.23.
La progresión de acordes se fundió en un glorioso y apasionado solo de guitarra que hizo estallar a todo el auditorio. Mientras me preparaba para afrontar el último estribillo de la última canción de la noche, miré fugazmente a Akira, completamente relajado mientras que sus ágiles dedos se movían con rapidez sobre las cuerdas, como si todo el virtuosismo en el que había trabajado duramente a través de los años fluyera de su ser sin realizar esfuerzo alguno.
Mi voz retomó las últimas frases y vislumbré a muchos fans cantando conmigo en primera fila, algunos completamente agitados, otros abrazados entre sí, otros incluso dejando caer algunas lágrimas y la amplia mayoría sosteniendo sus celulares y captando aquel momento para siempre.
Escuché los coros de Akane armonizando a la perfección con mi melodía vocal, incluso los coros de Hayato mientras tocaba su batería eran perfectamente audibles desde allí.
El final fue aun más explosivo, a nivel instrumental y también a causa de los ensordecedores alaridos del público.
Sonreí con tal intensidad que sentía el dolor en mi rostro, pero nada podía compararse a volver a sentir aquello de manera tan intensa.
Cuando finalizó el concierto, los chicos se acercaron hacia el centro del escenario donde yo me encontraba, y luego de un sentido abrazo nos colocamos en fila mirando hacia la audiencia. Todos emocionados. Nos adelantamos unos pasos e hicimos una reverencia en conjunto, rodeando los hombros de Akane y Akira a cada lado, repetimos la inclinación un par de veces más y nos separamos para elevar los brazos y aplaudir a nuestros increíbles fans, que durante años habían seguido nuestras carreras solistas con la plena ilusión de volver a vernos juntos como en los viejos tiempos.
Si había alguien con quien siempre nos sentiríamos en deuda, era con esas personas que hacían que aquella noche hubiera sido posible. El reencuentro lo habíamos gestado nosotros, por supuesto, pero era toda esa gente allí reunida la que había hecho posible la nueva gira gracias a la excelente recepción del nuevo disco.
Sudando bajé del escenario y abracé con fuerza a la adorable Akane. En su sonrisa decorada por los hoyuelos que se formaban en sus mejillas había mucho de la adolescente tímida y simpática que había sido tantos años atrás.
-Durante años eché tanto de menos compartir el escenario contigo, Yamato -me confesó mientras caminaba a mi lado y se abrazaba a mi espalda. Íbamos en dirección a los camerinos y Jen se nos acercó muy sonriente a alcanzarnos unas toallas.
-¡Jen! ¿Te ha gustado? -preguntó la tecladista expectante tomando aquello que nuestra representante le alcanzaba.
-Un show increíble, sin lugar a dudas -acentuó su sonrisa -los vestuarios ya están preparados para darse una ducha y cenar, ya hablaremos de esta noche.
-Nada sutil tu forma de decirnos que apestamos -le dijo Hayato apareciendo a nuestro lado siendo seguido de cerca por Akira, quien reía a carcajadas.
-Oh, yo no… -comenzó a disculparse ella, pero fue interrumpida de golpe por un fuerte abrazo de parte del baterista, que la elevó por los aires mientras ella se debatía entre golpearlo y reírse.
-No la acoses así, idiota. Va a renunciar antes de comenzar la gira -lo regañó Akane, preocupada por la incomodidad que pudiera sentir Jen.
-Estoy bien, de veras -se rio la joven -estoy acostumbrada, mis compañeros de banda también se han comportado así conmigo, aunque a ellos los he golpeado, ten cuidado la próxima vez, Hayato. -agregó poniéndose seria de golpe y observándolo con fijeza, clavando sus ojos verdes en el rostro del baterista.
Por una vez en la vida, él se quedó congelado en su sitio sin saber qué decir. Jen volvió a los camerinos girándose con dignidad. Nos reímos y continuamos el camino detrás de ella, mientras Hayato parecía haberse quedado pegado al suelo, tardó unos segundos más en reaccionar y se apresuró a pasar por nuestro lado e ir tras ella.
-Míralo al muy cobarde -Akane se reía con ganas -ha ido desesperado tras ella.
-Ahora entiendo porqué es representante -dijo Akira sonriéndonos encantado -tiene el carácter para serlo.
Asentí riendo.
Cuando llegamos al camerino principal, Hayato estaba haciendo varias reverencias e inclinándose insistentemente ante Jen, rogando perdón mientras ella parecía aguantarse la risa y nos miraba divertida.
-No vuelvas a hacer algo así -dijo fingiendo un tono irritado en su voz. Como él no le veía el rostro, no sabía que Jen simplemente le estaba dando algo de su propia medicina.
Luego de deleitar mi vista con tal escena sin precedentes, me apresuré a recoger mis pertenencias y llevármelas hacia el vestuario masculino, que quedaba cerca.
Abrí el grifo sintiéndome profundamente agradecido.
El agua caliente recorriendo mi cuerpo con vigor fue la mejor recompensa después de aquel show.
Lo habíamos dado todo y los músculos comenzaban a pasarnos factura por la tensión previa al espectáculo y por la manera completamente alocada en la que habíamos ocupado el escenario, yendo de un lado a otro.
Habría que acostumbrarse a ello.
Podía considerar que me sentía bastante fuera de forma para un concierto de rock explosivo como aquel, así que ya sabía cual sería mi prioridad para mejorar durante el año que estaríamos de gira.
Luego de la reconfortante ducha, me vestí con rapidez y me dirigí al camerino principal, donde tanto Jen como Akira conversaban amigablemente sobre algunas bandas de metal que les gustaban.
Pasé por su lado con calma, apenas prestándoles atención, para tomar algunos paquetitos con comida y dirigirme finalmente hacia uno de los cómodos sillones de aquella enorme sala y comer en silencio y a mis anchas, recompensando a mi estómago como se merecía luego de los nervios previos al concierto aquella tarde.
Noté algo extraño en el ambiente, observé a mi amigo mientras hablaba con la representante.
No sabía qué, pero algo era raro allí.
Él le sonreía y la escuchaba con atención mientras llevaba una de las manos a su quijada y asentía encantado ante lo que ella decía.
Me tardé en procesarlo.
Casi salto de mi lugar, completamente anonadado.
Agradecí que no lo notaran y los observé absorto .
Akira estaba loco por ella. Me pregunté porqué no lo había notado antes, pero era evidente, le sonreía de modo suave y no se perdía detalle de la charla ni le quitaba la vista de encima.
Casi me reí. Iba a ser divertido ver sus intentos por conquistarla durante la gira, Jen era una chica de carácter fuerte y mirada decidida, nunca le había conocido una pareja en el tiempo que llevaba trabajando conmigo, pero quizás no estuviera interesada en esas cosas, solía centrarse mucho en su música.
Recordé mi conversación con Akira la noche en la que ella había tocado con su propia banda, él me había mencionado algo de haber dejado a una chica con la que salía antes porque me mencionó que alguien más le había deslumbrado.
Era Jen.
Qué idiota, no lo había notado antes, pero haciendo memoria, recordaba que a menudo él se le acercaba y buscaba iniciar alguna conversación con la joven, a veces la felicitaba o reconocía en público y siempre era sumamente amable con la joven.
Está bien, no tenía que meterme en la situación, simplemente los observaría interactuar y sería un mudo testigo de los avances de Akira.
XxxxxxxxxX
Aquella noche llegué bastante tarde al departamento. Sería mi última noche allí.
El señor Jin parecía percibirlo en el ambiente, me seguía a cada paso maullando y solicitando caricias mientras yo me preparaba para dormir, no sin antes revisar una vez más la enorme maleta de color negro que ya había abierto incontables veces durante aquel día.
Finalmente, luego de que el gato lograra contagiarme varios de sus bostezos, me resigné a ir a la cama y dejar que él se acomodara a mi lado, acurrucado y ronroneando sin cesar.
Creo que me dormí en seguida. Estaba exhausto por todas la energías utilizadas durante el show, agotado emocionalmente a causa de las numerosas despedidas de la última semana y realmente fatigado por la cantidad de nervios acumulados previos al viaje.
La imagen de nuestros fans en primera fila fue lo último que se apareció en mi mente antes de rendirme y quedarme profundamente dormido.
Cuando desperté a la mañana siguiente lo hice sobresaltado, teniendo la certeza de que me había quedado dormido. Pero no era cierto.
El celular vibraba en la mesilla al lado de la cama y hacía un gran estruendo con su característico tono del despertador.
El señor Jin me observó de mala gana con su inquisidor ojo mientras yo me apresuraba a apagar la ruidosa alarma. Me quedé tendido unos breves minutos en la cama, observando las tímidas luces que se asomaban desde las rendijas de las persianas.
Amanecía en Tokio.
Me incorporé con lentitud luego de alongar mis brazos y piernas y estirar al máximo mi adolorida espalda.
Con aire ausente y aun somnoliento me dirigí hacia la cocina y preparé un desayuno sencillo que constaba de dos frutas y algo de arroz. Lo mínimo para poder dejar pronto la vivienda y llevarme al señor Jin conmigo hacia la casa de mis suegros.
-Será duro no verte durante un buen tiempo, amigo- murmuré con cierto pesar al ver entrar al magnífico animal en la habitación.
Él estiró sus patas delanteras y relajó su columna con lentitud mientras me contemplaba curioso, de inmediato hizo lo mismo con sus patas traseras y emitió un nuevo bostezo, justo antes de maullar en mi dirección.
Tomé mi celular con calma dejando el arroz de lado y le tomé algunas fotos que le enviaría más tarde a Sora.
-Tiene razón, ahora soy un desquiciado por los gatos -murmuré reprimiendo un fuerte bostezo.
Una vez que dejé todo en orden en la cocina, me di una ducha y me dispuse a prepararnos para la partida.
La ansiedad ya se tornaba insoportable para mí. No quería irme de allí, no quería dejar al señor Jin, pero tampoco quería dejar de ir a la gira. Había soñado demasiado tiempo con esto.
Luego de hacerle unas cuantas caricias al animal de brillante color azabache, lo coloqué cuidadosamente dentro de su transportadora. No se quejó demasiado, le di algunas de sus golosinas favoritas y se tranquilizó de inmediato.
Cerré la enorme valija de una vez por todas, tomé mi mochila, y luego de echarle un último vistazo a aquel lugar en el que tan feliz había sido durante los últimos meses, me marché en compañía de mi entrañable amigo peludo.
El trayecto hacia la casa de los señores Takenouchi fue algo tedioso, Jin maullaba -o gritaba- mientras el vehículo se movía, como si yo le estuviera haciendo daño. Realmente agradecía que hiciera frío para evitarme la vergüenza de dejar oír sus desesperados lamentos desde fuera del coche.
Le fui hablando con suavidad, sintiendo pena y burlándome de mí mismo a la vez por estar actuando como un loco.
Cuando estaba estacionando el coche frente a la casa de los señores Takenouchi, percibí la vibración en el bolsillo de la chaqueta y contesté la llamada sin prestar mucha atención a la persona que era, porque en ese momento me preocupaba que el asustado gato se tranquilizara.
Debí haberlo adivinado.
-Yamato.
-Sora -sonreí -en este preciso momento llego a casa de tus padres para dejar al pobre Señor Jin. -como si el animal hubiera reconocido la voz de su ama, comenzó a maullar con insistencia, buscándola con la mirada.
-Mi pequeño -la escuché suspirar al otro lado de la línea -¿cómo está? ¿Y tú?
-Estamos bien. Pero confieso que en este momento mi corazón se está rompiendo por tener que dejarlo e irme tan lejos.
-Oh… estoy segura de que el suyo también -dijo ella con dulzura.
-Ahora entiendo lo duro que habrá sido para ti.
-Muy duro -afirmó ella -pero de todos modos sabía que quedaba en buenas manos.
-Sí -hice una breve pausa -te extraño.
-Yamato -dijo con tristeza -también yo.
Hubo una breve pausa.
-Bueno, debo moverme, que tengo los tiempos contados.
-De acuerdo. Envíale saludos a mis padres.
-Apuesto a que ya has hablado con ellos hoy.
Ella se echó a reír.
-¿Cómo se te ocurre? -lanzó una risita -No es que ellos me hayan informado que acababas de aparcar tu coche frente al edificio, ¿Sabes?
-¿Cómo…? -fue agradable reír juntos a la distancia. Tenía tantas ganas de abrazarla.
Cortamos la comunicación, no sin antes prometer escribirnos antes de tomar mi vuelo hacia nuestro primer destino, Taiwán.
Me dirigí con calma hacia el edificio y subí las escaleras que me llevaban hacia la puerta del departamento en el que Sora había pasado su infancia.
Y en cierta forma, yo también había crecido allí.
Recordé las muchas veces que Taichi y yo habíamos bromeado en esos escalones, las conversaciones que se habían tornado profundas luego de nuestra pelea adolescente cuando estaba en Wolves, las miradas furtivas que le dirigía a Sora cuando ella había comenzado a gustarme, las tardes de estudio que los tres habíamos pasado allí. Cada tramo de aquellos pasillos amplios contenía parte de mis recuerdos más preciados.
Recordé la noche en la que Sora me llevó hasta allí para que nos reconciliáramos con Taichi luego de nuestro gran distanciamiento, recordé la noche de aquel primer beso con ella, cuando la luna llena se destacaba en el cielo despejado de manera excepcional y su luz plateada hacía que Sora brillara ante mis ojos con su vestido azul.
Sonreí con nostalgia y golpee la puerta, preparado para saludar.
Me recibió el padre de Sora, un hombre fornido y de excelente carácter. Sonrió jovialmente al verme allí y se retiró hacia atrás para dejarme pasar.
-Yamato ¿Cómo estás?
-Hola -me incliné respetuosamente y él observó al gato dentro de su transportadora.
-¿Cómo te ha tratado este humano, Jin? -se dirigió al animal mientras este le maullaba, aun nervioso.
Deposité con lentitud en el suelo la pequeña jaula y la abrí con calma, no quería que el gato se estresara más.
-Pasa por aquí, Sora ya nos ha dejado al Señor Jin antes y él pronto se va a acostumbrar al nuevo espacio. ¿Quieres algo de beber?
-Eh, no tengo mucho tiempo, pero un vaso con agua me vendría bien, por favor.
-De acuerdo -se dirigió a la cocina y me pregunté donde estaría Toshiko, la madre de Sora.
Escuché la puerta principal a mis espaldas y me giré justo a tiempo para verla ingresar al departamento con algunas compras en sus manos.
La mujer no era alta, pero su rostro muchas veces serio era lo suficientemente amenazante como para que nadie se propasara con ella. Al verme su semblante cambió hacia una media sonrisa.
-Yamato, qué bueno que ya trajiste a Jin. Le escuché quejarse mientras estacionabas y le avisé a Sora, porque estaba atrasada para ir a retirar un pedido en una tienda y no tenía tiempo para parar a saludarte, ¿Cómo estás?
-Toshiko -me incliné con suavidad ante ella y volví a observarla -estoy bien. Nervioso como es usual antes de una gira, pero feliz.
-Puedo imaginarlo - la vi buscar algo en su bolsillo -toma, esto es para ti. Me lo dejó Sora antes de irse para que lo tuvieras -me alcanzó un pequeño envoltorio de color azul -no sé que es, pero me dijo que te lo diera antes de irte, y que lo abras luego.
-De acuerdo, no la desobedeceré si hay tantas indicaciones.
La señora Takenouchi se rio de buena gana -ya decía lo mismo yo. ¿Querido, vas a estar mucho más tiempo ahí parado con un vaso de agua?
Me giré rápidamente y vi al padre de Sora observándonos con una enigmática sonrisa.
-¿Qué ocurre? -pregunté curioso. Como toda respuesta él me acercó el vaso de agua y murmuró algo ininteligible por lo bajo.
No podía entretenerme mucho más.
Me apresuré a beber y me excusé ante ellos hablando sobre el vuelo. El señor Jin no se despegaba de mi lado, lo tomé en brazos y sentí sus enormes patas apoyadas sobre mi hombro. Ronroneaba.
-Quédate así -mi suegro me observó sonriendo mientras sostenía su celular -eso es. Le enviaré esto a Sora, para que se babee un poco hoy.
Me eché a reír.
-Ya deja de intentar influenciarla para que sea como tú -murmuró Toshiko riéndose de buena gana.
-Es digna hija de su padre -dijo él encantado.
Me despedí de ellos y finalmente tuve que dejar al gato en el suelo, que no quería apartarse de mi lado. Aquello me partía el alma. Volví a inclinarme hacia él, acariciando su cabeza mientras él inclinaba su cuerpo sobre mí.
-Adiós, amigo. Nos vemos a mi regreso. -le dije finalmente.
Maulló fluidamente y su ojo amarillo se fijó en mí.
Esperaba que esa no fuera una despedida final.
XxxxxxxxxxxxxX
Annavi21: muchas gracias por el review! Sí, es cierto que estoy actualizando con menor frecuencia, admito que hay partes de la trama que a veces me lleva tiempo ir empastando, porque lo que usualmente me lleva a escribir una historia es una escena inicial que se forma en mi cabeza, y en este caso esa escena aun no ha llegado, está casi al final, por lo que si bien tengo un camino bastante planificado hacia eso, a veces tengo que volver a repensar todo y hacer cambios. Te mando un beso enorme y muchas gracias por estar siguiendo esta historia!
