.08.

Vi a mi madre dos días después.

Cuando descendió del tren, la brisa refrescante agitó su media melena rubia y la vi buscándome entre la gente. Rápidamente me divisó y le hice señas a lo lejos.

Cuando se acercó, me abrazó con fuerza, y yo le respondí del mismo modo, sorprendiéndome una vez más de lo pequeña que parecía. Era evidente que la altura que habíamos heredado con Takeru era de la familia de mi padre. Caminando al lado de mi madre, mientras cargaba su pequeña valija, me sentía bastante corpulento.

Había llegado muy temprano para que yo fuera a buscarla a la estación y desayunáramos juntos. Luego tendría una serie de reuniones por trabajo, una conferencia y nos encontraríamos para cenar en el piso en el que me quedaba.

Hacía varias semanas que no la veía, la encontré con su espíritu juvenil a pleno, disfrutando del paseo a pie y observando las numerosas tiendas que estaban en las calles. Siempre era muy detallista y le gustaba bastante curiosear cuando iba a algún lugar por primera vez.

-Qué bonito es todo por aquí -murmuró, colocando sus gafas de sol sobre la cabeza, de modo que sus ojos celestes quedaron a la vista -¿Cómo has estado, Matt?

-Bien. Ya casi terminando lo que vine a hacer del disco. Ayer vino un experto del koto y pude darle ese toque final a una de las canciones.

-Estoy segura de que será otro exitoso álbum. Tu padre me dijo algo de Knife Of Day…

-Oh si, se lo adelanté en exclusivo pero no pude darle tantos detalles. Así que ahora que las negociaciones han avanzado, puedo decirte más sobre eso.

-Pues sí, me gustaría -dijo sonriendo, vi unas leves arrugas en los extremos de sus ojos. No importaba el tiempo que pasara, Natsuko siempre sería una mujer bellísima.

-Bueno, ya se pudieron contactar con Akira, Akane y Hayato. Los tres aceptaron, ahora firmaremos contrato con mi discográfica (y es una suerte que nadie tuviera algún contrato vigente con otras compañías) y cuando llegue a Tokio, además de grabar mi disco, nos reuniremos con KOD a hablar, ensayar y grabar nuevas versiones para un álbum recopilatorio.

-Eso suena muy bien -mi madre asintió aprobatoriamente -y no sabes cuánto me alegra. Tu carrera solista ha sido fructífera, pero creo que nunca te vi siendo tan feliz como en tus tiempos de Knife Of Day.

-Es que tienes razón. Creo que solo ahora empiezo a darme cuenta de todo lo que implicó irme de la banda, pero estaba en un muy mal momento.

-Ciertamente, y no puedes culparte por ello. De todos modos creo que has crecido y madurado mucho luego de esa ruptura con tu pasado, y estoy segura de que todo lo que has aprendido en estos últimos años te aportará mucho con la reunión de tu banda. Aun recuerdo lo preocupada que estaba.

Rodee sus hombros con mi brazo libre y la estreché brevemente.

-Ya pasó. Ya está.

Ella asintió y nos detuvimos en una pequeña cafetería para desayunar tranquilamente.

Natsuko me habló animadamente de las reuniones que tendría y de la conferencia a la que asistiría. Mi madre era una experta publicista con años de experiencia en varios medios y productoras audiovisuales. Era fascinante escucharla hablar de sus pasiones y sus formas eran tan graciosas que siempre lograba que sus interlocutores se interesaran profundamente en lo que les decía.

Me había llevado muchos años ver las similitudes de ella con Takeru, su sentido del humor a veces hilarante, su picardía, y su personalidad fuerte y decidida -en eso me parecía mucho a ella- era una mujer admirable, realmente entendía muy bien cómo mi padre se había enamorado de ella.

Hiroaki por el contrario, era un hombre de buen sentido del humor pero sin esa jovialidad que la caracterizaba a ella, su percepción del mundo era un poco más gris, no era solemne, pero sí solía tener ciertos rasgos de ansiedad y estrés que le habían llevado a una fuerte adicción al trabajo cuando necesitaba escapar un poco de su realidad. Definitivamente el humor ácido que tenía a veces me recordaba un poco al mío.

Me hacía inmensamente feliz que se hubieran reencontrado luego de tantos años como pareja. Vivían separados, pero se acompañaban en todo momento.

Terminamos el desayuno y la acompañé hasta un hotel bastante cercano, en el cual ingresó sus datos y le asignaron una habitación. Aguardé a que subiera, se diera una ducha, se aprontara y bajara para acompañarla hacia el edificio donde comenzaría su ajetreado día.

-¿Quieres que te lleve desde aquí hasta la conferencia?-le dije cuando llegamos ante el edificio en donde comenzaría su jornada.

-No, cariño. Estaré bien.

-De acuerdo. Pero te pasaré a buscar cuando termines con todo, así que espérame en la puerta cuando termines, de verdad, estoy con mi coche y no tendré problema, porque básicamente estaré todo el día encerrado en el estudio.

-Tranquilo, Matt. Nos vemos.

Me alejé en silencio, con las manos en mis bolsillos y una gran sonrisa.

Ella estuvo para mí en mis peores momentos. Sin dudas, ella y toda mi familia.

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El último arpegio de la primer canción resonó con intensidad en el estudio, mientras terminaba de escucharse la última mezcla.

Me agradaba el timbre oscuro de la guitarra que me habían sugerido usar en mi última gira.

-Sin dudas que cuando estén las versiones finales, sonarán increíbles -me dijo convencido el productor con el que trabajaba.

-Si, en Tokio solo grabaré las voces, así que musicalmente podría decirte que estas tomas han sido perfectas.

-Si. Y tenías razón, el timbre oscuro favorece más a la voz -me comentó él mientras reproducía el estribillo una vez más y señalaba la gráfica con las frecuencias correspondientes.

-Sí. Genial. Me he quedado conforme con el sonido. Quizás mañana podamos trabajar con la siguiente canción, esta ya me ha convencido.

-Será un éxito, Yamato.

-Por mi bien, espero que sí. -bromee. Llevaba tantas semanas trabajando allí que ya habíamos creado un vínculo cordial y fluido.

-¿Ya has decidido cuáles serán los sencillos del álbum?

-Aun no. Falta tanto para el lanzamiento que aun no lo he pensado.

-No faltará tanto.

Sonreí y asentí. No iba a confiarle nada sobre las negociaciones de Knife Of Day, pero todo indicaba que pasaría bastante tiempo antes de poder pensar en la publicación de este álbum.

Consulté el reloj de mi celular y vi un mensaje de Jenn y otro de mi madre. Ya era hora de marcharme. Me despedí con un apretón de manos y luego de recoger mi chaqueta y la guitarra, me marché silenciosamente del estudio.

Jenn me hablaba de que era probable que tuviéramos una reunión virtual con Akira , Akane y Hayato, ya no podía eludir más el asunto. Sabía que todo estaría bien, por algo habían aceptado, pero entendía que ya era el momento de enfrentar el pasado. Confirmé la fecha en la que suponía que podría estar disponible y en seguida le comuniqué a Natsuko que pasaría por ella en pocos minutos.

Me acerqué al auditorio en el que había tenido la conferencia y la vi de pie en la puerta, con su abrigo y su bolso.

Ella descendió la amplia escalinata en dirección a mi coche y subió.

-Hace frío.

-Sí. Y es raro. Pronto llegará el verano.

-¿Qué tal tu día? ¿Tenemos que hacer compras para la cena?

-El día bien, ¿Y el tuyo? Ya hice la compra más temprano.

-A eso le llamo eficiencia. En ese sentido eres muy diferente a tu hermano o tu padre.

-Es que ellos no están acostumbrados a cocinar.

-Lo sé, y cómo lamento que así sea.

Nos reímos mientras tomaba una de las avenidas principales hacia el vecindario en el que me estaba quedando. El resto del trayecto ella se dedicó a conversar animadamente sobre las reuniones. Era capaz de levantar el ánimo de cualquier persona cuando estaba así.

En mis primeros años, especialmente luego del divorcio, siempre me había parecido una mujer fría y distante conmigo, no así con Takeru, con quien ella había elegido estar. Me sentía raro cuando iba de visita, sentía un poco de envidia de mi hermano menor y me dolía mucho no haber sido lo suficientemente bueno como para que ella me prefiriera a mí. No me quejaba de mi padre -jamás podría haberlo hecho- porque él siempre fue atento conmigo, pero me sentía levemente inferior al resto de mis compañeros de clase, que tenían el amor de sus madres cada día.

En mi adolescencia mi trato era aun distante, me era difícil acercarme a ella, la primera vez que de verdad sentí su amor más genuino, fue durante mi depresión, intentando irme de mi primer banda, Wolves, a causa de la tóxica forma de ser de Hiroki Fuji.

Descendimos del auto de buen humor. Nos dirigimos a la puerta principal del edificio.

Fuji otra vez. Recordé en un segundo su irritante actitud de suficiencia, su carácter excesivamente iracundo e impredecible. Casi se materializó ante mí la imagen del muchacho insolente, alto, con el cabello castaño revuelto y sus ojos negros cargados de rencor. Habría jurado que estaba de pie ante mí, insolente y rebelde.

Qué buen golpe le dio Sora aquella noche mientras escapaba de él con Mimi.

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-No es propio de ella – dijo Takeru caminando por la sala mientras llevaba sus manos a los bolsillos de su pantalón.

-Y que lo digas. -Suspiré enojado – lo que más me molesta es que no haya confiado en mí para hablarme de esto cuando le estaba pasando, esperó a que se acumulara toda su mierda para disparar sin piedad.

-Pues disculpa, pero ha aprendido del mejor en la materia. – hice una mueca de leve disgusto cuando me señaló con un significativo movimiento de sus cejas y de inmediato se apresuró a hablar -Ciertamente no es la misma de siempre -reconoció mi hermano, aun pensativo – sigo creyendo que puede haber sido su estado depresivo lo que la llevó a decirte esas cosas, ya sabes, te ves sobrepasado por las cosas y lo comunicas de la forma menos adecuada, tú eres experto en eso, no debería sorprenderte.

-Seh -dije con mala cara- pero lo he madurado. Ella nunca fue así con nadie.

-¿No será una excusa para que la odies y así no vayas tras ella para que recapacite?

-Nunca podría odiarla, y lo sabes – murmuré. No era la primera vez que escuchaba esa teoría sobre la atípica actitud que había tenido Sora. Ella jamás huía. Sin embargo eran las personas más cercanas quienes sostenían que el motivo de ella para ser tan dura con sus palabras, era que necesitaba que yo la odiara para no ir por ella. La idea de llamarla me asaltaba varias veces al día, algo me decía que lo único en lo que me había mentido era en eso de no amarme. Sus actitudes previas a mi gira lo demostraban. El amor no podría irse de un día para el otro, ¿cierto?

Pero aun así me sentía bastante dolido como para querer verla siquiera. Sabía que ella no estaba bien y que se había trasladado con algunas pertenencias y ropa al departamento que Miyako rentaba en el centro de Tokio. Al menos me dejaba tranquilo el hecho de saber que Sora estaba bien acompañada y con alguien fiel como su amiga de tanto tiempo.

Ya se habían cumplido un par de días de nuestra discusión, y yo recién comenzaba a aceptarlo, a duras penas. Todos los rincones de aquella endemoniada casa me recordaban a ella.

-Deberías mudarte. No se te ve bien aquí y no me gusta dejarte solo.- dijo Takeru, leyendo mi mente.

-¿Otra vez quieres el puesto de hermano mayor?

-En serio, idiota – se rio él.

-Déjame en paz. Voy a poder con esto. La pasaré mal durante algún tiempo y…

-No me digas -le vi poner los ojos en blanco – ¿hasta que aparezca Hayato y te arrastre a divertirte con otras mujeres para llenar vacíos?

-Hayato es el menor de mis problemas.

-¿Ah si? Bueno, te diré cual es el asunto verdaderamente complicado aquí. En cinco días, Taichi y Rin nos recibirán a todos en su hogar para hacerles una despedida por su viaje a Finlandia.

-Lo sé -dije apesadumbrado.

-Entonces… no quiero que busques una excusa bien tonta para no ir.

-¿Estás loco?

-Aun si Sora está.

-Pf, eso es obvio. Ninguno va a perderse esta despedida.

-Lo que necesito saber, es si necesitas que te acompañe cuando estemos allí, para que puedas evitarla.

-Créeme, si de ignorar hablamos, soy experto.

-Siempre eres tan altanero.

-¿Crees que no podré con esto?

-Estás avisado. Puedes ir conmigo y nos centramos en ignorar a Sora, y te diviertes despidiendo a tu mejor amigo sin problema.

-¿También pasarás a buscarme y serás mi chofer designado para poder beber a gusto?

-Claro. Solo tienes que prestarme tu coche.

-Ahora comenzamos a negociar como corresponde.

Nos reímos. No podía ser tan difícil ¿Verdad?

Pues claro que lo sería, y lo sabía muy bien, pero si de algo estaba seguro, era de que no iba a perderme la despedida de Taichi por nada del mundo. Ya éramos adultos como para jugar a las escondidas por una ruptura que eventualmente dejaría de doler. Takeru me habló y alejó de mi esos pensamientos.

-¿Retomarás la gira?

Me quedé en silencio, meditando la respuesta.

-¿Yamato…?

-¿Quieres escuchar algo en lo que he trabajado?

-¿Eh?

Me acerqué a la consola del estudio y encendí el ordenador, sintiendo los ojos de mi hermano clavados en mi espalda mientras la pantalla se encendía.

-Al menos esto me ha ayudado a componer como hacía tiempo no lo hacía.

Takeru tomó asiento en una silla cercana, entre curioso y resignado.

Cuando ingresé al archivo que buscaba, preparé los amplificadores que descansaban sobre el escritorio principal para que la música llenara cada rincón del lugar.

Los acordes del piano y de la guitarra acústica se entremezclaron formando una melodía simple, mi voz entró con el bajo y tomó la melodía principal de la introducción musical para adaptarse a mi registro vocal.

Una suave percusión se sumó en el estribillo y todos los instrumentos crecieron en intensidad junto a las palabras que fluían, desgarradoras, sinceras y seguras a la vez.

Observé a Takeru, que escuchaba prestando atención a los detalles.

Solo él conocía la existencia de esa canción. Le vi conmoverse con la melodía vocal en el puente, acompañada por un crescendo que inundó de sentimientos la interpretación.

Cuando la música cesó, con la misma melodía del principio reproducida por un piano, vi que mi hermano estaba gratamente sorprendido, incluso conmovido.

-Es muy buena. Y muy expresiva. ¿Es nueva?

-Sí. Y permíteme decirte que solo tú la has escuchado.

-¿No se la has mostrado aún a los chicos de la banda aun?

Me concedí unos instantes antes de contestarle.

-Es que no será para Knife Of Day.

-¿Cómo es eso? -le vi alzar las cejas, visiblemente impresionado.

-Será mi primer sencillo. Comenzaré a enfocarme en mi carrera solista. Dejaré la banda.

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La vi pasar cerca de mí, y lanzarse a abrazar a Rin. La chica de cabello oscuro la recibió con un cálido saludo y le susurró algunas palabras.

Se rieron.

Bebí mi trago con prisa y con una rápida señal hacia Takeru, me alejé hacia la terraza con vistas al jardín, seguido de cerca por él.

Apoyé mi espalda en una pared y suspiré, mientras él se acercaba a mí.

-Eso estuvo cerca.-mencionó mientras se ubicaba justo frente a mí.

-¿Por qué se la ve tan bien? Yo doy pena.

-Ellas siempre lo hacen, es como si lo supieran, de hecho, lo deben hacer adrede. Aparecen en las mismas fiestas a las que uno asiste y lo hacen espectacularmente, se las ve hermosas. Me pasó con Hikari cuando estuvimos separados. Y me daba mucha impotencia ver cómo los tipos se le acercaban, la invitaban a bailar, le regalaban tragos, le hablaban al oído…

-No estás ayudando. Creo que Jyou sabría animarme más. O Mimi.

-Lo siento. Ehh… acostúmbrate a la idea.

-Recuérdame el motivo por el que acepté venir a jugar a las escondidas contigo como compañero, francamente ahora no lo tengo claro.

Él sonrió de forma conciliadora, intentando disculparse.

-Es que estoy tan nervioso como tú.

-Takeru -la voz de Hikari resonó en el lugar y él se excusó conmigo, dirigiéndose hacia ella.

Me encontré solo y no presté atención a mi alrededor. Sentía los nervios en el estómago, y por cierto, me veía a mi mismo como a un idiota que no sabía controlarse.

-Yamato.

La escuché a mis espaldas. Ni siquiera me digné a voltearme. No me sentía capaz.

-¿Cómo estás?- creo que yo mismo percibí el frío que brotó entre mis palabras.

Por el rabillo del ojo la vi ubicarse a mi lado, ella sí me miraba.

-Eh… bueno, no muy bien. Y… puedo imaginar que tampoco tú. Solo… solo quiero decirte que… me gustaría que esta noche tengamos paz. Por Taichi y Rin.

Ahora me giré hacia ella con brusquedad.

-Por Taichi y Rin, gustoso. Pero no vengas a buscarme entonces.

Su rostro se transformó.

-Vine en busca de tranquilidad. Creí que entenderías que esta noche es especial y necesito que todo transcurra bien con todos.

-Pues también yo lo necesito. Así que hagamos lo que tenía en mente para hoy. Ignorémonos.

-Sí, si esa es tu táctica preferida.

-¿A qué has venido exactamente aquí? -le señalé la terraza en la que estábamos, solos -¿A estorbarme? ¿A meter tu dedo en la llaga? ¿A revolver qué?

-Quería… hablarte, verte. Y que sepas que, aunque algunas de las cosas que dije las sostengo, te quiero y necesito que estemos bien hoy.

-Pues qué considerada, Sora. Gracias. Tu querer no va a aliviarme, ni ayudarme a sanar. Si de verdad me aprecias, déjame en paz. Respetemos nuestros espacios. Evitemos el conflicto, evitemos mirarnos, evitemos hablarnos.

Ella me observó seria, en sus ojos había un rastro de lágrimas, pero las ignoré. No quería más dramas. Ninguno estaba bien como para fingir que nada sucedía. La vi suspirar y se marchó en silencio, tal como había llegado. Y me sentí pésimo por hablarle así, pero ¿Hasta cuando iba a permitir que ella viniera a alterar mi precario equilibrio mental con palabras vacías? Ya había soportado bastante.

De inmediato me sobrevino un gigantesco mal humor. Me sentía horrible por haberle hablado así, quiero decir, para ella tampoco era nada fácil lo que sucedía.

Yo también la quería. La amaba.

Servirme otro trago no iba a solucionar nada.

Me dirigí hacia el interior de la construcción y busqué a Sora con la mirada, ansiando poder disculparme con ella.

Pero justo cuando mis ojos la encontraron, alguien me tomó del brazo y me detuvo bruscamente.

Mimi.

Ella me sonrió con verdadera dulzura, lejos de manifestar su usual humor bromista e inquisidor, sus ojos me contemplaron con mucho cariño.

-Ven, vámonos a conversar.

-Pero…- señalé a Sora, quien estaba a bastante distancia y hablaba con Jyou y su esposa.

-Déjala, está tan deshecha como tú, de nada les servirá rendirse cuentas hoy.

Me resigné, aceptando que tenía razón, y la seguí hacia la terraza en la que había discutido con Sora, que estaba completamente vacía.

Nos acercamos a ver el paisaje a lo lejos. Ella soltó mi brazo y se volvió a mirarme.

-Lamento mucho tu pérdida, Yamato. Y lamento mucho esto que estás pasando.

La observé en silencio.

En todos estos años, era la primera vez que la veía tan seria y dispuesta a escucharme.

-Gracias, supongo. Imagino que sabrás algo de la historia.

-Sé muy poco porque no me interesa conocer más de lo que tú necesites compartir conmigo. Lamento mucho que estén pasando por esto, los quiero, y me da mucha pena toda la situación. Pero quiero decirte especialmente, que cuentas conmigo, y con Koushiro. Taichi y Rin se irán en unos días y no quiero que te sientas solo. Puedes llamarnos, puedes ir de visita a Kioto si lo necesitas, puedes escribirnos. No voy a tomar partido por ninguno, y nada de lo que quieras hablar será banalizado ni ignorado.

-Mimi -la abracé con fuerza y ella apoyó sus manos en mi espalda.

-En serio. Yamato, no estás solo, yo también estoy para ti.-palmeó mi espalda con torpeza, y noté que mi actitud hosca estaba dando lugar al vacío que sentía.

-No sé qué nos pasó, Mimi. No sé qué voy a hacer ahora.

-Pues intenta con vivir un día a la vez. -nos separamos con lentitud y ella me miró con fijeza -Esta semana estaremos en Tokio visitando a mis padres y a mis suegros, así que considera la posibilidad de reunirnos o simplemente llorar juntos si es preciso, que a mí eso me es muy fácil.

-Le dije cosas horribles recién.

-Tranquilo, ella no ha estado en sus cabales tampoco. Dale espacio y tiempo, ahora es todo muy reciente.

-Tienes toda la razón.

-Vamos, entremos, Taichi nos está mirando fijo hace rato.

Levanté la vista y divisé a mi mejor amigo de pie a unos metros de nosotros. Se acercó y se dirigió a Mimi.

-Por una vez en la vida, te escucho hablar como una persona adulta, así se hace. ¿La escuchaste bien, Yamato? Llámala a todas horas.

-Que te llame a ti en tus horas de sueño, cariño.

Mimi ingresó a la sala, dejándonos solos.

-Descuida Taichi. Sé que estaré acompañado si todo se vuelve muy insoportable. Y sino, te llamaré.

-Si tú no me telefoneas lo haré yo -bromeó con una sonrisa amenazante -¿Cómo estuvo tu conversación con Sora? Les vi de lejos pero ni siquiera quise acercarme.

-Fatal, a decir verdad. Pero su intención era buena. Así que hagámosle caso y vámonos a beber a tu salud, amigo.

Taichi asintió.

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annavi21: gracias por tu comentario! Creo que hablé desde mi propia perpectiva como alguien que tuvo depresión, de verdad agradezco mucho tus palabras, a veces es difícil entender desde fuera que es una enfermedad mental que hace que nuestro cerebro perciba la realidad de forma muy sombría, y que no se soluciona echándole ganas, fue lo que quise expresar ahí. Y gracias de corazón por tomarte tu tiempo y dejar un review! beso enorme!

natesgo: sin dudas que la tragedia del bebé fue una decisión difícil en la trama, pero creo que la única forma de romper esta pareja tan bien establecida, era con una ruptura estructural, desde las entrañas, y pobre Sora se llevó la peor parte, pero era el único modo en el que me parecía creíble, es evidente que se adoran, pero ella estaba ante una crisis existencial, y además, con depresión, que implica culpa y desvalorización. Este ha sido el fondo del pozo, ahora solo les queda subir, pero no será tan fácil al principio. Y con respecto al acuerdo actual de nuestros amados protagonistas, veremos qué tanto les servirá y cuánto va a lograr mantenerse sin mezclar otras cosas. Un beso! y gracias por tu review!