.13.
La vi aparecer ante mí con un bonito vestido corto de color naranja, el cabello suelto y las enormes gafas que usaba cuando pasaba largas horas frente a la computadora. Me observó aliviada en el umbral de la puerta y siguió con su mirada el movimiento de una de mis manos dirigiéndose hacia el bolsillo de la camisa que vestía.
-Aquí está. No puedo creer que me haya olvidado de devolvértelo.
Sora sonrió y extendió su mano para tomar el anillo.
-Cuando noté que no lo tenía entre mis cosas, recordé que lo llevaba el día en el que fui a Osaka. – dijo a la vez que lo colocaba en su dedo y se detenía brevemente a mirarlo en su mano.
-Lamento haberlo olvidado, lo encontré mientras terminaba de ordenar todo para volver a Tokio y con la visita a casa de Mimi y Koushiro no volví a recordarlo.
Ella le restó importancia al asunto con un gesto de la mano.
-No pasa nada, ¿Quieres pasar?
-Eh…
-Si estás apurado no hay problema.
-Para nada – respondí – Es que imagino que tendrás cosas para hacer para el concurso y no quiero quitarte tiempo.
-Ya terminé la colección.
-¿De verdad?
-Claro. Y estaba pensando en descansar un poco, aprovechando el sábado.
-De acuerdo. Te acompaño.
Ella asintió sonriente y se hizo a un lado para dejarme pasar al interior de su departamento.
El lugar era justo como lo había imaginado. Con espacios amplios y mucha luz natural proporcionada por los ventanales, decorado con cuadros sobrios de arte moderno. Me recordaba bastante a la estética del departamento en el que había pasado los últimos meses en Osaka.
Los muebles de madera oscura brindaban calidez al lugar, y se veían algunas fotografías de su infancia y otras de modelos desfilando sus prendas en diferentes pasarelas de moda.
-Qué bonito lugar -dije con sinceridad.
-Gracias. – se quitó las gafas – voy a guardar algunas cosas y vuelvo. Espérame por aquí.
Asentí y miré a mi alrededor, divisé un enorme sillón y decidí ubicarme en él cómodamente. Me acerqué y sobre los cojines contemplé asombrado al gato más grande que había visto alguna vez.
El enorme animal estaba completamente extendido y ocupaba dos almohadones grandes. Con una extraña postura, sus patas oscuras elevadas de cualquier forma y el vientre completamente expuesto hacia arriba, estaba profundamente dormido, lo percibí al ver la manera en que respiraba pausadamente, veía sus largos bigotes blancos agitarse a medida que fruncía el hocico, sumido en un profundo sueño y con ronquidos.
No quería asustarlo bruscamente al tomar asiento a su lado. El solo hecho de imaginarme matando al adorado señor Jin de un infarto mientras Sora no volvía logró disuadirme y decidí recorrer la estancia contemplando las fotografías que había en la sala.
Ella no tardó en aparecer, sin sus gafas y con expresión relajada.
-¿No tomarás asiento?
-Ese gato gigante está ocupando medio sillón.
-¿Y le temes a los gatos? Él es adorable.
-No quisiera asustarlo y que reaccione de forma inesperada.
-No saltará a clavarte las uñas.
-No lo sé.
Se echó a reír ante mi fingida indiferencia y nos acercamos al dichoso animal.
Sora extendió su brazo y le habló con suavidad, a la vez que su dedo índice acariciaba una de las patas del gato. Él comenzó a despertar y estiró su cuerpo, de modo que ante mis ojos creció más.
-Este gato no es de tamaño convencional, es demasiado grande. Está más cerca de una pantera.
-Así lo llama mi padre -dijo Sora riendo.
El señor Jin giró hacia una lado y emitió un prolongado bostezo, estiró su espalda y abrió su único ojo para contemplarme con fijeza. Se quedó así unos instantes y de inmediato se bajó del sillón con un elegante salto. El iris amarillo de su mirada unilateral era intenso y no despegaba la vista de mí. Sora se sentó de inmediato y me indicó que hiciera lo mismo a su lado.
-Taichi me llamo hace unos minutos y entre todas las cosas que me dijo, me comentó que esta mañana se averió tu coche. Qué pena, y yo haciéndote venir por un estúpido anillo.
-Me lo averiaron. -precisé - Lo chocaron anoche mientras estaba estacionado. Por suerte yo no estaba ahí, destrozaron el lado del conductor.
Ella hizo una mueca de desagrado frunciendo el rostro de manera divertida.
-Imagino tu reacción esta mañana cuando lo viste.
-Sí, terrible – asentí con una leve sonrisa, pero no me hacía gracia, en absoluto -la aseguradora se hará cargo -me encogí de hombros.
Ella asintió y se cruzó de piernas sobre el sillón.
-¿Has almorzado? Pensaba pedirme algo, esta mañana terminé con unos pequeñitos últimos detalles de la colección que no había notado antes y necesito una recompensa para mi estómago, que casi no ha podido digerir nada en estos días con nervios.
-Lo puedo imaginar. – sonreí – bueno, te acompañaré, dado que desde el desayuno no probé bocado, solo pensaba salir a correr y cuando llegué a la puerta de mi edificio los pedazos de mi auto estaban desperdigados en la calle.
-¿Encontraron al culpable?
-Aun no, pero gracias a las cámaras de seguridad, ya hay un vehículo identificado.
-Es algo.
-Sin dudas.
Nos llevó algunos minutos decidir qué pedir para almorzar y de pronto noté que el señor Jin estaba ubicado a mi lado.
Ronroneaba y me observaba con intensidad.
-¿Y tú qué quieres, colega?
Sora se echó a reír.
-No lo creerás, pero estoy segura de que quiere subirse en tus piernas.
-¿Qué?
-Le caes bien. Pero no es usual que se comporte así. Aunque cada vez que viene Takeru lo hace. Adora a Hikari y a tu hermano.
-¿Ah sí? -no estaba muy convencido de aquello, jamás había tenido una predisposición con los animales, o al menos no con los gatos. Siempre había preferido a los perros.
-El hecho de que le ignores hace que sea más curioso contigo.
-Haberlo sabido – murmuré sonriendo.
El magnifico animal colocó una de sus patas delanteras sobre una de mis rodillas y tanteó el terreno sin dejar de observarme y ronronear.
-Ya es una batalla perdida, deberías asumirlo – dijo Sora con una sonrisa divertida.
El señor Jin se subió sobre mis piernas y sus patas delanteras amasaron mis muslos, clavando con aterradora suavidad sus uñas en la tela del pantalón. Se echó luego de dar un giro completo y se situó con las patas delanteras sobre mi rodilla. Era bastante pesado.
-Ahora deberías acariciar su cabeza, detrás de las orejas y en la nuca – indicó ella a punto de estallar de risa.
-Te lo estás pasando en grande viéndome así, ¿Cierto? -bufé.
-Mucho más de lo que podría llegar a admitir.
-No me digas -mis dedos acariciaron el cuello del animal y él ronroneó aun más fuerte, a la vez que sus garras comenzaban a clavarse en mis rodillas.
-Le estás agradando mucho, es increíble. Me encantaría poder enviarle una foto de este momento a tu hermano. Se sentiría traicionado por el señor Jin.
-Hazlo -la desafié sonriendo burlonamente, mientras ella negaba rápidamente y se reía.
-¿Y tú darías las explicaciones pertinentes?
-Claro que no. Tampoco siento que haya que darlas -me encogí de hombros.
Durante unos minutos estuvimos en silencio.
-He pensado mucho en ti estos días – soltó Sora de pronto.
La observé con sorpresa.
-Vaya.
-¿Está mal? - preguntó desviando la vista hacia su celular.
-Claro que no. Sería un hipócrita si te dijera que no he pensado también en ti.
De acuerdo. Ahora algo había cambiado. Incluso el gato negro lo notó. Se incorporó y se quedó sentado sobre mis piernas hasta que con un ágil y armonioso salto, se situó a mi lado y me dirigió una mirada penetrante, para darse la vuelta y marcharse.
Aún observando el lugar donde el animal había estado, me sorprendieron las manos de Sora apoyándose en mis mejillas, con rapidez me giré hacia ella, que cerraba los ojos y su frente descansó sobre la mía.
-Esto es difícil – susurró -había decidido que no llegaríamos a más luego de Osaka.
Mis manos se ubicaron con rapidez sobre su cintura y ella se dejó guiar hasta quedar sobre mis piernas.
-Creo que no sabemos mentirnos mucho.
Abrió los ojos.
-¿A quién queremos engañar? Quiero estar contigo, Yamato.
La abracé con fuerza, estrechándola contra mi cuerpo.
-¿Qué nos detiene?
-Tu nueva gira mundial. Y… si gano el concurso, debería irme a estudiar un año a otro país.
Tragué saliva. Aquello era inesperado. No conocía esa parte del asunto. Intenté disimular la amarga sorpresa hablando con calma.
-¿Es parte del premio?
-Sí. Un año de perfeccionamiento en Italia.
Me observaba fijamente estudiando mis reacciones.
-Está bien. No me parece tan alocado. Aunque confío en que ganarás ese concurso, nada puede alegrarme más que estés consiguiendo lo que siempre quisiste.
Ella hizo un breve gesto de negación. La tensión ya era demasiado alta, casi sentía la manera en la que me había atrapado la corriente otra vez.
El beso no llegó. Ella parecía debatir otra vez consigo misma.
Y no podía culparla.
Entendía que sus miedos -y los míos- tenían fundamento. Pero ya no éramos esos chiquillos del secundario. Acabábamos de admitir que queríamos estar juntos.
El timbre, a veces tan inoportuno, hizo que nos separáramos.
Ella se hizo a un lado y se levantó para ir en busca de sus llaves.
La escuché dando vueltas a mis espaldas y ni siquiera me molesté en ir tras ella.
No tenía sentido.
Buscaría una rápida excusa para irme luego de almorzar.
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Me adentré en el local seguido de cerca por Akira. Ambos teníamos pases VIP y habíamos llegado temprano para ocupar nuestros lugares sin molestas interrupciones. Realmente no estaba de humor para eso.
Él sabía que algo me ocurría, lamentablemente nunca había logrado disimular nada cuando las cosas no salían como yo imaginaba. Y aunque mi amigo me seguía de cerca e intentaba sonsacarme algo del problema que me aquejaba, me negaba por completo a hablar de eso.
No quería que nadie supiera lo de Sora.
Me sentía decepcionado.
Ella misma me lo había dicho, quería estar conmigo, también yo. ¿Qué tan problemático podría llegar a ser estar un año separados físicamente? Por supuesto que sería difícil, años atrás mis giras llevaban varios meses y aunque nos costaba lidiar con ello a veces, siempre cabía la posibilidad de que en algunos días de descanso coincidiéramos con ayuda de algún vuelo.
Y si el caso era ella, si ganara el concurso y se la pasara un año en Italia, ¿Qué la hacía pensar que no iría gustoso de visita?
Pero lejos estaba de poder solucionarlo, así que había conseguido el par de boletos para la presentación del primer disco de la banda de nuestra querida representante, y nada iba a empañarme la noche.
Nos ubicamos cómodamente y aguardamos a que abriera el show la primera banda.
El death metal nunca iba a gustarme, pero estos tipos sonaban bastante bien, en parte aquel estilo me ayudaba a canalizar mi frustración. Akira no parecía prestarles atención.
-¿Así que no atraparon al maldito que te destrozó el coche?
-No. Aunque se han encargado de decirme que está identificado, pero supongo que no quieren volver a molestarme hasta tener más respuestas.
-Imagino que vieron tu cara y se les pasaron las ganas de estorbar.
-De seguro daba miedo.
-Lo sé -dijo él burlonamente, de modo que nos reímos y me relajé un poco. Llevaba todo el día con un espantoso mal humor, algo que detestaba y la mayor parte de las veces en las que me jactaba de haber aprendido a manejar mi frustración, me sorprendía a mí mismo comprobando que aun quedaba mucho por aprender.
-¿Tú cómo has estado?
-Si me lo preguntas por la chica con la que salía hace unos meses, terminamos -dijo Akira sonriendo.
-Qué raro.
-Oye. Tú llevas más tiempo soltero que yo.
-Sí, pero he tenido relaciones estables.
-No me digas -se mofó él, su semblante cambió -lo cierto es que estoy interesado en otra persona. Y no quería estar dañando a una chica que me ha tratado tan bien. Me dio pena pero fui sincero desde el principio.
-Ese sí que es un cambio -mencioné.
-Los treinta y uno.
-La crisis de los treinta -afirmé burlonamente.
-La crisis -concedió, elevando su cerveza para hacer un breve brindis.
Al final me había olvidado del mal humor, allí estaba, con uno de mis primeros amigos de verdad, con alguien que se había transformado en una parte esencial de mi vida y con quien habíamos compartido innumerables momentos. Solo ahora me daba cuenta de lo mucho que había necesitado a Akira todos estos años, y sentía una profunda gratitud por volver a reunir a Knife Of Day.
-Veremos qué nos trae Jen con su banda – dije sonriendo mientras lo veía asentir.
El primer show había finalizado y mientras el lugar permanecía a oscuras, vimos a un par de chicas mirándonos desde lejos y .
-No voy a encargarme ellas -bromeó Akira -te las dejo a las dos para ti.
-Vaya, quien sea que te haya enamorado, vas en serio -dije gratamente sorprendido.
-Soy un hombre de principios.
-Tampoco estoy interesado, pero aprecio tu intención.
Me observó en silencio.
-Pues ya me contarás de quien se trata. -me dijo.
-No, mientras tú no abras la boca.
-Jaque Mate.
El show de Jen y su banda fue refrescante. El poderoso sonido de los instrumentos distorsionados, sumado a su oscuro timbre de voz gutural se ganó de inmediato a todo el público. También la calidez de su voz limpia cuando cantaba con dulzura. El mundo estaba a sus pies. Por primera vez comencé a pensar en su carrera artística y supe que sus días trabajando como representante estaban contados.
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-Déjame intentarlo una vez más, pero con metrónomo, me está costando entrar en el cambio de compás – dije observando al ingeniero de sonido a través del cristal del estudio.
El hombre asintió y una vez más, la música comenzó a sonar en los auriculares con el particular sonido estridente del metrónomo que marcaba los tiempos. Respiré una bocanada de aire y ahora me resultó más fácil.
La canción se adaptaba perfectamente a mi registro y ahora logré completar toda la frase sin contratiempos.
Al otro lado, vi a Akira y Akane asentir e intercambiar unas palabras con el productor. Ya todo venía avanzando muy bien. Estábamos grabando las viejas canciones de Knife Of Day, y en poco tiempo comenzaríamos con las nuevas composiciones, que aún había que ajustar.
Si bien los cambios que habíamos realizado en los antiguos éxitos del grupo nos los hacían más fáciles de interpretar, a veces nos complicaban un poco.
Eran viejas canciones con nuevas perspectivas.
Finalicé la dichosa canción y me dirigí a casa de Taichi. Aquella noche sería la fiesta del tan ansiado compromiso de Takeru e Hikari, que habían decidido celebrarlo así porque no sabían con exactitud la fecha en la que se casarían. La gran noticia que nos habían dado dos semanas antes, era que estaban esperando mellizos. Si a eso le sumábamos que mi hermano estaba dando varias conferencias y mi cuñada estaba cursando un posgrado que le llevaría por lo menos medio año más, era claro que su boda se debería posponer bastante tiempo.
Así que habían decidido celebrar el compromiso por lo alto, y también compartir su felicidad por los niños que llegarían en algunos meses, casi un mes después de mi ahijado.
Rin abrió la puerta con una sonrisa.
-Yamato - me abrazó afectuosamente.
-¿Cómo estás, Rin?
-Aguardando a que llegaras.
-Porque ya tu ahijado tiene nombre – agregó Taichi apareciendo de inmediato detrás de su esposa, con una enorme sonrisa.
-Vaya. ¿Pues qué esperas para decirlo?
-Akihiro, o Aki, como lo llamaremos luego. -dijo Taichi complacido.
-Yagami Akihiro -dije en voz alta. Me gustaba como sonaba. (N/A: Por lo que encontré, significaría algo así como luz que brilla en el extranjero, me pareció adecuado para un hijo de un embajador)
-Y aun no te dije lo mejor. Llegará casi a finales de invierno, muy cerca de tu cumpleaños. -agregó Yagami.
-Pues ese niño será increíble. Ya lo verás -dije con satisfacción.
-Bueno, ahora que ya pasamos las formalidades, ¿Podrían prepararse para la celebración de hoy? -preguntó Rin muy divertida.
-Es cierto. Casi lo olvidaba -me excusé, tomé la ropa que llevaba aparte en una funda y me dirigí hacia el baño para cambiarme.
El reflejo que me devolvió el espejo me hizo reír. Llevaba varias horas levantado, había comenzado con las sesiones de grabación desde temprano y el cansancio se evidenciaba en mis ojos.
De todos modos, agradecí que mi buen porte siempre me hiciera destacarme, peiné mi alborotado cabello rubio lo mejor que pude, logrando reírme del hecho de que el desorden en mi peinado era la muestra más evidente de lo mal que lo había pasado grabando, porque cada vez que me frustraba, mis nervios me llevaban a revolverme el flequillo con exasperación.
El conjunto oscuro que vestía resaltaba mi piel pálida y mis ojos claros. Al final, había logrado parecer alguien decente.
Salí del baño luego de perfumarme y aguardé junto a Rin a que Taichi quedara listo para salir en dirección al bonito lugar que los novios habían elegido para celebrar el compromiso.
-¿Ni siquiera te dieron un coche para andar estos días? -preguntó Rin más tarde, mientras nos dirigíamos al lugar.
-Me lo ofrecieron, pero preferí aguardar a que llegue el nuevo. Al final encontraron al tipo que destrozó mi coche, en cuestión de una semana tendré el nuevo y me olvidaré este estresante asunto de una vez por todas.
-Espero que no se tarde mucho más. -replicó ella.
Asentí, viendo que nos acercábamos al destino.
La fiesta sería bastante íntima y sencilla, fiel al estilo de ambos. Nuestras familias y amigos.
Divisamos a lo lejos a Mimi descendiendo de su coche acompañada de Koushiro y el pequeño Kyo. No los veía desde la última vez en Kioto con Sora. Aquella idea me revolvió la mente un poco más. Había logrado no ceder a las ganas de escribirle durante las tres últimas semanas, mientras las canciones de Knife Of Day avanzaban y la excusa de perderme durante horas encerrado entre las paredes aisladas del estudio daba resultado.
Entendía que una vez más todo era tenso entre ambos. Y todo delicado, a un segundo de irse al demonio por ser tan irresponsables el uno con el otro.
En mi cabeza, la vocecita interior que me decía "Te lo dije" varias veces al día me amargaba aun más.
Tomé aire durante unos segundos y procuré relajarme un poco mientras Taichi y Rin conversaban en voz baja entre ellos sobre algo de la vestimenta de ella. Les dejé avanzar delante de mí mientras continuaba intentando con varias respiraciones profundas que contribuyeran a un buen clima.
Ingresamos al hermoso salón y vi a mi madre conversando animadamente con Hikari, quien a decir verdad se veía muy hermosa mientras colocaba sus manos en el vientre, mostrando lo grande que estaba. Natsuko parecía particularmente emocionada, a unos pasos de ellas se encontraba mi padre con los señores Yagami, riendo alegremente.
Takeru apareció a mi lado sonriendo.
Lo abracé con fuerza y palmee su espalda, realmente feliz de estar viviendo aquel momento.
-Mierda, te ves mejor que el novio -murmuró él riendo.
-Cállate. Tendrías que haber visto mi cara cuando salí del estudio. Deplorable.
-Ahora que lo mencionas -me miró fijamente – tienes unas ojeras enormes, que compiten con las mías.
Nos reímos.
-Te felicito, hermano.
-Gracias. Me encanta que puedas estar por aquí y no en alguna gira.
-Me habría pedido días para asistir, no me perdería esto por nada del mundo.
-Lo sé.
Me despedí con un gesto mientras Taichi se acercaba a él para saludarlo y dirigí la vista hacia Hikari, que en esos momentos conversaba alegremente con Mimi mientras sus ojos estaban fijos en el pequeño Kyo.
-Pero si aquí llega nuestro rockstar favorito -mencionó Mimi sonriendo.
-¿Cómo están? Mucha belleza por aquí, eso seguro -dije sonriéndoles mientras ambas se reían.
-La belleza de esta noche es Hikari y este soberbio vestido que le hizo Sora -dijo Mimi, de inmediato noté un extraño brillo en su mirada, pero fingí que no lo percibía, mientras me detenía a observar al pequeño Kyo, quien ya era un bebé bastante robusto y agitaba sus manos y piernas de manera errática, con la vista fija en mí.
-Tú sí que estés enorme y te ves bien guapo -le dije al niño mientras este sonreía y continuaba observando con atención el mundo que le rodeaba.
Hikari se excusó brevemente para ir a saludar a otros invitados y Mimi me miró con fijeza.
-¿Qué te está pasando?
-¿A mí?
-A ti. Y a Sora. ¿Por qué han estado saludando a todo el mundo desde que llegaron sin siquiera mirarse?
-En serio, ni siquiera sabía que ya estaba aquí. Y no saludé a todo el mundo, simplemente a quienes vi primero.
La vi morderse el labio y sonreír.
-Estás a la defensiva. – aquello para mí era una pesadilla, pero ella lo estaba disfrutando.
-No. Creo que tú estás buscando algo donde no lo hay.
-Mentiroso -lanzó ella sonriendo.
-¿En serio, Mimi? Luego de tantos años, ¿vas a empezar así otra vez? ¿Luego de todo lo que tuvimos que pasar?
-Es que se llevaban de maravilla la última vez, mucho mejor que estos años. A mí no me engañas, te conozco muy bien. Y también a Sora.
-No tengo que rendirle cuentas a nadie sobre lo que haga o deje de hacer, ¿No lo crees?
Procuré decirlo de modo suave, si había una cosa que no quería, era hablarle de mal modo a mi amiga y pasar mal la noche, creía entender que algo habría captado y su rápido cerebro había sacado conclusiones.
-Lo siento. – dijo de inmediato. - No quise incomodarte. Es que la última vez los vi llevándose tan bien, que tengo que admitir que me ilusioné. Creí haber percibido algo entre ustedes. Pero tienes razón, después de todo lo que pasaron, no creo que tenga que meterme en sus asuntos.
-Descuida -mi interior suspiró aliviado.
-Ya comienzo a parecerme a mi madre -dijo Mimi con amargura.
-Claro que no, no digas eso. Imagino que con todo lo que pasó, sería fácil suponer algo así. Y quieres lo mejor para ambos, pero a veces no se puede volver atrás.
-Tienes razón.
Le sonreí, entendía sus buenas intenciones, sabía muy bien que ella era extremadamente perceptiva y aguda para leer a las personas, y probablemente algo en su interior le habría dicho que algo sucedía.
Y si consideraba lo mucho que habíamos pasado con Sora, la impotencia volvía a mí otra vez.
Necesitaba aire.
Me fui solo hacia la puerta principal, saliendo directamente al recinto donde los vehículos estaban estacionados. No podía creer que todo esto me tuviera tan sensible e irritable. Al final, realmente era cierto que quería estar con Sora. Ya no podía engañarme a mí mismo. Me sentí un verdadero idiota. ¿Qué pasaba conmigo?
-Yamato – la voz de mi padre resonó a mis espaldas.
-Hola – me voltee y le sonreí. Él repitió el gesto, sin embargo sus ojos penetrantes escudriñaron con facilidad mi rostro.
-¿Qué ha pasado? Hace mucho tiempo que no te veo tan preocupado.
-Tonterías.
-¿Es la gira de Knife Of Day? ¿El disco? ¿O alguien más?
Su pregunta fue tan frontal que tartamudee como un niño atrapado mientras hacía una travesura, asumí mi derrota y me encogí de hombros, dejando notar mi malhumor.
-Lo sabía. Aun te nubla la mente verla.
-Ni lo digas.
-No es algo malo. Descuida -me dijo, a la vez que apoyaba su mano en mi hombro – me pasó con tu madre durante todos estos años.
-¿Tanto tiempo?
-Sí. Pero no era algo correspondido. Me llevó años lograr que se interesara en mí otra vez, especialmente convencerla de que ya había dejado atrás mi adicción al trabajo.
-Yo creo que esta vez el problema no soy yo.
-No creo que hayas sido precisamente tú el del problema, Yamato. Nunca fuiste tú.
-Qué fácil es responsabilizar a la otra parte. Mi problema fue no saber leerla, ni interpretarla cuando ni ella misma sabía que lo que le pasaba era una enfermedad mental.
-No hablo solo de responsabilizarla a ella. Pero creo que a veces eres muy duro contigo mismo. Sea lo que sea que haya pasado en estos tiempos entre tú y ella, solo ten paciencia contigo, no hay nada más duro que luchar contra los sentimientos que tienes, especialmente cuando los juzgas. Si hay algún modo de mejorar tu situación, hazlo. Quizás ella necesita que tú le des esa seguridad.
-¿Disculpa? ¿Y tú cómo sabes todo esto?
-Porque soy tu padre, te conozco a la perfección, también la forma en las que tus pensamientos te guían hacia la culpa… y además, actúas del mismo modo que yo.
-No sé hasta qué punto eso es bueno -logre reír y él asintió aprobatoriamente.
-Dale tiempo.
-Precisamente, siento que eso es lo que nos falta.
-Entonces no sigas perdiéndolo.
Negué brevemente con la cabeza. Este hombre formidable era mi padre, y no importara el tiempo que pasara, o el mal que me aquejara, siempre iba a ser la persona que me ayudaba a asumir lo que me pasara, quien siempre tendría una mirada sensata y un análisis frío sobre lo que fuera que me ocurriera.
Y quien me ayudaría a dar el primer paso.
Otra vez, quien avanzaría sería yo.
Ingresé con él la lugar donde se llevaba a cabo la fiesta. Aun había gente llegando y grandes grupos reunidos. Busqué a Sora con la mirada y la vi sola, distraída mientras tecleaba en su celular completamente absorta.
No podía acercarme ahora, estaban todos a nuestro alrededor y les llamaría mucho la atención que de pronto nos retiráramos a conversar. No quería tener que plantearle nada por celular, quería hablarlo directamente. Mi padre tenía razón, no podía seguir perdiendo tiempo, si iba a intentar algo, tenía que ser todo o nada.
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Natesgo:Sé que no hay apuro en publicar (me has dejado emocionada con tus palabras sobre cómo escribo, gracias de corazón, me cuesta mucho convencerme de que lo que voy a publicar tiene sentido) esta vez me tardé por estar de vacaciones y desconectada de las redes, pero aquí tienes el capítulo. Ahora podemos entender un poco más sobre las razones por las que Sora se limita en el avance de esta relación, pero será suficiente esta excusa para Yamato? Beso!
Annavi21: Muchas gracias por tus palabras, bonita! esos reviews me dan vida *-* esperemos a ver cómo avanza esto! Beso!
