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-Si te parece bien, voy a autorizar el ingreso de los demás en la reunión -dijo Jen con una sonrisa, a la vez que llevaba la mano a su larguísimo cabello oscuro.
Asentí a modo de respuesta y aguardé unos instantes que se hicieron interminables.
Hayato fue el primero en aparecer en la pantalla y nos regaló una alegre y genuina sonrisa.
Llevaba el cabello muy corto y una camisa abierta en el pecho. Se lo veía relajado en un enorme sofá, rodeado de muñecas con vestidos de colores fantasía. Cerca de su rostro podía apreciarse el retrato de su pequeña hija, quien a decir verdad, ya debía tener unos nueve años.
-Hola Jennifer, hola Yamato ¿Cómo has estado, hombre? Te ves muy bien, colega.
-¿Qué tal Hayato? ¿Acaso esa preciosura es Naomi? ¡Cuánto creció! -señalé la fotografía a sus espaldas.
-Por supuesto, mi pequeña ya va a la escuela primaria - me sonrió complacido. La niña tenía algo de él, quizás eran sus ojos almendrados y pequeños y su mirada decidida.
Apareció Akira en pantalla y nos saludó con un movimiento de su cabeza, de muy buen humor y dejando en evidencia algunos tatuajes más, al llevar el cabello recogido y usar una camiseta que dejaba al descubierto sus brazos.
-¿Cómo están? Hola Jenn -le dedicó una sonrisa a la representante y ella lo saludó con un gesto de su mano libre.
-Ciertamente el tiempo pasa -le contesté a Hayato, quien aun asentía y señalaba el retrato de Naomi.
De inmediato se hizo presente Akane, - o Kazehaya como siempre había preferido que la llamaran – con sus hoyuelos destacando en la sonrisa y el cabello corto como la recordaba. Ubicada cómodamente en una silla de oficina, vestía un bonito chaleco oscuro. En la pared a sus espaldas se veían innumerables diplomas de música y un cuadro con el disco de oro de uno de nuestros primeros álbumes.
-¿Cómo están, chicos…y chica? – preguntó jovialmente mientras se llevaba una taza con lo que parecía ser café a los labios.
-¡Akane! – exclamó Hayato, quien era su mejor amigo desde la adolescencia -Te ves muy sofisticada. Ya tienes aires de maestra de conservatorio, ¿De verdad piensas sumarte para volver a sacudir los pelos por ahí?
Ella sonrió de medio lado.
-Tengo más rock and roll que tú, eso es seguro -dijo ella señalando una pequeña muñeca con vestimenta de un rosa chillón que había cerca de él.
Nos reímos. Parecía mentira que hubieran pasado más de cuatro años entre nuestra última conversación seria como banda y la primera reunión oficial de los cuatro luego de todo ese tiempo.
-No me juzgues por los colores, el rosa tiene mucho rock and roll, no lo olvides.
-Bueno, Naomi sin dudas que sí. Tendrían que verla cuando baila al ritmo de Baby Metal -agregó la pianista.
El ambiente ya era ameno. Akane y Hayato eran muy buenos amigos y siempre era divertido verlos interactuar y llevarse tan bien.
-¿Y cómo has estado tú, Yamato? -me preguntó ella sonriendo.
-Bien. Motivado con la idea de Akira y preguntándome a mí mismo cómo no se me ocurrió antes esto de reunirnos.
-La vida adulta. Lo vas dejando atrás sin darte cuenta. -intervino el guitarrista -lo que importa aquí es discutir sobre las condiciones que negociaremos en la discográfica. Yamato, ¿Qué tanto tiempo te queda en Osaka?
-Un par de semanas quizás, es algo incierto pero no pasará de ese tiempo.
-Estás lejos, Ishida -se quejó Akane.
-Tú anduviste viajando por ahí y nadie se quejó al respecto -mencionó Hayato riendo -estabas a miles de kilómetros.
-Fue mi luna de miel, pedazo de idiota.
-¿Te casaste? – pregunté gratamente sorprendido.
-Sí. En Europa. -nos enseñó un delicado anillo dorado – pero ya volví y tengo muchísimas ganas de retomar este proyecto.
-Pues escuchemos a nuestra futura representante -indicó Akira, quien parecía llevar la reunión.
-No tengo apuro si quieren actualizarse sobre sus vidas -dijo ella sonriendo.
-Tonterías, hablemos de lo que importa hoy -dijo Akane - ya podrás conocer a mi esposa en Tokio, Yamato. Te caerá muy bien, es bajista y ama a Scorpions como tú.
Asentí y nos dispusimos a escuchar a Jenn.
-Bueno, ya todos están más o menos al tanto de la situación. Como la discográfica no es dueña del catálogo musical más antiguo de Knife Of Day, es necesario que puedan ganar algo de dinero con ustedes para garantizarles una gira que sea beneficiosa para ambas partes. Ya hablé de mi porcentaje de ganancia y lo disminuí para que puedan obtener más como músicos.
-¿Dónde estuvo esta dichosa mujer todos estos años? -preguntó Hayato, sonriendo aprobatoriamente.
-Como música sé lo mucho que estas compañías se aprovechan de los artistas -concedió Jenn sonriendo antes de proseguir – La propuesta que han presentado ha sido la de grabar un álbum doble, uno de los discos tendrá nuevas versiones de sus grandes éxitos y otro con canciones nuevas y versiones acústicas de algunas de esas canciones más escuchadas. Deberían ponerse a trabajar en eso lo antes posible, de modo que ellos aprueben la selección musical y ya puedan meterse al estudio. -todos asentimos ante esas puntualizaciones, significaba mucho trabajo. -hizo una breve pausa para continuar - Akira ya cesó su último contrato, también Hayato, quien se encontraba trabajando como músico de sesión. Yamato tiene su propio contrato vigente con la compañía, de modo que para él serán dos contratos en simultáneo con los cuales cumplir. Su último disco se lanzará luego de la gira de Knife Of Day. Y por último, Akane, aun estoy negociando la cláusula sobre tus derechos de imagen.
-Sí, es correcto -contestó la pianista - la propuesta del contrato interfiere con mi academia de música, que se promociona con mi imagen, así que una vez que solucionemos esa diferencia, podré firmar.
-Exacto. Aun falta negociar eso, pero por lo demás, hemos conseguido muy buenas propuestas. Al parecer no quieren desaprovechar la oportunidad de traerlos de nuevo a la vida, así que eso les garantiza libertad creativa total.
-Eres muy buena, Jenn- dijo Hayato, gratamente sorprendido.
-Siempre dije que eres la mejor -dije mientras ella sonreía tímidamente.
-No tengo nada más que agregar, esta tarde les enviaré a cada uno una copia del contrato que me han presentado con la propuesta formal, si necesitan estudiarlo con sus abogados, háganlo. Tómense su tiempo, y ante las consultas, podemos proponer cambios.
-Genial, Jenn. Muchas gracias por tu trabajo -al parecer Akane ya la había aprobado, lo cual era muy importante, ya que siempre había sido la más quisquillosa en términos contractuales.
-Yamato, en cuanto llegues a Tokio, organizaremos una cena presencial de todos. -dijo Hayato, parecía realmente feliz, y creo que todos estábamos con una agradable sensación en el pecho. Comenzaba a gestarse uno de los regresos más esperados a nivel musical en la escena japonesa, pero aun no imaginábamos el impacto que esto tendría en nuestras vidas.
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-Bueno. Esto es todo. -Sora me observó con cierta aprensión.
-Sí. Eso creo, ¿Estás segura de que no quieres revisar la casa por si acaso?
-Ya lo hice. Unas dos veces.
-Ah, sí.
El silencio que se formó entre nosotros fue increíblemente incómodo .
Habían pasado dos meses desde nuestra ruptura, y aquel día, ella finalmente se llevaba todas sus pertenencias al departamento que ahora compartía con Miyako. Seguía desempleada, pero lo importante ahora es que se la veía un poco mejor, y sabía que la terapia le estaba resultando bien.
No es que lo hablara con ella, en realidad quien me informaba al respecto era Mimi.
-Lamento mucho esto. Yo creí que no estarías hoy -dijo apesadumbrada, sus disculpas eran sinceras, yo estaba deshecho.
-Descuida. Solo tuve la mala suerte de enfermar. No te preocupes.
-Sí. Aun así, si me hubieras avisado…
Pero no era su culpa, era mi masoquismo. Quería verla, tener evidencias de que ella era real, de que estuviera mejorando, y de verla llevarse todas sus pertenencias para comenzar a asumirlo de una vez por todas.
Nos miramos, no sabía qué decirle, o qué hacer. Nada podía cambiar la situación.
¿Rogarle que volviera? ¿Decirle que la amaba?
No.
Ella dio un paso hacia adelante y me abrazó con fuerza.
Tardé algunos segundos en devolver el afectuoso gesto, con una enorme lucha interna entre separarme del abrazo con brusquedad o rogar para que aquel fuera más duradero.
-Lo siento, Yamato. De verdad – su voz se quebró y debo decir que también se me escaparon algunas lágrimas de tristeza e impotencia.
-Lo siento tanto, Sora. – nos alejamos un poco para mirarnos a los ojos. Ella no rehuyó mi mirada como en la mayor parte de nuestros últimos encuentros en alguna reunión de amigos, sino que la sostuvo con valor.
-Nunca podré olvidar todo lo que hiciste por mí. Gracias por todo esto -brotaron más lágrimas silenciosas de ella -y espero que puedas perdonarme.
¿Cómo explicarle que ya lo había hecho? Que mis momentos de ira profunda cedían de inmediato cuando pensaba en todas las cosas que habíamos vivido juntos. Ella me había ayudado a ser el hombre que yo era, del mismo modo que yo mismo había contribuido a su crecimiento personal.
La mayoría de las personas que me rodeaban no tenían buenos vínculos con sus ex, más bien lo contrario.
Incluso Taichi había terminado muy mal su relación con Etsuko, la encantadora chica con la que había salido en los últimos tiempos de secundaria y a principios de su vida universitaria.
Pero nosotros, solo queríamos lo mejor para el otro, no podíamos odiarnos o reprocharnos.
Finalmente ella se alejó un paso y se limpió las lágrimas, para sonreír tristemente y alejarse.
Cerré la puerta detrás de mí. Me invadió la inmensidad de la casa vacía. De acuerdo, no estaba seguro de poder continuar viviendo ahí.
El celular comenzó a vibrar en mi bolsillo de inmediato. Cuando consulté la pantalla, vi que era Taichi. Mi incomparable mejor amigo.
Creo que atendí la llamada llorando, y lejos de encontrarme con sus bromas o intentos de animarme, solo escuché su voz tranquilizándome.
-Le rogué a Sora que me avisara en cuanto dejara tu casa, porque te conozco y sé que no querrás hablar con nadie, pero aquí estoy, en la manera que puedo, simplemente para decirte que en este momento daría mi vida por poder estar allí contigo.
-Taichi -pude verbalizar -¿Cómo voy a superar esto?
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El paso siguiente fue dejar la banda.
Todo me recordaba a Sora y nuestra vida compartida, y lo único bueno de esto, era que comenzaban a surgir de mi mente canciones increíblemente profundas y oscuras. No iban con la estética de Knife Of Day, ni con su concepto.
No quería retomar esa gira.
Necesitaba descansar un poco la mente y entregarme de lleno a lo que me nacía cantar y tocar, independientemente de cumplir con un contrato discográfico.
Así que organicé un pequeño encuentro con ellos en mi casa.
Apenas me había reunido con Akira un par de veces desde que ellos habían regresado de la gira. Y ya la discográfica comenzaba a presionarnos para retomarla. Pero ¿Cómo podría hacerles entender que de verdad no estaba con ánimos para seguir adelante?
Fueron llegando de a uno. Sentía una creciente tensión en mi estómago.
-¿Cómo estás, Yamato? – Akane había estado completamente atenta a mí desde que me había separado de Sora, y por eso me sentía bastante culpable. Me tomé unos minutos y los observé mientras estaban en los sillones de la sala.
-Seré sincero. No puedo continuar en la banda. No con esta situación en la que debo cumplir con un contrato y no tengo energías para hacerlo.
Akira se puso de pie de manera automática, me observó con incredulidad.
-Yamato…
-Lo siento.
-¿Es por Sora? No puedes dejar que eso te…-
-¿Por qué no puede?- interrumpió Akane, quien se incorporó en su lugar y con un ademán suave obligó al guitarrista a sentarse a su lado nuevamente.
-¿De qué lado estás? – Akira estaba contrariado.
-Del lado de un amigo, ¿Y tú? -respondió con rapidez Kazehaya, mirándolo con fijeza.
-Yamato – Hayato se tardó unos minutos antes de poder hablar con tranquilidad -entiendo que estés pasando por algo muy difícil, y que en estos momentos no te sientas preparado para afrontar una gira, pero ¿Dejar la banda? ¿No crees que si negociáramos un poco más con la discográfica podrían entenderlo más? Yo estoy dispuesto a acompañarte en este momento si lo permites.
Fueron palabras verdaderamente sinceras. Y las apreciaba mucho. Pero no era suficiente.
-Creo que no he podido explicarme mejor.- dije, viendo que Akira continuaba ofuscado pero los demás estaban escuchando cada una de mis palabras con atención – hace algunos días estuve intentando componer algo, hice canciones demasiado oscuras. Y me di cuenta de que no quiero volver a pensar en un estúpido contrato que me diga si ahora tengo que irme de gira o no. Quiero tener una vida alejada de los escenarios, al menos lo necesito durante un buen tiempo. Y sinceramente, no quiero forzarlos a ustedes a seguir mis necesidades. Estoy recuperándome de dos grandes pérdidas, no espero que sientan lo mismo que yo, pero sí les pido que intenten comprenderlo. Por ello, dejo la banda. Y si quieren continuar con Knife Of Day, con otro vocalista, lo entenderé y lo aceptaré encantado. No quiero interponerme con sus necesidades o maneras de vivir. Los respeto profundamente y son mis amigos.
Akira resopló. Se puso de pie y caminó por la enorme sala de mi casa.
-No me malinterpretes, amigo -dijo la fin, luego de suspirar -pero siento que una vez que este dolor pase, ¿Qué harás? ¿Tendremos que echar al supuesto nuevo vocalista y hacer de cuenta que nada sucedió?
-Por eso hablo de dejarlo definitivamente. Si vuelvo a querer hacer música, será mi problema.
-Es una decisión muy grande para tomarla a la ligera, Yamato.
Ahora yo me puse de pie, con calma y llevando mis manos a los bolsillos del pantalón.
-Y estoy hablando muy en serio.
-Y lo entendemos -dijo Akane, apenada – y lo siento mucho, de verdad. Pero lo necesitas y está bien. Por mi parte, no creo que logremos encontrar a otro vocalista como tú. Eres la cara de la banda.
-Muchos grupos lo han hecho y les ha ido excelente.
-Pero no será así con KOD.- replicó Akira, aun dolido.
-No lo sabes. Y de verdad, lo siento mucho.
-Quizás a todos nos haga bien una pausa -dijo Hayato, poniéndose finalmente de pie – ya todos venimos algo cansados este último año. No hemos parado, ¿y si lo tomamos como una pausa momentánea?
-¿Estás loco?- Akira estaba cada vez más enojado - ¿Y crees que el sello nos dejará ir tan fácil?
-Son dueños de todo nuestro catálogo y discos, con el dinero que hemos hecho, no hay razón para que no podamos rescindir el contrato -razonó Akane.
-No importa. Yo no dejaré de hacer música. Ni renunciaré a KOD.
-Nadie dice que tengan que dejar el proyecto -les repetí.
-Ahora mismo no puedo ni pensar en todo esto. – Akira tomó su chaqueta y con un simple gesto de su cabeza se despidió, abandonando la casa con un portazo.
-Ya se le pasará. Ha sido inesperado -dijo Kazehaya procurando tranquilizarnos.
-No puedo culparlo. Realmente lo siento mucho.
-Por favor. Es entendible. Y me importa que estés bien. Llámame si necesitas algo.-dijo ella sonriendo.
-Eso mismo, no dudes en llamarnos -agregó Hayato.
-¿Y Takato? – pregunté apesadumbrado.
-Déjanoslo a nosotros. Cuando hayamos tomado una decisión con la banda, lo hablaremos, ¿De acuerdo?- dijo Akane sonriente, quitándole importancia al asunto – ahora es nuestro turno de ponernos a pensar sobre lo que queremos.
Se despidieron minutos más tarde.
Y llamé a mi padre.
Durante cuatro noches consecutivas me quedé durmiendo en su departamento, en la misma habitación en la que los primeros sonidos del bajo me sedujeron. Estuve todo ese tiempo reflexionando sobre el próximo paso a dar.
Los chicos fueron realmente comprensivos conmigo, incluso Akira, quien luego de pensarlo un par de días me llamó y se disculpó por sus malos modos. Entendía perfectamente que yo necesitara ese espacio y en el fondo, sabía que todos habíamos quedado un poco tristes con los últimos sucesos. Lo que más me importaba era que él pudiera entenderlo.
Finalmente el anuncio se hizo público.
Knife Of Day se retiraba indefinidamente de los escenarios. No quisimos negociar ningún otro acuerdo con la discográfica, y cada uno comenzó su propio camino.
Me llevó un año volver a sentirme motivado para escribir. Poco a poco, las canciones que escribí durante ese período fueron tomando más forma. Eran solemnes, oscuras y profundas. No se parecían a nada que yo hubiera hecho antes. Pero allí estaban, con un nuevo sonido, pujantes, ansiosas por mostrarse al mundo.
Conocí a Jen poco tiempo después.
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Escuché el timbre y me apresuré a contestar.
Cuando percibí el sonido del ascensor, terminé de organizar algunos cables que tenía dispersos desordenadamente sobre la mesa del pequeño comedor, fruto de todo el trabajo que había tenido aquellos días.
Finalmente se escucharon los tímidos golpes en la puerta del departamento.
Sora me sonrió cuando la hice pasar y me saludó con un discreto beso en la mejilla. Llegaba algo cargada con algunas compras que había hecho.
-Te dije que iría a la estación a por ti -dije, quitándole las bolsas que llevaba a cuestas -viniste demasiado cargada.
-Las compras las hice cerca de aquí, no te preocupes. Conozco bastante esta ciudad, vengo a menudo a conseguir algunas telas de fabricación exclusiva y uno de los talleres que trabajan para mí está aquí.
-Sí, sí.-dije sonriendo de lado.-la señorita independiente lo tiene claro.
-Siempre -remarcó ella sonriendo burlonamente.
Me alejé hacia la mesada de la cocina, donde deposité las bolsas cuidosamente.
-¿Trajiste vino?- pregunté extrañado al ver la botella.
-Es para celebrar -dijo ella desde el comedor, donde escuché que dejaba sus pertenencias.
-¿Celebrar…? ¿Me perdí de algo? – con la botella aun en la mano, me dirigí hacia ella, quien me sonrió ampliamente y me la quitó de las manos.
-Me llamaron anoche, fui pre seleccionada como finalista en el concurso.
-¿Finalista? ¡Excelente!¡Te felicito!
-¡Si! ¡Muchas gracias! De verdad esto es un logro inmenso para mí, y no pude contenerme con las compras.
-La ocasión lo amerita.
-Por supuesto.- ella me sonrió -¿No vas a mostrarme el piso? Me da curiosidad, tienes una hermosa vista a la bahía desde aquí.
-Lo siento, la reprimenda que te di por las compras me quitó la hospitalidad. Sígueme.
Ella así lo hizo, y en breves instantes ya estábamos otra vez en el comedor. Era un piso realmente pequeño, cubría mis necesidades básicas, tampoco había pensado mucho cuando lo había alquilado durante tres meses.
-¿Vas a seguir con esa botella toda la noche?-le señalé el objeto que aun llevaba en la mano.
-Voy a abrirla luego -se echó a reír -ni siquiera recordaba que la tenía yo.
Me encantaba reírnos de ese modo, era como volver a la infancia, podía ser por lo absurdo de la situación o por los nervios. No se respiraba incomodidad en el ambiente, pero sí había algo latente, como dormido, que aguardaba a ser liberado. Además se la veía muy hermosa.
Llevaba un bonito vestido oscuro que se ceñía en su cintura y que le llegaba por encima de la rodilla. Llevaba el cabello recogido en un despreocupado moño al que se le escapaban varios mechones largos y pelirrojos.
-Pues voy a empezar a cocinar -decreté, saliendo de mi trance y dirigiéndome a la cocina -puedes acompañarme si quieres, o quedarte bebiendo en el sofá.
-Te ayudo. No quisiera terminar durmiendo ebria antes de comer algo.
-Ciertamente.
Nos pusimos manos a la obra. Ella cortaba los ingredientes en la forma que yo se lo pedía, nos manejábamos bien así, era imposible que no nos recordara a los viejos tiempos. La observé de reojo mientras se centraba en su tarea, completamente absorta y sin percatarse de la forma en la que mis ojos la recorrían.
Había sido mi idea, por supuesto. La noche anterior, luego de un día en el que había avanzado hasta casi llegar a la última canción del álbum, y después de aquella agradable conversación con los chicos de la banda, había estado todo el día demasiado nostálgico y ansiando algo de compañía.
Pero no quería moverme de Osaka, estaba bastante cansado, así que de inmediato había desechado la idea de sorprender a Mimi y Koushiro en su casa, sabiendo que aquella ya estaba pisando la última semana del embarazo y que no estaría precisamente relajada con una visita que le iba a suponer esfuerzo mental y físico -las últimas fotografías que habían circulado en el chat del grupo la mostraban con un vientre enorme y ya había manifestado que apenas podía moverse- así que rápidamente le había escrito a Sora para preguntarle si tendría la noche libre, era la primera vez que la buscaba luego de vernos fugazmente en una ocasión después de la noche del acuerdo inicial.
No había querido hacerlo antes, aunque ya había comprobado que no me sentía mal con la situación ni me había generado expectativas sobre nosotros, tampoco quería tentar al destino.
Encendí la hornalla justo cuando noté que ella iba a mirarme al haber terminado con lo suyo.
-¿Quieres escuchar el adelanto exclusivo del nuevo disco? – dije de pronto.
-Me encantaría, aunque sé que no serán las versiones finales.
-Por lo menos en lo referido a la voz, no. Pero es una idea bastante aproximada.
-Me gusta esta exclusividad -bromeó.
Pasé por su lado hacia la sala en la que estaba el equipo de audio, lo conecté a mi celular y le subí el volumen para comenzar a reproducir las canciones en las que tanto había estado trabajando aquellos últimos meses.
Mientras se hacía la cena, la vi buscando el sacacorchos de uno de los cajones y buscar las copas de vino.
De acuerdo, aquello parecía ir muy bien.
Me ubiqué en la pequeña mesa de la sala mientras la veía abriendo la botella. No decíamos nada, sabía que Sora estaría concentrada en la música que inundaba el lugar.
Sirvió un poco en cada copa y la llevó hasta donde estaba. Me miró fugazmente con una sonrisa mientras se llevaba la bebida a los labios, prestando especial atención al detalle del bajo.
-Una síncopa. -mencionó.
-Sí.
-Me agrada, esa parte de la canción le da más fuerza a todo. Además la letra es muy triste, es como si la misma música se fortaleciera y se animara a sí misma a continuar pesar de todo.
-Era la idea.
-Es hermosa.
-Gracias.
La segunda canción era más rápida y parecía haber sido escrita en un momento de furia.
-Esta será mi favorita para salir a entrenar – comentó Sora. Me eché a reír.
-No la escribí con ese propósito… pero la idea es excelente para llevarla a cabo.
-Suena muy bien, y eso que no es la versión final.
-Gracias de verdad.
Me incorporé para ir a la cocina y husmear la evolución de la cocción. Cuando volví a la sala, la vi sentada en el sofá, con la copa de vino y sacudiendo uno de sus pies al ritmo de los compases de la canción.
-Ven aquí, deja de revolotear por ahí y brindemos.
-No voy a negarme ante tamaña oferta.
Me ubiqué a su lado y tomé mi copa, que ella había dejado frente al sillón. La acerqué a la suya.
-Eh… brindemos por tu lugar asegurado en la final de ese dichoso concurso.
-Y por tu disco.
-Y por lo deliciosa que quedará la cena que preparé.
-¡Oye!
-¡Que preparé con tu ayuda!
-Y brindemos por este buen vino que elegí.
-Definitivamente.
Bebimos, ella estiró su mano hacia mi y acarició mi rostro con suavidad. Me limité a echarme en el sofá y apoyar mi cabeza sobre sus piernas. Sus dedos se entretuvieron silenciosamente con mi cabello mientras escuchaba la siguiente canción, que ahora tenía una clara influencia del rock de la década de los ochenta.
-¿Qué opinas de esto que suena?
-Mmmm… - se quedó pensativa unos instantes – me recuerda a los viajes en coche en los que tu padre demostraba sus dotes vocales mientras nos reíamos de él.
Me hizo reír. Me apoyé sobre uno de mis codos para girarme y verla mejor.
-Eres cruel.
-Sincera. Y sabes que tengo razón.
-En efecto.- dije. Ya no pude resistirme a su cercanía, con mi otro brazo la rodee y acerqué su rostro al mío para besarla.
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Annavi21: muchas gracias por tus palabras! me encanta que te esté gustando la manera en la que todo avanza. Aquí hay muchas corrientes de pasado y presente corriendo en simultáneo, distintos aspectos. Y aun quedan más capítulos con este contraste! besooo!!