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Esa mañana de Navidad me levanté muy temprano y conduje hacia una tienda en la que retiré algunos paquetes enormes, me encargué de guardarlos en el baúl de mi bonito coche y nuevamente ante el volante me dirigí de buen humor hacia un bonito barrio en las afueras de Tokio, lleno de hermosas y amplias residencias.
Taichi me recibió con los brazos abiertos y su sonrisa más amplia, complacido con mi visita. Observó con curiosidad los enormes paquetes que había ido sacando desde mi coche.
-¡Feliz Navidad! -hizo una breve pausa – Mira amor, el padrino realmente se ha esmerado con los obsequios -dijo acentuando su semblante conmovido en dirección a Rin, quien acababa de aparecer en el umbral de la puerta principal de la vivienda, mientras contemplaba la escena a su lado con curiosidad a la vez que sus manos acariciaban con calma su enorme vientre de ocho meses.
-¡Feliz Navidad! -dije sonriendo -Oye. Son de parte de los dos padrinos. -puntualicé con seriedad -Los compramos antes de que Sora se marchara, pero el envío se tardaría hasta hoy y ella no pudo estar presente para darles los obsequios por sí misma -lamenté con una leve mueca de disconformidad y mirando a los futuros padres que estaban ante mí, aun sorprendidos ante todo el despliegue de regalos.
-¿Qué es todo esto, Ishida? -Rin me observaba risueña.
-Me han dicho que Aki ya recibió mucha ropa abrigada para cuando nazca, en pleno invierno. Así que conseguimos el carrito, la silla para llevarlo en el coche y que se adapta para cuando pueda estarse sentado y comer -expliqué muy convencido y repitiendo las palabras de Sora.
-Lo han pensado todo -aprobó la esposa de Taichi complacida -¡Muchas gracias!
-Te lo dije, querida. Ellos iban a ser la mejor opción como padrinos, no solo por pensar en todo, sino porque nos iban a consentir incluso a nosotros.
Ella acentuó su expresión divertida y se acercó a mí para darme un enorme abrazo.
-Lamento tanto que Sora no esté aquí -murmuró emocionada -se apartó con lentitud y vi algunas lágrimas -no me hagas caso, estoy increíblemente sensible ahora. El gesto más simple me conmueve, así que imagina cómo estoy de afectada con esto.
-Descuida -dije sonriendo, extendí un poco mi mano hacia su vientre y me detuve antes de atreverme a tocarlo -¿Puedo?
-Claro que sí -ella tomó mi mano y la apoyó sobre su cuerpo, sentí de inmediato que algo se sacudía dentro. -ya está dando patadas otra vez -dijo sonriendo Rin en dirección a Taichi.
-Encantador. Parece que saldrá futbolista. -dijo mi amigo profundamente emocionado.
-Tengo que tomar fotos de esto, o Sora me matará -dije de pronto, apartando con lentitud la mano y cayendo estrepitosamente en la realidad.
-¿Cuánto te queda antes de irte, Yamato? -preguntó Rin curiosa.
-Cerca de un mes, algunas cosas se han atrasado. Solo quisiera poder estar cuando Aki nazca. -dije mientras buscaba mi celular en el bolsillo de mi chaqueta. -Posen con los regalos, que quiero que los vea. Será un lindo obsequio de navidad.
Taichi se rio.
-Tarde. Ya te tomé una foto hace unos instantes mientras Aki te pateaba la mano, ya le he dicho a Sora que tu ahijado no te dará el gusto de hacerse músico. Y además rabiará de envidia.
-Tonto -le sonreí -Venga, ahora deben posar los dos para mí.
Se rieron y les vi abrazarse rodeados con los paquetes. Sentí un cosquilleo en el estómago, sonreí casi sin notarlo, me sentía increíblemente bien por Taichi y Rin. Algo en mi interior pareció sacudirse, tomé rápidamente un par de fotos antes de que mi vista se nublara.
Solo deseaba con todas mis fuerzas que el pequeño Yagami se adelantara unos días en su llegada. Ya era un hecho que me perdería la llegada de los pequeños hijos de Takeru y Hikari y aquello también me dejaba destrozado, al menos estar presente en uno de los nacimientos ya sería suficiente.
Taichi me palmeó la espalda.
Ni siquiera era consciente de cuando había comenzado a lagrimear.
-Ya estás hecho un viejo sentimental, Ishida ¿Quién diría que en pocos años nuestra masculinidad se iba a esfumar así? -comentó sorprendido.
-Normalicemos el hecho de que llorar es algo propio de todo ser humano, cariño -le reprendió Rin chasqueando la lengua en señal reprobatoria.
-Que sí, tienes razón, no me fulmines así con tu mirada.
-Nuestro hijo crecerá en un entorno que valide todas sus emociones, así que quiero verte reír y llorar seguido -continuó ella, ahora sonriendo enternecida hacia su esposo.
-Pues claro, mujer hermosa. -cerró él esbozando una expresión embobada hacia ella.
Yo seguía en silencio, pensando en todo aquello.
-¿Yamato? -ambos centraron su atención en mí.
-Maldición, nunca tuve tantos hechos importantes y hermosos para perdérmelos así. -suspiré frustrado, completamente ausente en su breve intercambio previo.
-Créeme, te entiendo -dijo Taichi apoyando su mano en mi hombro y observándome comprensivamente.
-Me duele tanto perderme esto -maldije.
-El deber llama, solo será este año, cuando vuelvas ya nos verás correteando detrás del niño mientras destruye todo a su paso. Y te lo pasarás en grande.
-Sin dudas -desvié durante algunos segundos la vista hacia el paisaje suburbano que nos rodeaba.
-Y quizás sientes cabeza de una vez… ambos.-las palabras de mi mejor amigo me trajeron a rastras a la realidad.
-Sabía que Sora te lo diría -sonreí automáticamente, captando de inmediato el significado de lo que acababa de decir.
-Claro. No quiero felicitarte aun, todavía queda como un año, pero me dijo que fue ella quien te lo pidió, sin anillo, sin canciones de amor ni testigos para que no puedas rechazarla.
-Lo acepté de verdad y sin presiones -murmuré burlonamente.
-Excelente -me dijo Taichi, indicándome que ingresáramos en la casa- Y no hablaré más de estas cosas, porque sino Rin volverá a llorar y tendré que salir algún otro antojo, y quizás tú quieras otro, campeón.
Nos echamos a reír y cargamos los regalos hacia el interior de la casa, en la que el ambiente cálido logró reconfortarme de mi helada tristeza, haciendo que esta se esfumara.
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Escuchamos el disco completo por enésima vez.
La fila de fans seguía creciendo a pasos agigantados, y llevábamos toda la tarde firmando autógrafos y dedicatorias.
Cuando vi que la último grupito al que habían autorizado a acercarse se retiraba, indiqué a quienes controlaban el ingreso de las personas que se detuvieran unos instantes y me eché hacia atrás en mi silla. Busqué con la mirada a alguno de los empleados de la sala de convenciones para que me acercara otra botella con agua.
-Comenzaré a bostezar en cualquier momento -se quejó Akira en voz baja a mi lado, imitando mi postura con la espada apoyada en el respaldo de su silla -¿A qué hora vendría a buscarnos Jenn?
-Faltan dos horas aun. -repliqué mientras consultaba el reloj en mi muñeca. Mi celular estaba entre mis pertenencias en uno de los camerinos del lugar.
-Solo quiero irme a dormir, y si el representante fuera Takato, le diría que se meta la aburrida fiesta de fin de año en donde mejor le quepa, pero siendo ella, no puedo quejarme. -comentó él.
-Te dije que era la mejor. -dije sonriendo mientras me alcanzaban la botella que había pedido y me inclinaba hacia adelante, indicando a los guardaespaldas que dejaran pasar a más admiradores para continuar con el trabajo.
Faltaban unos pocos días para nuestro show de presentación del disco, y tres semana para comenzar con la gira. Luego de la firma de ese día, tendríamos una fiesta de fin de año con algunos empresarios relacionados a la discográfica. No era obligatorio asistir, allí habrían muchos artistas o gente relacionada al negocio de la música, aunque no tenía ganas reales de ir, pensaba presentarme un rato para cumplir con mi deber como artista, pero a decir verdad no veía la hora de llegar al piso de Sora para cenar algo delicioso en el sillón con el señor Jin a mi lado y alguna eventual video llamada con mi novia.
Diablos, de verdad la echaba tanto de menos.
Conversábamos a diario, por supuesto. Ella estaba constantemente ocupada con los muchos talleres de perfeccionamiento que tenía y sus respectivas entregas. Ni siquiera tenía tiempo para salir a alguna fiesta con su nuevo grupo de estudio o con las personas con las que compartía la casa. Pero siempre se hacía tiempo para hablar conmigo, intercambiar mensajes escuetos durante el día o enviarme alguna foto de los paisajes que a veces captaba mientras iba desde su nuevo hogar hasta el centro de estudios, o si salía de compras o a hacer ejercicio.
Se sentía a gusto en Roma, yo había notado de inmediato como su forma de vestir y maquillarse había cambiado sutilmente, además me había comentado que comenzaba a hallar mucha inspiración y su creatividad era su mayor aliada, se la pasaba haciendo bocetos y soñando despierta con desfiles futuros.
Había ganado una beca total, de modo que no tenía que preocuparse tanto por los gastos, y aun hallaba tiempo para darle indicaciones a distancia a su madre, quien generosamente se había ofrecido a supervisar y administrar su empresa con ella a distancia.
La notaba particularmente emocionada con lo que estaba aprendiendo e intercambiando con diseñadores de diferentes partes del mundo, se movía muy bien en ese ambiente, nada podía alegrarme más que eso, aunque implicara poco tiempo para distraerse, estaba muy emocionada y su cerebro absorbía con suma facilidad toda la información a disposición sobre nuevas tendencias, técnicas y conocimientos del negocio.
La tarde de firmas finalizó. Al fin. Nada deseaba más que poder darme una ducha en los vestuarios de la discográfica y cumplir con el compromiso durante el mínimo tiempo necesario.
Jen llegó muy puntual y sonriente y luego de recoger nuestras pertenencias de los camerinos, nos dirigimos hacia una camioneta estacionada en la puerta del lugar, que aun permanecía cercado porque había fans aguardando a que nos retiráramos.
Definitivamente había olvidado ese acoso desmedido de antaño. Incluso la prensa me seguía. Afortunadamente no podían acceder a los datos de la vivienda en la que me estaba quedando, imaginaba el desastre que hubiéramos vivido con Sora estando juntos e intentando ocultar la relación ante los ojos de todos, había sido positivo que la prensa hubiera comenzado con sus asedios cuando ella ya estaba fuera del país, el día que se había publicado nuestro primer sencillo luego de tantos años.
-¿Qué harás mañana en la noche para recibir el nuevo año? -preguntó Akira con curiosidad viendo mi semblante algo triste mientras nos dirigíamos hacia la discográfica. Nos habíamos ubicado cómodamente en los asientos del fondo del vehículo.
-¿Mañana? Me lo pasaré con mis padres y mi hermano, acompañado de su esposa, y quizás esté Taichi con Rin. -dije a la vez que consultaba algunos de los mensajes que me habían llegado durante la tarde.
-Ya veo. Ahora son oficialmente familia. -dijo Akira sonriendo.
-Así es -asentí de buen humor -¿Y tú? ¿Dónde lo pasarás?
-En casa de mis padres y rodeado de los pequeños demonios que tengo por sobrinos. -se encogió de hombros -sé que voy a extrañar a esos pequeños mocosos cuando estemos de gira, y precisamente por eso estarán completamente pendientes de su tío favorito.
-No los aburras con tus solos de guitarra -interrumpió burlonamente Hayato.
-Y tú pásatelo en grande peinando a las muñecas de Naomi en la fiestita del té -dijo mordazmente Akane.
-Seguramente me lo pasaré en grande con mi chiquilla. ¿No quieres sumarte tú, Kazehaya?
Ella se echó a reír.
-Iremos con Kate solo si Naomi nos invita a la fiesta del té, ¿qué te parece?
-No juegues con fuego, le encantará la idea de tener a sus tías muy cerca.
-¿Y tú, Jenn? -preguntó Akira a la representante mientras ella reía discretamente ante el intercambio de Akane y Hayato.
-¿Yo? -pareció sorprendida cuando él le preguntó, no parecía acostumbrarse a la idea de ser un miembro más de la banda, solía dejarnos nuestro espacio sin meterse ni opinar -Probablemente lo pase con mi madre. Y luego habrá un pequeño show en un parque cercano al templo que queda en la misma calle que mi casa. Y quizás vaya más tarde al templo con los chicos de mi banda -dijo tímidamente.
Nunca la había visto así de esquiva, era usual que su carácter fuerte le proporcionara cierta seguridad a la hora de hablar ante muchas personas, pero la notaba un poco extraña desde hacía unas pocas semanas.
-Oh, yo quisiera ir al templo con Kate, es la primera vez en todos estos años que estaremos recibiendo el nuevo año juntas en Japón. -mencionó Akane encantada.
-Si decides ir, puedes avisarme y las acompañaré, hace demasiado tiempo que no voy -comentó Akira de buen talante.
-Claro que sí -dijo Hayato -y puedo sumarme con Naomi si no molesta.
-¿Qué tal si vamos todos juntos? ¿Qué dices Yamato? -Akane parecía particularmente ilusionada con la idea -Sería bonito ir juntos para augurar un buen año para todos, ¿Qué opinas Yamato?
-No podría negarme -admití -es un plan excelente, considerando que probablemente tanto mi hermano como Taichi se irán a dormir temprano con sus esposas.
-Decidido -dictaminó la tecladista muy complacida -Y Jenn, si quieres puedes venir con nosotros, y traer a tus amigos, a menos que ya lo tengan planeado de antes.
-Para nada, solo eran conjeturas en base a mis últimos años aquí -se excusó la manager sonriendo -de acuerdo, iré con ustedes.
-Perfecto -dijo Akira sonriendo.
Unos minutos después, mientras llegábamos al recinto de la discográfica, consulté nuevamente mi celular y vi un mensaje de Sora. Solo deseaba que pasara rápido el evento para poder hablar con ella.
En los vestuarios que había en aquella monstruosa empresa, me apresuré a bañarme y vestirme con el traje que me había llevado más temprano, el mismo que Sora se había encargado de lavar luego de la fiesta de compromiso de Takeru, y que ahora olía particularmente bien y estaba impecablemente planchado y pulcro.
Mientras hacía el nudo de la corbata, sonreí al ver la imagen que me devolvía el espejo. Me eché hacia atrás el cabello húmedo, sabiendo que una vez que este comenzara a secarse, mi característico y molesto flequillo rebelde haría su aparición sobre mi frente.
Tomé el celular que estaba cerca de donde me encontraba y me tomé una fotografía frente al espejo para enviársela a Sora.
"Gracias por darle el cuidado correcto a esto, yo lo tendría arrugado y no podría hacerlo lucir tanto"
Vi que ella comenzó a escribir de inmediato y me eché a reír por lo bajo, intentando adivinar sus palabras.
"Todo lo que vistes lo haces lucir bien, querido. Te ves muy bien. Lamento no estar a la altura de tu estilo"
De inmediato me envió una fotografía tomada por la cámara frontal de su celular. Me detuve a observar en detalle su bonito rostro, que brillaba con la luz diurna, llevaba un jersey enorme de color morado, el cabello atado de manera casual, la taza de café en la mano que no sostenía el celular y las enormes gafas que completaban su atuendo de estudio.
"Estás hermosa. Y no importa en qué momento leas esto, mucho menos lo que estés vistiendo. Te quiero, guapa"
Su respuesta fue un emoji de corazones.
"Pásatelo en grande en esa fiesta. Yo estoy con vacaciones de invierno, encerrada y preparando una entrega importante. Diviértete por los dos. Te quiero"
Sentía muchas ganas de tomarme un vuelo hasta donde ella estaba y cubrirla de besos.
-Pero esa cara de idiota enamorado hacía muchos años que no te la veía -dijo Akira apareciendo de pronto con el torso desnudo y una toalla alrededor de su estrecha cadera.
No logró sobresaltarme, pero se echó a reír al ver mi cara de desconcierto.
-Vaya cara, Ishida -murmuró maliciosamente -Cuéntame de la señorita que te ha hecho sonreír así -se detuvo unos breves segundo antes de continuar -¿Será la misma que te dejó esa marca en el cuello de aquel día de las fotos?
Me reí.
-A juzgar por su ausencia de palabras, sí -agregó Hayato apareciendo de inmediato con la camisa a medio abrochar. Se detuvo unos segundos a contemplarnos a ambos. -¿Pero de donde sacan tanta belleza ustedes dos?
-¿Eh? -lo miré desconcertado.
-Estás hace mucho tiempo fuera del mercado, Hayato -replicó el guitarrista riendo. Ahora me centré en ver los tatuajes que cubrían su cuerpo.
-Akira, no sabía que te gustara tanto entrenar -dije sorprendido, él nunca había sido del tipo de hombres que cuidan su cuerpo, si bien no era una musculatura demasiado llamativa, entendía que durante aquellos años de separación de Knife Of Day él había cambiado mucho.
-No he sido muy constante. Pero en estos últimos meses me he empeñado bastante en sentirme bien.
-¿Es la vida de soltero? -preguntó el baterista con una leve mueca -El mercado ha cambiado mucho, no hay forma de competir con abdominales así. Tendré que volver a esos tiempos, la paternidad no me ha dejado tanto tiempo.
-Tampoco es tan maravilloso como aparenta -dijo Akira -además hace mucho que no salgo con nadie.
-¿Sigues tras esa mujer de la que me hablaste la otra vez? -ahora fui yo quien le hizo desconcertarse.
-Maldita sea tu memoria, Yamato. -se echó a reír -pero sí. Es la misma.
-Te estás por ir de gira durante casi un año, ¿Aún no le has hablado? -pregunté curioso -¿Qué tan inalcanzable es?
-Es complicado -se encogió de hombros y se retiró hacia los casilleros sin decir nada más.
Nos miramos con Hayato y reímos, de inmediato me retiré hacia el pasillo y fui a una pequeña sala en la que tanto Jenn como Akane nos aguardaban.
-¿Qué hacían ahí adentro? Nosotras ya nos bañamos, vestimos y maquillamos y recién llegas.
-Lo siento, los chicos no tardarán mucho -me detuve a observarlas -vaya, se ven muy bien.
-No vas a endulzarme con palabras de admiración -dijo Kazehaya aparentando estar furiosa, pero de inmediato sonrió -gracias. Tú también te ves muy bien, amigo.
Hayato y Akira aparecieron en seguida, imaginando que se habían tardado mucho y serían reprendidos. Nos dirigimos hacia la sala principal de eventos en el último piso.
Al ingresar al lugar vimos varias caras conocidas, entre ellas se destacaba la del señor Ishikawa, que al vernos aparecer se nos acercó de inmediato para darnos un cálido saludo.
Nos inclinamos respetuosamente y cada uno tomó una copa que alguien nos ofreció por orden de él.
-Maravilloso que ya esté toda la banda aquí, siéntanse como en casa.
Luego de su recibimiento nos esparcimos por el salón. Con Akira y Hayato nos acercamos discretamente a una de las mesas con comida a entera disposición para nosotros.
Estábamos famélicos, luego de varias horas de estar sentados firmando autógrafos mientras llenábamos nuestros estómagos de agua.
-Mira, ella viene por Yamato -dijo de pronto Hayato dándole un codazo en las costillas a Akira, quien se atragantó y le dirigió una mirada cargada de reproche.
Pensé que bromeaba.
Pero de inmediato sentí el golpecito en mi hombro y me giré para saludar a la chica.
Liv me sonrió. Se veía muy bonita con el cabello rubio recogido en un bonito moño. Su vestido de tela suave de color celeste le sentaba genial, una vez más me llamaron la atención sus delgados brazos.
-¿Cómo estás Liv?
-Muy bien, ¿y tú? No sabía si vendrías esta noche -me sonrió con dulzura.
-¿Qué? ¿Yo? -me giré en dirección a los chicos, pero para mi sorpresa se habían alejado y se mofaban cruelmente a la distancia. -cobardes -murmuré por lo bajo, fulminándolos con la mirada. No quería ser descortés con Liv, quien siempre había sido amable conmigo, así que me limité a conversar con ella escuetamente sobre sus trabajos.
Horas después, con el estómago lleno, la cabeza mareada por haber bebido levemente demás, y un cierto arrepentimiento por haberme quedado tanto tiempo en la fiesta, ingresé al departamento de Sora y dejé los zapatos junto a la puerta. El señor Jin me recibió con maullidos y su imperiosa necesidad de frotar mis piernas con su cuerpo flexible.
Evalué lo posibilidad de levantarlo en mis brazos pero no me sentía muy bien como para experimentar. Simplemente vagué por la casa a media luz comprobando la cantidad de alimento que había en su platito de comida, el nivel del agua en el recipiente destinado para tal fin y la caja de arena.
Todo parecía en orden. Me quité la chaqueta y me dirigí hacia la habitación principal para cepillar mis dientes en el baño en suite y finalmente cambiarme. Me puse el pantalón del pijama y una vieja camiseta, encima un jersey azul. Ahora sí. Ya era alguien más normal.
Me senté en el enorme y mullido sofá y cubrí mis piernas con una manta. El gato negro se ubicó sobre mis piernas y comenzó a ronronear.
No importaba que la televisión estuviera encendida, me quedé profundamente dormido en pocos minutos.
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