueto mensaje a Taichi para que fuera a por Sora, que yo estaba harto y dolido.
Me marché sin echar un vistazo atrás.
XxxxxxxxxxX
Natesgo: Si! Ya veremos como sigue la historia entre estos dos, de momento, ahora está clara la razon por la que terminaron, Sora no estuvo pudiendo asumir todo lo que le pasó, que la verdad es que fue mucho. Pero se explica esa distancia no tan propia de ella en esta ultima conversacion. Ya se desarrollará un poco mas el presente, con lo que resta del pasado. Gracias por tu review! :) Beso enorme!
