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El tiempo volaba.
Ya íbamos tres meses de gira y había pasado de todo.
Había comenzado exitosamente en Asia, no podíamos quejarnos, pero en mi vida personal había sucedido lo suficiente como para estar bastante preocupado.
Lo primero, era que ya habían nacido los pequeños de Takeru e Hikari. Una noticia de por sí intensa, pero no todo había sido perfecto.
Raiden, mi pequeño ahijado, había nacido fuerte y sano, no así Katsu, quien había experimentado complicaciones y finalmente había logrado estabilizarse.
Durante algunas semanas habíamos vivido completamente en alerta aguardando los informes médicos diarios sobre el pequeño de salud delicada, preocupados por Takeru e Hikari que habían estado como en una pesadilla, tristes y profundamente apenados.
Cuando Katsu comenzó a recuperarse todos respiramos aliviados, aun así había dejado algunas secuelas en los ánimos de los padres primerizos, hablar a diario con ellos ya se había vuelto una bonita costumbre para mí.
También el padre de Sora había pasado por una intervención de urgencia y ella había volado hacia Japón a acompañarlo, casi le había costado la beca que tanto había luchado por ganarse, pero afortunadamente el señor Takenouchi había comenzado a recuperarse muy pronto y ella había retornado más tranquila a Roma.
Ahora todo parecía tambalearse de manera bastante estable y ya había comenzado a adaptarme a los nuevos ritmos de la gira y mis afectos, con quienes procuraba estar en contacto el mayor tiempo posible.
Recorrer en poco tiempo tantas ciudades, tocar casi día por medio, estar tomando vuelos casi a diario, no es fácil para nadie, hacer giras implica mucho trabajo, cansancio, gastos y roces de convivencia, no es como un sueño donde todo encaja perfectamente. Una gira de más de un año de duración es aún más complicada.
Para cuidar el rendimiento de mi voz, hablaba poco, comía sano, bebía exclusivamente agua y procuraba dormir muchas horas.
Hacía años que había aprendido el alto costo de no tener una actitud responsable con mis cuerdas vocales, no era lo mismo el mantenimiento óptimo de mi instrumento corporal que el de una guitarra a la que rápidamente se le pueden cambiar las cuerdas, esto me exigía un cien por ciento de cuidado y ya no estaba dispuesto a arriesgarme por momentos efímeros de distracción.
No estaba allí para jugar, los momentos para disfrutar eran sobre el escenario, donde el amor por lo que hacía tomaba su protagonismo, pero en el día a día, aquello era mi trabajo, mi sustento, y dependía de mí y de cada uno de los integrantes de la banda.
Algunas de estas situaciones las habíamos manejado tiempo atrás, pero hablábamos de más de cinco años, ahora éramos personas diferentes, con personalidades bien distintas y puntos de vista que en algunos casos eran más rígidos que antes, ahora nos gustaba involucrarnos más seriamente en las decisiones grupales, ya no estábamos en la postura de unos adolescentes delirando por estar cumpliendo sus sueños, ahora teníamos muy claras nuestras prioridades y marcábamos límites más estrictos para cuidarnos.
De esa manera, la gira asiática llegaba a su fin y nos internábamos en territorio europeo, donde algunos de los fans más leales estaban muy felices de volver a tenernos allí.
Estaba especialmente emocionado ante la perspectiva de pasar por Roma, donde teníamos pautados tres días de descanso y que los pasaría con Sora, había sido un afortunado acuerdo de último momento, por la cancelación abrupta de uno de los dos shows pautados para aquella ciudad.
Nada podía ser mejor que eso, precisamente cuando antes de emprender nuestros proyectos había peligrado la posibilidad de vernos en algún momento o llegar a coincidir.
Se acercaba la fecha y notaba mi ansiedad creciendo.
Roma no era una ciudad que recordara mucho, ni que tuviera gran importancia antes. Ahora mi perspectiva de pasar unos días allí con Sora me hacía sentir completamente distinto.
La primera noche allí sería la del correspondiente show, y como Sora había ganado la oportunidad de presentarse aquella misma fecha en un desfile de Milán, no podría asistir a nuestra presentación.
Me parecía increíble la coincidencia, seguía sin haber visto a Knife Of Day en vivo, como años atrás.
El día que arribamos a esa ciudad nos alojamos en un bonito hotel con vistas a la gran ciudad.
Francamente no me interesaba nada. Me notaba bastante ansioso.
Cerca de la hora acordada para la prueba de sonido, me dispuse a preparar la mochila con la ropa que usaría en el concierto y el bajo con su correspondiente afinador.
Nos encontramos en el hall del pintoresco hotel y pasó por nosotros una van, en la que nos montamos para dirigirnos al teatro.
El viaje llevó varios minutos.
Por supuesto que estaba emocionado por el show que daríamos, pero no podía negar que el anhelo de ver a Sora al día siguiente opacaba cualquier otra posible emoción positiva en mí.
Finalmente. La espera llegaba a su fin.
Descendimos del vehículo y vimos un vallado cerca de la entrada principal, que nos protegía de varios fans agolpados a ambos lados de la puerta de ingreso.
Los gritos y exclamaciones nos estremecieron.
Jenn caminaba por delante conversando con el productor del evento mientras los chicos y yo nos deteníamos a conversar con algunos fans, tomarnos fotos y firmar autógrafos.
Había personas de todas las edades, incluso una niña de cabello pelirrojo agitó la mano desde un lugar más cercano a la entrada y me dirigí hacia allí para tomarme una foto y firmar un cuaderno de música.
-Toco el bajo como tú -murmuró la chiquilla tímidamente.
-Pues estudia bastante, a ver si cuando seas más mayor podemos cruzarnos en algún festival -dije sonriendo.
Ingresamos al local.
El teatro era enorme.
No llegaba a distinguir a las butacas más lejanas y altas. Nuestro equipo de técnicos ya estaba terminando de montar la escenografía y todo el equipamiento. Solo faltábamos nosotros y los instrumentos de Akira, Akane y yo, la batería estaba siendo montada y vi a Hayato acelerar el paso hacia el escenario para montarse en él y terminar con los detalles de su instrumento, comenzaría a afinarla de inmediato mientras los técnicos terminaran de colocar los micrófonos de cada uno de los cuerpos de percusión que la formaban.
Akane subió ágilmente para terminar de armar el sistema de sus teclados y sintetizadores.
Akira me sonrió, se acercó a mí y apoyó una de sus manos en mi hombro, para susurrarme algo al oído.
-Yo iré a preparar mi lugar, aún tienes tiempo antes de comenzar la prueba, así que saluda apropiadamente a tu novia - la mano que me sujetaba me indicó gentilmente que me girara y ante mis ojos la vi aparecer.
Sentada tranquilamente entre algunas butacas cercanas, cubriendo sus labios mientras se reía discretamente, estaba Sora.
Me detuve completamente sorprendido.
Ella se levantó con lentitud e hizo una leve reverencia a Akira, quien luego de darme un leve empujón, se rio con una carcajada y se marchó sonriendo burlonamente hacia el escenario, dejándonos nuestro espacio.
Nos acercamos con rapidez y nos fundimos en el abrazo más cálido y anhelado de aquellos últimos meses separados.
-Yamato -suspiró en mi oído, aun aferrada a mi cuello y riendo con suavidad.
-¿En serio te aliaste con Akira? –
Ella se separó de mí y me observó con ojos dulces fingiendo inocencia.
-Digamos que cancelé el compromiso de esta noche, o mejor dicho, que me postulé para otro desfile que habrá más adelante para dejar que otra compañera con menos experiencia tuviera su lugar esta noche. -Me sonrió encantadoramente -y por supuesto le escribí a Akira para que hablara con su representante y me permitiera aparecerme por aquí.
Sabía que nos miraban, notaba todos los pares de ojos clavados en mi espalda mientras hablaba con Sora.
-Su tuve el valor de pedirte matrimonio frente a toda una audiencia hace años, no habrá problema con que nos besemos aquí, ¿Verdad? -dije tomando su mano.
-Jamás podrás igualar ese nivel de ridículo -concedió ella burlonamente. -Pero ahora yo misma voy a exponerme. Es mi prueba de amor, lo mereces -sin darme tiempo a replicar algo, ella se adelantó para tomar mi rostro en sus manos y besarme ante todo el personal del teatro y los técnicos de la gira, el resto de la banda y nuestra manager.
Podría jurar que escuché aplausos y gritos de ánimo de Hayato y Akira, quienes me las iban a pagar de alguna manera.
Sentía el calor y color subiendo por mi rostro.
Cómo amaba a esa mujer.
Nos alejamos con lentitud.
Me detuve a observarla detenidamente, llevaba un delicado jersey de color azul que contrastaba con su brillante cabello pelirrojo, y pantalones de mezclilla oscura con botas que llegaban hasta las rodillas. El cabello recogido en una trenza y una bonita chaqueta celeste.
-No puedo esperar a que sea esta noche y que haya terminado el concierto -le dije sonriendo -estás muy guapa y solo quiero abrazarte todo el día.
La vi sonrojarse más.
-Estaré contigo hasta que te vayas de Roma.
-Nada deseo más en estos días.
-Ve al escenario, yo te acompañaré desde aquí -se acercó a la butaca en la que nos había esperado y vi que de su bolso extrajo un par de tapones para los oídos, me los mostró sonriendo divertida -vine preparada.
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La prueba transcurrió muy bien, cuando finalizamos y todo quedó preparado, llegaron los miembros de la banda local que abriría la noche. Así que nos marchamos a la zona de los camerinos que nos habían sido asignados y Sora se nos sumó.
Fue muy gratificante ver la manera en la que los chicos la recibieron, con abrazos y saludos demasiado efusivos para lo que estábamos acostumbrados, sabía que para ellos había sido un maravillosa noticia saber que lo estábamos intentando de nuevo.
Akane le habló de su esposa, diciéndole que era una consumidora asidua de los diseños de la marca Takenouchi, algo que emocionó bastante a Sora.
-Podrías haberme escrito, la ingresaré como clienta vip para que tenga acceso a las colecciones con antelación y obtenga descuentos.
Akane la abrazó. Siempre la había adorado.
También se la presenté a Jennifer, quien fue muy respetuosa y amable con ella, era entendible que aquella mantuviera su distancia, solía ser bastante reservada incluso con nosotros, con quien llevaba varios meses trabajando y conviviendo.
Hayato parecía particularmente encantado con la presencia de Sora allí, quien le preguntó sobre su pequeña hija y a quien le mostró su amplia galería de fotos de la pequeña.
Faltaban tres horas para el show, así que en el área del backstage había algunos comestibles y bebidas, estábamos relajados, me eché en un sillón grande que había allí y aguardé a que Sora terminara de actualizarse con todos de sus vidas para que se acercara nuevamente a mí.
Jenn se acercó brevemente a mí, tomó asiento a mi lado y observó a Sora unos instantes antes de volverse a mí.
-Nunca te había visto así, Yamato, te transformas en alguien mucho más alegre y jovial cunado ella está contigo -parecía gratamente sorprendida.
-No soy un insensible -dije burlonamente.
Ella chasqueó la lengua antes de observarme con una sonrisa socarrona.
-Vamos, que eres un bicho raro y antisocial a veces, desde que volviste a reunir a Knife Of Day te has vuelto mucho más bromista y alegre, con esta chica el cambio es más acentuado. – dirigió la vista hacia Sora, aparentemente le caía muy bien - Me alegra mucho verte así, sé que a veces me cuesta acercarme a los demás, pero sé apreciar el brillo de las personas cuando están en su mejor momento. Deseo lo mejor para ti. Me alegra mucho verte así.
-¿Tú también tienes corazón?
-Sí. Más de lo que imaginas. -hizo una mueca divertida - Me llevaría a esta chica con nosotros para que nos acompañe durante el resto de la gira, toda la energía del grupo cambió, ya debes saberlo, pero una persona así no se encuentra todos los días.
-Vaya -nunca me había dicho algo así -gracias, Jenn, tienes mucha razón. -bajé el volumen -Nos volvimos a comprometer luego de unos años separados. Pienso casarnos en cuanto regresemos a Japón.
-Pues me encantará ver eso. -dijo con sinceridad. Se alejó luego de lanzarme una sonrisa sincera hacia la mesa en la que estaban las bebidas. Akira, quien a lo lejos había monitoreado la conversación, se acercó a ella para ofrecerle algo de vino que ella aceptó.
Sonreí.
Akira se había acercado poco a poco a ella y a veces los veía conversar con buen ánimo, compartían muchos intereses similares.
Sora quedó libre, curioseó la comida disponible, se llevó unos bocadillos de la mesa y tomó asiento a mi lado, echando su cabeza sobre mi hombro mientras comía.
-¿No vas a comer algo? Está todo muy delicioso.
-No puedo comer mucho, ya sabes, será difícil cantar.
-De seguro llevas horas sin alimentarte -protestó mi novia sonriendo, y de inmediato introdujo un bocadillo en mi boca. Sorprendiéndome y haciendo que todos se echaran a reír a mi alrededor.
La rodeé con mis brazos mientras ella lanzaba una carcajada.
-Te dije que estos dos no iban a aguantarse hasta el hotel, Akira -dijo Hayato a viva voz mientras tanto Sora como yo nos sonrojábamos.
-Olvídalo, no traigas imágenes a mi mente – se quejó el guitarrista burlonamente.
El momento se interrumpió gracias a la llegada del productor y organizador, quien nos indicó que pronto comenzaría el concierto de la banda local que abriría nuestro show. Comenzábamos a prepararnos y concentrar.
Por supuesto, pese a la interrupción, ya sabía que los chicos llevaban toda la razón, nada anhelaba más en aquel momento que pasar toda la noche abrazando a Sora y sentir que aquel regalo de coincidir nos daría fuerzas para seguir soportando los meses de distancia.
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La ausencia de llama: no he tenido tiempo y tuve un bloqueo con esta historia. Lentamente las ideas vuelven a encausarse. Si alguien por aquí sigue leyendo, ¡muchas gracias!
