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-Los hemos reunido aquí porque queremos compartir nuestra felicidad con ustedes. Nos hemos comprometido, en camino hay un par de mellizos y con lo ajetreados que nos están resultando estos tiempos, sabemos que se pospondrá la boda por lo menos un año.
Hikari asintió ante las palabras de Takeru con una amplia sonrisa, a la vez que rodeaba con uno de sus brazos la espalda de él y dirigía sus emocionados ojos castaños hacia los asistentes.
-Y para serles sinceros, también queríamos tener una buena oportunidad para celebrar como se debe todo esto, y mejor si es compartido con nuestras familias y amigos – levantó su copa y todos le imitamos desde nuestros respectivos sitios en las mesas. – así que luego de este maravilloso brindis, podemos bailar bastante para bajar la cena y estar preparados para los postres, en los que nuestra amiga Mimi ha invertido tiempo y mucho amor.
Los aplausos no se hicieron esperar, acompañados de algunas risas.
La música comenzó a resonar por todo el lugar, las luces del salón principal se apagaron mientras se encendían las que correspondían a la pista de baile.
Ante mis ojos vi a muchas personas ponerse de pie y dirigirse directamente al centro desprovisto de mesas para comenzar a bailar.
Quizás esta era mi oportunidad.
Me decidí a escribirle un escueto mensaje a Sora para encontrarnos en alguna de las terrazas del lugar, una alejada de toda la gente. La vi a lo lejos en su mesa, consultó su celular y se quedó un poco pensativa. Levantó la vista y me buscó por el salón con la mirada hasta dar con mi ubicación.
Apenas habíamos podido saludarnos durante toda la noche.
Sus ojos a lo lejos expresaron indecisión. Elevó las cejas brevemente y se dispuso a contestarme.
Minutos más tarde me dirigí hacia uno de los balcones más alejados y aguardé varios minutos hasta que la vi aparecer.
Se la veía muy bien, el vestido negro era sobrio y llevaba el cabello pelirrojo recogido en una trenza que permitía apreciar lo mucho que lo había dejado crecer.
Sus ojos castaños, con su extraño dejo rojizo, estaban enmarcados en un bonito maquillaje oscuro que realzaba su mirada y sus pómulos. Todo en ella me resultaba armónico.
-Yamato – se acercó amigablemente, aunque parecía levemente apenada.
-Así que te dignas a saludarme sin salir huyendo.
-No fue mi intención que sintieras eso, tonto. – se rio. Eso era bueno, al menos parecía estar relajada.
Vi sus dedos jugando inquietos con los anillos que llevaba en su mano, y la manera en la que sus ojos se dirigían furtivamente hacia la puerta por la que acababa de llegar.
-Bromeo. Puedo imaginarme que Mimi ha sido curiosa también contigo.
-Me ha acosado con preguntas desde hace días. Cuando algo se le mete en la cabeza, no se detiene. No he querido darle ni una mínima señal, por eso me he comportado algo distante.
-Descuida, si no me acerqué antes fue precisamente por eso. Además, entiendo que solo ahora podemos quedarnos tranquilos, debe estar yendo a casa de sus padres para dejar allí a Kyo.
-Sí, recién se fue. - confirmó rápidamente ella – lamento todo esto. La última vez que nos vimos te noté molesto, y no quería tener que cruzarte y hacerte sentir mal.
-Puedo imaginarlo. Pero oye, me viste acercarme amigablemente, no pensaba recriminarte nada -sonreí.
-Hay algo más. Y no me sentía bien al contártelo hoy. Pero te lo diré.
-Dime.
-Estoy con un retraso.
Me quedé helado. Completamente desencajado por la inesperada información que ella acababa de darme, solo me llevé las manos a las sienes y las arrastré hacia atrás, absolutamente aterrado.
-¿Tú… estás segura? ¿Cómo…? ¿Cuándo…?
-En Osaka, esa noche, acabábamos de cenar, fue antes de irnos a dormir. Creo que no nos cuidamos allí, habíamos bebido demasiado.
Me quedé mudo.
El destino podía ser realmente cruel.
-¿Y cuánto hace exactamente que no…?
-Tres meses. – estudió mi reacción con cautela y se apresuró a seguir hablando - No noto que mi cuerpo esté particularmente hinchado, y supongo que todo este tiempo lo había olvidado, lo atribuí a los nervios del concurso, y la otra vez, cuando me devolviste el anillo, lo recordé.
Me alejé dándole la espalda unos segundos, intentando procesar aquello. Recordé aquella noche mientras mis manos sudorosas se apoyaban en la barandilla y contemplaba el paisaje nocturno que se divisaba fácilmente desde la altura. Suspiré. Era cierto, aquella noche habíamos estado completamente ebrios.
-Mierda. Ni yo lo recordaba. Ese condenado vino.
-Lamento tener que decírtelo así. Yo… te vi tan enojado la última vez que prefería decírtelo luego de realizarme el test, pero me siento demasiado nerviosa. No quiero ni siquiera pensar en que esa posibilidad…
-Hazlo esta noche. – la interrumpí y me giré a verla - Te acompañaré hasta tu casa si eso ayuda a que estés mejor. Y nos quedamos tranquilos. No tiene porqué ser eso, además, no notaste otros síntomas ¿Verdad?
-No. Y por eso siento que probablemente sea una falsa alarma.
-Mejor descartarlo ahora.
-Sí.
Me quedé de pie observándola, aún sorprendido. Ella parecía haberse quitado un peso enorme de encima. Se acercó un poco más aliviada y me sonrió levemente.
-Gracias, Yamato.
-Necesito hablar contigo, cuando pase todo este susto.
Ella asintió. Nada parecía ser peor que la posibilidad de un presunto embarazo para el que que no estábamos listos ni nos sentíamos dispuestos a tener que aceptar.
-Lo sé. Nos debemos una conversación muy importante. He actuado como una chiquilla y no quisiera que el orgullo vuelva a alejarnos.
-Por una vez en estas semanas coincidimos.
-¿Con respecto a mi inmadurez? ¿O el orgullo?
-Ambas -me reí otra vez viendo su reacción sorprendida.
-Mira, que tú también te has vuelto bastante tonto en estos últimos tiempos.
Ella se acercó un poco más a mí y apoyó su frente sobre mi hombro, rodeándome con los brazos y quedándose así.
Apoyé mi mejilla sobre su cabeza y me quedé en silencio, disfrutando de la cercanía y evaluando la situación, hasta que vi a Taichi Yagami sonriéndome a través del ventanal.
En otro momento me habrían subido los colores al rostro, pero su expresión no era burlona, era una sonrisa completamente sincera. Tomé el brazo de Sora con cuidado y le di un ligero apretón para que se apartara.
Así lo hizo y me observó cuestionando mi acción confundida, hasta que le señalé un punto a sus espaldas.
La escuché suspirar y girarse para curiosear, en algún punto rindiéndose ante posibilidad de que alguien nos hubiera visto. Cuando percibió a Yagami le sonrió ampliamente y él salió hacia la terraza, mirándonos.
-Vine buscando un poco de calma y me encuentro con esta bonita escena que no pensaba interrumpir – nos dijo de buen humor, para dirigirse de inmediato a Sora - ya te estabas tardando mucho, querida.
-¿Tardando? - los miré confundido mientras alternaba mi mirada entre uno y otro.
Vi que Sora bajaba la vista un segundo, riendo con gusto y con las mejillas levemente sonrojadas. Realmente, no podía creer lo hermosa que se veía.
-Sí, ella creyó que no lo notaría. – me explicó rápidamente Taichi – A menudo olvida que la conozco desde que somos dos mocosos, y que es demasiado evidente para mí que no puede disimular su interés en ti. – habló Yagami – y veo que es mutuo. Al final fue bueno volver aquí para poner todo en su lugar – llevó las manos a los bolsillos del pantalón y me sonrió - tranquilos, yo no he visto nada, no se lo diré a Mimi ni a nadie más. Imagino que tendrán mucho para conversar, independientemente del camino que decidan tomar, no les molestaré.
No pude decirle nada más, aún estaba sorprendido y además de inmediato se retiró.
-Necesito que me lo expliques – aun no podía entender mucho lo que sucedía allí.
-Tranquilo. No sabe nada de lo que pasó en Kioto. Me he reunido varias veces con él y Rin para cenar o salir y comenzó a sospechar, pero solo le dije que intentaba acercarme a ti. De hecho, creo que a sus ojos, eres algo así como la víctima inocente.
-De acuerdo, me gusta que se me reconozca el papel del manipulado y seducido en contra de su voluntad – bromee mientras ella reía.
-Taichi estaba decidido a que esta noche te fueras conmigo. Iba a buscar una excusa para irse antes de urgencia.
-Y yo siendo ingenuo y cuidadoso con lo que decía.
-Por supuesto, no se imagina que también hay algo que tenemos que solucionar de inmediato.
Asentí. Casi había olvidado el susto de un rato antes.
-Me voy -dijo de inmediato - que si llega Mimi y ve que no estoy en la mesa y tampoco te encuentra, será más difícil despistarla.
Tomé su mano antes de que se marchara. Se giró y me miró.
-Estás preciosa.
Ella sonrió y se acercó una vez más, ahora tomó mi rostro entre sus manos y besó mi mejilla con suavidad.
-Te quiero – susurró.
Se fue, dejándome completamente sorprendido e incapaz de articular o pronunciar alguna respuesta.
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Llegamos bastante tarde. Casi amanecía. Al final, Taichi se había ofrecido a llevar a Takeru e Hikari hasta su departamento, por lo cual la ocasión había cuadrado a la perfección para que Sora tuviera que aventarme hasta mi piso.
Todos lo habían asumido rápidamente. La versión extra oficial era bastante diferente.
En el coche apenas habíamos hablado, en parte porque estábamos cansados y además se percibía la ansiedad creciendo.
Descendimos del vehículo en silencio, de modo un poco autómata de mi parte, porque lo cierto es que me había despertado muy temprano y llevaba casi la totalidad del día sin dormir. Agradecía el hecho de no tener que ir al estudio aquella jornada. Sí, definitivamente era mejor así. Suprimiendo un fuerte bostezo, seguí a Sora hasta la puerta principal del edificio en el que vivía. Ingresamos al hall y sin mediar palabra subimos en el ascensor.
Ella parecía sumergida en sus propios pensamientos mientras me daba la espalda, aguardando a llegar a su piso.
Descendimos justo frente a la puerta de su departamento y se apresuró a abrirla, ingresando rápidamente al lugar, sumido en la oscuridad.
Se escucharon unos maullidos acercándose a la vez que Sora encendía las luces. Vimos al señor Jin, que se apresuró a llegar hasta Sora y frotar su cabeza en las piernas de su ama. Ella lo recogió en sus brazos y le habló con una voz sumamente dulce.
-Mi pequeño, lamento haberte dejado solo tanto tiempo.
-En serio, nuestro concepto de "pequeño" difiere bastante – mencioné por lo bajo, haciendo un esfuerzo por no reírme de su rostro cargado de fingido reproche.
-Para tu información, es un gato de osamenta grande.
-Vale. No insistiré en este terreno delicado.
Como toda respuesta, Sora se giró hacia mí y depositó al animal en mis brazos, mientras ingresaba a la sala principal y comenzaba a buscar algo en los cajones. El gato emitió un extraño maullido y se lanzó hacia el suelo, volviéndose a observarme con marcado recelo.
Me dio gusto verla recorrer el lugar descalza, mientras deshacía nerviosa la trenza que había llevado toda la noche y su largo cabello le cubría el rostro. Finalmente encontró una pequeña bolsa plástica y de ella extrajo una caja de cartón.
El test.
Nunca había pasado por algo así antes. Era una nueva clase de temor, pero quise infundirle algo de confianza así que me acerqué y coloqué una mano sobre su hombro.
-Seguramente no será nada.
Asintió y me miró con una sonrisa nerviosa.
-Si hay algo de lo que no me sentiría capaz en este momento, es de ser madre. No he vuelto a pensar en esa posibilidad. Le he rehuido al tema durante años desde lo que nos pasó.
-Tranquila. Sea cual sea el resultado, haremos lo que sea preciso, y no estarás sola.
Asintió y se retiró hacia el baño.
Cuando cerró la puerta me eché en el sillón. No creía que fuera a suceder eso, de hecho ella misma había manifestado que no había presentado síntomas aparte de su retraso. La posibilidad era ínfima.
Percibiendo la atmósfera cargada de nervios, el gato se ubicó junto a mí en el sillón, ronroneaba y estaba echado con sus enormes patas encogidas debajo de él. En serio, no entendía el complejo comportamiento de este animal. Su brillante ojo amarillo me estudió con pausada fijeza y bostezó.
Se abrió la puerta con brusquedad y Sora apareció ante mí, con los brazos cruzados mientras fruncía los labios hacia un lado, mostrando la ansiedad que sufría.
-Hay que esperar unos minutos – me dijo.
-De acuerdo -dije con una calma que me era completamente ajena en ese momento. De algún modo quería que se sintiera un poco más tranquila.
Estuvimos en silencio, finalmente me puse de pie y tomé su mano, llevándola a mis labios para dejar un beso en el dorso. Ella pareció relajarse un poco y se abrazó a mí como solía hacerlo, apoyando su frente en mi hombro y rodeando mi espalda con sus brazos. El tiempo no transcurría, estábamos en nuestra propia burbuja.
Al cabo de unos minutos, se separó de mí y me dirigió una débil sonrisa antes de ir a corroborar el resultado del test.
-Negativo. -la escuché decir de forma audible, acompañando su voz por un prolongado suspiro - Y nunca me sentí tan feliz por eso.
Apareció al cabo de unos minutos, luego de desechar el material.
Tomamos asiento en el sillón, aliviados y felices de estar allí.
-Gracias por soportar esto. - me dijo algo avergonzada.
-Ven aquí – rodee su cintura con un brazo y sus hombros con el otro y me las ingenié para terminar echados en el espacioso sillón, riendo nerviosamente luego de haber experimentado esos momentos de incertidumbre.
Ella se acomodó mejor y apoyó su cabeza en mi hombro, dejó su mano libre sobre mi pecho y yo rodee su cintura con mis brazos, rogando por quedarme así un buen rato. La había echado de menos.
Antes de poder tener la tan ansiada conversación que habíamos acordado, nos quedamos profundamente dormidos.
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Desperté sofocado y con el cuello adolorido. Cuando abrí los ojos, me encontré con el pequeño hocico del gato olfateando mi frente, mientras el notable animal estaba tranquilamente sentado sobre mi pecho y no permitía que el aire ingresara en mi organismo.
Él se sobresaltó tanto como yo y cuando di un respingo dio un ágil salto justo antes de echar a correr.
Me incorporé jadeando y llevando mis manos a la contractura en las vértebras cervicales que había adquirido durante aquellas escasas horas de sueño.
Busqué a Sora con la mirada y no la encontré, pero escuché el sonido de la ducha proveniente desde el cuarto de baño. Logré ponerme de pie lentamente, previendo mi estado general, que era deplorable por el mal descanso. Olfatee desde la cocina el aroma de un rico desayuno, y me dirigí hacia allí lentamente.
En la pequeña mesa de la habitación había una deliciosa sopa de miso, pescado a la parrilla, natto y un poco de arroz.
Me gustaba que Sora hubiera optado por un desayuno tradicional, últimamente me había acostumbrado al café y eso irritaba mi estómago cuando estaba nervioso. Me senté ante la mesa y me di cuenta de que ni siquiera me había quitado la chaqueta la noche anterior, por lo cual estaría particularmente arrugada.
Sora apareció pocos minutos después, con el cabello perfectamente cepillado cayendo cuan largo era por su espalda, mientras este se balanceaba perezosamente siguiendo sus rápidos movimientos ordenando algunos armarios. Notaba su tendencia a usar vestidos de verano, que era su estación preferida.
-¿Necesitas calentar el pescado o el arroz? Cociné hace una hora y pensaba despertarte luego de mi ducha -se giró para observarme expectante y sonrió.
-Está delicioso, perfecto.
-Bien. – se detuvo brevemente y cruzó los brazos -me tomé el atrevimiento de recoger la ropa que llevabas en tu mochila y la lavé, ya está seca para usarla si es que quieres darte un baño tú también. -Su rostro estaba radiante.
-Ya has hecho bastante.
-Hazlo, y te sentirás más cómodo. Además, no soporto ver las arrugas que tiene tu traje, déjame encargarme de eso, es de una muy buena marca como para que lo eches a perder así -lamentó.
-De acuerdo -me reí, ya finalizando mi desayuno y levantándome con lentitud. Aun estaba completamente duro por lo que llevé la mano a mis cervicales nuevamente, dejando escapar un quejido.
-Una ducha te aliviará - me dijo ella, divertida.
-Eso espero.
Me marché arrastrando los pies. Cuando ingresé al cuarto de baño, descubrí que me había preparado una toalla, y sobre un pequeño mueble, la ropa que ella había lavado, cuidadosamente doblada y con un exquisito aroma.
Rápidamente me despojé de lo que vestía y me metí en el pequeño cubículo para recibir agradecido el cálido abrazo del agua tibia, que logró relajar parte de mis agarrotados músculos del cuello y me despertó.
Ahora comenzaba a reaccionar positivamente y mi ánimo mejoraba.
Cuando más tarde salí del baño, con espíritu renovado, ella estaba en el sillón, muy concentrada mientras zurcía una blusa con el ceño levemente fruncido y con el gato negro sobre sus piernas.
Me acerqué y tomé asiento a su lado, expectante por la tan ansiada conversación pendiente. Ella dejó la prenda a un lado y me observó sonriendo.
-Bueno, creo que ahora sí que estamos aptos para hablar cómodamente -dije.
-¿Y tus contracturas?
-Mejor.
-Puedo hacerte masajes luego.
-En serio, deja de ser tan perfecta.
-No puedo.
Nos reímos con el fin de relajarnos un poco más, pero había algo tenso en el ambiente.
-Yamato – comenzó ella – lamento todo el entrevero de los últimos tiempos. Realmente me la pasé varios días meditando sobre todo esto y creo que me estaba abrumando aquí sola.
Hizo una breve pausa y me interrumpió antes de que yo le dijera algo, aunque solo había querido disculparme por mis malos modos de la última vez allí.
-Reconozco que uno de mis mayores problemas es el de ser bastante irracional a veces, y eso me hace seguir impulsos cuyas consecuencias evalúo muy tarde. Y este fue el problema. Me dejé llevar, y nos empujé a esto. Y sostengo lo que dije anoche, realmente me siento a gusto contigo, y te quiero. Pero considero que fui bastante irresponsable. Al final, te encantará oír que tú tenías razón, y terminamos de lleno metidos en esto.
-Sora – ella me escuchaba con atención – descuida. No hay nada que lamentar. Además, yo me comporté como un idiota, haciendo un berrinche porque no respondías del modo que yo quería, y eso fue egoísta de mi parte. Lamento que te hayas sentido presionada en estas semanas. Confieso que la noticia del otro día me dejó un poco… amargado.
-Lo comprendo. Fue una información que omití porque veía poco probable la posibilidad de ganar el concurso, pero la fecha comienza a acercarse y la sensación comenzaba a superarme.
-Está bien. No es que lo hayas hecho adrede. Debo decir que me agrada la confianza que has desarrollado en tu talento. – sonreí – y a decir verdad, fue un poco egoísta de mi parte solo considerar que incluso aunque yo salga de gira con la banda, es completamente coherente que tú no quieras afrontar una relación a distancia. No somos los mismos de cinco años atrás, y nunca me había puesto a evaluarlo desde mi perspectiva, no sé si yo podría soportar un año entero sin verte. Yo no quería asumir lo obvio, y es que si ganas ese concurso, es razonable que haya que evaluar esto en lo que estamos metidos.
-Eso es exactamente lo que me preocupaba. No sé si con una relación que recién comienza (aunque haya un antecedente de más de seis años mucho antes) sea bueno comprometerse a continuar juntos durante tanto tiempo. Como máximo llevamos poco más de tres meses viéndonos a escondidas, y considerando algo serio, unas dos o tres semanas, no es una base muy firme para construir algo tan ambicioso.
-Y estoy completamente de acuerdo. Y por eso, es que quiero saber qué es lo que realmente quieres hacer. -dije, pendiente de su rostro.
Sora se detuvo unos breves instantes antes de continuar.
-Quiero estar contigo. – afirmó, sosteniendo mi mirada con seguridad - Me siento muy tonta por haberme preocupado tanto por algo que aun no sé si llegará, fue una tonta excusa para intentar negar lo que me estaba pasando.
-Te aseguro que no tienes ni un pelo de tonta. De hecho, el que no entendía nada era yo. Y tiene sentido todo lo que planteas, aunque el resultado del concurso sea algo incierto, es necesario plantearse la posibilidad y estudiar cómo actuar.
-Pero definitivamente no con tanta antelación -se rio ella.
Me acerqué un poco a Sora y el señor Jin, captando mis intenciones, se levantó del lugar que ocupaba y se alejó con lentitud hacia el recipiente con comida que tenía a algunos metros del sillón.
-Te quiero, Sora. Y quiero estar contigo, aun si eso significa que de ganar ese concurso, tengas que irte y decidamos separarnos.
Ella me recibió entre sus brazos y me besó. Nada anhelaba más que estar así, hablando de ese modo tan serio sobre aquello, algo que al principio hubiera creído incierto.
Sora me arrastró hacia ella, de modo que nos quedamos echados en el sillón, sin dejar de besarnos.
-No… creo… que sea buena idea volver a dormir aquí - pude decir entrecortadamente.
Ella se rio echando la cabeza hacia atrás, forcejeó levemente debajo de mi cuerpo para zafarse y lo logró hábilmente.
-Sugiero que vayamos a otro lugar, sin el inquisidor ojo del señor Jin.
Asentí, realmente aliviado.
-Y podría conocer el resto del piso, que no me has sacado de aquí y solo pude ver el cuarto de baño.
Me levanté con cierta torpeza, aun estaba demasiado cansado e inconscientemente llevé la mano una vez más a mi zona cervical.
-Vamos – tomó mi mano -también me encargaré de eso.
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Annavi21: Hola querida! Estuve con unos días libres y me desconecté de todo, aun así mi mente siguió desarrollando ideas que recién estoy logrando plasmar! Perdón por la demora! Espero poder compensarlo con este capítulo! Me alegra que te vaya gustando hacia donde va la historia :) este capítulo fue completamente Sorato! Besoooo
Natesgo: Si el gato está de su lado, Yamato llevará las de ganar, al menos el corazón del peludo ya lo tiene! Me alegra que la espera haya valido la pena! Este capi bien sorato fue especialmente pensado para llenarnos de azúcar *diabetes alert* En cuanto a los mellis takari, siempre me gustó esa idea para ellos, no sé porqué. En 'la niña de mis ojos' creo que también hice que sus hijos fueran mellizos, una niña y un niño. Gracias por la paciencia! Me sentí un poco mal por no haber podido actualizar antes! Beso!
