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Ingresé al hospital pocos minutos después de que un nervioso Taichi descendiera del asiento trasero del coche con Rin, quien llevaba rato sufriendo con las contracciones en la medida que estas se hacían más intensas. La madre de ella también viajaba con nosotros.

Pregunté en la recepción por mis amigos y me indicaron el camino hacia la zona de maternidad del hospital. No me dirigí hacia allá de inmediato, me quedé esperando a que llegaran los padres de Yagami y el padre de Rin, que vendrían en camino con mi madre. Takeru había decidido quedarse con Hikari y mi padre en casa de Taichi, ya que ella se había alterado un poco al conocer la situación y estaba increíblemente susceptible a cualquier cambio.

Vi aparecer en la puerta a los padres de Taichi y les indiqué hacia donde dirigirse, mientras aguardaba a que mi madre estacionara su coche y llegara hasta donde me encontraba.

La vi aparecer escasos minutos más tarde con una sonrisa encantadora.

-¿Por qué no has ido ya mismo a maternidad?

-Te esperaba.

-Gracias, pero imagino tus ansias de padrino. Venga, vámonos ya hasta la sala de espera con el resto.

Me tomó del brazo de manera entusiasta y caminamos hacia la parte en la que debería estar el resto.

La sala de espera tenía el profundo aroma a desinfectante impregnado, el resplandor de las paredes blancas y los asientos de color azul parecían indicar que la estancia era fría, pero el grupo de personas que estaba reunido allí emanaba una esperanzadora calidez. Todos de pie, sumamente impacientes y aguardando a que se encendiera la luz que había sobre la puerta de la sala contigua, que indicaba cuando un nuevo niño llegaba.

Tenía la intención de acercarme al reducido grupo, noté que la hermana de Rin había ido de inmediato al hospital acompañada de su novio. Antes de dar un paso hacia ellos, sentí el sonido de mi celular y me apresuré a retirarme para hablar con Sora, quien aun ajena a todo lo que sucedía en Japón, estaba extrañada de no haber tenido noticias ni saludos de fin de año.

-Yamato -me sonrió y la noté mucho más animada que en nuestra conversación anterior. Se había maquillado y llevaba una bonita chaqueta de color azul, además sostenía en una de sus manos una copa con champagne de manera descuidada.

-Sora. Tengo noticias importantes.-la vi agudizar la vista y centrar toda la atención en mí, dejando sobre la mesa la copa que tenía en la mano.

-¿Qué ocurre? No estás en casa de Tai… -se interrumpió y abrió los ojos como platos -¡Yamato! ¿Qué pasó?

-Nada grave. -me apresuré a decirle - Pero estoy seguro de que en estos momentos, el pequeño Akihiro está llegando.

-¿Aki?

-Sí -sonreí al verla tan ilusionada -¡En el primer día del año!

-Típico de los Yagami -dijo sonriendo francamente, y suspirando aliviada y feliz.

-Disculpa si no te avisé antes, fue todo muy rápido, pero estaba a punto de avisarte.

-No hay problema, en serio. -le vi hacer una pausa y llevarse la mano a los ojos. -Estoy emocionada, Yamato. ¡Les echo tanto de menos!

-Créeme que también nos haces falta.

La vi asentir.

Vi aparecer a mi madre asomándose desde la sala de espera y me hizo señas ansiosamente. Me apresuré a ir hasta allí y vi que Taichi estaba entre los abuelos. La escena me era vagamente familiar, tenía mucho en común con el nacimiento de Kyo, aunque los papeles eran representados por otras personas.

Con un rápido movimiento le pasé el teléfono a mi mejor amigo, quien lo tomó sonriendo y observó a Sora en la pantalla.

-Me alegra mucho que tú estés presente ahora -le sonrió a su amiga de la infancia.

-Dinos algo de Aki -dijo ella.

-Nació de manera natural, Rin está recuperándose, de todos modos discutía con la doctora que asistió el parto para que le dieran al niño de inmediato -se echó a reír con ternura, limpiando una lágrima de emoción que se escapaba de uno de sus ojos. -Ha sido muy rápido, esperaba que se tardara al menos unas horas más, pero las condiciones estaban dadas.

-¡Enhorabuena! -dijimos todos, yo sentía un nudo en la garganta, quería contener la emoción que estaba a punto de desbordarme, había sido todo demasiado rápido e intenso como para procesar. Sentí el calor de la mano de mi madre en el hombro y le sonreí mientras aguardara a que llegara mi turno de abrazar a Taichi, quien en esos momentos finalizaba su conversación con Sora y era rodeado por sus padres y suegros.

Les concedí el tiempo necesario para procesar la conmoción y la feliz noticia y Taichi se abrió paso entre ellos para abrazarme con mucha fuerza, como pocas veces había hecho en todos esos largos años de amistad. Le había visto llorar de rabia, de frustración, de impotencia.

Pero nunca de esa forma por algo tan positivo. Parecía un niño. Palmee su espalda con fuerza, a su manera para que simplemente diera rienda suelta a todo su sentir.

Poco después apareció Jyou Kido, quien trabajaba en aquel hospital, estaba de guardia aquella noche y se había acercado al conocer la noticia.

Por obvias razones referidas a la fecha especial, casi no había personas en el gigantesco edificio, los padres de Rin fueron los primeros autorizados para pasar a conocer a su nieto la cabo de un par de horas. Al parecer, Rin había sufrido una pequeña descompensación luego del parto y una vez que la estabilizaron, la reciente madre quiso ver a su familia.

Mientras, afuera de aquella construcción, el país recibía un nuevo año y el sonido de la pirotecnia era estremecedor. Contemplé los fuegos artificiales desde la ventana de un pasillo junto a mi madre, ella se aferraba a mi brazo sonriente.

-Cuando tú naciste -dijo de pronto- la noche estaba exactamente igual de fría que esta. Recuerdo que tus abuelos estaban impacientes por conocerte, pero había un gran tráfico. Mis padres acababan de llegar desde Francia, y los padres de Hiroaki fueron amablemente a buscarlos al aeropuerto.

La contemplé en silencio mientras veía la sonrisa que se había formado en su rostro.

-Yo estaba aterrada. Siempre me acobardé ante la idea de un parto, pero llegaste tan rápido que casi ni lo sentí. Los doctores se sorprendieron de la velocidad con la que naciste, y tus pulmones demostraron su enorme capacidad, llorabas con la fuerza de un guerrero, casi sentía que despertarías a todo el hospital. Y cuando te colocaron sobre mi pecho, aun llorando, tus oídos reconocieron mis latidos y mi voz. Supe que jamás volvería a estar sola. Fuiste el tesoro más valioso para mí, y me sentí fuerte por primera vez en mi vida.

-Pero si tú siempre has sido una mujer muy fuerte y valiente -le dije mientras le daba un suave apretón en la mano.

La vi negar suavemente.

-Tú siempre fuiste mi hijo fuerte. Desde ese día en el que naciste. En invierno, pero con un fuego increíble en su corazón. Noble e inteligente, el orgullo de toda madre. Takeru nació con dificultades, casi murió en el parto, fue traumático para mí y para él, hubo que hacer una intervención de urgencia. Ante mis ojos se transformó en el niño al que siempre debería cuidar más. Era más dócil y afectuoso por su necesidad de ser cuidado. Y por eso cometí el error de no pensar en una tenencia compartida con tu padre, pensé ingenuamente que tú te las arreglarías mejor sin mí, y que Takeru quizás no tuviera tu fuerza interior o tu calmada sabiduría para reflexionar como tú.

-Eso explica muchas cosas -susurré riendo.

-Por supuesto. Mírate ahora. A pesar de nuestras metidas de pata como padres, he de decir que nuestros hijos de han transformado en hombres increíbles.

Me reí de buena gana y también ella.

-Cuando tu abuelo te conoció -volvió a hablar Natsuko -dijo que serías la persona que continuaría con su legado de los viajes, deseaba con todas sus fuerzas que sus nietos pudieran vivir en Francia -se rio ella, recordando con ternura a su padre -creo que tenía la ilusión de que fueras embajador como él.

-Bueno, mi mejor amigo asiste a uno, no estaba tan equivocado -dije indulgentemente.

-Se equivocó en la profesión, pero logró captar tu espíritu inquieto -me sonrió -quizás nunca imaginó la parte de la música.

-Yo creo que él lo captó antes que nadie -acentué la curvatura de mis labios -él me obsequió su vieja armónica.

Sentimos la presencia de alguien a nuestras espaldas y al girarnos hacia aquel punto vimos a Taichi, que sonreía ampliamente con las manos en los bolsillos.

-No quise interrumpir la historia, me ha parecido encantadora.

-Descuida -dijimos al unísono con mi madre.

-Yo… estoy feliz de que mi hijo haya nacido en invierno, en una noche tan fría como la que Natsuko describió, y espero herede ese corazón noble y valiente de su padrino.

No pude hacer más que sonreír.

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La imagen del pequeño Yagami ya circulaba en los chats de mi celular.

Los chicos de la banda se encontraban en el templo para recibir el nuevo año. Desde allí intercambiaron varias imágenes de la noche y enviaron sus mejores deseos para los que estábamos en el hospital, incluso diciendo que pedirían por la buena fortuna para la vida del bebé.

Guardé el móvil en el bolsillo y me acerqué a la camilla en la que se encontraba una exhausta y ojerosa Rin y extendí mis brazos para recibir a mi ahijado en ellos por primera vez.

Cuando lo sostuve, el pequeño apenas abrió los ojos, solo suspiró brevemente y llevó una de sus diminutas manitas al rostro para continuar durmiendo.

-Eso, quédate quieto con esa cara bien bobalicona, que tengo una foto que enviarle a la madrina -dijo Taichi mientras sostenía el celular muy cerca de mí. Accedí a posar sonriendo como un idiota mientras él continuaba con sus comentarios burlones.

-Te aceptaré la humillación solo porque es un momento extraordinario, pero que sepas que no habrá otra ocasión así.

-Mejor así -dijo él mientras continuaba con su tarea, muerto de emoción y felicidad.

-Chantajes no, Yagami -dijo Rin riendo en tono quejoso antes de volverse hacia mí -descuida Yamato, también se encargó de tomar fotos mías, pero yo también tengo buen material suyo. No podrá hacer ningún movimiento en falso. -dijo mientras sostenía de modo amenazante su propio celular.

Poco podía importarme el entorno que me rodeaba, todo el tiempo se detuvo para mí cuando el pequeño Akihiro Yagami abrió los ojos oscuros y fijó su mirada intensa en mí. Sentí una descarga abrumadora de un tipo de energía nueva para mí, un amor incondicional.

Aquel niño siempre iba a ser especial para mí.

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-¿Y bien? ¿Ya es hora del discurso? -Hayato estaba sumamente impaciente, ya hacía varios minutos que caminaba de una punta a la otra dentro del camerino.

No podía culparlo.

Hacía mucho tiempo que no se subía a un escenario, solamente había trabajado como músico de sesión luego de la disolución de Knife Of Day años atrás.

Mis nervios eran intensos también. Estaba realmente emocionado.

Aquel sería el primer show de la gira.

Mi última noche en Japón durante un año.

Ya había dejado todo listo aquella tarde. En primer lugar, había terminado de empacar las pertenencias de Sora para llevarlas a casa de sus padres y en el amplio departamento solo quedaban los muebles vacíos para se rentado durante aquel período.

Mis pertenencias estaban en casa de mi padre, me había encargado de ir llevándolas poco a poco durante la última semana de modo que aquella noche simplemente todo estuviera listo.

Volvería a descansar allí, con el hermoso señor Jin como compañía, para despertar temprano al día siguiente y dejarlo en casa de los señores Takenouchi justo antes de marcharme hacia el aeropuerto.

Dejaría mucho atrás para emprender el viaje, como tantas otras veces había hecho en el pasado.

No, no sería igual.

Akira se puso de pie y se ubicó en el centro de la estancia, nos observó a todos sonriendo.

-Nos falta Jen.

Nuestra representante apareció como por arte de magia en la puerta del camerino.

-La banda que hizo la apertura ya terminó con su presentación. Ya es hora.

-Ven hacia aquí -la invitó con amabilidad Akira.

Ella nos observó curiosa, se acercó y Akane la acercó al resto del grupo, que estaba reuniéndose en el centro vacío de la salita. Hicimos un círculo y nos rodeamos los hombros para juntar las cabezas en el centro. Akira, líder nato, tomó la palabra.

-El momento llegó, amigos. Comienza nuestra gira de regreso, retomamos el camino, y lo hemos fortalecido con el trabajo de todos. Ahora es momento de disfrutar, ¡Es hora del show!

Salimos hacia el pasillo que nos llevaría ante el público, completamente motivados y emocionados, Hayato fue el primero en asomarse al escenario y los gritos de los fans nos ensordecieron. Sonreímos desde nuestro lugar completamente emocionados, pronto ingresó Akane, siendo recibida con mucha calidez y silbidos.

El comienzo del show era inminente.

Akira y yo nos observamos durante un segundo y en aquel breve espacio de tiempo creí vislumbrar al tímido chico que se había vuelto mi mejor amigo en la secundaria.

La tarde era inusualmente calurosa para tratarse de un día de otoño tan cercano al invierno.

Pero allí estaba yo, solo otra vez. El sonido de las voces que provenían del patio o de la zona de las canchas se colaba con facilidad a través de las ventanas.

Me sentía demasiado a gusto estando en el salón vacío, todo para mí, sin molestas risitas o tontos y absurdos chismes.

Allí todo era apacible.

Mi celular vibró en el bolsillo de la chaqueta y lo extraje con ansiedad, leí el mensaje varias veces, sintiéndome peor con cada releída que le daba.

"Lo siento, Yamato. Hoy tengo mucho para estudiar, debo mejorar mis calificaciones para ingresar en el equipo de soccer. Veámonos mañana, Tai."

Suspiré.

Sí, de seguro era cierto.

Y seguramente estudiaría con la condenada Takenouchi.

¿Por qué tenía una suerte tan pésima?

Ahora ya no podía verlo como antes. Ahora no tenía a nadie con quien estudiar, con quien hablar de las clases o con quien tener una simple conversación tonta.

Me había acostumbrado a tener al parlanchín Yagami a mi lado y ahora que él era tan popular y que estábamos en grupos diferentes me dolía el hecho de que nadie reparara en mí. Me enfurecía la cantidad de sonrisas bobaliconas que se formaban en los rostros a su alrededor, me irritaba la manera en la que todos se dirigían hacia él, y definitivamente lo que más me molestaba era la condenada presencia de la encantadora Takenouchi quien además de ser su compañera de clase y amiga entrañable de la infancia, también era su vecina.

A veces necesitaba hablar con él de cosas privadas, y el muy idiota siempre la incluía en los planes. No sabía cómo hacérselo entender.

El problema era que mi mejor amigo era un atolondrado que no sabía medir el ambiente ni hacer una lectura sabia y sensata de quienes le rodeaban.

En ese caso, quizás su amiga no fuera tan molesta. A decir verdad entendía que mi problema no era con ella, de hecho siempre me saludaba con simpatía cuando todo el resto me ignoraba.

Suspiré de nuevo.

Necesitaba hacer algo con la angustia que me generaba aquella soledad en el pecho.

Estaba solo en mi salón de clase.

Busqué silenciosamente entre mis pertenencias hasta dar con el pequeño objeto frío y metálico en el fondo de mi bolsa. Lo tomé despacio y lo observé en silencio hasta que la melodía que necesitaba interpretar llegó a mi mente.

Había sido una de mis primeras composiciones de la niñez, aquella música era la que me abstraía en los peores momentos de soledad.

Sí, el nudo en el pecho se disolvía rápido cuando tocaba aquella familiar tonada. Luego llegaba el espacio en el que improvisaba, ya me había hecho más hábil en ese campo, lograba buenos resultados cuando me concentraba en la tarea y olvidaba de a poco lo que me había llevado a sentirme tan mal en un principio.

Me detuve cuando me sentí mejor.

Los sonidos del exterior volvieron con fuerza, pero la descarga artística había surtido efecto en mí y ya nada de lo que antes me afectaba me estaba incomodando.

Escuché un movimiento a mis espaldas y me giré de inmediato para encontrarme con Hamasaki Akira.

Era un chico de mi clase con el que había cruzado unas pocas palabras, al menos no me miraba como si yo fuera un bicho raro, a diferencia del resto de mis compañeros.

-Lo siento -dije poniéndome de pie e inclinándome avergonzado, mientras notaba el rubor subir por mi rostro -No te vi.

-Nada tienes que lamentar, Ishida -se apresuró a contestar él mientras agitaba su mano restándole importancia al asunto- no quise interrumpirte, estabas realmente concentrado y lo hacías muy bien, debo decir.

-Yo… gracias.

-No sabía que hicieras música, ¿es tu propia melodía?

-Eh.. sí. No sé mucho de música realmente -dije aun con timidez.

-Eso ha sido una gran muestra de que la llevas en el alma, créeme -sonrió y se detuvo unos instantes mientras me observaba con curiosidad -¿Has escuchado del club de música del instituto?

-¿Yo? Sí, pero no soy parte de ningún club.

-Yo sé tocar la guitarra, tampoco me interesaba mucho unirme al club, pero me han dicho que algunos profesores lo consideran al calificarnos y lo he estado pensando.

-¿Crees que haya cupos en ésta época del año? -pregunté sintiendo curiosidad por primera vez.

-Mmm…podríamos hacer el intento. Si vamos juntos quizás nos acepten.

-Yo…

-Tienes talento, Ishida. Piénsalo y si te decides, nos presentaremos juntos.

-D…de acuerdo. -hice una pausa -Gracias.

-Me caes bien. Y las personas que hoy están en ese club no. Necesito que haya alguien cercano ahí. Así que te lo agradeceré mucho también.

Tantos años atrás.

Le sonreí.

-Gracias, amigo.

-Gracias a ti, Yamato.

Salimos al escenario en medio de un estruendo de gritos cuando Hayato marcó el compás de la primer canción.

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annavi22: me tardé muchísmo con el cap pero aquí está! Mi vida viene siendo una locura sin tiempo xD

beso! espero que estés muy bien!!