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En la ruta 29, la ruta que está rodeada por árboles que limitan el paso; y unos bordillos que obligan a los entrenadores pasar por muchas zonas de hierba, teniendo así encuentros con pokémon salvajes. En esa ruta, estaba un chico con gorra azul, una chaqueta roja muy maltratada con una camisa azul con muchos huecos, unos vaqueros muy rasgados y zapatos rotos por el frente y quemados por la espalda. Era God con su compañero Rayo en su hombro caminando hacia Ciudad Cerezo que quedaba muy cerca y que iba a ver a su nueva amiga en su primer concurso.

La vía era bastante tranquila, no habían entrenadores con quien enfrentarse y eso desilusionaba al joven de ojos rojos aunque lo había aceptado bien ya que en todo ese camino su mente a estado reflexionando todo lo que había pasado, cuando recibió a su pokémon y la gran sorpresa de ese poder misterioso. También recordó la batalla de Discharger contra Mz.

— ¿Que fue esa luz? Parecía una clase de… evolución… — se preguntó God a si mismo susurrando en voz baja. — En ese momento de Discharger salió esa extraña energía dorada, no me quejo de ella, fue una sorpresa genial y en el momento justo cuando estábamos en problemas. — Seguía hablando hasta que paró en seco lo que le extraño a Rayo y a Discharger.

— Esa extraña aura apareció solamente cuando estuvimos en peligro ¿Entonces eso significa que la aura solo aparece cuando se necesita en una crisis? —

— "No creo que sea eso God" — dijo una voz algo dulce. — "No creo que salga con eso, debe haber algo más" — dijo el Pikachu saltando a su hombro.

— Rayo ¿Cómo, me oíste? ¿Acaso puedes leer mi mente? —

— "No, solo empezaste a hablar solo." —

— ¿De verdad? Vaya, ya entiendo porque mi hermano siempre me ganaba a jugar cartas. – Dijo God tratando de aliviar un poco la tensión que sentía en el momento.

— "Si. No nos fue tan bien como queríamos, pero el truco es seguir ante todo."—

— No pudiste haberlo dicho mejor. — dijo God sonriendo pero entonces Rayo se fijó en el Charmander dorado y vio que este se había quedado un poco atrás. — Chicos, paremos a descansar acá. —

Con eso, God se quitó la gorra de encima sentándose debajo de un árbol, de ahí empezó a comer unas bayas que le habían dado en el laboratorio con los pokemon variocolor que lo acompañaban. De ahí paso un rato mientras God "normalmente" hablaba con sus pokemon preguntándoles su opinión acerca del tema y de todo lo que estaba pasando, en ocasiones le gustaba saber lo que sus pokemon pensaban. A veces le daban ideas bastantes interesante que luego podrían colocar en práctica en el entrenamiento, desde hace un rato God tenía pensado una clase de estrategia con sus dos pokemon y aunque la habían practicado ya en la madrugada, él se moría por probarla en vida real.

Hasta ese momento todo iba bien, aunque desde hace un par de días desde que había salido de Pueblo Primavera se sentía un tanto extraño con su alrededor, sus sentidos parecían actuar un poco extraño y su cuerpo parecía notarlo también. Su piel parecía tener comezón a veces y los pelos de sus brazos se levantaban constantemente al creer que había algo detrás de el no habiendo nada, sus oídos parecían zumbar a veces y de vez en cuando sentía oír murmullos en su espalda. Todo esto se lo había comentado al profesor Boreal y aunque se sorprendió un poco el saber que tenía estos efectos secundarios, él había dicho que debía tratarse de un efecto secundario de recibir aquel Hiperrayo y claro que no sabían si era verdad, principalmente porque nadie habría sobrevivido a algo así siendo el primer sobreviviente. De cualquier forma le terminó por quitar importancia al pensar que sería solo temporal y que tarde o temprano volvería a lo que era normal para él, solo debía enfocarse en su viaje y lograr reunirse con Tony y Daisy como tenía planeado desde el comienzo.

Toda la ruta estaba tranquila aunque God estaba nervioso, él no sabía porque pero sentía otra vez esa respiración tan fría, dio un pequeño salto sorprendido al sentir ese escalofrío. God volvió a sentir un fuerte dolor de cabeza sintiendo que iba a estallar.

El dolor de cabeza había vuelto con fuerza, pero no duro mucho más de un minuto ese cambio de repente y God se recuperaba de aquella experiencia. Aun así, sentía que había algo mal casi pudiendo escuchar unos murmullos en sus oídos y con lo que más o menos pudo escuchar se había puesto más serio. Esto lo notaron sus compañeros y trataron de hacerlo reaccionarla, pero en un momento a otro God salió corriendo a una dirección completamente desconocida con un mal presentimiento en su cabeza por lo que aumentaba el ritmo de su correr.

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Mientras que...

En otra parte de la ruta estaba un chico que venía de pueblo cerezo muy feliz con su pequeño nidoran (macho) a su izquierda mientras veía una extraña cajita negra con números que era del tamaño de su palma. El chico tenía el pelo azul oscuro bien peinado, usaba lentes algo gruesos, tenía unos ojos azul neón y vestía un uniforme escolar con chalequito gris encima de una camisa de vestir blanca y pantalones de uniforme.

Viendo con orgullo en su caminar esas cuatro cifras en dicha caja negra, el desprevenido chico no se dio cuenta que lo habían seguido cuatro adolescentes de medio metro más altos que el chico, y que lo habían acorralado mientras que la felicidad del chico cambio por miedo por lo que harían.

— Miren lo que tenemos aquí ¿No es el niñito que gano el mini torneo de la mañana en Ciudad Malva? — dijo uno de los cuatro chicos que lo rodearon mientras se acercaban al pobre chico riéndose de él.

— Estas muy lejos de tu casa ¿No es asi? De seguro se habrá perdido. –

— ¿Q... Quienes... son ustedes? — dijo el pequeño chico mientras que el nidoran se preparó para defender a su entrenador, lo cual le dio más risa a los bandidos que pensaron que sería divertido.

Los tipos sacaron de sus pokeballs un koffing, un raticate, un zubat y un abra siendo este último quien menos se acercó al sujeto. El chico veía como esos pokémon destrozaban a sus amigos mientras que los chicos que le doblaban el tamaño se acercaban a él con un objetivo… no tan amigable.

Uno de ellos se dispuso a darle un puñetazo pero fue interceptado por alguien que apenas se pudo ver como llego. Una figura algo delgada, un cabello oscuro todo despeinado por el viento, una vestimenta realmente gastada como si hubiera sobrevivido una guerra y unos ojos carmesíes que terminaban para una descripción de un monstruo, God lo había agarrado justo cuando había llegado en el momento preciso para ayudar al chico.

— ¿Cuatro contra dos? No me parece justo que se aprovechen del chico. — dijo God sarcásticamente al chico con malas intenciones que le había agarrado el puño y empezó a apretarlo para que el bandido perdiera fuerza. Los otros tres, al ver a su amigo en problemas, les fueron a ayudar y pero de repente, un misil ardiente los detuvo pasando por delante de ellos y al rebotar con un árbol cercano de un solo golpe machaco a los pokémon de los malos intencionados.

— Chicos, con esto tipos podemos probar la nueva estrategia. — Dijo God mientras sonreía de una manera macabra y puso su brazo y sus dedos para chasquear. — Maniobra ofensiva especial, relámpago ardiente x4. — Dicho esto de su hombro salió el pikachu variocolor a estar en dos patas mientras el charmander dorado salió de la bala ardiente y se puso en la espalda de Rayo.

Discharger agarró la cola de Rayo haciéndose de metal como si fuera parte de la cola platino, era un efecto bastante similar a la defensa férrea. De Rayo salió chispas hasta que se empezaba a sentir el calor de la estatua que era el charmander hasta que Rayo empezó a dar vueltas y que la estatua salió volando y en el trayecto salió el proyectil ardiente, solo que estaba cargado también con una súper carga eléctrica y parte metálica, el ataque destructivo termino mandando a los bandidos volando con sus pokémon muy lejos de donde estaban.

El efecto de esa técnica fue devastador para los tanto a los pokémon como a los tipos lanzándolo a una distancia admirable, casi hasta mandarlo a otra ruta. God y sus pokémon ayudaron a los demás, God le dio la mano para levantarse al chico aunque el chico tenía la duda de quién era más peligroso, los tipos que querían hacerle daño o God.

— ¿Estas bien? Parecías fatigado, no era justo que pelearas así contra ellos. — preguntó God dándole la mano para levantarse.

— Ah... si, gracias. — dijo el chico algo impresionado, la imagen de God con su sonrisa típica había influido bastante como lo veía el niño, aunque aún tenía un poco de miedo.

— No hay problema, debes tener más cuidado por donde vas porque puede que te encuentres con más cazadores como esos. Tal vez más fuertes y con más dientes. — dijo God con un tono de calma y comodidad mientras sonreía como siempre.

El chico veía a God como un héroe por salvarlo de un destino no muy bueno, aunque la combinación que había hecho era devastadora, veía como unos árboles fueron destrozados y quemados lo que le entristeció a God bastante, no lo merecían, no me merecían morir en fuego cruzado. Luego de eso God agarró sus cosas, se puso su gorra de tres colores y se dispuso a irse cuando lo detuvo el chico por miedo a que pasara de nuevo.

Este... perdón por pedirte esto pero podrías acompañarme hasta Ciudad Cerezo. — dijo el extraño chico con algo de vergüenza oculta en sus palabras. – Es que… no sé si pueda contra gente así. —

— En sí... lo siento pero no puedo ir contigo. — dijo God rascándose la cabeza viendo hacia otro lado tratando de evitar la mirada del chico debido a que era débil de corazón con los niños.

Pero… ¿Porque no? — dijo el chico mientras tomaba Nidoran en sus brazos y trataba de poner la cara de perrito más triste que podía para ver si funcionaba. — La ruta sigue hasta Ciudad Cerezo, no creo que haya mucho otros sitios a donde ir. –

Es que a mí me falta muy poco para llegar a la ruta 46 a entrenar más a mis compañeros. — le dijo con una sonrisa que desprendía mucha confianza.

— Entonces déjame ir contigo a esa ruta, no importa el tiempo pero por favor déjame ir contigo— dijo el chico levantando un poco la voz. God no podía rechazar a ese entrenador, no era su naturaleza pero no podía quedarse más atrás que sus amigos quienes estar por Ciudad Malva, con eso solo se alejó del chico hasta que le ofreció...

Hagamos un trato, te daré una maxipepita si me dejas ir contigo. — dijo el pequeño chico de ojos azules mientras que God se iba caminando, pero de repente había parado y sin darse la vuelta le dijo con la cabeza que se diera prisa.

Empezaron a caminar al ritmo veloz de God hasta llegar a la ruta 46, una ruta pequeña montañosa, junto con la ruta 45 forma el Camino montaña. La geografía de ésta hace imposible su ascenso y conecta con la entrada a Cueva Oscura pero es inaccesible desde el Sur por lo que God se decepciono un poco de no poder entrenar en dicha cueva, pero de cualquier forma y con su manera positiva de pensar decidió por entrenar ahí mismo.

— ¡Muy bien, es hora de entrenar con más fuerza, chicos. Hasta el amanecer! — gritó God muy energético levantando su brazo. — Tendrás que esperar si quieres llegar a ciudad cerezo. — dijo con fuerza lo cual él le respondió asintiendo.

Había llegado la noche y God y sus pokémon siguieron entrenado hasta que el atardecer se hizo presente. Luego de ello se tomaron el tiempo para contemplarlo, y después siguieron practicando ataques nuevos. God tenía un libro especial y viejo en donde habían forma de aprender los movimientos de niveles simples, básicos, avanzados y profesionales. Estaba muy dañado el libro y estaba escrito en códigos que no se entendían, el que lo había escrito tenía muchas ideas pero nada de buena caligrafía. El chico estaba muy interesado en el de gorra azul que intentaba dormir sin frutos por el bocón de chico.

— Al menos me podrías decir tu nombre? — dijo el extraño chico de ojos como zafiros con muchas preguntas y entusiasmo que le sobraba.

— Mi nombre es God Forcehold, ahora déjame dormir por favor. — dijo el de ojos carmesíes con mucho sueño mientras se dormía en una colinita de ahí.

Esta bien pero si quieres saber, mi nombre es Hadson por si acaso… — le dijo antes de oír un ronquido de God. Hadson se alejó de él y se durmió en un árbol cercano sin saber que los vigilaban esos mismos bandidos y que estaban esperando que se durmieran.

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Mientras... En un edificio abandonado...

— Jefe. Le tengo malas noticias, el chico nos derroto y nos forzó a una retirada— dijo uno de los tipos.

— Son unos inútiles. No pudieron ni siquiera quitarle Los Punto de Batalla un niño de mami. — se escuchó decir a una voz algo mayor pero casi a la edad de los otros tipos.

— Pero señor, teníamos rodeados al mocoso pero un monstruo apareció y nos empezó a llover fuego del cielo. — dijo el tipo asustado por la reacción del a que llamaban jefe.

— No hay excusa para perder. Es vivir o morir, así que tendrán su castigo después. — dijo mientras levantaba una greatball de entre las sombras. — Es la peor mentira que he escuchado. No existen los monstruos salvo los pokemon. —

— Si... si existe jefe, tenía ojos rojos, cabello negro, su ropa estaba destrozadas y tenía una sonrisa macabra. Nos atacó con unos pokémon de colores diferentes y nos mandaron a volar como caricatura infantil. Como si fuéramos nada. —

— Porque no son nada, pero eso ultimo de colores diferentes tiene mi interés. Responde ¿Ese "monstruo" poseía pokémon variocolor? —

— Si. Jefe. Dos de diferente color, creo que uno era un charmander y otro un pikachu, esos son los que vimos por lo menos. —

— ¿Esos enclenques? ¿Cómo algo tan débil y pequeño les pudo dar una paliza? Los aplastare fácilmente. Tráiganme al entrenador y dejen al otro chico en paz, no quiero meterme en más problemas de los que quiero. — Dijo mientras sonreía, en sus espaldas algo se movía que le triplicaba su tamaño, una clase de cola hecha de roca parecida a la arcilla aparecía por unos segundos… — ¿Quién sabe? Seguro que valen bastante, podría ser nuestra oportunidad de vengarnos de ellos. –

Tras pasar un par de horas encontraron al chico de ojos carmesíes dormido y con algo se dificultad lo llevaron al edificio. En un edificio abandonado estaba God, estaba dormido aun en el suelo hasta que se escuchó una alarma, aunque era fuerte no lo había despertado.

— Ese tipo tiene el sueño pesado— dijo uno de los tipos que estaba ahí mientras arrastraba con cuidado de no despertarlo, aunque luego de chocar una roca con su cabeza vieron que no se despertaría tan fácil.

— Es increíble que ese nos haya ganado a todos nosotros de un golpe. Me da rabia el verlo tan tranquilo. — dijo otro con algo de enojo.

— No te preocupes que cuando llegue el jefe, acabara con él. — dijo con malicia en sus ojos.

— Para que esperar, si nos proporcionaron pokémon s más fuertes—

— Si tienes razón. Acabémoslo nosotros mismos. —

— ¡¿Estan locos?! No desobedezcan las órdenes del jefe. ¡Nos enterraría vivos! –

Mientras tanto... En la colina estaba Hadson que al despertar estaba buscando a God que había desaparecido. Después de un rato el abra de uno de los tipos uso destello para intentar despertar al dormido chico hasta que despertó con mala gana.

— Ah… ¿Quién encendió la luz? — God bostezaba mientras empezaba a levantarse de donde estaba acostado y dando un salto hacia adelante cayó de pie y empezó a estirarse.

— Al fin despiertas, blancanieves. Bienvenido a la fiesta. —

— Creí que no los volvería a ver en un rato. — Dijo God algo adormilado y despreocupado mientras se seguía estirando y veía que se encontraba en algún tipo de edificio medio construido siendo que aquellos sujetos que lo habían atraído estaban parados en las vilgas de un piso superior a donde estaba el. — Supongo que querrán una revancha, serian un buen calentamiento. –

— Tendrás tu merecido ahora mismo. — dijo uno de esos cuatro antes de que todo ellos lanzaran sus pokeballs al aire y de ahí salieran un graveler, un 5 spearow, un machoke y 3 raticates. God estaba en una gran desventaja de 7 contra 2, pero parecía muy calmado mientras los pokémon los acorralaban hasta que atacaron todos a la vez.

Se veía como uno de los raticate le mordía el brazo esperando sacarle sangre pero lo que no se espero es salió una bomba de humo. Todos quedaron sorprendidos y nerviosos por lo que había ocurrido.

— ¡Ese idiota ha desaparecido, nos engañó! — dijo uno de ellos antes de que empezara a brillar de una de las vilgas que estaban encima de él.

— ¿Sorprendidos? Se llama sustituto, un ataque que puedes hacer una copia de ti si sacrificas unos cuantos PS de vida. — dijo God mientras sonreía y apuntaba hacia arriba donde estaba su charmander agarrado de una viga con llamas en su boca. — Discharger, usa lanzallamas X4. —

De la boca del charmander dorado salió una devastadora rafaga que quemo todos los pokémon y chamusco de más a los bandidos.

Mientras tanto...

Hadson buscaba a los alrededores de la ruta a su tal ''héroe'' que lo había dejado solo y dormido.

— ¡God! ¡¿Dónde estás?! — El chico perdía la esperanza hasta que ve a lo lejos unas llamas junto al sonido de una explosión en un edificio derrumbado e incompleto. — Ahí debe estar. — dijo decidido mientras iba corriendo hasta donde estaba ese incendio.

Mientras tanto... En el edificio abandonado...

A unos minutos God bajo al suelo donde estaban todos quemados y de su bolsa saco unas pociones y revivires para los pokémon, estos estaban sorprendidos por lo que había hecho por ellos ese entrenador que hace un segundo le habían tratado de atacar.

— "Eres un humano, deberías solo dejarnos aquí." — preguntó telepáticamente el Abra a God el cual les respondió en seguida. — "¿Porque nos ayudas?" –

— ¿Se necesita una razón para ayudar? — Dijo el de ojos carmesíes de forma sarcástica mientras que los otros pokémon descansaban K.O en el suelo. — No me parece algo justo dejarlos aquí, y menos con ellos. –

— "Nuestros dueños te secuestraron, te separaron de ese niño y te intentaron hacer daño, no entiendo porque estas sonriendo." — le dijo nuevamente por telepatía el abra que descansaba en el suelo. God no le había respondido al dudoso abra enemigo que hasta hace poco habían intentado dejarlo muerto.

— Los pokémon son seres magníficos e increíbles. Sé que son seres que comparten la Tierra con nosotros y que no tienen maldad en sus corazones. — dijo el chico con la sonrisa que desprendía felicidad, alegría y confianza. El abra, ante esta respuesta, se puso a pensar en el entrenador y que ahora sabía que estaba del lado equivocado.

— "¿Quién eres tú?" — God en esta pregunta se levantó y lo miro a los ojos de abra.

— Yo soy God Forcehold, otro entrenador cualquiera. — Abra notaba algo especial en él, notaba que su aura era fuerte como el fuego, rápido como el rayo y especial como un resplandor. El abra quería saber más sobre él, pero no podía darse el lujo de confiarse. God agarró las pokeballs de esos pokémon y las junto a un lado en el suelo.

— Disc, Rayo, lanzallamas y cola platino en las pokeballs. — Entonces dijo eso el entrenador con una mirada más seria. Discharger empezó a lanzar unas mortíferas llamas a las pokeballs mientras que Rayo las destruía. Abra estaba confundido por lo que había hecho, aunque se sentía aliviado por no tener que volver a oír esas estúpidas órdenes que le daban su entrenador.

— Abra, por favor usa teletransporte en ti y en los demás a algún lugar muy lejos para que ellos no los atrapen de nuevo. — dijo con la luz en sus ojos. Abra se despidió de los pokémon de God y se llevó a todos los pokémon de ahí dejando a los entrenadores tirados, no estaban tan heridos para estar en peligro de muerte así que solo necesitaban descansar un poco para estar bien por lo que se empezaba a retirar junto a sus pokemon de aquel sitio, pero antes de salir un mal presentimiento junto a una escalofrío paso por la espalda de God.

Después de eso God se puso nervioso hasta que...

— ¡¿Pero qué?! — Del techo cayeron varias rocas que casi aplastan al de ojos carmesíes y los dejan como tortillas. Se sentía una vibración en el suelo que en el tiempo fue incrementando hasta que de repente paro. God y sus compañeros no sabían que había pasado, un montón de cosas habían ocurrido y ya estaban muy cansados de tantas sorpresas.

— Así que volviste a derrotarlos. — dijo una extraña voz de las vilgas altas del incompleto edificio. — Me sorprende tus reflejos pero lo que más me intriga es como supiste que ese era el único lugar donde no caería una de las rocas, es como si lo hubieras visto y reaccionado al segundo.— Entonces eres el ''monstro'' del que hablaban.

— ¡¿Quién está ahí?! — grito God aun con un leve dolor de cabeza, mientras volvía a taparse los ojos ya que sentían que iban a salirse de sus cuencas, pero ese no era el comienzo de sus problemas.

De las sombras salió un chico de aproximadamente 17 años de cabello despeinado para el frente castaño claro, este usaba lentes y en ellos tenía un cuadrito que sobresalía de ellos. Su vestimenta se trataba de una camisa manga larga de color vino, unos jeans azules y unas gomas negras con blanco. God parecía intrigado por el desconocido, debía ser por su repentina aparición en ese lugar desolado o es que sentía algo que era muy grande detrás de él.

— Me habían dicho que un entrenador que parecía monstruo había destrozado a mi tropa con un golpe, e incluso con mis pokémon de reserva y en plena emboscada. Un buen Boy Scoutt haciendo su buena acción del día. — dijo el extraño chico algo frio y he impresionado y a la vez enojado. — Déjame ver en mi base de datos. — dijo el intelectual chico que doblo el cuadrito para colocarlo en el lente de su lente izquierdo y entonces se trasformaron en un visor de donde se veían datos de God.

— ¿Esos son? — dijo God dando un paso atrás sorprendido.

— Así es, son visores line. Están unidos a mis lentes virtuales junto con unas mejoras personales. — dijo el extraño presumidamente. God había quedado sorprendido por ver a alguien tener esa tecnología. Sin embargo el charmander dorado no sabía que eran esas cosas.

— "Pero que tienen de especial o importante esas basuras en sus ojos". — dijo el curioso charmander en su idioma.

— "Discharger, esos lentes que tiene ese tipo, son lo más nuevo de rastreadores de la Silhp S.A. Esa cosa tiene muchas funciones como rastrear a entrenadores, ver sus datos, buscar pokémon s fuertes, un radar para objetos perdidos y muchas más". — dijo el nervioso pikachu medio naranja. El charmander no" sabía nada de lo que decía su compañero, lo cual le hizo caer de espaldas a Rayo.

— "Te lo explico luego, por ahora concéntrate que nos toca pelear." — dijo poniéndose en guardia esperando la orden de su compañero.

— Veamos... — dijo el extraño mientras veía unos archivos digitales. —

Nombre: God Forcehold.

Edad: 14 años.

Rango: No tiene.

Equipo Pokémon:

Charmander; Nivel: 10

Pikachu; Nivel: 16

— Para ser un novato, encontrar un par de variocolores es muy complicado, y tus pokémon están en un muy buen nivel pero no eres rival para mi pequeño amiguito. — dijo esto mostrando una greatball en su mano izquierda.

— Hablas mucho, cuatro ojos. Si quieres pelear bien pero al menos dime tu nombre. — dijo el de los ojos brillantes de color carmesíes que tenía siempre para pelear. — Siempre quiero saber a quién le pateo el trasero. —

— Vaya, pareces muy confiado en tu estado actual pero está bien, Soy Zeke. Te espero arriba, no me hagas bajar por ti. — dijo antes de desaparecer dirigiéndose al techo. Pasaron unos minutos de silencio después de que se había ido el misterioso entrenador hasta que el entrenador de ropa gastada se dispuso a hablar para calmar a sus compañeros.

— Chicos, esta vez la batalla será a otro nivel. No quiero que no les pase nada. — dijo God algo nervioso mientras recordaba esa vez con Mz, ese combate que no solo perdió por obvias razones sino que casi perdió la vida en ese accidente pero con el beneficio de haber salvado a su amigo, evitando un destino tan horrible como el de sus pesadillas, recordó que no pudo hacer nada para ayudar a sus pokémon mas que arriesgar su propia vida.

Se podía sentir el miedo y los nervios de God que lo ahogaban en el terror. La mirada de God era cubierta por la sombra de su gorra pero se lograba sentir ese sentimiento de temor, pero a la vez el inmenso deseo de pelear, el rasgado chico se separó de sus compañeros dándoles la espalda.

— Sé que esta batalla será muy fuerte y sé que podemos salir muy heridos— dijo tranquilamente hasta que... — Pero no puedo negarme a este duelo, ese chico me hace hervir la sangre y sentir que mi energía sale por completo. — dijo volteándose a ver a sus pokemon que al igual que el veían decididos a su entrenador. Con ello God sabía que estaban pensando en lo mismo, patearle su trasero.

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