.11.

Ingresé al hospital cerca de las nueve de la noche. Me había llevado poco tiempo hacerme presente allí luego del aviso de Sora en el grupo de chat que teníamos todos. Al parecer, Mimi había iniciado el trabajo de parto hacía unas cuantas horas y la llegada del pequeño Kyo ya era inminente.

Me guie por las indicaciones de un enfermero y finalmente aparecí en la sala de espera de maternidad. Allí estaban los señores Tachikawa e Izumi. Los saludé con una reverencia y ellos me sonrieron.

-Qué bueno que estabas cerca, Yamato -dijo la madre de Mimi, acercándose con refinados ademanes que su hija siempre se había negado a adoptar.

-Llevo unos meses en Osaka, no es nada lejos. ¿Ya están en sala?

Asintieron.

-Has llegado justo a tiempo para ver a cuatro abuelos primerizos en su punto máximo de ansiedad. – dijo la señora Izumi sonriendo cordialmente, mientras sus ojos se desviaban de forma compulsiva hacia la puerta de la habitación donde su primer nieto estaba a punto de nacer.

-Créeme que aquí este par de amigos también está ansioso por los padres primerizos – la voz de Sora se oyó a mis espaldas y me giré para verla ingresar en la sala de espera, con una deslumbrante sonrisa y llevando una pequeña bolsa con un sándwich.

-¿Comiendo? – le pregunté divertido.

-Para variar – comentó ella, a la vez que extraía su cena y le daba un mordisco -¿Quieres un poco? Son deliciosos.

-Ya he cenado. Muchas gracias.

-Qué bonito es que hayan decidido venir -percibí una leve inflexión en la voz de la señora Tachikawa que logró estremecerme. Estaba seguro de que ella era tan perceptiva como su hija y ahora estaba seguro de que cualquier gesto o mirada hacia Sora, dejaría todo en evidencia. Así que agradecí enormemente que en ese momento saliera Koushiro de la sala de parto con una sonrisa que jamás le había visto.

-Kyo ya está aquí -fueron sus únicas palabras, antes de comenzar a lagrimear y ser rodeado de inmediato por los expectantes abuelos.

Con Sora aguardamos un poco apartados de la escena para poder saludar a nuestro amigo, era maravilloso compartir algo así. Koushiro y Mimi eran amigos tan entrañables que me llenaba de felicidad verlos pasar por eso, sabiendo que lo habían deseado largo tiempo.

Las abuelas lloraban felices, abrazadas y Koushiro era contenido por su padre, mientras el señor Tachikawa llevaba sus dedos al rostro, emocionado.

Izumi reparó en nuestra presencia.

Se nos acercó y Sora lo recibió con un apretado abrazo. Era evidente que también ella lloraba. Era todo muy significativo. Nacía su ahijado, y estaba casi seguro de que se trataba de la primera vez que estaba en una situación así luego del hijo que ella misma había perdido y por el cual sabía que a veces se mortificaba.

Cuando se soltó de Koushiro sonreía y lloraba a partes iguales.

-¡Ha nacido sano, madrina! – exclamó el padre primerizo, viendo como Sora cubría su rostro y se agitaba, completamente dominada por la emoción.

Mi impulso inmediato fue rodear sus hombros y así lo hice, brevemente para que se tranquilizara, y luego saludé efusivamente a mi amigo.

-Enhorabuena. Estoy feliz por ustedes. Y Kyo tendrá padres increíbles -sonreí.

-Y abuelos -agregó vanidosamente la señora Tachikawa, apareciendo al lado de Sora, sonriendo aun con el rastro de las lágrimas que había derramado, y abrazando a la pelirroja, quien aun no podía pronunciar palabra alguna – y una flamante madrina. Miren si acaso mi nieto no es el más afortunado aquí.-dijo finalmente.

-¿Dónde está Mimi? -preguntó el señor Tachikawa.

-¿Y cuándo conoceremos a Kyo? -la señora Izumi también rodeó afectuosamente a Sora mientras ella procuraba recuperar la compostura.

-El médico vendrá a indicárnoslo. Seamos pacientes – dijo Koushiro mientras comprobaba el estado del traje que llevaba sobre su ropa, digno de un cirujano.

Eso no tardó en suceder. Un hombre fornido se asomó desde la sala de parto y nos comunicó la habitación en la que Mimi se encontraba, en el ala de maternidad del hospital. Koushiro se adelantó con las abuelas y los abuelos fueron tras ellos.

Yo me quedé de pie, observándolos alejarse y procurando ser prudente con Sora, que ahora se limitaba a hipar de vez en cuando.

-¿Estás bien? -la observé. Ella asintió brevemente, con el rostro aun colorado.

-¿Me acompañas afuera? Ne… necesito despejarme un poco. Fue muy intenso. No sé si nos dejarán ver a Mimi ahora.

-Ya nos ocuparemos de eso. Vamos, y puedes escribirles a los demás en nombre de Mimi y Koushiro, eres la madrina y ya tenías la autorización expresa.

Ella se rio. Era cierto. Ambos se lo habían pedido la noche en la que habíamos cenado con ellos.

Caminamos en silencio hasta la parte de emergencias y salimos al estacionamiento exterior. Me mantuve en silencio para que ella notificara al resto, aun se sacudía de vez en cuando.

Me apoyé sobre una barandilla de hierro y crucé los brazos, procurando no interferir con sus emociones.

Para mí también había sido raro, pero entendía que en el caso de Sora, podría llegar a sentirse más vulnerable.

-Es duro -murmuró ella, observando la calle oscura que se extendía cerca de donde estábamos.

-Lo es. ¿Cómo te sientes?

-Mejor. Imagino que… tú sabes… el pasado.

-Eso. Sí.

-¿Pu… puedo abrazarte?

-¿Qué clase de pregunta es esa? – la miré incrédulo, de inmediato abrí los brazos y ella se dejó envolver por mí, apoyando su frente en mi hombro y escondiendo su rostro en mi pecho. Estuvimos unos minutos así, me parecieron un paraíso y un infierno a la vez. Pero me di cuenta de que teníamos las mismas emociones mezcladas.

Dirigí mi vista hacia el cielo estrellado. Sentí los brazos de Sora rodear mi cuerpo y no hice ningún gesto o comentario.

Era la primera vez en todos esos años en la que nos permitíamos compartir ese momento de dolor tan profundo, y aunque el paso del tiempo había alivianado piadosamente el sufrimiento, aquel era un vacío con el que siempre cargaríamos.

Al cabo de un rato, ella se separó un poco de mí. Ya no lloraba ni hipaba.

-Tienes mejor cara.

-Gracias Yamato.

-No tienes que agradecer nada. Estos últimos días nos han acercado mucho, así que era perfectamente posible que esto nos sucediera.

-Tienes razón.

-¿Vamos a visitar a Mimi? Y de paso la liberamos de su madre.

Ella asintió gustosa.

-No me perdonará esto -dijo burlonamente.

Sin dudas, lo peor ya había pasado.

Nos dirigimos escaleras arriba hacia el ala obstétrica, en el sector de maternidad. Allí divisamos en un pasillo a los señores Tachikawa. Aguardaban con sus abrigos en mano.

Nos acercamos y capté la mirada de la madre de Mimi sobre nosotros.

-¿Cómo estás, Sora? -preguntó de forma afectuosa.

-Bien, mejor. Gracias. ¿Ya pudieron ver a Mimi?

-Si -dijo el hombre sonriendo – y a nuestro nieto. Mira.-

Le acercó su teléfono para que apreciara la primer fotografía de Kyo. Sora se volvió para mostrarme la imagen.

Se veía un pequeño profundamente dormido y con su diminuto puño cerrado. No podía decirse mucho sobre algún parecido, pero su rostro estaba lleno de paz.

-No puedo esperar a verlo – dijo Sora.

-Pues ya es tu turno – dijo Koushiro, saliendo de la habitación seguido de sus padres.

Ella ingresó de inmediato.

-Acompañaré a los abuelos hacia el ingreso al hospital y ya vuelvo, espérame por aquí.

-Así lo haré. -afirmé, y luego de despedirme de todos ellos, les vi alejarse por el pasillo.

¡Qué noche tan intensa! Esperaba que Sora estuviera mejor. Consulté el chat grupal y vi muchos mensajes de felicitación de parte de nuestros amigos. Koushiro había compartido la misma foto que su suegro nos había mostrado hacía unos minutos.

Además tenía un mensaje de Taichi en el que me preguntaba específicamente por mí, e imaginé que habría palabras similares para Sora. No quería preocuparle, así que me apresuré a contestarle con sinceridad, especialmente la parte de la reacción completamente emocional de Sora. Le aseguré que ella se encontraba bien, sabía que de otro modo, sería perfectamente capaz de salir hacia Kioto a esa hora para ver a su mejor amiga.

Vi acercarse a Koushiro con calma hasta que llegó a mi lado.

-Mimi ya debe haber terminado de alimentar a Kyo, así que pronto podrás entrar tú.

-Descuida, no tengo apuro. Además debe estar exhausta, y también tú.

-Lo estamos -afirmó el joven de cabello rojo oscuro-pero ya la conoces, no podrá dormir a causa de la emoción.

-Probablemente.

-¿Sora está bien? Entiendo que estaba en una posición difícil. -parecía estar tanteando el terreno, me imaginaba perfectamente lo que habría pasado por su cabeza cuando ella lo abrazó llorando.

-Descuida, ha sido un momento, y se le pasó rápido. La verdad es que el nacimiento de Kyo excede lo demás.

-Puede ser – se quedó en un silencio breve, observó el pasillo en el que estábamos y apoyó la espalda contra la pared, bajando la voz – ¿Sabes? el día de mi cumpleaños, Sora llegó poco antes que tú. Allí la llevamos aparte con Mimi y le dijimos que habíamos pensado en ella para ser madrina de Kyo. No se nos ocurría una persona más adecuada que ella, pero fuimos sinceros en plantearle que no sabíamos como iba a sentirse con respecto a lo que les pasó hace años. Le insistimos en que se lo pensara bien, y que nadie se tomaría a mal si no le hacía sentirse bien. Imagínatelo. En seguida se emocionó y dijo que nada la ayudaría más a ir dejando eso atrás que conectar con un niño tan especial como el hijo de su mejor amiga. Pero quizás el momento fue demasiado emotivo.

-Para todos lo fue, Koushiro. No te atormentes por la decisión que tomaron con Mimi, no podría haber imaginado una madrina más indicada que Sora para Kyo.

-Tienes razón. Me alegra de que lo haya aceptado, y lamento que quien tuviera que consolarla hayas sido precisamente tú, a ambos les debe remover.

-No te compliques, amigo. De verdad, creo que nadie podría haberla contenido mejor -me giré a observarlo -gracias por ser tan cuidadosos con nosotros estos años. Estamos bien, y muy felices por ustedes.

Él asintió y pareció increíblemente aliviado.

La puerta se abrió, dando paso a una sonriente Sora que me indicó que ingresara a la habitación. Se la veía mucho más tranquila.

Así que entré y vi a una cansada, ojerosa e increíblemente risueña Mimi. Tenía al pequeño Kyo en sus brazos, que parecía dormir.

-Yamato.

-Enhorabuena a la madre más guapa del hospital.

-Cállate. Sin maquillaje, exhausta de tanta fuerza y dolor. Pero ha valido cada segundo. – se rio.

-¿Así que este es el niño que nos ha ilusionado todo este tiempo? -dije acercándome y observando a la criatura.

-El mismo, y estoy segura de que él si que es el bebé más guapo del hospital y del mundo entero.

-Creo que se parece a ti. Solo espero que no herede tu vanidad.

-Tonto, no me hagas reír, que me duele la cicatriz que… no importa.

-Creí que estarías demacrada, y esperaba no poder pasar a verte.

-Aquí me ves. Feliz -hizo una pausa y me observó con otra expresión -¿Cómo estás tú? ¿Y Sora? Mi madre me dijo que ella no podía con sus emociones. Y ahora le pregunté pero eran puras evasivas.

-Tranquila. Al principio fue duro, pero entiendo que una vez que dejó salir lo que estaba trabado en ella, ahora está más aliviada y muy feliz por ustedes, por cierto.

-Yo… ay me quedé tan preocupada -frunció el ceño levemente – sabía que sería difícil para ella.

-Y no tienes que cargar con culpa por eso, ¿Si? Estoy seguro de que se pondrá bien. Y que esto la animará y la ayudará a sanarse.

-Sí. No dejo de pensar que su relación con Mark terminó porque él quería tener niños y ella ni siquiera quería oír hablar de eso.

No esperaba esa información.

-Déjala a su tiempo -fue todo lo que pude mencionar.

-Lo siento. No debería haber dicho eso.

-No importa Mimi. Lo realmente importante aquí, es que Kyo ha llegado, y que estamos felices de ser parte.

-Gracias, Yamato.

-Me voy, que tengo que dejarte descansar.

-Si. Y llévate a Sora.

-De acuerdo.

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Estaba bastante estresado. Había ocurrido un problema en algunas plataformas informáticas de venta de boletos y muchos shows fueron afectados porque se habían sobrevendido localidades.

Así que la solución que había encontrado luego de arduas negociaciones entre Jen y la discográfica, había sido hacer más fechas para contentar a todos los espectadores. Acababa de lanzar mi primer álbum solista, si era franco, los resultados de ventas habían sido increíblemente positivos y no había motivos para estar malhumorado.

Lo único bueno sería que tener que hacer tres fechas más en Kioto me permitirían asistir al cumpleaños de Mimi.

Eso definitivamente sería muy positivo.

Me arreglé concienzudamente, necesitaba algo en qué distraerme, había conseguido un buen regalo para ella, había hablado con Taichi la noche anterior y su esposa me había sugerido el perfume favorito de nuestra amiga.

Sí, tanto Mimi como Koushiro estarían encantados de recibirme, y lograrían hacer mi noche más amena, además la última vez que los había visto fue en Tokio, durante la celebración que habían organizado por el reconocimiento que obtuvo en esa ciudad.

Recordar aquella noche me predispuso mejor. Habíamos terminado de limar asperezas con Sora y ahora teníamos una relación más amigable y cordial. Al menos ya no tendría que estar esquivando a nadie en el caso de que estuviera en el cumpleaños aquella noche.

¿Qué podía salir mal?

Caminé hacia el barrio residencial en el que vivían los anfitriones, no me quedaba tan lejos del hotel en el que me hospedaba y la noche estaba increíblemente cálida para tratarse de uno de los primeros días primaverales de aquella temporada.

Llegué hacia el conocido departamento y aguardé a que alguien llegara a recibirme, luego de haberle escrito a Mimi.

La vi aparecer un par de minutos más tarde, con rostro risueño y un bonito conjunto violeta que resaltaba su piel pálida. Su cabello castaño estaba recogido en una media cola y lleno de elegantes ondas.

-Yamato ¿Cómo estas, querido? – me saludo afectuosamente con un abrazo y me observó en detalle -te ves muy bien, me sorprendió recibir tu mensaje anoche anunciando que vendrías.

-Agradéceselo a una falla en un sistema informático, de otro modo, esta noche estaría dando un show en Tokio.

-¡Bendita falla! -exclamó de forma audible -pero que Koushiro no me escuche, es lo único capaz de hacerlo enojar.

-Pues no diré nada.

-Así me gusta. -se detuvo unos instantes y me observó con un gesto extraño.

-¿Qué ocurre? ¿Ya quieres tu obsequio? Aquí lo tienes. -bromee.

-Tonto -tomó el paquete que le acerqué pero no lo abrió. Le vi fruncir los labios hacia un lado.

-¿Qué ocurre? ¿Te sientes bien?

-Yo…

-¿Es por tu madre? Creo que ya entiende que no hay interés entre nosotros, son las ideas que se armó en su cabeza cuando me ayudabas con las clases de canto y...-bromee, aquello era cierto y aun a veces nos reíamos al recordarlo.

-No es mi madre – dijo, relajando finalmente los hombros. Se distrajo abriendo el paquete y observó el perfume. -¿Sabes que es mi favorito?

-Rin lo sabía muy bien, podríamos decir que este regalo es de parte de los Yagami también.

-Oh, que tiernos son. -sonrió - seré breve. Está Sora.

-¿Y el problema es…?

-Que vino con su nuevo novio.

-Está bien, Mimi. Creí que era algo grave.

-Es solo que… no quisiera que te sientas incómodo.

-No hay razones para que eso suceda.

Ella me miró no muy convencida.

-Está bien. Pero si no te llegas a sentir bien o algo, házmelo saber. No te guardes todo, señor "me lo aguanto todo".

-Ya ha pasado bastante tiempo, está bien que cada uno siga con su vida.

-Te estaré vigilando -dijo ella, ignorando mis palabras.

Ingresamos al departamento. Se respiraba un ambiente agradable. Al menos Koushiro estaba en la sala principal, parecía algo ajeno a la gente que le rodeaba. Estaría deseoso de interactuar con un amigo, porque Mimi solía tener amistad con personas tan histriónicas como ella misma.

-Yamato, qué agradable sorpresa tenerte por aquí.

Y era sincero.

-¿Cómo estas?

-Ahora que estás aquí, mejor -me dijo por lo bajo, mientras si esposa se dirigía a la cocina – no entiendo porqué los artistas que rodean a Mimi son tan distintos a los que te rodean a ti.

-Perfil más bajo, en mi caso.

-Por supuesto. ¿Estás dando shows en Kioto?

-Si, por un error en el sistema de venta de boletos. Pero al menos he podido estar aquí presente.

-¿Un error? ¿Qué plataforma? Hay algunas con las que negocian grandes discográficas y son un verdadero desastre.

Me causó gracia verlo ligeramente alterado. Desvié mi vista un segundo y descubrí que alguien me observaba fijamente desde la otra punta de la sala. Me había costado verlo porque había bastante gente allí.

Se trataba de un hombre cercano a nuestra edad. Tenía el cabello bastante largo y de color castaño claro. Sus brillantes ojos castaños, que parecían estar concentrados en mí hasta ese momento, se desviaron rápidamente hacia otro lado, mientras sostenía una copa de vino. Era llamativo, en parte por sus rasgos que no eran asiáticos y por su altura, que podría ser mayor a la mía.

Koushiro ni siquiera parecía haber notado el fugaz cruce de miradas, en ese momento se ocupaba de consultar su celular en busca de plataformas de venta de tickets que parecían ser de su agrado.

Sentí que alguien pasaba a mi lado rápidamente y noté que era Sora. ¿Estaría bien llamar su atención en ese momento? ¿Sería aquel hombre de mirada penetrante su nuevo novio? ¿Acaso querría ahorrarse el momento incómodo de tener que presentarnos? Como fuera, jamás me atrevería a intervenir en algo así. Si prefería ignorarme, lo aceptaría. Lo que menos buscaba era generarle incomodidad.

La seguí con la mirada y en efecto, se reunió con aquel joven, que ahora solo tenía ojos para ella. Sus manos se apoyaron en la cintura de Sora y la besó.

-Así que ahora eres masoquista -la voz de Mimi me sobresaltó, salida de algún lugar muy cercano a mi oído.

-El que empezó con las miradas fue él -me excusé de inmediato, girándome de mala gana hacia ella.

-No me digas – dijo con sarcasmo.

-Te lo aseguro. Yo estaba muy tranquilo y sentí que alguien me observaba.

-Y tú le habrás devuelto el favor.

-No soy una amenaza.

-Y él no lo sabe. -Mimi me tomó del brazo y me arrastró hacia la cocina, mientras Koushiro aun no entendía mucho sobre lo que había sucedido y nos seguía.

El resto de la noche transcurrió sin más contratiempos, hasta que después de cortar el pastel, una chica se tropezó y volcó el contenido de su copa sobre mi chaqueta. Se deshizo en disculpas pero le dije que no hacía falta que hiciera nada, me dirigí silenciosamente hasta el baño, donde una vez dentro pude maldecir a gusto por la pésima suerte de aquella noche.

Estuve un buen rato refregando la parte de la tela manchada hasta lograr sacar gran parte de la marca que había dejado la bebida al secarse. Al final me había resignado a quedarme en la cocina con Koushiro, mientras Mimi iba y venía en todo momento y me dirigía miradas inquisidoras.

Escuché que alguien golpeaba la puerta, así que me apresuré a salir hacia el pasillo.

Por supuesto, era el novio de Sora. Me observó fijamente y solo atiné a hacerle un gesto amable con la cabeza, procurando expresar una paz que no sentía. Y luego, me dirigí hacia la terraza del departamento, dispuesto a terminar de despejarme.

Apoyé los codos en la barandilla y una agradable brisa tuvo el efecto tranquilizador y refrescante que necesitaba. Dejé que el viento agitara mi cabello y cerré los ojos, comenzando a sentirme mejor.

Si no hubiera captado esa mirada tan seria dirigida hacia mí, quizás la noche podría haber transcurrido de otro modo, pero no, tenía que tornarse una tortura.

Sentí unos pasos a mis espaldas y por el rabillo del ojo vi aparecer a Sora, quien apoyó sus manos en la barandilla, a pocos metros de donde yo me encontraba.

-Lamento la actitud de Mark. No me di cuenta de lo que pasó hasta que Mimi me lo dijo recién.

-Descuida.

-No sé porqué actuó así, es alguien tranquilo.- ni siquiera nos mirábamos, solo conversábamos casualmente, como si evitar un encuentro directo entre nuestros rostros alivianara algo de la tensión que sentíamos.

-No debe ser fácil para él que el ex de su adorada novia esté en el mismo cumpleaños en el que él ha sido presentado "en sociedad".

-Puede ser. -ahora se giró a observarme – no volverá a pasar.

-No te preocupes – me permití observarla con una sonrisa -te ves genial, me alegra verte bien acompañada. De veras.

-Gracias.

Ella observó hacia el interior del lugar y creyó vislumbrar a su novio, entró justo después de despedirme con un rápido gesto de su mano.

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-Pero estoy bien.

-¿Estás segura?

Sora se cruzó de brazos y frunció el ceño, observándome con atención.

-¿Qué les pasa a todos que dudan de la veracidad de mis palabras hoy?

-No te alteres. Pero nos has preocupado.

-Bueno, no ha sido fácil, pero no es para que monten todo este drama a mi alrededor. Sí, estuve muy sensible por el tema, es obvio. Pero ciertamente también fue una reacción de mucha felicidad. – suspiró – puedes irte tranquilo, Yamato. Estaré bien.

-Como tú digas. - Me alejé un par de pasos hacia mi coche.

-Yamato -me detuve y la contemplé, ella prosiguió – en serio. Estoy bien. Gracias por preocuparte. Y gracias por acompañarme hoy.

-Está bien. Si necesitas algo… -ella asintió ante mis palabras.

-Si mañana decides venir a Kioto, avísame.

-Así lo haré. Adiós -con un rápido gesto me despedí y encendí el motor del coche.

En media hora había llegado al piso en el que me quedaba. Completamente excedido por la manera en la que todo se había desarrollado y los cabos que mi mente comenzaba a atar.

La misma noche de nuestro primer encuentro, en el cumpleaños de Koushiro, tanto a Sora como a mí nos había invadido el pasado. Yo estaba susceptible por Fuji y todo lo que eso provocaba en mí. Comprobar que estaba soltera había generado algún tipo de tonta expectativa en mí sumada a la cercanía que nos había otorgado nuestro diálogo. Y los recuerdos abrumadores habían hecho el resto. Luego los besos en la puerta de su casa.

Por otro lado, esa misma noche, minutos antes de atropellarme en el pasillo, Sora había recibido una noticia increíblemente movilizadora. La había enfrentado a su pasado más traumático, y probablemente a los sentimientos encontrados, porque era un honor que Mimi y Koushiro la eligieran como madrina de Kyo. Estaba inmensamente feliz por sus amigos, pero aquello la obligaba a afrontar su pérdida más difícil. Luego se había cruzado conmigo, la conversación sobre Fuji seguramente había generado más eco en ella del que jamás llegaría a admitir.

Y así habíamos llegado al estado actual.

Un híbrido entre pasado no resuelto y anhelos de afecto. Combinación explosiva para meter la pata.

Y lo verdaderamente complicado para mí, era que la situación comenzaba a confundirme.

Ahora que ella estaría más centrada en su pequeño ahijado, imaginé que la probabilidad de vernos sería menor, y me trajo un gran alivio pensar en eso.

Definitivamente, necesitaba dejar este experimento atrás. Deseaba que dos las semanas que nos separaban de Tokio pasaran velozmente.

Eso era, sería sencillo dejar pasar el tiempo y apartarme un poco para no tener que admitir que me había ilusionado con ella. Había caído como un tonto. No había querido herirla a ella, pero jamás había pensado en la posibilidad de que quien saliera mal parado de la situación fuera yo.

Me acosté a dormir, y desee con todas mis fuerzas poder dormir hasta muy tarde.

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Afortunadamente, al día siguiente Mimi estaba exhausta como para recibir visitas, y Sora estuvo todo el día en la casa de su padre trabajando en sus diseños para presentarse en el desfile final del concurso, que sería un par de meses más tarde. Ella me había admitido que llevaba algo de atraso y que comenzaba a transitar la típica vorágine del terror previa a cualquier evento de moda.

Sin habérmelo propuesto, al fin tenía una excusa precisa para no interferir con su tiempo ni tentarme de escribirle.

Me concentré en releer el contrato de la discográfica y me decidí a firmarlo, luego de varias idas y vueltas con Jenn como mediadora. Tuvimos algunas reuniones virtuales con Knife Of Day y comenzamos a esbozar una lista preliminar sobre las canciones que cada uno tuviera en mente para grabar el disco compilado que nos exigía la discográfica. Tuve que retomar los ejercicios con el bajo y comenzar a ensayar mis antiguas melodías de voz.

A su vez, estábamos también enfocados en realizar las versiones acústicas que también nos habían pedido. Akira y yo nos encargamos de empezar a desarrollar ideas de nuevas canciones, así que pasamos varias horas abstraídos en la tarea, conectados por video llamada e intercambiando impresiones a toda hora.

Era el ritmo de trabajo que me gustaba, había olvidado lo sencillo que se me hacía componer con él, con la visión sumamente similar que teníamos.

Hablaba a diario con Taichi, que estaba impaciente por tener un par de días libres para ir a Kioto con Rin a conocer a Kyo, también con Mimi, que ya se recuperaba y comenzaba a adaptar sus horarios a los del pequeño.

Pero con Sora algo había cambiado. Quizás cada uno estaba concentrado en sus asuntos -y me agradaba que así fuera – pero de todos modos comenzaba a echarla de menos.

Lo mejor era seguir distanciándonos hasta que se me pasara la confusión.

Finalmente llegó el último día de estadía.

Pasaría por ella esa tarde, Taichi había estado un par de días de visita en su casa y a pesar de haber declinado su invitación excusándome por el trabajo que tenía, sabia que se lo habían pasado en grande.

Aquella mañana realicé una limpieza profunda del departamento en el que había estado viviendo durante esos últimos meses.

Cuando retiré mi valija del rincón en el que estaba, escuché un suave tintineo metálico y agudo cerca de allí. Observé el suelo a mi alrededor y entonces vi el anillo dorado decorado con pequeños rubíes muy cerca de uno de mis pies.

Tomé la joya entre mis manos y sonreí.

Sora podía llegar a ser tan distraída a veces.

Observé los destellos que las diminutas piedras preciosas generaban con la luz solar que se colaba desde la ventana. Vi el grabado en el interior, con su nombre y una fecha.

Era el anillo que todos le habíamos obsequiado el día en el que se graduó. Me causó gracia que lo hubiera llevado aquella única noche en la que habíamos dormido juntos allí. Probablemente se lo quitó antes de acostarse, en algún momento se le cayó y se lo había olvidado inexplicablemente.

Sonreí otra vez.

Recordaba haber amanecido con tanto deseo como el que habíamos experimentado durante la noche anterior. Ahí estaba el motivo de su despiste.

Se lo devolvería esa misma tarde.

Horas después, almorcé algo rápido y entregué las llaves a la dueña del piso luego de que ella revisara y comprobara el estado del lugar.

Cuando llegué a Kioto, Sora ya tenía casi todo empacado y aguardaba a que yo llegara.

-¿Tienes mucho equipaje?

-Podría ser peor – dijo ella sonriendo, vi varias fundas voluminosas que tendrían varias prendas en su interior.

-Pueden viajar en el asiento trasero, para que no se arruguen.

-Mejor así.

Nos tomó bastante tiempo ordenar todo, y cuando estuvo todo listo, ella se encargó de activar la alarma en la propiedad y cerrar la casa.

Pasaríamos por casa de los Izumi para despedirnos. Subió al coche mientras yo lo encendía.

Observé los bultos que adornaban el asiento trasero del vehículo.

-Tu sí que eres productiva cuando quieres – comenté.

-Nunca subestimes a una diseñadora atrasada con su trabajo.

-Te desconozco -dije burlonamente, poniendo el coche en marcha hacia el edificio donde vivían nuestros amigos.

Estuvimos media hora allí. Mimi estaba radiante, feliz de vernos allí. Se encargó de tomarnos fotos con el pequeño Kyo, que en efecto, tenía mucho de su madre.

Su cuerpo diminuto se movía con lentitud y cada vez que escuchaba la voz de alguno de sus padres, sus ojitos castaños se desviaban en esa dirección.

-Lo que más feliz me hace, es que nos deja dormir -comentó Mimi de buen humor, poco a poco su cuerpo había vuelto a su estado natural y aunque aun tenía algunas ojeras debido a la frecuencia con la que alimentaba al bebé, se la notaba con muy buen ánimo.

Sora estaba completamente concentrada en el pequeño, que tomaba su dedo índice con fuerza y la observaba fijamente cuando ella le hablaba, concentrado en el rostro de su madrina.

-Es una pena que ya tengan que volverse. – suspiró Mimi, contemplando la escena conmigo.

-El deber llama -dije.

-Sí. Y un desfile que no puedo atrasar ni evadir más -agregó Sora apesadumbrada.

-Nos veremos pronto, de todos modos -comentó Koushiro -cuando Takeru y Hikari celebren su compromiso.

-¡Es cierto! -exclamó Mimi, más animada.

-Entonces no pasará mucho tiempo – Sora también parecía de mejor humor.

Asentí.

Llegó la hora de partir. Nos despedimos de nuestros amigos con efusividad, realmente todo había sido maravilloso durante esos meses.

-Cuídense -dijo Mimi, que ahora sostenía a Kyo.

Antes de subir al coche, me sonrió ampliamente y me guiñó un ojo con descaro, como en los viejos tiempos.

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Annavi21: qué decirte? muchas gracias a ti por continuar leyendo!!! :) por suerte este capitulo ya lo tenía casi listo! sigue habiendo pasado para desarrollar! un beso!